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El paciente con disfuncin mental ha sido histricamente el ms afectado por la tradicin paternalista. Precisamente su
enfermedad en mayor o menor medida interfiere en su capacidad cognitiva y volitiva, predisponiendo al
profesional tratante a tomarlo como sujeto pasivo. Lo ticamente correcto es valorar su grado de competencia y acorde
a ste, integrarlo al proceso teraputico.
- Autonoma: tica del respeto.
Prioritariamente cumplir con la obligacin de confidencialidad. Ms que ningn otro profesional, el psiclogo es
depositario de informacin extremadamente sensible. El paciente tiene derecho a una informacin veraz, comprensible
y adecuada sobre su proceso de salud y su evolucin. En todo lo concerniente a la esfera de su intimidad, se deben
reforzar las medidas que conciernen al secreto profesional, especialmente cuando se trabaja dentro de una Red o
equipo teraputico, al evaluar diagnsticos, intercambiar informes o comunicar resultados.
Las obligaciones morales derivadas de los cuatro principios no son exclusivas de cada uno de ellos.
Todos tienen como objetivo considerar al paciente con trastorno mental con la dignidad propia de cualquier ser
humano, desterrando para siempre los prejuicios discriminatorios instalados en la sociedad respecto a estas patologas.
Se debe reforzar la alianza teraputica evitando el quiebre o fragmentacin entre lo clnico y lo social. Teniendo
siempre presente que de la dimensin psicolgica dependen fundamentalmente la calidad de vida y la libertad
existencial de los seres humanos.