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Como hemos dicho en el pasado, estabilizar nuestras finanzas y reconstruir la

economía de Puerto Rico es tarea compartida de TODO nuestro pueblo.


Nuestra gente entiende eso…ellos han estado haciendo el sacrificio durante los
largos años de la pasada “Década Perdida”—como le llaman los economistas
locales—ajustando el presupuesto familiar para salir adelante.

Es por eso que nuestra gente no entiende por qué, si todos nos hemos tenido
que ajustar los pantalones en los pasados años, la Universidad de Puerto Rico
no pudo hacer lo mismo.

Esto es bien sencillo…el presupuesto de la UPR se paga con un por ciento fijo
de 9.6% de los ingresos del estado. Nadie ha hablado de cambiar ese por
ciento. Ahora, si los ingresos del estado bajan—como ha estado ocurriendo en
los pasados años—pues es lógico que la partida que le toca a la UPR también
tenga que bajar. Como la administración anterior de la Universidad se rehusó a
hacer los recortes y ajustes correspondientes, por supuesto que acumuló un
déficit.

Sin embargo, desde el primer día de nuestra Administración hemos estado del
lado de los estudiantes y de la Universidad. Consciente de su dificultad
presupuestaria, hace un año le asigné de fondos discrecionales $105 millones
adicionales de fondos ARRA para que pudieran operar durante este año fiscal
que estamos próximos a terminar. Pero le advertí claramente al presidente
anterior que tenía que hacer los recortes y ajustes necesarios porque esa
asignación de fondos ARRA baja a $25 millones este año y termina, pues es una
partida de fondos federales no recurrentes.

A pesar de ello, la anterior administración de la Universidad se rehusó a hacer


los ajustes de gastos que las circunstancias requerían…y ahí están los informes
del Contralor para demostrarlo.

De hecho, posteriormente vinieron a donde mí con un sinnúmero de propuestas


para aumentarles los impuestos a ustedes, los contribuyentes, para compensar
por el déficit y yo, sencillamente, les dije que no…que no le iba a imponer un
impuesto más a nuestra gente y que la Universidad de Puerto Rico, al igual que
el gobierno, tiene que hacer como la familia puertorriqueña: tiene que vivir con
los ingresos que tiene.

No son pocos los que reconocen que estudiar en la Universidad de Puerto Rico
es un privilegio. Si no, pregúntenle a las decenas de miles de jóvenes que no
pueden estudiar en la universidad del estado y se fajan estudiando
responsablemente y pagando el costo mucho más alto de universidades
privadas.

El crédito en la UPR cuesta en promedio $51; mientras que en las principales


universidades privadas de la Isla cuesta entre $163 y $176. El año en la UPR
cuesta en promedio $1,300, mientras que en la más barata de las principales
universidades privadas en Puerto Rico el año cuesta $4,200.

En el año fiscal en curso, la UPR recibió casi $165 millones en Becas Pell del
gobierno federal para beneficiar unos 40,300 estudiantes. Eso quiere decir que
CADA ESTUDIANTE RECIBIO en promedio $4,082 en Becas Pell del gobierno
federal…$1,320 para pagar la matrícula y otros $2,762 para gastar EN LO QUE
ELLOS QUIERAN. Ningún estudiante, no ya en Puerto Rico, sino en ninguna
universidad estatal en los estados disfruta de privilegios como esos.

De hecho, del presupuesto de este año de la UPR que asciende a $1,460


millones, solamente $90 millones—o apenas el 6.2%—proviene del pago de
matrícula y, de eso, más de la mitad proviene de las Becas Pell.

O sea, que la matrícula que pagan los estudiantes de la UPR cubre apenas el
3% del presupuesto de la Universidad…el resto lo pagamos NOSOTROS LOS
CONTRIBUYENTES.

Por eso es que nuestro pueblo—que es un pueblo justo y noble, pero que
también es un pueblo de ley y orden que cree en la democracia—se molesta
cuando ve y escucha lo que todos hemos presenciado en la Universidad en los
pasados días.

El respeto al principio de la autonomía universitaria nos obliga a ser prudentes y


no intervenir hasta que nos lo requieran las autoridades universitarias. Pero a las
autoridades universitarias les digo: estamos aquí, listos y dispuestos para
brindarles la ayuda que ustedes estimen necesaria, cuando ustedes así lo
determinen, para proteger los derechos de TODOS los estudiantes—tanto del
minúsculo grupo que protesta, como de la inmensísima mayoría que quiere que
las clases continúen—así como los derechos de TODOS los profesores, TODO el
personal universitario, TODOS los padres, y TODOS los contribuyentes que
pagamos para que la universidad del estado esté abierta, no cerrada.

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