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AGLOMERACIONES TERRITORIALES COMO INSTRUMENTOS DE


DESARROLLO. Entre la geografía de los economistas y la economía de los
geógrafos.
Fernández, Víctor Ramiro*
Alfaro, María Belén**
Davies, Carina Lucila***

Introducción
El desarrollo del modelo neoliberal ha planteado la reformulación del sistema estatal,
lo cual ha derivado en una pérdida de significación por parte del Estado – Nación. Es
en este contexto donde los espacios regionales, y las aglomeraciones productivas que
en ellos se desenvuelven, asumen un papel estratégico como nodos de desarrollo
territorial (Castells, 1999; Ohmae, 1995).
En este sentido, el presente trabajo intenta recuperar las principales corrientes teóricas
que en las últimas décadas han centrado su análisis sobre las aglomeraciones
productivas como instrumentos de desarrollo en el contexto de globalización,
analizando las ventajas que otorga la proximidad geográfica para la inserción de
determinadas regiones en la economía global.
Es a partir del éxito alcanzado por ciertas regiones, tales como la Emilia-Romagna
(Becattini, 1992; Brusco, 1982), el Sillicon Valley (Scott, 1988; Storper; Walker, 1989) o
el cinturón manufacturero de Estados Unidos (Krugman, 1991a), que diversos
organismos internacionales (CEPAL1, BID2, BM3) han puesto en marcha numerosas
investigaciones con el fin de trasladar las experiencias de los países centrales al
contexto latinoamericano. Es en virtud de esto que también intentaremos proporcionar
herramientas teórico-conceptuales para el análisis crítico de las limitaciones y
potencialidades que estas estrategias de desarrollo regional encuentran para su
aplicación en América Latina
En una primera instancia, centraremos nuestra atención en los objetivos y elementos
conceptuales y metodológicos de los cuales los economistas se han valido para la

*
CONICET. GIETE (Grupo de Investigación Estado, Territorio y Economía). Universidad Nacional del
Litoral. rfernand@fcjs.unl.edu.ar
**
Facultad de Humanidades y Ciencias – Universidad Nacional del Litoral – mabelen_alfaro@hotmail.com
***
GIETE – Universidad Nacional del Litoral – carinadavies@yahoo.com.ar
1
CEPAL: Comisión Económica para América Latina y el Caribe. www.eclac.org
2
BID: Banco Interamericano de Desarrollo. www.iadb.org
3
BM: Banco Mundial. www.bancomundial.org
construcción de la denominada Nueva Geografía Económica (NGE)4. Estos aportes,
los que muchas veces rescatan viejas ideas provenientes de diversas escuelas
teóricas, colocaron el análisis de los procesos de concentración geográfica como
elemento fundamental para comprender la dinámica del comercio internacional y los
posicionamientos exitosos alcanzados por determinadas regiones, haciendo hincapié
en las externalidades pecuniarias, es decir, los efectos derivados de la magnitud del
mercado.
Posteriormente, consideraremos los elementos fundamentales que constituyen la
Geografía Económica socio-institucional desarrollada principalmente, aunque no de
manera exclusiva, por geógrafos (NGE II). Dicha corriente enfatiza el papel de las
externalidades intangibles como factores potenciadores u obstaculizantes de los
procesos de aglomeración económica en relación a los desafíos que plantean las
dinámicas económico-productivas del escenario posfordista.
Finalmente, y tras el análisis comparado de ambas corrientes, seremos capaces de
identificar las limitaciones existentes para la configuración de una estructura más
holística de la Geografía Económica capaz de llevar adelante un tratamiento crítico y
comprometido políticamente respecto a las aglomeraciones como instrumentos de
desarrollo económico-territorial.

La Geografía de los economistas


Hacia fines de la década de los ’80 comienza a surgir, particularmente a través del
economista Paul Krugman, una corriente autodenominada como Nueva Geografía
Económica (NGE), la cual intenta proporcionar una explicación a la formación de una
gran diversidad de formas de aglomeración en espacios geográficos. Para tal fin, la
NGE I ha rescatado elementos provenientes de diversos autores y escuelas teóricas,
recuperando la importancia de viejas ideas, ya conocidas entre los geógrafos, aunque
no lo suficientemente analizadas. A pesar de valerse de diversas fuentes teóricas, sus
fundamentos se mantienen estrechamente vinculados a la teoría económica
neoclásica, es decir, la búsqueda individual de la maximización de los beneficios
económicos (ver Gráfico 1).

4
Durante el transcurso de la ponencia se considerará como “Nueva Geografía Económica I”
(NGE I) a la desarrollada, principalmente, por Paul Krugman, mientras que la denominación
NGE II corresponderá a la Geografía Económica socio-institucional, representada por el
“cambio cultural” en esta disciplina.
Teoría Teoría del
Tradicional de Desarrollo
la localización

NGE

Teoría Económica Neoclásica

Gráfico 1. Principales fuentes teóricas de la NGE I

La NGE I reconsidera los modelos espaciales provenientes de la tradicional teoría


locacional, fundamentalmente los elaborados por Von Thünen (1824), Weber (1909),
Christaller (1933) y Lösch (1940). Estos modelos intentaban analizar la disposición
geográfica del mercado, a partir de la consideración de los factores de producción y
los costos de transporte generados por la distancia entre los mismos.
A diferencia de la tradicional teoría locacional desarrollada en un escenario de
competencia perfecta y rendimientos constantes, Krugman logra superar las
limitaciones técnicas anteriormente existentes para la modelización de la relación entre
competencia imperfecta y rendimientos crecientes (Krugman, 1991b).
Son precisamente las técnicas de modelización utilizadas por este enfoque una de las
razones por la cual se le atribuye el calificativo de novedoso. El modelo “Dixit – Stiglitz”
(Dixit y Stiglitz, 1977) es uno de los trucos técnicos utilizados para explicar el hecho
de que aunque cada empresa tiene un monopolio en su propio producto distintivo,
cabe la posibilidad de que otras empresas introduzcan otros productos que son
sustitutivos del citado producto.
Contando con tales herramientas, Krugman inicia su análisis partiendo de la dinámica
generada por la interacción entre las fuerzas que promueven la concentración –
fuerzas centrípetas – y aquellas que tienden a debilitarla – fuerzas centrífugas-. Entre
las primeras se destacan las clásicas fuentes de economías externas propuestas por
Alfred Marshall (1890): las externalidades derivadas de la difusión del conocimiento;
las ventajas de la densidad de los mercados de cualificaciones especializadas; y
conexiones hacia delante y hacia atrás. Por otra parte, la concentración económica
también puede generar efectos adversos tales como el aumento de la renta de la tierra
o la congestión, fuerzas que impulsan hacia la desaglomeración.
Sustentándose en los principales elementos teóricos de las Teorías del Desarrollo, la
NGE I coloca particular énfasis, basándose en el argumento de causalidad circular
acumulativa (Myrdal, 1957; Kaldor, 1957; 1962), en los eslabonamientos hacia delante
(el incentivo de los trabajadores de estar cerca de los productores de bienes de
consumo) y hacia atrás (el incentivo de los productores de concentrarse donde el
mercado es mayor) que reforzarían el proceso de concentración (Hirschman, 1958).
Como consecuencia de la intensificación de este fenómeno tendería a consolidarse un
sistema centro – periferia, es decir, la región con mayores ventajas continuará
atrayendo la localización de los agentes económicos en detrimento del área menos
favorecida.
El modelo centro – periferia de Krugman (1991a) pretende ilustrar la forma en la cual
las interacciones entre rendimientos crecientes a nivel de empresa, costos de
transporte y movilidad de factores, pueden hacer que la estructura económica espacial
aparezca o cambie.
Suponiendo la existencia de dos regiones de características inicialmente similares
podría desarrollarse una aglomeración de manera endógena en una de las regiones, a
partir de un suceso histórico y accidental tras el cual la secuencia de decisiones
tomadas por los actores contribuiría a reforzar el patrón preexistente. A diferencia de la
tradición neoclásica, para la cual existe un único punto de equilibrio, la NGE I
considera la posibilidad de múltiples equilibrios, siendo la historia la que determina
cuál de las muchas estructuras posibles es la que surge.
No obstante haber sido capaz de incluir en los modelos espaciales elementos
anteriormente ausentes, la NGE I se mantiene fiel a la concepción neoclásica de
espacio. En este sentido, el mismo es concebido como un fenómeno estático,
contenedor de elementos económicos y sin posibilidades de adecuarse a las
transformaciones sociales de los diferentes países (Ramírez, 2001).

La Economía de los geógrafos


En forma paralela a lo desarrollado por los economistas de la corriente principal, un
grupo de geógrafos, sociólogos y economistas heterodoxos comenzó a analizar los
procesos de aglomeración territorial a partir de la consideración de elementos de
carácter más cualitativo.
Este enfoque toma clara distancia de los supuestos neoclásicos, ya que concibe a las
acciones colectivas como soporte fundamental para la constitución o consolidación de
los complejos territoriales de producción flexible.
En función de un análisis más realista, y alejándose de los modelos de elevada
abstracción matemática utilizados por los economistas, los geógrafos se preocupan
por recuperar los factores socio-culturales que intervienen en el desigual desarrollo
regional. De esta manera, asume prioridad el análisis de la particular complejidad de
cada territorio, siendo este concebido como el escenario en el cual se desarrollan
redes económico-institucionales así como diversas formas de cooperación y
competencia que darán sustento al posicionamiento estratégico de determinadas
aglomeraciones y originarán, en consecuencia, otras regiones periféricas.
En este sentido, y a diferencia de la NGE I, la NGE II coloca mayor énfasis en lo que
Storper (1995) ha denominado untrated relations, entendidas como el conjunto de
relaciones no mediadas por los patrones del mercado, sino estructuradas en torno a la
interacción en redes de los componentes sociales, institucionales y económicos que
configuran un determinado ámbito territorial dotado de cierta capacidad de
organización (Fernández, 2001).
Como parte de este “cambio cultural” de la geografía económica es que se incrementa,
por parte de los geógrafos, el interés por las instituciones considerándolas elementos
centrales para la construcción socio-cultural de la economía (Martin, 2003). El
desarrollo de este complejo de interacciones trae como resultado la generación y
reproducción sostenida de un sólido capital social, entendido como el componente
del capital humano que permite a los miembros de una sociedad confiar el uno en el
otro y cooperar en la formación de nuevos grupos y asociaciones (Putnam, 1993). La
consecuencia más importante del surgimiento de este componente en un territorio
consiste en potencialidades abiertas para impulsar procesos de aprendizaje colectivo
constituidos a través de un proceso social de conocimiento acumulativo basado en un
conjunto de reglas compartidas y procedimientos (Capello, 1999). Tal lógica colectiva
da lugar al desarrollo de procesos de innovación, es decir, de la capacidad de generar
e incorporar conocimiento para dar respuestas creativas a los problemas presentes, lo
cual es considerado un factor clave para mejorar la competitividad de las empresas y
favorecer el desarrollo de los territorios (Camagni, 1991; Méndez, 2002).
Las ventajas dinámicas, basadas en la capacidad de innovación permanente obtenida
a partir de los aprendizajes colectivos a cargo de los actores territoriales, se añaden a
las ventajas estáticas derivadas de las aglomeraciones y la desintegración vertical
dando origen a un territorio complejo, capaz de generar procesos de desarrollo
endógeno (Fernández, 2001).
La referencia a casos exitosos ha servido para validar empíricamente la influencia que
factores tales como las costumbres, la confianza, las reglas de comportamiento y los
acuerdos implícitos tienen en la facilitación o restricción del desarrollo económico local
y, como consecuencia, en el reposicionamiento de estos espacios regionales dentro
del escenario posfordista.
En resumen, la Nueva Geografía Económica socio-institucional incorpora en el análisis
de las aglomeraciones aspectos como el capital social, las untraded relations, las
estructuras institucionales, las redes, los procesos de innovación y el aprendizaje
colectivo, entre otros, intentando realizar un estudio más cercano a la realidad, a
diferencia de los modelos matemáticos elaborados por la NGE I.

Reconsiderando algunos aspectos fundamentales de ambos enfoques


Los numerosos trabajos surgidos tanto de la NGE I como de la NGE II han contribuido
a colocar a la región en el centro del debate vinculado al desarrollo económico-
territorial, generando amplias críticas en torno a sus limitaciones.
Los geógrafos económicos, principalmente, han arremetido duramente contra la NGE
I, cuestionando su carácter de novedoso, pues sólo rescata viejas ideas ya conocidas
en el campo de la geografía, articuladas en un modelo alejado de la realidad. Retornar
a este cuerpo de teorías significaría un retroceso en el desarrollo de la ciencia
geográfica, ya que las mismas fueron abandonadas debido a su impronta cuantitativa,
a favor de una teorización más descriptiva y factible de ser validada empíricamente
(Ramírez, 2001). A pesar de esta crítica, el trabajo de Krugman fue capaz de traducir
estas ideas a un lenguaje atrayente para los economistas, quienes hasta ese momento
se habían mostrado poco interesados en las contribuciones teóricas provenientes de la
geografía.
Por otra parte, los geógrafos tampoco comparten la noción de espacio contemplada
por los economistas, quienes se basan en entidades hipotéticas y puntos abstractos,
sino que lo comprenden como una estructura que se produce y reproduce socialmente
(Soja, 1985). En este sentido, una de las principales deficiencias de la NGE I es su
absoluta desconsideración del vínculo existente entre las relaciones de producción y
las infraestructuras sociales subyacente en la noción de región (Scott, 2004).
A pesar de su concepción de espacio, la NGE II se contradice al considerar que es
posible trasladar las experiencias exitosas a cualquier región del mundo, elaborando
propuestas, muchas veces tildadas como ahistóricas e ignorantes de los contextos
sociales particulares. A su vez, los mismos casos que en algún momento fueron
exhibidos como ejemplos destacados del modelo de especialización flexible
comenzaron a dar muestras de cierta fragilidad.
Contrariamente a la aplicación práctica de las teorías provenientes de la Nueva
Geografía Económica socio-institucional, la NGE I carece de la comprobación empírica
de su cuerpo teórico consecuencia, en gran parte, del desinterés propio de sus
fundadores por generar estrategias políticas. Incluso el mismo Krugman (1998) ha
reconocido que la NGE I “ha sido más exitosa al plantear cuestiones que al
responderlas, mejor al crear un lenguaje con el cual discutir asuntos que al crear
herramientas para resolver aquellas discusiones”.
Por último, ambos enfoques destacan la importancia del papel de las instituciones a
nivel regional, descuidando la instancia nacional. Es decir, se privilegia el análisis de la
sinergia regional-global, subestimando al Estado Nación como generador de políticas
públicas tendientes a redireccionar comportamientos de regiones periféricas y
espacios en crisis o estancados hacia formas de organización y funcionamiento más
dinámicas (Fernández, 2001).

En busca de una perspectiva más holística de la Geografía Económica


La problemática del desigual desarrollo económico, y de las aglomeraciones como
posibles instrumentos de reposicionamiento estratégico en el contexto global, exige un
tratamiento más holístico por parte de la geografía económica (Perrons, 2001). En
virtud de esto, es necesario que los enfoques anteriormente descriptos se avoquen a
un diálogo más fecundo, en el cual sea posible rescatar los aspectos más valiosos de
cada uno de ellos (Martin, 2003; Scott, 2004). En un marco de mutua cooperación se
tornaría prioritario una complementación metodológica. Un paso importante para
alcanzar este objetivo sería la superación de los recelos profesionales, haciendo
factible que los geógrafos reconsideren las perdidas técnicas de análisis cuantitativo
así como que los factores socio-institucionales se incorporen al trabajo de los
economistas.
La dinámica del capitalismo contemporáneo no admite exámenes parcializados sino
que, por el contrario, requiere una comprensión multidimensional de la realidad, lo cual
podría ser relevante para la elaboración de políticas públicas que contribuyan a mitigar
el desigual desarrollo económico.
A modo de conclusión
La reconsideración de los elementos teórico-conceptuales provenientes tanto de la
Nueva Geografía Económica surgida de la corriente principal de la economía como de
la Nueva Geografía Económica socio-institucional, es de vital importancia para el
análisis crítico del papel que las aglomeraciones regionales juegan en el escenario
posfordista. Considerando a este último como un ámbito asimétrico y selectivo, el éxito
de las políticas públicas que coloquen a las regiones como nodos prioritarios de
desarrollo dependerá, principalmente, de dos factores. Por un lado, la recuperación del
valor intrínseco del espacio como una construcción colectiva donde convergen
múltiples elementos sociales, económicos e institucionales. Por otro lado, la
reivindicación del Estado-Nación como un actor estratégico en la intermediación entre
las instancias regionales-locales y el contexto global.
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