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Muy pocas criaturas ingresaban en su hábitat delimitado por los pisos VI a VIII, aunque los
continuos temblores del edificio recordaban su maciza presencia. Sólo algunos estudiantes se
arriesgaban a acercarse, apedreándolo siempre que podían. Cuando había golpes, huía hasta
que estos cesaban.
Su pelo formaba una lana tupida que crecía exageradamente. En su desesperada búsqueda de
abrigo, algunos se arriesgaban a arrancarles mechones con los que armaban rudimentarias
mantas.
Y luego vino la prisión.
Lo habían encerrado innumerables veces en los lugares más oscuros y profundos de la facu,
arrancándolo brutalmente de su hábitat natural.
Ya preso empezó a pasar hambre. El mantenimiento de un cuerpo tan grande exigía mucho
alimento.
Había observado por una ranura como traían y llevaban cuerpos humanos, y partes de ellos
también. Vió con asombro como los abrían, extraían partes de sus órganos, y luego, con sumo
cuidado, cortaban alguna vena importante para perfundir formol, y así conservarlos. A partir de
esta experiencia traumática comenzó a cambiar sus hábitos alimenticios y al hacerlo, todo
cambió...
Carne humana, no muy fresca, pero con alto valor proteico, hizo crecer al topo hasta alcanzar
dimensiones colosales. La primera consecuencia de su dieta carnívora provoco un profundo
rechazo en los otros individuos del ecosistema, ya que la reducción de los carbohidratos
disponibles, sumado a un todavía deficiente sistema de degradación de proteínas cárnicas
generaron una importante producción de compuestos sulfurados altamente volátiles, que el topo
despedía a diestra y siniestra por toda mucosa disponible (mayormente boca y ano).
Frente a tanto descontento, se hizo mas activo y consiguió evitar algunos piedrazos. Sus valores
éticos no habían cambiado. Sabía que estos cuerpos iban a ser usados por los estudiantes para
sus clases de anatomía, así que sólo comía partes anatómicas enteras, que permitieran
conservar la integridad conceptual de las partes restantes. Una lengua por aquí, una mano
entera por allá, o algún que otro pene que preparaba diligentemente como choripan. Lentamente
fue adquiriendo conciencia de la organización del cuerpo humano. Estructura y relaciones de las
distintas partes, todo lo asimilaba al conceptualizar, y al separar e ingerir partes individuales
cuando se alimentaba.
El final es trágico. El topo, en sus constantes distracciones metafísicas, comenzó a comer trozos
de carne formolizada. El formol fue lentamente desnaturalizando las proteínas de su cuerpo,
perdiendo movilidad hasta adquirir absoluta rigidez, y quietud. Pero antes de morir decide
incendiar el subsuelo.
El fuego purificó los cuerpos semicomidos y con ellos al topo. Filtradísimo, entreviendo su triste
final, se preguntó porque un extraordinario roedor como él debía morir en este antro de insanos.
A nuestros ojos, y en vista de los sucesos acontecidos en FM, la muerte del topo –hasta ahora-
constituye la única muerte natural y pacífica del recinto. La extinción del topo fue a todas luces
injusta, para el topo.
Franstein II
Un estudiante curioso se acerca a olfatear el cuerpo en descomposición. Le orina encima, pero
el olor penetrante del mostro permanece incolume. De pronto el segundo pulgar de una mano
intenta un movimiento en soledad. Enseguida el brazo acompaña el movimiento hasta que la
uña logra hundirse en una masa de cera seca y dura de la oreja izquierda. En esa posición
ridícula de horror putrefacto Franstein vuelve a quedar inmóvil.
Megatherium medicensis
Un cuadrúpedo mamífero vivia en la periferia de la Facultad. Su respiración cutánea lo obligaba
a vivir en lugares muy húmedos, lo que explicaria sus hábitos de cavador ocasional.
Las excavaciones son coherentes con la anatomía del bicho, de brazos musculosos, huesos
robustos y amplias manos en forma de palas.
Su forma asemejaba un roedor vulcano de
colosales dimensiones.
El megatherium habría vivido en un humilde refugio de plástico sobre uno de los laterales de la
facultad.
Y aquí viene un dato adicional, por demas revelador: el descubrimiento de enormes túneles
hallados en la excavación de los terrenos que conectaban FM con un hospital escuela lindante.
En estas galerías se observan rasguños producidos por las garras de un corpulento animal, y
nuevamente heces con restos de guardapolvos.
Un sacrificio idiota
(Este relato describe escenas de violencia explicita. No apto para menores)
No puedo persuadirme que un dios benévolo y omnipotente hubiera creado icneumónidos con el
sólo objeto de comerse algo, o a alguien, por dentro.
Carlos Darwin. SXIX.
El idiota caminaba con cierta pereza, y los constantes balanceos de sus pesados hombros
rozaban contra las venecitas gastadas, desprendiendo alguna de tanto en tanto.
Su destino fue, desde siempre, irreversible. Caminaba lento pero seguro, sin poder evadir la
senda que lo llevaría al lugar de sacrificio, sito en la calle Paraguay 2155, casi esquina Junín (ala
Sur de la FM). Primero vino el encierro.
Consiguieron una larva hambrienta que no le hiciera asco a la carne del idiota.
Benzocaína inyectable, una pequeña incisión y la larva comenzó a nadar libremente por el
viscoso fluído de la cavidad peritoneal. El resto se lo pueden inmaginar.
Pero si no pueden, le contamos lo esencial …
La larva creció a expensas del idiota, hasta abarcar gran parte de su volumen interno. Pasados
40 días de la inoculación, la larva mutó a pupa para emeger luego como avispita por la boca,
generando una hemorragia generalizada que dio fin a tan angustiosa e idiota existencia.
Franstein unpluged
Todo el cuerpo se movía. Por dentro extrañas criaturas hermafroditas con la cabeza arriba del
pie y una caparazón en forma de concha comían las enormes masas de materia orgánica. Un
aparato de masticación se proyectaba por fuera de la boca y luego retraía por medio de un
lengüetazo. Eran voraces. Absorbieron la sangre hasta que el cuerpo quedó arrugado y chato.
Luego murieron de hambre. Sus conchas huecas quedaron dispersas a los lados del cuerpo del
gigante. Pasó un tiempo. Las conchas vacías absorbían el viento y lo filtraban, generando un
agradable eco marino que se escuchaba a distancia.
Manejo ambiental
La atmósfera terrestre del SXXI estaba compuesta por una mezcla de gases llamada aire. Con
mucho nitrógeno, bastante oxígeno, y una pizca de otros gases y vapor de agua, el aire fluía
libremente por todo el espacio de la facu.
Las criaturas medici usaban el oxígeno para oxidar los productos de la comida que ingerían,
generando así CO2 y H2O.
Aparentemente hacia el 2015 el número de criaturas medici fue tan alto que la composición del
aire comenzó a alterarse; el oxígeno se convirtió en un bien muy preciado, mientras que la
acumulación de CO2 inició una etapa de desequilibrios ambientales.
Todo tipo de excretas y defecas medici conteniendo materia orgánica y sólidos en suspensión
eran depositadas en vastos sectores del recinto, donde la descomposición bacteriana
generaba gases como amoníaco, sulfuro de hidrógeno, metano y CO2.
Pero sabemos que los ambientes cambiantes presionan para seleccionar adaptaciones en las
poblaciones terrestres.
Los animalejos de olfato más fino encontraron respiradores artificiales. Otros perecieron en
plena busqueda.
Los documentos históricos muestran elocuentemente la gravedad del problema.
Las autoridades medici, preocupadas, iniciaron una serie de acciones tendientes a solucionar, o
al menos, disimular el problema. El manejo de excretas y defecas se volvió fundamental para no
contaminar suelos y fuentes de agua potable.
Casi todos los estudiantes de ese sector murieron por sofocamiento, salvo unos pocos que
casualmente portaban un gen de tolerancia a la hipoxia, quienes empezaron a reproducirse y
diseminar su fenotipo en la población.
Sabemos que los problemas ambientales persistieron porque 20 años más tarde mas de la mitad
de la población de estudiantes era tolerante a la escasez de oxígeno.
Alrededor del 2016-2018 un grupo de celadores fue entrenado para perseguir y reducir
estudiantes, los medici más numerosos del ecosistema. El sacrificio se realizaba en el
departamento de liquidaciones.
Aunque no pudimos ingresar al recinto, hay una serie de detalles externos muy interesantes.
El artefacto superior,
apoyado sobre soporte
metálico, parece ser un
sistema de ventilación.
Durante el sacrificio, el
aire habría sido mezclado
con combustible antes
de ser inyectado al
interior de la cámara.