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Este documento describe el proceso de maduración cristiana y señala dos evidencias comunes de inmadurez: la pasividad y la contención. La vida cristiana es un proceso dinámico de crecimiento hacia la meta de ser como Cristo. Ser pasivo, solo recibiendo sin dar, o contenerse con otros creyentes a través de peleas y divisiones, son señales de no haber madurado en la fe. Los creyentes deben esforzarse por conocer mejor a Dios, usar sus dones para servir a la iglesia, y
Este documento describe el proceso de maduración cristiana y señala dos evidencias comunes de inmadurez: la pasividad y la contención. La vida cristiana es un proceso dinámico de crecimiento hacia la meta de ser como Cristo. Ser pasivo, solo recibiendo sin dar, o contenerse con otros creyentes a través de peleas y divisiones, son señales de no haber madurado en la fe. Los creyentes deben esforzarse por conocer mejor a Dios, usar sus dones para servir a la iglesia, y
Este documento describe el proceso de maduración cristiana y señala dos evidencias comunes de inmadurez: la pasividad y la contención. La vida cristiana es un proceso dinámico de crecimiento hacia la meta de ser como Cristo. Ser pasivo, solo recibiendo sin dar, o contenerse con otros creyentes a través de peleas y divisiones, son señales de no haber madurado en la fe. Los creyentes deben esforzarse por conocer mejor a Dios, usar sus dones para servir a la iglesia, y
HAY VARIAS FIGURAS que se pueden utilizar para describir la vida cristiana, y todas son figuras dinmicas. La vida cristiana no es tanto un "estado", sino un "proceso". Por ejemplo, el cristiano es como un rbol que echa races y crece; como un viajero que transita el Camino de la vida; o como un nio que nace y progresa hacia la madurez. El nfasis bblico es que estamos llegando a ser algo. Segn Ef.4:13 y 14 la meta de ese crecimiento es Cristo mismo. Slo somos maduros cuando somos como l. Igual a Pablo, siempre estamos prosiguiendo, extendindonos hacia esa meta (Fil.3:12-14), aunque no la vamos a alcanzar en esta vida. El proceso slo llega a su fin cuando estamos con l (1 Jn.3:2). Todo esto implica que el cristiano esttico, que no cambia, est enfermo. No deberamos ser lo mismo hoy, como hace un ao. Debemos reconocer aspectos especficos de nuestras vidas que han cambiado para que seamos ms como Cristo. Si nunca llegamos a la meta en esta vida, entonces no hay razones para que dejemos de crecer. Pero muchos en la prctica quedan atrs, y conviene pensar por qu. Se puede hacer una lista de varios estorbos al crecimiento, pero voy a limitarme ahora a dos evidencias comunes de la inmadurez. La primera la llamara "la pasividad". De ella habla He.5:1214. En la vida humana reconocemos que el nio es un ser dependiente, que tiene que esperar de los dems. Cuando tenga la capacidad de proveer para s mismo, y para otros, ya estar entrando en la madurez. Pero as tambin es la vida cristiana. El nio espiritual es el que slo recibe y nunca da. El creyente que recibe su alimento espiritual de otros, que ocupa un lugar pasivo en la iglesia, que no puede ayudar a otro con la Biblia, que huye de toda responsabilidad y trabajo, es nio. En este sentido, uno de los pasos ms decisivos en la vida cristiana es el de convertirse de una persona pasiva que slo recibe, en una persona activa que da. En parte este problema nace de un concepto distorsionado de lo que es ser cristiano. Para muchos el cristianismo es un "creyente", y miran atrs a una decisin que se hizo en un momento del pasado. En esto tienen razn, pero slo en parte. El "crecer" inicial es apenas el primer paso de un viaje largo, la primera pgina de un tomo grueso. Lo que es la vida cristiana una vez iniciada, se describe en trminos del discipulado. El discpulo, por su propia naturaleza, no puede ser pasivo, sino que se esfuerza constantemente en conocer y obedecer mejor a su maestro. La enseanza de Pablo sobre los dones del Espritu Santo destaca que todo creyente tiene un don (1 Co.12:7) y que Dios da dones para que los utilicemos en servicio de la iglesia (Ro.12:6-8). A la vez, la figura bblica de la iglesia como un cuerpo requiere que
todos los miembros funcionen segn su capacidad si el cuerpo ha de desarrollarse
normalmente. No, no hay lugar para la "pasividad" en la familia de la iglesia. La segunda evidencia de la inmadurez la llamara "la contencin". Realmente es difcil entender cmo puede existir la contencin en la iglesia. Todos somos igualmente pecadores redimidos, tenemos un mismo Espritu quien derram el amor de Dios por nosotros (Ro.5:5) somos de la misma familia, conciudadanos del Reino de Dios, miembros de un solo cuerpo. Y adems de esto, tenemos exhortacin tras exhortacin acerca de la necesidad de amarnos sin embargo, son patentes los pleitos, quejas, disensiones, chismes, enojos y toda clase de males parecidos. Cul es el problema? Creo que puede haber varias contestaciones, pero quiero mencionar brevemente tres. La primera razn es que no conocemos a Dios. 1 Jn.4:20 es muy claro: mi actitud hacia mi hermano es una clara indicacin de mi relacin con Dios. Si lo que dicen y hacen mis hermanos siempre me irrita, y encuentro cada vez ms "errores" en ello, el problema verdadero est em m mismo. No tengo todava la mente de Dios; estoy alejado de la luz de Dios y no veo bien (1 Jn.2:11). La segunda razn es que somos todava nios. Este es el nfasis de 1 Co.3:1-3. Los nios pelean sobre cualquier cosa insignificante, pero se espera que la persona mayor sea distinta. Y lo peor es que en esto, los nios se portan mejor que nosotros. Durante un da pueden chocar sobre una variedad de "tonteras", pero al da siguiente se olvidan de todo, y siguen como amigos. Pero nuestra tendencia es pelear sobre una tontera y nunca olvidarlo, ni an en diez aos. Aqu tengo que hacer una distincin muy importante. Una cosa es el no estar de acuerdo con una idea o posicin de mi hermano. Esto en s no es malo, y es inevitable que haya una variedad de opiniones en una congregacin. Pero es otra cosa el rechazar a mi hermano por sus ideas. Son muy pocas las razones que justifican una separacin entre hermanos, y se debe llegar a eso slo en casos muy extremos. Casi siempre las contenciones y divisiones nuestras son sobre cosas no justificables. La tercera razn es que todava somos de este mundo, y pensamos como la gente de este mundo. Stg.3:13-16 destaca que celos, contenciones y cosas parecidas revelan una mente que no ha sido renovada (Ro.12:2). Ojo con los que profesan ser espirituales, pero siempre chocan con sus hermanos! Esa "espiritualidad" no es de Dios sino del mundo. Tanto pasividad como contencin son evidencias claras de inmadurez, y a la vez son estorbos al crecimiento. Termino con este pensamiento: No hay nada malo en ser nio, todos tenemos que comenzar as. Pero es vergonzoso quedarse nio. Dios nos ha llamado a crecer.