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Querido maestro:
He sido docente durante los ltimos 37 aos de mi vida y deseara poder seguir
enseando al menos unos 13 aos ms. Inici en 1978 como docente en un
colegio pblico ubicado en un barrio marginal en Bogot.
Soy pedagogo hasta la mdula. Nac, crec y morir en la educacin. He
dedicado mi vida a ensear, pensar e investigar, por lo que creo conocer los
inmensos problemas a los que usted se enfrenta a diario.
Trabajamos casi siempre sin el ms mnimo apoyo familiar. Con nios que
carecen de cualquier posibilidad de acercarse a la cultura, a no ser por las clases
que usted y sus compaeros les brindan, y por las altas dosis de televisin
comercial que reciben por ms de cinco horas en promedio al da. Para
completar, sistemticamente el Estado les ha incumplido la obligacin
establecida en la Ley General de darles tres aos de educacin inicial.
Su condicin laboral tambin dificulta su compleja y trascendental labor
formativa. Su salarios es inferior a los de cualquier otro profesional en el pas y
pone en riesgo a diario su salud psicolgica, emocional y fsica. Prcticamente
no cuenta con ningn tipo de estmulo laboral y econmico para realizar su
misin y no existe la formacin ms pertinente y neurlgica para la calidad, la
que se conoce como formacin in situ o de acompaamiento en el aula.
Los ministros suelen estar preocupados por su propio futuro poltico y muy
poco por realizar la necesaria transformacin que requiere la educacin
colombiana. As mismo, carecemos de polticas educativas de Estado y nos
sobran gobernantes que disean e implementan estrategias para consolidarse
en el poder y no para resolver los problemas de la poblacin. En este contexto, la
principal satisfaccin que usted recibe es ver el impacto que se va produciendo
en sus estudiantes. Esa satisfaccin amerita con creces el sacrificio.
Hoy, al tiempo que reconozco y aplaudo su esfuerzo y sacrificio, le quiero
convidar a repensar los fines y contenidos que tendremos que asumir como