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América Latina en la encrucijada

1
Carlos Antonio Aguirre Rojas

2
América Latina en la encrucijada

CARLOS ANTONIO AGUIRRE ROJAS

AMÉRICA LATINA
EN LA ENCRUCIJADA
Los movimientos sociales
y la muerte de la política moderna

prohistoria
ediciones
ISBN-10: 987-1304-03-X
ISBN-13: 978-987-1304-03-5
Rosario, 2006
3
América Latina en la encrucijada

ÍNDICE

A modo de introducción
Sobre el papel de la civilización latinoamericana
dentro del mundo cultural ..................................... 9

Capítulo 1
América Latina en el contexto internacional
posterior al 11 de septiembre de 2001 .............. 37

Capítulo 2
La génesis de las nuevas derechas y las nuevas
izquierdas en la América Latina actual .............. 61

Capítulo 3
La muerte de la política en el contexto
de la América Latina contemporánea ................ 93

Capítulo 4
La nueva configuración de la estructura
de clases en América Latina .............................. 107

A manera de conclusión
Los futuros de América Latina vistos desde
sus más lejanos pasados ........................................... 141

7
Carlos Antonio Aguirre Rojas

8
A MODO DE INTRODUCCIÓN

SOBRE EL PAPEL DE LA CIVILIZACIÓN


LATINOAMERICANA DENTRO
DEL MUNDO ACTUAL

“Más que cualquier otra región del mun-


do, América Latina está hoy en una con-
tinua y rápida evolución…”

Fernand Braudel, Il mondo attuále, 1966.

mérica Latina se ha ido convirtiendo, en los

A últimos tres o cuatro lustros recién vividos,


en uno de los nuevos y más importantes
centros hacia los cuales dirige la mirada, cada vez
con más frecuencia, la opinión pública mundial. Y
ello, no sólo por los radicales y a veces hasta espec-
taculares cambios políticos que esta región latinoa-
mericana ha estado protagonizando en estos últi-
mos años, sino también y de manera más profun-
da, por el hecho de que es en esta misma América
Carlos Antonio Aguirre Rojas
Latina, en donde hoy crecen y habitan varios de los
movimientos sociales antisistémicos más importan-
tes a nivel mundial, movimientos que luego de la
caída del Muro de Berlín y del colapso definitivo
de los distintos proyectos del llamado “socialismo
real”, han retomado las banderas de la lucha
anticapitalista y antisistémica, para convertirse en
referentes importantes y obligados de la cada vez
más vasta red planetaria de los movimientos hoy
llamados altermundialistas.
Al mismo tiempo, y acompasándose con esta
creciente atención hacia las realidades políticas y
hacia los movimientos sociales antisistémicos de
nuestro semicontinente latinoamericano, es claro
también el proceso de la mayor difusión e irradia-
ción de la cultura latinoamericana en todo el mun-
do, que abarca desde hechos cotidianos y triviales
como los de la difusión planetaria del ron o de al-
guna cerveza mexicana, o de la música (de la salsa
en particular y de la música caribeña latinoameri-
cana en general), hasta expresiones más serias como
la de la reciente aceptación del español en calidad
de lengua oficial dentro de los trabajos cotidianos
de la ONU, o la creciente traducción de autores
latinoamericanos dentro de los diversos idiomas de
la literatura mundial, junto a la proliferación de “De-
partamentos de Estudios Latinoamericanos” en
muchas Universidades importantes del planeta, o
a la multiplicación de convenios de intercambio aca-

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América Latina en la encrucijada
démico y cultural entre los países de América Lati-
na y las más diversas naciones del mundo.
Porque es muy claro que a partir de que co-
menzó este tercer milenio cronológico que ahora
estamos viviendo, América Latina comenzó también
a ser el escenario de sucesos políticos que, más allá
de su enorme impacto local - nacional y hasta re-
gional - continental, atrajeron la atención y el co-
mentario tanto de los grandes periódicos del mun-
do y de los noticieros radiofónicos y televisivos de
todas las grandes cadenas mundiales de noticias,
como también de múltiples analistas y estudiosos,
ubicados en toda la vasta geografía de nuestro pla-
neta, y dedicados al examen e investigación de los
fenómenos sociales y políticos más contemporá-
neos.
Pues no hay duda de que fue realmente mun-
dial el impacto que tuvo por ejemplo la rebelión
indígena ecuatoriana que, en enero del año 2000,
derrocó al presidente Jamil Mahuad, por haber es-
tado implementando políticas abiertamente neoli-
berales, y por proponer la “dolarización” oficial de
la economía ecuatoriana, siguiendo los pasos de lo
que Carlos Menem había hecho varios años antes
en Argentina, y que como ahora sabemos provocó
la conocida y terrible catástrofe de este último país
en diciembre de 2001.
Así, cuando los pueblos indígenas ecuatoria-
nos cercaron literalmente el edificio del Congreso
de su país, y se hicieron presentes de modo masivo

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Carlos Antonio Aguirre Rojas
en toda la ciudad de Quito, provocando la caída de
ese gobierno neoliberal, asistimos entonces a un
hecho fundamental y de enormes consecuencias
futuras, no sólo para el Ecuador y ni siquiera sola-
mente para América Latina, es decir al hecho de
que, por primera vez en la historia, y en una na-
ción en la que los indígenas representan alrededor
de la tercera parte de la población total del país,
una rebelión popular india fue capaz de derrocar a
un gobierno nacional neoliberal. Pues siguiendo la
estela del hoy mundialmente conocido ¡Ya basta!
que los indígenas neozapatistas mexicanos pronun-
ciaron el 1 de enero de 1994 en las tierras del su-
reste mexicano, estos indígenas ecuatorianos, que
también habían sido excluidos del poder político y
social durante siglos y siglos, hicieron oír su voz y
manifestaron claramente su voluntad y su prota-
gonismo radical, haciendo caer al sordo gobierno
neoliberal que no había escuchado sus reclamos
anteriores, y exigiendo de manera abierta el reco-
nocimiento de su existencia y de su punto de vista
para la futura gestión de los asuntos públicos de su
propio país.1 Por eso, y durante ese enero del año

1
Sobre el impacto planetario de esa rebelión indígena ecuatoriana
de comienzos del año 2000, que según Immanuel Wallerstein ten-
dría el estatuto de un verdadero ‘síntoma’ de un cambio de larga
duración en la historia de los movimientos antisistémicos y
anticapitalistas, véase WALLERSTEIN, Immanuel “Pueblos indíge-
nas, Coroneles populistas y globalización” en Contrahistorias,
núm. 4, México, marzo de 2005.

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América Latina en la encrucijada
2000, todas las miradas del planeta se posaron du-
rante algunos días en esta pequeña nación de Amé-
rica del Sur.
Con lo cual, se abrió un ciclo que continúa
abierto hasta ahora y que ha reposicionado clara-
mente al semicontinente latinoamericano dentro
del mundo, al convertirlo en un activo y cada vez
más importante protagonista de los acontecimien-
tos mundiales cotidianos, lo mismo que en un es-
pacio civilizatorio cuya relevancia mundial es cada
día más reconocida y asumida por todas las restan-
tes naciones del planeta. Un ciclo que naturalmen-
te no surgió de la nada, sino que fue madurando
lentamente durante los últimos cuarenta años del
siglo veinte cronológico, para coagularse e irrum-
pir de un modo más permanente y orgánico en el
último lustro recién transcurrido.
Ya que desde los impactos que en Europa y en
Estados Unidos tuvo el tantas veces referido “boom
literario latinoamericano”,2 y pasando por fenóme-
nos como el de la conversión de la imagen del Che
2
Sobre la riqueza y sobre las peculiares características de esta com-
pleja literatura de América Latina, véase el ensayo de Alejo
Carpentier De lo real maravilloso americano, UNAM, México,
2004 y también el libro de Carlos Monsiváis, Aires de familia.
Cultura y sociedad en América Latina, Anagrama, Barcelona,
2000. Esta rica literatura latinoamericana, cuya fuerza se había
ya hecho presente desde la primera mitad del siglo XX, había
llamado poderosamente la atención de Fernand Braudel, quien
la caracteriza como una “literatura nueva, combativa, violenta,
directa” y también como una “literatura revolucionaria” mostran-

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Carlos Antonio Aguirre Rojas
Guevara en un verdadero icono mundial de todos
los movimientos de rebelión e insurrección popu-
lar en todo el planeta, junto a la enorme curiosi-
dad y expectativa, también mundiales, que suscita-
ba la original revolución socialista de Cuba, y hasta
la amplia recuperación de ciertas tesis de las teo-
rías de la dependencia latinoamericana dentro del
conjunto de las ciencias sociales contemporáneas,
es claro este papel cada vez más protagónico y cen-
tral de los fenómenos y de las realidades latinoa-
mericanos, dentro de la vida social y cultural en
general de todo el planeta.
Por eso, cuando en los inicios de los años no-
ventas, se generó un amplio debate semiplanetario
en torno a la controvertida celebración de los qui-
nientos años de la llegada de los españoles a tie-
rras americanas, y cuando en enero de 1994, los
titulares de todos los principales diarios del mun-
do repitieron durante varias semanas las noticias
fundamentales del levantamiento indígena neo-
zapatista del estado de Chiapas en México, no ha-
cía más que anticiparse ese ciclo referido, que pa-
rece haberse consolidado de manera más perma-
nente a partir del año 2000, y que ha terminado
ubicando a nuestro semicontinente latinoamerica-
no como uno de los centros principales de la ac-
tual atención de la opinión pública mundial.

do frente a ella una gran admiración. Sobre este punto véase


BRAUDEL, Fernand Las civilizaciones actuales, Tecnos, Madrid,
1978, p. 375.

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América Latina en la encrucijada
Y entonces, no es extraño que después de esa
rebelión indígena ecuatoriana del año 2000, se haya
desarrollado en Porto Alegre, Brasil, a comienzos
del año de 2001, el primer Foro Social Mundial,
foro explícitamente contrapuesto y alternativo al
Foro Económico Mundial de Davos, que volvió a
atraer la atención pública mundial hacia Latinoa-
mérica, al constituirse en un claro foro mundial de
muchos de los movimientos, organizaciones y has-
ta personas que se oponen al neoliberalismo y al
capitalismo en todos los rincones de nuestro cada
vez más pequeño y estrecho planeta tierra.3
E igualmente, fue mundial el impacto que ge-
neró la “Marcha del Color de la Tierra” organizada
por el movimiento de los indígenas neozapatistas
mexicanos, marcha que recorriendo catorce Esta-
dos de México, logró movilizar a alrededor de tre-
ce millones de personas, en apoyo a las demandas

3
Una buena radiografía descriptiva de la red mundial que abarcan
estos movimientos que se agrupan en el Foro Social Mundial, y
que hoy son llamados los movimientos altermundialistas, pue-
de verse MERGIER, Anne Marie “Globalifóbicos. Las redes de la
resistencia” en Proceso, núm. 1277, del 22 de abril de 2001. Un
balance de lo que fue el segundo Foro Social Mundial, igual-
mente celebrado en Porto Alegre, puede verse en el numero ini-
cial de la revista Alternativas Sur. Edición Colombia, vol. 1, núm.
1, Bogotá, 2002. Finalmente, y para una visión más reciente y
sobre todo más analítica de lo que hoy, en 2005, representa este
Foro Social Mundial, véase WALLERSTEIN, Immanuel La crisis
estructural del capitalismo, Coedición Centro Immanuel
Wallerstein – Contrahistorias, México, 2005.

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Carlos Antonio Aguirre Rojas
de este digno movimiento rebelde, y en particular
del acatamiento y respeto de los Acuerdos de San
Andrés Larrainzar, acuerdos firmados por el gobier-
no mexicano hace ya nueve años, y que hoy, en el
año de 2005, continúan aún sin ser honrados por
ese mismo gobierno mexicano hoy en funciones.4
Y también tuvo un eco y un seguimiento pla-
netario la crisis argentina de diciembre de 2001,
crisis en la cual el pueblo argentino derrocó al pre-
sidente Fernando de la Rúa, una vez más por tratar
de mantener los esquemas neoliberales heredados
de los dos gobiernos de Carlos Menem, lo que lle-
gó al límite cuando intentó despojar a la población
argentina de los ahorros de toda su vida, mediante
el tristemente célebre mecanismo del “corralito”.
Crisis argentina que fue seguida, una vez más,
en todo el mundo, y cuyo impacto planetario cre-
ció también, frente al hecho de que lo que esta cri-
sis le mostraba a todo el planeta, de un modo dra-
mático y límite, era lo que producen las políticas
neoliberales y las directrices del Fondo Monetario

4
Sobre la inmensa legitimidad moral y sobre el valor universal de
este movimiento neozapatista mexicano que se proyectó de ma-
nera muy clara en esta Marcha del Color de la Tierra, puede ver-
se WALLERSTEIN, Immanuel “Marcos, Mandela, Gandhi”, publi-
cado en el diario La Jornada del 3 de octubre de 2003, página 3ª
y también AGUIRRE ROJAS, Carlos Antonio “Chiapas, América
Latina y el sistema-mundo capitalista” en la revista Chiapas, núm
10, México, 2000, y “Encrucijadas del neozapatismo. A diez años
del 1 de enero de 1994” en Contrahistorias, núm. 2, México,
2004.

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América Latina en la encrucijada
Internacional cuando son ejecutadas y practicadas
hasta sus últimas consecuencias: es decir, la quie-
bra entera, no de una empresa o de un grupo de
empresas, y ni siquiera de una rama o hasta de todo
un sector de la economía, sino la quiebra completa
y total de la economía integral de toda una nación
en su conjunto.5
De este modo, y de manera cada vez más con-
tinua y persistente, América Latina fue ganando un
mayor protagonismo dentro de los medios de co-
municación masiva de todo el mundo, protago-
nismo que no es más que el reflejo del nuevo pa-
pel social, mucho más central y relevante, que ahora
tiene la civilización latinoamericana dentro de la
dinámica global del conjunto de las civilizaciones
de todo el planeta.
Por eso, en 2002, fueron también ampliamen-
te reseñadas y seguidas en todas partes del mun-
do, todas las peripecias del Golpe de Estado desa-
rrollado en Venezuela, lo mismo que, meses más
tarde, también la victoria de Lula en la elección pre-
sidencial de Brasil. Pues toda la gente en el planeta

5
Para distintos análisis de los antecedentes y del carácter de esta
crisis argentina de finales del año de 2001, pueden verse, por
ejemplo, el número especial de la revista Theomai, “Argentina:
crisis, qué crisis” número especial de noviembre de 2002,
Quilmes, 2002; ALMEYRA, Guillermo La protesta social en la
Argentina (1990–2004), Continente, Buenos Aires, 2004 y Co-
lectivo Situaciones, 19 y 20. Apuntes para el nuevo protagonismo
social, Ediciones De Mano en Mano, Buenos Aires, 2002.

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Carlos Antonio Aguirre Rojas
pudo observar cómo un Golpe de Estado montado
por la derecha venezolana, y con la complaciente
aquiescencia del gobierno norteamericano, era sin
embargo revertido en solo unos pocos días por las
masas populares venezolanas, las cuales al enterar-
se del intento de derrocamiento de Hugo Chávez,
salieron a las calles y a las plazas de toda Venezuela
y rodearon el Palacio de Miraflores, la residencia
presidencial, ejerciendo una enorme presión polí-
tica que culminó al obligar a la reinstalación de
Chávez en su puesto de presidente.
Y también todo el mundo observó la comple-
ja campaña y luego la victoria de Luiz Inazio da Sil-
va (Lula) en Brasil, una victoria en la cual un ex
obrero metalúrgico, nacido dentro de los sectores
más pobres de Brasil, y forjado como sindicalista y
como luchador social durante décadas, llegaba al
poder presidencial en Brasil, en su cuarto intento
electoral, y rodeado de una simpatía y un apoyo
popular que era abrumador, no solamente dentro
del propio Brasil, sino también a todo lo largo y
ancho del conjunto de América Latina.
Y fue también en ese mismo año de 2002 cuan-
do todo el mundo miró hacia Bolivia, donde un
líder indígena del Movimiento de los Cocaleros, del
llamado Movimiento al Socialismo, el líder Evo
Morales, estuvo a punto de ganar también la elec-
ción presidencial boliviana.
Lo que sin duda está íntimamente conectado
con el hecho de que tanto en octubre de 2003 como

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América Latina en la encrucijada
en mayo y junio de 2005, Bolivia fuera nuevamen-
te centro de la atención pública mundial. Primero,
en 2003, al escenificar el derrocamiento del presi-
dente Gonzalo Sánchez de Losada, popularmente
apodado “el gringo”, y que fue un presidente que
habiendo llegado al poder con ese margen muy pe-
queño de diferencia frente a Evo Morales, y por lo
tanto estando en una situación de legitimidad bas-
tante corta, se dedicó durante los breves meses de
su gobierno a implementar, una vez más, políticas
ferozmente neoliberales, que entregaban a Estados
Unidos, a un precio bajísimo, el gas boliviano, al
mismo tiempo en que deprimían los salarios de la
gente y deterioraban cada vez más sus ya precarias
condiciones de vida material y espiritual.6
Pero también y una vez más en mayo y junio
de 2005, cuando las masas populares bolivianas to-
maron primero la ciudad de la Paz, y luego cerca-
ron a la ciudad de Sucre, forzando la renuncia del
tibio y vacilante presidente Carlos Mesa, y detenien-
do luego el riesgo de un posible golpe de Estado
militar, para terminar conquistando la realización
de elecciones generales anticipadas, pero sobre
todo, el colocar en el centro del debate nacional

6
Sobre las dos más importantes rebeliones que se vivieron en Bo-
livia durante este gobierno de Gonzalo Sánchez de Losada véase
SOLÓN, Pablo “Radiografía de un febrero” y DOMICH, Marcos
“Bolivia: el ensayo general”, ambos incluidos en Bolivia, de la
serie Latinoamérica. Espejo de rebeldías, libro número 1, Tierra
del Sur, Buenos Aires, Argentina, 2003.

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Carlos Antonio Aguirre Rojas
boliviano el tema de la urgente nacionalización in-
tegral, definitiva e irrenunciable de todos los hi-
drocarburos de ese mismo país.7
Hechos y procesos complejos que, repercu-
tiendo por distintas vías y de manera global en la
geopolítica mundial, han tenido su asiento en las
diversas naciones de América Latina, para instalar
a esta última, de una manera contundente y cen-
tral, dentro de las preocupaciones cotidianas y la
atención recurrente de la ya mencionada opinión
mundial.
Lo que, también recientemente, se ha renova-
do y actualizado una vez más con el vasto apoyo y
luego la amplia victoria popular alcanzada por
Tabaré Vázquez en Uruguay a finales del año 2004,
y también con la celebración del Quinto Foro So-
cial Mundial de comienzos de 2005, otra vez desa-
rrollado en la ciudad de Porto Alegre en Brasil, aun-

7
Sobre este muy reciente conflicto vivido en Bolivia, y que de-
muestra el alto grado de conciencia, organización y politización
que han alcanzado las masas populares bolivianas, hasta llegar a
una situación prácticamente de clara dualidad de poderes al in-
terior del Estado boliviano, vale la pena ver, en primer lugar, la
muy adecuada cobertura que le dio a los sucesos bolivianos de
marzo de 2005, el diario La Jornada, especialmente en sus no-
tas publicadas entre el 8 y el 18 de marzo. Para los hechos de
mayo y junio de 2005 cfr. por ejemplo la revista El Juguete Ra-
bioso, núm. 130, La Paz, 11 de junio de 2005, y nuestro ensayo,
“Bolivia Rebelde. Las lecciones de los sucesos de mayo y junio
de 2005 en perspectiva histórica” en Contrahistorias núm. 5,
México, septiembre de 2005.

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América Latina en la encrucijada
que ahora, en condiciones generales de esta ciu-
dad y del país muy distintas a las de los tres prime-
ros Foros Sociales Mundiales, igualmente celebra-
dos aquí.
De esta manera, y si observamos en conjunto
todos estos acontecimientos y procesos que se han
desarrollado en América Latina en el último lustro
transcurrido, y que la han ido convirtiendo cada
vez más en ese nuevo centro de la atención de la
opinión mundial, podríamos entonces preguntar-
nos legítimamente: ¿a qué razones específicas y más
profundas obedece esta creciente atención, y so-
bre todo este nuevo rol, mucho más protagónico y
central, de la civilización latinoamericana dentro
del mundo? Y también, ¿cuáles son los motivos,
particulares y generales, que explican que dicho
mayor protagonismo se haya ido afirmando y desa-
rrollando progresiva e indeteniblemente, justo
durante los últimos seis o siete lustros transcurri-
dos, para hacerse totalmente evidente e instalarse
de modo definitivo en estos últimos cinco años que
hemos vivido recientemente? ¿Y cómo es que se vin-
cula esta nueva centralidad de América Latina en el
escenario geopolítico y social mundial, con los pro-
cesos más globales que el capitalismo mundial ha
estado experimentando, también en estas tres dé-
cadas que arrancan con la revolución cultural mun-
dial de 1968,8 y con la crisis económica internacio-
8
Sobre esta revolución cultural mundial de 1968, y sobre sus enor-
mes y todavía vivas consecuencias en todas las culturas naciona-

21
Carlos Antonio Aguirre Rojas
nal de 1972-73 y en adelante? Y finalmente, ¿cuáles
son entonces los porqués, inmediatos, de media-
no plazo, y de larga duración, que permiten com-
prender esta reciente irrupción y esta conquista de
la atención y del nuevo protagonismo planetario
por parte de Latinoamérica? Sin pretender agotar
del todo las posibles respuestas a estos complejos
interrogantes, vale la pena, sin embargo, el aden-
trarse con más detalle en los diversos caminos de
una reflexión más meditada y más profunda en tor-
no de las eventuales alternativas de su solución.

Si reflexionamos entonces más a fondo, res-


pecto de este nuevo papel que ahora parece tener
el mundo latinoamericano dentro del concierto glo-
bal de las dinámicas mundiales de las distintas civi-
lizaciones que habitan en nuestro planeta Tierra,
quizá sea útil recordar algunas cifras y algunos he-
chos importantes, que si bien corresponden esen-
cialmente a la dimensión cuantitativa de lo que es

les de las sociedades de todo el orbe, puede verse, a título de


ejemplo, WALLERSTEIN, Immanuel “1968: revolución en el sis-
tema-mundo. Tesis e Interrogantes”, en Estudios Sociológicos,
núm. 20, 1989, y también la entrevista de Armando Cisneros,
“1968: Entrevista a Immanuel Wallerstein”, en la revista Socioló-
gica, año 13, núm. 38, México, 1998; BRAUDEL, Fernand “Rena-
cimiento, Reforma, 1968: revoluciones culturales de larga dura-
ción” en el suplemento La Jornada Semanal, núm. 226, de oc-
tubre de 1993; así como también nuestro libro Para compren-
der el mundo actual.Una gramática de larga duración,
Prohistoria, Rosario, 2005.

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América Latina en la encrucijada
América Latina dentro del mundo, nos proporcio-
nan ya de entrada, y como un elemental marco ge-
neral de toda posible consideración ulterior, un cla-
ro orden de magnitud de lo que representa nues-
tra civilización latinoamericana, cuando es obser-
vada en términos comparativos, precisamente des-
de ese observatorio específico que constituye el del
planeta Tierra en su conjunto.
Así, y en esta última lógica, parece importante
insistir en el hecho de que si la población mundial
del planeta gira hoy alrededor de los seis mil millo-
nes de habitantes, la población total de América
Latina parece acercarse también a la cifra de los
quinientos cincuenta millones de habitantes, lo
cual, en términos gruesos, significa que de cada diez
habitantes del mundo, uno es habitante de nues-
tro semicontinente latinoamericano. Además, lo
que no deja de tener relevancia hacia el futuro in-
mediato y mediato del planeta, es el hecho de que
dicha población latinoamericana no sólo conserva
tasas relativamente altas de reproducción demográ-
fica, que ya no se registran ni en Europa ni en los
Estados Unidos, por ejemplo, sino también que su
pirámide de edades se encuentra hoy notoriamen-
te sesgada hacia los estratos más jóvenes de todo
el conjunto.
Lo que implica, naturalmente, no sólo el he-
cho de que ya hoy América Latina representa un
nada despreciable 9-10% del total de la población
mundial, sino también el hecho de que, con la enor-

23
Carlos Antonio Aguirre Rojas
me juventud de su espectro demográfico, y con las
tendencias hasta ahora previsibles de su ritmo de
crecimiento en los próximos e inmediatos lustros y
décadas por venir, dicha proporción de seres hu-
manos latinoamericanos en relación a los habitan-
tes de todo el mundo, deberá de incrementarse a
favor de esta misma población de nuestro semicon-
tinente.9
Junto a esto, está también el hecho de que la
totalidad de los territorios que hoy abarca
Latinoamérica es del orden de los veinte millones
de km², sobre un total planetario de 127 millones
de km², es decir que a ese 10% de la población
mundial que le correspondió nacer y vivir en Amé-
rica Latina, le corresponde también, prácticamen-
te, un sexto de las tierras emergidas de todo el glo-
bo terráqueo.
Entonces, si comparamos ese 15 ó 16% del te-
rritorio mundial con el 10% de la población del
planeta, resulta claro que la densidad de población
en América Latina se encuentra claramente por de-
bajo del promedio mundial, lo cual sumado al he-
cho de las enormes riquezas naturales, biológicas,
mineras, marinas y terrestres de nuestro semicon-
tinente, hace evidentes las posibilidades todavía

9
Para estos datos demográficos, lo mismo que para la mayoría de
los datos que utilizaremos en este apartado, puede verse El esta-
do del mundo 2004. Anuario económico y geopolítico mundial,
Akal, Madrid, 2004, libro en el que nos hemos apoyado para este
ejercicio cuantitativo de comparación.

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América Latina en la encrucijada
abiertas de un futuro crecimiento y sobre todo de
un importante desarrollo de los pueblos latinoa-
mericanos dentro de los distintos espacios físicos y
civilizatorios que corresponden a nuestra civiliza-
ción latinoamericana, posibilidades que sólo po-
drán afirmarse plenamente, cuando hayamos su-
perado y eliminado totalmente la estructural y to-
davía vigente condición de dependencia económi-
ca, social, política y cultural, que en diversos gra-
dos y de muy desiguales modos, padecemos desde
hace cinco siglos.
También, y en lo que respecta a las diferentes
naciones que hoy constituyen el mapa de América
Latina, es interesante comprobar que se trata de
alrededor de veintitrés naciones –si dejamos de lado
a varias islas minúsculas de la zona del Caribe–,
dentro de un total de doscientas veinticinco nacio-
nes que componen al planeta entero, lo que nos
da nuevamente alrededor de un 10% de los países
del mundo. Una cifra que, al observarla en rela-
ción al papel oficial que ocupa América Latina en
los organismos internacionales actuales, como por
ejemplo en la Organización de las Naciones Uni-
das, hace evidente la enorme asimetría entre la
realidad y ese papel oficial, refrendando la situa-
ción de dependencia global que hemos padecido
durante cinco siglos y que ya hemos mencionado,
y que en este caso específico se expresa como esta
marginación y subrepresentación de los países y
naciones de América Latina dentro de esa esfera

25
Carlos Antonio Aguirre Rojas
oficial de las múltiples relaciones entre las nacio-
nes de todo el orbe.
Finalmente, y para completar este elemental
marco cuantitativo de la presencia de Latinoamérica
en el mundo, vale la pena recordar que el español,
que es la lengua más hablada en nuestro semicon-
tinente, es también la tercera lengua más hablada
de todo el planeta, sólo superada por la lengua que
más personas hablan en el mundo, y que sigue sien-
do sin duda alguna el chino, y de la segunda len-
gua más utilizada que es actualmente el inglés.
Tercera lengua más hablada en el planeta Tie-
rra, que además y según afirman algunos lingüis-
tas, es una lengua particularmente florida y diver-
sa, que cuenta con más sinónimos para designar a
una misma cosa que las que poseen otras lenguas,
y que por lo tanto, permite una expresión del pen-
samiento también más matizada y llena de varian-
tes y detalles, que la expresión que permiten va-
rios de los otros idiomas hoy todavía existentes.
De este modo, y a partir de estas dimensiones
referidas de la demografía, el territorio, las nacio-
nes y la lengua mayoritaria de América Latina, en
comparación con el mundo, es que se dibuja ya un
primer marco general que nos hace posible aquila-
tar la indudable importancia de nuestra civilización
dentro de las dinámicas globales de este mismo
mundo. Ya que al representar las significativas pro-
porciones de entre un 9 y un 15% de los habitan-
tes, los territorios y las naciones del planeta, y al

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América Latina en la encrucijada
reproducir y cultivar a la tercera lengua más usada
por los hombres y las mujeres de nuestro mundo,
América Latina debería de haberse hecho presen-
te, con este rol importante y protagónico que ha
adquirido en los lustros recientes, no desde estas
mismas décadas hace poco transcurridas, sino des-
de hace varios siglos, y en rigor, desde la propia
llegada de los españoles a América.
Pero, como es bien sabido, la civilización lati-
noamericana sólo nace como fruto de esa conquis-
ta española, y como resultado complejo y sutil del
ulterior mestizaje biológico y cultural generado por
las tres raíces que confluyen en su estructuración
original10 –es decir, la matriz de los distintos pue-
blos indígenas que habitaban la América prehis-
pánica, la matriz europea, y sobre todo española y
portuguesa, y la matriz de los pueblos de piel ne-
gra traídos forzadamente desde el África–, lo que
implica que, desde su propia génesis e infancia, esta
civilización latinoamericana haya sido dominada,
explotada, avasallada y marginada de múltiples
maneras, negándole en consecuencia esa relevan-
cia y ese protagonismo que sólo ha comenzado a
manifestarse de manera orgánica, y a ser asumido
de un modo mucho más claro y evidente, durante

10
Sobre este complejo proceso del mestizaje cultural, que singula-
riza a nuestra América Latina desde su origen como proyecto
civilizatorio TODOROV, Tzvetan La conquista de América: el pro-
blema del otro, Siglo XXI, 1989, y ECHEVERRÍA, Bolívar La mo-
dernidad de lo barroco, Era, México, 1998.

27
Carlos Antonio Aguirre Rojas
estas tres o cuatro últimas décadas ya antes referi-
das.11
Con lo cual, la pregunta original vuelve a
replantearse. Pues si más allá de su indudable rele-
vancia cuantitativa y cualitativa, América Latina no
fue ni reconocida ni justamente valorada durante
siglos –una suerte que, por lo demás, comparte con
las cinco sextas partes de las naciones y de los pue-
blos del planeta, es decir con todos aquellos países
de la vasta periferia del actual sistema capitalista–,
entonces sigue abierta la duda respecto de las cau-
sas que, en los últimos treinta años, han modifica-
do de una manera tan radical esta situación secu-
lar, llevando a esta misma civilización latinoameri-
cana, desde las bambalinas hasta el proscenio de la
escena mundial internacional.

Otra posible respuesta inmediata, y hasta cier-


to punto obvia, para esta duda central todavía abier-
ta, podría derivarse del radical cambio que Améri-
ca Latina ha vivido en los últimos quince o veinte
años, cambio que se muestra como algo evidente

11
Esta situación de la dependencia originaria, consustancial y es-
tructural de América Latina, desde su propio origen como pro-
yecto civilizatorio, en el siglo XVI y hasta nuestros días, ha sido
una de las tesis principales de la importante teoría de la depen-
dencia latinoamericana. De todos los representantes que tuvo
esta teoría, y a simple título de ejemplo, mencionamos solamen-
te a MARINI, Ruy Mauro Dialéctica de la Dependencia, Era, Méxi-
co, 1973, y GUNDER FRANK, André Capitalismo y subdesarro-
llo en América Latina, Siglo XXI, México, 1970.

28
América Latina en la encrucijada
cuando se observa a esta América Latina en con-
junto, y cuando la analizamos también desde dos
posibles cortes temporales elegidos dentro de un
intervalo correspondiente al tiempo medio, y por
ende a las coyunturas más recientes del periplo
histórico que, en las últimas décadas, ha transitado
nuestro semicontinente latinoamericano.
Entonces, si observamos primero a la América
Latina de los años sesentas y setentas de un lado, y
después por el otro a la América Latina actual, nos
saltará a la vista de inmediato el enorme contraste
entre las dos. Pues esa Latinoamérica de los sesen-
tas, setentas y a veces incluso hasta parte de los
ochentas, es un semicontinente lleno de dictadu-
ras y de gobiernos militares, junto a gobiernos au-
toritarios que, con fachadas democráticas, se per-
miten sin embargo y con toda impunidad, actos
como el de, por ejemplo, masacrar a sus propias
poblaciones de una manera abierta y artera. Améri-
ca Latina donde los Golpes de Estado militares son
todavía realidades posibles y a veces hasta cotidia-
nas, y en donde la vigencia de verdaderas liberta-
des democráticas, es más un fuerte reclamo de los
pueblos que una situación realmente existente.
América Latina de la masacre del 2 de octubre
de 1968 en México por parte del gobierno de Gus-
tavo Díaz Ordaz, y de la matanza y represión popu-
lares del 10 de junio de 1971 por parte del gobier-
no de Luis Echeverría, que es también la América

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Carlos Antonio Aguirre Rojas
Latina de las dictaduras militares de Lucas o de Ríos
Montt en Guatemala, de Anastasio Somoza en Ni-
caragua, de Trujillo en la República Dominicana, o
de Duvalier en Haití, lo mismo que de los gobier-
nos represivos militares de Stroessner en Paraguay,
de Pinochet en Chile, de Videla en Argentina, de
Banzer en Bolivia o de los varios dictadores en Bra-
sil, por mencionar sólo algunas de estas terribles
dictaduras militares que también pueblan
mayoritariamente la entera geografía del cono sud-
americano.
Una América Latina ampliamente atenazada
por esos gobiernos militares o autoritarios, que si
bien ve brillar desde 1959 el faro libertario de la
Revolución Cubana, a la vez que conoce las múlti-
ples guerrillas primero campesinas y luego urba-
nas en muchos de sus países, padece sin embargo
y muy ampliamente esa extendida ola, entonces do-
minante, del militarismo y del autoritarismo men-
cionados.12
Frente a este cuadro, predominantemente tris-
te y oscuro de esos años sesentas y setentas del
siglo XX cronológico, resalta con fuerza la situa-
ción que hoy, en el año de 2005, vive América Lati-

12
Para una radiografía crítica y muy aguda de lo que era esa Améri-
ca Latina en los años cincuentas y sesentas vale la pena ver el
conjunto de los artículos escritos por Ernesto ‘Che’ Guevara, que
han sido compilados en el libro América Latina. Despertar de
un continente, Coedición Centro de Estudios Che Guevara –
Ocean Press, Melbourne, 2003.

30
América Latina en la encrucijada
na, y en la que las rebeliones populares y la perma-
nente acción de los nuevos movimientos antisis-
témicos y anticapitalistas, se han instalado de una
manera protagónica y fundamental a todo lo largo
y ancho de nuestro semicontinente. Con lo cual, y
a pesar de ciertos virajes, claudicaciones, tibias asun-
ciones y hasta verdaderas traiciones, se muestra de
manera contundente el mucho mayor peso que hoy
tienen en toda la geografía de nuestra América La-
tina, sus propias clases subalternas y sus más im-
portantes movimientos populares, los que en es-
tos últimos años han derrocado y elegido presiden-
tes, terminando con caducos regímenes longevos,
y gestando experiencias ricas e interesantes de auto-
organización y de incipiente transformación social,
desde la actividad continua y sistemática de esos
mismos movimientos sociales antisistémicos.
Pues ha sido el pueblo mexicano y no sus go-
biernos ni sus líderes políticos el que derrotó al
PRI en 1988, después de enfrentar y resolver las
principales y terribles consecuencias del terremo-
to de 1985 en la Ciudad de México, y antes de alum-
brar esa digna rebelión neozapatista de los indíge-
nas chiapanecos, y luego el final de los regímenes
priístas que sometieron a México durante práctica-
mente setenta años. Y fueron también las clases sub-
alternas mexicanas las que sostuvieron y arropa-
ron a la Marcha del Color de la Tierra en los prime-
ros meses del año de 2001, y las que lograron re-
vertir y anular el absurdo e insensato intento de

31
Carlos Antonio Aguirre Rojas
desafuero del alcalde de la Ciudad de México, An-
drés Manuel López Obrador. Y son también estas
mismas clases populares de México, las que ahora
se hacen eco de la muy importante iniciativa
neozapatista, contenida en la reciente “Sexta De-
claración de la Selva Lacandona” y encaminada a
refundar radicalmente la política, la nación y la le-
galidad jurídica de este mismo país que es Méxi-
co.13
Igualmente, fueron los sectores oprimidos y
populares del Brasil los que corrieron al neoliberal
Collor de Mello, presionando después durante
ocho años al gobierno de Fernando Henrique
Cardoso, para llevar finalmente al poder a Luiz
Inazio da Silva mejor conocido como “Lula”. Y es
ahora este mismo pueblo brasileño el que protesta
y presiona al mismo Lula, por haber dado el claro
viraje hacia la implementación de políticas
neoliberales, y por estar renegando de todos los
proyectos y de todas las propuestas que hizo antes
de llegar a la presidencia del Brasil. Y también, por
haber permitido la corrupción y la degeneración

13
Sobre el significado profundo, y además universal, de esta inicia-
tiva expresada en esa ‘Sexta Declaración de la Selva Lacandona’,
cfr. WALLERSTEIN, Immanuel “Los Zapatistas: la Segunda Eta-
pa”, y también la entrevista “Chiapas y los nuevos movimientos
de resistencia en América Latina”, ambos en Contrahistorias,
núm. 5, cit.; también AGUIRRE ROJAS, Carlos Antonio “La ‘Sexta
Declaración’. Una lectura en perspectiva global” en Memoria,
núm. 201, México, 2005.

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América Latina en la encrucijada
política de su propio Partido, el Partido de los Tra-
bajadores.14 Y fue también el pueblo indígena ecua-
toriano el que corrió al presidente Bucaram, y el
que derrocó después a Jamil Mahuad, llevando más
adelante al gobierno al militar Lucio Gutiérrez,
quien luego de su traición y de su viraje radical en
contra de esos mismos indígenas ecuatorianos, fue
igualmente corrido del Ecuador por ese pueblo
rebelde ecuatoriano. Y en esta misma lógica, fue
también la rebelión de los oprimidos bolivianos la
que derrocó primero a Gonzalo Sánchez de Losada
en Bolivia, y más tarde al tibio y temeroso presi-
dente Carlos Mesa, del mismo modo en que los
grupos populares argentinos corrieron en su mo-
mento a Fernando de la Rúa, y hoy presionan fuer-
temente al presidente Néstor Kirchner, para obli-
garlo a desarrollar una política más social en lo in-
terior y más progresista en el exterior.
Y son estas mismas clases populares latinoa-
mericanas las que, en Uruguay, han hecho posible

14
En este sentido, es muy significativa la declaración de hace unos
meses del dirigente brasileño del Movimiento de los Sin Tierra,
Joao Pedro Stédile, al afirmar que con los escándalos recientes
de corrupción que Brasil ha vivido en estas últimas semanas, ese
gobierno de Lula ‘Ya se acabó’. Al respecto, cfr. la nota “Señala el
líder del MST. ‘Ya se acabó’ el gobierno de Lula”, en el diario La
Jornada, del 27 de julio de 2005. Más recientemente, el mismo
Joao Pedro Stédile ha fijado la posición general del MST frente a
la actual situación de Brasil en el ensayo, “El MST ante la coyun-
tura brasileña”, en el diario La Jornada, del 1 de octubre de
2005.

33
Carlos Antonio Aguirre Rojas
el aún joven gobierno de Tabaré Vázquez, mientras
en Venezuela revirtieron el Golpe de Estado orga-
nizado por la derecha de su país, y hoy presionan
fuerte y constantemente a Hugo Chávez, para obli-
garlo a atender sus principales reclamos y deman-
das, mientras padecen en otras partes de América
Latina a ciertos regímenes y gobiernos de derecha y
hasta de ultraderecha, como en los casos de Colom-
bia y de México, así como en la mayoría de los paí-
ses de toda Centroamérica.
Entonces, si miramos en conjunto a esta Amé-
rica Latina, en estos comienzos del segundo semes-
tre de 2005, y la comparamos con la América Latina
de hace treinta o cuarenta años, resultará evidente
el claro giro que ella ha dado hacia la izquierda,
conquistando en muy diversos grados, todo un cú-
mulo de distintas libertades, de espacios democrá-
ticos, y de una mayor presencia y un más claro
protagonismo, tanto para sus clases explotadas,
dominadas y subalternas, como también para sus
nuevos movimientos sociales antisistémicos y
anticapitalistas de todo tipo.
En esta línea, podríamos pensar que ha sido
precisamente este evidente giro hacia la izquierda,
desplegado por América Latina en los últimos dos
o tres lustros, el que explica esa mayor atención de
la opinión mundial y ese nuevo papel de la civiliza-
ción latinoamericana dentro del mundo. Pues en
el momento mismo en que era derribado el Muro
de Berlín, y en que junto con él se colapsaban to-

34
América Latina en la encrucijada
dos los proyectos de lo que se llamó el socialismo
“realmente existente”, comenzaban a surgir en toda
América Latina, como en una suerte de clara carre-
ra de relevos en escala mundial, tanto nuevos y muy
radicales movimientos sociales anticapitalistas y
antisistémicos, como también diversas rebeliones
populares de una extensión y una fuerza realmen-
te notables. Lo que sin duda, provocó que nuestra
Latinoamérica comenzará a ser vista en todo el pla-
neta como una especie de nuevo referente o polo
de ubicación de dicha rebelión anticapitalista
mundial.
Pero si esta nueva rebeldía latinoamericana y
ese nuevo rostro de izquierda, son los que le atraen
ahora a esta América Latina esa mayor atención del
mundo en su conjunto, entonces la pregunta ini-
cial no hace más que replantearse nuevamente bajo
una forma diferente: ¿por qué ha vivido Latinoa-
mérica este giro hacia la izquierda, y por qué preci-
samente en estos años y lustros más recientes? Y
de otra parte ¿por qué dicho giro ha podido ser
interpretado, justamente, en la línea de considerar
ahora a Latinoamérica como el nuevo portador y
el destacamento de avanzada de esa rebelión
antisistémica mundial? E igualmente, y conectado
directamente con estos dos problemas, ¿cuáles han
sido los contextos específicos, primero mundiales,
después continentales, y luego nacionales, que han
hecho posible este mismo viraje hacia la izquierda
y esta misma mayor emergencia y protagonismo de

35
Carlos Antonio Aguirre Rojas
estas masas populares y de esos nuevos movimien-
tos sociales dentro de toda Latinoamérica?
Para continuar avanzando en nuestra explica-
ción, quizá vale la pena ahora recordar las coorde-
nadas esenciales de ese contexto internacional, an-
tes y después de la tragedia del 11 de septiembre
de 2001.

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