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SERVICIOS SOCIALES DE ATENCIÓN PRIMARIA.

RETOS DE FUTURO
Enrique Sacanell

Los Servicios Sociales de Atención Primaria en el marco de la nueva Ley


12/2008

La nueva Ley 12/2008 de Servicios Sociales, aprobada recientemente por el


Parlamento Vasco señala, en su artículo 22, el Catálogo de Prestaciones y
Servicios del Sistema Vasco de Servicios Sociales. Dentro de él define los
elementos que componen los Servicios Sociales de Atención Primaria y que
son los siguientes:

“1. Servicios sociales de atención primaria


1.1. Servicio de información, valoración, diagnóstico y orientación.
1.2. Servicio de ayuda a domicilio.
1.3. Servicio de intervención socioeducativa y psicosocial.
1.4. Servicio de apoyo a personas cuidadoras.
1.5. Servicio de promoción de la participación y la inclusión social en el
ámbito de los servicios sociales.
1.6. Servicio de teleasistencia.
1.7. Servicios de atención diurna.
1.8. Servicios de acogida nocturna.
1.9. Servicios de alojamiento:
1.9.1. Piso de acogida.
1.9.2. Vivienda tutelada.
1.9.3. Apartamentos tutelados.
1.9.4. Vivienda comunitaria.”

Parte de estos servicios componen lo que la Ley denomina, manteniendo la


terminología utilizada con anterioridad, Servicio Social de Base. En concreto, el
artículo 29 se dedica íntegramente a desarrollar las características de este
servicio, señalando que “el servicio social de base desarrollará las funciones de
provisión de aquellos servicios sociales de atención primaria que se le
encomienden, y, en todo caso, los previstos en los apartados 1.1, 1.2, 1.3 y 1.4
del artículo 22, y en su ámbito garantizará la aplicación del procedimiento
básico de intervención regulado en el artículo 19.”

Estos Servicios Sociales de Base son señalados, en ese mismo artículo, como
la puerta de entrada al sistema de servicios sociales y su función principal será
“la detección y atención, dentro de su ámbito territorial de actuación, de las
necesidades sociales susceptibles de ser atendidas en el ámbito de los
servicios sociales, coordinando y gestionando, en su zona geográfica de
influencia, el acceso a las diversas instancias del Sistema Vasco de Servicios
Sociales.” Todos los ayuntamientos del País Vasco deberán disponer, solos o
asociados de un Servicio Social de Base.

La Ley indica también, en su artículo 36, que el marco territorial de los servicios
sovciales de base será la “zona básica”, determinando en el apartado 2 que
ésta “deberá abarcar un ámbito poblacional de 5.000 habitantes, o, cuando se
trate de zonas rurales o desagregadas, de 3.000 habitantes”.

El artículo 27 de la mencionada Ley se centra en la organización del Sistema


Vasco de Servicios Sociales y en su apartado 2 indica que los servicios
sociales de atención primaria “posibilitarán el acceso de las usuarias y usuarios
al conjunto del Sistema de Servicios Sociales y atenderán las necesidades
relacionadas con la autonomía, la inclusión social y las situaciones de urgencia
o desprotección social, con particular incidencia en la prevención de las
situaciones de riesgo”.

Este mismo lugar, la Ley señala “la provisión y prestación de estos servicios se
garantizará desde los servicios sociales municipales, con la salvedad del
servicio de teleasistencia, que recaerá en el Gobierno Vasco, de acuerdo con
la distribución competencial prevista en el capítulo I del título III.” Este
planteamiento es ratificado en el artículo 42, apartado 2, en que se indica entre
las competencias municipales la provisión de los Servicios sociales de
asistencia primaria salvo el servicio de teleasistencia.

Finalmente, el título IV, dedicado a la financiación del sistema, manifiesta, en el


artículo 55, que cada entidad “consignará anualmente en sus respectivos
presupuestos las cantidades destinadas a hacer frente a los gastos que se
deriven del ejercicio de las competencias que se les atribuyen en la presente
Ley y en sus disposiciones de desarrollo, sin perjuicio de que también puedan
establecer entre sí fórmulas de colaboración financiera”.

En este sentido, la disposición transitoria segunda, titulada “Reajuste


financiero”, manifiesta lo siguiente:

“1. Como consecuencia de la distribución competencial efectuada en la


presente ley, se realizará el correspondiente reajuste financiero entre las
administraciones públicas vascas, con el fin de garantizar la suficiencia
financiera para la provisión del Catálogo de Prestaciones y Servicios del
Sistema Vasco de Servicios Sociales contemplado en el artículo 22, en los
niveles autonómico, foral y municipal.

2. Dicha redistribución competencial y dicho reajuste financiero en ningún caso


podrán suponer una disminución en los niveles de intensidad y cobertura de las
prestaciones y servicios existentes en la fecha de su entrada en vigor.”

Con todo, la Ley deja abiertos demasiados interrogantes en su ámbito


financiero al carecer de una memoria económica detallada que despeje las
incertidumbres sobre cómo financiarán las diferentes administraciones y muy
especialmente los municipios los servicios cuya competencia les ha sido
atribuida.

Sin embargo, quizás el aspecto más determinante para el conjunto de servicios


sociales lo constituye el reconocimiento, en el artículo 2 del carácter de
derecho subjetivo que posee el acceso a las prestaciones y servicios del
Sistema Vasco de Servicios Sociales. En coherencia con este planteamiento la
Ley señala que “las personas titulares podrán reclamar en vía administrativa y
jurisdiccional, (…) el cumplimiento del derecho a las prestaciones y servicios
que reconoce la presente ley”. Contemplando la tutela judicial que
“comprenderá la adopción de todas las medidas que sean necesarias para
poner fin a la vulneración del citado derecho, así como para restablecer a la
persona perjudicada en el ejercicio pleno del mismo.”

Los retos de futuro

En este contexto parece muy oportuno hablar de retos pero unos retos que se
me antojan más de presente que de futuro. De forma sucinta vamos a
desarrollar algunos de los principales desafíos a los que se han de enfrentar los
Servicios Sociales de Atención Primaria y, como entidades competentes en la
provisión de los mismos, los Ayuntamientos de Euskadi.

1.- Elaborar la Cartera de Servicios y concretar los recursos necesarios para


prestarlos.

El reconocimiento del derecho subjetivo, reclamable ante los tribunales,


del acceso a las prestaciones y servicios del Sistema Vasco de Servicios
Sociales obliga a los ayuntamientos vascos a organizarse
adecuadamente y disponer de los recursos necesarios para hacer frente
a esta nueva realidad jurídica.

La Cartera de Servicios que la Ley obliga a desarrollar en el plazo de un


año desde su aprobación se convierte, en este sentido, en una pieza
clave ya que es en ella donde se recogerán las características de esos
servicios. Este horizonte anual es el que han de plantearse los
ayuntamientos para responder de manera específica a los aspectos
siguientes:

• qué equipo profesional requieren para poder dar respuesta


a las exigencias que la Ley les plantea,
• a que población han de atender y con que estructura de
prioridades y
• con qué intensidad se plantean prestar los diferentes
servicios.

En este proceso el papel de EUDEL ha de ser necesariamente clave, no


sólo por lo que de hecho supone en la realidad municipal vasca, sino
también por el papel que la propia Ley le da tanto en el Consejo Vasco
de Bienestar Social como en el Órgano Interinstitucional de Servicios
Sociales. EUDEL debe constituirse en un referente de apoyo técnico
para el conjunto de las administraciones locales de Euskadi.

2.- Buscar dimensiones poblacionales que permitan responder a la nueva


realidad.

El panorama que la nueva Ley de Servicios Sociales plantea encaja mal


con una atomización municipal. Para hacer frente a los servicios y
prestaciones planteadas parece necesario, para la inmensa mayoría de
los ayuntamientos de Euskadi, buscar agrupaciones con unas u otras
figuras legales que permita generar economías de escala en las que se
puedan prestar y gestionar adecuadamente estos servicios sociales.

De no hacerse así, los ciudadanos de nuestra Comunidad van a ver


como sus derechos al acceso a prestaciones y derechos sociales está
determinado por el municipio en que viven, algo evidentemente
contradictorio con el planteamiento de la Ley y, tal y como hemos
indicado anteriormente, reclamable ante los tribunales. No podemos
permitirnos sustituir las diferencias entre Territorios Históricos por
diferencias entre pueblos y ciudades.

2.- Definir unos sistemas de organización y gestión eficaces.

La existencia de recursos adecuados, incluso el lograr una agrupación


territorial que englobe un volumen de población adecuado para la
prestación del conjunto de servicios sociales de atención primaria, ha de
verse complementado por la generación de estructuras organizativas y
de gestión adecuadas.

Esas estructuras tienen que ir más allá del ámbito poblacional que la ley
define como referente para las zonas básicas (5.000 habitantes en
general y 3.000 para zonas rurales o especialmente desfavorecidas). Si
bien esa referencia puede servir para establecer una dotación territorial
mínima en la futura cartera de servicios no parece un marco adecuado
para gestionar el Sistema Vasco de Servicios Sociales en su dimensión
más local.

Sólo estructuras organizativas más amplias pueden permitir dotar al


sistema de un ámbito de gestión adecuado. La propia formación de los y
las profesionales e incluso la posibilidad de desarrollo profesional se
vería enormemente facilitada con estructura más ámplias.

Por otra parte, parece necesario impulsar la profesionalización de las


tareas de gestión, evitando perder buenos profesionales de la
intervención social para obtener gestores mediocres. El perfil gestor es
un perfilo específico que ha de seleccionarse adecuadamente.

3.- Mejorar la capacidad de comunicar a la ciudadanía.

Los servicios sociales siguen siendo unos desconocidos para el conjunto


de la ciudadanía. Para romper con los tópicos, las informaciones
confusas y/o las falsas expectativas, los ayuntamientos vascos han de
plantearse estrategias adecuadas de comunicación. Estrategias que
serán más potentes y eficaces cuanto más coordinadas puedan ser.
Aquí de nuevo el papel de EUDEL está llamado a ser clave.

En esta dirección sería muy útil generar elementos identificativos


comunes para todo el Sistema de Servicios Sociales y, más
específicamente, para los Servicios Sociales de Base, siguiendo lo
sugerido en el artículo 81 de la Ley, en el que se menciona que “se
arbitrará un procedimiento para indicar su pertenencia al mencionado
sistema”, después de haber dejado claro que cada dispositivo “se
identificará con los símbolos o anagramas de la administración pública
competente para su provisión”.

4.- Lograr una financiación municipal estable y adecuada a los servicios a


prestar.

Los Servicios Sociales del País Vasco se han ido desarrollando y


creciendo sobre la frágil base de subvenciones vinculadas a programas
de uno y otro tipo. Esto ha llevado a que muchos ayuntamientos sigan
viendo los servicios sociales como algo externo. Algo que se presta
porque hay subvención, pero si esta desapareciera simplemente no se
prestaría.

La nueva realidad legal rompe radicalmente ese planteamiento, sin


embargo no desarrolla claramente los mecanismos de financiación
municipal que permitan realizar ese cambio. Resulta por ello urgente
abordar esta temática si no es en el marco de una Ley de Financiación
Municipal si, al menos, en el contesto del proceso de desarrollo y
aplicación de esta Ley de Servicios Sociales.

Para financiar los servicios sociales de atención primaria sólo caben tres
caminos, el aumento de la presión fiscal por parte de los ayuntamientos,
el copago o el cambio en el porcentaje que reciben los ayuntamientos
de los ingresos fiscales actuales. Sin descartar medidas en las dos
primeras direcciones parece razonable pensar que el peso principal ha
de partir de una nueva distribución interinstitucional de los ingresos
fiscales.

5.- Dotarse de líderes con las competencias adecuadas.

Quisiera terminar planteando la importancia que las habilidades


relacionales adquieren en un Sistema estructurado en red y con
dependencia de diferentes instituciones. El camino que hemos adoptado
dota al sistema de altas dosis de autonomía y permite abrirlo a una red
de agentes mucho más plural que otros sistemas como el sanitario o el
educativo.

Sin embargo, eso exige del sistema de servicios sociales que se dote de
personas técnicas y políticas que lo lideren y sean capaces de buscar el
encuentro, la colaboración y el éxito mutuo independientemente de la
institución en la que trabajen. Forjar esos líderes, ayudarles en su
desarrollo, reconocerles en su gestión es un reto del que depende en
gran medida el éxito final del sistema.

Diciembre de 2008

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