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Teoricos 6 y 7 del primer cuatrimestre 2010, teoría y práctica de la Comunicación II, Carrera de Ciencias de la Comunicación, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires.
Teoricos 6 y 7 del primer cuatrimestre 2010, teoría y práctica de la Comunicación II, Carrera de Ciencias de la Comunicación, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires.
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Teoricos 6 y 7 del primer cuatrimestre 2010, teoría y práctica de la Comunicación II, Carrera de Ciencias de la Comunicación, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires.
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-Revisión de la teoría comunicativa de Bateson. Relación entre metacomunicación
y doble vínculo.
-Importante: todo mensaje contiene, implícita o explícitamente, el marco
(metacomunicativo) que permite interpretarlo (da las instrucciones sobre la relación entre los hablantes bajo la forma de “premisas” del tipo “esto es en serio”).
-La postulación del nivel metacomunicativo le permite a Bateson resolver la
paradoja del mentiroso. La lógica analítica no podía resolver las paradojas, que pueden asumir la forma de proposiciones autocontradictorias como “yo siempre miento”, puesto que solo se puede asignar a cada proposición un valor de verdad, es decir, “yo siempre miento” es verdadera o es falsa. Pero eso ocurre solo en el nivel denotativo del uso del lenguaje: en el nivel metacomunicativo, que es un nivel de abstracción respecto del denotativo, se puede “encuadrar” los enunciados de modo de producir un mensaje explicativo respecto de lo denotado: el marco metacomunicativo. Entonces, la paradoja del mentiroso se resuelve al explicitar un marco del tipo “ahora estoy diciendo la verdad”.
-Goffman y Garfinkel son incorporados por Winkin en la “universidad invisible”,
junto con Bateson y sus discípulos de la Escuela de Palo Alto, pues se interesaron también en la interacción comunicativa no dejando de lado la comunicación no verbal y compartiendo el axioma de que “todo comunica”.
Sus teorías de la interacción comunicativa tienen en común el
privilegiar las prácticas cotidianas y el uso del lenguaje para el estudio de las relaciones sociales. El lenguaje, entonces, no es considerado por estos sociólogos de la vida cotidiana como un factor marginal, no pertinente ni del todo claro conceptualmente: en sus teorías el lenguaje es un factor cimentador, cohesivo, de la forma social. Así, ambas teorías toman como propio el problema de la fundación social y lingüística del mundo, que se conoce intersubjetivamente. Sus microsociologías tienen como objeto específico de análisis el hacer social (la acción, no la praxis en el sentido marxista del término) en la red de relaciones intersubjetivas que es la vida cotidiana. Para actuar en sociedad, entonces, lo individuos requieren de una competencia socialmente adquirida que les permite interactuar. Cada uno de los autores dará una respuesta distinta respecto de esa competencia, según su propia teoría de la interacción comunicativa.
La gran diferencia entre la teoría goffmaneana y la etnometodología
garfinkeleana es la concepción de orden social que subyace o se afirma en cada una de ellas. En el primer caso, el orden social se supone preexistente: de él provienen las reglas (sociales) que gobiernan la interacción. En el segundo, ese orden se construye y reconstruye en cada interacción comunicativa, no se reproduce; de allí que la interacción, en realidad, esté guiada por procedimientos de sentido común (cláusula del etcétera, procedimiento de ad hocing), que son flexibles, adaptables a todo contexto. Frente a la pregunta por qué es lo que estructura la interacción entre los miembros de un grupo social, Goffman responde que son las reglas de la interacción (prescriptivas y situacionales, que permiten un uso estratégico por parte de los interactuantes) y por eso la interacción reproduce el orden social, mientras que Garfinkel responde que es el conocimiento de sentido común el que la estructura, cuyo funcionamiento es análogo al del lenguaje. El lenguaje, a su vez, tiene dos características principales: es indexical y reflexivo. Estas características del lenguaje constituyen una teoría sobre el sentido (de toda acción, incluso de la discursiva): este está ligado necesariamente al contexto, al que señala indexicalmente (el sentido es índice del contexto) y ese contexto es construido intersubjetivamente en la interacción (no es preexistente). Toda explicación de las acciones de la vida cotidiana cobra sentido en un contexto que es construido en la misma interacción (reflexividad), al cual señala (indexicalidad) para tener sentido. Es decir que todo lo que hacemos y decimos “tiene sentido” gracias a nuestro conocimiento del sentido común. Esta presuposición es la que construye la actitud natural que observa Garfinkel en los interactuantes, que se quiebra cuando se pregunta por lo “obvio”, es decir, por el sentido común: ¿por qué te levantás por la mañana?
Teórico del 27-4-10
-retome de los conceptos básicos de las teorías de la interacción comunicativa. En
Goffman: orden social preexistente, reglas sociales, reglas de la interacción, frame, fachada, estigma. En Garfinkel: conocimiento de sentido común, práctica del ad hocing, cláusula del etcétera, indexicalidad y reflexividad del lenguaje.
-Críticas a la “universidad invisible”:
Las críticas tienen en común que ninguno de los autores mencionados
toma en consideración el problema del poder, del conflicto social, de la interiorización de los valores sociales, o del condicionamiento de las instituciones sociales sobre las acciones de los individuos.
A Goffman, particularmente, se le ha criticado la desatención a la
realidad de las estructuras que fundamentan la sociedad; la falta de historicidad de su planteo, derivada de la descripción fenomenológica de las situaciones sociales de la vida cotidiana; que se presenta como ideológicamente neutral frente a cuestiones como la estigmatización de los individuos, tomando, en algunas ocasiones, partido por la perspectiva de la “normalidad” que proviene de la misma sociedad que analiza (no entrecomilla expresiones como “la clase inferior”); la falta de sistematicidad y orden para exponer los conceptos y la falta de categorías teóricas explícitas que permitan distinguir entre la perspectiva de los sujetos objeto de análisis y del propio analista.
Por su parte, Garfinkel y la etnometodología han recibido las siguientes
críticas: llega a un relativismo sin salida que le impide producir alguna afirmación teórica sólida y sistemática, descubre “lo obvio”; hay una negación de toda posibilidad normativa por encima del contexto actual de interacción; el sujeto es un “dios cultural” que crea de la nada la realidad social y saca significados del vacío de una interacción no estructurada; el concepto de indexicalidad no está suficientemente elaborado, pues no se toma la acción como praxis (acción con intereses en juego, incluida la transformación material de la naturaleza por medio de la actividad humana). También el concepto de reflexividad ha sido criticado pues las prácticas sociales son reducidas, en la teoría etnometodológica, a meras explicaciones, sin intereses subyacentes. Por último, se ha criticado que el trabajo de construcción social de la realidad no puede ser tomado como una cooperación entre iguales (cfr. el concepto político de sentido común en Gramsci).
Aníbal Ford, en su artículo “Comunicación”, critica a Palo Alto (incluidos
aquí Goffman y Garfinkel) que siguen confiando en las autorregulaciones de la sociedad, dejando de lado las asimetrías, las desigualdades, las asincronías, la diversidad de competencias, es decir, todos esos factores que ubican los procesos comunicacionales en el marco de la historia y la cultura, si bien, como dice en el Capítulo 6 de Navegaciones, el paso por lo micro(social) evita las generalizaciones que terminan obturando el conocimiento de lo social tanto como la desatención de los procesos socioculturales en los que las interacciones están inmersas. La propuesta del autor es, en definitiva, no oponer los enfoques micro y macrosociales sino incorporarlos en una proto-descripción densa propia para el análisis comunicacional. Retomemos un párrafo del texto “Comunicación” para cerrar justamente con la concepción de comunicación de Ford: “En definitiva, la comunicación no es un proceso meramente subjetivo, sino que está determinado y contextualizado por los sistemas culturales en que nos hallamos inmersos los actores de la “construcción de sentido””. Esta última es inseparable tanto de su materialización, el discurso, como de su contexto sociocultural.