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Teórico del 20-4-10

-Revisión de la teoría comunicativa de Bateson. Relación entre metacomunicación


y doble vínculo.

-Importante: todo mensaje contiene, implícita o explícitamente, el marco


(metacomunicativo) que permite interpretarlo (da las instrucciones sobre la
relación entre los hablantes bajo la forma de “premisas” del tipo “esto es en
serio”).

-La postulación del nivel metacomunicativo le permite a Bateson resolver la


paradoja del mentiroso. La lógica analítica no podía resolver las paradojas, que
pueden asumir la forma de proposiciones autocontradictorias como “yo siempre
miento”, puesto que solo se puede asignar a cada proposición un valor de verdad,
es decir, “yo siempre miento” es verdadera o es falsa. Pero eso ocurre solo en el
nivel denotativo del uso del lenguaje: en el nivel metacomunicativo, que es un
nivel de abstracción respecto del denotativo, se puede “encuadrar” los
enunciados de modo de producir un mensaje explicativo respecto de lo denotado:
el marco metacomunicativo. Entonces, la paradoja del mentiroso se resuelve al
explicitar un marco del tipo “ahora estoy diciendo la verdad”.

-Goffman y Garfinkel son incorporados por Winkin en la “universidad invisible”,


junto con Bateson y sus discípulos de la Escuela de Palo Alto, pues se interesaron
también en la interacción comunicativa no dejando de lado la comunicación no
verbal y compartiendo el axioma de que “todo comunica”.

Sus teorías de la interacción comunicativa tienen en común el


privilegiar las prácticas cotidianas y el uso del lenguaje para el estudio de las
relaciones sociales. El lenguaje, entonces, no es considerado por estos
sociólogos de la vida cotidiana como un factor marginal, no pertinente ni del todo
claro conceptualmente: en sus teorías el lenguaje es un factor cimentador,
cohesivo, de la forma social. Así, ambas teorías toman como propio el
problema de la fundación social y lingüística del mundo, que se conoce
intersubjetivamente. Sus microsociologías tienen como objeto específico de
análisis el hacer social (la acción, no la praxis en el sentido marxista del término)
en la red de relaciones intersubjetivas que es la vida cotidiana. Para actuar en
sociedad, entonces, lo individuos requieren de una competencia socialmente
adquirida que les permite interactuar. Cada uno de los autores dará una
respuesta distinta respecto de esa competencia, según su propia teoría de la
interacción comunicativa.

La gran diferencia entre la teoría goffmaneana y la etnometodología


garfinkeleana es la concepción de orden social que subyace o se afirma en cada
una de ellas. En el primer caso, el orden social se supone preexistente: de él
provienen las reglas (sociales) que gobiernan la interacción. En el segundo, ese
orden se construye y reconstruye en cada interacción comunicativa, no se
reproduce; de allí que la interacción, en realidad, esté guiada por
procedimientos de sentido común (cláusula del etcétera, procedimiento de ad
hocing), que son flexibles, adaptables a todo contexto. Frente a la pregunta por
qué es lo que estructura la interacción entre los miembros de un grupo social,
Goffman responde que son las reglas de la interacción (prescriptivas y
situacionales, que permiten un uso estratégico por parte de los interactuantes) y
por eso la interacción reproduce el orden social, mientras que Garfinkel responde
que es el conocimiento de sentido común el que la estructura, cuyo
funcionamiento es análogo al del lenguaje. El lenguaje, a su vez, tiene dos
características principales: es indexical y reflexivo. Estas características del
lenguaje constituyen una teoría sobre el sentido (de toda acción, incluso de la
discursiva): este está ligado necesariamente al contexto, al que señala
indexicalmente (el sentido es índice del contexto) y ese contexto es construido
intersubjetivamente en la interacción (no es preexistente). Toda explicación de
las acciones de la vida cotidiana cobra sentido en un contexto que es construido
en la misma interacción (reflexividad), al cual señala (indexicalidad) para tener
sentido. Es decir que todo lo que hacemos y decimos “tiene sentido” gracias a
nuestro conocimiento del sentido común. Esta presuposición es la que construye
la actitud natural que observa Garfinkel en los interactuantes, que se quiebra
cuando se pregunta por lo “obvio”, es decir, por el sentido común: ¿por qué te
levantás por la mañana?

Teórico del 27-4-10

-retome de los conceptos básicos de las teorías de la interacción comunicativa. En


Goffman: orden social preexistente, reglas sociales, reglas de la interacción,
frame, fachada, estigma. En Garfinkel: conocimiento de sentido común, práctica
del ad hocing, cláusula del etcétera, indexicalidad y reflexividad del lenguaje.

-Críticas a la “universidad invisible”:

Las críticas tienen en común que ninguno de los autores mencionados


toma en consideración el problema del poder, del conflicto social, de la
interiorización de los valores sociales, o del condicionamiento de las
instituciones sociales sobre las acciones de los individuos.

A Goffman, particularmente, se le ha criticado la desatención a la


realidad de las estructuras que fundamentan la sociedad; la falta de historicidad
de su planteo, derivada de la descripción fenomenológica de las situaciones
sociales de la vida cotidiana; que se presenta como ideológicamente neutral
frente a cuestiones como la estigmatización de los individuos, tomando, en
algunas ocasiones, partido por la perspectiva de la “normalidad” que proviene de
la misma sociedad que analiza (no entrecomilla expresiones como “la clase
inferior”); la falta de sistematicidad y orden para exponer los conceptos y la falta
de categorías teóricas explícitas que permitan distinguir entre la perspectiva de
los sujetos objeto de análisis y del propio analista.

Por su parte, Garfinkel y la etnometodología han recibido las siguientes


críticas: llega a un relativismo sin salida que le impide producir alguna afirmación
teórica sólida y sistemática, descubre “lo obvio”; hay una negación de toda
posibilidad normativa por encima del contexto actual de interacción; el sujeto es
un “dios cultural” que crea de la nada la realidad social y saca significados del
vacío de una interacción no estructurada; el concepto de indexicalidad no está
suficientemente elaborado, pues no se toma la acción como praxis (acción con
intereses en juego, incluida la transformación material de la naturaleza por medio
de la actividad humana). También el concepto de reflexividad ha sido criticado
pues las prácticas sociales son reducidas, en la teoría etnometodológica, a meras
explicaciones, sin intereses subyacentes. Por último, se ha criticado que el trabajo
de construcción social de la realidad no puede ser tomado como una cooperación
entre iguales (cfr. el concepto político de sentido común en Gramsci).

Aníbal Ford, en su artículo “Comunicación”, critica a Palo Alto (incluidos


aquí Goffman y Garfinkel) que siguen confiando en las autorregulaciones de la
sociedad, dejando de lado las asimetrías, las desigualdades, las asincronías,
la diversidad de competencias, es decir, todos esos factores que ubican los
procesos comunicacionales en el marco de la historia y la cultura, si bien, como
dice en el Capítulo 6 de Navegaciones, el paso por lo micro(social) evita las
generalizaciones que terminan obturando el conocimiento de lo social tanto como
la desatención de los procesos socioculturales en los que las interacciones están
inmersas. La propuesta del autor es, en definitiva, no oponer los enfoques micro y
macrosociales sino incorporarlos en una proto-descripción densa propia para el
análisis comunicacional. Retomemos un párrafo del texto “Comunicación” para
cerrar justamente con la concepción de comunicación de Ford: “En definitiva, la
comunicación no es un proceso meramente subjetivo, sino que está
determinado y contextualizado por los sistemas culturales en que nos
hallamos inmersos los actores de la “construcción de sentido””. Esta última es
inseparable tanto de su materialización, el discurso, como de su contexto
sociocultural.

-Revisión de temas anteriores para el parcial.

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