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Diego y el PAN:
El accionista
Sergio Aguayo Quezada Reforma
saguayo@colmex.mx 24 de marzo de 2004
Diego presume de haber nacido dentro del PAN. Algo hay de eso porque
pronunció su primer discurso a los 11 años y 52 años después continúa
sacudiendo auditorios deslumbrados con un verbo flamígero, audaz e irreverente,
y con una seguridad en sí mismo que fácilmente se convierte en iracunda
arrogancia. Convencido de lo que dice y hace, jamás rehúye una buena pelea
aunque tiene la astucia para ir seleccionando y dosificando a sus enemigos, tan
numerosos como sus aliados, asociados y seguidores.
Son tan grandes los montos en disputa, y tan fuertes los indicios de que traficó
con influencias, que se han multiplicado las críticas de columnistas, reporteros y
políticos de los tres partidos: Roberto Campa del PRI, Martí Batres y Andrés
Manuel López Obrador del PRD, Carlos Medina Plascencia y Luisa María
Calderón del PAN están entre los que han condenado sus actividades. Diego
ignora los señalamientos y cuando se defiende exige pruebas, cuestiona las
motivaciones de sus adversarios y se envuelve en el sarape de la rectitud.
El comportamiento del Diego tardío choca con la forma en que los panistas se
ven y se presentan ante la sociedad. En sus documentos, el PAN se describe
como un partido que no justifica los medios para alcanzar los fines y pone a la
ética como su referente y su razón de ser. Y en el asunto de Ahumada cuesta
trabajo justificar el maridaje entre el senador y el corruptor. Diego pone en
entredicho otros pilares del ser panista. Litiga contra dependencias
gubernamentales cuando el código de ética de ese partido prohíbe realizar a sus
cuadros "labores de gestoría remuneradas, ante instancias del propio ámbito de
responsabilidad o de otros niveles de gobierno". Diego hace lo que quiere pese a
que los estatutos del PAN exigen disciplina a sus miembros. A Diego nadie lo
para y se comporta como accionista, como propietario, de un PAN que acepta
con humildad franciscana la independencia de uno de sus militantes más
distinguidos. Tiene compañía porque pese a los enconos entre ellos, en su camino
a la Presidencia Vicente
Fox siguió el ejemplo de Diego, y Marta Sahagún está haciendo ahora todo lo
que puede por emularlos y superarlos.
La Miscelánea
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