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Nico no se dio por vencido, y la noche siguiente, y muchas otras ms, volvi a esconderse
para animar el espritu de aquellos pobre pajarillos. Les hablaba, les cantaba, les silbaba, y
les enseaba innumerables libros y dibujos de pjaros voladores "nimo, pequeos, seguro
que podis! Nunca habis sido pollos torpes!", segua diciendo.
Finalmente, mirando una de aquellas lminas, un pequeo canario se convenci de que l
no poda ser un pollo. Y tras unos pocos intentos, consigui levantar el vuelo... Aquella
misma noche, cientos de pjaros se animaron a volar por vez primera! Y a la maana
siguiente, la tienda se convirti en un caos de plumas y cantos alegres que dur tan slo
unos minutos: los que tardaron los pajarillos en escapar de all.
Cuentan que despus de aquello, a menudo poda verse a Nico rodeado de pjaros, y que
sus agradecidos amiguitos nunca dejaron de acudir a animarle con sus alegres cantos cada
vez que el nio se sinti triste o desgraciado.