Sie sind auf Seite 1von 11

Del espacio que hay entre el dicho y el hecho

El trabajo con pasantes en el Museo de las Escuelas


Texto:
Mercedes Pugliese mechipugliese@gmail.com (coordinación y gestión del programa de
pasantías)
Aportes e ideas:
Graciela Galindon ggalindon@gmail.com Mariano Ricardes marianoricardes@gmail.com
(equipo de coordinación de pasantes)
Correcciones:
María Cristina Linares (curadora)

Directora del Museo de las Escuelas: Silvia Alderoqui

Decir y hacer son dos acciones de distinta naturaleza que no siempre se


condicen y corresponden. Es habitual que hagamos cosas diferentes a las que
decimos o que no encontremos las palabras para explicar lo que sí hacemos. La
tensión entre el lenguaje de las palabras y el de las acciones es parte de nuestra
realidad cotidiana. Una acción se realiza intentando darle vida a distintos “decires”
internos y externos. Lo que aparece se convierte así en un resultado que encierra
muchas voces que el ejecutante ha decidido ordenar de una manera particular. Sin
embargo es muy difícil enunciar claramente cuál fue ese coro de teorías y
emociones que llevaron a realizar lo que se vio. No sólo porque mucho de lo que
subyace pertenece al terreno del inconsciente sino porque el cuerpo en
movimiento tiene su propio lenguaje. Así como una música habla sobre los ritmos
de una manera muy diferente a la de la pintura, las palabras, aún cuando pusieran
todo su empeño, no podrían dar una explicación absoluta de las acciones.
El estudiante terciario o universitario es protagonista de esta problemática.
Durante años lee libros, escucha clases, rinde exámenes para prepararse para su
futuro trabajo y cuando llega el día en que realiza su primera experiencia laboral
siente esa distancia y suele quejarse de lo “poco” que le enseñaron en la facultad.
Y pasan los años y seguramente irá adquiriendo eso que no conocía y se sentirá
más confiado y dará por tierra algunas de las teorías primeras y entenderá
finalmente otras al llevarlas a la práctica. Y los ya experimentados trabajadores se
sentirán por un momento en el justo equilibrio entre lo leído y lo vivido. Sin
embargo la epifanía será breve, el hacer plantea nuevos problemas y es necesario
reordenar lo antiguo y poder nombrar lo nuevo. Por eso se vuelve a buscar
palabras, que responderán, pero también abrirán a nuevas prácticas… que luego
buscarán más palabras que llevarán a más prácticas y a más palabras y a más
prácticas y a más prácticas y a más palabras.
El largo trecho del que habla el refrán1 esconde el trayecto que une esos
dos puntos y que en tanto camino habla de la promesa de poder andarlo. Ir de un
lado al otro cuantas veces sea necesario reconociendo la lejanía y la dificultad de
la empresa. Los barcos de ambos puertos comerciarán sus especies y sus vinos y
sus culturas tratando de acordar las transacciones y entender las diferentes
maneras de hablar.
El programa “Aprender trabajando” del gobierno de la ciudad de Buenos
Aires ofrece pasantías a futuros profesionales en lugares afines a su carrera2 para
que puedan tener experiencias laborales al mismo tiempo que realizan su estudio.
Lugares en donde realizarán muchas de sus primeras prácticas sin la exigencia de
un trabajo de ocho horas y con la supervisión de gente a cargo. Siguiendo el
concepto de praxis3 de Freire de que palabra y acción siempre van unidas, van de
la mano, esta propuesta apunta a hacer crecer el espacio de reflexión que debe

1
“Del dicho al hecho hay un largo trecho”
2
Otros proyectos realizan el camino inverso a este programa intentando recuperar la voz del docente a través
de relatos etnográficos de su propia práctica ya que se propone a los maestros escribir sobre sus experiencias.
Para más datos se pueden seguir los siguientes enlaces: Educambio www.educambio.com.ar , FLACSO
http://www.flacso.org.ar/educacion/cursos_virtuales_leye2.php
3
Para más información se recomienda la lectura de “Pedagogía del oprimido” de Paulo Freire.
haber entre ambos mundos, un espacio que debe ser creativo y re-creativo para
ser capaz de modificar a cada uno de los lenguajes .Cada institución que acepta
participar de esta experiencia decide explícita o tácitamente ayudar a los pasantes
a convertirse en buenos viajeros.

El programa en el Museo de las Escuelas


Desde el año 2006 el Museo de las Escuelas abre sus puertas para que
alumnos de distintos profesorados trabajen realizando visitas guiadas y otro tipo
de actividades relacionadas con el Museo. Cada año se recibe la llegada de
pasantes que se convertirán en receptores y dadores a la vez. Ellos realizarán
prácticas concretas que al estar supervisadas les permitirán poner a prueba
distintas teorías a la vez que traerán nuevas voces que nos permitirán poder re-
pensar nuestro museo.
En el 2009 se aumentó la apuesta de años anteriores y fueron ocho los
pasantes seleccionados. La población que elegimos este año es de alumnos que
estudian profesorado para Nivel Primario o Inicial en el Normal N° 1. Se llegó a un
acuerdo con su Centro de Investigación y Marcela Pelanda, su coordinadora, tomo
a su cargo la tutoría desde el profesorado. De esta manera el nuevo año nos
encontró con más del triple de pasantes de años anteriores y un grupo de
estudiantes que tenían en común el lugar de estudio y la carrera.
Pensando en ello se enunciaron los siguientes objetivos en el proyecto:

“Que los alumnos:


• Vuelvan a pensar la historia de la Educación en la Argentina
desde las propuestas del museo
• Logren reconocer y poner en práctica estrategias didácticas
adecuadas para las visitas guiadas
• Exploren diferentes formas de recorridos
• Se conecten con alumnos de diferentes edades
• Aprendan a conservar materiales antiguos
• Puedan diseñar y llevar a la práctica productos y servicios
relacionados con lo museográfico
• Desarrollen capacidad de trabajo en equipo”

Trabajar en el Museo de las Escuelas les iba a permitir ser visitantes y guías al
mismo tiempo, estudiantes y divulgadores. Podrían volver a mirar la Historia de la
Educación desde la exhibición de objetos y prácticas escolares y tener más
tiempo para advertir la línea curatorial. Además de esta posibilidad la realización
de las visitas guiadas, abriría la puerta para profundizar ciertos aspectos
didácticos no tan evidentes en la práctica escolar. Trabajar con diferentes grupos
dentro de un museo no es lo mismo que dar clases en un aula con alumnos, las
acciones educativas que realizarían en el museo les permitiría poner en marcha
varias de las teorías estudiadas, pero en un contexto diferente.

El rol del guía


En un aula el docente conoce a sus alumnos y durante al menos un año está
en contacto con ellos. Cada tema aparecerá en orden a una secuencia y lo
trabajará hasta que se adquiera. Cada alumno es particular para él y hay días y
meses para ayudarlo a aprender. Junto con la enseñanza de los contenidos
académicos aparecerán los trabajos de vínculo con sus compañeros, los
exámenes, las reuniones con los padres, la investigación para cada tema nuevo,
el uso de diferentes recursos…
En un museo esto cambia profundamente. Ningún guía sabrá al detalle quién
es su visitante, ni tendrá tiempo de verlo al día siguiente para terminar un tema o
preguntarle por lo que le dijeron sus padres al llegar a la casa, ni podrá dar más de
una materia, ni podrá trabajar desde las particularidades de cada uno…¿Cuáles
son entonces los motivos para invitar a futuros maestros a una práctica a la que le
faltan muchas de las cosas que les preocupan?
La escena educativa del guía tiene dentro de sus particularidades rasgos que
muchas veces son poco analizados en el ejercicio docente y que no son menores
a la hora de dar clases. Quién conduce un grupo en un museo deberá lograr que
en la hora en que lo tiene a cargo, el público converse de una manera crítica, que
sea capaz de analizar lo que se le muestra y formar una idea propia. Es por eso
que deberá conocer muy bien el tema y elegir las estrategias más adecuadas para
lograr que museo y visitante se comuniquen de una manera íntima. De esta
manera quien realiza el trabajo de guía tendrá que saber cuáles son las
estrategias que mejor se adapten a la muestra y que resulten más orgánicas4 para
él/ella. Acciones elegidas y probadas que además deberán dialogar con lo que
trae cada grupo particular.
La práctica tiene ciertas características que ayudan a lograr el objetivo. Una de
ellas es la repetición. Como en una obra de teatro se representa hasta cuatro
veces por día el mismo recorrido con los mismos objetos. Esto conlleva el riesgo
de ofrecer visitas anquilosadas, no adaptadas a los intereses del visitante,
mecánicas, pero también puede potenciar la destreza en el uso de estrategias y
en la selección adecuada para cada caso. Cuando un músico prepara una sinfonía
pasa horas probando, ensayando, corrigiendo, afinando, aprende a escuchar y a
mejorar la técnica. Hay algo en la escucha repetida que le permite corregir,
seleccionar y cambiar si es necesario. Él sabe que no puede correr el riesgo de
tocar mal en esas dos horas en que el público viene a verlo. Hay muchos
“álguienes” que atravesaron las dificultades de leer la cartelera, sacar la entrada, ir
hasta el teatro, no quedarse dormidos, etc, y esperan mucho de él. Los visitantes
que realizan una visita también tienen altas expectativas, venir al museo no suele
4
Ana Ma Bovo usa el término orgánico para describir aquellas acciones dentro de la narración que coinciden
con la forma de contar espontánea que tiene cada persona. La voz se acercaría más a la persona y no daría
aspecto de artificialidad, de esta manera el texto fluiría de una manera más profunda y “verdadera”.
ser una acción cotidiana. Es muy importante no desilusionar al visitante, para
mantenerlo interesado, para provocar pensamientos internos que lo ayuden a
reflexionar. En un museo la repetición es un hecho, es por eso que cada guía
mejorará con la práctica las técnicas didácticas y tendrá la oportunidad de
“escucharse”. De él dependerá la manera en la que vuelve sobre lo realizado. Si
bien el riesgo de ser chaplines apretando tuercas está presente, el saber que se
pueden modificar las cosas en la próxima visita es un Norte considerablemente
potente para invitar a la reflexión.
Otra característica de esta práctica es la seducción, lograr que el visitante se
interese por el objeto de estudio ya que la mayoría no volverá hasta dentro de
mucho tiempo y no habrá examen final que lo obligue a prestar atención. La
palabra “seducción” no es habitualmente usada en los profesorados, sí se habla
de motivación, juego, interés del alumno, pero no se suele usar esta palabra. El
foco en la formación docente está puesto, en general, en el análisis de estrategias
efectivas para lograr el aprendizaje, pero se lee y se practica poco sobre la forma
de “conquistar” a los alumnos. Inés Dussel propone revalorizar la enseñanza
desde el gozo y dice que desde todas las épocas existen libros como el
Kamasutra que educan sobre las formas de lograr mejores placeres y conquistas
“El deseo y el placer también se educan” (Dussel ; 2008). En el museo la
necesidad de ir en busca del visitante invita a términos como tentación, deseo,
veladura. Adultos y niños deben sentirse atraídos a querer penetrar lo que
esconden los objetos seducidos por la percepción de olores, el descubrimiento de
maravillas, la escucha de palabras de diferentes texturas, la elocuencia de los
silencios, la conexión con la propia experiencia. El guía deberá ser hábil para
lograrlo, tan hábil como para saber que una seducción que no apunte a
desentramar y a penetrar la intimidad de cada uno, se parecerá más a un parque
de diversiones (Abramovich ; 2008) que a una noche de buen amor.
Una última marca identitaria es el trabajo en un ámbito prediseñado que tiene
objetos, carteles, interactividades, una disposición de las salas... No habrá que
preocuparse por la búsqueda de material didáctico sino interesarse en el cómo
hacerlo hablar. Pensar cómo construir un puente que allane el camino al público,
un túnel que lo lleve al lugar indicado. Al sacar el problema de la selección de
material se potenciará la posibilidad de encontrar más aristas temáticas y
estratégicas a ese tema, el tiempo de preparación de la visita no estará ocupado ni
en la selección ni en la realización de piezas didácticas, sólo habrá que buscar la
forma de conversar con ellas. Un diálogo que esté tejido sutilmente y que sepa
dejar salir las voces o las gotas de sangre (Alderoqui; 2009) que hay en cada
museo.

Camino de la praxis
Nuestro deseo al confeccionar el plan de capacitación era permitir a los
alumnos probar teorías y reinventarlas a partir de lo propio. Es por eso que al
diseñar la formación inicial decidimos enunciar y analizar ideas fundamentales
que dieran las bases sobre las cuales comenzar la práctica. Los ejes fueron los
siguientes:
• “La mirada del extranjero”. Una intención era recuperar las miradas de
cada uno de los chicos antes de empezar la experiencia. Se diseñaron
distintas actividades para que expresaran sus impresiones del museo. Esto
no sólo quedaría como registro que iluminaría todo su recorrido, sino que
también nos daría miradas particulares de la visión de este grupo particular
sobre el Museo
• La interpretación de la Historia de la Educación argentina que tiene el
Museo. Poder comprender la curaduría de la muestra daría la base sobre la
cual pensar las estrategias y poder ofrecer al futuro público saberes con un
fundamento de investigación.
• Las estrategias en las visitas guiadas. La elección de las didácticas
debe ser lo más consciente posible. No hay una estrategia universal o
superior, deberá ser la óptima para ese espacio, ese público y el guía
determinado, conocerlas facilitaría su uso posterior y su reconocimiento en
las diferentes prácticas.
• Las características del visitante. Hay quien dice que el educador en
museo es el defensor del público en la muestra. Conocer mejor a quien
llega es una forma de poder acercarse más a su búsqueda.
Uno de los ejercicios que se usó fue el de la observación de visitas a grupos
reales y la posterior escritura etnográfica de lo ocurrido. La indicación para realizar
este trabajo era que pudieran contar brevemente lo visto de una manera que
incluyera explícitamente lo subjetivo. Este material sirvió para poder conocerlos
mejor ya que muestra lo que eligen contar y sus apreciaciones personales.
Además la escritura del mismo obliga a una traducción de lo práctico en palabras,
a construir un producto que condense los dos puntos que queríamos poner en
diálogo.
Para trabajar lo grupal se plantearon actividades cooperativas y foros de
discusión en donde se pudiera compartir resultados y opiniones. También se
marcaron ritos diarios de realización en equipo, tareas fijas que iban desde
preparar el mate a alistar el material que se usaría en la visita. Sin embargo hubo
un hecho que promovería el vínculo entre los pasantes sin haberlo pensado…

El tiempo de la emergencia
Después de dos semanas de capacitación, cuando todavía nos faltaba
transitar la mitad de esta tarea, la emergencia por gripe A obligó a los pasantes a
no asistir al museo. Esto nos complicaba la situación porque no habíamos
terminado la capacitación y ya teníamos gran cantidad de visitas planeadas para
la segunda mitad del año. Luego de algunas charlas apareció una alternativa:
diseñar un blog (www.museoguias.blogspot.com ). Si bien no teníamos mucha
idea de cómo iba a funcionar nos parecía una buena forma de enviar la
información necesaria y de que se armaran foros virtuales de opinión. La
estructura básica era presentar un texto, imagen, película o música para luego
plantear una o más preguntas que invitaran a la participación.
El trabajo con este medio nos hizo replantear cómo hacer desde la no
presencia, la no-palabra en vivo y en directo, continuar con la formación e integrar
las propias experiencias e ideas con la capacitación. Consignas como “Enumeren
las razones para ir a un museo” “¿Qué tipo de visitante soy?” “¿Qué tipo de guía
quiero ser?” fueron algunas de las maneras de recuperar las vivencias, las
acciones anteriores, que pudieran dar “carne” a estas palabras sin sonido ni
gestos.
Luego de realizada la capacitación comenzaron las actividades y se asignó a
cada alumno un tutor que acompañara su trabajo e inquietudes. En esta instancia
individual se guía a los pasantes para que sigan descubriendo sus capacidades y
piensen nuevas estrategias para mejorar aquello que no saben o no pueden
resolver. Al finalizar la experiencia se espera de ellos que puedan realizar un
proyecto personal.
En la actualidad los pasantes siguen llevando a cabo las visitas guiadas. Se
diseñaron seminarios grupales con el objetivo de reforzar las problemáticas
observadas en estas primeras prácticas, responder a sus intereses y profundizar
contenidos conceptuales de la muestra. Estos son los temas proyectados para la
segunda mitad del año:

• Los textos interpretativos en los Museos: Dina Fisman


• La Conservación del Patrimonio en un Museo de Ciencias Sociales: Silvia
Paz
• El patrimonio y los juegos del tiempo: Mariano Ricardes
• Vínculos con las Escuelas, acuerdos y encuentros antes de la visita:
Adriana Holstein
• Nuevas estrategias en los espacios: Graciela Galindon
• La Historia de la Educación en la Argentina según la curaduría del Museo
de las Escuelas: Ma Cristina Linares, Constanza Pedersoli
• Los cruces de lenguajes artísticos como estrategias didácticas: Mercedes
Pugliese

Conclusión
Y el trecho está en plena caminata. Y las idas de un lado al otro nos hacen
seguir pensando formas para, como dijo una de las pasantes, “…facilitar ese
traslado tomando los caminos más sencillos” (Bárbara; 2009). Ayudándolos a que
los contenidos que vayan adquiriendo incluyan además el desarrollo de la
necesidad de búsqueda de respuestas, del valor para ser “aventurero” (Lorena;
2009) y del logro de “seguridad y pertenencia que (…) [sean fruto] del contacto
con la experiencia” (Isabel; 2009). Entendiendo que palabra y experiencia no son
prácticas aisladas y que la virtud de la vida depende de la conversación entre
ambas.

Epílogo
Intentar contar una experiencia desde la palabra como en este caso tiene
implícito el problema que planteábamos al principio, es difícil poder mostrar
realmente una acción solo con una descripción verbal de lo hecho. Sin
embargo, y conociendo la poca virtud de sustantivos, verbos y adjetivos
para narrar exactamente lo que ocurrió nos lanzamos a la aventura seguros
de que, como lo hicieron los maestros normalistas, es una de las pocas
formas de dejar registro de lo hecho. Y convencidos también que al intentar
unir las palabras aparecen nuevas ideas que darán forma a las nuevas
prácticas nos dejamos ir en un texto en el que esperamos puedan
completar con sus propias experiencias lo que le falta de acción.
Bibliografía
Abramowski, Ana¿Cómo mirar, mostrar, sentir y enseñar en un mundo que mira,
muestra y siente demasiado?, FLACSO, Diplomatura Superior en Educación,
imágenes y medios, Clase 30

Alderoqui “Aires renovados en museos porteños del siglo XXI: sueños, cosas,
gotas y lustre” en Revista Hermes. Revista de museología, 1, Barcelona 2009

Dussel, Inés La escuela y la cultura de la imagen: entre lo viejo y lo nuevo.


FLACSO, Diplomatura Superior en Educación, imágenes y medios, Clase 24.

Galindon, Pugliese, Ricardes, AAVV (pasantes), www.museoguias.blogspot.com ,


consultado el 11 de agosto de 2009

Das könnte Ihnen auch gefallen