En las viejas crónicas de la Antigüedad se cuenta la vida
de Agnódice, la primera mujer médico de la historia.
A gnódice fue una niña curiosa, de fuerte carácter y con un
insaciable interés por las cuestiones científicas. -Déjalo ya, hija -suplicaba el padre ante las interminables pre- guntas de la pequeña. Con el tiempo, Agnódice se convirtió en una joven rebelde e inteligente. Extraordinariamente sensible al sufrimiento de sus semejantes, la muchacha alimentó un sueño escandaloso para la sociedad de la época. Un día, se decidió a compartir aquellos pla- nes con su padre: -Quiero estudiar Medicina, padre. -¿Te has vuelto loca, hija? ¡Sabes que esos estudios están pro- hibidos a las mujeres! -Muy bien. Pues me haré pasar por un hombre -replicó ella. De nada sirvieron los esfuerzos de su progenitor por hacerla desistir. Para Agnódice, ser médico era una excelente manera de ayudar a los demás, sobre todo a las mujeres. Y es que, en la so- ciedad ateniense de su tiempo, no estaba muy bien visto que las mujeres acudieran al médico, y ellas mismas sentían vergüenza de ser examinadas por un hombre. Esa era la razón por la que muchas morían sin asistencia durante los partos y ponían en peli- gro la vida de sus hijos recién nacidos. Solo en situaciones graves los médicos eran avisados para atender a alguna mujer. Decidida a cumplir su sueño, una noche, Agnódice se vistió como un varón y partió hacia Alejandría para estudiar Medici- na. Allí vivió años difíciles y apasionantes. Por un lado, tuvo que hacer esfuerzos para ocultar su identidad y poder relacionarse con sus compañeros varones. Por otro, obtuvo la satisfacción de instruirse en una materia que le entusiasmaba y para la que de- mostró estar muy capacitada. Tras concluir sus estudios, Agnódice regresó a Atenas para ejercer como médico. Por supuesto, no podía desvelar su condi- ción de mujer, así que se siguió vistiendo y comportando como un hombre. Un día, mientras paseaba, la joven oyó unos lamentos que pro- cedían del interior de una casa. Al cruzar el umbral de la vivien- da, encontró a una muchacha sola, a punto de dar a luz. 1 Agnódice
-No, por favor -suplicó la joven entre gemidos-. No quiero que me atienda ningún hombre. Entonces, Agnódice le reveló su secreto. La joven parturienta, sorprendida, accedió a recibir ayuda y poco después dio a luz a una niña. A partir de aquel suceso, el secreto del médico llegado de Ale- jandría se extendió entre las atenienses y su fama fue creciendo. Pronto, las mujeres comenzaron a acudir a la consulta de Agnódi- ce, manteniendo siempre un exquisito cuidado para no desvelar la condición femenina del galeno. Pasado un tiempo, los compañeros de profesión de Agnódice sintieron recelo de aquel médico tan famoso. La envidia dio paso a la murmuración y Agnódice fue acusada de seducir a sus pa- cientes. Ante el tribunal, después de escuchar la larga lista de falseda- des que se le imputaban, la joven reveló su identidad: -Esta es la prueba de que mentís -dijo mientras se retiraba la túnica-: soy una mujer. Todos los presentes se asombraron. Y una voz indignada ex- clamó: -¡En Atenas una mujer no puede ejercer la Medicina! ¡Su deli- to debe ser castigado con la pena de muerte! -¡Que la condenen! -clamó otra voz masculina. Fue en ese instante cuando ocurrió algo aún más sorprenden- te: las mujeres que estaban entre el público se hicieron oír, opo- niéndose al veredicto de los hombres: -Ella nos ha salvado la vida a muchas de nosotras -protestó una mujer. -Si Agnódice es condenada, todas moriremos con ella -ame- nazó otra-. ¡Y Atenas se quedará sin mujeres! Aquella pacífica revuelta femenina resultó eficaz. Agnódice fue declarada inocente y recibió el permiso necesario para ejer- cer su profesión. ¡Ya no tendría que ocultarse ni vestir como un hombre!. Y lo que es más importante, aquel suceso provocó una modifi- cación de las leyes que permitió que las mujeres griegas pudieran, desde entonces, estudiar Medicina. 1 Alumno:
Agnódice
1. ¿Qué sueño tenía Agnódice?
ejercicios
2. ¿Por qué era una locura?
3. ¿Cómo pudo engañar Agnódice a los demás?
4 ¿Dónde estudió la protagonista?
5. ¿Dónde vivía Agnódice?
6. ¿Qué le ocurría a la muchacha que encontró Agnódice?
7. ¿Quién tenía envidia de Agnódice?
8. ¿Quienes defendierona a Agnódice en el tribunal?
9 ¿Qué consecuencias tuvo el juicio contra Agnódice para los griegos?
Agnódice
crónicas relatos de hechos históricos
insaciable que no se hartaba progenitor padre ateniense de la ciudad de Atenas parto momento del nacimiento varón hombre identidad quién era, personalidad instruirse aprender umbral puerta, entrada dar a luz parir parturienta mujer que está dando a luz o acaba de hacerlo galeno médico murmuración habladurias seducir atraer físicamente para mantener relaciones sexuales imputaban atribuían ejercer desempeñar, trabajar como veredicto decisión de un jurado o de un juez 1 Textos informativos - guías de viaje
Agnódice
En las viejas crónicas de la Antigüedad se cuenta la crónicas: relatos de he-
vida de Agnódice, la primera mujer médico de la his- chos históricos toria.
A gnódice fue una niña curiosa, de fuerte carácter y
con un insaciable interés por las cuestiones científicas. insaciable: que no se hartaba -Déjalo ya, hija -suplicaba el padre ante las intermina- bles preguntas de la pequeña. Con el tiempo, Agnódice se convirtió en una joven re- belde e inteligente. Extraordinariamente sensible al sufri- semejantes: personas miento de sus semejantes, la muchacha alimentó un sueño escandaloso para la sociedad de la época. Un día, se decidió a compartir aquellos planes con su padre: -Quiero estudiar Medicina, padre. -¿Te has vuelto loca, hija? ¡Sabes que esos estudios están prohibidos a las mujeres! -Muy bien. Pues me haré pasar por un hombre -replicó ella. De nada sirvieron los esfuerzos de su progenitor por ha- progenitor: padre cerla desistir. Para Agnódice, ser médico era una excelente manera de ayudar a los demás, sobre todo a las mujeres. Y es que, en la sociedad ateniense de su tiempo, no estaba ateniense: de la ciudad de muy bien visto que las mujeres acudieran al médico, y ellas Atenas mismas sentían vergüenza de ser examinadas por un hom- bre. Esa era la razón por la que muchas morían sin asis- tencia durante los partos y ponían en peligro la vida de sus parto: momento del hijos recién nacidos. Solo en situaciones graves los médicos nacimiento eran avisados para atender a alguna mujer. Decidida a cumplir su sueño, una noche, Agnódice se vistió como un varón y partió hacia Alejandría para estu- varón: hombre diar Medicina. Allí vivió años difíciles y apasionantes. Por un lado, tuvo que hacer esfuerzos para ocultar su identidad identidad: quién era, y poder relacionarse con sus compañeros varones. Por otro, personalidad obtuvo la satisfacción de instruirse en una materia que le instruirse: aprender entusiasmaba y para la que demostró estar muy capacitada. Tras concluir sus estudios, Agnódice regresó a Atenas para ejercer como médico. Por supuesto, no podía desvelar su condición de mujer, así que se siguió vistiendo y com- portando como un hombre. Un día, mientras paseaba, la joven oyó unos lamentos que procedían del interior de una casa. Al cruzar el umbral umbral: puerta, entrada 1 Textos informativos - guías de viaje
Agnódice de la vivienda, encontró a una muchacha sola, a punto de dar a luz. dar a luz: parir
mente. -No, por favor -suplicó la joven entre gemidos-. No quiero que me atienda ningún hombre. Entonces, Agnódice le reveló su secreto. La joven partu- parturienta: mujer que está rienta, sorprendida, accedió a recibir ayuda y poco después dando a luz o acaba de hacerlo dio a luz a una niña. A partir de aquel suceso, el secreto del médico llegado de Alejandría se extendió entre las atenienses y su fama fue creciendo. Pronto, las mujeres comenzaron a acudir a la consulta de Agnódice, manteniendo siempre un exquisito cuidado para no desvelar la condición femenina del galeno. galeno: médico
Pasado un tiempo, los compañeros de profesión de Ag-
nódice sintieron recelo de aquel médico tan famoso. La en- recelo: desconfianza, sospecha vidia dio paso a la murmuración y Agnódice fue acusada murmuración: habladurías de seducir a sus pacientes. seducir: atraer físicamente
Ante el tribunal, después de escuchar la larga lista de fal-
sedades que se le imputaban, la joven reveló su identidad: imputaban: atribuían
-Esta es la prueba de que mentís -dijo mientras se retira-
ba la túnica-: soy una mujer. Todos los presentes se asombraron. Y una voz indigna- da exclamó: -¡En Atenas una mujer no puede ejercer la Medicina! ejercer: desempeñar, ¡Su delito debe ser castigado con la pena de muerte! trabajar como
-¡Que la condenen! -clamó otra voz masculina.
Fue en ese instante cuando ocurrió algo aún más sor- prendente: las mujeres que estaban entre el público se hi- cieron oír, oponiéndose al veredicto de los hombres: veredicto: decisión de un jurado o de un juez -Ella nos ha salvado la vida a muchas de nosotras -pro- testó una mujer. -Si Agnódice es condenada, todas moriremos con ella -amenazó otra-. ¡Y Atenas se quedará sin mujeres! Aquella pacífica revuelta femenina resultó eficaz. Agnó- dice fue declarada inocente y recibió el permiso necesario para ejercer su profesión. ¡Ya no tendría que ocultarse ni vestir como un hombre!. Y lo que es más importante, aquel suceso provocó una modificación de las leyes que permitió que las mujeres griegas pudieran, desde entonces, estudiar Medicina.