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og | INIVERSITARIAS 20 AINTOLOGIA ADE ESTUDIOS DE ETNOLINGUISTICA SV SOCIOLINGUISTICA | Nae —— — iS S —y ib LA RELACION ENTRE LENGUAJE Y PENSAMIENTO Y CONDUCTA HABITUALES * Benjamin Lee Whorf Los seres humanos no viven solamente en el mundo obj en el mundo de la actividad social como generalmente se entien- de, sino que estén a merced del idioma que ha venido a ser el medio de expresién de su sociedad. Es una ilusién imaginar que uno se ajusta a la realidad sin el uso de Ia lengua y que la lengua es sélo un medio incidental de resolver problemas especi- ficos de comunicacién 0 reflexién. El hecho es que el “mundo real” est4 hecho inconscientemente en gran parte de los habitos lingiiisticos del grupo... Vemos, oimos y experimentamos de cierta manera porque los habitos lingiiisticos de nuestra comuni- dad nos predisponen a ciertas selecciones de interpretacién. Epwarp Sapir Probablemente habra consenso undnime sobre la afirmacién de que una pauta aceptada en el uso de las palabras es a menudo anterior a ciertos lineamientos de pensamiento y a ciertas formas de conducta; pero quien acepta esto.a menudo ve en ello, por una parte, sélo un reconocimiento perogrullesco del poder hip- nético de la terminologia filosdfica y erudita, y por otra, lemas, slogans y gritos de animacién. Verlo as{ es omitir una de Jas interconexiones importantes que Sapir vio entre Ja cultura, el lenguaje y la sicologia, sucintamente expresadas en Ja cita intro- ductoria. No es tanto en estos usos especiales del lenguaje como en sus formas constantes de arreglar los datos y en los andlisis més corrientes de los fenémenos que hemos de reconocer la influencia que tiene en otras actividades culturales y personales. De cémo el nombre de la situacidn afecta al comportamiento Conoci un aspecto de este problema antes de haber estudiado con el doctor Sapir y en un campo cominmente considerado * Publicado originalmente con el titulo: “The Relation of Habitual ‘Thought and Behavior to Language” en Language, culture, and personality. Essays in memory of Edward Sapir, editado por Leslie Spier (Menasha, Wis: Sapir Memorial Publication Fund., 1941), pp. 75-93. Traduccién publicada con permiso de Ia sefiora viuda de Whorf y de University of Utah Press. 125 ajeno a la lingiiistica. Fue en el transcurso de mi trabajo profe- sional con una compafiia de seguros contra incendio, cuando me tocé el oficio de analizar muchos cientos de informes sobre las circunstancias que rodean Ia iniciacién de los incendios y en algunos casos las explosiones. Mi anilisis se dirigia hacia las condiciones puramente fisicas, instalaciones eléctricas defectuo- .sas, presencia o ausencia de espacios de aire entre conductores metdlicos y madera, etcétera, y los resultados se presentaban en estos términos. Ciertamente el trabajo se emprendié sin sospe char que se revelarian o podrian revelarse otros factores cuales- quiera. Pero a su debido tiempo se hizo evidente que no sdlo una situacién fisica: qua fisica, sino el significado de tal situa- cién para Ja gente era a veces un factor que a través del compor- tamiento de las personas se traducfa en incendio. Y el “signifi cado” era un factor clarfsimo cuando era un significado lingiits- tico que residfa en el nombre o en la descripcién lingiiistica comiinmente aplicada a la situacién, Asi, el comportamiento alrededor de un depésito de “tanques de gasolina” tender4 a un cierto tipo, esto es, se tendra gran cuidado; mientras que alre- dedor de un depésito de lo que se lama “tanques vacios de gaso- lina” el comportamiento tenderd a ser diferente —descuidado, con poca restriccién de fumar o arrojar colillas a su alrededor. Sin embargo los tanques vacfos son quiz4 los mas peligrosos puesto que contienen vapores explosivos. Fisicamente la situa- cién es peligrosa, pero el andlisis lingiiistico de acuerdo con la analogia regular ha de emplear la palabra “vacfo”, lo que inevi- tablemente sugiere ausencia de riesgo. La palabra “vacio” se emplea en dos esquemas lingiiisticos: 1. como virtual sinénimo de “nulo y vacuo, negativo, inerte”; 2. aplicada al andlisis de situaciones fisicas sin tener en cuenta, por ejemplo, vapores, vestigios liquidos 0 desechos diseminados en el recipiente. La situacién queda definida de acuerdo a la pauta 2 y luego la actividad real en torno a lo que asi ha sido definido se basa en la pauta 1; esto es una férmula general para el condiciona- miento lingitistico de la conducta que se torna peligrosa. En una planta de destilacién de madera los destiladores meté- licos estaban aislados con una composicién a base de “piedra caliza molida”, No se hizo ningin intento de proteger esta cubierta del excesivo calor o del contacto con las Hamas. Des- pués de-un periodo de uso el fuego bajo uno de los destiladores se propagé a la “piedra caliza”, que ante la sorpresa general ardié vigorosamente. La exposicién a las emanaciones del Acido acético proveniente de los destiladores habia convertido parte 126 de la caliza (carbonato de calcio) en acetato de calcio; éste, cuando se calienta se descompone y forma acetona inflamable. La conducta que toleraba fuego cerca de la cubierta fue moti- vada por el uso de “piedra caliza", cuyo componente —“pie- "— implica incombustién. Se observé que una gran caldera de hierro con barniz ardien- te estaba recalentada a un grado de temperatura cercano al punto de ignicién. El trabajador la retiré del fuego y la hizo deslizarse hasta cierta distancia, pero no la cubrié. En cuestién de minutos el barniz ardfa. Aqui la influencia lingitistica es més compleja; se debe a la objetivacién metaférica (de la que hablaremos mds tarde) de “causa” en el sentido de contacto © yuxtaposicién espacial de “‘cosas” —al analizar la situacién de “en el fuego” y “fuera del fuego”. En realidad el estadio en que el fuego externo era el factor principal ya habfa pasado; el sobrecalentamiento era ahora un proceso interno de convexién hacia el barniz desde la caldera intensamente calentada y que continuaba cuando estaba “fuera” del fuego. Un calentador eléctrico poco usado, que estaba en una pared, servia a un trabajador de percha para su abrigo. Por la noche un celador entraba, movia el interruptor, lo que verbalizaba “encender la luz”; no aparecia luz alguna, lo que verbalmente se traducia en: “se fundié”. No podrfa ver el resplandor del calentador porque el viejo sobretodo lo impedia. Pronto el ca- lentador hizo arder el abrigo, lo que produjo un incendio en el edificio. Una teneria descargaba el agua sobrante (que contenfa mate- rias animales) en un estanque slo en parte techado, Esta situa- cién se verbalizaba ordinariamente como “tanque de agua”. Un trabajador tuvo que prender su limpara de soldar en la cerca- nfa y tir un fésforo al agua. Pero los residuos descompuestos de la materia desarrollaron gas‘ bajo la cubierta de madera de tal manera que la mezcla era lo menos parecido al agua. Una instantanea Iamarada abrasé la madera y el fuego se propagé rapidamente al edificio adyacente. Un salén para secar pieles tenia acondicionado un ventilador en uno de los extremos para formar una corriente de aire con el viento que entraba por un respiradero situado al otro extre- mo. El fuego principié con un sobrecalentamiento del soporte del ventilador que mandé las lamas directamente a las pieles y las empujé a lo largo de la habitacién, destruyendo todas las existencias. Esto se originé naturalmente por el término “ven- tilador", cuyo equivalente lingiifstico: “lo que sopla”, implica 127 que su funcién es necesariamente soplar. También su funcién se verbaliza como “soplar aire para secar”, omitiendo que puede soplar otras cosas como Hamas o chispas. En realidad un venti- lador simplemente produce una corriente de aire y puede extraer © soplar. Deberfan haberlo instalado en el respirad¢ro para que dirigiera el aire sobre las pieles, después a través de la zona de peligro (su propio soporte y cubierta) y luego fuera. Junto a una caldera de fundicién calentada con carbén, para regenerar plomo estaba amontonada una pila de “desecho de plomo” —verbalizacién despistadora— pues la pila constaba de léminas de plomo de viejos condensadores de radio que ain tenfan papel de parafina entre ellos. Pronto la parafina ardié e incendié el techo, la mitad del cual fue consumido. Tales ejemplos, que podrian multiplicarse, son suficientes para mostrar cémo la sugestién de una cierta linea de conducta se da debido a las analogias de la férmula lingilistica con una situacién dada, y por ella se analiza, se clasifica, y se le asigna su lugar en ese mundo que est4 en gran medida inconscientemente construido sobre los hdbitos lingiiisticos del grupo. Y siempre suponemos que el anilisis lingiiistico hecho por nuestro grupo refleja la realidad mejor de lo que lo hace. Pautas gramaticales como interpretaciones de la experiencia El material lingiiistico citado en los ejemplos anteriores se limita a simples palabras, frases y pautas de limitado alcance. No se puede estudiar la coaccién de tal material sobre el com- portamiento sin sospechar otra compulsién que proviene de una vasta estructuracién de categorias gramaticales tales como plura- lidad, género y clasificaciones similares (animado, inanimado, etcétera), tiempos, voces y otras formas verbales, clasificaciones del tipo “partes de la oracién” y de si un morfema unitario, una palabra flexionada o una combinacién sintactica es lo que deno- ta una experiencia. Una categoria como la del mimero (singular versus plural) es un intento de interpretar todo un gran sector de experiencia, virtualmente todo el mundo o la naturaleza; es un intento de demostrar cémo debe segmentarse la experiencia, cual experiencia debe Iamarse “una” y cual “varias Pero la dificultad para apreciar la magnitud de la influencia es grande a causa de su cardcter de trasfondo, y de la dificultad de permanecer fuera de nuestro propio idioma que es un hdbito y un non est disputandum cultural, de escudrifiarlo objetivamen- te. ¥ si tomamos una lengua muy distinta, esta lengua se vuelve 128 una parte de la naturaleza y aun le hacemos lo que ya le hemos hecho a Ia naturaleza. Tendemos a pensar en nuestra propia lengua para examinar la lengua exética. Y encontramos la tarea de desenmarafiar las dificultades puramente morfoldgicas tan gigantescas que parecen absorber todo lo demas. Sin embargo, el problema, aunque dificil, tiene solucién y el mejor acceso es a través de una lengua exética, pues en su estudio estamos en ulti- mo término empujados (queramos 0 no) fuera de nuestros ha- bitos. Luego encontramos que la lengua exética es un espejo le- vantado frente a la nuestra. En mi estudio de la lengua hopi, lo que veo ahora como una oportunidad para trabajar en este problema, se me impuso antes de que yo me diera cuenta del mismo. La aparentemente inter- minable tarea de describir la morfologia por fin termind; sin embargo era evidente, especialmente a Ja luz de las conferencias de Sapir sobre el navajo, que la descripcién del lenguaje estaba muy lejos de ser completa. Sabia por ejemplo la formacién mor- folégica de los plurales pero no cémo usar esos plurales, Era evidente que la categoria del plural en hopi no era lo mismo que en inglés, francés 0 aleman. Algunas cosas que eran plural en esas Ienguas eran singular en hopi. La fase de investigacién que entonces principié durd casi dos afios, El trabajo empezé a tomar el cardcter de una comparacién entre el hopi y las lenguas europeas occidentales. También re- sulté evidente que aun Ia gramatica hopi tenfa relacién con la cultura hopi, como la gramitica de las lenguas europeas con nuestra propia cultura “occidental” o “europea”. Y resulté que la interrelacién implicaba grandes inclusiones de la experiencia medio del lenguaje, tales como nuestros propios términos iempo”, “espaci substancia”, “materia”. Puesto que res- pecto a los rasgos comparados, hay poca diferencia entre los idio mas inglés, francés, alemdn y otras lenguas europeas con Ia posi- ble (pero dudosa) excepcién de los idiomas balto-eslavos y no- indoeuropeos, he juntado esas lenguas en un grupo llamado SAE © Standard Average European (europeo medio estandar) . Esa parte de la completa investigacién de que vamos a infor- mar aqui puede resumirse en dos preguntas: 1) ¢Se dan nuestros conceptos “tiempo”, “espacio” y “materia”, basicamente en la misma forma para todos los hombres o estén condicionados en parte por la estructura de las lenguas especificas? 2) ¢Hay afi- nidades discernibles entre a) normas culturales y de comporta- 129 miento y 6) estructuras lingiifsticas de largo alcance? Seria el liltimo en pretender que hay algo tan definido como “una corre- lacién” entre cultura y lengua y especialmente entre los rubros etnolégicos: “agricola, “ca:ador”, etcétera, y rubros lingiifsticos tales como “flexionante”, “sintética” o “aislante”. * Cuando principié el estudio, el problema de ninguna manera estaba tan claramente formulado y ten{a poca idea de que las respuestas resultarian como resultaron. Pluralidad y numeracién en SAE y en hopi En nuestro idioma, es decir en SAE, la pluralidad y los mimeros cardinales se aplican de dos maneras: a plurales reales y a plu- rales imaginarios, 0 ms exacta aunque menos suscintamente: conjuntos perceptibles en el espacio y conjuntos metaféricos. Decimos “10 hombres” y también “10 dfas”. Diez hombres pue- den ser o podrian ser objetivamente percibidos como 10, diez en un solo grupo de percepcién;? por ejemplo, diez hombres en Ia esquina de una calle. Pero “diez dias” no pueden experi- mentarse objetivamente. Experimentamos s6lo un dia, hoy, y los otros nueve (0 aun los diez) son més bien evocaciones de la memoria o de la imaginacién. Si diez dias se consideran en grupo son s6lo un grupo imaginario construido mentalmente. ¢De dén- de viene esta pauta mental? Tal como en el caso de los errores que causan incendios, del hecho de que nuestra lengua confunde las dos situaciones diferentes, que pueden ser expresadas s6lo con una pauta. Cuando hablamos de diez pasos hacia adelante, diez campanadas o cualquier otra secuencia cfclica descrita si- milarmente, de cualquier tipo de “veces” estamos haciendo lo mismo que con “dias”. La periodicidad trae como respuesta plu- rales imaginarios. Pero una semejanza entre la periodicidad y el conjunto no se da irremisiblemente por experiencias anterio- res al lenguaje, o de lo contrario se encontrarfan en todas las lenguas y éste no es precisamente el caso. 1Tenemos muchisimas pruebas de que éste no es el caso. Considérese ‘s6lo el hopi y el yute con idiomas que en el nivel morfoldgico y léxico son tan similares como el inglés y el aleman. La idea de “correlacién” entre idioma y cultura, en el sentido generalmente aceptado de Ia palabra, es equivocado. 2.Cuando decimos “diez al mismo tiempo” mostrando que en nuestro idio- ma y pensamiento exponemos del modo més claro el hecho de percepcién de grupo en términos de un concepto “tiempo”, cuyo componente lingiifs- tico mayor aparecerd en el curso de este trabajo. 180 Nuestra conciencia del tiempo y de la periodicidad contiene ciertamente algo inmediato y subjetivo: la sensacién basica de que se hace mas y més tarde. Pero en nuestro pensamiento ha- bitual como hablantes de SAE, esto se oculta bajo algo comple- tamente diferente, que aunque mental no deberfa Mamarse sub- jetivo, Yo lo Ilamo objetivado o imaginario porque usa como modelo el mundo exterior. Es esto lo que refleja nuestro uso lingiiistico. Nuestra lengua no distingue entre los mimeros con- tados en entidades separadas y los ntimeros que se estén simple- mente contando. El pensamiento habitual supone que con los liltimos se cuenta “algo” exactamente igual que con los prime- ros. Esto es objetivacién. Los conceptos de tiempo pierden con- tacto con Ia experiencia subjetiva de “hacerse més tarde” y son objetivados como cantidades que se cuentan, especialmente como longitudes hechas de unidades como las de una longitud que puede dividirse en pulgadas. Una “longitud de tiempo” se pre- senta como una hilera de unidades similares, como una hilera de botellas. En hopi hay una situacién lingiiistica diferente. Plurales y cardinales se usan slo para entidades que forman o pueden for- mar un grupo objetivo. No existen plurales imaginarios; en su lugar hay ordinales que se usan con singulares. Una expresién como “diez dias” no se usa. La frase equivalente es la operacio- nal que llega a un dia mediante una cuenta adecuada. “Permanecieron diez dias” se convierte en: “permanecieron hasta el décimo primer dia” o “se fueron después del décimo dia”. “Diez dias es mas que nueve dias” se torna en “el décimo dia es posterior al noveno”. Nuestra “longitud de tiempo” no se considera como una longitud sino como una relacién de poste- rioridad entre dos eventos. En vez de nuestra objetivacién lin- giiisticamente promovida de ese dato de la conciencia que Ila- mamos “tiempo”, la lengua hopi no ha sentado ninguna pauta que pueda encubrir el subjetivo “hacerse més tarde”, que es la esencia del tiempo. No es excepcién a esta regla de falta de plural el que un sustantivo de materia pueda coincidir en lexema con un nombre individual que por su puesto tiene plural; por ejemplo, “de piedra” (sin plural) y “una piedra” (plural “piedras"). La forma plural que denota variedades, “vinos", es Por supuesto una cosa diferente de la del verdadero plural; es un efecto curioso de los nombres de materia SAE, que conducen a otr clase de con- juntos imaginarios. los cuales se omitiran en este trabajo. 181 Sustantivos de cantidad fisica en SAE y en hopi Tenemos dos clases de sustantivos que denotan objetos fisicos: sustantivos fisicos unos que se refieren a individuos y otros a materia, tales como “agua, leche, madera, granito, arena, harina, carne”. Los primeros denotan cuerpos con perfiles definidos: un 4rbol, un palo, un hombre, una colina. Los segundos denotan un continuo homogéneo sin implicacién de limites. La distin- cién se marca por la forma lingiiistica, por ejemplo los sustan- tivos que se refieren a materia no tienen plurales, en inglés no tienen articulo y en francés toman el articulo partitivo du, de la, des. La distincién est mds extendida en la lengua que en la apariencia observable de las cosas. Mas bien pocos fenémenos se presentan como extensiones ilimitadas; “aire”, por supuesto, y a menudo “agua, Iuvia, nieve, arena, roca, mugre, hierba”. En tal clase de manifestacién no encontramos “mantequilla, carne, tela, hierro, vidrio” o la mayoria de “materiales”, sino los cuer- pos pequefios o grandes con perfiles definidos. La distincién casi se impone a nuestra descripcién de eventos, a causa de una ineludible pauta en el lenguaje. Es tan inconveniente en tantos casos que necesitamos alguna manera para individualizar el sus- tantivo de materia mediante recursos lingiiisticos adicionales. Esto se hace en parte mediante nombres que evocan cuerpos: “palo de madera, pedazo de tela, hoja de vidrio, pastilla de ja- bén"; también y atin mas poniendo nombres de recipientes aun- que su contenido sea el producto verdadero: “vaso de agua, taza de café, plato de comida, talego de harina, botella de cerveza”. Estas frmulas comunes de recipientes en las cuales la palabra “de” tiene un significado obvio y visualmente perceptible ("“con- tenido”) influye sobre nuestra conciencia para férmulas de tipo menos obvio: “palo de madera, montén de masa”, etcétera. Las férmulas son muy similares: sustantivo individual mds un rela- cionante similar (inglés of; espafiol “de”). En caso obvio este relacionante denota contenido. En el que no es obvio “sugiere” contenido. Por esto “‘montén, trozo, bloque, pedazo”, etcétera, parecen contener algo: “sustancia”, “materia”, que responde a “café”, 0 “harina” de las {6rmulas con recipiente. Entre los hablantes del grupo SAE, la sustancia y la materia filosdficas son una idea ingenua; son aceptadas instantaneamen- te pues son de “sentido comin”. Ast es a través del hdbito lin- giilstico. Nuestra pauta de lenguaje a menudo nos demanda nombrar un hecho fisico por un binomio que divide la referen- 132 cia en un concepto sin forma, més una forma. Nuevamente el hopi es diferente. Una de las clases formalmente distinta es la de los sustantivos. Pero esta clase no contiene ninguna subclase formal de nombres que se refieren a la materia, Todos los sus- tantivos tienen un sentido individual y al mismo tiempo formas singular y plural, Los sustantivos que traducen més cercamente nuestros sustantivos de materia se refieren a cuerpos vagos 0 a extensiones vagameate perfiladas. Implican indefinicién, pefo no pérdida de limite y tamafio. En frases especificas, “agua” signi- fica una cierta cantidad de agua, pero no lo que Ilamamos “sus- tancia agua”. La generalidad de las proposiciones se expresa por medio del verbo 0 del predicado, no por el sustantivo, Puesto que los sustantivos son individales no estan individualizados ni por medio de cuerpos tipo ni por medio de nombres de recipien- tes, puesto que no hay necesidad especial de subrayar la forma o el recipiente, El sustantivo por s{ mismo implica un cuerpo o recipiente adecuado, Uno no dice “un vaso de agua” sino ka-yi: “un agua”; no un “charco de agua” sino pa.ha; 4 no un “plato de harina de trigo”, sino yomni: “una (cantidad de) harina de trigo;” no un “pedazo de carne” sino sik"i: “una carne”. La lengua no tiene ni necesita analogias sobre las cuales construir cl concepto de existencia como dualidad de concepto informal y formal. Trata de conceptos sin forma por medio de otros sim- bolos distintos de los sustantivos. Fases de ciclos en SAE y en hopi Términos como “verano, invierno, septiembre, mafiana, tarde, creptsculo,” son para nosotros sustantivos y tienen en la forma ingiiistica poco que los diferencien de otros sustantivos. Pueden ser sujetos 0 complementos y decimos “en el crepisculo” o “en invierno”, tal como decimos “en la esquina” o “en el huerto’ se pluralizan y cuentan como sustantivos u objetos fisicos tal como hemos visto, Nuestro pensamiento acerca de los referentes de tales palabras se objetivan. Sin objetivacién serfa una expe- riencia subjetiva de tiempo real; por ejemplo, de la conciencia 4EI honi tiene dos palabras para cantidades de agua: ka-yi y pa-ha. La diferencia es parecida a la que hay entre “piedra” y “roca”; pa-ha sig- nifica mayor tamaiio y “estado silvestre”; el agua corriente, esté 0 no al aire libre o en Ja naturaleza, es pa-ha; la “humedad”, también. Pero a diferencia de “piedra” y “roca”, la distincién es esencial, no connotativa Las dos palabras rara ver pueden intercambiarse. . 5 Ciertamente hay unas cuantas diferencias menores de otros sustintivos: en inglés, por ejemplo, en el uso de los articulos 133 de “hacerse mas y més tarde”, simplemente una fase ciclica pare- cida a una fase anterior en esa duracién que se hace cada vez mas tardia. Solamente por medio de Ja imaginacién puede tal fase ciclica ponerse junto a otra y a otra a la manera de una configuracién espacial (esto es, visualmente percibida) . Pero tal es el poder de la analogia lingiiistica al objetivar las fases ciclicas. Lo hacemos aun al decir “una fase” y “fases” en lugar de “fasando”. Y la pauta de sustantivos individuales y de materia con la férmula binomia que resulta de concepto sin forma, més forma, es tan general que es implicito para todos los sustantivos y por ello existen nuestros conceptos sin forma como ‘sustancia, materia”, por medio de los cuales podemos completar la f6rmula binomia para una amplisima gama de sustantivos. Pero aun ésos no estén completamente generalizados para admi tir nuestros sustantivos de fase. Asi, para los sustantivos de fase hemos hecho un concepto sin forma: “tiempo”. Lo hemos hecho usando “un tiempo”, por ejemplo una ocasién o una fase, si- guiendo la pauta de un sustantivo de materia exactamente como de “un verano” hacemos “verano” segiin la pauta de un sustan- tivo de masa. Asi con nuestra {érmula binomia podemos decir y pensar en “un momento de tiempo, un segundo de tiempo, un afio de tiempo”. Permitaseme sefialar otra vez que la pauta es simplemente la de “una botella de leche” o de “un pedazo de queso”. As{ podemos imaginar que “un verano” contiene en efecto o consiste en tal y tal cantidad de “tiempo”. En hopi sin embargo todos los términos de fase como “verano, mafiana”, etcétera, no son sustantivos sino una especie de ad- verbios, para usar la analogia més cercana al SAE. Son por si mismos una parte formal de la oracién, diferente de los sustan- tivos, verbos 0 aun de otros adverbios hopis. Tal palabra no es un caso o una pauta locativa como des Abends (por la tarde), 0 in the morning (por la majiana). No tiene morfemas como el de in the house (en la casa) 0 at the tree (en el arbol; © signi- fica “cuando est amaneciendo” 0 “mientras esta ocurriendo la fase matinal”. Estos “temporales” no se usan como sujetos o com- plementos 0 como sustantivos. Uno no dice “es un verano calien- 6 Year, “afio”, y ciertas combinaciones de year con nombre de estacién —raramente los nombres de estacién solos— pueden darse con un morfema locativo: at, pero esto es excepcional. Parece una reliquia histérica de otra pauta anterior o el efecto de la analogia inglesa o ambas cosas. 134 Re te” o “el verano es caliente”; el verano no es caliente, el verano es solamente cuando las condiciones son térridas, cuando ocurre el calor. No se dice “este verano” sino “el verano ahora” o “el verano recientemente”. No hay objetivacién en cuanto a regién, extensién, cantidad del sentimiento subjetivo de duracién. Nada se sugiere sobre el tiempo excepto su perpetuo “hacerse mas tarde”. Y as{ no hay base para un concepto sin forma que res- ponda a nuestro “tiempo”, Formas temporales de los verbos en SAE y en hopi EI sistema de verbos con tres tiempos del SAE, matiza todo nues- tro pensamiento sobre el tiempo. Este sistema se amalgama con ese esquema mayor de objetivacién de la experiencia subjetiva de duracién ya anotada, y con la férmula binomia aplicable a los sustantivos en general, con los sustantivos temporales, con la pluralidad y la numeracién. Esta objetivacién nos capacita ima- ginativamente para “colocar las unidades de tiempo en una hi- lera”. Imaginar el tiempo como una fila, armoniza con el siste- ma de tres tiempos; mientras que un sistema de dos, un ante- rior y un ulterior, pareceria corresponder mejor al sentido de duracién tal como se experimenta. Pues si investigamos la con- ciencia no encontramos pasado, presente o futuro sino una uni- dad que abarca todo. Todo esté en la conciencia y todo en la conciencia es y esté junto. Hay un perceptible y un no-percep- tible, Podemos Mamar perceptible lo que estamos viendo, oyen- do, tocando —“el presente”—, mientras que en el no-perceptible es el inmenso mundo de imagenes de la memoria, se titula “el pa- sado” y otro reino de creencias ,intuicién e incertidumbre, “el futuro”; aunque sensacién, memoria, previsién, estan todos jun- tos en la conciencia —no es que el uno esté “atin por venir” y el otro ya haya venido “una vez por todas”. La legada del tiempo real consiste en que estos contenidos de conciencia se hacen “tardfos” cambiando ciertas relaciones de manera irreversible. En este “retardarse” o “durar” me parece que hay un contraste notable entre lo novisimo, ultimo instante en el foco de la aten- cién, y el resto —Io anterior. Las lenguas por lo general se las arreglan con dos tiempos para responder a esta importante rela- cién entre “més tarde” y “mas temprano”. Podemos por supues- to construir y contemplar en pensamiento un sistema de pasado, presente y futuro, objetivado como puntos sobre una linea. Esto es lo que nos lleva a hacer nuestra tendencia a la objetivacién general y lo que nuestro sistema de tiempos confirma. 135, En inglés el tiempo presente parece ser el que esté en menos armonia con la principal relacién temporal. Es como si se le obligara a varias tareas no completamente congrueres. Una ta- rea es colocarse como término medio objetivado entre'el pasado y el futuro objetivado, para la narracién, discusién, argumento, légica y filosofia, Otra tarea es denotar inclusién en el campo sensorial: [ see him (Yo lo veo). Otra es regulativa, es decir, para proposiciones acostumbrada o generalmente validas: IVe see with our eyes. (Vemos con nuestros propios ojos) ; estos va riados usos introducen confusiones de pensamiento, de las cuales en su mayorfa no nos damos cuenta. EI hopi, como es de suponer, también es diferente en esto. Los verbos no tienen “tiempos” como los nuestros, sino que tienen formas de validez (“‘aseveraciones”) , aspectos y formas para ligar cléusulas (modos) que evan a una mayor precisién del habla. Las formas de validez denotan que el hablante (no el sujeto) informa sobre la situacién (correspondiente a nuestro pasado y presente) o que él lo espera (correspondiente a nuestro futuro) 7 (© que hace una proposicién némica (correspondiente a nuestro presente némico) . Los aspectos denotan diferentes grados de du- racién y diferentes clases de tendencia “durante la duracién’ Todavia no hemos anotado nada para indicar si un evento es anterior o posterior a otro cuando se informa sobre ambos. Pero esta necesidad no aparece sino cuando se tienen dos verbos: por ejemplo dos cldusulas. En ese caso los “modos” denotan rela- ciones entre las cldusulas, incluyendo relaciones de mas tarde a mds temprano y de simultaneidad. Adem4s hay muchas palabras que expresan relaciones similares, complementando los modos y los aspectos. Las tareas de nuestro sistema de tres tiempos o su tiempo tripartita, objetivado linealmente, se distribuye entre va- rias categorias verbales, completamente diferentes de nuestros tiempos; y no hay mas base para un tiempo objetivado en los verbos del hopi que en las otras categorias de hopi; aunque esto no es un obsticulo para que las formas verbales y otras cons- TLas formas de validez expectativa ¢ informativa contrastan de acuerdo con la relacién de mayor importancia. La expectativa expresa anticipacin que existe con anterioridad al hecho objetivo y que coincide con el hecho objetivo posterior al statu quo del hablante. Este statu quo que -incluye en s{ la condensacién del pasado es expresada por la informativa. Nuestra idea de “futuro” parece representar al mismo tiempo lo anterior (anticipa- cién) y lo posterior (después, lo que sera), como lo muestra el hopi. Esta paradoja puede sugerirnos cuin engafioso es el misterio del tiempo real y cuan artificiosamente se expresa por una relacién linear de pasado-presen- te-futuro. 136 trucciones se ajusten estrechamente a la realidad de cada situa- cién concreta. Duracién, intensidad y tendencia en SAE y en hopi Para ajustar el discurso a las multiples situaciones reales, todas las lenguas necesitan expresar la duracién, la intensidad y las tendencias. Es caracteristico del SAE y quiz de muchos otros tipos de lengua expresarlas metaféricamente. Las metaforas son de extensién espacial, es decir de tamajio, niimero (pluralidad) , posicién, forma y movimiento. Expresamos Ja duracién mediante “largo, corto, grande, mucho, rapido, despacio”, etcétera; la in- tensidad, mediante las palabras “extenso, grande, mucho, pesado, liviano, alto, bajo, agudo, tenue”, etcétera; la tendencia, me- diante “mds, aumentar, crecer, volver, adquirir, aproximar, ir, venir, levantar, caer, parar, alisar, igualar, rapido, despacio”, y asi sucesivamente a través de una lista interminable de metaforas que escasamente reconocemos como tales, puesto que son vir- tualmente el tinico medio lingiiistico utilizable. Los términos no metaféricos en este campo como “temprano, tarde, pronto, duradero, intenso, muy, tendiente”, son un mero pufiado com pletamente inadecuado para las necesidades. Es claro cémo esta condicién “encaja”. Es parte de nuestro completo esquema de objetivar —especializando imaginativamen- te cualidades o entes potenciales que son del todo no espaciales (en la medida en que nuestros sentidos espacialmente percepti- vos nos lo indican. El significado del sustantivo (entre nosotros) avanza de los cuerpos fisicos a los referentes de otra clase. Puesto que los cuerpos fisicos y sus perfiles en el espacio percibido, se denotan mediante términos de tamafio y forma y se computan segiin mimeros cardinales y plurales, esta pauta de denotacién y cémputo se extiende a los simbolos de significado no espacial y asi sugieren un espacio imaginario. Las formas fisicas “se mue- ven, se detienen, se levantan, se hunden, se acercan”, etcétera, en el espacio percibido; gpor qué no estos mismos referentes en el espacio imaginario? Esto ha ido tan lejos que escasamente po- demos referirnos a la mas simple situacién no espacial sin acudir constantemente a metaforas fisicas. “Cojo” el “hilo” del argu- mento de otro, pero si su “nivel” esté “fuera de mi alcance” mi atencién puede “errar” y “perder contacto” con el “giro”, asi que cuando mi interlocutor Hega a su “destino” diferimos am- 137 pliamente; “nuestros puntos de vista” estén realmente tan “dis- tantes” que lo que él dice “parece demasiado arbitrario” o aun un “cimulo” de necedodes. La ausencia de tales mctdforas en el lenguaje hopi es sor- prendente. El uso de términos espaciales cuando no hay espacio al que referirnos no se encuentra —como si cayera sobre él un completo tabi. La razén parece clara cuando sabemos que el hopi tiene abundantes medios léxicos y de conjugacién para expresar directamente como tales la duracién, intensidad y ten- dencia, y que las pautas gramaticales de mayor importancia no suministran analogias para un espacio imaginario como los nuestros. Los muchos aspectos verbales expresan duracién y tendencia de manifestaciones, mientras que algunas de las voces expresan intensidad, tendencia y duracién de causas 0 fuerzas que producen manifestaciones. Luego una parte especial del len- guaje: los “tensores”, una gran clase de palabras, denota sélo intensidad, tendencia, duracién y secuencia, La funcién de los tensores es expresar intensidades, “fuerzas”, y cémo contindan © varfan sus tasas de cambio, de manera que el amplio concepto de intensidad, cuando se le considera como siempre y necesaria- mente variable y continuo, incluye también tendencia y dura- cién. Los tensores comunican distincién de grado, tasa, constan- cia, repeticién, aumento y disminucién de intensidad, secuencia inmediata, interrupcién 0 secuencia después de un intervalo, etcétera; también cualidades de fuerza, tal como expresariamos metaféricamente la suavidad, lisura, pesantez y aspereza. Un rasgo sorprendente es su falta de parecido con los términos de espacio real y movimiento que pata nosotros “significa lo mis- mo”. No hay ni rastro de aparente derivacién de términos es- paciales.® Asi, mientras que el hopi en sus sustantivos parece altamente concreto, con los tensores se vuelve abstracto, en un grado casi inalcanzable para nosotros. 8 Un rastro tal es que el tensor “largo de duracién ’, que es completa- mente distinto del adjetivo “largo en el espacio”, parece contener la misma raiz que el adjetivo “grande” en el espacio. Otro, es que “algun lugar en €l espacio”, usado con ciertos tensores, significa “en algdn tiempo indefi nido”. Sin embargo, posiblemente éste no es el caso y es s6lo el tensor el que da el elemento tiempo, asi que “en alguna parte” se refiere aun al espacio y que en tales condiciones el espacio indefinido significa simple- mente aplicabilidad general, sin tener en cuenta tiempo o espacio, Otra huella es que en la palabra (ciclica) temporal “tarde” el elemento que sig- nifica “después” se deriva del verbo “separar”. Hay aun otras huellas, pero son pocas y excepcionales y obviamente no como nuestras metéforas espaciales. 138 Pensamiento habitual en SAE y en hopi La comparacién que se va a hacer ahora entre los mundos de pensamiento habitual para los hablantes de SAE y hopi, va a ser por supuesto incompleta. Solamente es posible tocar ciertos contrastes dominantes que purecen surgir de las diferencias lin- gilisticas ya anotadas. Por “pensamiento habitual” y “mundo mental” quiero dar a entender algo mas que simple lenguaje, més que las pautas lingiifsticas en sf. Incluyo todo el valor ana- légico y sugestivo de los esquemas; por ejemplo, nuestro “espa- cio imaginario” y lo que esta implicito en él, y todo el toma y daca entre lenguaje y cultura en conjunto, en donde hay una gran porcién que no es lingiifstica, pero que, sin embargo, mues- tra la influencia modeladora del lenguaje. En resumen este “mundo del pensamiento” es el microcosmos que cada hombre acarrea dentro de si, y con el cual mide y comprende lo que puede en el macrocosmos. EI microcosmos SAE ha analizado la realidad completamente en términos de lo que Hama “cosas” (cuerpo y cuasi-cuerpo) , més modos de existencia con extensién pero sin forma que él Hama “sustancias” 0 “tateria”. Tiende a ver la existencia a través de una férmula binomia que expresa cualquier cosa que existe como una forma espacial mds un continuo espacial sin forma relacionado con Ja forma, como el contenido se relaciona con los limites de su recipiente. Los entes no espaciales se espe- cializan imaginativamente y sugieren forma y continuo. EI microcosmos hopi parece haber analizado la realidad en gran parte en términos de eventos (0 mejor, “sucederse”) y la menciona de dos maneras: objetiva y subjetiva. Objetivamente, para experiencias fisicas perceptibles, los eventos se expresan ptincipalmente por medio de perfiles, colores, movimientos y otras referencias perceptivas. Subjetivamente, tanto para lo fisico como para lo no fisico, los eventos son la expresién de factores invisibles de intensidad de los cuales depende la estabilidad y persistencia o inestabilidad y tendencias de dichos eventos. Im- plica que todos los entes no se “hacen mas y mas tardios” de la misma manera; sino que algunos lo hacen creciendo como las plantas, otros esfumandose y desvaneciéndose, otros mediante un proceso de metamorfosis, algunos mds manteniendo una forma hasta que son afectados por fuerzas violentas. En la naturaleza de cada ente capaz de manifestarse como un todo definido, est la fuerza de su propio modo de duracién: su crecinjiento, deca- dencia, estabilidad, ciclicidad 0 creatividad. Por tan:o, el modo 139 como ahora se manifiesta todo ya ha sido “preparado” por las fases anteriores, y lo que sera después est4 “preparado” tanto por lo que fue como por lo que est siendo ahora. El énfasis ¢ importancia esté en este aspecto de preparacién o de estar pre- parado. Esto en hopi puede corresponder a la “cualidad de la realidad” que “materia” o “substancia” tiene para nosotros. Rasgos de comportamiento habitual de la cultura hopi Vemos que nuestro comportamiento y el del hopi estin coordi- nados de muchas maneras al microcosmos lingitisticamente con- dicionado. Como en mi trabajo sobre conflagraciones, la gente actiia en las situaciones de maneras parecidas a como hablan de elas. Una caracteristica del comportamiento hopi es el énfasis en la preparacién. Esto incluye el anuncio y preparacién a los eventos, con mu- cha antelacién; detalladas precauciones para asegurar la persis- tencia de las condiciones deseadas y énfasis en la buena voluntad como preparacién para conseguir buenos resultados. Considé- rense slo las analogias de la pauta para contar los dias. El tiem- po se juzga principalmente “en el dia” (taLk, tala) 0 “por la noche” (tok) ; tales palabras no son sustantivos sino tensores, el primero formado con Ia raiz “luz, dia”, el segundo con Ia raiz “dormir”. Se cuenta por medio de ordinales. Esto no sucede al con- tar hombres o cosas, aunque aparezcan sucesivamente, pues aun entonces se podrfan reunir en un conjunto; es la manera de contar reapariciones sucesivas del mismo hombre o cosa, incapaces de formar un conjunto. La analogia no es para considerar Ia cicli- cidad del dia como si fueran varios hombres (‘‘varios dias”), que es Io que tendemos a hacer, sino comportarnos como Io hariamos ante las visitas sucesivas del mismo hombre. No se altera a varios hombres influyendo s6lo a uno, pero se pueden preparar (y ast alterar) las préximas visitas del mismo hombre, trabajando para afectar la visita, que hace ahora. Esta es la manera como el hopi considera el futuro —trabajando dentro de la presente situacién de la cual se espera que Ieve impresa, tanto palpable como ocul- tamente, una premonicién del futuro evento de interés. Podemos decir que la sociedad hopi comprende nuestro proverbio “Lo que bien empieza bien acaba"; pero no nuestro “mafiana serd otro dia”; esto puede explicar mucho el caracter hopi. La conducta preparatoria del hopi puede dividirse a grandes rasgos en anuncio, preparacién externa, preparacién interna, participacién oculta y persistencia. El anuncio 0 publicidad pre- 140 paratoria es una importante funcién que esta en manos de un funcionario especial, el jefe clamante. La preparacién externa Heva consigo mucha actividad visible no necesariamente util del todo segiin nuestro punto de vista. Incluye préctica ordina- ria, ensayos, preparacién, formalidades introductorias, comidas especiales, etcétera (todo esto en un grado que puede parecernos demasiado detallado), intensa y sostenida actividad muscular como carreras, Iuchas, danzas que se cree que aumentan la in- tensidad de desarrollo de los eventos (aumento de produccién) , la mfmica y otras clases de magia y las preparaciones basadas en teorfas esotéricas, que incluyen quizds instrumentos ocultos como bastones, plumas y comida para orar y finalmente las grandes ceremonias y danzas ciclicas, que tienen el significado de preparar la Iuvia y las cosechas. De uno de los verbos que significan “preparar” se deriva el sustantivo para “cosecha” o “recoleccién”: na’twani, “lo preparado” o “lo que se est prepa- rando”.® La preparacién interna se hace con oraciones y meditacién, y en menor grado con buenos deseos y benevolencia para conse- guir los resultados deseados. Las actitudes hopis acentiian el po- der del deseo y del pensamiento. Con su “microcosmos” es total- mente natural que lo hagan. Deseo y pensamiento son Jo ante- rior y por consiguiente el estadio de preparacién clave, el mas importante y més critico, M4s atin, para los hopis, los propios deseos y pensamientos influyen no s6lo en las propias acciones sino también en toda Ja naturaleza. Esto también es completa- mente natural. La conciencia se entera del trabajo, de la sensa- cién del esfuerzo y energia en el deseo y en el pensamiento. Experiencias mds basicas que el lenguaje nos dicen que si la energia se expande, se producen efectos. Tendemos a creer que nuestros cuerpos pueden detener esta energia, impedir que afec- te otras cosas hasta que queramos que nuestros cuerpos mani- fisten la accién. Pero esto puede ser asi sélo porque tenemos nuestra propia base lingiifstica para una teorfa en la cual con- ceptos tan informes como “materia” son cosas que se pueden manejar slo por cosas similares, por mas materia, y por ello aisladas de los poderes de vida y pensamiento, No es mas anti- natural pensar que el pensamiento se pone en contacto con todo y penetra el universo, que pensar, como lo creemos, que una luz que viene de fuera lo hace. Y no es antinatural suponer que el Los verbos hopi de preparar no corresponden netamente a nuestro “preparar”, asi que na’twani podria interpretarse también como “aque: lo sobre Io que se practica”, “lo que se intenta” y otras acepciones. 141 pensamiento, como cualquier otra fuerza, deja por todas partes huellas de algin efecto. Ahora, cuando pensamos en un deter- minado rosal real, no suponemos que nuestro pensamiento vaya a ese arbusto real y se ocupe de él como un reflector vuelto hacia él. 2A qué suponemos que se refiere nuestra conciencia cuando estamos pensando en tal rosal? Probablemente se refiere a una “imagen mental” que no es el rosal sino un sustituto. Pero por qué seria natural suponer que nuestro pensamiento se refiere a un sustituto y no a un rosal real? Posiblemente porque estamos confusamente conscientes de que Ievamos con nosotros un com- pleto espacio imaginario, Meno de sustitutos mentales. Para nosotros los sustitutos mentales son antiguos compajieros de via- je. Junto con las imagenes del espacio imaginario que tal vez secretamente sabemos que s6lo es imaginario, recogemos el pen- samiento de rosales que existen realmente, lo que puede ser una cosa diferente, quizd porque tenemos para él un lugar mas con- veniente. E] mundo del pensamiento hopi no tiene espacio ima- ginario. El corolario de esto es que no se debe colocar el pensa- miento que trate con espacio real en cualquier parte sino en el espacio real, ni aislar el espacio real de los efectos del pensamien- to. Un hopi podria suponer naturalmente que su pensamiento (0 él mismo) trata con el rosal real —o mas probablemente con la mata de maiz— en que estd pensando. El pensamiento podria dejar alguna huella de si mismo junto con la planta en el campo. Si es un pensamiento positivo relativo a su vigor y crecimiento, es también positivo para la planta; pero si es negativo, también lo sera para Ja planta. EI hopi acentiia el factor intensidad del pensamiento. El pen- samiento para ser mas efectivo debe estar vivido en la concien- cia, definido, firme, sostenido, cargado de buenas intenciones fuertemente sentidas. Expresan la idea al traducir al inglés como “concentrarse, tenerla en su corazén”, poner su mente en ella, esperar sinceramente. La potencia del pensamiento es la fuerza que esta detras de las ceremonias de los bastones de oracién, del fumar ritual, etcétera. La pipa de oracién se mira como una ayuda para “concentrarse” (asi lo dijo mi informante). Su nom- bre, na’twanpi, significa “instrumento de preparacién” La participacién secreta es una colaboracién mental de la gente que no toma parte en el asunto real, ya sea un trabajo de cacerfa, carrera o ceremonia, pero dirige su pensamiento y buenas intenciones hacia el éxito del asunto, Los anuncios a menudo buscan conseguir la ayuda mental de tales ayudantes mentales, 142 | | | | asi como la de los participantes publicos, y contienen exhorta- ciones para que la gente ayude con su activa buena voluntad. Un parecido con nuestros conceptos de puiblico simpatizante o con Jos animadores de un juego de futbol, no obscurece el hecho de que su poder primario reside en el pensamiento dirigido y no sdlo en la benevolencia o animacién, que es lo que se espera de los participantes anénimos. En efecto, estos tiltimos principian su inanimada tarea no durante el juego sino mucho antes. Un corolario del poder de pensamiento es el poder de pensamiento erréneo para el mal; por ello un propésito para la participacién anénima es obtener Ja fuerza masiva de muchas personas bene- volentes para balancear el pensamiento dafiino de los malque- rientes. Tales actitudes favorecen muchisimo el espiritu de cooperacién 0 comunidad. Esto no quiere decir que la comuni- dad hopi no esté Iena de rivalidades y de intereses en pugna. En contra de la tendencia a la desintegracién social en tan pequefia y aislada comunidad, la teorfa de “preparacién” a tra- vés del poder de pensamiento (que conduce légicamente al gran poder de pensamiento combinado, intensificado y armonizado de toda la comunidad) debe ayudar mucho a un grado no des- preciable de cooperacién que a despecho de las pendencias pri- vadas, el pueblo hopi muestra en todas sus actividades impor- tantes. Las actividades “preparatorias” hopis muestran nuevamente un resultado de su trasfondo de pensamiento lingiiistico con énfasis en la persistencia v en la constante e insistente repeticién. El sentido de valor acumulativo de innumerables pequefios im- pulsos se amortigua por una visién del tiempo objetivado y es- pecializado como la nuestra realzada por una manera de pensar cercana al sentimiento subjetivo de duracién, del incesante “‘ha- ciéndose tarde” de los eventos. Para nosotros, para quienes el tiempo es un movimiento en el espacio, la repeticién invariable parece diseminar su fuerza a lo largo de una hilera de unidades de ese espacio, con lo que se desperdicia. Para el hopi, para quien el tiempo no es un movimiento sino “hacerse tarde” todo lo que se ha hecho, la repeticién invariable no es un desperdicio 30 Ver, verbigracia, Ernest Beaglehole, Notes on Hopi Economic Life (Yale University Publications in Anthropology, mim. 15. 1987). especialmente la referencia al anuncio de una caceria de conejo, y luego, en la pigina $0, la descripcién de las actividades relacionadas con la limpieza de Toreva Spring: anuncios, distintas actividades de preparacién; por ultimo, prepa racién de la continuacién de Ios buenos resultados ya obtenidos y Ta conti- nuacién de la corriente de agua. 143 sino una acumulacién. Es almacenamiento de un cambio invis ble que se aplaza para eventos posteriores. "! Como hemos visto, es como si el retorno del dia se sintiera como el retorno de la misma persona, un poquito mds vieja jyero con toclas las seftales del dia anterior, y no como “otro dia” es decir como una per- sona completamente diferente. Este principio unido con el noder de pensamiento y con los rasgos de cultura general dle los indios pueblo, se expresa en la teorfa de la danza ceremonial hopi para atraer la Iluvia y las cosechas, asi como en su corto paso salton que se repite miles de veces hora tras hora. Algunas sefiales del habito lingiiistico en la civilizacién occidental En nuestra cultura, mas que en la cultura hopi, es dificil hacer justicia en pocas palabras a los rasgos lingiiisticamente condi- cionaclos, a causa del vasto panorama y de la dificil objetividad, pues lo impide nuestra familiaridad profundamente impregnada de las actitudes que tienen que ser analizadas. Deseo solamente esbozar ciertas caracteristicas que se ajustan a nuestro binomio lingiiistico “forma” mas “materia informe” o “sustancia", a nuestra metaforizacién, a nuestro espacio imaginario y a nuestro tiempo objetivado. Estos, como hemos visto, son lingiiisticos. De la dicotomfa forma més sustancial han derivado en gran parte los puntos de vista filosdficos mds caracteristicos en la tra- dicién occidental. De aqui dependen el materialismo, el parale- lismo psicofisico, la fisica —por lo menos en la forma tradicional newtoniana, el punto de vista dualistico del universo en general. Ciertamente a ello pertenece casi todo lo que es “‘sélido, de sen- tide comin”. Los puntos de vista monistico, holistico y relati- vista dle la realidad, atraen a los fildsofos y a algunos cientificos, 41Esta nocién de acumular potencia, que parece estar implicita en Ia conducta hopi, tiene analogias en fisica, con la aceleracién. El trasfondo lingitistico del pensamicnto hopi le permite reconocer naturalmente que la fuerza se manifiesta no como movimiento o velocidad, sino como acumu- lacién aceleracién. Nuestro trasfondo lingiiistico no ayuda a concep: tualizar este hecho, pues habiendo concebido legitimamente que la fuerza es lo que -produce el cambio, concebimos el cambio de acuerdo con nues- _ 110 andlogo lingitistico metaférico —el movimiento—. en vez de concebirla ‘G6mo cambio inmévil, es decir, como acumulacién o aceleracién,-.Por ello nos sorprende qu6-én los experimentos fisicos no sea posible definis-la fuer- za por medio del movimiento; que el movimiento y la velocida:!. como también “el descanso”, sean completamente relativos y que la fuerza pueda medirse s6lo por medio de la aceleracién, 144 a pero hay muchos obstaculos para que halaguen el sentido comin del hombre promedio occidental —no porque la misma natura- leza los refute (si ast lo hiciera, los fildsofos lo hubieran des- cubierto desde luego) sino porque hablar de dichos puntos de vista equivale a hablar un nuevo lenguaje. “El sentido comin”, como su nombre lo indica, y “el ser practico”, como su nombre lo muestra, son en buena parte maneras de hablar, para que uno sea répidamente comprendido. Algunas veces se dice que todos sienten intuitivamente el espacio newtoniano, el tiempo y la materia, Después, se cita la relatividad para mostrar que el ani- lisis matematico puede probar la falsedad de dicha intuicién. Esto, aparte de restar importancia a la intuicién, es un intento de respuesta a la pregunta que se planted al principio de este ensayo y que originé esta investigacién. La presentacién de los resultados estd finalizando y creo que la respuesta est clara. La respuesta improvisada, que hace recaer la culpa sobre la intui- cidn por nuestra tardanza en descubrir los misterios del cosmos tales como la relatividad, seria la respuesta equivocada. La co- rrecta serfa: el espacio newtoniano, el tiempo y la materia no son intuiciones; son formulas de la cultura y el lenguaje. All4 fue donde Newton las encontré. Nuestra visién objetivada del tiempo es sin embargo favorable para la historia y para todo lo que esté conectado con su registro, mientras que para esto el punto de vista hopi es desfavorable. Este tltimo es demasiado sutil, complejo y en desarrollo sem- piterno, sin poder suministrar respuestas rapidas a la pregunta de cuando terminarfa un evento y de cuando principiaria otro. Cuando se sobreentiende que todo lo que ha ocurrido todavia es, pero en una forma necesariamente diferente de la que la me- moria 0 los documentos registran, hay menos incentivo para es- tudiar el pasado. En cuanto al presente, el incentivo seria no de registrarlo sino de tratarlo como “preparacién”. Pero nuestro tiempo objetivado pone ante la imaginacién algo como una cinta o rollo de papel dividido en espacios iguales, lo que sugiere que cada espacio debe Ienarse con una anotacién. La escritura sin duda ha ayudado a nuestra concepcién lingiits- tica del tiempo, asi como la concepcién lingiiistica ha guiado el uso de la escritura. A través de este toma y daca entre el len- guaje y la cultura tomada en su totalidad, tenemos, por ejemplo: 1. registros, diarios, conta‘ilidad, matematicas estimuladas por las cuentas. 145 2. Interés en la secuencia minuciosa y las fechas, los calenda- ios, la cronologfa, los relojes, los horarios, diagramas de tiempo y @l tiempo tal como se usa en Ia fisica. 8. Anales, historias, actitud histérica, interés en el pasado, ar- queologia, actitudes de proyeccién hacia periodos pasados; por ejemplo, clasicismo, romanticismo. Tal como concebimos nuestro tiempo objetivado extendién- dose hacia el futuro de la misma manera que se extiende hacia el pasado, as{ conformamos el futuro en la misma forma que nuestros archivos del pasado produciendo programas, planes, presupuestos. La igualdad formal de las unidades espaciales por Tas cuales medimos y concebimos el tiempo nos Ileva a considerar que el “ente informe” o “sustancia” del tiempo es homogéneo y esta en proporcién al mimero de unidades. De ahi viene nues- tra asignacién proporcional de valor al tiempo, y el que mon- temos sobre él una estructura comercial basada en valores pro- porcionales al tiempo: horarios (el tiempo de trabajo constante- mente reemplaza al trabajo a destajo), renta, crédito, interés, gastos de depreciacién, tarifas, primas de seguros. Sin duda este vasto sistema, una vez construido, continuaria con cualquier clase de concepcién lingiiistica del tiempo; pero que se haya construido, alcanzando la magnitud y forma particular que tiene en el mundo occidental, es un hecho en decidida consonancia con la estructura de las lenguas SAE. Una pregunta de gran alcance es si una civilizacién como la nuestra hubiera sido posi ble con una concepcién lingiiistica del tiempo completamente distinta en nuestra civilizacién hay acuerdo entre la pauta lin- gilistica y el acomodamiento de nuestra conducta al orden tem- poral. Por supuesto, se nos estimula a usar calendarios y relojes y a tratar de medir el tiempo cada vez con mayor precisién; esto ayuda a la ciencia y Ja ciencia a su ver, siguiendo estos ani guos moldes culturales, los retorna a Ja cultura en una cantidad siempre creciente de aplicaciones, habitos y valores, con los cua- les la cultura incide nuevamente en la ciencia. ¢Pero qué hay mis allé de esta espiral? La ciencia empieza a encontrar que hay algo en el cosmos que no esta de acuerdo con los con- ceptos que hemos formado al ascender la espiral. Esta tratando de conformar un nuevo lenguaje con el cual ajustarse a un uni- verso mds grande. Es claro que la insistencia en “ahorrar tiem- Po"; que va con todo lo anterior y es una muy obvia objetiva- 146 cién del tiempo, conduce a una alta valorizacién de la “rapidez’ tan comin en nuestra conducta. Otro efecto en nuestro comportamiento es el cardcter de mo- notonfa y de regularidad que tiene nuestra imagen del tiempo como una cinta métrica casi sin limites. Esto nos leva a com- portarnos como si esta monotonja fuera més cierta de lo que es en realidad. Es decir, nos ayuda a volvernos rutinarios. Tende- mos a seleccionar y a favorecer cualquier cosa que apoye este punto de vista, a “ponerse a tono” con los aspectos rutinarios de la existencia. Una fase de éste es el comportamiento que com- prueba un falso sentido de seguridad o una suposicién de que todo marchard siempre bien, y una falta de previsién y protec- cién para cuidarnos de lo imprevisto. Nuestra técnica para en- cauzar la energia es aprépiada para tareas rutinarias. Y precisa- mente en estas tareas y el esfuerzo para mejorar las técnicas ocurre cabalmente en esta esfera rutinaria. Por ejemplo, pone- mos de nuestra parte para evitar que la energia cause accidentes, incendios y explosiones, cosa que ocurre constantemente y en amplia escala, Tal indiferencia hacia lo imprevisto de Ja vida serfa desastroso para una sociedad tan pequefia, aislada y pre- cariamente balanceada como lo ¢s la sociedad hopi, o més bien como lo fue en otro tiempo. Asi, nuestro pensamiento del mundo, lingiiisticamente deter- minado, no sélo colabora con nuestros idolos ¢ ideales culturales, sino que moldea nuestras reacciones personales inconscientes y les da un determinado cardcter. Uno de tales caracteres, como hemos visto, es el descuido; tirar colillas entre papeles sobrantes, 0 conducir sin precaucién. Otro de cardcter muy distinto es la gesticulacién cuando hablamos. Muchos de los gestos hechos por lo menos por los hablantes del idioma inglés y probablemente por todos los hablantes del SAE, sirven para ilustrar mediante un movimiento en el espacio, no una referencia espacial verda- dera sino referencias no espaciales que nuestra lengua maneja con metaforas de espacio imaginario. Es decir, estamos mas inclinados a hacer un gesto de aprehensién cuando hablamos de agarrar una idea evasiva, que cuando hablamos de coger un aldabén. El gesto busca hacer mas claras las oscuras referencias metaféricas. Pero si una lengua se refiere a entes no espaciales sin implicar una analogia espacial, la referencia no se hace més clara con el gesto. El hopi gesticula muy poco, quizds naca en el sentido en que nosotros entendemos el gesto. 147 Parece como si la cinestesia o el sentimiento de movimiento muscular, aunque anterior al lenguaje, se hubiera hecho més altamente consciente por el uso lingiiistico del espacio imagina- rio y de las imagenes metaféricas de movimiento. La cinestesia se muestra en dos facetas de la cultura europea: arte y deporte. La escultura europea, arte en el que Europa sobresale, es fuer- temente cinestésica, dando gran sentido de los movimientos del cuerpo; lo mismo se puede decir de la pintura europea. La dan- za en nuestra cultura expresa gusto en el movimiento mas que simbolismo 0 ceremonial y nuestra musica est4 fuertemente influida por nuestras formas de danza. Nuestros deportes est4n muy imbuidos con este elemento de “poesia del movimiento”. Los juegos y carreras hopis parecen ms bien poner énfasis en las virtudes de resistencia y de intensidad sostenida, La danza hopi es altamente simbélica y se leva a cabo con gran intensi- dad y ahinco, pero no tiene mucho movimiento o bamboleo. La sinestesia 0 sugestién por ciertas percepciones sensoriales de caracteres pertenecientes a otro sentido, como la de la luz y el color por los sonidos y viceversa, deberia hacerse mas cons- ciente por medio de un sistema lingiiistico metafdrico que se refiera a experiencias no espaciales mediante términos para expe- riencias espaciales, aunque indudablemente surjan de una fuente més profunda. Probablemente en el primer ejemplo la metifora surge de la sinestesia y no al contrario, aunque la metéfora no necesite enraizarse en la pauta lingiiistica como lo muestra el hopi. La experiencia no espacial tiene un sentido bien orga- nizado, la audicién —pues el olfato y el gusto estan muy poco organizados. La conciencia no espacial es un reino principal- mente del pensamiento, sentimiento y sonido. La conciencia espacial es el reino de la luz, el color, la vista y el tacto y presen- ta formas y dimensiones. Nuestro sistema metaférico, poniéndole nombre a las expresiones no espaciales segiin las espaciales, atri- buye a los sonidos, olores, sabores, emociones y pensamientos, cualidades de colores, luminosidades, formas, angulos, texturas y movimientos relativos a la experiencia espacial. En algiin gra- do la transferencia contraria ocurre, pues luego de tanto hablar sobre tonos altos, bajos, agudos, sordos, graves, brillantes, pau- sados, el hablante encuentra facil pensar en algunos factores de experiencias espaciales como factores de tono. Asi, hablando de “tonos” de color, decimos un gris “monétono”, una corbata “chillona”, “gusto” en el vestido, todas ellas metdforas espacia- les invertidas. Ademés el arte europeo se distingue por la mane- ra como busca deliberadamente jugar con la sugestién. La musica 148 ato ads na- ssia rte. ter del an- que nte tan omy en nza nsi- ales luz ons- se -pe- nte ora ora stra Ba oco pal- acia en- lole atri- tos, mas olar vau- de ado vata tcia- ane- sica trata de sugerir escenas, color, movimiento, disefio geométrico; la pintura y la escultura estén guiadas a menudo consciente- mente por analogias con el ritmo de Ja mtisica; los colores se conectan con los sentimientos por la analogia para concordar © disonar, El teatro y la pera europeas buscan una sintesis de muchas artes. Puede que de esta manera nuestro lenguaje meta- forico, que es. en cierto sentido una confusién de pensamiento, produzca a través del arte un resultado de valor insospechado, un mas profundo sentido estético que leve hacia una mas directa aprehensién de la unidad subyacente que esté detras de fenémenos tan variados como los que informan nuestros canales sensitivos. Implicaciones histéricas 2Cémo se legé histéricamente a la trama entre lengua, cultura y comportamiento? Qué es anterior: la estructura del lenguaje © las normas’ culturales? En lo principal se han desarrollado juntas, influyéndose constantemente entre si. Pero en esta asocia- cién la naturaleza del lenguaje es el factor que limita la libre plasticidad y da rigidez a los canales del desarrollo en una forma més autocratica. Esto es asi porque el lenguaje es un sistema y no exactamente un conjunto de normas. Los grandes perfiles sistematicos slo pueden transformarse lentamente en algo real- mente nuevo, mientras que muchas otras innovaciones cultura- les se hacen con comparativa rapidez. El lenguaje representa asi el pensamiento de la masa; se ve afectado por los inventos e innovaciones, pero exigua y pausadamente, al paso que da érde- nes a los inventores € innovadores con decretos inmediatos. El crecimiento del complejo lingiifstico-cultural SAE se remon- ta a la antigiiedad. Gran parte de sus referencias metaféricas a lo no espacial se fija ya en lenguas antiguas, especialmente en el latin. Es desde luego un rasgo acentuado del latin. Si lo comparamos con el hebreo, encontramos que mientras el hebreo tiene alguna alusién al no espacio como espacio, el latin tiene mas, Los términos latinos para los no espaciales como educo, religio, principia, comprehendo, son cominmente referencias fisicas metaforizadas: conducir, afuera, reatar, etcétera. Esto no ¢s cierto para todas las Ienguas, y es completamente falso para el hopi. Es posible que el hecho de que en latin la direccién de desarrollo haya ocurrido de lo espacial hacia lo no espacial (en parte a causa del estimulo secundario hacia el pensamiento abstracto cuando los romanos, intelectualmente mds rudos, se 149 encontraron ante la cultura griega) y de que las lenguas poste- riores hubieran sido fuertemente estimuladas a imitar el latin, haya dado lugar a la creencia, aun corriente en algunos lingiiis- tas, de que ésta es la direccién natural del cambio semantico en todas las lenguas y para la persistente idea en los circulos erudi- tos occidentales (en fuerte contraste con los orientales) de que la experiencia objetiva es anterior a la subjetiva. Los filésofos descubren un buen mtimero de cosas que apoyan lo contrario y ciertamente algunas veces ese desarrollo ha ocurrido en direc- cién opuesta. Asi puede demostrarse que la palabra hopi para “corazén” es una formacién tardia de Ja raiz que significa pensar © recordar. O consideremos qué ha ocurrido con la palabra “radio” en una frase como “él compré un nuevo radio”, compa- rando éste significado y el primitivo “ciencia de la telefonia inalambrica”. En la Edad Media la pauta del latin principié a entremez- clarse con los crecientes inventos mecénicos, la industria, el comercio y el pensamiento escolistico y cientifico. La necesidad de medidas creada por la industria y el comercio, el almacena- miento y arrumazé6n de sustancias en varios recipientes, el empa- que en que varias mercancias se presentaban y la regularizacién de medidas y unidades de peso, la invencién de relojes y medidas del “tiempo”, la conservacién de anales, cuentas, crénicas, histo- rias, el crecimiento de las matematicas y la alianza de las mate- maticas y la ciencia, todo cooperé para dar a nuestro pensa- miento y lenguaje la presente forma. En la historia hopi, si la pudiéramos leer, encontrariamos entrelazados un tipo diferente de lenguaje y una norma diferente de influencias culturales y ambientales. Una pacifica sociedad agricola, aislada por carac- teristicas geogrdficas y por enemigos némadas, en una region de escasas Muvias, y tan drida, que la agricultura puede tener éxito s6lo con la més tenaz perseverancia (de aqui el valor de la persistencia y de la repeticién) ; la necesidad de colaboracién (de aqui el énfasis en el trabajo en equipos y en general en el factor mental), con el mafz y la Iluvia como basics criterios de valor; la necesidad de preparaciones y precauciones para asegurar la cosecha en el suelo pobre y en el clima precario; la neta com- prensin de dependencia de la naturaleza que favorece las plega- rias y la actitud religiosa hacia las fuerzas de la naturaleza, especialmente las dirigidas hacia la siempre necesitada y bendita Muvia —estas cosas obran reciprocamente con las pautas ling ticas hopis para moldear estas uiltimas y a su vez para ser mol 150 deadas por ellas y asi poco a poco para conformar la visién del mundo hopi. En resumen, nuestra pregunta inicial se contesta de la siguien- te manera: los conceptos de “tiempo” y “materia” no se dan en la experiencia en exactamente la misma forma para todos los hombres, sino que dependen de Ja naturaleza del idioma o idio- mas a través del uso de los cuales se hayan desarrollado. No dependen tanto de tal o cual sistema gramatical (por ejemplo tiempo o sustantivos), sino de las maneras de analizar y relatar experiencias que se han Iegado a fijar en la lengua como “ma- neras de hablar” y que abarcan las tipicas clasificaciones gra- maticales, de modo que tal “manera de hablar” abarca elemen- tos léxicos, morfoldgicos, sintacticos y otros muchos, coordinados dentro de un marco consistente. Nuestro propio “tiempo” difie- re fuertemente de la “duracién” hopi. Se concibe como un espa- cio de dimensiones estrictamente limitadas, o algunas veces como un movimiento en el espacio, y se emplea de acuerdo con esto como una herramienta intelectual. La “duracién” hopi parece inconcebible en términos de espacio o movimiento, sien- do el modo en el cual Ja vida se diferencia de la forma y la con- ciencia in toto de los elementos espaciales de la conciencia. Algu- nas ideas nacidas de nuestro propio “concepto tiempo”, tales como el de la absoluta simultaneidad, serian 0 muy dificiles o imposibles de expresar y estarian desprovistas de significado en hopi: se reemplazarian mediante conceptos operacionales. Nuestra “materia” es el subtipo fisico de “substancia” o “mate- rial”, que se concibe como un ente extenso y sin forma que debe reunirse a la forma antes de que tenga existencia real. En hopi no parece haber nada que corresponda a esto; no hay con- ceptos extensos informes, la existencia puede tener o no tener forma, pero lo que también tiene, con o sin forma, es inten- sidad y duracién. Estas ultimas no connotan extensién, pero en el fondo son lo mismo. @Dénde queda nuestro concepto “espacio” que también inclui- mos en nuestra primera pregunta? No hay una diferencia tan marcada entre hopi y SAE al referirse al espacio. Probablemente la nocién de espacio la da la experiencia sustancialmente en igual forma sin distincién de lengua. Los experimentos de los psicdlogos de la Géstalt respecto a la percepcién visual parecen estalecer esto como un hecho. Pero el concepto de espacio varisrd algo con el idioma, porque siendo una herramienta inte- 151 lectual, esta intimamente ligado con el empleo concomitante de otras herramientas intelectuales del orden de “ “materia”, las cuales estén lingiiisticamente condicionados. Ve- mos cosas con nuestros ojos en las mismas formas de espacio que los hopi, pero nuestra idea de espacio tiene también la propie- dad de actuar como un sustituto para relaciones no espaciales como tiempo, intensidad, tendencia y como un vacio que ha de Menarse con conceptos informes, imaginados, uno de los cuales puede ser llamado “espacio”. El espacio tal como lo sienten los hopi no deberia conectarse mentalmente con tales sustitutos, sino que deberia ser comparativamente “puro”, sin mezclas de nociones extrafias. En cuanto a nuestra segunda pregunta, hay conexiones pero no correlaciones 0 correspondencias diagnésticas entre normas culturales y pautas lingiiisticas. Aunque seria imposible inferir la existencia de jefes clamantes a partir de la falta de tiempos en hopi o viceversa, hay una relacién entre una lengua y el resto de Ja cultura de la sociedad que la usa, Hay casos en que las “maneras de hablar” estén fuertemente integradas con la totali- dad de la cultura en general, sea esto universalmente cierto 0 no, y hay conexiones dentro de esta integracién y entre la clase de anilisis lingiiistico empleado y varias reacciones de compor- tamiento y también las formas tomadas por varios desarrollos culturales. Asi, la importancia de los jefes clamantes tiene rela- cin no con Ia falta de tiempos en si misma, sino con un sistema de pensamiento en el cual las categorias gramaticales diferen- tes de nuestros tiempos son naturales. Estas relaciones se en- cuentran no tanto dirigiendo la atencién a las riblicas tipicas de Ja lingiiistica, la etnografia o la descripcién socioldgica, cuan- to examinando la cultura y el lenguaje (siempre y solamente, cuando Jos dos han estado juntos histéricamente durante un tiempo considerable) como un todo en el cual puede esperarse concatenaciones entre estas diversas disciplinas y, si existen, que sean descubiertas a su tiempo por medio del estudio. Traduccién de José Joaquin Montes 42 Aqui encajan los espacios newtoniano y euclidiano, 152

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