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JOSE GARCIA BRYCE LA ARQUITECTURA EN EL VIRR3INATO Y LA REPUBLICA LA ARQUITECTURA EN EL VIRREINATO A INTRODUCCION El descubrimiento de América por Cclén y la posterior conquista del Peri se contaron entre los primeros episodios del movimiento de expansién colonial de Europa que se ini cié en el momento de transicién de la Edad Media al Rena- cimiento. América, desde ese momento, quedé englobada dentro del rea de influencia y dominio de las naciones europeas. La historia de sus pueblos y civilizaciones aborigenes ces6 abrup- tamente, iniciéndose un’ periodo de implantacién de las cre- encias, instituciones, idiomas y modos de vida occidentales, que predominaron, en grados variables, so>re los autéctonos, no sin que se diera en diversas zonas de las Américas cen- tral y meridional un proceso de sineretismo paralelamente al de mestizaje racial. Sujecién del area andina que gobernaron los incas des- de el Cusco a una Metrévoli ubicada fuera de ella, prolongs- u Garcia BRYCE. cién en América del mundo europeo, transformacién de lo {que Ilegé del viejo mundo al nuevo por accién del medio ame Ticano y Ia situacién de dominio o provincia de ultramar de ‘América, hé aqui algunos hechos muy generales que caracte- rizaron al periodo colonial. Lo caracterizaron y también le imprimieron su sello a las creaciones de la Colonia en el campo de las artes y de la arqui- tectura en su calidad de productos y, simult4neamente, expre- siones de una situacién histérica dada y de su realidad social y econdmica, su. mundo fisico, su técnica, sus gustos, creen- ‘clas y convicciones. 2. LA CIUDAD El establecimiento de los dominios espaftoles en los te- rritorios americanos tuo una de sus més significativas ma- nifestaciones en la fundacién de ciudades por los conquista- dores, que se efectuaba en presencia del escribano real y tes tigos y era registrada por aquél en un auto o acta. La civ dad se fundaba en nombre del rey, para su servicio “y conser- vacién y conversacién de los caciques e indios (...] y para que [uc] sean instruidos y reducidos al conocimiento de las cosas de Nuestra Santa Religion”, como reza el acta de fundacién de la Ciudad de los Reyes, tal como la reprodujo el cronista jesuita padre Bernabé Cobo. Posteriormente, la fundacién era con- firmada por la Corona y el rey le otorgaba a la ciudad, como signo de su rango, titulos y escudo de armas. ‘A mediados del siglo XVI se habian establecido ya, en la costa y en la sicrra del Pert, una serie de nuevas ciudades, ubicadas en los lugares mds favorables por su buen abasteci miento de agua y productos alimenticios, por su cercania a asientos mineros 0 por Ia conveniencia del sitio por razones militares 6 de comunicacién con otras ciudades 12 sistant | i | ARQUITRCTURA VIRREINAL Y LA REPUBLICA Como, en el caso del Peri, los conquistadores se estable- cieron no en un lugar virgen sino en un territorio organizado, provisto de sistemas de regadio para el mejor rendimiento de la agricultura, de una red de comunicasiones con sus ca- minos, puentes y tambos, y de una estructura administrativa y de recoleccién de tributos, esta organizacién y estos sistemas influyeron en Ia ubicacién de las ciudades nuevas y en la re- lacién entre ellas y las zonas de produccién En el trazo de Ia mayorfa de estas ciudades se aplicé un modelo tinico, que, con pocas variantes, st repetia en todas las poblaciones y estaba basado en la forma del damero, con fhanzanas cuadradas o rectangulares formadas por calles rec- tas y que se cruzan en angulo recto o sensiblemente recto. La omisién de una de las manzanas centrales del damero daba lugar a la formacién de la plaza, donde se ubicaban la pa- rroquia o-iglesia matriz y el cabildo con sus dependencias. Excepcién a esta norma de disefio fue el Cusco, donde el tra- 20 de la parte central hubo de adaptarse al trazado no del to- do regular de la ciudad ineaica. Si la organizacién territorial incaica influyé en la estruc- tura geopolitica del Pert virreinal, la forma de las nuevas ciudades coloniales, a excepcién del Cusco, no fue tanto el producto de la interaccién entre Ja tradicién urbanistica pre- hispénica y el modelo hispénico, sino, mas bien, como ha se- fialado G. Kubler, “uma extensién transatlintica del_urbanis- mo europeo’ Los estudiosos han seftalado una serie de antecedentes para la ciudad colonial. Se pueden mencionar primeramente las ciudades helenisticas hipodamicas y las ciudades romanas. Des- de luego, las nuevas ciudades hispanoamericanas del siglo XVI ostentan, en lo formal, caracteristicas comparables a las de las ciudades grecorromanas, con su estructura reticular sim- ple y ortogonal, en cuyo centro se ubica, en el caso helénico, el 13 t ‘eanciA BRYOE Agora y el foro, en el romano, pero por los numerosos siglos que separan las ciudades coloniales de las grecorromanas, és- tas deben considerarse mas bien como lejanos prototipos. Mas proximas en el tiempo a las ciudades de la Colonia y por Jo tan- to més relacionadas histéricamente estarian la bastidas, ciuda- des fortificadas que se construyeron en el siglo XIII a raiz de las guerras de los albigenses en Francia. De plano reticular, con frecuencia de forma cuadrada o rectangular y provistas de plazas rodeadas de portales, las bastidas correspondian en el fondo a Ia tradicion romana de la ciudad tipo campamento militar (castrum) y pueden considerarse las antecesoras_in- mediatas de las ciudades coloniales hispanicas. Se ha sefiala- do asimismo la significacién que podrian tener para América determinadas ciudades espafiolas de forma regular, tales como Santa Fe de Granada o Puerto Real. Bl arribo de Colén a América, la Conquista y el subsecuen- te establecimiento de los dominios espafioles coincidieron con la etapa de difusién del Renacimiento, de manera tal que Jas ciudades coloniales pueden también considerarse como aproximaciones al concepto renacentista de la.ciudad como centro organizado de poder y administracién cuya forma debia cellirse lo més estrechamente posible a ideales de lucidez y racionalidad. Ciertamente, su sencilla geometria y le clara es- tructura perspectivica de sus calles son cualidades que pue- den asociarse a estos ideales. La inspiracién de muchas de Jas disposiciones de las le- yes y ordenanzas de la Corona espaftola sobre fundacién de ciudades en principios o normas vitruvianas podria considerar- se como una instancia de la relacién entre el urbanismo colo- nial y la teoria renacentista, sobre la que tanto influyé el trax tado de Vitravio La forma simple de damero que se le dio a las nuevas ciu- dades era ademas una forma “expandible” o “crecedera”, me- 14 i i ARQUITECTURA VIRREHAL LA REPUBLICA diante el simple expediente de prolongar las calles cuando lo requerfa el aumento de la poblacion. Finalmente, desde el dngulo militar, de Ja defensa de ta ciudad y de su facil control y patrullaje en caso de disturbios, era también la del damero una forma funcional; no debe olvi- darse, a este respecto, el parentesco con los castra romanos. 3, LA ARQUITECTURA Si el urbanismo del Virreinato fue la prolongacién, en tie ra americana, del urbanismo europeo o de una cierta trad cién urbanistica occidental, la arquitectura colonial puede, en esencia, considerarse también como Ja continuacién o exten sign de la arquitectura europea e hispanica de los siglos XVI al XIX en el Nuevo Mundo. Como toda forma transplantada a otro medio, esta arquitectura europea experimentd determi- nados cambios por razones de indole social, econémica y cul- tural, a las que se sumaron Factores geogréficos y climatolé- Bicos. Un interrogante importante en el caso del Pera, antigua centro de civilizacién, es el que concierne a la influencia de la arquitectura prehispénica sobre la posterior arquitectura del Virreinato. Esta influencia sin duda existié, pero ella fue re- lativamente circunscrita. Como en el caso de la lengua, en que una serie de vocablos quechuas se sumaron al castellano del Perti, pero sin transformar la estructura basica del idioma, asi, en la arquitectura de la Colonia se da a veces caracteristi- cas en el planeamiento o distribucién de los edificios, en la decoracién y en la construccién, que pueden considerarse co- mo apories especificamente peruano—indigenas. En el pla- neamiento, este fenémeno se da, por ejemplo, en la arquitec- tura de la vivienda popular, sobre todo en Ja rural; en la de- coracién, tenemos las posibles influencias prehispinicas en las 15 eancia apyce formas y estilo de la llamada “arquitectura mestiza’, y en la construccién, el uso de materiales y procedimientos autécto- nos constituirfa una instancia de la influencia de lo prehispa nico, Estos aportes le imprimieron un sello propio y especif- camente peruano o americano a la arquitectura, mas no alte- raron Ja sustancia y naturaleza predominantemente hispano-eu- ropea de la mayoria de los tipos arquitecténicos del Virreinato. La transmisién de las formas arquitecténtcas y de las tée- ricas de construccién europeas al Perti (y en general a la Amé- rica hispanica toda) se efectué por intermedio de dos agen- tes principales: los alarifes, arquitectos y artesanos espafioles y de otros nacionalidades que se radicaron en América 0 se establecieron en las colonias por un tiempo, y los tratados de arquitectura, de construccién y libros de modelos que circula- ron. Durante los tres siglos de Virreinato hubo inmigracién de alarifes, tanto seglares como religiosos, que, al tomar como ayu- dantes 6 aprendices a lugarefios, contribuyeron a la formacién de ‘generaciones peruanas de alarifes coloniales indios, mestizos, negros y mulatos, los que a st ver transmitieron los conoci- mientos de su oficio a otros. El aprendizaje, fuera en el taller del maestro o en las obras “a su cargo, duraba un promedio de cinco afios y se sujetaba ‘a normas que definfan los derechos tanto del maestro como del discfpulo. Finalizada esta etapa, el aprendiz debia contar ‘con una autorizacidn para ejercer el oficio que otorgaba el Ca- bildo y requeria de un examen cuya aprobacién daba derecho a tina “carta de examen”, que en Lima fue requisito frecuente desde fines del siglo XVII hasta mediados del XVIII. En la obra, el maestro podia ser el autor de la traza 0 proyecto, o simplemente el responsable maximo de la cons- truccién y jefe de los oficiales 0 capataces y sus respectivas 16 ARQUITECTURA VIRREINAL Y LA REFUBLICA cuadrillas de obreros 0 peones. El trabajo de éstos uiltimos ‘se regia en muchos casos por el sistema de la mita 0 repar- timiento, como en la agricultura y la minerfa, particularmen- te en el caso de las obras piiblicas y de las construcciones eclesiésticas. Habia maestros en todas las ramas o gremios relaciona- dos a la arquitectura y la construccién: maestros de albanile: ria, de carpinterta, de yeserias, de canterias, de escultura y ast sucesivamente. El titulo de. “arquitecto” también existid, pero sse tendia a darlo més bien a los diseiadores y ensambladores de retablos. En el disefio y ejecucién de retablos y también de por- tadas, los conocimientos que se requerfan eran otros que los puramente técnicos: el maestro debia saber no sdlo de cons- truccién, sino también de composici6n, debfa conocer los or- denes romanos y estar familiarizado con los distintos reper torios de formas decorativas que complementaban la obra propiamente arquitecténica, varias de las cuales tenfan un cardcter emblematico, herdldico o alegérico. En la Colon’ la principal fuente de estos conocimientos estuvo constituida por los manuiales y tratados de arquitectu-a y los libros de modelos. Los tratados, sobre todo italianos y espafioles, cir- cularon ampliamente en América y el Per, Entre los de ma- yor circulacién se contaron el de G. B- de Vignola, la traduc- cién de Francisco de Villalpando de dos de los libros de Ser- lio (Lercere y quarto libro de Architeciura) y el tratado De Vu ria Commesuracion para la Escultura y Architectura de Juan de Arfe y Villafafie. También circularon los libros de Palladio y los clisicos tratados de Vitruvio y Alberti. A estos tratados habria que agregarles los libros dedicados a la ilustracion de lugares Famosos, en especial Roma, asi como las estampas y planos del Real Monasterio de San Lorenzo del Escorial que edité Juan de Herrera. En cuanto a los tratados de autores espafioles, tuvieron difusion los de Diego Lépez de Arenas y 7 ‘GARCIA mnvoR Juan de Torija, y, muy especialmente, el Arte y uso de arqui- tectura de fray Lorenzo de San Nicolés. La lejania de Europa y la penetracién con frecuencia po- co profunda de los conocimientos artisticos y técnicos en el medio social de los alarifes, sus subalternos y sus clientes fue- ron factores que sin duda influyeron en el proceso de difusin de las formas. arquitecténicas europeas, asi como la propia mentalidad y formacién de estos alarifes. A este respecto, ca- bria anotar que la distincién renacentista entre arte y artesa- nfa y Ia concepcién albertiana y moderna del arquitecto como artista universal, que domina no sélo el lado técnico (0 arte- sanal) de su oficio sino esté ademds familiarizado con la an- tigiiedad clésica, su literatura y monumentos, y pose cono: mientos que le permiten apoyar su praxis en una base tedrica y humanistica, tuvo poca incidencia en la Colonia, en que so- brevivis el concepto y tipo esencialmente artesanal del arqui- tecto como constructor practico que prevalecié en Ja Edad Media. La palabra “alarife” (del arabe al’arif: el maestro u oficial) posee esta connotacién artesanal. Por esta raz6n, hubo poca oportunidad para el desarrollo de la critica y de una conciencia histdrica, lo que se manifes- 16 en la frecuente ausencia de rigor y de sofisticacién que en general caracteriz6 a la arquitectura del Virreinato en relacion a la de la Metrépoli y Europa, ausencia de rigor que, desde luego, no significé falta de inventiva y creatividad en los ala- rifes y arquitectos, no restandoles ni originalidad ni vigor a sus obras, 4. TENDENCIAS ESTILISTICAS El mayor 0 menor grado de asimilacién por los alarifes y constructores de las normas de arquitectura que se transmi- tian desde Espaiia (0 de interés en ellas) y, en menor grado, la 18 ARQUITECTURA VERREINAL ¥ LA REPUBLICA sgupervivencia de ciertas tradiciones prehispanicas, determina ton que Ja arquitectura del Virreinato oscilara entre dos polos jxtilisticos: un polo “europeothispano-metropolitano”, y su gontrario, un polo “americano-provincial”. Fue en la decoracién y especialmente en la forma y “solu- cién’” de las portadas de los templos y casas, y de los retablos, Gonde con més claridad se manifestaron una o la otra de es- fas tendencias. Esto es explicable, ya que, por estar las porta: das compuestas por esculturas, formas decorativas (veneras, repisas, volutas, lacerias, grutescos) y s{mbolos religiosos y heraldicos enmarcados por una estructura de columnas 0 Pk Jastras, entablamentos y frontices, eran la parte de la arqui- tectura donde ms se ponfan en juego los conocimientos en el manejo de las formas de la contemporénea arguitectura de ‘Guropa por los alarifes, maestros y talladores activos en el Pe- ra. ‘Al polo europeo ¢ hispano se acercaba la arquitectura mas erudita y académica, que evidenciaba familiaridad con los modelos meiropolitanos y, en general, un deseo explicito de cefirse a la gramética y al espiritu de los prototipos transmiti- dos desde Europa. En Ia otra arquitectura, de tendencia cmericana-provin- cial, por el contrario, lo caracteristico es la interpretacién li- bre, no canénica, de los modelos europeos, Ie alteracién de las proporciones reglamentarias de los érdenes romanos, de las formas de los elementos arquitecténicos y de la decoracién y, por lo tanto, el abandono de lo.que, desde el angulo académico, se consideraria la correccién gramatical en el uso del vocabula- rio arquitecténico y ornamental. Al realismo propio del alto renacimiento y del barroco, se sustituyd una cierta inclinacién, en esta arquitectura, por Ja repeticién ritmica y la simp cién geométrica. ‘aRcrA BRxcE Puede asimilarse a esta corriente americana la llamada - “arquitectura mestiza” 0 “estilo mestizo”, término que debe gntenderse en su acepcién cultural y no con una connotacién racial. La tendencia mestiza se dio en mayor 0 menor gra: do en la arquitectura de todas las provincias del Virreinato, es- pecialmente en la arquitectura rural y de los pueblos. Fue sin embargo en Arequipa, Puno y la regién occidental de la Au- diencia de Charcas, en la actual repuiblica de Bolivia, donde se desarrollé Ja mas caracteristica y original de las corrientes “mestizas”. La decoracién de los templos de Arequipa y el altiplano de Puno incorpora junto 2 los usuales simbolos cristianos y formas decorativas renacentistas, manieristas y barrocas, las figuras de plantas y animales americanos (pifias, papayas, mo- nos, pumas) y ciertos motivos que podrian ser de origen pre- hispanico (monstruos felinos, por ejemplo). En muchos tem- plos de la zona del lago, ademds, los extensos atrios construi- dos sobre plataformas y provistos de capillas _posas y otras edificaciones secundarias en torno a la masa principal de la iglesia parecerian evocar los centros ceremoniales _prehispani- cos con sus pirdmides y otros volimenes libremente articula- dos colocados en grandes espacios abiertos. En ambos casos, en los que el espacio exterior y lo urbanistico cobran singular importancia, se trata de conjuntos que servian para oficiar ri- tos al aire libre, dirigidos a una masa de gente que se queda- ba afuera y no penetraba en el interior del adoratorio o de la iglesia. 5. LOS TIPOS ARQUITECTONICOS La casa, de un lado, y del otro, la iglesia y el convento (0 monasterio), he aqui los tipos arquitecténicos fundamentales de la Colonia, a los que se agregan los cabildos, los hospitales ¥ asilos, y los edificios para colegios y establecimientos de en- 20 ARQUYTECTURA. VIRREINAL ¥ LA REPUBLICA sefianza, ademds de las obras, muy poco numerosas, de ar- quitectura militar: murallas con sus portadas y fuertes 0 cas- tillos; las de ingenieria civil, como los puentes y acueductos, y las relacionadas con la produccién, como los molinos, alma- cenes y alhéndigas, y los locales para los obrajes. Habrfa que aiadir, a esta lista, ciertas obras aisladas que escapan a las ‘categorias mencionadas, como serian los edificios limefios pa- ra Ia Real Casa, de Moneda y el Palacio de los Virreyes. En las formas y disposiciones de la mayoria de estos th pos arquitecténicos se confirma la naturaleza preponderante- mente europea de la arquitectura colonial a la que se ha he- cho alusién antes, cuyos esquemas distributivos, formas es- paciales y estructurales, sistemas de composicién y, si se quie- re, principios estéticos, siguen modelos hispanizos 0 europeos en general, adaptindolos a los climas de las distintas regiones del Pera, a los materiales disponibles en ellas y a su distinta economia, y reajustando sus proporciones para darles mas re- sistencia a los temblores. En el planeamiento de los edificios y en su construccién © ejecucién se oper, entonces, una transformacién en cierta forma comparable a la que introdujeron los alarifes y arqui- tectos virreinales en el manejo de los érdenes cldsicos y de los diferentes repertorios de formas decorativas que se transmi- tian desde Europa. 6 LA IGLESIA ¥ VA ARQUITECTURA La dimensién religiosa de la vida social y la supremacia de la Iglesia, caracteristicas de la Edad Media, siguieron te- niendo, en la Espatia del Renacimiento y del Barroco, una in- cidencia muy grande. El renacimiento religioso posthuma- nista del siglo XVI y la Contrarreforma tuvieron por ello en Espafta uno de sus principales centros. a ‘Garcia BRxcE Estos hechos, y la idea que la unidad politica del Imperio debfa basarse en la unidad religiosa, determinaron que la con- quista y colonizacién de América tuvieran algo de una guerra santa contra las creencias y cultos indigenas, que la Iglesia trat6 por todos los medios de erradicar 0, si ello no era po- sible, de asimilar al culto cristiano. En forma paralela y concomitante, tuvo la Conquista un caracter evangelizador y de programa de propagacién de la fe (la “propaganda fide” de la Contrarreforma) en gran escala y, ya consolidada la Colonia, de conservacién de la ortodoxia Teligiosa, tarea que fue especificamente encomendada a la In- quisicién (el Tribunal del Santo Oficio se establecié en Lima en 1578). La preeminencia de la Iglesia se reflejé en el orden spiritual, en el intelectual y en el material. En el segundo de éstos, por ser los clérigos los principales encargados tanto de la educacién inicial como de la instruccién de los éstratos do- minantes de la sociedad colonial en colegios y universidades. En el material, ya que, como. propietarios o arrendatarios de fundos agricolas, las rdenes. religiosas, y en particular la Compafiia de Jests, tuvieron también una participacién muy importante en le economia de la Colonia, que ya de por sf es- tuvo desde su base unida a lo religioso por la obligatoriedad que existia en las haciendas, las minas y los obrajes de pro- veer doctrinas para la ensefianza de la religién a los trabaja- dores, fueran indigenes o esclavos africanos. Las érdenes rel giosas, cuya poblacién solia ser muy numerosa, se contaban también entre los principales. propfetarios urbanos. Las fundaciones pias y los legados © donaciones en dine ro 0 bienes a las congregaciones religiosas eran sumamente frecuentes y constituyeron un importante factor en la histo- ria de la arquitectura colonial, ya que a menudo se destinaban a la construccién, ampliacién o embellecimiento de templos, conventos 0 colegios religiosos. 22. ARQUITECTURA, VIRREINAL Y_ LA. REPUBLICA La preeminencia de la Iglesia se tradujo en la superior en- vergadura de la arquitectura religiosa, cuyas obras constituye- ron la principal fuente de trabajo para los alarifes, oficiales y artesanos, tanto de las ramas técnicas (carpinteros; herreros) como de las artisticas (talladores, pintores, orfebres). En la cispide de Ja jerarquia de los distintos tipos ar- quitecténicos de la Colonia estuvo entonces el templo, obje- to principal del trabajo creador de arquitectos, artistas y_ar- tesanos, guiados en su tarea por los elérigos, quienes daban, las pautas y fijaban el programa de la obra tanto en lo fun- cional-arquitecténico como en lo iconogratico-simbdlico. 7, LA ARQUITECTURA DE LOS CONVENTOS Y TEMPLOS Los conjuntos arquitecténicos de los conventos, monaste- rios y colegios religiosos coloniales eran como pequefias ciu- dades enclavadas dentro de la ciudad, ocupando generalmen- te una manzana entera y en muchos casos areas mayores, for: madas por Ia unién de dos o més. manzanas. (conventos de Santo Domingo y San Francisco en Lima, monasterio de San- ta Catalina en Arequipa). Su plancamiento y formas distribu: tivas siguicron en términos generales' las pautas que se esta- blecieron desde Ia Edad Media para Ja arquitectura conven- tual y mondstica. Pueden reconocerse en ellos cuatro tipos de espacios de acuerdo a sus funciones y envergadura: 1. La iglesia, 2. Las grandes salas de uso comin (sala capitular, bi- blioteca, refectorio), 3: Las habitaciones de la comunidad (cel- das 0 dormitorios comunes) y las de sus dependientes y escla- vos, y 4. Los servicios (cocina, panaderfa, despensas, lavande- xia, roperia, enfermeria, letrinas, depésitos de lefia y utiles diversos), a las que habria que agregar la zona de caballe- rizas, gallineros y Ja huerta. La iglesia, la parte més importante del conjunto y su cen tro espiritual, era (y es) siempre accesible desde la calle para 2B Gancis aR¥cx el culto pablico, sirviendo de eslabén entre el convento y la ciudad. Generalmente el templo se ubicaba en una de las es- quinas del convento, antecedido por un atrio que servia de ce- menterio y se separaba de la calle por una tapia o verja. En muchos casos, el atrio se prolongaba al otro lado de la ce- lle en una plazuela; quedaba as{ un espacio urbano que permi tia lucir mejor la fachada de la iglesia y podia servir para la realizacién de ceremonias al aire libre. En muchos templos, este uso ceremonial de la fachada determiné que ésta se pro- veyera de un nicho 0 receso encima de la entrada para el altar ‘0 la exhibicién de reliquias o de terrazas cubiertas 0 “loggie”. En los casos de iglesias pertenecientes a conventos 0 monas- terios de religiosas, era bastante comin que el templo se ubi cara de flanco a la calle y sus accesos fueran laterales a fin de permitir la colocacién de coros alto y bajo en los pies. La alternativa a esta solucién era la de colocar el coro de las religiosas tranversalmente, a un lado del presbiterio. Los coros altos adosados al muro frontal y formando un sotocoro a guisa de vestibulo, profundos y provistos de sille- rias de madera, eran lo usual en los templos conventuales franciscanos, dominicos, agustinos y mercedarios. En los tem- los jesuitas, los coros altos eran de menor profundidad o se eliminaban virtualmente, dada la supresion del oficio del co- To en esta orden. Las plantas de los conventos nunca son simétricas 0 axia- les, pero si bastante regulares, estando formadas por patios de arqueria 0 claustros en torno a los que se disponen las sa- las o habitaciones. Las arquerias, cuando se trataba de conjun- tos modestos, podian sustituirse por corredores de plataban- da apoyados sobre pies derechos de madera. El primer claus- tro o principal, al que se entra de la calle por la porteria del convento, limita siempre con el flanco de la iglesia y da acce- soa ésta y a la sacristia. Desde 1 se accede ademds a las ha- Bitaciones de mayor rango. Su arquitectura es generalmente ARQUITECTURA VINREINAL ¥. LA REPUBLICA més rica que la de los claustros restantes y sus muros estan ‘en muchos casos cubiertos en su mitad superior con pinturas que representan la historia o los hechos de la orden 9 de sus san- tos. Cuando los conventos eran de dos pisos, como era usual en Lima y en el Cusco, la escalera principal también se ubicaba en este primer claustro y solia asumir una forma monumental, como puede verse ain en los conventos limefios y cusquefios de San Francisco y La Merced. 8. LOS TEMPLOS EN EL SIGLO XVI Y PRINCIPIOS DEL XVII La mayoria de las iglesias conventuales se fundaron y construyeron en el curso del siglo XVI y fueron ampliadas, alteradas 0 reconstruidas parcial o totalmente en los siglos sucesivos. Las alteraciones 0 reconstrucciones podian deber- se al deseo de mejorar los templos o de poner su arquitectu- va a tono con las nuevas tendencias estilisticas del momento, fo también a la necesidad dé rehacer las fabricas después de un terremoto. El moblaje y adorno fijo de los templos, tales como los retablos, palpitos, confesionarios, pintura mural 0 en lienzos, ¢ imagenes de escultura en relieve 0 en bulto, ex- perimenté ain més alteraciones. Se conoce la fisonomia de los templos del siglo XVI a tra- vés de las descripciones de los cronistas de convento (Ber- nabé Cobo, Antonio de la Calancha, Juan Meléndez, entre otros) y de las fabricas que atin se conservan, en su mayoria sdlo parcialmente y con agregados posteriores. Siguiendo modelos espafioles g6ticos tardios, las iglesias del XVI estaban formadas por una nave de proporcién muy alargada, con muros de piedra, ladrillo 0 adobe, provista de coro alto sobre la entrada y separada del presbiterio por un arco (el “arco triunfal"). Las naves podian estar flanqueadas por capillas o naves colaterales y se cubrian con techos de 25 ‘Gancia pryce madera de par y: nudillo o artesonados. Los presbiterios, cu- yas cabeceras solfan ser poligonales, se techaban usualmente con bévedas, que solian ser de nervadura, que en la Colo- nia se llamaban de ‘‘cruceria”. En las iglesias de tres naves, tambign las laterales solian cubrirse con bévedas y funciona. ban como refuerzos de los muros altos de la nave principal. Veamos algunas descripciones del padre Cobo de iglesias lic mefias: en San Agustin, “las naves y capillas de los lados son de bévedas, y la nave de en medio esta cubierta curiosamen- te de madera con lazos y artesones muy curiosos”; también en ‘Santo Domingo las capillas laterales “‘son de bovedas curiosa- mente labradas, y la nave de en medio cubierta de madera y lazerfa curiosa; la capilla mayor es de béveda". Estos ela- orados techos de madera, que se siguieron fabricando hasta bien entrado el siglo XVII, fueron la principal manifestacion de la influencia mudéjar en la arquitectura de la Colonia. Producto de una refinada técnica, estos alfarjes de raigambre rabe constituyeron el principal Iujo de los templos del XVI La base estilistica no fue, sin embargo, tnicamente mudéjar, ya que simultaneamente se manifesté la influencia de los mo- delos renacentistas (por ejemplo, los de Serlio), precisamen. te en los “artesones” que menciona Cobo, de forma general- mente cuadrada u octogonal y ricamente moldurados. El plateresco, el manierismo, y las formas mas sobrias y racionales del renacimiento clasico influycron en el estilo de los retablos y las portadas. Las portadas de las iglesias aya- cuchanas de San Francisco y La Merced (portada lateral), de la segunda mitad del XVI, ilustran muy bien la tendencia plateresca a utilizar los elementos arquitecténicos en forma suelta y eminentemente ornamental, mientras que las porta- das del mismo siglo que sobreviven eri Puno (de La Inmacu- Jada en Paucarcolla y principal de San Juan en Juli, por ejem- plo) evidencian una orientacién més renacentista-clésica, més albertiana, si se quiere. En las primeras dos o tres décadas del siglo XVII, los ejemplos son, algunos, mas romanos y puris- ARQUITECTURA VIRREINAL ¥ LA. REPUBLICA tas, como la portada lateral de San Agustin en Lima, de Jo- sé de la Sida, mientras que en otros se-combinan el romanis- mo, el manierismo y un incipiente barroquismo (primer cuer- po de la portada principal de la catedral de Lima, de Juan Martinez de Arrona, hacia 1626; portada de San Agustin en Safa). : He aqui algunos templos, que, aunque alterados, nos per- miten formarnos una idea de lo que fue la arquitectura del siglo XVI: La Merced en Ayacucho, cuya portada mencioné, de una nave con techo plano y dos capillas a ceda lado; San- ta Clara en Ayacucho, iglesia mondstica de una nave con te- cho plano, arco triunfal rebajado y moldurado a la manera del gotico isabelino, en la que se conserva el alfarje mudéjar del presbiterio; San Jerénimo, cerca al Cusco, de una nave con mu- ros de adobe y presbiterio con arco triunfal, ambos cubiertos con techo de par y nudillo (rehecho recientemente} y fachada de piedra entre plateresca y renacentista formada por galerias abiertas de arcos. Las “‘bévedas curiosamente labradas” de Ia iglesia lime- fia de Santo Domingo de que habla Cobo eran bovedas de ner- vadura, es decir, del tipo usual en la Edad Media y que en Es- pafia se siguieron usando hasta bien entrado el siglo XVI (Ca- tedral de Granada). Sin embargo, el g6tico se circunscribié casi exclusivamente al disefio de las bovedas en algunas igle- sias, que abarcan hasta la segunda mitad del siglo XVII. Prac- ticamente en todos los casos se trata de bévedas vaidas de ladrillo, reforzadas con nervaduras también de ladrillo y apo- yadas no en ojivas, sino en arcos de forma semicircular. En cuanto al lado préctico de su empleo, debe sefialarse que éste fue recomendado especificamente por la mejor resis- tencia a los temblores que, en opinién de algunos alarifes, te- nian las bévedas de cruceria comparadas con las llanas 0 “ro- manas”. 2. ancta mnrcx eo ARQUITECTURA VIRREINAL Y LA REPUBLICA Las bovedas de nervadura, que requerfan mas pericia y por dos templos: por la primitiva capilla de Pizarro y por labor en su construccién que las llanas, no son muy abundan- | __una iglesia mas capaz estrenada en 1551. La histocia de la ter- tes. El mayor numero de ellas se erigié en el Cusco (don- cera y definitiva iglesia se inicio con el proyect> de Alonso de subsisten) y en Lima (que ha perdido la mayoria). Fuera Beltran (1564-65) y culmind con la construccién del templo de del Cusco, los’ més notables ejemplos de este tipo de techos acuerdo a la traza modificada por Francisco Becerra, maestro se encuentran actualmente en los templos de los antiguos con- mayor desde 1582, obra ésta que se realiz6 en dos etapas y se vyentos de Nuestra Sefiora de Guadalupe y de San Agustin de termind en 1622, Safia en el partido de Lambayeque. La construccién del con. vento de San Agustin y su iglesia, hoy, como el resto de los Con ciertas modificaciones (reconstruccién en madera de monumentos de Safa, en ruinas por causa del aluvién que algunas bévedas dafiadas por sismos), la Catedral de Becerra, arrasé la ciudad en 1720, fue encomendada en 1617 al alarife construida fundamentalmente en ladrillo, matevial del que ‘mulato Blas de Orellana. exan inclusive los pilares y parte de las bévedas, subsistio | hasta el terremoto de octubre de 1746. A raiz de los dafios oca- sionados por este sismo, el templo fue reconstruido con la intervencién del jesuita Juan Rehr. Las bovedas de nervadura, os arcos y los pilates se rehicieron integramente en madera, conservandose de la fabrica original sélo los muros, las bove- das de las capillas laterales y las portadas (tres frontales de piedra y dos posteriores). La catedral reconstruida se estrené en 1755, La planta alargada de una nave con coro alto y sin cru: cero de ambos templos es de tipo todavia medioeval, as{ co- mo también la forma cémo se genera el espacio mediante la adicién de compartimientos cubiertos cada uno con su res- pectiva béveda vaida de cruceria separada de las vecinas por arcos. Dadas estas caracteristicas arcaizantes, los dos templos pueden considerarse de transicién del siglo XVI, el siglo de Jas multiples influencias (gética, plateresca, mudéjar, rena- La. construccién de Ia Catedral cusquefia se inicié en 1560 centista), al XVII, en que paulatinamente se fue desarrollan. de acuerdo a un plano del maestro Miguel de Veramendi. Mas do, bajo los signos del renacimiento en las formas espaciales adelante, es posible que haya habido una intervencién de Bece- y del barroco en la decoracién, un tipo mas unificado y ho- rra, quien habria presentado el proyecto para ura nueva tra- fnogenes dé arguilectura: za, nombréndose posteriormente maestro mayor a Bartolomé Carrion, a quien sucedié Miguel Gutiérrez Sencio. Hasta 1644, el avance fue sumamente lento, pero'a partir de este afio, gra- cias a la energia del nuevo obispo del Cusco, Juen Alonso de Océn, los trabajos se aceleraron notablemente. 9. LAS CATEDRALES DEL CUSCO Y LIMA También la arquitectura de las catedrales de las dos pré- meradas sedes episcopales del virreinato pueden considerarse Los dafios que el terremoto del 31 de marzo de 1650 le como de transicién del siglo XVI al XVII y de sintesis de sis- causaron a la Catedral no fusron irreparables y, una vex sub: temas de disefio medioevales y modernos. Veamos ante todo 4 sanados, fue posible que la obra continuara y-el templo se algo de su historia. La actual Catedral de Lima fue precedida consagtara en 1669. 28 2» ‘oanciA nryox A pesar de las notables diferencias que existen entre las catedrales de Lima y el Cusco en el orden constructivo, estas dos grandes iglesias estén estrechamente emparentadas entre sf, ya que corresponden al mismo tipo arquitecténico y tienen un origen comin: las catedrales espaiiolas del siglo XVI, en las que lo gético y lo renacentista confluyeron, y, porque las obras se prolongaron hasta el siglo XVII, se aliaron ademas al gusto barroco, predominante en las fachadas y parte del mobiliario. También estas tres maneras de arquitectura, la gética, Ia renacentista (y manierista) y la barroca, dejaron su sello en las catedrales de Lima y el Cusco. La idea de una iglesia muy ancha, con techumbre apoya- da en numerasos pilares y con testero plano, en la que se ba- saron las catedrales del Peri, se origind en el modelo de la Catedral de Sevilla (1402-1520), Sin duda, estuvo en la men- te de los maestros alarifes virreinales imitar este templo y de hecho, el ambicioso proyecto de Beltran para Lima contem- plaba un vasto edificio de cinco naves y capillas laterales, co- ‘mo en Sevilla. Sin embargo, la traza espafiola que mas simili- tud presenta con lo que después serén las plantas de nuestras primeras dos catedrales es la de la Catedral de Jaén, iniciada en 1546, Como Jaén, Lima y el Cusco tienen tres naves, teste- ro plano, capillas laterales de menor alttira que las naves (pe- ro slo una por tramo, mientras que en Jaén son dos) y to- rres en el alineamiento de las capillas. Como en Espafia, el coro se ubica en la parte media de la nave central, y en torno a él se disponen las naves latera- les con sus capillas y los tramos libres de la nave principal préximos a la entrada y detrds del altar mayor. (En Lima, en el siglo pasado, el coro fue trasladado al presbiterio y colo- cado a ambos lados del altar mayor). Ambas corresponden también al tipo mediceval de “igle- sia-salén” (“Hallenkirche”), con los arranques de las bovedas 30 ARQUITECTURA VIRREINAL Y LA REPUBLICA de las tres naves a la misma altura, y las dos estén cubiertas con bévedas de cruceria sostenidas por arcos transversales y longitudinales que descansan sobre pilares cruciformes de corte renacentista. La combinacién de bévedas de nervadure, arcos de medio punto (y carpaneles en el caso de la nave certral reconstruida de la catedral de Lima) y pilares renacentistas permite rela- cionar las catedrales peruanas también con la de Granada (ini- ciada en 1528) en cuyas naves puede apreciarse la fusién del sistema estructural y espacial gético con las formas clésicas de la nueva arquitectura renacentista. Las proporciones de la Catedral de Lima son més esbeltas que las de la cusquefia, pero la réplica en madera de la origi- nal estructura de ladrillo le resta grandiosi¢ad al monumen- to. En cambio, la catedral cusquefia es poderosa y recia,, sin duda la obra arquitecténica mas grandiosa del Pera colonial. El exterior produce atin con mas fuerza esta impresién de po- der y rotunda afirmacién arquitecténica por el efecto de ex- trema solidez y estabilidad que provoca su ancha masa conti- nua de piedra, en la que las portadas laterales y los campana- ios almohadillados dan un toque manierista y con la que la portada mayor barroca crea un dramético efecto de contras- te. En Ia fachada de la Catedral de Lima el efecto de la ma- sa se atemia por estar dividido el frente por contrafuertes, por la estructura més plana y' formas mAs menudas de las por- tadas, y debido a Ja divisién en recuadros de las bases de las torres, cuyos campanarios neoclésicos son mucho mis eleva- dos que los del Cusco. 31 ‘GARCIA aRvcr 10,.L0$ TEMPLOS DE LOS SIGLOS XVII Y XVIII Como he sefialado antes, en el transcurso del siglo XVII, se operé una transicién hacia un tipo de arquitectura mas unificada en lo formal, transformacién que corrié paralela a la aparicién y desarrollo de los estilos regionales, que adqui- -rieron plena individualidad en el siglo XVIII. La forma espacial que més difusién tuvo fue la de plan- ta en cruz latina cubierta con bovedas y cipula hemisférica en el crucero, es decir la eldsica estructura espacial renacentista. Las naves Taterales son siempre mds bajas y angostas que la central y lo comtin es que adopten la forma de capillas de planta cuadrada conectadas entre si por vanos en arco; los mu. Tos transversales que separan entre s{ las capillas funcionan como refuerzos de los pilares de la nave central y a su vez absorben los esfuerzos laterales de las bovedas y de sus ar- Cos Fajones. En la sierra, la estructura basica de los edificios es lo general de piedra. En los muros y pilares de mayor seccién, la masa de éstos est formada por un mucleo o relleno de hor- migén de cal, arena y' piedra de rio (cal y canto, que se utili- zaba en los cimientos tanto en la sierra como en la costa), contenido dentro de caras 0 superficies de piedra canteada en forma de bloques rectangulares y asentada con mortero de cal. En la fdbrica de las bévedas y cupulas fue comin el uso tanto de la piedra como del ladrillo; en determinados lugares se emple6 sélo la piedra; en otros, el ladrillo, y en algunos, 0 uno 0 el otro de estos dos materiales. Los casos de utiliza cin del ladrillo en otros elementos de la estructura de las iglesias que las bévedas, se dan también, pero en forma espo- ridica. 32 ARQUITECTORA. VIRREINAG Y LA REPUBLICA El ladrillo siempre se enlucta con yeso, que se pintaba, ‘0 se enjalbegaba con cal. Las superficies de piedra también con frecuencia se enlucian o se pintaban. Las observaciones sobre los materiales en la arquitectu- ra de la sierra que anteceden valen, en general, para los tem- plos grandes de las ciudades o de santuarios construidos con abundantes medios econdmicos. En las iglesias mas modes- tas de Jos pueblos y en las capillas de muchas instituciones, estuvo mas generalizado el uso del adobe y del techo de ma- dera de par y nudillo, Los métodos de construccién que prevalecieron en la cos- ta se basaron en el empleo simultaneo de cuatro materiales principales: el adobe, el ladrillo, la madera y la quincha (es- tructura de madera con relleno 0 recubrimiento de cafia con ataduras de cuero y revestida con barro 0 yeso), que fue pau- Jatinamente desplazando al ladrillo en las bévedas de las igle- sias, por su mejor resistencia a los temblores. Se afade a estos materiales, principalmente en el caso. de Lima, la piedra canteada o tallada, pero como material se- cundario. Normalmente, la piedra sdlo se empleé en las ba- ses 0 26calos de los edificios y en las portadas de los templos de mayor categorfa. Sin embargo, las portadas limefias rara vex son de piedra en su totalidad. Lo més frecuente es que s6- Jo el primer cuerpo lo sea y que los superiorss se fabriquen de ladrillo 0 quincha. Poco importaba la heterogeneidad de los materiales, por- que ée cubrian con “Jechadas” de cal o con un enlucido de ye- so que luego se pintaba con colores por lo general fuertes y contrastes, 0 imitando aparejo de piedra o ladrillo. EI empleo decorativo del yeso constituyé también una ca- racteristica saltante de la arquitectura de Ia costa en general y de Lima en particular. B ‘GARCIA BRYCE En cuanto al uso de la madera, debe destacarse que para los alarifes de Lima y su area de influencia, este material fue como una prolongacién del ladrillo y de la quincha. De ma- dera se fabricaban molduras de imposta, cornisas y corona- clones de portadas, ademés de las barandas con que se coro- naban las cornisas de las torres y los astiales de las facha- das, La forma espacial caracteristica de los templos de los si- glos XVII y XVIII no puede Ilamarse barroca en el sentido estricto de la palabra. Lo barroco en las iglesias coloniales est4 mds en la ornamentacién que en la forma o estructura de ‘sus espacios. Los elementos en los que con mayor fuerza se manifesté la influencia del barroco fueron, en el interior de los templos, los retablos, y en la parte externa, las portadas. el retablo constituia una suerte de marco escenografico para el ceremonial cuyo centro era el altar. La portada, a su vez, solia asumir la forma de un retablo exterior, que podia en de- terminados casos también servir de fondo a las ceremonias que se efectuaban fuera del templo y constituia asimismo un elemento que le otorgaba prestancia al ingreso. La proyeccién del retablo interno en la fachada por medio de la portada volcaba el espacio interior al exterior, en lo que se manifesta- ba la caracteristica tendencia del barroco a integrar los edifi- cios al espacio urbano. Otro elemento en el que se manifesté con fuerza el esti- Jo fue el mobiliario fijo y decorado, cuyo caracter era, desde luego, tanto funcional como simbélico: piilpitos, confesiona- rios, pintura mural o en lienzos, escultura en relieve o en bul- to, tapices y colgaduras. Entre la primera mitad del siglo XVIE y principios del siglo XIX existieron variaciones estilisticas bastante marca das, que se dieron tanto en el tiempo como en el espacio. El barroco moderado, de los primeros 30 6 40 afios del siglo XVII, ARQUITECTURA VIRREINAL ¥ LA REPUBLICA le cedié el paso, en la segunda mitad del siglo, a las formas més movidas y complicadas del equivalente peruano del alto barroco 0 del Hamado churrigueresco, que perduraron hasta mediados del siglo XVIII, en que se comenzé a sentir los in- flujos del rococd, de un lado, y del barroco , a base del tepertorio de formas renacentistas y' barrocas, algo nuevo y distinto, se manifiestan en alto grado en estas portadas de ta- la profunda y vigorosa. En Pomata existe plena correspondencia entre la deco- raciéa y la estructura arquitecténica, clara, constructivamen- te funcional y Iégica. La decoracién se concentra en la parte alta de las pilastras, el friso y la cornisa, en los derrames de Jas ventanas, en las pechinas de la cipula y en la propia ct- pula, donde forma anchas bandas que desciendea desde una roseta central y se unen a motivos de Angeles y flores geomé- tricos y estilizados. Aunque no existen elementos especifica- mente prehispdnicos aqui, las flores y angeles evacan el arte de Tiahuanaco por lo geométrico y casi abstractc de sus for- mas. AREQUIPA Fundada en 1540, Arequipa se convirtié en el curso del si- slo XVI en centro de una 4rea muy extensa, que legd a abar- car desde la regién limitrofe con el altiplano del Collao, has- ta la zona de la costa comprendida entre Camana y Tarapacd. La posicién de Arequipa le permitié mantener un activo co- mercio con el Alto Pera, lo que en parte explica las relacio- nes estilisticas que existen entre la arquitectura erequipefia y la de Puno y la regién de Potosi. Las iglesias arequipefias se caracterizan por la amplia horizontalidad de sus siluetas, la robustez y marcado grosor de sus proporciones, y su gran plasticidad. A la cefinicién de estas caracteristicas contribuyeron determinados factores, entre los que los mas decisivos fueron Ia frecuencia y violen- B “GARCIA BRYCE cia de los temblores, y la existencia de extensos yacimientos de lava volednica petrificada. La lava volcdnica o “sillar”, de Gistintas gamas de blanco (tambign lo hay rosado), proveyo f los constructores de Arequipa de un material econémico por lo abundante y facil de extraer, cortar y tallar y porque se podia utilizar en bloques grandes, lo que permitia construir Tpidamente. El uso de la madera fue bastante limitado en ‘Arequipa, donde no sélo los templos, sino también buena par te de los dems edificios (conventos, hospitales, viviendas, mo- Tinos) se cubrian con bévedas de sillar. BI uso de las bévedas permitid desarrollar una suerte de construccién antisismica, basada en el principio del monoli- tismo: una arquitectura que resistiera los terremotos por su gran masa, que debia ser mayor que en otros lugares porque {I sillar posee menor resistencia que otras piedras. De alli los grandes contrafueries y el considerable espesor de los muros, {que estin formados por dos caras de sillar canteado que con: tienen un niicleo de sillares sin labrar y hormigén de cal y arena, y de las mismas bévedas, constituidas por una capa delgada de sillar canteado y una gruesa “carga” del mismo material que el niicleo de Tos muros, con los que forma una sola masa rigida y compacta. Precisa sefialar, sin embargo, que en la construceidn de arcos, bovedas y cipulas, el sillar ho fue el unico material, aunque si el principal o mas frecuen- c, ya que en ciertos casos se empled tambien ¢l ladrillo. Una ver terminada la construccién, los edificios brian con una o més capas o “lechadas” de cal, a la que usual: mente se le agregaba colorantes naturales (ocres 0 amarillos de ficrras o minerales, azul del indigo o anil). Tan marcado como el caracter que los factores construc: tivos le imprimicron a Ia arquitectura de Arequipa, fue el se- Ilo que le dio la madalidad “'mestiza" de sus portadas y deco- tacion tallada. El aspecto de tapiz que tan frecuentemente po- 44 ARQUITECTURA VIRREINAL {LA REPUBLICA see la decoracién mestiza se acentiia en el caso de Arequipa, asi como el cardcter plano, que permite relacionarla con la de goracién plateresca, a pesar de la naturaleza predominante- mente barroca del estilo . Las iglesias conventuales arequipefias, de planta de cruz latina con capillas conectadas entre si por vanos no muy gran- des, poseen campanarios muy sobrios, que consisten de un ‘cuerpo de planta cuadrada con un hueco en arco en cada ca- ra, Los exteriores de las cuipulas, explayados y bajos, de apa- riencia maciza, se proveen de grandes machones coronados por pindculos anchos y de poca elevacién. Son caracteristicos os bordes escalonados de los techos, consecuencia de la “‘car- ga’ de las bévedas y de la conveniencia de reducir la altura de los muros en su plomo exterior a fin de darles mayor es- tabilidad. La iglesia de La Compafiia, crigida entre mediados y fines del siglo XVII con la intervencién de los maestros Juan de Aldana y Simén de Barrientos (autor de la portada lateral), es ‘el mas canénico de estos templos. Su clésica forma espacial renacentista, las proporciones claras del espacio, y la correc- ign del orden jénico de columnas empotradas con que esté articulado el interior, son signos de erudicién que permiten colocar a La Compafifa en una categoria especial Con este caracter erudito del interior contrasta el exte- rior, de apariencia inconfundiblemente arequipefia. La porta- da principal (1698), obra maestra de la arquitectura mestiza en Arequipa, se distingue porque en ella esté enfatizad> al maximo el contraste entre la tupida decoracién y las viguro- sas formas barrocas de las cornisas, volutas, pindculos y am- plio frontén trilobulado, E] més antiguo de los actuales templos conventuales es posiblemente San Francisco, planeado como iglesia de una na- 45 ‘cancts oR¥cr ‘ye con testero curvo por Gaspar Béez, a la que hacia fines del XVIT se le agregaron las capillas laterales. En San Francisco, tanto la béveda y arcos de la nave central como las cipulas de las capillas del testero son de ladrillo. La portada, también de ladrillo, originalmente enlucida (como también el interior), debe datar de la época de Béez a juzgar- por su estilo clasico, ‘comparable al de las portadas renacentistas de Juli. También en La Merced (hacia 1657) intervino Aldana. El templo difiere sin embargo del esquema clasico de La Compa- fifa no sélo por sus proporciones mds bajas y gruesas, sino también por la presencia de un presbiterio profundo cubierto por una cipula antecedida por una béveda de caitén. Santo Domingo, consagrada en 1680, posee en comin con ‘La Merced el grosor de las proporciones. De especial interés en este templo es la portada lateral, que, a a juzgar por la simili- tud de su decoracién con la del coro (1677), podria datar de la misma época y serfa por ello la primera 0 una de las primeras portadas mestizas de Arequipa. De San Agustin restan solamente los muros, la sacristia con excelente cfipula y Ja portada muy hermosa de dos cuer- pos, en cuya estructura se refleja la influencia de la portada de La Compatiia, siendo sin embargo Ja composicién mas suel- ta y menos monumental. Los conventos de Arequipa son en su mayorfa de un piso 'y sus claustros estén formados por corredores de arqueria te- ‘chados con bévedas de arista que descansan sobre pilares de planta cuadrada. El tnico adorno de las arquerias lo consti- tuyen las molduraciones de las bases, impostas, arquivoltas y cornisas: Escapa a esta norma el primer claustro del antiguo Colegio de La Compafiia (1738), ricamente tallado. Los monasterios de Santa Teresa y Santa Catalina conservan en mucho mayor grado que los conventos de frailes su fisonomia ARQUUTECTURA VIRREINAL ¥ LL REPUBLICA colonial. El de Santa Catalina es sin duda uno de los conjuntos mas atrayentes del Peri colonial. Siguiendo un sistema que también se aplicé en otros monasterios (por ejemplo, en los li- mefios de Santa Clara y las Descalzas de San José), en Santa Catalina se agrega, al conjunto del monasterio propiamente di- cho, una zona que bien podrfa Iamarse urbana, ya que, 2 ma- nera de un burgo medioeval, esta formada por angostas calles y plazas pequefias que se fueron creando por las religiosas de fortuna que construfan para si pequefias viviendas con cama- ra, recdmara, patiecito y una habitacién para la criada 0 es- clava. Encerrado dentro de los altos muros del monasterio, es- te conjunto forma, en el sentido literal de la palabra, una ver- dadera ciudad dentro de la ciudad. En tormo a Arequipa se agrupan, a manera de satélites, una serie de pueblos dotados de sendos templos en cuya arqui- tectura se reflejaron las mismas caracterfsticas que en las igle- sias de la ciudad. De estos templos, que todos, en mayor 0 me- nor grado, poseen encanto, precisa mencionar los de San Mi- guel de Caima (1746), San Juan Bautista de Yanahuara y El Espiritu Santo en Chiguata, camino a Puno. Caima, de tres na- ves y Yanahuara, las dos provistes de cipula, ostentan porta- das Ticamente talladas, descollando, por su mayor unidad, Ia de Yanahuara. Chiguata se destaca por la singular calidad de la cti- pula, ornada de una corona de angeles y nervadura profusa y finamente labradas. La iglesia posee ademés una portada la- teral en que lo mestizo se convierte en popular por la meta- morfosis que la visidn y sentido del disefio de su autor (posi- blemente un maestro de la localidad) hizo que se operara en los elementos de proveniencia barroca. AYACUCKO. Fundada por Pizarro en 1539, Huamanga se convirtié, en el curso de la segunda mitad del siglo XVI. en una ciudad de a ARIA. BRYCE rango casi comparable al de Lima y-el Cusco, debiéndose su importancia en parte a su ubicacién intermedia en la ruta que unfa estas dos ciudades. Sede de un obispado desde 1609, en que se desmembré Ia didcesis del Cusco y se crearon las de Arequipa y Huamanga, y de una universidad desde 1677, la ciudad mantuvo su vitalidad hasta mediados del siglo XVIII. Excepcionalmente rica en arquitectura religiosa por lo numeroso de sus iglesias, Huamanga posee, como hemos vis- to antes, un significative patrimonio arquitecténico del. siglo XVI. Sus templos del XVII y XVIII son por lo general de es- cala mas modesta que los del Cusco y, salvo la catedral y San Francisco, de una nave. Su Fabrica estd hecha con la toba vole: nica gris de que esta conformado el Ilano sobre el que esté edifi- da la ciudad. En las iglesias de Ayacucho ticnden a predominar las fa- chadas de lineas muy sobrias, perdurando en varias de ellas mucho del espiritu renacentista. Si en materia de portadas no hay un estilo avacuchane muy marcado, si lo hay en materia de ‘campanarios, que se caracterizan por sus altos remates, forma- dos por un cupulin colocado sobre una doble base moldurada y rodeado por cuatro pindculos. Es el tipo de torre que hasta hoy, estilizado, ilustran los artesanos de Ayacucho en sus igle sitas de cerdmica. La sobriedad caracteriza también a la arquitectura de los interiores, en los que la decoracién de piedra suele circuns« dirse a las molduraciones de las impostas, arquivoltas y corni- sas, La catedral de Huamanga, iniciada en 1632 segiin traza del jesuita Martin de arte (autor de la traza de la iglesia li- efia de San Pedro), se consagré en 1672. Su terminacién se debié al impulso que a Ia obra le dio el obispo Cristobal de Castilla y Zamora, prelado cuyo papel en la historia art{stica 48 ARQUITECTURA VIRRELUL ¥ LA REPUBLICA de Ayacucho fue semejante al del obispo Mollinedo en el caso del Cusco. EI templo es de planta procesional, con el coro ubicado originalmente en la nave central, pero esta planta, en el presen: te caso, no dio lugar a un espacio de tipo iglesia-salén, como en las catedrales del Cuscg y Lima, sino de forma en cruz lati- ra, con naves laterales mas bajas que la central y cdpula en el crucero. La combinacién en Ia nave central de arcos sin ar- guivoltas y pilastras es evocadora de los contempordneos tem- plos conventuales del Cusco (San Francisco, La Merced), pero sin la correccién y justeza de proporciones de éstos. Los re- tablos, en cambio, y en especial el del altar mayor, poseen mu- cha calidad y enriquecen enormemente el templo visual y ar- tisticamente, El templo de La Compatifa, construido entre 1614 y 1693, con torres del siglo XVIII, es desde todo punto de vista origi- nal. A pesar de ser jesuita, no se,cifie al modelo del Gest y ni siquiera tiene planta en cruz latina. Posee una sola nave, te- chada con boveda de cafién flanqueada, en el lugar donde nor- malmente estarfa el crucero, por una capilla a cada lado. Es pues, una traza de tipo arcaico, lo que no debe sorprender dado lo temprano de su fecha de iniciacién, que posiblemente explica también la forma predominantement= renacentista de la portada (excepto el frontén partido). Muy diferente es el estilo de las torres, acornadas con hile- ras horizontales de flores en relieve, muy geométricas y estili- zadas. Los campanarios, provistos de cornisas curvas y chapi- teles bulbosos, reflejarian lay influencias del rococo. Santo Domingo, reconstruida a partir de 1606 y modifi- cada después de 1715, posee un interior de planta en cruz le- tina excepcionalmente compacto por lo amplio de la nave y crucero y To corto de los brazos de éste. La unidad que resulta 49 ‘arcia aRyce ARQUITEOTURA VIRREINAL ¥ LA REPUBLICA de estas proporciones es caracteristica del barroco, ast como el efecto del fluidez que crean los chaflanes de los mismos brazos. del crucero y el horadamiento de las pechinas de la cipula por medio de ventanas en forma de huecos ovales. dad nada barroéa de sus portadas. La misma sencillez caracte- yiza la iglesia de Santa Ana, en la parte alta de la ciudad. HUANCAVELICA El exterior es uno de los més originales de Ayacucho por la presencia de un pértico de tres arcos con terraza cubierta en el segundo piso y alta espadafia de tres huecos al costado de la entrada al antiguo convento. ‘Huancavelica Ie debié su existencia a los yacimientos de ‘azogue de la localidad, expropiados por ¢l virrey Toledo para Ja Corona en 1572, aflo de fundacién de la ciudad. Empleado en el Pert prehispanico para la preparacidn de tintes, el azogue, a partir de la Conquista, fue utilizado para la extraccién de la plata y el oro. Por ello, las minas de Huancavelica, explotadas, como las demas, por el sistema de las mitas, desempefiaron un yol de mucha significacién en la economia del Virreinato, lo que explica el auge de esta ciudad, tan apartada y situada a tanta altitud, en los siglos XVII y XVIII. La reconstrucién de la iglesia de la orden franciscana, en la que se involucré la portada original del siglo XVI, fue ini- ciada en el tltimo cuarto del siglo XVII y terminada hacia 1723, En el contexto de la arquitectura religiosa del Virreinato, San Francisco es una obra singular, ya que su forma no correspon- de a ninguno de los tipos clasicos de la Colonia. El espacio in- terior podria asimilarse al tipo “Hallenkirche”, pero las for- mas de Ia béveda cambian: los tres tramos de la nave se cu bren con bévedas vaidas; las dos primeras capillas de cada lado, con béveda de cafién transversal, de manera que al efec- to de “Hallenkirche” se agrega la insinuacién de la forma en cruz latina. Durante este periodo, Huancavelica se potlé de buenas casas y sedes de comunidades religiosas con sus templos. Una singular mezcla de rusticidad y arcaismo en la arquitectura, y de lujo, riqueza y barroquismo en la decoracién caracterizé a éstos. Los interiores de la catedral, Santo Domingo y San Sebas- tid, constituyen buenos ejemplos de este arcsismo, con el que contrastan los ricos retablos barrocos de muy buena fac- tura que adornan los altares. El hecho que en las tres iglesias las cabezas de los muros estén provistas de anchas cornisas, hace suponer que hubo la intencién de cubrirlas con bévedas. Esca- pa a este arcaismo el templo de San Francisco, de planta en cruz latina con cipula en el crucero y béveda en la nave. La obra en la que mas se acusd la influencia de Lima en Huamanga fue la iglesia del monasterio de Santa Teresa, con- sagrada en 1703, en cuya portada almohadillada perdura algo de Ja influencia manierista. La iglesia de San Francisco de Paula, cuyo interior de tuna nave y crucero con ctipula y brazos apenas salientes act- sa, en el tratamiento y estilo de la molduracién, semejanzas _ con la Catedral y las iglesias de la Buena Muerte y San Juan de Dios, todas terminadas en el curso del siglo XVIII, forman un grupo homogéneo de obras que evidencian Ia caracterfstica moderacién de la arquitectura de Ayacucho y se distinguen por lo extremadamente sobrio de sus exteriores y por la simplici- 50 Los exteriores de las iglesias de Huancavelice son bastante variados, pero tienen en comin la terminacién er. punta de las. fachadas, que refleja la forma de los techos de madera a dos aguas. En lo que al estilo se refiere, existen dos expresiones 51 oancrA peycr principales, que se manifiestan especialmente en el disefio de las portadas: una clésica y una barroca. La primera correspon- de a lo ejecutado en la primera mitad del siglo XVIT 0 a obras posteriores en las que sobrevivié el espiritu renacentista. A es- ta categoria pertenece la portada de San Francisco, compara- ble a las portadas ayacuchanas del XVI. El frente de la vecina iglesia de San Sebastién, sumamente atrayente por lo bien que se distribuyen los huecos de las tres puertas con sus por- tadas sobre el plano claro de la amplia fachada, pertenece asi- mismo a esta corriente: la sobriedad y armonioso equilibrio de la composicién Je dan un toque clésico, asi como las for- mas del primer cuerpo de la portada principal y las senci- Nas portadas laterales. Muy otra es la ténica que les imprime a las fachadas de la catedral, Santo Domingo y la pequefia iglesia de Santa Barba- 1a, situada en las afueras de la poblacién, el estilo de sus por- tadas, de formas movidas, quebradas, churriguerescas. El uso de columnas saloménicas, es comiin a estas portadas y podria considerarse tal vez como una influencia de la arquitectura de Ja costa, con la que Huancavelica se conectaba (y se conecta) por el camino de Castrovirreyna. La fachada muy ancha de Santo Domingo escapa de lo co- mtin por Ia originalisima forma de las torres, que, fuertemen- te diferenciadas del cuerpo central y de la barroca portada, es- tan articuladas desde su base por pilastras muy salidas que forman tres cuerpos o niveles iguales. En la catedral, el énfasis esta puesto mAs bien en el con- traste entre los macizos de las torres y la escultérica portada de piedra roja, con fuertes entrantes y salientes, compleja de forma pero muy bien resuelta. ARQUITECTURA VIRREIVAL ¥ LA REPUBLICA CAJAMARCA La poblacién incaica que tan encomiosamente describie- ra Francisco de Jerez en su Relacién de la Conquista del Perit y que fuera escenario de la prisién y muerte del Inca Atahual- ‘pa, mantuvo su categoria de principal centro andino del_norte del Perit durante el Virreinato. Bl origen prehispénico de Ia ciu- dad se hace patente en su ubicacién al pie de los cerros que bordean las tierras de cultivo por el suroeste, pero se conservan 1pocos testimonios visibles de las fabricas de antes de la Conquis- ta, siendo el principal la habitacién denominada Cuarto del Rescate, ejecutada en canteria de piedra de estilo cusqueio. No existe por ello en Cajamarea, como en el Cusco, la impron- ta de lo incaico en lo urbanistico, salvo tal vez la ubicacion de la Plaza de Armas en el lugar de la precedente plaza prehisp& nica. Las sedes de comunidades religiosas con que cuenta Ca- jamarea no son muy numerosas. Subsisten cuatro conjuntos principales con sus templos: el convento de San Francisco y la Recoleta Franciscana, el monasteria de las Concepeionistas Des calzas y los edificios hospitalarios de la orden betlemita. Se agrega a éstos la antigua [glesia Matriz, hoy Catedral, Del con- vento de los mercedarios sélo quedan vestigios en la actual 20- na del mercado. Todos los templos, salvo La Inmaculada Concepcién, da- tan del siglo XVIIT y estén cubiertos con bévedas y construi dos integramente de la piedra lugarefia, ua toba volcdnica de color gris claro. En la mayoria de estos templos se puede admirar un caracteristico tipo de decoracién que los talladores de Cajamarca utilizaron en las portadas, to-res ¢ interiores y en la que sobreviven influencias manieristas y algo del plateres- co. Los rombos moldurados son uno ds los motives predilectos de esta arquitectura. 33 ‘GARCIA ‘pRYCE Pese al uso de columnas saloménicas, cornisamientos que- brados y coronaciones movidas (Catedral, Belén) en la es- tructura misma de las portadas, de un solo plano de fondo compartide en recuadros formados por las columnas y los entablamentos, se mantiene siempre una claridad muy rena- centista. Por su riqueza decorativa, la arquitectura de Cajamarca puede compararse con la de Arequipa y Puno, pero no por st. orientacién estilistica, en la que, si bien se da ocasionalmente Ia estilizaci6n andina o influencia “mestiza”, es por lo general més hispénica que la ‘del Sur del Pert. La catedral se comenz6 a construir en 1685 y se consagré en 1762. La fabrica quedé inconclusa, pues nunca legaron a terminarse sus campanarios. El frente del templo esta cu- bierto de abundante decoracién, naturalista en las tres porta: das, y geométrica (almohadillado) en los campanarios. En cambio, el interior es sumamente severo, al menos como apa- rece hoy dia. La planta es en cruz latina sin cipula y las na- vves laterales estén separadas de la central no por pilares, no por muros continuos perforados por arcos. El espacio in- terior del templo est4 dominado por el gran retablo. dorado del altar mayor, de un rococé extrafio por lo agitado de sus formas que incluyen unos singulares estipites asimétricos y fan- tdstica coronacién de aspecto flamigero. La iglesia conventual franciscana de San Antonio de Pa- dua o San Francisco, cuyas torres tampoco se concluyeron (las actuales son en su mayor parte de reciente construccién) se it ‘cid hacia 1699 y estaba ain en obra en 1737, Su fachada pare- s¢ se derivé de la de’Santa Catalina. La planta en cruz latina de tres naves y crucero con ciipu- Ta genera en San Francisco uno de los mds hermosos interio- tes de la Colonia. Su belleza no reposa en el adorno, que es 34 ARQUITECTURA VIRREIVAL Y LA REPUBLICA més bien parco, sino en la armonta y balance qué existe en- tre la forma espacial y la forma estructural. E] estilo ornamental cajamarquino no esté del todo ausen- te en San Francisco; asoma discretamente en las ventanas de Ja nave, como anunciando la presencia, junto al templo, de la capilla de la Virgen de los Dolores, donde el adorno en relie- ve esculpido en piedra (y originalmente policromado) tiene lu- gar de honor en la béveda, las ventanas, los frisos y el presbi- terio. Es apropiado pasar de esta obra a la iglesia de Belén, por- que ambas estén emparentadas por la similtud que existe tan- to en la distribucién como en la fornia y estilo de la decora- cién de los interiores, Io que harfa suponer que pueden haber sido obras det mismo maestro. La iglesia del Hospital de Nues- tra Sefiora de la Piedad, de la orden betlemita, se inicié hacia 1727 y su portada lleva la fecha de 1744 y el nombre de Joseph de Morales. Comparable a la portada central de !a Catedral por su estructura, estilo y el uso de columnas saloménicas, este rico imafronte se luce y destaca més que aquél 3or Jo Ilano de las bases de las torres que lo flanquean... Como en Ta catedral y San Francisco, el exterior quedé inconcluso, ya que sdlo exis- te la parte inferior del campanario de la izquierda, de planta exagonal. En el interior, de nave corta y crucero de brazos apenas insinuados, la decoracién de rombos encuentra su cul minacién en Ja cipula. Aqu{, ocho dngeles-atlantes de gran tamafio en altorrelieve y con medio cuerpo de hojas de acanto aparen- tan sostener el casquete superior profusamente decorado, que, como la mayor parte del resto del interior, corserva, aunque repintada, su policromia. Es sin duda éste de Belén un interior comparable al de San Francisco. en calidad, pero por razones dis:intas, que tie: 35 GARCIA BRYCE nen que ver sobre todo con el atractivo de la decoracién y su sabia utilizacién como medio para lograr una fuerte unidad entre las partes. La tinica de las iglesias mayores de Cajamarca que no quedé inconclusa fue la de la Recoleta franciscana, sede de la ordef hasta principios del sigla XIX, consagrada en 1735 y ter- minada después de 1750. La parte ms notable es la fachada, que ostenta espadatias gemelas decoradas con ordenes de pi- Tastras, frontones curvos y volutas muy marcadas, elementos que reaparecen, en escala mayor, en la portada. Si las fachadas de la catedral y Belén son mas ricas, la de Ja Recoleta es mds unitaria; en ella sobrevive la cualidad rena- centista de la correspondencia entre las partes y la armonfa to- tal a pesar de lo barroco del vocabulario. En to que concierne a éste, precisa seflalar que se trata de un estilo muy distinto al de Belén y la catedral, porque no es escultérico ni prepon- derantemente decorative como éste, sino mas, arquitecténico y lineal, de formas muy precisas y perfiladas. La Inmaculada, iglesia del monasterio concepcionista con- sagrada en 1806 posee interés histérico por su calidad de mo- numento neoclésico. La obra no escapé de la mayor parte de las iglesias de Cajamarca, de haber quedado inconclusas. La actual béveda escarzana debe ser una techumbre provisional y le resta prestancia al interior, cuya fina articulacién en los muros, formada por un orden de pilastras y arcadas ciegas, denota elegancia y permite formarse una idea de la buena calidad que hubiera poseido la iglesia si se hubiera llevado su fabrica a buen término. Construida en ladrillo, Ia iglesia posee un exterfor claro y sobrio. El sistema de pilastras y entablamento de la facha- da debia cefiir la totalidad del volumen, pero quedé inconclu- so salvo el frente, que corona un gran fronton triangular, mo- tivo clasicista predilecto. 56 ARQUITECTURA VIRREINAL Y LA REPUBLICA E] claustro de un piso del monasterio es excepcionalmen- te vasto y se distingue por poseer arcos trarsversales de re- fuerzo (algunos de los cuales se han perdido) y esquinas acha- flanadas que hacen “girar” la perspectiva de un corredor al si- guiente, El claustro diminuto de la porteria, el cementerio y Jas celdas con sus pequefios jardines individuales, poseen el encanto propio de lo espontdneo y libre de é tificio. ‘TRUILLO La traza de Trujillo, atribuida a Miguel de Estete, forma un damero muy regular, que entre 1685 y 1687 fue cefiido de una muralla construida a raiz de las incursiones de corsarios franceses ¢ ingleses capitaneados por el flamenco Davis. Lo hhomopéneo de la traza de la ciudad y la dispasicién de la mu- ralla, que describia una figura elipticd u ovalada, hicieron que Trujillo, a partir del siglo XVII, fuera la ciudad del Pert que mas se aproximara en planta al ideal renacentista de regularidad, simetria y sometimiento a un orden matematico, ideal que se habria realizado con plenitud de haber quedado Is Plaza Mayor en el centro de la figura. La afinidad entre Trujillo y Lima en lo que respecta al clima y a los materiales se manifesto en rasgos comunes a la arquitectura de ambas ciudades, tales como la plasticidad, lo pausado de los ritmos'y el colorido. Dentro de este parentes- co, perceptible por lo demés entre las arquitecturas de toda Ja costa, existen naturalmente caracterfsticas especificamente trujillanas: la sobriedad, y la predominancia ce esquemas sen- cillos de composicién en las elevaciones interiores, exteriores y portadas. Al igual que en Ayacucho, en Trujillo no se ma- nifesté con tanta fuerza el barroco como en Lima, el Cusco 0 Cajamarca, salvo, desde luego, en los retablos El 1616 se establecié la didcesis de Trujillo y se estrend una modesta iglesia como Catedral. Esta fue cestruida en 1619 37 ] Garcia aryce: y reemplazada por un segundo templo. Arruinado éste por un. sismo en 1635, se construyé en su lugar la nueva Catedral que, consagrada en 1666 y reparados los dafios que le ocasio- nara el terremoto de 1759, ha subsistido hasta hoy (salvo la cépula de ladrillo del crucero, que se desplomé en el reciente sismo de mayo de 1970). : La traza, hecha en 1643 por el dominico fray Diego Ma- roto, acusa semejanza con las de Lima y el Cusco en la adop- cién de la planta procesional de tres naves y coro en medio de la nave central (posteriormente trasladado al presbiterio) pe- ro el espacio resultante asume la forma en cruz latina. Los pi ares, arcos fajones y bévedas de arista, todos de ladrillo en- lucido, acusan fuertemente la estructura constructiva, Contri- buye a acentuar esta expresin estructural, la simplicidad de las-lineas arquitectOnicas. Con la reciedumbre de la arquitec- tura contrastaba el transparente y delicado retablo exento del altar mayor, obra maestra del barroco en Trujillo que fuera reducida a escombros al caer sobre ella la cupula en 1970, El exterior de la catedral se caracteriza por Jo volumino- so de sus torres y la’ simplicidad de la articulacién a base de verticales y horizontales formadas por pilastras, frisos y cor- nisas. Las portadas son de un barroco temperado, en el que sobreviven rasgos renacentistas. La iglesia del antiguo Colegio de La Compaiia de Jesus, terminada hacia 1640, presenta una variante de la planta basi- lical en cruz latina por poseer capillas laterales s6lo en los dos primeros tramos de la nave. En ésta, la forma parabélica de los lunetos de la boveda y el propio disefio de las elevaciones laterales hacen que se marquen con mucha fuerza, casi a ma- nera de compartimientos, los tramos de la nave, creandose un efecto “gético” que recuerda en algo la estructura interna de las iglesias agustinas de Safa y Guadalupe. 58 ARQUITECTURA, VIBREINAL ¥ LA. REPUDLICA El contraste entre los volimenes anchos y macizos y el fi- no detalle de la portada principal constituye uno de los mayo- res atractivos del exterior de La Compaiiia. La portada, de dos Cuerpos tratados con drdenes de columnas respectivamiente j6- nico y corintio, es uno de los mejores ejemplos que existen en Ja costa de transicién del manierismo, que se manifiesta en algunos toques de erudicién, al mas libre y movido barroco. La primitiva iglesia de Santo Domingo fue lestruida en 1619 y reemplazada por el actual templo, terminado en 1641 y reparado después de 1759. Santo Domingo es de planta basi- lical en cruz latina cubierta con bévedas vafdas de ladrillo, pero escapa al esquema tfpico porque las naves son de altura semejante, a lo “Hallenkirche”. Esta caracteristica, aunada a lo bajo y amplio de las proporciones, genera una extraordi- naria sensacién de, estabilidad y constituye un ejemplo muy expresivo de la adaptacién del sistema romano-renacentista de construccién al medio sismico de la costa peruana. Una mar- cada horizontalidad, muros Ilanos, portada sobria y clisica, y tna original torre de planta alargada caracterizan al exte- rior. El esquema usual en cruz latina se aplied también en La Merced, notable por Jas pechinas con relieves alusivos a San Pedro Nolasco y rica cornisa de la ctipula (rehecha en madera); fen San Francisco, provista de una sola torre de angulo de planta octogonal, y en San Agustin, con béveda de cafién que ‘carga sobre los originales muros de adobe, que se perforaron con arcos cuando se agregaron las naves laterales- Los conventos de los que estos templos formaron parte, hoy desafectados y dedicados a otros fines, son conjuntos de un piso con muros de adobe y techos de vigueria, dispuestos en torno a claustros formados por arquerias de ‘adrillo de me- dio punto con pilares de planta cuadrada, con frecuencia al- mohadillados, Similares caracteristicas posee el monasterio 59 ARQUITECTURA VIRREINAL ¥ LA REPUBLICA Garcia pnyce columnas corintias, el inferior de tres calles y el superior de tina con volutas laterales, que descolla por su -efinamiento y justeza de proporciones. del Carmen, fundado en 1724, uno de los pocos conjuntos que mantiene su funcién original y que, por ello, se conserva inte. / gro. La iglesia, que se distingue por la calidad de sus retablos, pertenece al grupo de iglesias mas pequefias rehechas, total 0 parcialmente, en el siglo XVII, entre las que se cuentan tam- us bién Santa Ana, Santa Rosa y Belén. Los templos de los antiguos poblados de Huaman y Mansi che, vecinos a Trujillo, y el santuario de Huanchaco, al norte de Chan Chan, fueron reconstruidos a principios del siglo XVIIT y restaurados después del terremoto de 1759. Los dos prime- 0s corresponden al mismo antiguo tipo de una nave alarga- da cubierta con techo de madera de par y nudillo, pero los estilos de sus portadas difieren considerablemente: la de Man- siche es sobria y més bien clasicista, mientras que la de San- tiago de Huamn, adornada con cuatro columnas muy esbel- tas que sostienen un entablamento quebrado y doble frontén partido, y numerosas estatuas y relieves de yeso que Incluyen las figuras de dos sirenas tocando charango, es, al contrario, barroca, pero de un barroquismo ligero, sin exageraciones y a la vez de cardcter popular. Barroca también pero mas so- bria y en ello comparable a las de la catedral, es la portada de la iglesia de Huanchaco, cuya torre y macizo volumen alar- gado pueden divisarse desde una grandisima distancia sobre un alto promontorio que domina el desierto y el mar. En Lambayeque, cuya arquitectura civil y eclesidstica po- see rasgos en comin con la de Trujillo, subsiste, aunque muy restaurado, el templo de San Pedro, provisto de altas torres de tres cuerpos de planta octogonal articulados con pilastras, que corresponden fundamentalmente al mismo modelo que la torre de San Francisco de Trujillo. La misma forma octo- gonal en planta y acusada altura caracteriza a las torres de la iglesia de Santa Lucia de Ferrefiafe, compuestas por dos esbeltos cuerpos tratados ambos con un orden dérico de pilas- tras. Santa Lucia posee una portada (1690) de dos cuerpos de 60. Lugar de residencia de la corte y autoridades virreinales y eclesidsticas, encomenderos y propietarios de minas y obra- jes, sede de una universidad desde mediados del siglo XVI (4551 6 1553) y del tribunal del Santo Oficio desde fines de Jo, Lima poseyé también una extraordinaria importan- cia comercial, A ello se referfa el padre Cobo cuando sefialé {que Lima era “... como una perpetua feria de todo este reino y de las otras provincias que se comunican con él, adonde ‘se hace descarga de las mercaderias que se tren de Europa, China y Nueva Espafia, y desde donde se distribuyen a todas Jas partes que con elle tienen correspondencia...”. Efectiva- mente, por la Ciudad de los Reyes, provisia de uno de los mejores puertos naturales de la costa peruana. El Callao, in- gresaban y salian la mayor parte de los productos y manu- facturas que el Peri colonial importaba y exportaba. La traza de Lima, atribuida a Diego de Agliero 0 Nicolés de Ribera, comprendfa 117 manzanas en el inicio y se ceftia de manera estricta al modelo urbano colonial tipico. La ex: pansién de la ciudad hacia el pueblo de Santiago del Cerca- do, establecido en 1568 como lugar de habitacién y adoctri- namiento de los indios de las encomiendas. vecinas, determi- nd que desde fines del siglo XVI la ciudad adquiriera la for- ma sensiblemente triangular y alargada que conservé hasta mediados del siglo XIX. Como la zona hacia e: este fue origt nalmente higar de huertas y estancias cuyos callejones se con- virlieron gradualmente en calles, esta parte de Lima escapé a la rigider del trazo reticular y ortogonal (o casi ortogonal, por- que las. intersecciones de las calles no Megan a formar angulos rectos) 61 ‘GARCIA BRYCE El centro religioso, politico y civico de Lima fue desde Iuego la Plaza Mayor, donde, aparte de la Catedral y el Ca- dildo, desde el inicio del Virreinato estuvo ubicada la residen- cia de los virreyes. Las tiendas y el uso de mercado al aire li ‘bre que tuvo la plaza, le dieron asimismo el caracter de cen- ‘tro comercial principal de la ciudad. La segunda plaza en im- portancia fue la de la Inquisicién, situada en lo que podria Mamarse el centro intelectual de Lima, zona de la ciudad en la _ que se establecieron, aparte del Santo Oficio, una serie de co- Jegios (el agustino de San Ildefonso, el dominicano de teolo- gia de Santo Tomés, el Colegio Real de San Felipe) y, desde 1577, la Universidad, Los voliimenes con cubiertas planas 0 rematados:con b6- vedas y ctipulas de los templos limefios presentan siluctas ‘compactas y reposadas. Sus formas son suaves y sus super- ficies lanas, salvo en los frentes principales, donde se encuen- tran las puertas con sus portadas y cuyas torres en ciertos ca- 50s se diferencian mediante una suerte de almohadillado de paneles rectos, poco profundos y de gran tamafio. Elestilo complicado y recargado, caracteristico del Alto Ba- rroco espafiol ejercié considerable influencia en la arquitectura de las portadas limefias desde aproximadamente 1670 hasta inmediatamente después del terremoto de 1746. Los fronto- nes curvos y partidos en el primer cuerpo, las coronaciones mixtilineas y quebradas, las volutas de proporciones genero- sas y las veneras suspendidas son algunos de los motivos mas tusuales de estas portadas. Son formas siempre muy expres vas y ampulosas, de marcado relieve y con muchos entran- tes y salientes, cuyas siluetas y perfiles, acentuados por medio del color, les permitieron a los arquitectos—artifices lograr atrayentes efectos visuales, sacdndole el maximo provecho po- sible a la luz blanquecina de Lima. En el curso del siglo XVII la mayorfa de las iglesias con- ventuales limefias ‘se reconstruyeron, adopténdose en casi to- a ARQUITECTURA VIRREINAL Y IA REPUBLICA das la planta en cruz latina, enteramente abovedada, con ct pula en el crucero, Algunos de estos templos se reconstruye- ron totalmente (San Pedro), en otros se mantuvo Ia traza ori- ginal del siglo XVI, conservandose en parte los muros y pila- res primitivos (Santo Domingo). La primera de las iglesias mayores a ser reconstruida en su totalidad fue la del Colegio Maximo de la Ccmpafia de Jesiis, San Pablo (hoy San Pedro), iniclada de acuerdo a la taza del jesuita Martin de Aizpitarte en 1624 y consagrada en 1638. Si la iglesia de la Casa Profesa de la Orden en Roma, II Gesti, fue el modelo de San Pedro, lo fue sélo en cuanto al tipo y sus lineamientos generales, ya que en ambas difieren tanto el nimero de capillas laterales (seis en IT Gest y diez en San Pedro) y las proporciones del espacio (mucho més alar- gado en San Pedro), como el diseo de las elevaciones inte- tiores y, desde luego, las exterfores. De otro lado, San Pedro es sin duda la mas renacentista de las iglesias Imefias. El orden dérico de pilastras con que estén’articuladas las arca- das de la nave le da un cierto cardcter herreriano, con el que contrasta la opulenta decoracién de las capillas conexas que forman casi naves laterales. También exteriormente es relati- vamente sobria, y sus portadas, de transicién del manierismo al barroco, son simples y planas comparadas con les posterio- res de otros templos, Como Ia iglesia de La Compafiia en el Cusco, la dé Lima estuvo originalmente cubierta con boveda de cruceria de la- rillo, que se supone fue destruida en el terremoto de 1746 y reemplazada por la boveda de cafién de madera entelada ‘que subsistié hasta el de mayo de 1940. En la iglesia de La Merced, reconstruida a partr de 1628, segin traza del P. Pedro Galeano, se siguié en parte la fér- mula de San Pedro: planta en cruz latina con cipula en el crucero, capillas conexas de planta cuadrada cubiertas con cu- carcia aryor ARQUITECTURA VIRREINAL ¥ 1A REPOMLICA EI conjunto formado por los exteriores de San Francis- co, Ia porterfa del convento y las yecinas iglesias de La Sole- dad y El Milagro esté dominado por Ia gran fachada del tem- plo con su portada-retablo y torres gemelas, que se distin. guen por el almohadillado de fuerte relieve que cubre la to- talidad de sus superficies. pulines y nave central, con bévedas de nervadura de ladrillo, que a raiz de los sismos tuvieron que ser sustituidas por una. béveda de caiién de madera. Difiere La Merced en que incor- pora el tradicional coro alto que las iglesias de frailes reque-. tian. Difiere asimismo por el estilo marcadamente hispano-li- imefo tanto del interior como de las portadas. Constituyen to- ques muy originales y que modifican el sentido tradicional _ del espacio, la planta trapezoidal. y. forma facetada de I bévedas de los brazos del crucero y la presencia de una ciipu- — la de planta ovalada sobre el coro alto, innovaciones éstas que deben corresponder a la etapa de reconstruccién poste- ior al terremoto de 1687. La portada’ principal (hacia 17042 modificada después de 17462) profusamente decorada y pro- vista de columnas saloménicas en dos niveles y frontones de forma escalonada, se distingue de la generalidad de las porta- das limehas en que muestra visibles influencias “mestizas”. Existe un marcado contraste en escala y estilo entre las torres, y la portada, composicién extremadaments rica, en la {que el estilo exuberante del alto barroco hispanico se mani- fiesta sin restricciones. El frontén curvo y partido del primer cuerpo, que tanta difusion tuvo en Lima desde esta época has- ta mediados del XVIIT, podria haberse inspirado en el motivo similar de la portada mayor de la catedral del Cusco, que posiblemente conocié Vasconcellos. : Me he referido ya al Santo Domingo del sigh XVI, cuya traza primitiva se ha mantenido a través de les diferentes etapas de la historia del templo. El primitivo techo mudéjar se cambio por, bovedas de nervadura, hechas también de ma- dera, después del terremoto de 1687. Estas bévedas, la pre- sencia de antiguas bévedas de cruceria en los tramos de los ingresos ae las sae laterales, las alteraciones introducidas al ser modernizada por Matias Maestro primero y lue; 1898 y 1901, y, en general, la ausencia de un sistema unite: rio de tratamiento interior comparable al de San Francisco y La Merced, le restan a Santo Domingo la fuerza de expresién y cohesién que éstas poseen. El templo de San Francisco, reconstruido entre 1657 y 1674 por el maestro lusitano Constantino de Vasconcellos y el meio Manuel de Escobar, marca el apogeo del estilo limenio del siglo XVII. En su forma y estructura general se siguié li: neamientos similares a los de La. Merced, pero para la te. chumbre de la nave sc adopts desde el inicio la boveda de ca- ibn con arcos fajones y lunetos para las. ventanas, fabricada en quincha, sentando tin precedente que fue seguido en mu- chas obras después de los terremotos de 1678 y 1746. La caracteristica decoracin limefia en cuyo estilo se en- trecruzan influencias manieristas, barrocas y mudéjares, des- empefia en San Francisco un papel principalisimo. En su dis. tribucién y componentes es comparable a la de La Merced, pero el efecto es de mayor riqueza por [x forma en que la de- se inicié. en 1549, termindndose hacia 1637, fecha de las bases coracién se extiende a los lunetos, Ia béveda con sus: pane de las torres de José de la Sida, En 1681 el Padre Provincial les grandes y pequefos recortados y endentados, y la cupu- de la orden emprendis obras de demolicién en el crucero, ‘‘con fnimo de fabricarlo todo a lo moderno”. Esta parcial recons- truccién del templo concluyé en lo fundamental hacia 1697. 6 De las grandes iglesias conventuales. limefias, Ia que mds Vicisitudes ha. sufrido ha. sido San Agustin. Su construcci6n 6a ‘GARCIA BRYCE Ya bien entrado el siglo XVIII, se agregé. a ia severa facha- da de la Sida la soberbia portada churrigueresca que, salvo la coronacién, se ha conservado hasta hoy, Fechada en 1720, esta portada es sin lugar a dudas uno de los mejores ejemplos de su tipo en el Pera. En ella se Ilevd al exterior la rica temé- tica de los contempordneos retablos de madera tallada, que tivas, lo fuerte de sus relieves y el iso de la columna salo- ménica como elemento predilecto. La portada es excepcional- mente alta, de manera que se desarrolla en cuatro cuerpos. El templo mantuvo su autenticidad y prestancia hasta la revolucién de Piérola (1895), en la que sufrié considerables dafios, a raiz de los cuales se efectué una segunda recons- truccién parcial, de acuerdo a un proyecto en el que se aspi- raba a convertir a San Agustin en una iglesia roménico—gé- tica, Para ello se elevé la altura de la nave, cubriéndose con una béveda de gruesas nervaduras, se construy6 un triforio, y se alteré la forma del cuerpo superior de la portada, susti- tuyendo la primitiva ventana oval por un ventanal circular o rosetén, La inauguracién de estas obras, no obstante incon- clusas, se realiz6 en 1908, pero su duracién ha sido limitada, ya que su deterioro en sismos recientes ha hecho necesaria su demolicién. ‘Veamos ahora algo sobre la arquitectura de los conven- tos de los que estas iglesias forman parte. Del antiguo Cole- gio Maximo de La Compaiiia (desde 1568) solo se conserva una parte relativamente pequefia en comparacién con lo que fue originalmente el conjunto. Entre los recintos de mayor signi- ficacién desde €l punto de vista arquitecténico, se cuentan la porteria de planta central con cupula en el medio, a la mane- ra de Ia porteria del Colegio del Cusco, la severa capilla de la Penitenciaria y el claustro anexo a la porteria. Los conventos de los dominicos, mercedarios, francisca- nos y agustinos fueron todos fundados también en el siglo 66. se distinguen por su extremada abundancia de formas decora- ARQUITEOTURA VIRREINAL Y LA REPUBLICA XVI (La Merced y Santo Domingo en el primer aio de funda- da la ciudad), pero sus fabricas datan en lo fundamental de los siglos XVII y XVIII. Los cuatro se distinguen por la cali- dad de sus claustros principales, que poseen en el primer piso gelerfas de danzas de arcos de medio punto de ladrillo. Los Claustros altos, como se construyeron 0 reconstruyeron (en guincha) en la segunda mitad del XVIT 0 despues del terremo- to de 1746 (Santo Domingo, La Merced), acusan raseos mar- cadamente barrocos y se distinguen por lo ingenioso de sus disefios, En el claustro dominico y en el franciscano, los ar- Cos se alternan con huecos ovalados, y en los arcos alternativa- mente grandes y pequefios del primer claustro ce La Merced, terminado en 1781, se combinan resabios mudgjares con la ma nera ligera y curvilinea del rococs. BI toque andaluz, tan frecuente en Lima, Io proven en les claustros franciscano y dominico los zécalos de magnifi- cos azulejos traidos de Sevilla y fechados entre 1604 y 1620 y por lo tanto predominantemente manieristas en lo estilisti- co. He aqui otros episodios arquitecténicos de 2stos conven- tos que no deben pasarse por alto: en el de San Francisco la gran escalera imperial, en cuya techumbre de madera se aso- cia la forma bizantina y renacentista de la capula sobre pechi- nas con el sistema y estilo de carpinteria islamico; en el de La Merced, también la escalera, ampulosa y barroca (1762), y el claustro de Los Doctores: en el de Santo Domingo, el Salén General, con almohadillados, veneras y volutas, y en el de San Agustin el artesonado de seccién trapezoidal de la antesacris- tia, de mediados del XVIJ, excelente obra que muestra la in- fluencia de los modelos serlianos- Provistas de los usuales coros anexos a la cabecera o en Jos pies, las iglesias de los monasterios, aunque con frecuen- cia ricas en obras de arte, fueron por lo general de arquitec- ‘GaRcia Bryce tura mds modesta, lo que puede también decirse de los con. ‘ventos mismos. De estos templos destaca, por lo bien conser- vado, el de Jests Marfa, inaugurado en 1721. Provisto de ct pula en el crucero, presenta al exterior una masa muy com- acta, a cuyos pies se elevan campanarios diminutos a mane- ta de leves remates laterales del plano nico de la fachada, como es frecuente encontrar ent las iglesias limefias de me- nor tamafio. Pero lo més importante en Jess Maria es el in- terior, el nico en el centro de la ciudad que conserva todos sus retablos originales de principios del siglo XVIII: una se- rie magnifica y completa de retablos de madera dorada con columnas saloménicas, que le otorga a este pequefio templo una categoria excepcional. LA COSTA HACIA EL SUR Atrayente manifestacién del ingenio y la imaginacién de los alarifes y artesanos activos en la costa central fue la se- rie de iglesias que se erigieron en los pueblos y las zonas ru- rales, Desafortunadamente, la mayor parte de estas obras se encuentran en un avanzado estado de deterioro. Destacan (0 destacaron) entre ellas, San Francisco de Huaura, la iglesia agustina de Chilca y las capillas e iglesias de lo que fueron las haciendas de la Compafifa de Jestis. Entre éstas debe men- cionarse en particular la de Villa, en Lima, la de San José en el valle de Chincha, y las del valle de Nasca: San Javier, cubierta, excepcionalmente, con bévedas de ladrillo, y rica- mente decorada, y San José, que ha perdido su béveda de te- lar y de cuya hermosa portada con columnas saloménicas s6- lo queda, muy deteriorado, el primer cuerpo; en estas obras de Nasca, el género de Ia iglesia de hacienda o de campo se elevé a un nivel artistico y de sofisticacién excepcional En una categoria aparte por la calidad de su arquitectu- 1a se sitda asimismo la iglesia del desaparecido Colegio de . ‘ouisne> sound ‘poaso}¥ ST 9p OpuanUOD “oas1K Cusco, Catedral 7 fotografia de 1890) ‘Arequipa. Antiguo Colegio de la oe de desis, primer dausiro etalle del erucero Chiguata (Arequipa), Teles uno), La Santa Cruz, del ‘sotocoro ‘Ayacucho, La Compania Cajamarca, La Recoleta ‘Ayacucho, Santo Domingo ofeyueg ap = teapae " ARQUITECTURA VIRREINAL ¥ LA REVUBLICA Ja Compafita de Jestis en Pisco (principios del siglo XVII, cuya planta en cruz latina con capillas-nicho esté proporcio. nada utilizando como médulo el diémetro de la cipula. La articulacién de las elevaciones interiores y los retablos, que son de excelente factura, forman un conjunto sumamente co- herente y rico, que evidencia, como tantos edificios de la So- iedad, el alto grado de capacidad artistica y madurez de sus autores. 11. EL PERIODO 1750-1820 EN LIMA La progresiva decadencia de las minas, ce los obrajes, de la vida econémica toda de la Colonia en el transcurso de la segunda mitad del siglo XVIII, se reflejé en la declinacién de las ciudades del Virreinato peruano y de su capital, que ade- mds se habia visto afectada desde antes por la reduccién de Jos territorios de su gobierno al crearse el Virreinato de Nue- va Granada en 1739 (que, en 1776, fue seguido por el del Rio de la Plata, que confirmé la ereciente importansia que estaba adquiriendo Buenos Aires, mientras Lima declinaba). El gra- dual empobrecimiento en lo material de Lima se hizo patente al reconstruirse sus edificios después del terremoto del 28 de octu- bre de 1746, con menos suntuosidad que la que tuvieron pri- mitivamente, o al sustituirse por edificaciones nuevas mas modestas que los del siglo XVIT 0 comienzos del XVII. En lo constructivo, el terremoto de 1746 contribuyé a afianzar definitivamente el uso de la quincha (o la madera) como material exclusivo de las bévedas de los templos y de los pisos altos de las viviendas. Una de las obras de ma yor envergadura desde el punto de vista constructive fue la reconstruccién de la Catedral, a la que ya se ha aludido, Existe en la arquitectura limefia de la segunda mitad del siglo XVIII, una feliz coincidencia entre sus materiales lige- 9 epee & ee = “cibe el influjo tanto del estilo Luis XV como del barroco ita- - carse él locutorio de planta oval del antiguo Colegio de Teolo- “ sico corresponde todavia al espiritu del alto barroco. cancia anyor ARQUITECTORA VIRREINAL ¥ LA REPUBLICA Los proyectos de las tres primeras obras se atribuyen al yirrey-arquitecto del siglo XVIIT, el catalan Amat, y a su co- laborador Juan de la Roca, activo también como director de ‘obra tanto en estas construcciones como en la Quinta de Pre- ga y él Real Felipe del Callao. ros y el signo estilistico del barroco tardio y del rococé que _ primé en las reconstrucciones. Los ideales de lucidez y racionalidad de la Mustracién, la reaccién contra la exuberancia ornamental del alto ba- rroco y la influencia del clasicismo como estilo y como doc trina de las nuevas academias de arte y arquitectura, que im- pulsaron hacia mediados del siglo XVIII el proceso de trans: formacién de la arquitectura de la Metrépoli, se reflejaron a su vez en Ia Lima “afrancesada” de los virreyes Amat, Guirior, ‘Téuregui y Croix; en las nuevas obras de este periodo se per- En la iglesia de Las Nazarenas, construida para albergar Ja imagen del Senor de los Milagros y a la vez templo del mo: nasterio encargado de su custodia, la planta tradicional en cruz latina se transformé sutilmente para generar un es- pacio que parcce ondular suavemente. Lo corto de la na ve y de los brazos del crucero y la forma achaflenada de los pilares de la cupula, que permiten darle a ésta un didmetro mayor que el de las bévedas, hacen que ella tenga una pre dominancia absoluta, La unidad del interior de Las Nazare- nas se apoya no sdlo en estas caracteristicas, sino, ademas, en Ia unificacion de muros y pilares mediante el uso de co- jumnas empotradas y, asimismo, en la unificacién entre la ar- quitectura y los retablos, que son de albafileria y se adurnan S - con columnas semejantes a las de los pilares, perc de tamaiio mas pequeo iano que Juvarra y su discipulo G. B. Sacchetti introdujeron en Madrid, Paralelamente se dio, en esta misma época, lo que podria llamarse una tendencia borrominiana en la forma ar quitecténica, que condujo a la adopcién de formas mas com- plejas y barrocas en la configuracién de las plantas y espa. ios interiores. gy De obra precursora de esta ultima tendencia podria califi gla de Santo Tomés, aunque su estilo bizarro y muy poco clé- E] palpito Luis XV y las rocallas en claves de arcos y pe- chinas contribuyen a acrecentar la impresién de ligereza de - este interior, en el que el rococd se une a un espiritu clasicis- ta naciente, evidenciado en lo. prominente del rol del orden clisico y en la busqueda de una armonia muy explicita entre los elementos, Similar forma ovalada se utiliz6 en la iglesia del Corar de Jess (Los Huérfanos), consagrada en 1766. La ausencia de esquinas y las concavidades le dan al interior una continui- dad y fluidez netamente barrocas, que acentita el trazo ondu- lante del coro alto. Idéntica busqueda y el uso del mismo vocabulario arqui fecténico y decorativo caracterizan al camarin de la Vi gen de las Mercedes. De planta cuadrada y esquinas con ni- chos en chaflin, provista de numerosas columnas libres, gra ciles arcos peraltados y bovedillas en forma de veneras, el ca- marin parece una versién limefia y rococé de la iglesia roma- a de Santa Inés en la plaza Navona. El empleo de rocallas en arcos y pechinas terminan de estrechar su parentesco con Las Nazarenas. La iglesia de Las Nazarenas, el camarin de la Virgen en la iglesia de La Merced, la torre de la de Santo Domingo y Ja fa- “chada nueva de la antigua iglesia de Santiago en el pueblo. de Surco, al sur del valle del Rimac, se cuentan entre las ‘obras més significativas del periodo. : 70 ee qancia aavce e : Q s : : riadas influencias: de un lado se disciemen en él motivos Con el campanario de Santo Domingo (1775), se Mevé el variadas ic a rucio Upe de aruilecure apaecido en os inerores de Las | sue devivan del baroeo romano (Bernini, Barronin, Font Nararenas el camarin mercedario, al exterior: igual unili pe) 9 G5 Cea elec con ot liege eames rare caeide’ de forme, por medio de drdenes clase aa E notiguc: (sou va foumade Ch in coeur ae rae fo combinacién de influencias rococé y barroca clasicista, pero : Pe 6 : ‘ tana). Era por ello el suyo un estilo de cardcter internacional una mayor complejidad, que denota tal vez el influjo del esti- : iscional To de los Galli da Bibiena y parece insinuar un parentesco con a Sore cuas y seadernicys ere, on et fondo todavia fuck Bf Jes Gall ee Bibione pees temente barroco, lo que se manifestaba en el empleo de plan- ‘dos, y una variedad de recursos escenogréficos. La més im- portante obra de Maestro conio retablista fue el altar mayor de la Catedral (1805), en forma de templete de dos euerpos. La correccién muy académica en el dibujo de los érdenes se combina aqui con el barroguismo en la forma, en Ia que se ha- ce uso de curvas, convexidades y concavidades. Menos barro- cos y mas directamente relacionados al estilo sob-io y rectili- neo del periodo neoclisico son Ia fachada de la iglesia del San- to Cristo de Maravillas, atribuida a Maestro, y sus disefios pa- ra el desaparecido Colegio de Medicina (1808—1811) y el Ce- menterio General de Lima (1807—1808). La formacién hasta cierto punto humanfstica de Matfas Maestro permiten discer- nir en su personalidad un cardcter de “‘modernidad”, que mas adelante lo Ilevé a identificarse con la Emancipacién y a for- mar parte de diversas. instituciones republicanas, Por ello Matfas Maestro es como el s{mbolo, en el campo de las artes y la arquitectura, de la transicién de la Colonia a la Republic cay un eslabén entre ambas. En Ia fachada de Ia iglesia de Surco encontramos tam- bién la busqueda de una suerte de armonia total en la unifi eacion de la composicion por medio de pilastras gigantes de orden corintio, unida a las libertades del rococo, que le im: prime un suave movimiento ondulante al plano de la fachada y ala cresterfa, cuya silueta parece inspirada en un cortinaje. La torre de Santo Domingo tuvo una secuela en las nue- vas torres de la catedral, que, posteriores en més de veinte afios, (Se terminaron en 1797), fueron sin embargo, dada la evolucion del gusto en este lapso de tiempo, el producto de | una vision mas deliberadamente clasica y pusieron de mani. | fiesto el gradual desplazamiento de la fantasfa del barroco (y del recocé) por la geometria simple y clara del neoclasicismo. cismo. Sirvan las torres de la catedral de introduccién al dltimo periodo, posterior a 1800, de la arquitectura del Virreinato, que tuvo como protagonista en Lima a Matias Maestro (1766 1834), a quien se le debe la modernizacion de los interi res de la catedral y las principales iglesias de Lima (San Fran- cisco, Santo Domingo, La Merced, posiblemente San Pedro), modernizacién de nuestros dias muy discutida pues compor- _ ‘to la destruccién de muchos de los retablos de los siglos XVII — y XVIII, pero que fue en su época una consecuencia natural | Gel cambio del gusto y de la reaccién contra el estilo prece- dente. El estilo de Maestro y sus contemporéneos acusaba — R El barroco clasicista, con su mayor o menor dosis de au- téntico neoclasicismo, puede considerase como el ultimo es- tilo eclesidstico en el Pert. Mas adelante, la Tglesia perderd, como en Europa, su secular rol de patrona de las artes; sin duda, después de la Independencia, la creatividad en materia de arte y arquitectura religiosa decays notablemente respec- toa lo que fue en el Virreinato. tas curvilineas y mixtilineas, entablamentos curves y quebra- - ICIA. BRYCE. 12. LOS HOSPITALES Las ciudadés del Pera colonial estuvieron la mayoria pro- vistas de uno o més hospitales, regentados frecuentemente, por drdenes religiosas especializadas en el manejo de este ti- pode establecimientos. La institucién del hospital colonial. correspondia a una vieja tradicién hospitalaria que en Europa surgié desde los primeros tiempos cristianos, tomando como base el concepto de “hospitalitas”, la hospitalidad y proteccién que se debia brindar no s6lo a los enfermos, sino también a los pobres, a Jos huérfanos.e inclusive a los peregrinos. La diferencia entre hospital y asilo no era, entonces, muy marcada. Las disposiciones del Concilio de Aquisgran (siglo X1), gue mandaba emplazar ef hospital cerea a la Catedral y a los “conventos, colocar en las salas de los hospitales altares y “dar importancia a la capilla”, muestran que la funcién hospi- talaria era espectficamente un asunto de la Iglesia. En Espafia, a la tradicién hospitalaria cristiana europea se sumé la drabe, dando ambas lugar a la construccién de -nuchos hospitales desde los siglos VIII y IX. Del periodo que nos interesa mas por la vinculacién con América, el siglo XVI, datan significativos hospitales renacentistas espaficles, como el de la Santa Cruz en Toledo, el de Granada y el de Sevilla. El principal recinto de estos hospitales es la enferme- ria, de planta cruciforme, formada por cuatro. pabellones ‘que convergen en un espacio central donde est situado el. al- tars En el planeamiento y formas de los hospitales del Pert se reflejaron naturalmente estos modelos metropolitanos. En Li- ma, los hospitales destinados a los distintos grupos sociales y raciales: el hospital de indios de Santa Ana y el de espafioles 4 ARGUITECTURA VIRREIRAL ¥ LA REPUBLICA de San Andrés, fundados ambos en 1554, y et posterior hospi: ial de negros de San Bartolomé (1646), posefan, los tres, enfer- merias en cruz de un piso con capilla central limitada. por ‘cuatro arcos. En otros casos, la planta asume la forma de. una T, por ejemplo, en la sala occidental de San Bartolomé, cen el hospital de hombres de Cajamarca, y también las: hu- bo de simple forma rectangular. La enfermeria formaba el centro de un conjunto que in- clufa, ademés, sala de cirugia, botica, oficinas de administra. cidén, lavanderia y roperia, cocina y sus servicios. A estos se agregaba en muchos casos las zonas de habitacién de la con- gregacién, que atin se conservan en algunos antiguos hospita- les que fueron de los betlemit En lo que 2 la composicién de las plantas de los hospitales se refiere, era comparable a la de los conventos: entre los pabellones de las enfermerias y las crujias de las habita. ciones correspondientes a los servicios se ubicaban patios con arquetias o peristilos y muchas veces e! conjunto incluia una cepilla o iglesia independiente de las enfermerias y accesible directamente desde la calle. : Aunque hay excepciones a esta norma, se’ trataba de situar los hospitales en las afueras de la ciudad, a fin de aislarlos del resto de la poblacién y para facilitar el abastecimiento de agua y aprovisionamiento de viveres. Tal es el caso dsl hospi- tal de la Almudena y del mismo desaparecido hospital de los Naturales en el Cusco, y de tres de los hospitales mayores de Lima, los mencionados de Santa Ana, San Andrés y San: Bar- tolomé. El mérito arquitecténico de los hospitales que hoy subsis- ten es muy variado. Veamos algo al respecto: en el hospital limeio de San Bartolomé, sumamente alterado por los nu- merosos agregados de que ha sido objeto, son de desiacar las B ‘ancia perce arquerias del patio principal y, en particular, la iglesia, hoy desafectada, inaugurada en 1684, de planta rectangular con capillas-nicho de anchos variables. Su arquitectura, a pesar de la fecha, se caracteriza por lo severo y llano de sus formas. El de San Andrés es el que m4s entero se conserva de Jos hospitales de la capital. A pesar de estar subdivididos y par- cialmente alterada, puede reconocerse la gran enfermeria— capilla central, con sus techos de vigueria provistos de mén- sulas (sustituidos por béveda de telar en el brazo occidental, posteriormente habilitado como iglesia) y, en el antiguo cru cero, una espléndida cupula fabricada integramente en ma- dera, ricamente tallada. Uno de los mejores conjuntos hospitalarios existentes en el Peri es el de Nuestra Seffora de la Almudena en el Cusco, Convento—hospital establecido en 1700 por la congregacién betlemita con el apoyo del obispo Mollinedo “para curacién ide sacerdotes pobres y convalescencia de indios”. En el cur so del de ampliacion, mejoramiento y adorno de la iglesia. Entre las ultimas de estas obras se contd el nuevo claustro de la por- teria y la nueva iglesia, que se consagré recién en 1802. Este templo, 0, al menos, la iglesia de la Almudena que actualmen te subsiste, parece haberse formado utilizando una parte de la enfermeria. Esta es muy original, ya que asume la forma de un gran anillo cuadrado, cubierto con bévedas, en torno al se- gundo claustro. De notable calidad arquitecténica es asimismo el conjun- to de Nuestra Sefiora de la Piedad en Cajamarca, llamado también de Belén, Este hospital fue asumido en 1667 por los be: tlemitas, quienes construyeron los actuales edificios. Estos son dos: el hospital de hombres y el de mujeres, separados por una calle (el actual jirén Junin), a los que se agrega la ivlesia de Belén, a la que se ha hecho ya referencia, y que 16 glo XVIIT el hospital fue objeto de multiples obras ARQUIFEOTURA VIRREINAL Y “A REPUBLICA forma parte del hospital de hombres. Las obras se iniciaron ‘a fines del siglo XVII, terminandose las enfermerias y la igle- sia hacia 1740—1750. El hospital de hombres posee dos zonas: la correspondiente al templo, capilla del cementerio y enfer- merfas con sus servicios, y la que fue de vivienda de la congre- gacién. La primera, cubierta en su tolalidad con bovedas, esta construida integramente en piedra (toba volcdnica). Un patio de considerable tamaiio da acceso a las dos zonas y sirve de articulacién entre ellas. La enfermeria, que, como se ha men- _ cionado, es en forma de T y pose una cupula sin tambor s0- bre el crucero, es lo mas hermoso del conjunto y conserva yestigios de pintura mural. El considerable espesor de los mu- ros ha sido aprovechado para practicar en ellos revesos a ma- era de diminutas aleobas para las tarimas de los enfermos, como existieron también en La Almudena. El hospital de mujeres es mas compacto, y, como el de hom- bres, todo de piedra y abovedado. Esté distribuido en torno aun patio muy pequefto, que da acceso a lo que fue la capilla del Belén, La enfermerfa rectangular y muy alargada, con bé: veda de caiién, est también provista de alcobas en los muros y asimismo restos de pintura mural. Situado en alto, jo se distingue por su bella portada de ing-eso. La in- fiuencia de la corriente mestiza, que en Cajamarca 10 fue muy marcada, se manifiesta en esta portada de manera mds expli- ita que en las otras de la ciudad. 13. LAS CASAS Si en la arquitectura religiosa y hospitalaria del Virreina- to primaron los modelos europeos, en la arquitectura de la casa, como he sefialado antes, hubo una mayor incidencia de las tradiciones prehispanicas, que se manifestaron sobre todo. en las viviendas de las clases populares en el campo y en los pueblos: Las casas de los estratos més altos de la sociedad, GARCIA BRYCE — ARQUITECTURA VIRREINAL Y LA REPUBLICA en cambio, tuvieron un caracter predominantemente hispani- paja (chu). En la costa los muros se fabricaban también de co en su forma y apariencia, y, desde el punto de vista artis: Haabe Oven ine viviendas mids) huinlldes ¢de maneiees Sane tico, un parentesco bastante explicito con sus prototipos pe- | entretejida, que podia revestirse 0 no con barro, sostenidas ninsulares.. = por una estructura de troncos de drbol. Estos se usaban tam- ; ign para sostener el techo de cafias o esteras recubiertas con Mucha de la arquitectura de vivienda de mayor o menor una capa de barro, Lo benigno del clima de la costa determing influencia prehispénica podria llamarse “mestiza”, pero no en | ue a la casa se le agregara siempre una “ramada” en la par- el sentido de la arquitectura mestiza de Arequipa y Puno,esde- | jz delantera, que le servia a la familia de especie de cuarto ir por el peculiar estilo de su decoracién, ya que no fue esen- “| 4} aire libre, : cialmente una arquitectura decorada, sino porque en ella so- jicron combinarse las formas de planeamiento y métodos En el extremo opuesto del espectro social y econémico constructivos de origen prehispanico con elementos y proce- estaba la casa-hacienda, principal edificacién del coajunto de dimientos introducidos por los espanoles. Este mestizaje, aun- construcciones que formaba el nticleo de habitaciéa y servi- que caracteristico de la arquitectura vernacular, puede tam- cios de las grandes propiedades agricolas o ganaderas, tales ign encontrarse ocasionalmente en la arquitectura de las cla- como. depésitos, caballerizas, corrales, viviendas de’ depen: s¢8 altas. Podria considerarse como una instancia de ello el uso | dientes y trabajadores y rancherias o galpones para esclavos de rollizos en las residencias coloniales del Cusco. En el mismo (Catatler(atiea ‘de’ estas entae de hacienda (ue el uso dees: Cusco, constituyen interesantes casos de mestizaje las portadas lajlas 0 corredores“exteriones de’ arquetiag’ de elbanileta@ de transicion de que estén provistas algunas casas de familias adintelados de madera. Los precedentes de estos corre: prominentes (por ejemplo, la del marqués de Valleumbroso). dores pueden buscarse en las “ramadas” prehispanicas, pero La presencia, en estas casunas, de las puertas trapezoidales.y “ainbiea Sen’ las

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