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Traduccion de VICTOR GOLDSTEIN NUNCA FUIMOS MODERNOS Ensayo de antropologia simétrica per Bruno Latour atone Satores > Siglo veintiuno editores Argentina s.a. Fun 217 HC acaAAC. BUENOS ARES, MEPLBUERARGENTINA Siglo veintiuno editores, s.a. de c.v. EAR EEL NGA 2, BELEGACE COYONE 610 MELE. Siglo veintiuno de Espafia editores, s.a. e2NDE2 Pom, 208 aH HAOAD et eevrage, prublié das ie cade doe Prager aide dala Publication Vitorie Oosmngo, binSfies ds sistion du Minar eds Affves Evans ot bu Service Cleat deVAnbassade de Prance on Argentine, sta obra, publicada en ol marco del Programa de Ayuda Ale Baicin Victoria Ocampo, hasido beneficada con el apoyo = * del Ministerio de Aauntos Bxtranjerosy det Servicio Cult de i Einbajada de Francia en la Argentina. {gtour, Bruno ‘Khinea fuimias mademos. Ensayo de anviopola Brine Latour red Bucnes Aires: Siglo XXI Editores Argentina, 2007 nipctnion “s Traduceibn de: Victor Goldstein ISRN 978:987-1220854 1. Anwopologia. II Ticats, co 138, inal: Nous n avons jamais 2 modemes, Essal anthropos spn © 198), Editions La Découverte, P (© 1097, Eaitions La Découverte & Sytos, Paris Portada de Peter Tjebbes Imagen de apa fotograffa de Bruno Latour (lragmento) © 2007, Siglo XX Fditoves Argentina SA. (SBN 978-987.1990-854 Impresa en Artes Grifiens Almirante Solee 2430, Avellaneda, fem el mes de mayosie 2007 Hecho el depésito que marea ta ley 1.728 Inpreso en Argentina Maden Argentina Indice Agradecimientos 1. Crisis 2. Constitucién, 3. Revolucion 4. Relativismo 5. Rediswibucién Referencias bibliograficas ul 13 31 al 135 189 213, CRISIS La proliferacion de los hibridos En Ia pagina 4 del diario leo que este afio las mediciones por encima de Ja Antértida no son buenas: el agujero de la ca- pade ozono se agrancla peligrosamente. Al continuar con ia lec- tura, paso de los quimicos de la atmésfera a los ejecutivos de Atochem y de Monsanto, que modifican sus cadenas de produc- cién para remplazar los inocentes clorofluorcarbonos, acusados, de crimen contra la ecosfera, Algunos parrafos mas adelante te- nemos a los jefes de Estado de los grandes paises industrializa- dos que hablan de quimica, neladeras, aerosoles y gases inertes. Pero en la parte iaferior de la columna, me encuentro con que os meteordlogos ya no estan de acuerdo con los quimicos y ha- lan de fluctuaciones ciclicas. Por si fuera poco, los industria- les ya no saben qué hacer. Los capitostes también vacilan. (Hay que esperar? {Ya ¢s demasiado tarde? Més abajo, los paises del tercer mundo y los ecologistas se meten donde no fos llaran y hhablan de tratados internacionales, de derecho de las genera ciones futuras, de derecho al desarrollo y de moratorias. Asi, el articulo mezcla reacciones quimicas y politicas. Un mismo hilo reiaciona Ja mas esotérica de las ciencias y la pol tice més baja, el cielo mas lejano y una fabrica especifica en las afueras de Lyon, el peligro mas global y las elecciones que vie~ nen, o el préximo consejo de administracién, Los tamatios, Jos desafios, las duraciones, los actores no son comparables y sin embargo ahf estan, comprometidos en la misma historia, En la pgina 6 del diario me entero de que el virus del sida de Paris contaminé al de! laboratorio de! profesor Gallo, que 16 BRUNO LATOUR los sefiores Chirac y Reagan, sin embargo, habjan jurado solemn- nemente no volver a cuestionar él historial de ese descubri- miento, que les industrias quimicas se demoran en poner en el mercado medicamentos reclamados a voz en cuello por enfer- mos organizados en asociaciones militantes, que la epidemia se extiende en el Africa negra, Una vez mas, capitostes, quimicos, bidlogos, pacientes desesperados, industriales, se encuentran comprometidos en una misma historia incierta. En la pagina 8 se habla de computadoras y de microchips controiados por los japoneses; en la 9, de embriones congela- dos: en la. 10, de bosques que arden arrasando en sus columnas de humo especies en peligro que algunos naturalistas quieren proteger; en la IL, de ballenas provistas de collares con radio~ balizas adosadas; también en la 11, un basural de} Norte, sim- olo de la explotacisn obrera, que se acaba de clasificar como reserva ecolégica a causa de la flora rara que allt se desarroll6. En la 12, el papa, los obispos, Roussel-Uclaf! las wompas de Fa lopio y los fundamentalistas tejanos se retinen alrededor del mismo contraceptivo en una extrafia cohorte. En la 14, 10 que yincula al sefior Delors, Thomson, la Comunidad Econémica Europea, las comisiones de estandarizacin, de nuevo los japo neses y los productores de telefilmes. Se cambian algurias lineas en el estandar de la pantalla y los miles de millones de francos, Jos millones de televisores, los miles de horas de telefilmes, los centenares de ingenieros, las decenas de ejecutivos se ponen a bailar. Felizmente, en el diasio hay algunas paginas wanquilas don- de se habla de pura politica (una reunién del partido radical), y el suplemento de libros donde las novelas relatan ‘as aventu- yas exultantes del yo profunde (ie amo, ya no te amo). Sin esas paginas despejadas, uno se marearfa. Lo que ocurre es que esos " Roussel-Uclaf es una filial de la firma alemana Hoechst, ue produjo RU«8G, llamada la pdora del aa después. [C1 NUNCA FUIMOS MODERNOS W articulos hibridos que dibujan madejas de ciencia, de politica, de economia, derecho, religién, técnica, ficcién, se multipl can. Si la lectura del diario ¢s la oracién del hombre moderno, entonces es un hombre muy extraiio el que hoy raga leyendo eso astintos embrollados. Aqui, la cultura y la nacuraleza resul- tan mezcladas todos los dias. Sin embargo, nadie parece preocuparse por ¢s0. Las pagi- nas de Economia, Politica, Ciencias, Libros, Cultura, Religién, Policiales se reparten los proyecios como si tal cosa. El mas pe- quedo virus del sida hace que uno pase del sexo al inconscien- te, al Africa, a los cultivos de células, al ADN, a San Francisco; pero los analistas, los pensadores, los periodistas y los que to- man decisiones van a recortarta fina red que dibyja el virus en pequefios compartimientos limpios donde sdlo se enconward ciencia, economia, representaciones sociales, policiales, pie- dad, sexo. Aprieten el aerosol mas inocente y se veran lievados hacia la Antartica, y de ahi hacia la Universidad de California en Icvine, las cadenas de montaje de Lyon, la quimica de los ga- ses inertes, y de ahi quizés hacia !a ONU, pero ese hilo frigil se- ri roto en otros tantos segments cuantas disciplinas puras hay: no mezclemos el conocimiento, el interés, la justicia, ¢] poder. No mezclemos el cielo y la terra, lo global y lo local, lo hurna- no y lo inhumano. “Pero, zesas madejas constituyen la mezcla —diran ustedes—, tejen nuestro mundo?” “Que sea como sino existieran’, responden Jos analistas. Ellos cortaron el nudo gor- diano con una espada bien afilada. El timén se ha rowo: a Ja iz- quierda el conocimiento dé las cosas, 2 la derecha el interés, eb poder y la politica de Jos hombres. Volviendo a atar el nude gordiano Desde hace unos veinte afios, mis amigos y yo estudiamos esas situaciones extrafias que Ia cultura intelectual en ta que vi vimos no sabe dénde ubicar. A falta de otra cosa, nos Ilamamos 8 BRUNO LATOUR soci6logos, historiadores, economistas, politélogos, ilésofos, an- tropdlogos. Pero a esas disciplinas venerables siempre afiadi- mos el genitivo: de las ciencias y las téenicas. Science studies es la f6rmula de los ingleses, 0 ésta, demasiado pesada: “Ciencias, técnicas, sociedades”. Sea cual fuere la etiqueta, siempre se tra- ta de volver a atar el nudo gordiano atravesando, tantas veces como haga falta, el corte que separa los conocimientos exactos y el ejercicio del poder, digamos la naturaleza y la cultura, Hi bridos nosotros mismos, instalados de soslayo en el interior de jas instituciones cientificas, algo ingenieros, algo fildsofos, ter- ceros instruidos sin busearlo, hicimos la eleccién de describir Jas madejas dondequiera que nos lleven. Nuestro vehicylo es la noci6n de tradueciéa o de red. Més flexible que'la nocién de sistema, ms histérica que la de estructura, mas empirica que a de complejidad, la red es el hilo de Ariadna de esas historias, mezcladas. Sin embargo, es0s trabajos siguen siendo incomprensibles porque estin recoytados en tres segtin Tas caregorias usuales de las criticas. Forman parte de la naturaleza, de la politica 0 del discurso. Cuando MacKenzie describe la central de inercia de los mi- siles intercontinentales (1990);? cuando Callon describe los electrodes de las pilas de combustible (1989); cuando Hughes describe el filamento de la kimpara incandescente de Edison (1988a); cuando yo describo Ja bacteria del antrax atenuada por Pasteur (1984) 0 los péptidos det cerebro de Guillemin (1988a), los criticos se imaginan que estamos hablando de té~ nieas y de ciencias, Como en su opinion estas diltimas son mar- ginales 0 2 losumo no manifiestan mas que el puro pensamien- to instrumental y calculador, los que se interesan en la politica ‘o-en las almas pueden dejarlas a un lado. Sin embargo, 335 in- vestigaciones no tratan acerca de la naturaleza 0 del conoci- * Las referencias entre paréntesisremiten a i bibfograffa al final del votumen. NUNCA FUIMOs MODERNOS 19 miento, de las cosas en si, sino de su inclusion en nuestros co- lectivos y en los sujetos. No hablamos del pensamiento instru- mental sino de la misma materia de nuestras sociedades. Mac- Kenzie despliega toda la Armada norteamericana y hasta a los diputados para hablar de su central de inercia; Callon movii- zaa Hlectricité de France y Renault asi como a grandes secto- res de la politica energética francesa para comprender los in- tercambios de iones en el extremo de su electrodo; Hughes reconstruye todo Estados Unidos alrededor del hilo incandes- cente de la limpara de Edison; si uno tira del hito de las bacte- rias de Pasteur lo que viene es toda la sociedad francesa del st- glo xix, y se vuelve imposible comprender los péptidos del cerebro sin adosarles una comunidad cientifica, los instrumen- tos, las pricticas, pertrechos que se parecen muy poco a la ma- teria gris y el calculo. “Pero, entonces, ces politica? {Usted reduce la verdad cientifi- aa intereses y la eficacia técnica a maniobras politicas?” Este es el segundo malentendido. Si los hechos no ocupan el lugar a la vez marginal y sagrado que les reservan nuestras adoraciones, abi los tenemos, reducidos de inmediato a meras contingencias locales y apobres artimaiias. Sin embargo, no hablamos del contexto social ¥ de los intereses de poder, sino de su inclusidn en las cormunida- perar de la experimentacién, del razonamiento cientifico, de Jas formas de argumentacién politica y, en especial, de la bom. ta de aire, verdadera heroina de esta historia. Los desacuerdos de estos dos hombres, que se entienden en todo el resto, los convierten en las “droséfilas” de la nueva antropologia. Boyle se abstiene con cuidado de hablar de bomia de va- clo. Para poner orden en los debates que siguen al descubri- miento del espacio de Torricelli en la parte superior de un tu- bo de mercurio invertido en una cuba del mismo metal, no pretende buscar mds que el peso y el resorte del aire sin tomar partido en la pelea entre partidarios de lo pleno y del vacio. EL aparato que desarrolla a partir del de Otto von Guericke para sacar en forma duradera el aire de un recipiente de vidrio tansparente es el equivalente para la época en cuanto a costo, complicacién, novedad, de uno de los grandes equipamientos de la fisica actual. Ya se trata de Big Science. La gran ventaja de los equipos de Boyle ¢s permitic la observacién a través de las Paredes de vidrio y poder introducir o incluso manipular mues- tras gracias a una serie de ingeniosos mecanismos de esclusas y tapas. Ni los pistones de la bomba ni los gruesos vidrios ni las _juncuras poseen la calidad necesaria. Por lo tanto, Boyle debe evar la investigaci6n tecnolégica lo bastante lejos para poder realizar la experiencia que més le interesa: la del vacio en el va clo. Encierra un tubo de Torricelli en el recinto de vidrio de la bomba y asi obtiene un primer espacio en ta cumbre del tubo invertido. Luego, al accionar la bomba por uno de sus técnicos ~ Por lo demas invisibles (Schapin, 1991.)—, suprime lo sufi. ciente el peso del aire para hacer descender el nivel de la co- Jumna, que baja casi al nivel del mercurio de la cubeta. Boyle desarrollard decenas de experiencias en el interior del recinto confinado de su bomba de aire, como aquellas encargadas de NUNCA FUIMOS MODERNOS 39 detectar el viento de éter postulade por sus adversarios, 0 ex- plicard la cohesidn de cilindros de mérmol, o har sofocar ani- malitos y apagaré velas, como lo populatiz6 mas tarde la entre- tenida fisiea del siglo xvi. Cuando una decena de guerras civiles causan estragos, Boy le escoge un método de argumentacida, el de Ia opinién, de- nigrado por la mas vieja tradicién escolistica. Boyle y sus cole- gas abandonan la certeza del razonamiento apodictico por la doxa. Esta doxa no es la imaginacién divagante de las masas cré- dulas, sino un dispositivo nuevo para acarrear la adhesion de los pares. Mas que sobre la l6gica, las matemiticas 0 Ia rev6ri- ca, Boyle se funda en una metifora parajuridica: algunos testi- gos creibles, adinerados y de buena fe reunidos alrededor de la escena de la accion pueden atestiguar acerca de la existen- cia de un hecho, the matter of fact, aunque no conozcan su ver- dadera naturaleza. Asi, Boyle inventa el estilo empirico que uti- lizamos todavia hoy (Shapin, 19912). Este no requiere la opinién de los gentileshombres, sino ia observacién de un fenémeno producido artificialmente en el lugar cerrado y protegido del Iaboratorio. Irénicamente, la cuestién clave de los constructivistas —dos hechos son construi- dos de cabo a rabo en los laboratorios?— es precisamente ia cuestién que Boyle suscita y resuelve. Sf, lisa y Jlanamente los hechos son construidos en la nueva instalaci6n del Laboratorio ¥ por el intermedio artificial de la bomba de aire. El nivel en realidad desciende en el tabo de Torricelli insertado en el re- into transparente de la bomba accionada por técnicos sin aliento. “Los hechos son hechos", dirfa Bachelard, Pero, cons- truidos por el hombre, gson por ello falsos? No, porque Boyle, asi como Hobbes, extiende al hombre el “constructivismo” de Dios; Dios conoce las cosas porque él las crea (Funkenstein, 1986). Nosotros conocemos la nawuraleza de los hechos porque os hemos elaborado en circunstancias que controlamos a la perfeccién. La debilidad se convierte en una fuerza, con tal que se limite el conocimiento a la naturaleza instrumentalizada de 0 BRUNO LATOUR, los hechos y que se haga a un lado Ia interpretacién de las cau- sas. Una vez més, Boyle wansforma un defect —Io tinico que producimos son matiers of fact creados en laboratories y que 20 tienen otro valor que no sea el Jocal— en una ventaje decisiva jamés se modificaran esos hechos, no importa qué ocurra, por Io demas, en materia de teoria, de metafisica, de religion, de politica 0 de légica. Hobbes y sus temas Hobbes desaprueba todo el dispositive de Boyle. El también quiere poner fin a la guerra civil; él también quiere abasidonar la interpretacién libre de la Biblia hecha tanto por los clérigos como por el pueblo. Pero pretende alcanzar su objetivo me- diante una unificacién del cuerpo politico. El soberano crea- do por el contrato —“ese Dios mortal al que debemos, bajo el Dios inmortal, nuestra paz y nuestra protecci6n”— no es mas que él representance de la multitud. “Es la unidad del que re- presenta, no la unidad del representado, lo que hace una a la persona,” Hobbes esté obsesionado por esa unidad de la Per- sona que es, para emplear sus términos, €1 Actor cuyos Autores somos nosotros, los ciudadanos (Hobbes, 1971). Precisamente a causa de ella no puede haber trascendencia, Las guerras civi- les causardn estragos mientras existan entidades sobrenatura- les a las que los ciudadanos se sientan con derecho a implorar cuando las autoridades de este mundo miserable los persigan. La lealtad de la vieja sociedad medieval —Dios y el Rey— ya no es posible si cada uno puede implorar directamente a Dios 0 designar a su rey, Hobbes quiere hacer tabla rasa de cualquier Tarnado a entidades superiores a la autoridad civil, Quiere rex cuperar la unidad catélica, pero cerrando todos los accesos a la trascendencia divina Para Hobbes, el poder es conocimiento, lo que equivale a decir que no puede existir més que un solo conocimiento y un NUNCA FLIMOS MODERNOS a solo poder si se quiere poner término a las guerras civiles. Por 50, la mayor parte del Leviatdn hace Ia exégesis del Antiguo ‘Testamento y del Nuevo. Uno de Jos mayores peligros para la paz civil viene de la creencia en Ios cuerpos inmateriales tales ‘como los espiritus, los fantasmas © las almas, a Jos que apela la gente contra el juicio del poder civil. Antigona, al proclamar la superioridad de la piedad sobre ta “raz6n de Estado" de Creon- 1e, seria petigrosa; Jos iguatitarios, los Lnuelley los Diggzrslo son todavia mas cuando invocan los poderes activos de fa materia y la interpretacién de la Biblia para desobedecer a sus principes legitimos. Una naateria inerte y mecdnica es tan esencial para Ja paz civil como una interpretaciGn meramente simbélica de la Biblia, En ambos casos, conviene evitar a cualquier precio que algunas facciones puedan invocar una Entidad superior la Naturateza 0 Dios— que 1 soberano no controlaria plena- mente Este reduecionismo no conduce a un Estado cotalitario, puesto que Hobbes fo aplica aun a la Reptiblica: el soberano ja- més es otra cosa que un actor designado por ef contrato social. No hay derecho divino ni instancia supetior que el soberano podria invocar para actuar como él lo entiende y desmantelar el Leviatin. En este nuevw régimen donde el conocimiento iguala el poder, todo esta reducido: el soberano, Dios, la mate- ria y la multitud. Hobbes hasta se prohibe hacer de su propia Giencia del Estado la invocacién de una trascendencia eualquie- ra, El no llega a sus resultados cientificos a través de la opinion, la observacién © la revelacién, sino por una demostracién ma- tematica, el tinico método de argumentacién capaz de obligar a cada uno a dar su asentimiento, y a esta demostracién no lle- ga mediante célculos trascendentales, a la manera del rey de Plat6n, sino mediante un instrumento de pura computacién, el cerebro mecéniso, computadora precoz. Hasta el famoso contrate social no ¢s més que la surtia de un célculo al que to- dos los ciudadanos aterrorvzados que tratan de liberarse del es- tado de la naturaleza Negan juntos stibitamente. Tal es el cons- StMOS MODERNOS 2 prunctarour | MARE teictivismo generalizado de Hobbes para pacificar las guerras | F*ediacion det Jaborarorio civiles: ninguna trascendencia, sea cual fuere, ningtin recurso 4 Dios ni a una materia activa nia an poder de derecho divino pi siquiers a las ideas matematicas. ‘Ahora todo esté preparado para la confromtacién entce Hobbes y Boyle. Después de que Hobbes redujo y reunificé el cuerpo politica, de pronto sobreviene In Royal Society para di- Vidir las cosas de nuevo: algunos gentileshombres proclaman al derecho a poseer una opinién independiente en un espacio cerrado, el laboratorio, sobre el cual el Estado no ejerce nit grin control. Y cuando esos facciosos se ponen de acuerdo, no sta interpretacién politica del plenismo de Hobbes no bas taria para hacer dei ibro de Shapin y Schaffer Ia fundacién de Ja antropologia comparada. En summa, cualquier buen historia dor de les ideas habria podido hacer el mismo wabajo. Pero en ‘es capitulos decisivos nuestros autores atandonan los confines de la historia intelectual y pasan del mundo de las opiniones y de la argumentacién a) de la préctica y las redes. Por primers vez en los estudios sobre las ciencias, todas las ideas refativas Dios, al rey, a la materia, a los milagros y a la moral son tradue cidas, transceitas y forzadas a pasar por los detalles de funcio™ es mediante una demostracién matemética que todos estacian obligados a aceptar, sino a través de experiencias observadas por los senticos engaiiosos, experiencias que permanecen inex plicables y poco concluyentes, Peor agin, esa nueva camarilla elige concentsar sus trabajos sobre una bomba de aire que wel- ve a producir cuerpos inmateriales, él vacio, jcomo sia Hobbes no le hubiese costado el suficiente trabajo librarse de los fantas- mas y los espiritus! {Yaqui estamos otra ver, 5¢ inquieta Hobbes, en plena guerra civil! Ya no tendremos que padecer a los Levellers y los Diggers, que innpugnaben ta autoridad del rey en nombre de su interpretacién personal de Dios y de las propiedades de Jamateria—de hecho se Jos ha exterminado—, pero seré nece- sario padecer a esa nueva pandilla de sabios, que vaa ponerse a discutir la autoridad de cada uno én nombre de la naturale- za invocando acontecimientos de laboratoria fabricados de puntaa cabo! Si ustedes permiten que las experiencias produz- can sus matters of facty si éstas dejan que el vacio se infiltre en la bomba de aire y, de ahi, en Ia filosofia natural, entonces di- ‘vidirdu la autoridad: los espitiuus inmateriales volverén a empu- jara cada uno ala rebeldia ofreciendo una corte de apelacién ‘a las frustraciones. El conocimiento y el poder seran divididos una vez més. “Verdin doble”, segiin la expresién de Hobbes, Esas son Jas advertencias que le dirige al rey para denunciar las ar- timahas de le Royal Society. hamiento de un instrumento, Antes que ellos, otros historiado- es de las ciencias habian estudiado Ja préctica cientificas otros historiadores habfan estudiado el contexto religioso, politico y cultural de la cienci de hacer las dos cosas a la vez. vero hasta ahora nadie habfa sido capaz “Asi como Boyle logs tcansformar el bricolage alrededor de una bomba de aire remendada en el asentimiento parcial de genuileshombres a propésito de hechas ya indiscutibles, de) mismo modo Shapin y Schaifer logran explicar cOmo y por qué fas discusiones acerca del cuerpe politico, Dios y sus milagros, la materia y su poder, deen pasar por la bomba de aire. Este misterio jamés fue 2clarado por aquellos que buscan una Expl cacion consextwalista de las ciencias. Parten del principio de que existe un macrocontexto social Inglaterra, le querella di néstica, el capitalismo, Ia revohucién, los comercianses, la Igle- sia y que ese contexto, de cierta manera, influye, forma, re- Deja, repercute y ejerce una presi6n sobre “las ideas relativas a ia materia, a la elasticidad del aire, al vacio y los tubos de To- micelli, Pero nunca explican el establecimiento previo de Us tazo entre Dios, el rey, el Parlamento y un péjaro que se sofoca en el recinto cerrado y transparente de una bomba, euyo aire es aspirado gracias a una manjvela accionada por un tecnico. 2Cémo la experiencia del pajare puede traducir, desplazar, “ BRUNO LATOUR transportar, deformar todas las otras controversias, de tal ma- nera que aquellos que dominan ta bomba también dominen al rey, a Dios y su contexto entero? Hobbes realmente buscaba soslayar todo cuanto tiene rela- cién con el trabajo experimental, pero Boyle fuerza a que en la discusién intervenga un conjunto de detalles sordidos refe~ rentes a las fugas, las junturas y las manivelas de su maquina, Del mismo modo, los filésofos de las ciencias y los historiade- res de Jas ideas querrian evitar el mundo del Laboratorio, esa cocina repugnante donde se sofocan los conceptos con frusle- rigs. Schapin y Schaffer obligan a sus andlisis a girar alrededor del objeto, alrededor de tal fuga, tal juntura de tal bormba de aire, La prictica de fabricacién de los objetos recupera el lugar preponderante que habia perdide con Ia critica. El fibro de nuestros dos camaradas no es solamente empfrico porque abunda en detalles, es empitico porque hace la arqueologia de ese objeto nuevo que nace en el siglo 1 en el laboratorio. Sha- pin y Schaffer, como Hacking (Hacking, 1989), hacen de una manera casi etnografica lo que 10s fildsofos de las ciencias ya casi no hacen: mostrar los fundamentos realistas de las ciencias. Sin embargo, mds que hablar de la realidad exterior ou! there afianzan la realidad indiscutible de la ciencia, down there, en Ta mesa de ceabajo Las expetiencias nunca funcionan muy bien. La bomba tiene fugas. Hay que remendarla. Los que son incapaces de explicar ia irrupcidn de Jos objetos en el colective human, con todas las manipulaciones y practicas que requieren, no son antropélogos, porque lo que constituye, desde la época de Boyle, el aspecto més fundamental de nuestra cultura se les escapa: vivimos en sociedades que tienen por laze social los objetos fabricados en laboratorio; se remplazaron las ideas por las pricticas, los razonamientos apodicticos por la doxa controlada y el acuerdo universal por grupos de colegas. El bello orden que Hobbes trax taba de recuperar es aniquilado por la multiplicacion de los es- pacios privados donde se proclama el origen trascendental de NUNCA FUIMOS MODERNOS 5 hechos que, aunque fabricados por el hombre, no son obra de nadie y que, aunque no tengan causa, no obstante son ex: cables. » 2C6mo entregar una sociedad, se indigna Hobbes, al lamen- table fundamento de los mailers of fact Ei esta particularmente irtitado por el cambio relativo en la escala de Los fendmenos- Seguin Boyle, las grandes evestiones referentes a la materia y a Jos poderes divinos pueden ser sometidas a una resoludi6n ex perimental, y esta resolucion ser4 parcial y modesta, Sin embas- £0, Hobbes cechaza la posibilidad del vacio por razones onto logicas y politicas de filosofia primaria y signe alegando la ‘existencia de un éter invisible que debe estar presente, aunque el obrero de Boyle ya casi no tiene aliento para accionar su ‘pomba. En otras palabras, exige una respuesta macroscépica & sus “macro”argumentos, una demostracion que probaria que su ontologia no es necesaria, que él vacio ¢8 politicamente aceptable, -Y qué hace Boyle como respuesta? Por el contrario, lige volver més sofisticada su experiencia, para mostrar elefec- to que produce sobre un detector —juna simple pluma de po- llo!-~ el viento de éter postulade por Hobbes, con la esperar: za de invalidat ta teoria de su detractor (p. 182), 1Ridieulo! Hobbes suscita un problema fundamental de Slesofia politica, jy uno refutaria sus teorfas con una pluma ca el interior de un Jaso en el interior del castillo de Boyle! Por supuesto, Ie pluma ipo tembla ni por asomo, y de esko Boyle saca la conclusion de qué Hobbes esté en un error, que no hay viento de éter. Sin em- argo, Hobbes no puede equivocarse, porque se niega 2 admi- far que el fendmeno del que habla pueda producirse # otra es- cala que la de toda la Reptiblica. Blniega lo que vaa convertirse in el cardcter esencia) del poder moderno: ¢l cambie de escar lay los desplazamientos que presupone él trabajo de laborato- rio. Boyle, nuevo Gato con Batas, no tendri mas que apoderar se del Ogro reducido al tamatio de un ratén. nn Ps 6 | BRUNO LaTOUR El testimonio de los no humanos La invencién de Boyle es completa, Contra la opinién de Hobbes, se adueiia del viejo repertorio del derecho penal y de la exégesis biblica, pero para aplicarlas al testimonio de las co- sas puestas a prucba en el laboratorio. Como lo eseriben Shapin y Schaffer: Sprat y Boyle inwocaban “la prfctica de nuestras cortes de jus- ticia en Inglaterra” para garantizar a cextidumbre moral de sus conclusiones y para volver mas valido su argumento de que la multiplicacién de los testigos suscitaba un “concurso de proba bilidades”. Boyle utlizaba la cldusula de la ley sobee la traicién de Clarendon en 1661 segtin la cual, nos dice, dos testigos bas. tan para condenar a un hombre, Vernos que los modelos juré dicos y sacerdotales de ta autoridad representaban los recursos principales de los experimentadores. Los testigos confiables, por eso mismo, pertenecian a una comunidad digna de fe: los, Papistas, los ateos y los sectarios vefan que su relato era puesto en duda, Ia situacién social del testigo contuibufa a su credibi Jidad,y la coincidencia de las versiones de muchos testigos per- mia Ubrarse de los extremistas, Hobbes pone en entredicho nuevamente el fiundamentto de esta prictica: presenta la cos- tumbre que justificaba lp practica del estimonio como ineti- eazy subversiva (p. 327). A primera vista, el repertorio de Boyle no aporta gran cosa. Los enuditos, los monjes, 10s juristas y los escribas habjan ela- borade todos esos recursos durante més de un milenio, Pero lo nuevo €s su punto de aplicacién. Hasta ahora los testigos ha- bian sido siempre humanos o divinos, nunca no humanos. Los textos habjan sido escritos por hombres o inspirados por Dios, jams inspirados o escritos por no humanos. Las cortes de jus- ticia habfan visto pasar a cantidad de procesos humanos y divi- ‘nos; jamés asuntos que ponian en tela de juicio los comportae NUNCA FUIMOS MODERNOS, w mientos de no humanes en un Jaboratorio transformado en corte de justicia. Para Boyle, empero, las experiencias en labo- ratorio tienen més aucoridad que las deposiciones no confi madas por testigos hontorables: En nuestra experiencia [de la campana de buzo] aquf expues- ta, la presién del agua ene efectos visibles sobre los cuespos ina nimados que son incapaces de prejuicios o de no dac mas que informaciones parciales, y tendré mas peso ante personas sin prejuicios que los relatos sospechosos y en ocasiones contradic- torios de buzos ignorantes, cuyos preconceptos estan somecidos a fiuetuaciones, y cayas mismas sensaciones, como las del vulgo, pueden estar condicionadas por predisposiciones 0 tantas otras Gireunstancias, y ficilmente pueden inducir a error (p. 218). “Aqui tenemos que, bajo Ia pluma de Boyle, interviene un nuevo actor reconocide por Ia nueve Gonstitucién: everpos inentes, incapaces de voluntad y de prejuicio, pero capaces de mostrar, de firmar, de escribir y de garabatear sobre los instru- ments de laboratorio ante testigos dignos de fe. Esos no hu- manos, privados de alma, pero a los que se asigna un sentido, son incluso mas confiables que ¢! comtin de los mortales, a quienes se les asigna una voluntad, pero que estan privados de la capacidad para indicar fendmenos de manera confiable. Se- gin la Constivsci6n, en caso de duda, més vale que los hurna- nos apelen a Jos no hummanos. Dotados de sus nuevos poderes semisticos, éstos van a contribuir a una nueva forma de fexto, elarticulo de ciencia experimental, hibrido entre el estilo mi enario de la exégesis biblica —aplicada exclusivamente hasta ahora a las Escritaras y los clésicos— y el nuevo jnstrumento ‘que produce nuevas inscripciones. En adelante, los testigos pro- seguirn sus debates alrededor de la bomba de aire en su espa- cio cerrado, ya propésito del comportamiento dotado de ser tido de los no humanos. La vieja hermenéutica va a continuar, ‘pero ella aftade « sus pergamines la firma temblorosa de les ins- 8 BRUNO LATOUR trumentos cientificos (Latour y de Noblet, 1985; Lynch, 1985; Latour, 1988a; Law y Fyfe, 1988; Lynch y Woolgar, 1990). Con tuna corte de justicia asi renovada, el resto de los poderes sera derrocado, y eso es lo que molesta tanto a Hobbes; pero ese de trocamiento s6lo es posible si todo Tazo con las ramas politicas ¥ teligiosas del gobierno se vuelve imposible. Shapin y Schaffer llevan hasta un limite extremo su discue sién de los objetos, {xboratorios, competencias y cambios de es- cala, Sila ciencia no se funda sobre ideas sino sobre una priic- tica, si no est4 situada cn el exterior sino en el interior del vaso transparente de la bomba de aire, y tiene lugar en el interior del espacio privado de la conmunidad experimental, entonces, cemo se extiende “por todas partes”, al punto de volverse tan universal como las “leyes de Boyle”? j¥ bien, nose vuelve wn uni- versal, por lo menos a la manera de los epistemélogos! Su red se extiende y se estabiliza. La demostracién brillante de esto apa- rece en un capftulo que, con Ja obra de Harry Collins (1985, 1990) © de Trevor Pinch (1986), es un ejemplo notable de la fecundi- dad de los nuevos estudios sobre las ciencias. Cuando se sigue la reproduccién de cada prototipo de bomba de aire a través de Europa y Ja transformacion progresiva de una costosa pieza del equipamiento, poco confiable y voluminosa, en una caja ne- gra barata que poco a poco se convierte en el equipamiento de futina de todo laboratorio, los autores reducen la aplicacién universal de una ley fisica en el interior de una red de précti- cas normalizadas. A todas hices, la interpretacién de ia elastici= dad del aire que da Boyle se propaga, pero lo hace exactamente a la misma velocidad con la que se desarrolla la comunidad de los experimentadores y sus equipamientos. Ninguna ciencia puede salir de la red de su practica. KI peso del aire siempre es en verdad un universal, pero un universal en red. Gracias a su extensi6n, las competencias y el equipamiento pueden volver- s¢ io bastante rutinarios para que la produccién del vacio se ‘wuelva tan invisible como el aire que respiramos, pero jamas uni- versal a la antigua usanza NUNCA FUINOS MODERHOS 49 El doble artificio del Laboratorio y del Leviatan Haber escogido tatar a la vez acerca de Hobbes y de Boyle tiene algo de genial, porque ef nuevo principio de simeteia des- nado a explicar al mismo tiempo naturaleza y sociedad (wéase més abajo) nos és impuesto por primera vez én los estudios so- bre las ciencias a través de dos figuras eminentes del comienzo de fa era moderna. Hobbes y sus émulos crear Jos principales recursos de que disponemos para hablar del poder —represen- tacién, soberano, contrato, propiedad, ciudadanos—, mientras que Boyle y sus contintiadores elaboran uno de los repertorios mas importantes para hablar de la naturaleza: experiencia, he- cho, testimonio, colegas. Lo que todavia no sabjamos es que se trataba de una invencién doble. Para comprender esta simetcia en la invencién del repertorio modern debemes comprender por qué Shapin y Schaffer permanecen asimétricos en su anli- sis, por qué adjudican una mayor penetraci6n y capacidad ex- plicativa a Hobbes que a Boyle, cuando, por el contrario, habia que llevar la simetria hasta el extremo. Su vacilacion, en efecto, es reveladora de las dificultades de Ja antropologfa comparada, ycomo probablemente el lector la comparta, conviene detener se en ella. En un sentido, Schapin y Schaffer desplazan hacia abajo eb centro de referencia tradicional de la critica. Si la ciencia se fanda en las competencias, los laboratotios y las redes, edénde sitar: la, entonces? Ciertamente, no del lado de las cosas en si, pues- to que los hechos son fabricados. Pero sin duda tampoco det ado del sujeto —sociedad/cerebro/espiritu/cultura—, pues- 10 que el pajaro que se sofoca, las bolas de marmol, el mereu- tio que baja, no son nuestras propias creaciones. ¢Serd enton- ces en medio de esa linea que une ¢1 polo del objeto con el polo del sujeto donde hay que ubicar la préctica de la ciencia? Esun hibrido o una mezcolanza? Un poquito objeto y un po- quito sujeto? 50 BRUNO LATOUR ‘Coneraccién en llborteie ‘eon oto yn comes Los autores no nos ofrecen una respuesta final a esta cues- tdn. Asi como Hobbes y Boyle coinciden en todo salvo en la manera de practicar la experimentacién, ellos, que estén de acuerdo en todo, no coinciden en lo que respecta a la manera de tratar el contexto “social”, vale decir, la invencién simétrica por Hobbes de un hurmano capaz de ser representado. Los ail- timos capitulos del libro oscilan entre una explicacién hobbe- siana de su propio trabajo y un punto de vista a Ja Boyle. Esta tensi6n hace que su obra sea todavia mds interesante, y sumi- nistra a la antropologia de las ciencias una nueva linea de “dro- s6filas” perfectamente apropiada porque s6lo se distingue por algunos rasgos. Schapin y Schaffer copsideran qué las explica- ciones macrosociales de Hobbes relativas ala ciencia de Boyle json mas convincentes que los argumenios con que Boyle refir- ta a Hobbes! Formados en el marco del estudio social de las ciencias (Callon y Latour, 1991), no estén tan en condiciones de deconstruir él contexto macrosocial como la naturaleza out there. Parecen creer que, sin lugar a dudas, existe una sociedad up there que explicarfa el fracaso del programa de Hebhes. O, cont mas precisién, no logyan zanjar la cuestién, al anular en la conclusién lo que habfan demostradg en el capitulo vil, desha- ciendo de nuevo su argumentacién en la ltima frase del libro: [NUNCA FUIMOS MODERNOS a ‘Ni nuestro conocimiento cientifico ni la constitucién de nues- tua sociedad ni las afirmaciones tradicionales relativasa las co- nexiones entre muestra sociedad y nuesiro conocimiento son ya consideradas como adquiridas. A medida que descubrimos Ja condicién convencional y construida de nuestras formas de conocimiento, nos vemos llevados a comprender gute somos nosotros mismos, y no la realidad, quienes estamos en el ori- gen de lo que sabemos. Ei conocimiento, al igual que el Esta. do, es praducto de las acciones humanas. Hobbes tenfa razén. (p. 344). No, Hobbes estaba equivocado. ¢Cémo podria tener ra- zon, cuando es él quien inventa la sociedad monista en don- de conocimiento y poder no son mas que una sola y misma cosa? ;Cémo utilizar una teoria tan grosera para explicar la in- veneién de Boyle de una dicotomia absoluta entre la produc- cién de “an conocimiento de los hechos y la politica? Si, “el conocimiento, a] igual que ¢] Estado, es el producto de las ac- ciones humanas”, pero precisamente por es0 la invencién po- nica de Boyle es mucho més fina que Ja sociologia de las cien- cias de Hobbes. Para comprender el iiltimo obstdculo que nos separa de una antropologi# de las ciencias, debemios decons- truir la invencién constitucional de Hobbes segiin la cual exis- tirfa una macrosociedad mucho més firme y robusta que la na- turateza. Hobbes inventa el ciudadano caieutactor desnudo, cuyos de- rechos se limitan 2 poseer ya ser representado por la construc 1 artificial del soberano. También crea el lenguaje del po- der = conocimiento, que se encuentra en la base de la realpolitik moderna. Asimismo, ofrece un repertotio de andlisis de los in- tereses humanos que, junto con el de Maquiavelo, sigue sien- do esencial para toda Ja sociologia. En otros térrinos, aunque Schapin y Schaffer tomen grandes precauciones para no utili: zay la expresién “hecho cientifico" como un recurso sino como una invencién bistérica y politica, no adoptan ninguna respec- cy ‘BRUNO LaTOUR to del lenguaje politico. Emplean las palabras “poder”, “inte- és” y “politica” con total inocencia en su capitulo vi. Ahora bien, zquién invent6 esas palabras con su significacién moder- na? jHobbes! Nuestros autores, pues, ven “dobie” también ellos, y caminan de costado, criticando la ciencia pero tragén- dose la politica como la thtica fuente de explicacion valida. Y quién nos ofrece esa manera asisnétrica de explicar el saber pot el poder? Una vez mas Hobbes, y su construccién de una ma croesiructura monista en la cual el conocimiento sélo tiene hi: gar para sostener el orden social. Los autores deconstruyen ina gistralmente la evolucién, Ia difusién y Ja vulgarizacién de la bomba de aire. Por qué entonces no deconstruyen la evolu- cidn, la difusion yla velgarizacién del “poder” o de-la “fuerza”? .Serfa la “fuerza” menos problematica que la elasticidad del ai- re? Si la nanuraleza y la epistemologia no estan constituidas de centidades transhist6ricas, entonces Ia historia y la sociologia tampoco; ja menos que se adopte la posicién asimétrica de los autores y que uno sea 2 la vex constructivista para la naturale- za y racionalista para la sociedad! Pero ¢s poco probable que la elasticidad del aire tenga fundamentos més politicos que la pro- pia sociedad inglesa. Representacién cientifica y representacién politica Si vamos hasta el extremo de ta simetria entre las dos in- venciones de nuestros dos autores, comprendemos el hecho de que Boyle no crea simplemente un discurso cientifico mientras que Hobbes harfa lo mismo para la politica; Boyle crea un discurso politico de donde la politica debe ser exclui- da, mientras que Hobbes imagina una politica cientifica de donde la ciencia experimental debe ser exelttida, En otros tér- minos, inventan nuestro mundo moderno, un mundo en el cual la representacién de las cosas por intermedia del laboratari esta diso- ciada pave siempre de la representacién de tes ciudadanas por iter- NUNCA FUIMOS MODERNOS 53 ‘medio del contrade social. Por tanto, €n modo alguno és por error por lo que los fildsofos politicos olvidaron todo cuanto se re~ fiere a la ciencia de Hobbes, mientzas que los historiadores de Jas ciencias olvidaban las posiciones de Boyle sobre la politica de las ciencias. Era necesario que en adelante cada uno “vie- radoble” y no estableciera una relacién directa entre la repre- sentacién de Jos no humanos y la representacién de Jos huma- nos, entré la artificialidad de los hechos y la artificialidad del cuerpo politico. La palabra “representacién” es la misma, pe- so la controversia entre Hobbes y Boyle hizo impensable la si- mititud de los dos sentidos de la palabra. Hoy en dia, cuando ya no somos totalmente modernos, los dos sentidos vuelven & acercarse. Las dos ramas del gobierno que Boyle y Hobbes elaboran cada uno por sv lado 8610 tienen autoridad si estén bien sepe- radas: él Estado de Hobbes es impotence sin la clencia y Ja tec- nologia, pero Hobbes s6lo habla de 1a representacién de los ciudadanos desnudos; la ciencia de Boyle es impotente sin una delimitacion precisa de las esferas religiosa, politica y cientifi- ca, y por eso se preocupa tanto por suprimir el monismo de Hobbes. Son dos padres fundadores que obran de comtin acuerdo para promover una misma iemovacioa en teoria poli tica: a la ciencia le corresponde la representacién de los no hur manos pero tiene prohibida toda posibilidad de apelacién ala politica; a Ja politica le corresponde la representacién de los ciudadanos pero le esté prohibido tener una relacién cualquie- racon los ne humanos producidos y movilizados por la ciencia yla tecnologia. Hobbes y Boyle s¢ pelean por definir los dos re- cursos que seguimos utilizando sin detenernos mucho en ellos, yla intensidad de su doble batalla revela muy bien la extraiie- zade lo que inventan, Hobbes define un ciudadano desnudo y calculador que constituye e] Leviatén, esé dios mortal, esa criatura artificial Por qué se sostiene el Leviatén? Por el cé]culo de los tomes humanos que acarrea el contrato, el cual decide acerca de la ad BRUNO LATOUR irreversible composicién de la fuerza de todos en manos de uno solo. aDe qué estd hecha esa fuerza? De la antorizaci6n por todos los ciudadanos désnudos concedida 2 uno solo para hablar en su nombre. ¢Quién acta cuando él lo hace? Noso- tros, que le delegamos definitivamente nuestro poder. La Re- publica ¢s una criatura artificial paradéjica compuesta de ciu- dadanos unidos s6lo por la autorizacién que se le hizo a uno solo de representarios a todos, gEl soberano habla en st nom- bre o en el de aquellos que lo autorizan? Pregunta insoluble que la filosoffa politica moderna no dejard de desentrafiar. En realidad es é1 quien habla pero son ellos tos que hablan a tra- vés de él. Se convierte en su portavor, su persona, su personi- ficacién. Ei los traduce y en consecuencia puede trai¢ionarlos. Ellos lo autorizan y por tanto pueden prohibirlo. El Leviatén no est hecho sino de ciudadanos, de calculos, de acuerdos 0 de disputas. En pocas palabras, no ext hecho sino de relacio- nes sociales. O mas bien, con Hobbes y sus mulos, comenza- mos a comprender lo que significan relaciones sociales, pode- res, fuerzas, sociedades. Pero Boyle define wn artefacto (odavfa inds extraito. Inven- ta el laboratorio en cuyo interior unas maquinas artificiales crean fenémenos de pies a cabeza. Aunque artificiales, costo- 508, dificiles de reproducir y, a pesar de] pequeio niimero de testigos, confiables y entrenacos, es0s hechos en verdad repre- sentan la naturaieza tal y como es. Los hechos son producidos yrepresentados en €! labaratorio, en los escritos cientificos, ad- mitidos y autorizados por la connmidad naciente de los testi- gos. Los cientificos son los representantes escrupulosos de los hechos. Tenemos que volver sobre nuestros pasos, para desplegar un espacio intelectual lo bastante vasto para albergar a la ver las tareas de purificacién y las de mediacién, vale decir, ¢l mundo moderno oficial y cl mundo moderno oficioso. Pero, ¢e6mo volver sobre nuestros pasos? 2No est marcado €l mundo moderno por la flecha del tiempo? zNo devora el pasado? No rompe con él para siem- pre? La causa misma de Ja postracidn actual, zno viene justa- smente de una época “pos”-moderna que remplazarfa de mane- ra ineluctable la precedente, Iz que remplazaba, por una serie de sobresaltos catastréficos, las €pocas premodemias? gAcaso no hha terminado ya la historia? Al querer albergar los cuasi-obje- tos al mismo tiempo que su Constitucién, estamos obligados a considerar el marco temporal de los modemos. Ya que nos ne- NUNCA FUIMOS MODERNOS, 108 gamos a pasar “después” de los posmes, no podemos volver a ese mundo no moderno que jamds abandonamos sin una modifi- cacién en el paso mismo del tiempo. Ocurre que el sempe también posee una longitad y una la- titud. Nadie expresé mejor esta idea que Péguy en su Cita, la nds bella de las meditaciones sobre la soldadura de las historias (Péguy, 1961). El tiempo del calendario sivia en realidad los acontecimientos respecto de una serie regulada de fechas, pe- 0 la historicidad ubica los mismos acontecimientos respecto de su intensidad. Es lo que la musa de Ja historia explica graciosa- mente ai comparar los Burgravesde Victor Hugo —acumulacion de tiempo sin historicidad— con una frasecita de Beaumarchais, ejemplo miso de historicidad sin historia (Latour, 1977): ‘Cuando me dicen que Hatto, hijo de Magnus, marqués de Ve- rona, burgrave de Nollig, es el padre de Goriois, hijo de Hae to (bastardo), burgrave de Sareck, no me estén diciendo nada lio ella [Clio] —. Yo no los conozco, No los conoceré jamas. ero cuando me dicen que Chérubin ha mucrto, en el desenfie- nado atague de un fuerte donde no habia sido mandade, oh, enton- ces me estin diciendo algo —aijo ella—. ¥ muy bien sé lo que me estin diciendo, Un estremecimiento secreto me advierte que en efecto he entenidido (p. 276). Sin embargo, e] paso moderno del tempo no es mas que uma forma particular de historicidad, De dénde sacamos la idea de un tiempo que pasa? Pues de esa Constitucién moder na mismna, La antropologia est ahf para recordarnoslo, el pax saje del tiempo pucde incerpreiarse de mitiples maneras, co” mo ciclo 0 como decadencia, como caida ocomo inestabilidad, como retorne o como presencia continuada. Llarnamos tem- poralidad a la interpretacién de ese pasaje para distinguirla bien del tiempo. Los modernos tienen la particutaridad de comprender el tiempo que pasa como si derogara realmente el pasado tras él. Todos se consideran Attila, detés de quien la 104 BRUNO FATOUR hierba no volvia a crecer. No se sienten alejados de la Edad Me- dia por cierta cantidad de siglos, sino separados de ella por re- voluciones copernicanas, cortes epistemolgicos, rapturas epis- témicas que son tan radicales que ya nada sobrevive en ellos de ese pasado; que ya nada debe sobrevivir en ellos de ese pasado. Esa tcoria del progreso equivale en principio a una teoria de caja de ahorro [dice Clio]. De conjunto, y universalmente, su- pone, crea una enorme caja de ahorro universal, una caja de ahorro comtin para toda la humnanidad comin, una gran caja de ahorro intelectual general y hasta universal automética pa- ra toda la humanidad conviin, antomatica en el sentido de que la humanidad siempre pondria y jamés retirarfa. ¥ que los mis- mos aportes s¢ afiadirfan siempre sin cesar. Bsa es Ia teoria del progreso. ¥ ése su esqutema. Un escabel (Péguy, 1961, p. 129). Como todo fo que pasa es eliminado para siempre, en efec- to los modernos tienen la sensacin de una flecha irreversible del tiempo, de una capitalizacién, de un. progreso. Pero como esa temporalidad es impuesta a un régimen temporal que fun- ciona.de muy distinta manera, [os sintomas de un desacuerdo se multiptican. Asi como lo habia observado Nietzsche, los mo- demos tienen la enfermedad de la historia, Quieren conserva Jo todo, fecharlo todo, porque creen haber roto para siempre con su pasado. Cuanto mis acumulan las revoluciones, tanto més conservan; cuanto mas capitalizan, tanto mas ponen en el muse. La destruccién manfaca es pagada simétricamente por una conservacién también manfaca, Los historiadores recons- tinuyen el pasado deralle tras detalie con tanto mayor euidado cuanto qué fue sepultado para siempre. Pero, estamos tan ale- Jados de nuestro pasado como queremos creerlo? No, porque la temporalidad modema casece de mucho efecto sobre el pa- so del tiempo. Asi, pues, el pasado permanece, y hasta vuelve, Pero este resurgir es incomprensible para los modernos. Ellos Jo tratan entonces como el retorno de lo reprimido. Lo con- [NUNCA PUIMOS MODERNOS 105 vierten en un arcaismo. “Si no prestamos atencién, piensan, var mos a voher al pasado, vamos a volver a caer en las edades 0s- curas.” La reconstitucién historica y el arcaismo son des de Jos sintomas de la incapacidad de los moderns para elimi- nar lo que sin embargo deben eliminar para tener la impre- si6n de que el tiempo pasa. Si yo explico que las revoluciones intentan derogar el pasa- do pero no pueden hacerlo, por fuerza aparezco como un reac. cionario. Ocurre que para Jos modernos —como para sus ene- migos antimodernos, al igual que para sus falsos enemigos posmodernos— la flecha del tiempo carece de ambigitedad: uno puede ir hacia adelante, pero entonces hay que romper con el pasado; uno puede escoger volver atrés, pero entonces hay que romper con las vanguardias modernizadoras, las que rompfan radicalmente con su pasado. Ese dikiat organizaba el pensamiento modemo hasta estos tiltimes afios, por supuesto sin tener asidero sobre Ja prictica de mediacién, la que siem- pre mezelé épocas, géneros y pensamientos tan heterogéneos como los de los premodernos. Si hay algo que nosotros somos incapaces de lvacer, ahora lo sabemos, realmente es una revo- lucién, ya sea en ciencia, en técnica, en politica o en filosofia. Pero somes incluso modernos cuando interpretamos ese he- cho como una decepcién, como si ol arcaismo lo hubiera inva- dido todo, como si no existiera ya una descarga piiblica donde apilar a nuestras espaldas lo reprimido. Soraos incluso posmo- dernos cuando intentamos superar esa decepcién, yuxtapo- niendo come un colage elementos de todos los tiempos, todos igualmente superados, pasados de moda. El milagro revolucionario {Cual es el Jazo entre la forma modema de temporalidad y la Constitucién modema, que une sin decirlo jamés las dos asi- metrias de la naturaleza y de la sociedad y, por debajo, deja pro- 106 BRUNO LATOUR liferar los hforicios? ¢Por qué la Constitucién moderna obliga a sentir el tiempo como una revolueiés: siempre por volver 2 empezar? Porgue ella suprime los pormenares de los objetos de la Na- turaleca, y de su repentina emergencia haze un milagro. Ei tiempo modemo es una sucesi6n de apariciones inexpli- cables, ellas mismas debidas a Ta distincién entre la historia de las ciencias 0 de las técnicas y la historia a secas. Si suprimimos a Boyle y Hobbes y sus disputas, si elirminamos el trabajo de construccién de la bomba, la domesticacién de los colegas, la invencién de un Dios tachado, Ia restauracién de la realeza in- glesa, gc6mo vamos a dar cuenta de los descubrimientos de Boyle? La elasticidad del aire no viene ya de ninguna parte. Ella hace irrupcién armada de pies a cabeza. Para explicar lo que resulta un gran misterio, vamos tener que construir una ima- gen del tiempo que esé adaptada a esa irrupcién milagrosa de cosas nuevas siempre ya presentes, y a fabricaciones humanas que ningun hombre fabricé jams. La idea de revolucién radi- cal es la tinica solucién que hayan imaginado los modernes pax ra explicar la irmpcién de los hibridos que su Coustitucién pro- hibey permitea la vez, y para evitar ese monstruo: que las cosas mismas tengan una historia. Existen buenas razones para creer que Ia idea de revolucin politica fue tomada de la idea de revolucién cientifica (Cohen, 1986). ¥ comprendemos el porqué. ¢Cémo la quimica de La- voisier no seria una novedad absoluta, puesto que el gran sabio borré codas las huellas de su construccisn y corté todos los lar 70s que lo hacfan depender de sus predecesores, asi sumiclos ‘en la oscuridad? Que le hayan cercenado la vida con la misma guillotina y en nombre del mismo oscurantismo es una ironia siniestra de la historia (Bensaude-Vincent, 1989). La génesis de las innovaciones cientificas © téenicas no es tan misteriosa en a Constitucién moderna sino porque la trascendencia univer sal de leyes locales y fabricadas se vuelve impensable, y debe permanecerlo so pena de escdndalo. La historia de los hom- bres, por lo que a ella respecta, va a permanecer contingente, NUNGA FUIMOS MODERNOS 107 agitada por el sonido y la furia. Por canto, habré dos historias diferentes: una sin otra historicidad que la de las revoluciones totales © los cortes epistemolégicos, y que trataré acerca de las cosas eternias siempre ya presentes; la otra, que no hablaré mds que de la agitacién més o menos cireunstancial o mas o menos duradera de los pobres humanos separados de las cosas. Através de esta distincién entre lo contingente vlo necesa- rio, lo hist6rico y lo intemporal, se va a puntuar la historia de los modemos gracias a la irrupci6n de los no humans el teo- rema de Pitdgoras, el heliocentrisino, las leyes de ia cafda de los cuerpos, la maquina de vapor, la quimica de Lavoisier, la vacu- na de Pasteur, la bomba atémica, la computadora— y cada vez se va a computar el tiempo a partir de esos milagrosos comicn- zos laicizando la encarnaci6n en la historia de las ciencias tras- cendentes. Se va a distinguir el tiempo “antes” y “después” de Ia computadora como los atios “antes de Jesucristo” y “después de Jesucristo”. Con los temblores de voz que a menudo acom- pafian las declaraciones sobre e] destino modemo, se Dega in- cluso a hablar de una “concepcién judeocristiana del tiempo”, cuando aqui se trata de un anacronismo, porgue ni las misticas judias ni las teologias cristianas tenfan una inclinaci6n cual- ‘quiera por la Constitucién moderna, Ellas construfan su régi- men del tiempo alrededor de la Presencia (vale decir, cle Dios), yno alrededor de la emergencia del vacfo, del ADN, de los chips o de las fabricas automatizadas. 1La temporalidad moderna nada tiene de “judeocristiana” y tampoco nada, felizmente, de duradero, Es una proyecci6n del Imperio del Medio sobre una linea transformada en flecha por la separacién brutal entre lo que no tiene historia pero que sin embargo emerge en la historia las cosas de Ia naturaleza— y lo que no sale jainds de Ja historia —tas labores y las pasiones de los hombres. La asimetria entre naturaleaa y cultura se convierie entonces en una asimetria entre el pasado y et futviro, El pasado era Ja confusién de las cosas y los hombres; el porvenir, aquello que ya no los confundir4. La modernizacién consiste en salir siem- 108 BRUNO LATOUR pre de una edad oscura que mezclaba las necesidades de la so- ciedad con la verdad cientifica, para entrar en una edad nueva que finalmente distinguir4 con claridad lo que pertenece ala naturaleza intemporal ylo que viene de los humangs. El tiem- po modemo viene de una superposicién de la diferencia entre el pasado y el faturo con esa otra diferencia, mucho més im- porvante, entre la mediacién y la purificacion. El presente se dibuja por una serie de cortes radicales, las revoluciones, que forman otros tantos tringuetes irreversibles para impediraos volver atrés para siempre. En s{ misma, esta Iinea es tan vacia como la escansién de un metrSnomo. Sin embargo, es sobre ella donde los medernos van a proyectar la multiplicacién de los cuasiobjetos, y gracias a ellos trazar dos series de progresio- nes, una hacia arriba, el progreso, la otra hacia abajo, la deca dencia. El fin del pasado superado La movilizacién del mundo y los colectivos a una escala ca da vez mayor, en efecto, multiplica los actores que componen nuestras naturalezas y nuestras sociedades, Pero nada en esa smovilizacién implica un pasaje ordertado y sistemético del tiem- Po. Sin embargo, gracias su forma tan particular de temporae lidad, los modernos van a ordenar la proliferacién de auevos actores, ya sea como una capitalizacién, una acumulacién de conquistas, o como tina invasién de barbaros, una sucesin de catastrofies. Progreso y decadencia son sus dos grandes reper torios, y tienen el mismo origen. Sobre cada una de esas tres li- neas se podrd localizar 2 antimodernes, ios que mantienen Ja temporalidad moderna pero invierten su sentido. Para borrar ! progreso o la degeneraci6n desean volver al pasado, j¢omo si hubiera un pasado! De donde viene la impresién tan moderna de vivie un tiem- po nuevo que rompe con el pasado? De ana unién, de una re- NUNCA FUDYOS MODERNOS 109 peticién quea su vez no tiene nada de temporal (Deleuze, 1968). La impresién de pasar de mod irrevocable s6lo aparece cuan- do relacionamos juntos la cohorte de élementos gure componen nuestro universo cotidiano. Essu cohesién sistemédtica, y el rem plazo de esos elementos por otros que se volvieron igualmente raronables en ef periodo siguiente, los que nos dan la impresion de un tiempo que pasa, de un flujo continuo que va del porve: nir hacia el pasado, de un escabel. Es necesario que las cosas marchen al mismo paso y sean remplazadas por otras alineadas de igual forma para que el tiempo se convierta en un flujo. La temporalidad moderna ¢s e! resultado de esa disciplina. La bomba de vaefo en sf misma es tan poco moderna como sevolucionaria, Ella asocia, combina y vuelve a desplegar a in- numerables actores, algunos de los cuales son nuevos y frescos el rey de Inglaterra, el vacio, el peso del aite— pero no es po- sible considerarlos a todos como nuevos. Sx cohesiéa no es lo bastante grande para que se pueda zanjar por completo con el pasado. Para esto se precisa todo un trabajo suplementario de clasificacion, limpieza y distribucién, Si colocamos los descur brimientos de Boyle en Ja eternidad y caen ahora sobre Ingla- tesra de un solo golpe; si Jos vinculamos con los de Galileo y Descartes uniéndolos en un “métoco cientifico” y si, por tilti- ‘mo, rechazamos como arcaica la creencia de Boyle en 10s mila- gros, obtenemos enconces la impresién de un radical tiempo moderno nuevo. La nocidn de flecha irreversible —progreso 0 decadencia— proviene de un orderiamiento de los cuasi-obje- wos cuyo crecimiento no pueden explicar los medernos. La irre versibilidad en el curso del tiempo se debe a sv veza la trascen- dencia de las ciencias y las técnicas, que en efecto escapan a toda comprensién. Bs un procedimiento de clasificacién para disimular e! origen inconfesable de las entidades naturaies y so- cjales. Asi como éliminan los pormenores de todos los hitri- dos, de igual modo los modernos interpretan los reacendicio- namientos heterogéneos como totalidades sisteméticas donde todo estarfa intimamente relacionado. Ei progreso modemniza- ue BRUNO LATOUR dor s6lo es pensable a condicién de que todos los elementos que son contemporéneos segiin el caiendario pertenezcan al mismo tiempo. Para ello, ¢503 elementos deben formar un sis. tema completo y reconocible, Entonees, y sélo entonces, el Slempo forma un flujo continuo y progresivo, del cual los mo- dernos se proclaman Ja vanguardia y los antimodernos la reta- guardia Todo se confunde si los cuasi-objetos mezclan épocas, onto- Jogias y generos diferentes, De inmediato un period hiscérico dard la impresién de ser un gran bricolage. En vez de un bello flujo laminar, las ms de las veces se obtendr in fnjo trbulen- to de torbellinos y rapidos. De irreversible, el tiempo se vuelve reversible. Al principio, eso no molesta a los modernes, Tad lo que no marcha al paso de! progreso ellos lo consideran como arcaico, irracional o conservadlor. ¥ como en efecto hay antimo- demos encantados de representar los papeles de reaccionarios revistos para ellos en et libreto moderno, los grandes dramas del progreso luminoso en lucha contra el oscurantismo (9 el anidrama de la revolucién loca contra el conservadurismo ra- zonable) pueden desplegarse de todos modes, para €l mayor placer de Ios espectadores. Pero pata que la temporalidad mo- dlernizadora siga funcionando es preciso que permanezca cr ble Ja impresi6n de un frente ordenado. En consecuencia, es menester que no haya demasiados contracjemplos. $i estos til ‘timos se multiplican a més y mejor, resulta imposible hablar de arcaismo, o de retomo de lo reprinido La proliferacién de los cuas-objetos hizo que se resquebra- Jara la temporalidad modema al mismo tiempo que su Consti- tucion, La fuga hacia adelante de los modernos se detnvo hace tal vez veinte afios, quiz diez, o uno, con Ia mulkiplicacién de excepciones cuyo lugar en ¢l flujo regular del Giempo nadie po- Gia reconocer. Fueron primero los rascacielos de la arquitectu- ta posmodema, después la revolucién iskimica de Jomeini, de la que nadie lograba decir si era expresiGn de anticipacién ore. traso, Desde entonces, las excepeiones ya no cesaron, Ya nadie NUNCA FLIMOS MoDERNOS an puede ordenar en un solo grupo coherente a los actores que forman parte de} “mismo tiempo”. Ya nadie sabe si el oso de los Pirineos, 1os koljozes, los aerosoles, la revolucisn verde, la vx cunacién antivariélica, la guerra de las galaxias, la religion is ldmiea, la caza de perdices, la Revolucién Francesa, las empre- sas del tercer tipo, los sindicatos de Fiectricité de France, la fusién en fro, el bolchevismo, la velatividad, ef nacionalisme esloveno, ete., estan pasados de moda, al dfa, son futuristas, atemporales, inexistences 0 permanentes. Bs ese torbellino en el ujo temporal lo que Jos posmodernos experimentaron tan bien n las dos vanguardias de Jas Bellas Artes y de la politica (Hutcheon, 1989). Como siempre, el posmocernismo es un sintoma y no una soluci6n; “revela Ja esencia de la modernidad come la época de la reduccién del ser al novum... La posmodemtidad no hace mas que comenzars, y [a identificacién del ser con el novum... st gue proyectando su sombra sobre nosotros, como el Dios ya muerto de que habla la Gaya ciencia” (Vatimo, 1987, p. 178). Los posmodernos conservan él marco moderne pero dispersan los elementos que los modernizadores agrupaban en un pelo- 16n bien ordenado. Los posmoderes tienen raz6n acerca de la dispersién —toda reunién contemporinea es politempo- ral-, pero se equivocan al conservar el marco y creer todavia cn la exigencia de novedad continua que reivindicaba el mo- demismo, Al mezclar elementos del pasado bajo forma de co- lage y de cita, los posmoderes xeconacen hasta qué punto esas citas estdn realmente superadas. Por lo demas, es precisamen- te porque han pasaclo de moda por lo que van a ira buscarlas con objeto de provocar a las antiguas vanguardias que ya no sa- ben a qué santo encomendarse. Pero hay mucho trecho enue Ia cita provocadora de un pasado realmente caduco ala reanve daci6n, la repeticion y Ja nueva soldadura de un pasado que ja- mds habria desaparecido. ut [BRUNO LaTOUR Selecci6n y tiempos multiples Por fortuna, nada nos obliga a mantener la temporalidad moderna con su sacesion de revoluiciones radicales, sus anti- modernos que wrelven alo que creen que es el pasado, y 9u.do- ble concierto de elogios y quejas a favor o en contra del conti nuo progreso, a favor 0 en contra de la continua degeneracién. No estamos atados para siempre a esa temporalidad que no permite comprender ni nuestro pasado ni nuestro fururo, y que nos obliga a echar al olvide de Ja historia la totalidad de los ter- ceros mundos humanos y no humanos. Mas vale decir que los tiempos modernos dejaron de pasar. No nos lamentemos por ello, porque nuestra historia seal manca tuvo ms que relacion nes bastante vagas con ese lecho de Procusto que le haban im- puesta los modernizadores y sus enemigos. El tiempo no es un marco general sino el resultado provisional de la unién de los seres. La disciplina moderna reunta, engancha- ba, sistematizaba para que se mantuvieran juntas. la cohorte de los elementos contempordneos y de tal modo elimminar a los que no pertenecian al sistema, Esa tentativa ha fracasado, siempre ha fro- ‘asado. Ya no hay, ntinea hubo més que elementos que escapan al sisterna, objetos cuyas fecha y duracién son inciertas. No son s6lo Jos beduinos 0 los Kung los que mezclan los transistores los com- portainientos tradicionales, los baldes de plastico ylos odres de piel de animales. -De qué pais no puede decirse que es “una terra de ‘contrastes"? Toctos hemos legado a mezelar los tiempos. Todos he- mos tueltoa ser premodernos, Siya no podemes progresar ala ma- nera de los moderns, gclebemos regresar a la manera de los ant- modemos? No, debemos pasar de una temporalidad a otra porque, ‘en sf misma, una temporalidad no tiene nada de temporal. Es un modo de ordenamiento para relacionar elementos. Si cambiainos cl principio de clasificacién obtenemos otra temporalidad a partir de los mismos acontecimientes. Supongames por ejemplo que reagruparamos los elemen- 108 contemporineos a lo largo de una espiral y no ya de wna li- NUNCA FUIMOS MODERNOS us ea. Realmente tenemos un futuro y un pasado, pero el futur fo Gene Ia forma de un céeculo en expansisn en todas las direc- ciones y el pasado no est superado sino rewomada, repetide, rodeado, protegido, recombinado, reinterpretado y rehecho. Algunos elementos que parecen alejados si seguimos la espiral pueden encontrarse muy cercanos si comparamos las vueitas. Ala inversa, elementos muy comemporsneos, a juzgar por la Iinea, se vuelven muy alejados si recorremos un radio, Tal tem- poralidad no obliga a utilizar las etiquetas “arcaicas” 0 “avanza- das", puesto que toda cohorte de elementos concemporineos puede ensambiar elementos de todos los tiempos. En un mar- co semejante, nuestras acciones son finalmemte reconocidas co mo politemporales “Tal ver. utilizo una perforadora eléctrica, pero también un mariilio. La primera tiene veinticinco alios, el segundo centena~ res de miles de afios, Haran de mi ws fabricante “de contrastes” porque mezclo gestos de tiempos diferentes? Seria youna curio: sidad etnogrifica? Por el contrario, muéstrenme una actividad que sea homogénea desde €l punto de vista del tiempo modemo. Al gunos de mis genes senen 500 millones de afios, otros 3 millo- nes, otros 100.000, y inis habitos se escalonan de algunos dias a algunos miles de afios. Como Io decia la Cfo de Péguy, y como ‘wuelve a decirlo Michel Serres luego de ella, “somos intercambia- doresy mexcladores de tiempo” (Serres, 1992). Es ese intercambio el que nos define, y no el calendario 6 el ujo que los modernos habian constraido para nosotros. Amontonemos a los burgraves unos tras otros y segtiremos sin tener un tiempo. Descendamos laeralmente para volver a tomar ¢l acontecimiento de la muer- te de Chérabin en sa intensicad, y el tiempo n0s seré otorgado. Entonces, gsomos tradicionales? Tampoco. La idea de una tradicién estable ¢s una ihusién que los antropélogos refutaron. hace largo tiempo. Todas las tradiciones inmutables se transfor- maron anteayer. Con la mayoria de los folclores ancestrales ocu- re Io mismo que con el kilt “centenario” de los escoceses, in- ventado de pies a cabeza a comienzos del siglo xix (Hobsbavim, nt BRUNO LATOUR 1983), 0 como con los caballeros Jastevin dle mi pueblito de Bor- gofia, cuyo ritual milenario no lega a los cincuenta atios. “Los pueblos sin historia” fueron inventados por aquellos que se crea ban una radicalmente nueva (Godoy, 1979). En la préctica, los primeros innovan sin descanso, los segundos pasan y wuelven a pasar indefinidamente por las mismas revoluciones y las mismas controversias. No se nace wadicional, uno elige serlo ianovan- do mucho. La idea de una repeticién idéntica del pasado y la de una ruptura radical con todo pasado son dos resultados si métricos de una misma conceprién del tiempo. No podemos volver al pasado, a la tradicién, ala repeticidn, porque esos gran- des campos inméviles son la imagen. invertida de esa tierra que hoy ya no nos esta prometida: la fuga hacia adelante, Ia revolu- cin permanente, ta modernizacién. Qué hacer, si no podemos ni avanzar ni retroceder? Despla- var nuestra atencién. Jamas avanzamos ni retrocedimos. Siem- pre seleccionamos activamente elementos pertenecientes a tiempos diferentes. ¥ podemos seguir seleccionando. Es la se- leceién lo que hace el tiempo y no el tiempo lo que hace Ia se- leceién. El modernismo —y sus corolarios anti y posmodemos— no era mas que una selecci6n hecha por un pequeio ntimero en nombre de todos. Si somos més numerosos para recuperar la capacidad de seleccionar nosotros mismos los elementos que forman parte de nuestro tempo, recuperaremos la libertad de movimiento que el modernism nos negaba, libertad que, de hecho, jamds habiamos perdido. No emergemos de un pasado oscuro que confundia las naturalezes y las culturas para llegar a tun fueuro donde los dos conjuntos se separarén por fin clara- mente gracias a la continua revolucién del presente. Nunca estu- vimos sumidos en un flujo homogéneo y planetario procedente yasea del porvenir o del fondo de las edades. La modernizacién nunca ocurrié. No es una marea largo tiempo creciente que hoy refluiria. Nunca hubo una marea, Podetnos pasar a otra cosa, © sea, volver a las mtiltiples cosas que siempre ocurrieron de ma- nera diferente. [NUNCA FUIMOS MODERNOS ns Una contrarrevolucién copernicana Si hubiéramos podido hacer retroceder mas tiempo detrés de nosotros a Jas multitudes humanas y el entorno no humano, probablemente habriamos podido seguir creyendo que los tiempos modemos, en efecto, pasaban de una buena vez elimi- nando todo a su paso, Pero lo reprimido esta de regreso. Las mases humanas estn otra vez ahi, tanto las del Este como las del Sur y Ja infinita variedad de Jas masas no humanas, las de ‘Todas Partes. Ya no pueden ser explotadas. Ya no pueden ser superadas porque ya nada las supera. No hay nada mas grande que la naturaleza circundante; los pueblos del Este no se redu- cen ya a sus vanguardias proletatias; en cuanto a las masas del tercer mundo, nada las circunscribird. - ta, tomada por si misma, niega lo que le da sentido. Lo ante- yior equivale a decir hasta qué punto ef sentido de la palabra mediacién difiere del de intermediario 0 mediador, definido como lo que difunde o desplaza un trabajo de produccién ode creacién que se le escaparia (Debray, 1991). Pte maurtess “ Poo suewoliocedad O Trobefo de purficociin OC COMODO Trabajo de mediate \asphactn pare dee tty eben ke ese mare de eo rags se pain ose on sna esos forse 18 BRUNO LaTOUR La revolucién copernicana de Kant, como vimos més arti- ba, ofrece el modelo acabado de las explicaciones moderniza- doras haciendo girar él objeto alrededor de ua nuevo centro y multiplicando los intermediarios para anular poco a poco la distancia. Pero nada nos obliga a tomar esta revolucién como un acontecimiento decisivo que nos habria puesto para siem- pre en el camino seguro de la ciencia, Ia moral y la teologia. Con esta inversiin ocurre lo mismo que con aquella de la Re- volucién Francesa que le esti relacionada; excelentes herra- mientas para volver irreversible el tiempo, pero que en si mis mas no lo son. Yo llamo contrarrevolucién copernicana a esa inversion de ja inversiGn. O mas bien a ese deslizamiento de los extremos hacia el centro y hacia abajo que hace girar tanto el objeto como el sujeto en tomo de la prictica de los cuastobje- tos y los mediadores, No necesitamos enganchar nuestras ex: plicaciones a esas dos formas puras, el objeto o el sujeto-socie- dad, porque son ellas, por el contrario, las que son resultados parciales y purificados de la practiea central, nica que nos in- teresa, Son el producto del cracking purificador y no su materia prima. En efecto, Ia naturaleza gira, pero no alrededor del su- jetosociedad. Gira alrededor del colectivo productor de cosas y de hombres, En efecto, el sujeto gira, pero no alrededor de la naturaleza. Es obtenido a partir det colectivo productor de hombres y de cosas. El Imperio del Medio Gnalmente resulta representado, Nanuralezas y sociedades son sus satélites. De los intermediarios a los mediadores En cuanto operamos la contrarrevolucién copernicana, y ubicamos ei cuasi-ohjeto por debajo y a igual distancia de las antiguas cosas-er-sf y los antiguos hombres-entre-llos, cuando volvemos 2 la prictica de siempre, nos percatamos de que no hay ya ninguna raz6n para limitar a dos las variedades ontol6- gicas (o a tres contando al Dios tachacio) NUNCA FUIMOS MODERNOS ug La bomba de vacio que nos sitvis de ejemplo hasta agul, zes tuna variedad ontolégica con derecho propio? En el mundo de Ja revolucién copemnicana deberfamos escindirla en dos; una primera parte que iria hacia Ja izquierda y se convertiria en “le- Jes de Ta naturaleza”, una segunda parte que irfa hacia Ja dere- chay se convertivia en “Ia sociedad inglesa del siglo xv", y tal vez una tercera, el fenémeno, que marearfa el lugar vaclo don- de deberin ensamblarse las dos primeras. Luego, muldplican- do los intermediarios, deberiamos acercar lo que acabamos de alejar. Dirfamos que la bomba de laboratorio “revela” o “repre- senta” 0 “materializa” 6 “permite captar” las Jeyes de la natura- Tera. También dirfamos que las “representaciones” de los ricos gentileshombres ingleses permiten “interpretar” la presion del aire y “aceptar” la existencia de un vacio, Aceredndonos mas al punto de encuentro y de escisién, pasariames del contexto glo- bal al local y mostrariamos c6mo los gestos de Boyle y la pre- sin de la Royal Society les permiten comprender los defectos de la bomba, sus fugas y sus aberraciones. Por Ia multiplicacién de términos intermediarios habrfamos terminado por volver a pegar las dos partes primero infinitamente alejadas de la natu- raleza y de lo social ‘Agni puse las cosas de fa mejor manera posible y supuse his- toriadores simétricos. En la practica, por desgracia, s6lo habra historiadores para la Inglaterra del siglo xv que en modo al- guno se interesar’in en la bomba salvo para hacerla surgir mi- lagrosamente del Gielo de las Ideas y establecer su cronologia Del otro ado, los cientificos y los epistemdlogos describirdn la fisica del vacio sie preocuparse para nada de Inglaterra, ni si quiera de Boyle. Dejemos esas dos tareas asimétricas, una de las cuales olvida a Jos no humanos y la oura a los humanos, para considerar e] balance de la explicacién precedente, Ia que se esforzaba de todos modos en la simerria En el fondo, en una explicacién semejante no habria pasa- do nada. Para explicar nuestra bomba de aixe habriamos hun- dido alternativamente la mano 0 en Ja urna que comprende 10 BRUNO LATOUR desde tiempo inmemorial a los seres de ia naturaleza, 0 en aquetla que comprende los sempiternos resortes del mundo so- cial. La naturaleza siempre fue semejante a si misma. La socie- dad se compone siempre de los mismos recursos, los mismos intereses, las mismas pasiones. En la perspectiva moderna, na turaleza y sociedad permiten Ia explicacién porque ellas mis. mas no son explicables, Por supuesto, existen los intermedia- ios, cuya funcién es precisamente establecer el vinculo entre las dos, pero sélo fo hacen porque justamente carecen de toda dignidad ontolégica. No hacen mas que wansportar, vehiculi ay, desplazar la potencia de los dos tinicos seres reales, natura. leza y sociedad. Por cierto, pueden transportar mal, pueden ser infieles u obtusos. Pero esa falta de fideliciad no les da ningu- na importancia propia porque ¢s ella la que, por el contrario, prueba su condicidn de intermediario. Carecen de competen- cia original. En el peor de los casos, son brutes o esclavos; en. el mejor, servidores leales. Si operamos la contrarrevolucién copemnicana, entonces nos vernos obligados a tomar mucho mas en serio el trabajo de los intermediarios, puesto que ya no tienen que transmitir la potencia de la naturaleza y la de la sociedad y porque, todos juntos, sin embargo producen los mismos efectos de realidad. Si ahora tenemos en cuenta las entidades dotadas de una con- dicidn auténoma, encontramos mucho mds que dos o tres de ellas. Encontramos decenas. La naturaleza, stiene no tiene horror al vacio? ¢Hay 0 no hay un verdadero vacfo en la bom- ba, © se habria deslizado en ella algtin éter sutil? 2Cémo los tes- tigos de la Royal Society van a dar cuenta de las fagas de la bom- ba? :Cémo el rey de Inglaterra va a aceptar que welvan a ponerse a hablar de las propiedaces de la materia y que vuel- van a formarse cendculos privados precisamente cuando por fin se empezaba a regular la cuestién del poder absoluto? La autenticidad de los milagros, se ve ratificada o no por la me- canizacion de la materia? ;Va a convertirse Boyle en un experi- mentador respetado si se entrega a esas tareas experimentales NUNCA SUIMOS MODERNOS 121 vulgares y abandona la explicacién deductiva, tinica digna de un sabio? Todas estas preguntas ya no esuin arrinconadas en- ire la naturaleza y la sociedad, porque todas ellas vuelven a deft ni lo que fruede la naturaleza y to que es la sociedad. Nawuraleza y sociedad ya no son fos términas explicacivos sino lo que requie- re una explicacién conjunta (Latour, 1989a). En torno del tra- bajo de la bomba se vnelven a formar un nuevo Boyle, una nue- va naturaleza, una nueva teologia de los milagros, una nueva sociabilidad eradita, una nueva sociedad que en adelante in- chuiré el vacfo, los sabios y el iaboratorio. Ya no explicaremos la innovacién de Ja bomba de aire me- tiendo alternativamente la mano én les dos umas de la natura- leza y la sociedad. Por el contratio, llenareios esas urnas 0, por Jo menos, modificaremos su contenido con prefundidad. La na- turaleza va salir alterada del laboratorio de Boyle, y lo mismo la sociedad inglesa, pero tanto Boyle como Hobbes van a cam- biar en la misma medida. Tales metamorfosis son incormpren- sibles si no existen desde siempre mas que dos seres, la narura- leza y la sociedad, o si la primera permanece eterna, mientras que slo la segunda ¢s agitada por la historia. Estas metamorfo- sis, por el contrario, se vuelven explicables si redistribuimos la esencia a todos los seres que componen esta historia. Pero en- tonces dejan de ser simples intermediatios mas o menos fieles, Se convierten en mediadores, o sea, actores dotados de la capa- cidad de traducir lo que transporzan, de redefinirlo, de redes- plegarlo, y también de traicionarlo. Los siervos han vuelto aser ciudadanos libres. Al ofrecer a todos los mediadores el ser hasta ahora cauti- vo en le naturaleza y en la sociedad, el paso del tiempo ya se wuelve més comprensible, En el mundo de la revolucin coper- nicana donde todo debia sostenerse entre los dos polos de la naturaleza y de la sociedad, la historia, en el fonclo, no conta- ba para nada. No se hacfa otra cosa que descubrir la naturale- za 0 desplegar la sociedad aplicar a una sobre la otra. Los fe- némenos no eran nada més que el encuentro de elementos

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