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indgenas.
Diversos autores se han posicionado (en los ltimos aos) en una vereda ms
crtica en torno a las formas de hacer historia de pueblos indgenas; pero es slo
el posicionamiento lo que nos permitira visibilizar voces no occidentales?
En este intento (quizs ms en boga que antes) de, como plantea Wachtel en
Martnez (2000), posicionar el inters y la labor hacia los vencidos; existe una
diversidad de dificultades en donde las disciplinas han tenido que generar nuevas
formas de visibilizar relatos, memorias o acontecimientos. Desde la interpretacin
de Molini (1997) sobre la historia andina expresada de modo performativo, hasta
Menard quien enuncia la existencia de otros tipos de archivos y registros (2015),
es compleja la adecuacin de la disciplina a problemticas que no ha abordado
antes, por lo menos en el caso de historia.
Siguiendo a Gruzinski en Menard: Pretender pasar a travs del espejo y captar a
los indios fuera de Occidente es un ejercicio peligroso, con frecuencia
impracticable e ilusorio. (Gruzinski 1991: 12-13). Es necesario, cuando
intentamos comprender e interpretar otras visiones histricas, hacer el ejercicio
exhaustivo de preguntarnos cmo entendemos a estas voces, que son minoras
polticas, al ser negadas desde la misma disciplina (hasta hace poco)?; cules
son estas mayoras polticas; que desde un discurso academicista, tradicional y
conservador hacen una historia occidental para el resto? Y finalmente cul es
nuestra voz propia, entendiendo que para hacer historia de un otro, como ejercicio
tico mnimo, debisemos reflexionar en torno a nuestro lugar de enunciacin y
qu pasa por el cedazo del etnocentrismo en este caso.
Barth (1976), nos propone la interrogante sobre los lmites tnicos, respondiendo
finalmente en torno a la auto-adscripcin y la adscripcin grupal; pero existen
tambin lmites discursivos?