Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
1
-0 pagada-- por ei sacrificio mi.smo de r.iria vida, namente activo) r e restringe a l o que comúnmen-
modificz las concepcioi>es tradiciona!es del escri- t e se denomina las correcciones de estilo. Estas
b i r bien considerado traciici@nslrrien.te csmo la ves- correcciones no son simples accidentes retóricos,
timenta última (el ornai-fiento) c ! ~les ideas y de se vinculan al primer código, el de la !engua, y
las pasiones. En primer iugar, a IGS ojos de Flau- coniprometen al escritor a vivir la estructura del
i bert, desaparece la oposición misina de fondo y lenguaje como una pasión. Es necesario aquí es-
forma: l escribir y pensar sor. una :e!-. ~ 3 . ~ 3 ;;/ . bozar 6011 una palabra aquello que se podria Ila-
escritura es un ser total. Seg~:idamei~te, y s i aci mar una lingüística ( y no una estilística) de las
1 I/
puede decirse. se produce la reversión de l o s rfié-
ritos de !a poesía sobre la prosa: la p c e s í a pi-e-
correcciones, un poco simétricamente a l o que
Henri Frei ha llamado la gramática de las faltas.
, senta a la prosa el espeio de sus c%nstricciones, Los retoques que los escritores aportan a sus
a .[a imaaen de un códiao estricto, seauro: ese rno- mailuscritos se dejan clasificar cómodamente so-
>/ delo ejerce scbre Flaiibert una fascinaciíjn ambi- bre los dos ejes del papel sobre el que escriben;
I$ gua en tanto la prosa debe uimultánesmenie alcan- sobre el eie vertical se ubican las sustituciones
.j zar al verso y sobrepasarlo, icjcaiarlo y absorber- (son las "tachaduras" o "vacilacio-
1 lo. Finalmente, es la distribcición rnuy i;ártic!u!ar
de las tzireas técnicas asignadas por !a e!atora-
ción de una novela; la retórica c ! á s i c a ponie en
o w s
nes '1 ; sobre el eje horizontal, las supresiones o
agregados de sintagmas [son las "refundiciones").
Ahora bien: los ejes del papel no son otra cosa
primer p l a i ~ olos problemas de la ciispositic, orden que los ejes del lenguaje. Las primeras correc-
de las partes del discurso [que no hay q ~ 1 . 3con- ciories son s u s t i t u t i v a s , metafóricas, apuntan a
funciir con l a compo.sitioL orden cie los elementos reemplazar el signo inicialmente escrito por otro
Interiores a ia frese!; Fi3~;bertaparen-ia desiilte- signo extraído de u.n paradigma de elementos afi-
resai-se; no olvidi. las tareas propias de la narra- nes y diferentes; esas correcciones pueden por lo
1 ción,' pero estas tareas ~ c itienen visibiemenle
más que un dkbil lazo con sil proyecto ecencisl:
tanto recaer sobre los fonemas [Hugo sustituyen-
do púdico a encantador en El Edén encantador y
/ compoiier su obra. n alguno d e sus episodios, no
es "atroz", es simpterr;rr!te "fastidioso".3
desnudo se despertaba) o sobre los fonemas cuan-
I do se trata de eliminar asonancias (que la prora
'
!
Como odisea, la o s c i - i t u r ~ilaubertiana (se que-
rría poder dar aquí a esta palabra un sentido pie-
Bovary: "Tengo ya 260 páginas y no contieneti rná; c;ua pre- mode!os retóricos: la elipsis y la catálisis.
paraciones de accio:~es. exposiciones más o menos r;rtifi- El escritor dispone en suma de tres tipos prin-
ciales de caracteres (es verdad que están graduadas) de
paisajes, de lugares. . . " cipales de correcciones: sustitutivas, diminutivas
"Tei~go que iiabérmelas con una narraciór?, ei relato es .y-- aumentativas: puede trabajar por permutación,
una cosa clue riie fastidia mucho. Es necesario ciua ocnna
a . d
censura o expansión. Estos tres tipos no poseen
a m i heroina en un baile" (1852, 013. cit., p. 721. el mismo status y por otra parte no han corrido
il la misma suerte.. La sustitución y la elipsis se '" timenta la libertad infinita del habla, tal como se
ejercen sobre conjuntos delimitados. El paradigma inscribe en la estructura misma del lenguaje. Se
,-
está cerrado por las sujeciones de la distribución ,. #. trata por lo tanto de un problema de libertad y
[que en principio obligan a permutar sólo térmi-, :, es necesario hacer notar que los tres t i p ~ sde
nos de una misma clase) y por las del sentido que correcciones de los cuales hemos venido hablando
imponen cambiar términos afines."e la misma
- .' no han tenido la misma suerte; según el ideal clá-
sico del estilo, el escritor está obliaado a trabaiar
manera que no se puede sustituir un signo por
cualquier otro signo, no se puede tampoco reducir . .- sin interrupción sus sustituciones y sus elipsis
una frase infinitamente; la. corrección diminutiva . . en virtiid de los mitos correlativos de la "palabra
macta" v de la "concisión", ambos garantes de la
(la e l i ~ s s ) t-cando, en cierto momen-
to, c w a la célula irreductible de toda frase, el ..;
"claridad"' se lo desvía de todo tra-
grupo sujeto-predicado (se sobreentiende que prác- . bajo de expansión; en los manuscritos clásicos
abundan permutaciones y tachaduras pero no se
ticatnente los límites de la elipsis se alcanzan a 3 encuentran correcciones aumentativas salvo en
menudo antes en razdn de las diversas sujeciones ,': Rousseau y sobre todo en IStendhal,,, de quien. co-
culturales como la euritmia, la simetría, etc.): Ia VI
' +
se convierte Rara Mallarme en el sentido mismo
-vacío- cal libro futuro. Desde entonces, el her-
mano'y guía e escritor .no será m8s el- retórico,
a :,;y ~~~7,:".c'~r-? :>;,Fq
,;..;:.+.,J?.::. <,.. ; ..:. l.,
escritura misma. E l texto 'Se jj&cScey
-U 26
través de estos códigos, concebidos cada
como fuerza que puede apoderarse de todouno._, e/
aunque jamás con.servarlo. A continuación
podrá leerse un tramo correspondiente a/ comien- ,
de S/Z9 donde Barthes desarrolla algunas de
estas ideas en la última exposición sjstemática, -!
teórica Y mefodológica, de su obra. Las dificulta.
' -. ' . ,".$, Se dice que a fuerza de ascesis algunos budis-
tan a ver un paisaje compieto en un t~aba. 1
des que puede suscitar una lectura de S/Z justi-
fican /a publicacldn del reportaje, contemporáneo
a la aparición de este libro, donde Barthes expone,
con la brillante claridad de todos sus respuestas
lo que hubiesen 'deseado' los primeros anal is-
del relato: ver todos los relatos del mundo
ntos como hay y ha habido) en una sola estruc-
1~
iod;sficas, algunas de las tesis de esa obra, ura: vamos a extraer de cada, cuento un modelol
,, .
,.:.y;-: ~, - . , ..,-/,-,? ., ,. ensaban, y luego con todos esos modelos hare- ;
,:i' . ,..
.,. ,> .,!<
:d;:,.,f ::c,:'.::' -
:
.- ... ,.
'
- .
~ ,
gran estructura narrativa que revertire-
.' L ,- ,
.
. ' . t.
. , . .
ra su verificación] en cualquier relato:
tadora ("Ciencia COI? paciencia. El supli-
clo es seguro") y finalmente indeseable, pues en
ella el texto pierde su diferencia. Esta diferencia
no es evidentemente un cualidad plena, irreduc-
tible (según una visión mítica de la creación li-
teraria), no es lo que designa la individualidad
de cada texto, lo que lo nombra, lo señala, lo ru-
brica, lo termina; por el contrario, es una dife-
rencia que no se detiene y se articula con el in-
finito de los textos, de los lenguajes, de 10s Sis-
&Mas: una diferencia de la que cada texto es el
retorno. 'Por lo tanto, hay que elegir: o bien colo-
car todos 10s. textos en un vaivén demostrativo,
equ!jpararlos bajo la mirada de la ciencia in-dife- ,
rente, obligarlos a reunirse inductivamente con la
, , (moral, es-
.< ,
:.,.<*',
. .-1
'r."-j',5.><.
..L.
. .
. . . . . -.. -
.. .- -.
-
tético, político, aléticc) e s un valor de represen- su modelo productivo [y no ya representativo),
tación, no de producción"Ira ideologia no traba- suprime toda crítica que, al ser producida. se con-
l T f l e j a . " J . Nuestra evaluacion soio pueae estat. fundiría con él: reescribirlo no seria sino disemi-
liga a a una práctica, y esta práctica es la de la narlo, dispersarlo en el campo de lafdiferencia in-
escritura. De un lado está lo que se puede es- finita. El texto escribible es un presente perpe-
cribir. y del otro, lo que ya no es posible escribir: tuo sobre el cual no puede plantearse ninguna pa-
lo que está en la práctica del escritor y lo que ha labra consecuente [que lo transformaría fatalmen-
desaparecldo de ella: ¿qué textos aceptarla yo es- te en pasado) ; el texto escribible somos nosotros
cribir (re-escrib(r), desear, proponer. como una en el momento de escribir, antes de que el juego
fuerza en es- mundo mío? Lo que la evaluación infinito del mundo (el mundo como juego) sea
encuentra es precisamente este valor: lo que hoy atravesado, cortado, detenido. plastificado. por al-
puede ser escrito (re-escrito) : lo escribible. por gún sistema singular (Ideología, Género. Crítica)
qué e s lo escribible nuestro valor? Porque lo que que ceda en lo referente a la pluralidad de las
está en juego en el trabajo literario (en la Iitera- entradas, la apertura de las redes. el infinito de
tura como trabajo) es hacer del lector no ya un los lenguajes. Lo escribible es lo novelesco sin
consumidor. sino un ~raductordel. texto.. ~ ~ i e s t r i la novela, la poesía sin el poema, el ensayo sin
literatura este marcada por el despiadado divorcio la disertación, la escritura sin el estilo, la produc-
que la institución literaria mantiene entre el fa- ción sin el producto, la estructuración sin la es-
bricante y el usuario del texto. su propietario y tructura. Pero ¿y los textos Iegibles? Son produc-
su cliente, s u autor y su lector. Este lector está tos (no producciones], forman la enorme masa de
sumergido en una especie de ocio, de intransitl- 'nuestra literatura. ¿Cómo diferenciar nuevamente
vidad, y, ¿por qué no decirlo?, de seriedad: en lu- esta masa? Es necesaria una segunda operación
gar de jugar él mismo, de acceder plenamente al consiguiente a la evaluación que ha clasificado en
del significante, a la voluptuosidad un principio los textos. pero más precisa que ella.
.a- no le queda mas que la pobre iC
Gertad de recibir o rechazar el texto: la lectura basada en la apreciación de una cierta cantidad.
no e s más que un refergndum. Por lo tanto, frente del más o menos que puede movilizar cada texto.
al, texto escribible s e establece su contravalor, su Esta nueva operación es la interpretación [en e!
valor negativo, reactivo: lo que puede ser leído sentido que Nietzsche daba a esta palabral. I c -
pero no escrito: lo legible,. Uamaremos clásico a pretar un texto no es darle un sentido (mas O
,todo texto lenibte. menhSundado, más o menos libre), sino por el
contrario apreciar el plural de que e s t á m o . To-
memos p r í r e r o ia imagen de un plural triunfante, '
2. La interpretación
que no esté empobrecido por ninguna obligación \w
de representación (de imitación). En este texto --A
1,
mediatamente encarado en su plural no tiene nada da el signo, la fórmula d e la c o n n o t a c i ó n es:
. . . . . . '.'_: de liberal: no se trata de conceder algunos sen- (ERCJRC.Sin duda porque no s e la ha limitado,
j
' '
. , 1.: tidos, de reconocer magnánimamente a cada uno sumetido a una tipología d e los textos, la conno-
.- :.,
.. parte de verdad; se trata de afirmar, frente a tación no tiene buena prensa. Unos [digamos los
t.. . .
i . .
. ."* toda in-diferencia, el ser de la pluralidad, que no filólogos), decretando que todo texto e s unívoco,
......
,
.
.
. -
sible. 8Sn embargo, esta afirmación necearia es poseedor d e un sentido verdadero, canónico, re-
miten los sentidos simultáneos, secundarios a la
. l .-
:
.. . . .
difícil, pues at mismo tiempo que nada existe fuera nada de las elucubraciones críticas. Otros (diga-
..,'..
- . -.. . . . del texto. no hay tampoco 'un todo del texto [que,
i. , '
mos los serniólogos) cuestionan la jerarquía de lo
por reversión, serfa el origen de un orden interno, denotado y lo connotado; la lengua, dicen, materia
reconciliación de las partes complementarias bajo de la denotación, con su diccionario y su sintaxis,
la mirada paternal del modelo representativo): e s e s un sistema conio cualquier otro; no hay ningu-
nescesario simuháneamente librar al texto de su na razó~i para privilegiar a este sistema y hacer
exterior y de su totalidad. Todo esto quiere decir de él el espacio y la norma d e un sentido princi-
que en el texto plural no puede haber estructura pal, origen y baremo d e todos los sentidos aso-
I
narrativa, gram6tica o 16gica del relato; si algún ciados; si erigimos la denotación en verdad, en
momento éstas dejan que nos acerquemas es en objetividad, en ley, e s porque todavía estarnos so-
la medida (dando a esta expresidn su pleno valor nietidos al prestigio d e la IingGística que, hasta
cuantitativo) en que estarnos frente a textos M) e s t e momento, ha reducido el lenguaje a la frase
totalmente plurales: textos cuyo plural es más o y a s u s componentes léxicos y sintácticos; ahora
menos parsimonioso. bien, lo que está en juego.en esta jerarquía e s algo
serio: disponer todos los sentidos d e un texto en
cíicblo alrededor del foco de la denotación (el to-
3. En contra de la connotación co: centro, custodia, retugio, luz d é T v F r d a d ) .es
volver al cierre del discurso occidental (científico,
critico o tilológico], a s u o r ~ c X i i G e n t r a l i z a d a .
8ara estos textos moderadamente plurales (es
decir, simplemente polisimicos) existe un apre-
cI&r medio que 8610 puede captar una cierta por-
~56n,mediana, del plural, instrumento a la vez de- 4. A favor de k ccwmtgd6n, r p-r de todo
masr'do preqiso y demasiado impreciso para ser
eipficado a los textos urtívocoet, y demasiado pobre ES& crfiica ds la mtan-dh e~ d o a
para ser aplicado a loq textos muttivalente~,re- medi&: m tiene en ajen@tia@ ti~~.NX atb m-
b
versibles y francamente Zndecíbles (a los texto$ e
J . . tsipglqfa ti@ ftln&d&a:
ís laeta &3@@
-. " -
. . te .a&i
de ikr d i f i c a d o según su valor) : pues
+--
6. Paso a peso
lugar puede ser punto de partida (o de llegada);
e s (al menos s e puede esperarlo y trabajar en
ello) sustituir el simple modelo representativo por
otro modelo cuya progresión misma garantizara lo
que pueda haber de productívo en el texto clásico,
pues el paso a paso, por sir lentitud y su mlsma
&spersión, evita penetrar, invertir el texto tutor,
dar de e1 una. imagen interior: no es sino la des-
.
Si se quiere estar atento al plural de un texto . composición (en el sentido cinematográfico) del
(por limitado que sea), hay que renunciar a es- trabajo de lectura, si s e quiere una cdmare lenta:
tructurar ese texto en grandes masas, como lo ni completamente imagen ni completamente aná-
haclan la retórica cl8sica y la explicación escolar: lisis, y, por último, e s jugar sistemátictimente con
nlida de construccl6n del texto: todo significa sin ,
la djgresión (forma mal ihtegraidra por el discurso
cesar y varias veces, p r o sin- delegación en un del saberJ en la eecritwra misma del comentario
gran conjunto final, en una estructura última. De y observar de esta manera la reversibilida8 de las
ahí la idea, y por decirlo así Ig necesidad. de un estr.ucturas con que wtA tejido ei texto; .es v e r d s
anhllsis progresivo aplicado e un tsxm anim. Esto que
. el texto cl8cico no es com~letamentereversi-
tiene, al parecer, algunas tmp11caCionBls.y algunas ble (puesto que es modestamente plural): su lec-
vcIntajas. El comentario de un solo texto no e s una tura se bece en un orden necesario cuyo anhlisis
actividad contingente, colocada bajo la coartada progresivo' determina76 precisamente su orden de
tranquilizadora de lo "concreto": el texto único escritura; pero comentar paso a paso e s por fuer-
vale por todos los textos. de la literatura, no por- za renovar las entradas del texto, evitar estrucfu-
que loa represente (las abstraiga y los equipare). rarlo demaeiado, evitar darle ese suplemento de
sino porque la literatura misma no es nunca sino estructura que le vendría de um disertación y lo
un solo texto: el - texto único no es acceso (induc- ctausurarfa: e@esparcir el texto en Iugdi de reco-
t i w ) a un Modelo, sino entrada a una red con mil geco.
entradas: seguir esta entrada. es vislumbrar a lo
lejos no una estructura legal de normas y desvíos,
una b y narrativa o po8tíca. sino una perspectiva
(de fragmentos, de voces venidas de otros textos,
a e otros cbdigos], cuyo punto de fuga es. sin em- Por lo tanto @eesparcir4 ei , descartando
bargó. .incesantemente diferido. misteriosamente +amo si fuera un pequefio s$fem- los bloques
abierto: cada texto (único) es la teoría misma (y de eigoificaci6n cuya lectura capta sioliilmente la
no el simple ejemplo) de esta fuga, de esta dife- ,
sruperfr'cie lisa, lmpet-cqptiblemejnte soldadi por el '
rencia que vuelve indefinidamente sin conformar- mude1 de las frases, al discurso fluido ds la n a
se. Ademhs, trabajar ese texto único hasta el di-
timo detalle e s reanudar el anhlisis estnicniral del
relato en el punto en que ahora este detenido: en
waclbn, la naturalidad d ~ lenguajer
l corrimta. El
slgnificante tutm seirá dividido en una g;e~%~ de 1
las grandes estructuras; es d a r s e el poder (el
. tiempo. la facilidad) de remontar las venlllas del
sen€ido, no dejar ningún lugar del significante sin
presentir en BI el código o los cddlgos de que este
8
m...;.. ..
<
.
.* 1- .
~
-.
. . ..
.. "
-,
m
lida$ mehrdolbgiea, puesto que recaerá 'sobre el monioso); por 10 t @ n ~ . e sentido [l& -
significante. mientras que el an ál isls propuesto connotaciones), desgranadas por geparado en ca-
recae únimmente sobre el significado. La lexia da Iexia, no serán reagrupadas, provistas de un
comprenderá unas veces unas pocas palabras y meta-sentido, tratando de darles una construcción
otras algunas f r a ~ e s ser4
, cuestión de comodidad: final (solamente podrán reagruparse, en anexo,
I b w a r á con que &ea el mejor espacio posible don- aquellas secuencias cuya continuación haya PO&-
t
de se puedan observar 10ssentidos; su dimensión do perderse por el hilo del texto-tutor). NO se ex-
determina& empíricamente a ojo, dependerá de pondrá la crítica de un texto, o una critica de este
la densidad de las connotaciones, que es variable texto; s e pi-opondrd la materia,semántica [dividj-
segiin los mamentos del' texto: simplemente se da p r o no distribuida) de varias críticas (psieoló-
pretende que enrcada iexfa no haya más de tres o gíca, psicmnalítica, temática, histórica, estructu-
tal); luego cada una podrá [si le viene en gana)
,, cuatro sentidos que enumerar, como máximo. V
texto, en su conjunto, e s comparable a un cieko, intervenir, hacer oír su vos, que se escucha de
una de las voces del texto. Lo que s e busca
llano y profundo a la vez, liso, sin bordes y sin re-
f ferencias; como el augur que recorta en él con la dibujar el espacio estereográfico de una escritura
punta de su bastón un rectángulo ficticio para in- (que en este caso es una escritura clásica, legi-
terrogar, de acuerdo con ciertos principios, el vue- ble). El comentario, fundado sobre la afimacidn
lo de las ave&, el comentarista traza a lo largo del del plural, no puede! trabajar "respetando" el tgx-
texto zonas de lectura con el fin de observar en to: el texto-tutor será continuamente quebrada, b
ellas la migración de los sentidos. el afloramiento terrurnpido, sin ninguna consid,eracián para sus di-
de los códigos, el paso de las citas. La lexia PO visiones naturales (sintácticas, retóricas, a n e d -
e s más que la envoltura de un volumen sernántico, t i w ) ; e1 inventario, la explicación y la d i g r e a n
la cresta del texto plural, dispuesto como un ban- podran instalarse en el mismo corazón de la sus-
/ quete de sentidos posibles (aunque regulados. pensión, separar incluso el verbo y su comple-
mento, el nombre y su atributo; el trabajo del co-
j atestiguados por una 'lectura sisterntítica) bajo el .
flujo del discurso: la lexia y t u s unidades forrna- mentario, desde, el momento en q u e
1 F d e o l o g í a de la totalidad, co=-
1 rán de esta manera una especie d e cubo rnultifa-
cético, cubierto con la palabra, el grupo de pala- mente @ malrratar el texto, en corfarle fa palabra.
I bras, la frase o el párrafo; dicho de otro modo. el ' Pero en realidadlo que se niega no es la calidad.
I lenguaje, que es su excipiente "natural". del texto [en eate caso incomparable], sjno &
-dadw.
h.
1
l ,
xime cuando se acaba de leer una historia de cas Sentido como tinalidad del texto, riusron trascer
tración! dente que enfrenta, sin embargo, el peligro opues-
,
sentjdo. Entre Nietzsehe y eJ b i k u
to: la f ~ l t ade j6n sobre e l k s e8
japn&s, el fra@mmbde B s r t h el ss- &tehedi por Roland
pxio i n t e r ~ f t ~ d fragmmtw. na kr y
un arden dcd texW, firi U& d e n & 1, I&Wra; sn 91
ewro de un cjrwJo fd&p de # r e m a i . db4
& r r k s , m hay nada. h &m de ka
fiwmmtaria hs Iwr&u
B&c~@UXC. Ei i~ltctpr&am:
id, ~ * o f e n e n t e I
m wihI.a'@dde prdmp* textud. Y $U
dice, #e C(.d@mye .entwaa3$ p w dmishn~s
del destine id Sn~enextode f9d0, @I@$RIM~, e! deb
?$?O, Te1 üueil, p ~ &nemar@rnlitey?tos
~ r y erisk & m e
rwas.
' En &l rcxto lo que re busc. as un &mtMo atbpi-
@o que, h u y d o j rsprsmma ser m&&m, pwa-
'du/a, anfl;boJqh. dfpeiis: td Ir she&!6n wtdlice
de/ Yltiw B¿wthw. "dC&o dvjds~'-se pregun-
'ta-'qtte I a . ~ m i r j h g f atiahe ref@c/dnt.on fe
pksf6vr EfeJ wntMo: &u epcxs1ipsk y/o su .utopía?"
/I
dos"] para reencontrar lo más rápido posible los
El placer del texto lugares quemantes de la anécdota (que son siem- Il
pre sus articulaciones: lo que hace avanzar el de-
velamiento del enigma o del destino): saltamos II
¿El lugar más erótico de un cjuerpo no es acaso impunemente (nadie nos ve) las descripciones,
allí donde la vestimenta se abre? En la perversión las explicaciones, las consideraciones, las conver-
(que es el régimen del placer texfúr;l) no hay 'Zo- sacidnes; nos parecemos a un espectador de ca-
nas erógenas" [expresidn por otra parte bastante baret que subiendo al escenario apresurara el stríp-
inoportuna): es la intermitencia: como bien lo ha tease de la bailarina quitándole rápidamente sus
dicho el psicoanálisis, la ace es erótica: la de la vestidos pero siguiendo el orden establecido, es
piel que centellea entre dos'piezas (el pantaldn y decir: respetando por un lado y precipitando por
el pulóverl, entre dos bordes [la camisa entre- el otro los episodios del rito [como un sacerdote
no. hay desgarradura, no hay. bordes sino un deve- no se produce en la estructura misma del lengua- , , .
lamiento .progresivo: toda la excitación 'se refugia je sino solamente en el momento de su consumo; , I ,
l. .
Parece que existiría una mística del Texto. Por Desde el momento en que es proferida, aun cuan-
el contrario, todo el esfuerzo consiste en materia- do sea dentro de la más profunda intimidad del
¡izar el placer del texto, en hacer del texto un ob- sujeto, la lengua entra al servicio del poder. h e -
jeto de placer como cualquier otro. Es decir: ya vitablemente, dos rúbricas se dibujan en ella: la
sea vinculando e l texto de los "placeres" de la autoridad de la aserción, la gregaridad de la repe-
vida [una comida, un jardín, un encuentro, una tición. Por una parte, la lengua es, inmediatarnen-
voz, un momento, etc.) al catálogo personal de te, asertiva: la negación, la duda, la posibilidad, la
nuestras sensualidades, o ya sea abriendo median- suspensión del juicio, requieren operadores parti-
t e el texto la brecha del goce, de la gran pérdida culares que son retomados en un juego de más-
subjetiva, identificando ese texto a los momentos caras de lenguaje. L a que los lingüistas Ilainan la
más puros de la perversión, a sus lugares clan- modalidad no es sino el suplemento de la lengua,
destinos. L o importante es igualar el campo del eso por lo cuai, como una súplica, intento doblegar
placer, abolir la falsa oposición entre vida práctica sü poder implacable de comprobación. Por otra
y vida contemplativa. El placer del texto es una parte, los signos de que se compone la lengua sólo
reivindicación dirigida justamente contra la sepa- existen por y en tanto están reconocidos, es decir, .
ración del texto, pues l o que el texto dice a tra- por y en tanto se repiten. El signo es seguidista,
vés de la particularidad de su nombre es la ubi- gregario; eii cada signo duerme ei monstruo de un
cuidad de! placer, la atopía del goce. estereotipo: no puede, en absoluto, hablar, sino
Idea de un libro (de un texto] donde sería tra- recogiendo lo que se arrastra en la lengua. Des-
zada, tejida, de 12 manera más personal, la rela- de el momento en que enuncio, estas dos rúbricas
ción de todos los goces: los de la "vida" y los se reúnen en mí, soy a la vez amo y esclavo; no
del texto donde una misma anamnesis recogería me contento con repetir lo dicho, con alojarme con-
fortablemente en la servidumbre de los signos:
la lectura y la aventura.
digo, afirmo y asiento lo que repito.
Imaginar una estética (si la palabra no está de- Por consiguiente. en la lengua, servilismo y po-
masiado devaluada) fundada hasta e l final (com- der se confunden ineluctablemente. Si se llama
pletamente, radicalmente, en todos los sentidos) iibertad no sólo a la potencia (puissance) de sus-
sobre e l placer del consumidor fuese quien fuese, traerse al poder [pouvoir), sino también y sobre
pertenezca a la clase o al grupo que sea, sin con- todo a la de no someterse a nadie, no puede haber
sideración de culturas y de lenguajes: las conse- libertad, pues, sino fuera del lenguaje. Desgracia-
l cuencias serían enormes, tal vez incluso desga- damente, e l lenguaje humano carece de exterior,
rradoras ('Brecht ha comenzado a elaborar tal es- es una puerta cerrada. Sólo al precio de lo impo-
tética del placer, de todas sus propuestas es la sible se puede salir por ella, mediante la singula-
que se olvida más a menudo). ridad mística, tal como la describe Kierkegaard,
I cuando define el sacrificio de Abraham como un
c [Traducción de Nicolás Rosa] acto inaudito, vacío de toda palabra, incluso inte-
rior, erigido contra la generalidad, la gregaridad y
la moralidad del lenguaje, o, también, mediante el
por otra, se apodera de contenidos cada vez más
militantes. ~ e s p l a z a r s epuede pues significar: pre- numerosos y cada vez más alejados de su campo
sentarse allí donde no se nos espera o también, original. Asl como el objeto de la economía se
más radicalmente, abjurar de lo que s e ha escrito encuentra hoy en todas partes, en lo político, lo
(pero no forzosamente d e lo que s e pensó), cuan- social y lo cultural, el objeto de la lingüística no
do el poder gregario lo utiliza y somete. tiene límites, pues la lengua, según una intuición
de *Benveniste, representa lo propiamente social.
Resumiendo, s e a por exceso de ascesis o de ham-
Podemos decir que la tercera fuerza d e la Iite- bre, delgada o repleta, la lingüística s e descons-
ratura, su fuerza propiamerite semiótica, reside en
el juego de los signos más que en su destrucción, truye. Por mi parte, denomino semiótica a esta
ei-i ponerlos en una maquinaria de lenguaje, cuyos desconstrucción de la lingüística.
-
muelles y pasadores d e seguridad saltaron, en sín- [Traduccidn 'de Jorge Montgomery,
tesis, en instituir una verdadera heteronimia d e publicada por la revista Nova
las cosas en el propio seno de la lengua servil. d e Buenos Aires]
Henos aquí frente a la semiología.
En primer lugar, es necesario repetir que las
ciencias [al menos aquellas de las que tengo al-
guna lectura) no son eternas; son valores que as-
cienden y descienden en la Bolsa, la :Bolsa d e la
Historia. En e s t e sentido, bastaría recordar la suer-
te, en la Bolsa, de la Teología, discurso hoy exiguo
y sin embargo, otrora ciencia soberana al extremo
de que se la ubicaba fuera y por encima del Sep-
tenium. La fragilidad de las ciencias llamadas hu-
manas radica en q u e constituyen ciencias d e la
imprevisión (de donde los disgustos y el malestar
taxonómico de la Economía), lo que altera inme-
diatamente la idea de ciencia. La propia ciencia
del deseo, el psicoanálisis, no puede dejar de mo-
rir un día, aunque le debamos mucho, así como de-
bemos mucho a la Teología, porque el deseo re-
sulta más fuerte que su interpretación.
Por s u s conceptos operatorios, la semiología,
que se puede definir canónicamente como la cien-
- 1I
cia de los signos, de todos los signos, nació de la
lingüística. Pero, me parece. la propia lingüística,
un poco como la Economía [y tal vez la compara-
ción no s e a insignificante), está a punto de esta-
-
llar por desgarramiento. Por una parte, se v e atraí-
da hacia un polo formal y según esta inclinación,
se formaliza cada vez más, como la econometría;
i