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-0 pagada-- por ei sacrificio mi.smo de r.iria vida, namente activo) r e restringe a l o que comúnmen-
modificz las concepcioi>es tradiciona!es del escri- t e se denomina las correcciones de estilo. Estas
b i r bien considerado traciici@nslrrien.te csmo la ves- correcciones no son simples accidentes retóricos,
timenta última (el ornai-fiento) c ! ~les ideas y de se vinculan al primer código, el de la !engua, y
las pasiones. En primer iugar, a IGS ojos de Flau- coniprometen al escritor a vivir la estructura del
i bert, desaparece la oposición misina de fondo y lenguaje como una pasión. Es necesario aquí es-
forma: l escribir y pensar sor. una :e!-. ~ 3 . ~ 3 ;;/ . bozar 6011 una palabra aquello que se podria Ila-
escritura es un ser total. Seg~:idamei~te, y s i aci mar una lingüística ( y no una estilística) de las
1 I/
puede decirse. se produce la reversión de l o s rfié-
ritos de !a poesía sobre la prosa: la p c e s í a pi-e-
correcciones, un poco simétricamente a l o que
Henri Frei ha llamado la gramática de las faltas.
, senta a la prosa el espeio de sus c%nstricciones, Los retoques que los escritores aportan a sus
a .[a imaaen de un códiao estricto, seauro: ese rno- mailuscritos se dejan clasificar cómodamente so-
>/ delo ejerce scbre Flaiibert una fascinaciíjn ambi- bre los dos ejes del papel sobre el que escriben;
I$ gua en tanto la prosa debe uimultánesmenie alcan- sobre el eie vertical se ubican las sustituciones
.j zar al verso y sobrepasarlo, icjcaiarlo y absorber- (son las "tachaduras" o "vacilacio-
1 lo. Finalmente, es la distribcición rnuy i;ártic!u!ar
de las tzireas técnicas asignadas por !a e!atora-
ción de una novela; la retórica c ! á s i c a ponie en
o w s
nes '1 ; sobre el eje horizontal, las supresiones o
agregados de sintagmas [son las "refundiciones").
Ahora bien: los ejes del papel no son otra cosa
primer p l a i ~ olos problemas de la ciispositic, orden que los ejes del lenguaje. Las primeras correc-
de las partes del discurso [que no hay q ~ 1 . 3con- ciories son s u s t i t u t i v a s , metafóricas, apuntan a
funciir con l a compo.sitioL orden cie los elementos reemplazar el signo inicialmente escrito por otro
Interiores a ia frese!; Fi3~;bertaparen-ia desiilte- signo extraído de u.n paradigma de elementos afi-
resai-se; no olvidi. las tareas propias de la narra- nes y diferentes; esas correcciones pueden por lo
1 ción,' pero estas tareas ~ c itienen visibiemenle
más que un dkbil lazo con sil proyecto ecencisl:
tanto recaer sobre los fonemas [Hugo sustituyen-
do púdico a encantador en El Edén encantador y
/ compoiier su obra. n alguno d e sus episodios, no
es "atroz", es simpterr;rr!te "fastidioso".3
desnudo se despertaba) o sobre los fonemas cuan-
I do se trata de eliminar asonancias (que la prora

'
!
Como odisea, la o s c i - i t u r ~ilaubertiana (se que-
rría poder dar aquí a esta palabra un sentido pie-

l "Para mí, en tanto no me hayan separado en una iras?


clásica n8 tolera) o de hornofonías muy insisten-
tes coiisideradas ridículas [Apres cet essai fait:
cétécéfé) . ,Las segundas correcciones [correspon-
dientes al orden horizontal de la página) son aso-
I

dada la fama tiel lonclo. sostendré qLie astrs bos palabros .-


ciativas. metonímicas, afectan la cadena sintag-
está11 vaclac de seritido" (1346, op. cit., p. ~$0).
* Ver sobre todo (op. cit., p. 1251 la decepcióil de las
mática del mensaje, modificando por disminución
p á ~ i n n sconsagradas a los diferentes episodiús dc iVadanic o por accecentamiento su volumen conforme a d o s 1

Bovary: "Tengo ya 260 páginas y no contieneti rná; c;ua pre- mode!os retóricos: la elipsis y la catálisis.
paraciones de accio:~es. exposiciones más o menos r;rtifi- El escritor dispone en suma de tres tipos prin-
ciales de caracteres (es verdad que están graduadas) de
paisajes, de lugares. . . " cipales de correcciones: sustitutivas, diminutivas
"Tei~go que iiabérmelas con una narraciór?, ei relato es .y-- aumentativas: puede trabajar por permutación,
una cosa clue riie fastidia mucho. Es necesario ciua ocnna
a . d
censura o expansión. Estos tres tipos no poseen
a m i heroina en un baile" (1852, 013. cit., p. 721. el mismo status y por otra parte no han corrido
il la misma suerte.. La sustitución y la elipsis se '" timenta la libertad infinita del habla, tal como se
ejercen sobre conjuntos delimitados. El paradigma inscribe en la estructura misma del lenguaje. Se
,-
está cerrado por las sujeciones de la distribución ,. #. trata por lo tanto de un problema de libertad y
[que en principio obligan a permutar sólo térmi-, :, es necesario hacer notar que los tres t i p ~ sde
nos de una misma clase) y por las del sentido que correcciones de los cuales hemos venido hablando
imponen cambiar términos afines."e la misma
- .' no han tenido la misma suerte; según el ideal clá-
sico del estilo, el escritor está obliaado a trabaiar
manera que no se puede sustituir un signo por
cualquier otro signo, no se puede tampoco reducir . .- sin interrupción sus sustituciones y sus elipsis
una frase infinitamente; la. corrección diminutiva . . en virtiid de los mitos correlativos de la "palabra
macta" v de la "concisión", ambos garantes de la
(la e l i ~ s s ) t-cando, en cierto momen-
to, c w a la célula irreductible de toda frase, el ..;
"claridad"' se lo desvía de todo tra-
grupo sujeto-predicado (se sobreentiende que prác- . bajo de expansión; en los manuscritos clásicos
abundan permutaciones y tachaduras pero no se
ticatnente los límites de la elipsis se alcanzan a 3 encuentran correcciones aumentativas salvo en
menudo antes en razdn de las diversas sujeciones ,': Rousseau y sobre todo en IStendhal,,, de quien. co-
culturales como la euritmia, la simetría, etc.): Ia VI

nocemos su rebelde actitud contra el bc?llo_estilo .


stá limitada por la estructura del lengua-
ie. Pnr el cwtrario, esta misma estructura per- . Es hora de volver a Flaubert. !Las correcciones
mite dar libre curso -
n
is aportadas a sus manuscritos son sin duda alguna
aumentativas; por un lado las partes del discurso variadas, pero si uno se atiene a lo que él misino
pueden ser indefinidamente multiplicadas (lo que ha declarado y comentado, lo "atroz" del estilo
ocurrirla mediante la digresiórr), y por el otro (es Se concentra en dos puntos que son las dos cruces
sobre todo lo que nos interesa aquí), la frase pue- escritor. La primera cruz son las repeticiones
de ser provista hasta el infiiiito de incisos y de de palabras; de hecho se trata de una corrección
. . -
expailsi6n: e_\ trabajo catalítico es teóricamente sustitutiva-puesto que es la repetición de la tor-
i m ;aun si la estructura de la frase está de ma (fónica) .igual o parecida, la que hay que evitar
hecho reglada y limitada por los modelos litera- manteniendo el contenido; como ya se ha dicho,
rios (a la manera del metro poético) o por cons- las posibilidades de este tipo de corrección son
trucciones físicas (!os límites de la memoria hu- limitadas, lo que debiera testimoniar mucho más
mana, por otra parte relativos puesto que la lite- por la responsabilidad del escritor; sin embargo,
ratura cldsica admite el período poco menos que Flaubert llega a introducir aquí el vértigo de una
desconocido por el habla corriente], no es menos corrección infinita: lo difícil para él no es la co-
cierto que el escritor enfrentado a la frase expe- rección misma (efectivamente limitada) sino la
marcación del lugar donde es necesaria: siempre
No es necesario limitar la afinidad a una- relacidn
- - - - .. niira-
aparecen repeticiones que no habían sido adver-
mente analógica y sería un error creer que los escrt~o%~
permutan Onlcamente t6rmlnos sinónimos; un e s c r h clC -que en mi opinión sería nece
sico como Bossuet puede sustituir reir por llorar: la relación que la claridad esté dada como
antonfmica forma parte de la afinidad. w t u r a l de -n (ver la opinión de Mme.
'5
Sobre la expansión, ver André Martlnet, Eléments de Necker, en F. Brunot, Histoire de la langue fran~aise (Paris.
' parte del cap. IV. Hay
IInguisfique génkale, Paris, 1960, 3 1905-1953, t. VI, 21 parte, fascículo 2, p. 1967): "Es nece
trad. castellana: Biblioteca Románica Hispánica, Madrid, G r e sario preferir siempre !a frase más corta cuando es al mis-
dos. 1965. mo tiempo clara, puesto que asf k es mucho mds3.
. . " .. . !
. ..
. ,
.: .. á la vez: Un coup de 'd6s está implicitamente fun'
dado sobre la.Snflnita posibilidad d e la expansldn.
-a, cuya libertad. tan pesada para I-iaubert,

' +
se convierte Rara Mallarme en el sentido mismo
-vacío- cal libro futuro. Desde entonces, el her-
mano'y guía e escritor .no será m8s el- retórico,
a :,;y ~~~7,:".c'~r-? :>;,Fq
,;..;:.+.,J?.::. <,.. ; ..:. l.,
escritura misma. E l texto 'Se jj&cScey
-U 26
través de estos códigos, concebidos cada
como fuerza que puede apoderarse de todouno._, e/
aunque jamás con.servarlo. A continuación
podrá leerse un tramo correspondiente a/ comien- ,
de S/Z9 donde Barthes desarrolla algunas de
estas ideas en la última exposición sjstemática, -!
teórica Y mefodológica, de su obra. Las dificulta.
' -. ' . ,".$, Se dice que a fuerza de ascesis algunos budis-
tan a ver un paisaje compieto en un t~aba. 1
des que puede suscitar una lectura de S/Z justi-
fican /a publicacldn del reportaje, contemporáneo
a la aparición de este libro, donde Barthes expone,
con la brillante claridad de todos sus respuestas
lo que hubiesen 'deseado' los primeros anal is-
del relato: ver todos los relatos del mundo
ntos como hay y ha habido) en una sola estruc-
1~
iod;sficas, algunas de las tesis de esa obra, ura: vamos a extraer de cada, cuento un modelol
,, .
,.:.y;-: ~, - . , ..,-/,-,? ., ,. ensaban, y luego con todos esos modelos hare- ;
,:i' . ,..
.,. ,> .,!<
:d;:,.,f ::c,:'.::' -
:

.- ... ,.
'

- .
~ ,
gran estructura narrativa que revertire-
.' L ,- ,
.
. ' . t.
. , . .
ra su verificación] en cualquier relato:
tadora ("Ciencia COI? paciencia. El supli-
clo es seguro") y finalmente indeseable, pues en
ella el texto pierde su diferencia. Esta diferencia
no es evidentemente un cualidad plena, irreduc-
tible (según una visión mítica de la creación li-
teraria), no es lo que designa la individualidad
de cada texto, lo que lo nombra, lo señala, lo ru-
brica, lo termina; por el contrario, es una dife-
rencia que no se detiene y se articula con el in-
finito de los textos, de los lenguajes, de 10s Sis-
&Mas: una diferencia de la que cada texto es el
retorno. 'Por lo tanto, hay que elegir: o bien colo-
car todos 10s. textos en un vaivén demostrativo,
equ!jpararlos bajo la mirada de la ciencia in-dife- ,
rente, obligarlos a reunirse inductivamente con la

, , (moral, es-
.< ,
:.,.<*',
. .-1
'r."-j',5.><.
..L.

. .
. . . . . -.. -
.. .- -.
-
tético, político, aléticc) e s un valor de represen- su modelo productivo [y no ya representativo),
tación, no de producción"Ira ideologia no traba- suprime toda crítica que, al ser producida. se con-
l T f l e j a . " J . Nuestra evaluacion soio pueae estat. fundiría con él: reescribirlo no seria sino disemi-
liga a a una práctica, y esta práctica es la de la narlo, dispersarlo en el campo de lafdiferencia in-
escritura. De un lado está lo que se puede es- finita. El texto escribible es un presente perpe-
cribir. y del otro, lo que ya no es posible escribir: tuo sobre el cual no puede plantearse ninguna pa-
lo que está en la práctica del escritor y lo que ha labra consecuente [que lo transformaría fatalmen-
desaparecldo de ella: ¿qué textos aceptarla yo es- te en pasado) ; el texto escribible somos nosotros
cribir (re-escrib(r), desear, proponer. como una en el momento de escribir, antes de que el juego
fuerza en es- mundo mío? Lo que la evaluación infinito del mundo (el mundo como juego) sea
encuentra es precisamente este valor: lo que hoy atravesado, cortado, detenido. plastificado. por al-
puede ser escrito (re-escrito) : lo escribible. por gún sistema singular (Ideología, Género. Crítica)
qué e s lo escribible nuestro valor? Porque lo que que ceda en lo referente a la pluralidad de las
está en juego en el trabajo literario (en la Iitera- entradas, la apertura de las redes. el infinito de
tura como trabajo) es hacer del lector no ya un los lenguajes. Lo escribible es lo novelesco sin
consumidor. sino un ~raductordel. texto.. ~ ~ i e s t r i la novela, la poesía sin el poema, el ensayo sin
literatura este marcada por el despiadado divorcio la disertación, la escritura sin el estilo, la produc-
que la institución literaria mantiene entre el fa- ción sin el producto, la estructuración sin la es-
bricante y el usuario del texto. su propietario y tructura. Pero ¿y los textos Iegibles? Son produc-
su cliente, s u autor y su lector. Este lector está tos (no producciones], forman la enorme masa de
sumergido en una especie de ocio, de intransitl- 'nuestra literatura. ¿Cómo diferenciar nuevamente
vidad, y, ¿por qué no decirlo?, de seriedad: en lu- esta masa? Es necesaria una segunda operación
gar de jugar él mismo, de acceder plenamente al consiguiente a la evaluación que ha clasificado en
del significante, a la voluptuosidad un principio los textos. pero más precisa que ella.
.a- no le queda mas que la pobre iC
Gertad de recibir o rechazar el texto: la lectura basada en la apreciación de una cierta cantidad.
no e s más que un refergndum. Por lo tanto, frente del más o menos que puede movilizar cada texto.
al, texto escribible s e establece su contravalor, su Esta nueva operación es la interpretación [en e!
valor negativo, reactivo: lo que puede ser leído sentido que Nietzsche daba a esta palabral. I c -
pero no escrito: lo legible,. Uamaremos clásico a pretar un texto no es darle un sentido (mas O
,todo texto lenibte. menhSundado, más o menos libre), sino por el
contrario apreciar el plural de que e s t á m o . To-
memos p r í r e r o ia imagen de un plural triunfante, '
2. La interpretación
que no esté empobrecido por ninguna obligación \w
de representación (de imitación). En este texto --A

ib-l las redes son múltiples y juegan entre G s l 'Y


Tal vez no haya nada que decir de los textos es- sin que ninguna pueda reinar sobre las demás; J P\
cribibles. Primero: jddnde encontrar.los? Con.toda este texto no es una estructura de significados. ~ i
segurldgd no en la lectura .(o al menos muy poco: es una galaxia de significantes: no tiene comienzo;
por azar, fugitiva y oblicuarhente en algunas obras- es reversible: se accede a él a través de múltiples
IimItesl: el texto escribible no es una casa, es entradas sin que ninguna de ellas pueda ser de-
difícil Bncontrarlo en Iibrerías. Segundo: siendo clarada con toda seguridad la principal: los códi-
gos que moviliza s e perfilan hasta pederse de íntegramente plurales). Este modesto instrumen-
vista, son indecibles [el.sentido no estki nunca e. t o es la connotación. Para Hjelmslev, que ha aado
metido a un principio de decisión sino al azar); una definición d e ella, la connotación e s un sen-
los sistemas de sentido pueden apoderarse de este' tido secundario, cuyo significante está constitui-
texto absolutamente plural, pero su número no se do pqr un signo o un sistema d e significación prin-
cierra nunca, al tener como medida el infinito del cipal que e s la denotación: si E es la expresión,
. lenguaje. 'La Interpretación que exige un texto in- C el contenido y R la relación de los dos que fun-

1,
mediatamente encarado en su plural no tiene nada da el signo, la fórmula d e la c o n n o t a c i ó n es:
. . . . . . '.'_: de liberal: no se trata de conceder algunos sen- (ERCJRC.Sin duda porque no s e la ha limitado,
j
' '

. , 1.: tidos, de reconocer magnánimamente a cada uno sumetido a una tipología d e los textos, la conno-
.- :.,
.. parte de verdad; se trata de afirmar, frente a tación no tiene buena prensa. Unos [digamos los
t.. . .
i . .
. ."* toda in-diferencia, el ser de la pluralidad, que no filólogos), decretando que todo texto e s unívoco,
......
,

.. es sl de b verdadero, lo probable o lnclusq lo po-


.-
-.
. .
.
..
.
. ..
.. .
. ,..
. .
.
- ., . . . . .
.
.

.
.

. -
sible. 8Sn embargo, esta afirmación necearia es poseedor d e un sentido verdadero, canónico, re-
miten los sentidos simultáneos, secundarios a la
. l .-
:
.. . . .
difícil, pues at mismo tiempo que nada existe fuera nada de las elucubraciones críticas. Otros (diga-
..,'..
- . -.. . . . del texto. no hay tampoco 'un todo del texto [que,
i. , '
mos los serniólogos) cuestionan la jerarquía de lo
por reversión, serfa el origen de un orden interno, denotado y lo connotado; la lengua, dicen, materia
reconciliación de las partes complementarias bajo de la denotación, con su diccionario y su sintaxis,
la mirada paternal del modelo representativo): e s e s un sistema conio cualquier otro; no hay ningu-
nescesario simuháneamente librar al texto de su na razó~i para privilegiar a este sistema y hacer
exterior y de su totalidad. Todo esto quiere decir de él el espacio y la norma d e un sentido princi-
que en el texto plural no puede haber estructura pal, origen y baremo d e todos los sentidos aso-

I
narrativa, gram6tica o 16gica del relato; si algún ciados; si erigimos la denotación en verdad, en
momento éstas dejan que nos acerquemas es en objetividad, en ley, e s porque todavía estarnos so-
la medida (dando a esta expresidn su pleno valor nietidos al prestigio d e la IingGística que, hasta
cuantitativo) en que estarnos frente a textos M) e s t e momento, ha reducido el lenguaje a la frase
totalmente plurales: textos cuyo plural es más o y a s u s componentes léxicos y sintácticos; ahora
menos parsimonioso. bien, lo que está en juego.en esta jerarquía e s algo
serio: disponer todos los sentidos d e un texto en
cíicblo alrededor del foco de la denotación (el to-
3. En contra de la connotación co: centro, custodia, retugio, luz d é T v F r d a d ) .es
volver al cierre del discurso occidental (científico,
critico o tilológico], a s u o r ~ c X i i G e n t r a l i z a d a .
8ara estos textos moderadamente plurales (es
decir, simplemente polisimicos) existe un apre-
cI&r medio que 8610 puede captar una cierta por-
~56n,mediana, del plural, instrumento a la vez de- 4. A favor de k ccwmtgd6n, r p-r de todo
masr'do preqiso y demasiado impreciso para ser
eipficado a los textos urtívocoet, y demasiado pobre ES& crfiica ds la mtan-dh e~ d o a
para ser aplicado a loq textos muttivalente~,re- medi&: m tiene en ajen@tia@ ti~~.NX atb m-
b
versibles y francamente Zndecíbles (a los texto$ e
J . . tsipglqfa ti@ ftln&d&a:
ís laeta &3@@
-. " -

. . te .a&i
de ikr d i f i c a d o según su valor) : pues
+--

si hayatextos legibles, inscritos


clausura occidental, fabricados S
este sistema, entregados a la le
es necesario que posean un régimen p
sentido, y ese régimen tiene por fundamen
coni~otación.Por eso, negar universalmente 1
notación 6s abolir el valor diferencial de los textos,
ne'garse a definir el aparato especifico [poético
y crítico a la vez) de los textos legibles. es equi:
parar el texto limitado al texto-límite, es privarse .
de un instrumento tipológico. La connotación es
- la vía de acceso a la polisemia del texto clásico,
a eee plural limitado q_ue funda el texto cllsico
(110 es seguro que haya connotaciones en el texto
moderno). Por lo tanto hay que salvar a la con-
notación de su doble proceso y guardarla como la
huella nornbrabls, computable, de un cierto plural
de1 texto [este plural limitado del texto clásico].
¿Out$ es, pues, una connotacibn? Definicionalmen-
te, es una determinaclqn, una relación. una eniifora,
un rasgo que tiene el poder de referirse a men-
ciones anteriores ulteriores o exteriores, a otros
lugares del texto [o de. otro texto) : no hay que
restringir- e0 nada esta relación, que puede ser
designada de diversas maneras (funcidn o indicio,
por e]emplo), siempre que no s e confunda conno-
tación y asociación de ideas: ésta remite al sist*
ma de un sujeto mientras que aquélla e s una
rrelación inmanente al texto, a los textos, o si s e
prsfíere, es una asociación operada poh el texto- '

auleto en el interior de su propio sistema. T ó ~ i - .


camente, las connotaciones s h sentidos que no ,

.. .. estan en el diccionario ni en la gramática de la


.. f . . '
lengua en la que está escrito un texto [por'su-
p u e ~ t o ,Bsta es una definición precaria: el diccio-
!
'
nario puede ampliarse, la gramhtica puede madi-
1
ficarse). Analíticamente, la connotacldn se deter-
mina'a través de dos espacios: un espacio secuem-
: cial, sucesión de orden, espacio sometido s la? -
; sueesSvldad de las frases a k largo de las CU*
bajo una moral de la verdad. unas veces laxa y
otras ascética. Sin embargo, leer no es un gesto
arasito, complemento reactivo de una escritura
fAI -
h o r n a m o s con todos los prestigios de la crea:
ción y de la anterioridad. Es un trabajo [por esto
I' sería mejor hablar de un acto iexeoiogico, o inclu-
rafico, puesto que también escribo m i
~g";&metodo de este trabajo es topo~o@-
co: no estoy oculto en el texto, sólo que no se
. me puede localizar en él: m i tarea consiste en
mover, trasladar sistemas cuya investigación no
se detiene ni en el texto ni en "mí": operatoria-
mente, los sentidos que encuentro no son compro-
bados por "mí" ni por otros, sino por SLI marca
sistemática: no hay más prueba de una lectura
que la calidad y resistencia de su sistemática: en
otras palabras, .que su funcionamiento. En efecto,
leer es un trabajo de lengua'e ,Leer es encontrar
6
sentidos, y encontrar sentí os es designarlos, pe-
ro esos sentidos designados son .llevados hacia
otros nombres; los nombres se llaman, se reúnen
y su agrupación exige ser designada de nuevo:
designo, nombro, renombro: así pasa el texto: es
una nominación en devenir, una aproZiiGa'c7TiñinT-
cansable, un trabajo metonímico. Por lo tanto, fren-
te al texto plural el olvido de un sentido no puede
ser recibido como una falta. ¿Olvidar en relación
a qué? ¿Cuál es la suma del texto? Es posible 01-
vidar algunos sentidos, pero sólo si se ha elegido
echar sobre el texto una mirada singular. De to-
das maneras. Ea lectura no consiste en detener la
- cadena de los slstemas, en fundar una verdad, una
legalidad del texto y, en consecuencia, provocar
las "faltas" de su lector; consiste en embragar
esos sistemas no según su cantidad fínita, sino
según su pluralidad [que es un ser y no una cuen-
ta) : paso, atravieso, articulo. desencadeno, pero
no cuento. El olvido de los sentidos no es cosa de
excusas, un desgraciado error de ejecución: es kr.
valor afirmativo, una manera de afirmar la irres-
ponsabilidad del texto, el pluralismo de los siste
--~-;,- - .
.. , . .
. F...
-
,
..
< ..'-,,
.
C,
.:>..: .\,.,L.,. .-'- -,.

mas [sl cerrasb la lista. reconstituiría fatalmente


un sentido singular, teol6gico) : precisamente leo
porque olvido. I

6. Paso a peso
lugar puede ser punto de partida (o de llegada);
e s (al menos s e puede esperarlo y trabajar en
ello) sustituir el simple modelo representativo por
otro modelo cuya progresión misma garantizara lo
que pueda haber de productívo en el texto clásico,
pues el paso a paso, por sir lentitud y su mlsma
&spersión, evita penetrar, invertir el texto tutor,
dar de e1 una. imagen interior: no es sino la des-
.

Si se quiere estar atento al plural de un texto . composición (en el sentido cinematográfico) del
(por limitado que sea), hay que renunciar a es- trabajo de lectura, si s e quiere una cdmare lenta:
tructurar ese texto en grandes masas, como lo ni completamente imagen ni completamente aná-
haclan la retórica cl8sica y la explicación escolar: lisis, y, por último, e s jugar sistemátictimente con
nlida de construccl6n del texto: todo significa sin ,
la djgresión (forma mal ihtegraidra por el discurso
cesar y varias veces, p r o sin- delegación en un del saberJ en la eecritwra misma del comentario
gran conjunto final, en una estructura última. De y observar de esta manera la reversibilida8 de las
ahí la idea, y por decirlo así Ig necesidad. de un estr.ucturas con que wtA tejido ei texto; .es v e r d s
anhllsis progresivo aplicado e un tsxm anim. Esto que
. el texto cl8cico no es com~letamentereversi-
tiene, al parecer, algunas tmp11caCionBls.y algunas ble (puesto que es modestamente plural): su lec-
vcIntajas. El comentario de un solo texto no e s una tura se bece en un orden necesario cuyo anhlisis
actividad contingente, colocada bajo la coartada progresivo' determina76 precisamente su orden de
tranquilizadora de lo "concreto": el texto único escritura; pero comentar paso a paso e s por fuer-
vale por todos los textos. de la literatura, no por- za renovar las entradas del texto, evitar estrucfu-
que loa represente (las abstraiga y los equipare). rarlo demaeiado, evitar darle ese suplemento de
sino porque la literatura misma no es nunca sino estructura que le vendría de um disertación y lo
un solo texto: el - texto único no es acceso (induc- ctausurarfa: e@esparcir el texto en Iugdi de reco-
t i w ) a un Modelo, sino entrada a una red con mil geco.
entradas: seguir esta entrada. es vislumbrar a lo
lejos no una estructura legal de normas y desvíos,
una b y narrativa o po8tíca. sino una perspectiva
(de fragmentos, de voces venidas de otros textos,
a e otros cbdigos], cuyo punto de fuga es. sin em- Por lo tanto @eesparcir4 ei , descartando
bargó. .incesantemente diferido. misteriosamente +amo si fuera un pequefio s$fem- los bloques
abierto: cada texto (único) es la teoría misma (y de eigoificaci6n cuya lectura capta sioliilmente la
no el simple ejemplo) de esta fuga, de esta dife- ,
sruperfr'cie lisa, lmpet-cqptiblemejnte soldadi por el '

rencia que vuelve indefinidamente sin conformar- mude1 de las frases, al discurso fluido ds la n a
se. Ademhs, trabajar ese texto único hasta el di-
timo detalle e s reanudar el anhlisis estnicniral del
relato en el punto en que ahora este detenido: en
waclbn, la naturalidad d ~ lenguajer
l corrimta. El
slgnificante tutm seirá dividido en una g;e~%~ de 1
las grandes estructuras; es d a r s e el poder (el
. tiempo. la facilidad) de remontar las venlllas del
sen€ido, no dejar ningún lugar del significante sin
presentir en BI el código o los cddlgos de que este
8
m...;.. ..
<
.
.* 1- .
~

-.
. . ..
.. "
-,
m

lida$ mehrdolbgiea, puesto que recaerá 'sobre el monioso); por 10 t @ n ~ . e sentido [l& -
significante. mientras que el an ál isls propuesto connotaciones), desgranadas por geparado en ca-
recae únimmente sobre el significado. La lexia da Iexia, no serán reagrupadas, provistas de un
comprenderá unas veces unas pocas palabras y meta-sentido, tratando de darles una construcción
otras algunas f r a ~ e s ser4
, cuestión de comodidad: final (solamente podrán reagruparse, en anexo,
I b w a r á con que &ea el mejor espacio posible don- aquellas secuencias cuya continuación haya PO&-
t
de se puedan observar 10ssentidos; su dimensión do perderse por el hilo del texto-tutor). NO se ex-
determina& empíricamente a ojo, dependerá de pondrá la crítica de un texto, o una critica de este
la densidad de las connotaciones, que es variable texto; s e pi-opondrd la materia,semántica [dividj-
segiin los mamentos del' texto: simplemente se da p r o no distribuida) de varias críticas (psieoló-
pretende que enrcada iexfa no haya más de tres o gíca, psicmnalítica, temática, histórica, estructu-
tal); luego cada una podrá [si le viene en gana)
,, cuatro sentidos que enumerar, como máximo. V
texto, en su conjunto, e s comparable a un cieko, intervenir, hacer oír su vos, que se escucha de
una de las voces del texto. Lo que s e busca
llano y profundo a la vez, liso, sin bordes y sin re-
f ferencias; como el augur que recorta en él con la dibujar el espacio estereográfico de una escritura
punta de su bastón un rectángulo ficticio para in- (que en este caso es una escritura clásica, legi-
terrogar, de acuerdo con ciertos principios, el vue- ble). El comentario, fundado sobre la afimacidn
lo de las ave&, el comentarista traza a lo largo del del plural, no puede! trabajar "respetando" el tgx-
texto zonas de lectura con el fin de observar en to: el texto-tutor será continuamente quebrada, b
ellas la migración de los sentidos. el afloramiento terrurnpido, sin ninguna consid,eracián para sus di-
de los códigos, el paso de las citas. La lexia PO visiones naturales (sintácticas, retóricas, a n e d -
e s más que la envoltura de un volumen sernántico, t i w ) ; e1 inventario, la explicación y la d i g r e a n
la cresta del texto plural, dispuesto como un ban- podran instalarse en el mismo corazón de la sus-
/ quete de sentidos posibles (aunque regulados. pensión, separar incluso el verbo y su comple-
mento, el nombre y su atributo; el trabajo del co-
j atestiguados por una 'lectura sisterntítica) bajo el .
flujo del discurso: la lexia y t u s unidades forrna- mentario, desde, el momento en q u e
1 F d e o l o g í a de la totalidad, co=-
1 rán de esta manera una especie d e cubo rnultifa-
cético, cubierto con la palabra, el grupo de pala- mente @ malrratar el texto, en corfarle fa palabra.
I bras, la frase o el párrafo; dicho de otro modo. el ' Pero en realidadlo que se niega no es la calidad.
I lenguaje, que es su excipiente "natural". del texto [en eate caso incomparable], sjno &
-dadw.

8. El texto quebrado 9. ~Cudnfaslecturas?

, Hay que aceptar tambldn una última libertad: la


Lo que se indicará a trav6s de estas articulacio-
nes postizas será la traslación y la repetición de de leer el texto wmo si ya hubiese sido leído.
los significados. 'Al sefialar sistemáticamente las Aquellos que gustan de las bellw historias podrÉtn .
significados de cada lexia no s e pretende estable- ciertamente comenzar por el final y leer primero
cer Ia verdad del texto (su estructura profunda, es- el texto tutor que s e ofrece en anexo en su pureza
tratégica), sino su plural (aunque 6ste sea parsl- y su c ~ t i n u i d a dtal
, como ha salido de la edición,

h.
1
l ,

usted acaba 6;: consagrar al análisis de Sarrasine El escritor y la escritura


)
se títuia enigmáticamente S/Z?
R B.: Es un título hecho para que se invistan en
él varios sentidos posibles; también en esa me-
dida, el título representa uno de los proyectos del
libro, que consiste en mostrar las posibilidades Antes ue ser teórico del Texto, 8a;tnes lo fue
de una crítica pluralista que autoriza a desglosar de la escritura. Elle es, en la obra de Barthes, el
\:arios sentidos de un texto clásico. En cuanto a
tema que aparece, se fuga y vuelve con variacio-
la barra que opone S y Z , se trata de un signo pro- nes: "la noción de escritura modela tanto la con-
cedente de la lingüística y marca la alternancia cepción de /a práctica litergria como la de un co-
entre dos términos de un paradigma. Con todo
rigor, habría que leer S versus Z;,es decir, S con- nocimiento posible .de esa práctica". (Julia Kris-
teva, "Comment parler a la littérature, Tel Quel
tra Z. 471.
-Si, pero ¿por qué justamente la oposición de En un comienzo, la escritura fue, en El grado
esas dos letras? cero, un concepto socio-lingüistico que se ubica-
R B.. Porque he querido ofrecer un monograma ba como mediación entre el carácter socia/ d e la
que emblematice toda la novela .de Balzac: S es lengua y la flexión subjetiva de! estilo. Luego la
la inicial del escultor Sarrasine, y Z la inicial de oposición escrituralécrivance (que correspondía a
Zambinella, el castrado. En e[ libro explico cómo la de escritorlécrivant) vino a desplazar la con-
se puede interrogar a ambas letras desde un pun- sideración institucional de la escritura, para cen-
t o de vista simbólico, ya que, con espíritu muy trar la reflexión en e! típo de producción: Barthes
balzaciano, un tanto esotérico. se deben tener en diferencia una escritura intransitiva, que no es
cuenta los maleficios de la letra z, letra dei des- producida para "comunicar" nada en On sentido
vio, letra desviada. inmediato, que no es vehículo de un mensaje que
Haber escrito Sarrasine con s antes que con z. no sea ella misma; de una écrivance, en la que
aun cuando en la onomástica francesa se escribe la relación con el lenguaje es instrumental, direc-
generalmente Sarrazin con z, es un lapsus en el ta, transitiva y, en consecuencia, centrada en la
sentido freudiano; es decir, del ínfimo aconteci- comunicación. Después (es preciso recordar el in-
miento que parece no tener importancia y que, en tertexto: Tel Quel, Kristeva, Lacan) la idea de pro-
realidad, resulta profundamente s i g n i f i c a n t e . Y ductividad textual domina a la de escritura: el sen-
además, en Balzac, está la letra z. tido (y el sujerof se dispersan en el Texto, cuya
-Y en Barthes la letra s. "signíficacíón quiere decir proceso que produce el
R. B.: Sí, estoy acostumbrado a que se hage caer sentido, y no este sentido en si mismo". Al mis-
esa s final de mi nombre en una trampa. Ahora mo tiempo, la escritura de Barthes se fragmenta o,
bien, usted sabe perfecMmente que tocar un nom. mejor dicho, fa forma fragmento, se convierte en
bre propio es cosa grave: es menoscabar la pro- hegemónica.
piedad (lo cual me deja indiferente] pero también El fragmento tiende a evitar la solidificación de
la integridad, a lo que nadie es insensible, imá- las formas y los sentidos, combate la rlusión de/ 1

xime cuando se acaba de leer una historia de cas Sentido como tinalidad del texto, riusron trascer
tración! dente que enfrenta, sin embargo, el peligro opues-
,
sentjdo. Entre Nietzsehe y eJ b i k u
to: la f ~ l t ade j6n sobre e l k s e8
japn&s, el fra@mmbde B s r t h el ss- &tehedi por Roland
pxio i n t e r ~ f t ~ d fragmmtw. na kr y
un arden dcd texW, firi U& d e n & 1, I&Wra; sn 91
ewro de un cjrwJo fd&p de # r e m a i . db4
& r r k s , m hay nada. h &m de ka
fiwmmtaria hs Iwr&u
B&c~@UXC. Ei i~ltctpr&am:

id, ~ * o f e n e n t e I
m wihI.a'@dde prdmp* textud. Y $U
dice, #e C(.d@mye .entwaa3$ p w dmishn~s
del destine id Sn~enextode f9d0, @I@$RIM~, e! deb
?$?O, Te1 üueil, p ~ &nemar@rnlitey?tos
~ r y erisk & m e
rwas.
' En &l rcxto lo que re busc. as un &mtMo atbpi-
@o que, h u y d o j rsprsmma ser m&&m, pwa-
'du/a, anfl;boJqh. dfpeiis: td Ir she&!6n wtdlice
de/ Yltiw B¿wthw. "dC&o dvjds~'-se pregun-
'ta-'qtte I a . ~ m i r j h g f atiahe ref@c/dnt.on fe
pksf6vr EfeJ wntMo: &u epcxs1ipsk y/o su .utopía?"
/I
dos"] para reencontrar lo más rápido posible los
El placer del texto lugares quemantes de la anécdota (que son siem- Il
pre sus articulaciones: lo que hace avanzar el de-
velamiento del enigma o del destino): saltamos II

¿El lugar más erótico de un cjuerpo no es acaso impunemente (nadie nos ve) las descripciones,
allí donde la vestimenta se abre? En la perversión las explicaciones, las consideraciones, las conver-
(que es el régimen del placer texfúr;l) no hay 'Zo- sacidnes; nos parecemos a un espectador de ca-
nas erógenas" [expresidn por otra parte bastante baret que subiendo al escenario apresurara el stríp-
inoportuna): es la intermitencia: como bien lo ha tease de la bailarina quitándole rápidamente sus
dicho el psicoanálisis, la ace es erótica: la de la vestidos pero siguiendo el orden establecido, es
piel que centellea entre dos'piezas (el pantaldn y decir: respetando por un lado y precipitando por
el pulóverl, entre dos bordes [la camisa entre- el otro los episodios del rito [como un sacerdote

'11 abierta, el guante y la manga); es ese centelleo


el que seduce. o mejor: la puesti en escena de
una aparición-desaparición.
que tragase su misa]. La tmesis, fuente o figura
del placer, enfrenta aquí dos límites prosaicos:
opone aquello que es útil para el conocimiento del
,No se trata aqui del placer del strip-tease .cor- secreto y aquello que no lo es; es una fisura. pro-
ducida por un simple principio de funcionalidad,
!,,
,
poral o del suspenso narrativo. En uno y otro caso ,, ,

no. hay desgarradura, no hay. bordes sino un deve- no se produce en la estructura misma del lengua- , , .

lamiento .progresivo: toda la excitación 'se refugia je sino solamente en el momento de su consumo; , I ,
l. .

en la esperan& de ver el sexo (sueño de'l'colegiall el autor no puede prever


o de conocer el fin de la historia (satisfacción no- m 0 que no se leerá.
velesca). Paradójicamente (en tanto es de consu- mo de lo aue se IéeYae
mo masivo) ,#es un placer mucho más intelectual cjue construye el placer
que el otro: placer edípico [desnudar, saber, co- j s e ha leído-amna vez a
nocer el origen y el fin) s i es verdad que todo re- rra y la paz palabra por palabra? [El encanto de
.. - develamiento de la verdad) es una' uues-
- - - (todo
lato Proust: de una lectura a otra no se saltan los mis-
ta en escena del Padre (ausente, oculto o hipos- mos pasajes).
tasiado), lo que .explicaría la solidaridad c!-e las
formas narrativas, las estructuras familiares y de Lo que me gusta en un relato no es directamen-
las interdicciones de desnudez -reunidas todas te su contenido ni su estructura sino más bien las
entre nosotros- en el mito de Noé cubierto por rasgaduras que le impongo a su bella envoltuz.
sus hijos. corro. salto, levanto la cabeza y vuelvo a sunier-
girme. Nada que ver con el profundo desgarra-
miento que el texto de goce imprime al lenguaje
Sin embargo el relato más clásico (una novela
de Zola, 'de Balzac, de Dickens, de Tolstoil lleva mismo y no a 13 simple temporalidad de su lectura.
Por lo tanto hay dos regímenes de lectura: una
en s i una especie de tmesis debilitada: no lo lee-
va directamente a las articulaciones de la anéc-
mos enteramente con la misma intensidad de lec-
dota, considera la extensión del texto, ignora los
tura, se establece un ritmo audaz poco respetuoso
juegos del lenguaje (si leo a Julio Verne voy rá-
de la integridad del texto; la avidez misma del co-
pido: pierdo el discurso, y sin embargo mi lectura
nocimiento nos arrastra a sobrev~laro a encabal-
gar ciertos pasajes (presentados como "aburri- no está fascinada por ninguna pdrdida verbal, en
el sentido que esta palabra puede tener en espe- Apenas se ha dicho algo sobre el placer del
leología); la otra lectura no deja nada: pesa el texto en cualquier parte aparecen dos gendarmes
texto y ligada a él lee, si así puede decirse, con preparados para caernos encima: el gendarme po-
aplicación y ardientemente, atrapa en cada punto lítico y el gendarme psicoanalítico: futilidad y/o
del texto el a s í n d e t ~ nque corta los lenguajes, y culpabilidad, el placer es ocioso o vano, es una
no la anécdota: no es la extensión (lógica) que la idea de clase o una ilusión.
cautiva, el deshojamiento de las verdades sino la Vieja, muy vieja tradición: el hedonismo ha sido
superposición de los niveles de la significancia; reprimido por casi todas las filosofías, sólo entre
como en el juego de la mano caliente la excitación los marginados se encuentra la reivindicación he-
no proviene de un apuro por pleitear sino de una donista: Sade, Fourier, para Nielsche mismo el
especie de estrépito vertical (la verticalidad del hedonismo es un pesimismo. El placer es siem-
lenguaje y de su destrucción]; es en el momento pre decepcionado, reducido, (lasinflado en prove-
en que cada mano (diferente) salta sobre la otra cho de los valores fuertes, nobles: la Verdad, la
[y no una después de la otra) cuando se produce Muerte, el Progreso, la Lucha, Iá Alegría, etc. Su
el agujero y arrastra al sujeto del juego- el su- rival victorioso es e l !Deseo: se nos habla conti-
jeto del texto. Pero paradójicamente (en tanto ¡a nuarnsnw del Deseo pem nunca del Placer, el De-
opinión cree que es suficiente con ir rápido para seo tendría una díanidad eoistérnica pero el Placer
no aburrirse] esta segunda lectura aplicada (en no. Se diría que l a Sociedad (la nuestra) rechaza
sentido propio). es la que conviene @ texto mo- ( y acaba por ignorar) de tal 'manera el goce que
derno, al texto-limite.' (Leed lentamente. leed todo
de una novela de Zola y el libro se caerá de vucs-
1 no puede sino producir episternologías de la Ley
(y de su contestación) nunca de SU ausencia, o
tras manos; leed rápido, por citas, un texto mo- 1 mejor: de su nufidad. Es,curioss m os-
derno y ese texto se vuelve opacoí forcluido2 a I
cJj filosófica del es &iti&-
vuestro placer: usted quiere que ocurra algo pero -
fecho):
clase"? ¿Esta palabradeno
I~Presunclón denotaría
'una prueba u? "idea gro-
bastante de
nc ocurre nada pues &_que le sucede al lenguaje
sera pero sin embargo bastante notoria: lo "popu-
no l e sucede a l discursc: lo que "ocurre", aquellc
lar" no conoce el Deseo, sólo placeres].
que "se va", la fisura d6 los dos bordes, el inters-
ticio del goce, se produce e3 el volumen de los Los libros llamados "eróticos" [es necesario
lenguaje:, en la enunciación y no en la continua- agregar: los comunes, para exceptuar a Sade y al-
cihn de 10s enur?ciados: no devorar, no tragar sino gún otro) representan no tanto la escena erjtica
masticar, desmenuzar minuciosamente; para ieer sino su expectación, su preparación, su progresión:
a los autores de hoy es n e c e ~ a r i oreencontrar el es en esto que resultan "excitantes", y por su-
ocio de las antiguas lecturas: ser lectores aris- puesto cuando la escena llega hay decepción, de-
tocráticos. flación. Dicho de otra manera. son libros del De-
L. . 3 seo, no del Placer. O dicho con malicia, ponen en
escena el Placer t a l como lo ve el psicoanálisis.
Para la diferencia entre obra y texto véase Roland Bar-
thes, S/Z, Paris, Ed. du Seuil, 1970. (N. del T.]. Un mismo sentido dice tanto aquí como allá que
El t é r m i ~ oes de Jacques Lacan. No pudiendo s e r tra- todo esto es bien decepcionante.
ducido por represión ni por repudio decidimos mantener el
original que e s ya corriente en la jerga psicoanslitica ar- [El, m o n
, . u oe-
gentina. (N. del T.). s&, no rodead^, como los calles &nirablas de
una gran ciudad. calles a través de las c u d g s i s e Lección
~ u e d eiuqar. soñar, etc.: es una ficción).

Parece que existiría una mística del Texto. Por Desde el momento en que es proferida, aun cuan-
el contrario, todo el esfuerzo consiste en materia- do sea dentro de la más profunda intimidad del
¡izar el placer del texto, en hacer del texto un ob- sujeto, la lengua entra al servicio del poder. h e -
jeto de placer como cualquier otro. Es decir: ya vitablemente, dos rúbricas se dibujan en ella: la
sea vinculando e l texto de los "placeres" de la autoridad de la aserción, la gregaridad de la repe-
vida [una comida, un jardín, un encuentro, una tición. Por una parte, la lengua es, inmediatarnen-
voz, un momento, etc.) al catálogo personal de te, asertiva: la negación, la duda, la posibilidad, la
nuestras sensualidades, o ya sea abriendo median- suspensión del juicio, requieren operadores parti-
t e el texto la brecha del goce, de la gran pérdida culares que son retomados en un juego de más-
subjetiva, identificando ese texto a los momentos caras de lenguaje. L a que los lingüistas Ilainan la
más puros de la perversión, a sus lugares clan- modalidad no es sino el suplemento de la lengua,
destinos. L o importante es igualar el campo del eso por lo cuai, como una súplica, intento doblegar
placer, abolir la falsa oposición entre vida práctica sü poder implacable de comprobación. Por otra
y vida contemplativa. El placer del texto es una parte, los signos de que se compone la lengua sólo
reivindicación dirigida justamente contra la sepa- existen por y en tanto están reconocidos, es decir, .
ración del texto, pues l o que el texto dice a tra- por y en tanto se repiten. El signo es seguidista,
vés de la particularidad de su nombre es la ubi- gregario; eii cada signo duerme ei monstruo de un
cuidad de! placer, la atopía del goce. estereotipo: no puede, en absoluto, hablar, sino
Idea de un libro (de un texto] donde sería tra- recogiendo lo que se arrastra en la lengua. Des-
zada, tejida, de 12 manera más personal, la rela- de el momento en que enuncio, estas dos rúbricas
ción de todos los goces: los de la "vida" y los se reúnen en mí, soy a la vez amo y esclavo; no
del texto donde una misma anamnesis recogería me contento con repetir lo dicho, con alojarme con-
fortablemente en la servidumbre de los signos:
la lectura y la aventura.
digo, afirmo y asiento lo que repito.
Imaginar una estética (si la palabra no está de- Por consiguiente. en la lengua, servilismo y po-
masiado devaluada) fundada hasta e l final (com- der se confunden ineluctablemente. Si se llama
pletamente, radicalmente, en todos los sentidos) iibertad no sólo a la potencia (puissance) de sus-
sobre e l placer del consumidor fuese quien fuese, traerse al poder [pouvoir), sino también y sobre
pertenezca a la clase o al grupo que sea, sin con- todo a la de no someterse a nadie, no puede haber
sideración de culturas y de lenguajes: las conse- libertad, pues, sino fuera del lenguaje. Desgracia-
l cuencias serían enormes, tal vez incluso desga- damente, e l lenguaje humano carece de exterior,
rradoras ('Brecht ha comenzado a elaborar tal es- es una puerta cerrada. Sólo al precio de lo impo-
tética del placer, de todas sus propuestas es la sible se puede salir por ella, mediante la singula-
que se olvida más a menudo). ridad mística, tal como la describe Kierkegaard,
I cuando define el sacrificio de Abraham como un
c [Traducción de Nicolás Rosa] acto inaudito, vacío de toda palabra, incluso inte-
rior, erigido contra la generalidad, la gregaridad y
la moralidad del lenguaje, o, también, mediante el
por otra, se apodera de contenidos cada vez más
militantes. ~ e s p l a z a r s epuede pues significar: pre- numerosos y cada vez más alejados de su campo
sentarse allí donde no se nos espera o también, original. Asl como el objeto de la economía se
más radicalmente, abjurar de lo que s e ha escrito encuentra hoy en todas partes, en lo político, lo
(pero no forzosamente d e lo que s e pensó), cuan- social y lo cultural, el objeto de la lingüística no
do el poder gregario lo utiliza y somete. tiene límites, pues la lengua, según una intuición
de *Benveniste, representa lo propiamente social.
Resumiendo, s e a por exceso de ascesis o de ham-
Podemos decir que la tercera fuerza d e la Iite- bre, delgada o repleta, la lingüística s e descons-
ratura, su fuerza propiamerite semiótica, reside en
el juego de los signos más que en su destrucción, truye. Por mi parte, denomino semiótica a esta
ei-i ponerlos en una maquinaria de lenguaje, cuyos desconstrucción de la lingüística.
-
muelles y pasadores d e seguridad saltaron, en sín- [Traduccidn 'de Jorge Montgomery,
tesis, en instituir una verdadera heteronimia d e publicada por la revista Nova
las cosas en el propio seno de la lengua servil. d e Buenos Aires]
Henos aquí frente a la semiología.
En primer lugar, es necesario repetir que las
ciencias [al menos aquellas de las que tengo al-
guna lectura) no son eternas; son valores que as-
cienden y descienden en la Bolsa, la :Bolsa d e la
Historia. En e s t e sentido, bastaría recordar la suer-
te, en la Bolsa, de la Teología, discurso hoy exiguo
y sin embargo, otrora ciencia soberana al extremo
de que se la ubicaba fuera y por encima del Sep-
tenium. La fragilidad de las ciencias llamadas hu-
manas radica en q u e constituyen ciencias d e la
imprevisión (de donde los disgustos y el malestar
taxonómico de la Economía), lo que altera inme-
diatamente la idea de ciencia. La propia ciencia
del deseo, el psicoanálisis, no puede dejar de mo-
rir un día, aunque le debamos mucho, así como de-
bemos mucho a la Teología, porque el deseo re-
sulta más fuerte que su interpretación.
Por s u s conceptos operatorios, la semiología,
que se puede definir canónicamente como la cien-
- 1I
cia de los signos, de todos los signos, nació de la
lingüística. Pero, me parece. la propia lingüística,
un poco como la Economía [y tal vez la compara-
ción no s e a insignificante), está a punto de esta-
-
llar por desgarramiento. Por una parte, se v e atraí-
da hacia un polo formal y según esta inclinación,
se formaliza cada vez más, como la econometría;
i

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