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CENTRO PARA LA ACCIÓN PREVENTIVA

La vida con Hugo


Política de Estados Unidos hacia la
Venezuela de Hugo Chávez

Richard Lapper

CSR NO. 20, NOVIEMBRE 2006


CONSEJO DE RELACIONES EXTERIORES
Fundado en 1921, el Council on Foreign Relations (CFR) es una organización
independiente, de membresía nacional y un centro no partidista para académicos
dedicados a producir y difundir ideas de forma que los miembros individuales y
corporativos, así como los responsables políticos, los periodistas, los estudiantes y los
ciudadanos interesados en Estados Unidos y otros países puedan entender mejor el
mundo y las opciones de política exterior que se plantean a Estados Unidos y otros
gobiernos. El CFR realiza esta función convocando a reuniones, llevando a cabo un
programa de estudios de largo alcance, publicando Foreign Affairs, la revista más
importante en asuntos internacionales y en política exterior estadounidense, tutelando a
un grupo diversificado de miembros, patrocinando equipos de trabajo independientes, así
como informes especiales, y ofreciendo información actualizada sobre el mundo y la
política exterior estadounidense en el sitio web del CFR: CFR.org

EL CONSEJO NO ADOPTA NINGUNA POSTURA INSTITUCIONAL SOBRE


TEMAS DE POLÍTICA NI TIENE AFILIACIÓN CON EL GOBIERNO
ESTADOUNIDENSE. TODAS LAS DECLARACIONES DE HECHO Y
EXPRESIONES DE OPINIÓN CONTENIDAS EN SUS PUBLICACIONES SON
RESPONSABILIDAD ABSOLUTA DEL AUTOR O AUTORES.

Los Informes Especiales del Consejo (IEC) son escritos concisos sobre políticas,
producidos para aportar una respuesta rápida a una crisis en proceso o contribuir al
entendimiento público de dilemas políticos de coyuntura. Los IEC son trabajos de autores
individuales —que pueden ser miembros del Consejo o reconocidos expertos ajenos a la
institución— en consulta con un comité asesor, y su elaboración lleva sesenta días o
menos desde su concepción hasta su publicación. El comité sirve de caja de resonancia y
brinda retroalimentación sobre el manuscrito del informe. Por lo regular se reúne dos
veces: una antes de que se prepare el manuscrito y otra cuando hay un manuscrito para
revisión; sin embargo, no se solicita a los miembros del comité asesor que firmen el
informe o lo avalen en alguna otra forma. Una vez publicados, los IEC se colocan en el
sitio web del Consejo, CFR.org.

Para mayor información sobre el CFR o de este informe especial, favor de escribir a:
Council on Foreign Relations, 58 East 68th Street, New York, NY 10021, o llamar a la
oficina de Comunicaciones, teléfono 212-434-9400. Visite nuestro sitio web, en:
CFR.org.

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Este informe no puede ser reproducido en todo o en parte, en cualquier forma más allá de
la reproducción permitida por las secciones 107 y 108 de la Ley del Copyright de Estados
Unidos (17 U.S.C. Secciones 107 y 108) y pasajes citados por reseñistas en la prensa
pública, sin permiso escrito expreso del Council on Foreign Relations. Para información,
escribir a: Publications Office, Council on Foreign Relations, 58 East 68th Street, New
York, NY 10021.
CONTENIDO

Prólogo v
Reconocimientos vii
Mapa ix
Siglas y acrónimos xi
Informe Especial del Congreso 1
Introducción 3
El ascenso de Hugo Chávez 6
La revolución de Chávez en la práctica 10
Relaciones Estados Unidos-Venezuela 21
Por qué Chávez tiene importancia 24
Recomendaciones sobre política estadounidense 34
Conclusión 41
Sobre el autor 43
Declaración de la misión del CAP 44
Comité Consultor del CAP 46
PRÓLOGO

Hugo Chávez representa un desafio para los intereses de Estados Unidos en el continente
americano. Sin embargo, los expertos difieren en cuanto al grado de ese desafío. Ahora
que los ingresos petroleros venezolanos aumentan y la influencia de Washington se ve
dañada por su política hacia Irak y por las perdurables desigualdades en la región, Chávez
ha logrado aumentar y profundizar su influencia y atractivo a la vez que ejerce una
rivalidad no muy fuerte pero sí desgastante para Estados Unidos. No es sorprendente que
esta situación haya desencadenado cantidad de reacciones en el gobierno estadounidense
y más allá, relativas a la seriedad del problema y a la forma de enfrentarlo.
Vivir con Hugo: política de Estados Unidos hacia la Venezuela de Hugo Chávez,
patrocinado por el Centro para la Acción Preventiva del CFR, propone un marco para la
política estadounidense hacia Venezuela que a la larga tenga mayores probabilidades de
diluir el atractivo y el poder de Chávez que un enfoque basado en la confrontración
directa. Richard Lapper sostiene que el objetivo es no exagerar la amenaza y recomienda
una política en la que Estados Unidos deje clara su disposición a colaborar con Caracas
en temas pragmáticos de interés mutuo (pese a la grandilocuente retórica de Chávez), y al
mismo tiempo busque desarrollar un entendimiento con líderes latinoamericanos selectos
sobre la forma de responder si Chávez cruza ciertas líneas rojas en sus políticas exterior e
interior. Como tal, este informe hace una aportación práctica y muy necesaria a un debate
que con seguridad se hará más acalorado e importante con el tiempo.

Richard N. Haass
Presidente
Council on Foreign Relations
Noviembre de 2006

v
AGRADECIMIENTOS

Antes que nada, me gustaría agradecer a Guillermo L. Nash, director del Centro para la
Acción Preventiva del CFR, y a Julia E. Sweig, directora de Estudios de América Latina
del CFR, por apoyar este informe. También debo mi gratitud a los Socios de
Investigación del CFR, Jamie Ekern y Michael Bustamante, por su arduo trabajo y
paciencia en la redacción de múltiples borradores. Sin su tiempo y esfuerzo, este informe
no se habría publicado. El presidente del CFR, Richard N. Haass, y el director de
Estudios, Gary Samore, así como el anterior director de estudios del CFR, James M.
Lindsay, aportaron valiosos comentarios en los borradores de este informe. Amanda
Raymond, Sara Gilmer, Amir Stepak, Rebecca Brocato y Flavia Carbonari de Almeida
asistieron en la investigación crítica.
Los comentarios, consejo y aliento de un grupo consultivo, convocado por el
Council on Foreign Relations para consultar sobre este informe, fueron invaluables. Me
gustaría agradecer a las siguientes personas en este aspecto: Peter Ackerman, Harriet C.
Babbitt, Michelle N. Billig, Mark A. Bucknam, Luigi R. Einaudi, Alan H. Fleischmann,
Daniel M. Gerstein, David L. Goldwyn, Margaret Daly Hayes, John G. Heimann,
William T. Irwin, Alexander S. Jutkowitz, George W. Landau, William M. LeoGrande,
William H. Luers, Cynthia McClintock, Carl E. Meacham, Riordan Roett, Michael
Shifter, George R. Vickers, John Walsh, Alexander F. Watson, Daniel C. Wilkinson y
James D. Zirin.
Aparte de este grupo, estoy sumamente agradecido con el embajador Bernardo
Álvarez, Andy Batkin, Nancy Birdsall, Pedro Burelli, Julia Buxton, Paul Doran, Hiel
Normanda, Alberto Garrido, Phil Gunson, Orlando Ochoa, Guillermo D. Rogers, Michael
Shifter, Ian Walker, John Walsh y Andy Webb-Vidal por sus minuciosos comentarios y
consejo.
Esta publicación se hizo posible en parte por una subvención de la Carnegie
Corporation de Nueva York. También deseo agradecer a muchos particulares que han
apoyado generosamente el trabajo del Centro para la Acción Preventiva. Las
declaraciones y opiniones expresadas aquí son de mi exclusiva responsabilidad.

Richard Lapper
VENEZUELA

Fuente: www.nationalgeographic.com/xpeditions/atlas/index.html?Parent=sameri&Rootmap=venezu.
SIGLAS Y ACRÓNIMOS

AD Partido Acción Democrática


ALBA Alternativa Bolivariana para las Américas
ALCA Área de Libre Comercio de las Américas
CEPAL Comisión Económica para América Latina y el Caribe (De las
Naciones Unidas)
COPEI Comité de Organización Política Electoral Independiente
FARC Fuerzas Revolucionarias Armadas de Colombia
FONDESPA Fondo para el Desarrollo Social y Económico
GAO (inglés) Oficina de Fiscalización General
IIR Instituto Internacional Republicano
IND Instituto Nacional Demócrata
Mercosur Mercado Común del Sur
OEA Organización de Estados Americanos
OPEP Organización de Países Exportadores de Petróleo
PDVSA Petróleos de Venezuela
PIB Producto Interno Bruto
USAID (inglés) Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional

xi
INFORME ESPECIAL DEL CONSEJO
INTRODUCCIÓN

La popularidad del nuevo modelo político y económico que se desarrolla en Venezuela


ha sido fuente consistente de agravio para el gobierno estadounidense. Desde que ganó
por primera vez la presidencia, en diciembre de 1998, Hugo Chávez ha podido dominar
el gobierno y las instituciones públicas de su país, mediante repetidas victorias
electorales y una reforma constitucional radical. Sin intimidarse por la severa oposición
estadounidense, Chávez ha lanzado lo que llama revolución bolivariana, por el nombre
de Simón Bolívar, caudillo de las guerras de independencia latinoamericanas en el siglo
XIX. Ha reafirmado la función del Estado en la economía del país y desarrollado
extensos programas sociales para llevar adelante una cruzada antiestadounidense y
anticapitalista. Las alianzas nuevas o recién revigorizadas con adversarios
estadounidenses establecidos han ayudado a internacionalizar los objetivos de Chávez.
Lo que más alarma a quienes se interesan por la salud de la democracia venezolana es
que el presidente y sus aliados han concentrado el poder político en las manos del
Ejecutivo, restringido la independencia de la judicatura, mostrado limitada tolerancia
hacia los críticos internos e intervenido abiertamente en la política electoral de los
estados vecinos.
Hasta ahora los políticos estadounidenses han sido incapaces de influir en el
gobierno de Chávez. La credibilidad de Washington en foros internacionales, así como
en toda América Latina, se ha visto restringida por la guerra en Irak y por la percepción
de que las reformas a favor del mercado que propugnó en la década de 1990 han
fracasado. En contraste, el capital político de Chávez en la región ha aumentado, en
parte debido a su disposición a emplear los frutos de un auge muy significativo de los
ingresos petroleros en iniciativas de salud, desarrollo y combate a la pobreza. Las
relaciones Estados Unidos-Venezuela se vieron también severamente dañadas por
sospechas de que Washington estuvo involucrado en un efímero golpe militar contra
Chávez en 2002.
Sin embargo, pese a la tendencia de Chávez a insultar en público a los dirigentes
estadounidenses e instigar un sentimiento antiestadounidense, ambos países siguen
siendo mutuamente dependientes. Chávez depende de la demanda estadounidense de
petróleo para sostener la economía venezolana; más o menos 60% de las exportaciones
petroleras del país se destinan a Estados Unidos. Las amenazas de Caracas de desviarlas

3
hacia China no son creíbles a corto plazo, dada la tremenda infraestructura y costos de
transporte que tal cambio implicaría.
Al mismo tiempo, Argentina, Brasil y México sirven de importantes contrapesos
al populismo de cuño venezolano, y la derrota de Ollanta Humala, respaldada por
Caracas, en la elección presidencial peruana de 2006 puso de manifiesto los límites de
la influencia de Chávez en América Latina. Asimismo, el reciente fracaso venezolano
en ganar un asiento no permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas
deterioró el prestigio regional de Chávez. En general, la actual dependencia de
Venezuela en el comercio con una variedad de socios regionales latinoamericanos
restringe el alcance en que Chávez puede alterar en lo esencial el equilibrio de poder en
el hemisferio.
Estados Unidos puede desempeñar un papel en preservar ese equilibrio. Sin
embargo, los políticos estadounidenses han pasado por alto en repetidas ocasiones la
lección más importante del ascenso de Chávez al poder: en forma consistente, la política
de Estados Unidos hacia América Latina no ha logrado atender los problemas
económicos y políticos más acuciantes de la región: la exclusión social y la pobreza,
sumamente extendidas. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe
(CEPAL) de la Organización de las Naciones Unidas calculó que 40% de los más de
500 millones de ciudadanos latinoamericanos vive en la pobreza.1 Si bien los programas
sociales chavistas están lejos de representar una estrategia viable de desarrollo de largo
plazo, Chávez ha sido capaz de aportar lo que las políticas de austeridad financiera y
estabilidad macroeconómica no han podido: mejorías concretas a la vida de las
personas. Por el momento este éxito ha elevado su popularidad y disminuido el atractivo
de Estados Unidos.
Pero Venezuela padece considerables debilidades. Su fracaso en diversificar su
economía e invertir lo suficiente en la industria de hidrocarburos ha hecho que el
desarrollo de corto plazo dependa de los precios del petróleo. Si se redujeran, el país
sudamericano, junto con otros que dependen del apoyo financiero de Chávez, podría
enfrentar duros retos económicos. Aun si los precios se mantienen altos, se necesita más
inversión para crear empleos suficientes para una fuerza de trabajo en aumento y volver
sustentables las recientes mejoras en los niveles de vida. Sin embargo, si Venezuela no

1
CEPAL, Preliminary Overview of the Economies of Latin America and the Caribbean 2005 (Panorama
preliminar de las economías de América Latina y el Caribe (Naciones Unidas, diciembre de 2005), p. 21.

4
es capaz de hacer más transparente su sector público, es improbable que el gobierno
atraiga cantidades adecuadas de capital extranjero.
Como es probable que Chávez gane la reelección el 3 de diciembre de 2006, los
funcionarios estadounidenses deben mirar más allá de su estridente retórica, examinar
sus debilidades y pensar con visión estratégica en el camino que se extiende hacia
adelante. El enfoque más apropiado en materia de políticas es evitar satanizar a Chávez,
lo cual sólo disminuye la credibilidad estadounidense y da fundamento a muchas de las
acusaciones del líder venezolano. Más bien, siempre y cuando Chávez no dé pasos que
amenacen en lo fundamental intereses esenciales de Estados Unidos en América Latina,
Washington debe demostrar que está dispuesto a trabajar con Caracas sobre una base
pragmática en asuntos como el combate a las drogas y la política energética. Al mismo
tiempo debe acercarse a otras potencias regionales, como Brasil, Argentina, México y
Chile, así como a otros países que tienen nexos históricos con la región, como España,
para buscar acuerdos sobre la forma de responder si Caracas lleva a cabo acciones
inaceptables; por ejemplo, si Chávez reforma la constitución para permitir periodos
presidenciales indefinidos o intenta desestabilizar a otro gobierno latinoamericano. A
plazo más largo, la respuesta más eficaz es que Estados Unidos redirija su política hacia
América Latina para atender los temas subyacentes de pobreza y desigualdad que
alimentan el atractivo de Chávez.

5
EL ASCENSO DE HUGO CHÁVEZ

Durante gran parte del siglo XX, Venezuela fue considerada un candidato improbable a
la crisis política y los disturbios económicos. Dotada de vastos recursos energéticos, y
sin la carga de las serias divisiones étnicas, regionales o culturales que complican la
forma de gobierno en muchas partes de América Latina, gozaba de relativa estabilidad y
prosperidad.
En 1958, después de siete años de gobierno dictatorial del general Marcos Pérez
Jiménez, dos prominentes partidos políticos acordaron presentar un programa mínimo
común a los votantes y respetar los resultados de una elección presidencial. El resultado
fue una “democracia pactada” cuyo efecto fue permitir que el Partido Acción
Democrática (AD) y los demócratas cristianos (Comité de Organizaciones Políticas
Electorales Independientes, o COPEI) ocuparan por turnos el palacio presidencial. Al
manejar y contener la competencia política, los pactos entre los partidos dominantes y
los grupos de interés crearon una industrialización dirigida por el Estado, en particular
en el tan importante sector petrolero.
En un esfuerzo por estabilizar los precios del petróleo, Venezuela contribuyó a
impulsar la fundación de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP),
en 1960. Entre 1973 y 1978 se elevaron los precios del petróleo y los ingresos, gracias
en buena medida a los efectos del embargo petrolero árabe. De los impuestos y regalías
cargados a empresas petroleras extranjeras se derivaron crecientes recursos financieros,
los cuales alimentaron la creación de una extensa burocracia gubernamental.
Con el tiempo, sin embargo, la democracia venezolana se volvió corrupta, lo
cual socavó el apoyo popular a los poderes establecidos. Como la AD y el COPEI
disfrutaban de acceso privilegiado a los recursos estatales, los beneficios del bienestar
se concentraron cada vez más entre los trabajadores urbanos bien organizados, afiliados
a esos partidos. En consecuencia, disminuyó la confianza popular en el sistema político.
Un descenso en los precios internacionales del petróleo a principios de la década
de 1980 dificultó a los funcionarios gubernamentales sostener las redes de patrocinio y
los programas sociales que apuntalaban la estabilidad política. Ya en 1988 el déficit en
cuenta corriente del país había llegado a 9.9% del producto interno bruto (PIB), la
inflación era de 30% y las reservas internacionales netas tenían un saldo negativo de

6
6,200 millones de dólares. Estimaciones oficiales venezolanas ponían a una abrumadora
mayoría de los 19.5 millones de habitantes del país en pobreza relativa o crítica.2
Para mitigar las crecientes presiones financieras, el gobierno de Carlos Andrés
Pérez adoptó una serie de medidas impopulares de ajuste estructural, introducidas con
apoyo del Fondo Monetario Internacional. Los aumentos en las tarifas de autobús,
originados en febrero de 1989 por recortes en los subsidios a la gasolina y el diesel para
consumo interno, desencadenaron disturbios en masa en los que cientos de personas
perdieron la vida. El “caracazo”, nombre que se dio a estos sucesos trágicos, aumentó el
descontento popular y facilitó que los grupos nacionalistas y de izquierda ganaran
apoyo. El teniente coronel Hugo Chávez encabezó uno de esos grupos dentro de las
fuerzas armadas, y aceleró los planes de tomar el poder mediante un golpe de Estado. El
golpe se llevó a cabo en febrero de 1992 y, aunque no tuvo éxito, Chávez alcanzó
importancia nacional a consecuencia de un breve discurso que se transmitió por
televisión poco después de su arresto.
Mientras estuvo en prisión, entre 1992 y 1994, Chávez comenzó a reconsiderar
el golpismo (la creencia en la eficacia de los golpes de Estado) y hacia 1996 había
decidido ejercer sus aspiraciones políticas mediante procesos electorales. Como el
apoyo a los partidos tradicionales se disipaba y crecía el desencanto con los poderes
establecidos, Chávez gozó de un ascenso meteórico. Pese a que apenas figuraba en las
primeras encuestas de opinión, ganó por abrumadora mayoría la elección presidencial
de 1998. El 2 de febrero de 1999, asumió el cargo prometiendo reformar la constitución,
eliminar el corrupto modelo bipartidista e incrementar iniciativas contra la pobreza.
Ya en el cargo, desplegó de inmediato unidades del ejército para auxiliar en
proyectos de reducción de la pobreza y de infraestructura. En forma simultánea, puso
atención a las antes negligentes prácticas de recaudación de impuestos a las compañías
petroleras extranjeras. Pero el énfasis en su primer año de gobierno recayó en la
preparación de una nueva constitución. En junio de 1999, los venezolanos eligieron
miembros de una nueva asamblea constituyente, y en diciembre de ese año se aprobó
por referendo popular una constitución reformada radicalmente. La popularidad de la
audaz agenda social de la nueva constitución contribuyó a la reelección de Chávez, en

2
Estadísticas tomadas de George W. Schuyler, “Perspectives on Venezuelan Democracy”, Latin
American Perspectives 23, núm. 3 (verano de 1996), p. 21; Jonathan DiJohn, “The Political Economy of
Economic Liberalisation in Venezuela”, documento de investigación núm. 46, Centro de Investigación
del Desarrollo, Escuela de Economía de Londres, junio de 2004, p. 4.

7
junio de 2000, y aseguró la victoria de muchos de sus aliados en las elecciones
legislativas del mismo año. Entre tanto, los precios mundiales del petróleo comenzaron
a repuntar poco a poco, lo cual alivió las presiones fiscales y permitió a las autoridades
expandir los programas de asistencia a la comunidad.
La perspectiva de futuros cambios drásticos en la política gubernamental
indignó a las élites tradicionales y a los venezolanos de clase media, que veían en la
política bolivariana una afrenta a los principios diplomáticos y un desafío directo al
statu quo del que habían disfrutado tanto tiempo. El 9 de abril de 2002, empleados de
cuello blanco de Petróleos de Venezuela (PDVSA) convocaron a un paro de dos días en
protesta por la “politización” gubernamental del consejo de administración de la
empresa. Varios días después, manifestantes a favor del paro chocaron en las calles de
Caracas con activistas pro Chávez, y en el tiroteo subsiguiente murieron por lo menos
ocho personas.
Cuando se les pidió reprimir a los manifestantes, los jefes militares se negaron y
exigieron que el presidente dejara el cargo. De inmediato un pequeño grupo de oficiales
tomó el control e invitó a Pedro Carmona, presidente de Fedecámaras, principal
federación empresarial del país, para que fuera presidente interino. Sin embargo, al
cerrar la Asamblea Nacional y disolver la Corte Suprema, Carmona se granjeó la
antipatía de muchos políticos de oposición y soldados que en un principio apoyaron el
golpe. Para evitar un caos mayor, altos oficiales del ejército invitaron a Chávez a volver
al poder el 13 de abril.
Luego de ese fracaso en deponer a Chávez, los frustrados opositores al gobierno
tomaron parte en una paralizante huelga general en diciembre de 2002. Gracias a los
trabajadores no calificados, a la asistencia técnica de Irán, China y Libia y al
abastecimiento de emergencia de petróleo brasileño, el gobierno de Chávez sobrevivió a
una suspensión de casi dos meses de la producción petrolera.
Sospechas de que Washington había apoyado a grupos activistas asociados con
el golpe y la huelga condujeron a un rápido deterioro de las relaciones Estados Unidos-
Venezuela y permitieron a Chávez encabezar el sentimiento nacionalista. Bajo presión
no sólo de la oposición interna, sino también de la Organización de Estados Americanos
(OEA), cedió a demandas de realizar un referendo revocatorio, mecanismo introducido
como parte de la nueva constitución de 1999. En agosto de 2004, Chávez ganó la
contienda en forma contundente, con 59.25% de la votación. Aunque los dirigentes de
la oposición alegaron que el gobierno había organizado un elaborado fraude,

8
observadores internacionales de la OEA y del Centro Carter resolvieron que el
referendo se ganó con justicia. El Movimiento Quinta República, partido de Chávez, y
sus aliados obtuvieron control de 22 de las 24 gubernaturas estatales en octubre de
2004. En diciembre de 2005, la misma alianza política ganó 100% de la Asamblea
Nacional, de 167 miembros, luego de que la oposición optó por no participar en la
contienda.
Los opositores internos tendrán una nueva oportunidad de desafiar a Chávez en
las urnas el 3 de diciembre de 2006. Manuel Rosales, gobernador del estado de Zulia,
está postulado a la presidencia con apoyo de casi 30 grupos políticos.

9
LA REVOLUCIÓN DE CHÁVEZ EN LA PRÁCTICA

La revolución bolivariana de Chávez ha alterado la estructura del gobierno de


Venezuela y expandido el papel del Estado en la toma de decisiones económicas. El
aumento del gasto social, financiado por los ingresos petroleros en expansión, ha
contribuido a cimentar el apoyo interno al presidente.

FORTALECIMIENTO DEL EJECUTIVO

La constitución de 1999 preveía incrementar la autonomía y rendición de cuentas al


pueblo de los representantes políticos electos. Las nuevas reglas intentaban dar mayor
independencia a los jueces, disminuir la burocracia legislativa, sujetar a los funcionarios
públicos a referendos revocatorios a la mitad de su periodo, y dar mayor autonomía a la
autoridad electoral. Para supervisar este marco se creó un nuevo poder “moral” de
gobierno, combinando las oficinas del fiscal general, el contralor general y el
ombudsman del pueblo.
En la práctica, sin embargo, el gobierno venezolano se ha vuelvo mucho más
opaco y cerrado a la rendición de cuentas. La integración actual del Consejo Nacional
Electoral está inclinada cuatro a uno hacia los partidarios de Chávez, aun cuando la
constitución y la ley electoral estipulan que el consejo debe ser independiente. El Poder
Ejecutivo ha incrementado en forma drástica su influencia sobre el Judicial. En 2004 el
gobierno reformó la ley fundamental de la Corte Suprema, elevando el número de
jueces de 20 a 32. Todos los nuevos cargos fueron ocupados por simpatizantes del
gobierno. En algunos casos se destituyó a jueces que emitieron veredictos contrarios a
los deseos de Chávez. Lejos de representar un contrapeso al Poder Ejecutivo, el nuevo
poder “moral” del gobierno ha centralizado el control político en manos del presidente.
El fiscal general, Isaías Rodríguez, es un activista pro Chávez que ha usado el cargo
para defender los intereses del gobierno.
En gran parte, Venezuela sigue gozando de libertad de prensa; los principales
periódicos llaman de forma rutinaria a la destitución de Chávez y sus propietarios
participan activamente en política de oposición. Sin embargo, el gobierno ha dado pasos
para indicar su limitada tolerancia a la crítica. En 2004, una ley punitiva para los medios

10
impuso restricciones al contenido de las transmisiones, que impulsó a los medios a
comenzar a practicar la autocensura. Reporteros Sin Fronteras, Human Rights Watch y
la Asociación Interamericana de Prensa han criticado el uso de supuestas violaciones
fiscales y otros delitos prefabricados para hostigar a periodistas de oposición.
El gobierno venezolano ha sido acusado con frecuencia de corrupción. Noventa
y cinco por ciento de los contratos del gobierno se concedieron sin licitaciones
competitivas en 2004, lo cual condujo a insinuaciones de que el cohecho está muy
difundido. Luis Velázquez, ex juez de la Corte Suprema, considerado aliado de los
esfuerzos de Chávez por incrementar su influencia en el tribunal, fue acusado en marzo
de 2006 de aceptar sobornos por 4 millones de dólares. Aunque altos funcionarios
gubernamentales han reconocido en público y condenado en privado los deplorables
ejemplos de corrupción, hasta ahora ninguno de los oficiales militares acusados ha sido
llevado a juicio.
En julio de 2006 la legislatura venezolana elaboró una propuesta que
obstaculizaría a organizaciones no gubernamentales recibir donativos extranjeros para
continuar funcionando. Aunque esta medida se considera una forma de contrarrestar el
apoyo financiero de Washington a grupos opositores a Chávez, también representa un
drástico desafío a la independencia de todas las organizaciones de la sociedad civil, al
margen de su afiliación política.
En septiembre de 2006 Chávez preparó el camino a una mayor extensión de su
poder al proponer un referendo en 2010 sobre la posibilidad de permitir la reelección
ilimitada. Más que poner fin a las prácticas excluyentes de las cuatro décadas anteriores,
el gobierno reproduce pautas de privilegio social y político, si bien a favor de una base
política otrora marginada.

SE IMPLANTA EL RADICALISMO ECONÓMICO

Chávez intenta conquistar dos de los mayores problemas de Venezuela —la pobreza y
la desigualdad— construyendo una economía socialista que “trascienda el capitalismo”.
Dicha propuesta consta de tres elementos interrelacionados: un enfoque intervencionista
al manejo económico; el desarrollo de un sector empresarial cooperativista y social, que
depende en gran medida de subsidios públicos, y una rápida expansión del gasto estatal,
financiada en primera instancia por el aumento de ingresos petroleros.

11
Si bien en un principio adoptó un enfoque macroeconómico relativamente
cauteloso, lo cambió después de la huelga de trabajadores petroleros de 2002-2003,
cuando se introdujeron controles en el mercado de cambios de divisas. Los
importadores tienen ahora que recibir permiso de la Comisión de Administración de
Cambios de Venezuela para obtener dólares y otras divisas extranjeras. Los controles de
precios cubren una variedad de productos básicos.
Tras imponer topes a las tasas de interés en 2004, el Banco Central emitió
lineamientos que estipulan cuánto crédito puede asignarse a cada sector de la economía.
Las nuevas reglamentaciones bancarias también requieren que un tercio de todos los
préstamos se orienten a pequeñas empresas, hipotecas de bajo costo y sectores
favorecidos por el Estado a tasas inferiores al precio de mercado. Todas estas políticas
enfrentan la oposición del sector empresarial y las tasas de la inversión privada han
caído a niveles relativamente bajos.
Al mismo tiempo, el gobierno ha tomado medidas para incrementar el tamaño y
salud del sector cooperativista. Un total de 108,000 cooperativas —que representan 5%
de todos los empleos en el país— son favorecidas en los préstamos y contratos
federales. Con frecuencia cada vez mayor han surgido también compañías de
“producción social” de propiedad estatal, obligadas a dedicar una porción de sus
ganancias a proyectos sociales y comunitarios. Asimismo, el gobierno se movió con
bastante rapidez en los dos años pasados para establecer cooperativas y empresas
estatales en el sector agrícola. A principios de 2005 el presidente Chávez comenzó a
aplicar un decreto de reforma agraria (firmado originalmente en 2001) orientado a
eliminar latifundios. Hacia mayo de 2006 cien granjas de propiedad privada, calificadas
por asesores del gobierno como “improductivas”, se habían expropiado por el gobierno
o invadido por campesinos sin tierra.3
Por último, el gobierno ha incrementado el gasto en forma significativa,
dirigiendo grandes porciones de los ingresos petroleros a proyectos sociales mediante
asignaciones presupuestarias y erogaciones a discreción. Se han generado ingresos
adicionales imponiendo nuevos contratos con una “toma” estatal incrementada (regalías
e impuestos) a empresas petroleras extranjeras que operan en el país. Los ingresos del
gobierno nacional se han elevado de 8,600 millones de dólares en 2001 a unos 49,000
millones en 2006. Tal vez tantos como 7,000 millones de dólares anuales se dirigen al

3
Entrevistas del autor con representantes de la Federación Nacional de Rancheros de Venezuela.

12
Fondo para el Desarrollo Social y Económico (FONDESPA) gubernamental. Gran parte
del dinero se utiliza para financiar incrementos sustanciales en el gasto social,
organizado y erogado por conducto de nuevas instituciones construidas junto con los
programas estatales de bienestar existentes. Bautizadas según sucesos o personajes
clave en la visión iconográfica que Chávez tiene de la historia venezolana, estas
“misiones bolivarianas” se han identificado claramente con el movimiento político del
presidente. En la actualidad prestan más de una docena de servicios: como
alfabetización, atención básica a la salud, alimentos subsidiados y educación. Barrio
Adentro, programa de salud en el que trabajan 20,000 médicos, dentistas y entrenadores
deportivos cubanos, es tal vez el más conocido de los proyectos sociales de Chávez.
El presidente también ha puesto énfasis en acuerdos comerciales alternativos
para contrarrestar lo que se percibe como injusticia de las propuestas estadounidenses de
libre comercio. En un esfuerzo por proporcionar fuerza adicional al desfalleciente
bloque comercial, Venezuela se integró al Mercado Común del Sur (Mercosur) en julio
de 2006. Chávez participa también en la Alternativa Bolivariana para las Américas
(ALBA), que funciona como una alianza política que contribuye a facilitar asistencia
económica entre los estados miembros, Venezuela, Cuba y Bolivia.

LA ADMINISTRACIÓN DE PDVSA
Y LA INDUSTRIA DE HIDROCARBUROS

Desde la huelga general de diciembre de 2002, funcionarios venezolanos han


desempeñado un papel más activo en los asuntos cotidianos de PDVSA, suplantando la
tradicional autonomía del consejo de administración de la empresa estatal. Este proceso
comenzó seriamente en marzo de 2003, cuando el gobierno despidió a 18,000
huelguistas, entre ellos muchos gerentes y técnicos.
Caracas renegocia contratos petroleros con empresas extranjeras. Al imponer
términos más estrictos, aumentar regalías y abandonar contratos de asociación firmados
en la década de 1990, los funcionarios crearon proyectos conjuntos más restrictivos,
dominados por PDVSA. En 2005 la firma remplazó su registro de contratistas regulares
con una lista de compañías estatales de producción social. Estos cambios se han visto
acompañados por una opacidad en las cuentas de PDVSA. Recientemente, ejecutivos
anunciaron que ya no buscarían elevar el financiamiento mediante bonos en el mercado

13
estadounidense, y en consecuencia no se pedirá a la empresa presentar cuentas a la
Comisión de Valores y Cambios de Estados Unidos.
Con frecuencia, Chávez dice que intenta diversificar mercados para el petróleo
venezolano y ampliar la gama de inversionistas extranjeros participantes en el mercado
de hidrocarburos del país. De hecho, en varias ocasiones ha amenazado con detener los
embarques de petróleo a Estados Unidos o cerrar las refinerías que su país tiene en
territorio estadounidense. En agosto de 2006 dio un paso hacia el logro de sus objetivos,
al firmar varios acuerdos sobre energéticos con China. Hoy en día los chinos importan
apenas poco más de 100,000 barriles diarios de Venezuela y se han comprometido a
comprar 500,000 barriles diarios hacia 2011. Además, Beijing ha acordado suministrar
a Venezuela “súper cisternas” para el envío transoceánico y construir 12 nuevos sitios
submarinos de perforación.
Sin embargo, en el futuro inmediato Venezuela sigue dependiendo fuertemente de
las ventas a Estados Unidos. A la fecha produce cerca de 2.7 millones de barriles diarios
de petróleo, de los cuales 1.5 millones van directamente a Estados Unidos. A su vez,
éste obtiene alrededor de 11% de sus importaciones de Venezuela. Si bien el grueso de
nuevos proyectos involucra a empresas de propiedad estatal de Rusia, Irán, China, India
y Brasil, tres importantes compañías estadounidenses —Chevron, Conoco Phillips y
Exxon Mobil— continúan teniendo importantes inversiones en el país.
En 2005, Chávez anunció planes de incrementar la producción total a 5.8 millones
de barriles diarios hacia 2012. Sin embargo, recientes descensos en los precios
mundiales del petróleo han pospuesto planes de expansión. El 30 de septiembre de
2006, Venezuela se unió a Nigeria en anunciar que reduciría temporalmente la
producción total en 50,000 barriles diarios, en un esfuerzo por protegerse de una caída
mayor de los precios. En general, los precios se han reducido 20% desde su punto
culminante a mediados de julio de 2006, pero aún están muy arriba de los precios de
hace varios años. La gran pregunta es si PDVSA invertirá lo suficiente de sus propios
recursos para sostener la producción y la capacidad de refinación a los niveles actuales,
ya no se diga expandir operaciones en el futuro.

14
MAXIMIZAR LA ENERGÍA PETROLERA

Mayor control sobre PDVSA, cobro más alto de regalías a empresas extranjeras y alzas
sin precedente de precios petroleros han dado al gobierno de Chávez abundantes
recursos no sólo para sostener los programas sociales que apuntalan su apoyo popular,
sino también para expandir su influencia en América Latina. De acuerdo con el diario
venezolano El Nacional, durante la segunda mitad de 2005 y el primer mes de 2006
Venezuela acordó gastar 25,900 millones de dólares en ayuda económica a sus socios
hemisféricos; las tres cuentas mayores se destinaron a Brasil (4,380 millones), Cuba
(4,340 millones) y Argentina (3,950 millones). De 2005 en adelante ha comprado más
de 3,000 millones de dólares en bonos argentinos y ha ofrecido un apoyo financiero
similar (aunque menos generoso) a Ecuador. Venezuela también financia “Operación
Milagro”, generoso programa médico impartido por médicos cubanos que ofrecen
atención oftalmológica a miles de personas pobres en toda América Latina y el Caribe.
Por último, el gobierno aporta recursos sustanciales a Telesur, red de televisión
dedicada a ofrecer una perspectiva latinoamericana, izquierdista, a las noticias.
Caracas ha distribuido también petróleo subsidiado en un intento por establecer
relaciones amistosas con gobiernos del hemisferio. Durante 2005 formó tres empresas
conjuntas con países vecinos para organizar suministros petroleros regionales de bajo
costo: PetroCaribe, PetroSur y PetroAndina. Chávez surte también de petróleo
subsidiado a algunas comunidades de bajos ingresos en Estados Unidos.

CONSOLIDACIÓN DEL CONTROL DE LAS FUERZAS ARMADAS

Por medio de cambios organizacionales y nombramientos de alto nivel, Chávez ha


intensificado en forma sustancial su control sobre las fuerzas armadas.4 La doctrina de
“pensamiento militar”, adoptada oficialmente en julio de 2005, de manera implícita ve a
Estados Unidos y Colombia como enemigos inminentes de Venezuela. En
consecuencia, Venezuela ha suspendido todos los vínculos entre fuerzas armadas con

4
Indira A. R. Lakshmanan, “Venezuelan President Chávez’s Military Moves Get Scrutiny”, Boston
Globe, 17 de julio de 2005.

15
Estados Unidos, y trabaja en desarrollar una red alternativa de alianzas militares, en
particular con Cuba.5
Para mejor defender la soberanía y garantizar la seguridad interna, las Fuerzas
Armadas Nacionales se ocupan en mejorar su obsoleto armamento y sus sistemas de
comunicaciones y vigilancia, sobre todo con nuevo equipo comprado a Rusia, China,
España y Brasil para armar y equipar a un millón de soldados y reservistas. Según
funcionarios del gobierno, la razón de este equipamiento militar es defensiva. Chávez ha
apuntado a la necesidad de mayor vigilancia en las fronteras, en especial con Colombia,
donde fuerzas paramilitares y guerrilleras se mantienen presentes desde hace mucho
tiempo.

DESARROLLO DE RELACIONES EXTERIORES ESTRATÉGICAS

Las relaciones internacionales de Venezuela siguen dos líneas separadas pero


relacionadas entre sí: la ideología y la economía. Para ganar apoyo en América Latina,
Chávez se apoya en una herencia común de luchas económicas, sentimiento
panamericanista y la difundida percepción de que la dependencia de Estados Unidos y
Europa es causa de atraso económico. En el resto del mundo, pone énfasis en el estatuto
de Venezuela como miembro fundador de la OPEP, y sigue consideraciones económicas
y geopolíticas prácticas más amplias, a menudo con una agenda antiestadounidense.

Hemisferio occidental

Lazos ideológicos unen al gobierno venezolano con los países y organizaciones


históricamente asociados con el sentimiento antiestadounidense en el hemisferio
occidental. Al consolidar una amistad cercana y pública con Fidel Castro, ha afianzado
sus credenciales revolucionarias e intentado colocarse como líder potencial del
antiimperialismo latinoamericano. Está por verse si en realidad puede encabezar a una
izquierda latinoamericana diversa; hasta ahora ha tenido un alcance limitado.
En diversa medida, los presidentes Evo Morales de Bolivia, Néstor Kirchner de
Argentina y Luiz Inácio Lula da Silva de Brasil comparten la creencia de Chávez de que

5
Juan Forero y Brian Ellsworth, “Venezuela Ends Military Ties and Evicts Some U.S. Officers”, The
New York Times, 25 de abril de 2005.

16
las desigualdades sociales y económicas en América Latina tienen su raíz en la
dependencia del exterior. El presidente Daniel Ortega de Nicaragua y el candidato
presidencial ecuatoriano Rafael Correa también sostienen esa opinión. La mayoría de
estos líderes se han opuesto a las recientes propuestas de libre comercio encabezadas
por Estados Unidos y han trabajado para dar una naturaleza más multipolar a la
diplomacia latinoamericana. Sin embargo, los presidentes Lula da Silva y Kirchner
desaprueban el estilo provocador de Chávez. Entre Venezuela y Brasil han surgido
tensiones significativas, en especial respecto de la influencia de Chávez sobre Bolivia,
con la cual Brasil ha tenido tradicionalmente vínculos económicos muy estrechos. El
ruidoso apoyo venezolano a la nacionalización boliviana de Petrobras, compañía
petrolera estatal brasileña, ha empañado de manera notable el diálogo entre Brasilia y
Caracas.
En otros casos, la política exterior venezolana es dictada por realidades
energéticas y económicas más que por la ideología y los principios. Las políticas
comerciales de Chávez son un botón de muestra. El extenso comercio petrolero con
Estados Unidos sigue siendo crítico para el bienestar económico del gobierno chavista.
El comercio venezolano con Estados Unidos está en auge; las exportaciones no
petroleras al país del norte crecieron 116% en los tres primeros meses de 2006 e
incrementaron su importancia en la economía venezolana. A su vez, los venezolanos
importan más productos estadounidenses, entre ellos automóviles, maquinaria de
construcción y computadoras. Aunque el deseo fundamental de Chávez fuera poner fin
a la interdependencia de ambos países, tales vínculos económicos no se pueden
desmantelar con facilidad.6
Para Venezuela, incluso las relaciones basadas en nexos ideológicos implican
beneficios económicos concretos. Si Chávez pudiera ayudar al gobierno boliviano a
construir plantas procesadoras y capacidad de extracción, Venezuela incrementaría su
importancia como actor energético regional. De manera similar, los proyectos
PetroCaribe, PetroAndina y PetroSur esparcen buena voluntad e incrementan la
influencia financiera venezolana al convertir los subsidios petroleros en préstamos de
largo plazo y bajo interés. En fechas recientes, Brasil, Argentina y Venezuela han
comenzado planes para construir un gasoducto de 10,000 kilómetros que se extienda al

6
Simon Romero, “For Venezuela, as Distaste for U.S. Grows, So Does Trade”, The New York Times, 16
de agosto de 2006.

17
sur desde los campos gasíferos venezolanos hacia Argentina, aunque muchos
consideran inviable este proyecto. La decisión venezolana de buscar plena membresía
en el Mercosur tenía sin duda matices políticos, pero también fue motivada por el deseo
de Chávez de diversificar las fuentes comerciales de su país.
Las relaciones de Venezuela con la vecina Colombia se han caracterizado por el
antagonismo y la desconfianza. Para Chávez, Colombia representa una amenaza a la
seguridad nacional venezolana a causa de sus estrechos vínculos militares, políticos y
económicos con Estados Unidos. Por su parte, las autoridades colombianas acusan al
gobierno de Chávez de permitir que miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias
de Colombia (FARC), organización guerrillera opuesta al gobierno, se refugien en
territorio venezolano.7
Sin embargo, por momentos Chávez se ha mostrado dispuesto a buscar un
terreno medio pragmático con Colombia. Cuando cazadores de recompensas que operan
en Caracas capturaron al líder de las FARC Rodrigo Granda en 2004, Venezuela y
Colombia retiraron a sus respectivos embajadores, lo cual encendió una crisis
diplomática que amenazó con poner en peligro importantes lazos comerciales entre los
dos países. Gracias a la mediación de Fidel Castro, ambas partes resolvieron con rapidez
sus diferencias y reanudaron negociaciones tendientes a la construcción de un
importante oleoducto a través de su frontera común.

Más allá del continente americano

Fuera de América Latina, Chávez ha explotado la hostilidad global hacia la política


exterior estadounidense y la guerra en Irak procurando relacionarse con cierto número
de adversarios y competidores estratégicos de Washington, entre ellos Siria, Rusia y
Bielorrusia. Más importantes, sin embargo, han sido los vínculos crecientes con Irán y
China.

7
La veracidad de esta acusación no se ha probado en definitiva. Venezuela sostiene que cualquier
presencia de las FARC en el país debe verse en el contexto de una práctica de larga data según la cual
sucesivos gobiernos venezolanos mantienen contactos con la organización para vigilar implicaciones
potenciales para la seguridad venezolana. Líderes de las FARC han expresado admiración por la
revolución de Chávez, a la que llaman Movimiento Bolivariano para una Nueva Colombia. Sin embargo,
las FARC no son miembro formal del movimiento chavista para América Latina, el Congreso
Bolivariano, cuya membresía está limitada a organizaciones que buscan el poder político por medios
electorales y no violentos.

18
La colaboración venezolana con Irán no es nueva en absoluto; ambos son
miembros clave de la OPEP. Sin embargo, actividades recientes representan una aguda
intensificación de la relación pública entre ambas naciones. En una serie de visitas
recíprocas, entre julio y septiembre de 2006, entre Chávez y el presidente iraní
Mahmoud Ahmadinejad, emitieron acusaciones conjuntas contra Estados Unidos y
firmaron una serie de acuerdos económicos bilaterales. Fábricas de propiedad iraní en
Venezuela comienzan a producir tractores y automóviles, y la compañía petrolera estatal
iraní Petropars ha manifestado interés por ayudar a Venezuela a expandir su producción
petrolera. En una reunión de la Agencia Internacional de Energía Atómica, realizada en
febrero, Venezuela fue uno de tres países (junto con Siria y Cuba) que se opusieron a
llevar a Irán ante el Consejo de Seguridad de la ONU con relación a su programa
nuclear. Chávez también ha apoyado la visión iraní de la geopolítica en Medio Oriente,
comparando la reciente operación israelí en Líbano con la perpetración del Holocausto
con Hitler. En correspondencia, Irán respaldó la reciente campaña venezolana por lograr
un asiento en el Consejo de Seguridad.
Las relaciones con China tienen menos motivaciones políticas. Desde 2005, la
inversión china en América Latina ha crecido, a medida que la nación asiática busca
recursos naturales asequibles para impulsar su desarrollo económico. Ese comercio
forma otra parte de la tentativa venezolana por diversificar sus fuentes de inversión,
aunque la región apenas representa 3% del comercio exterior chino.8 Al mismo tiempo,
Venezuela ha manipulado esta relación para obtener ventaja política, amenazando en
repetidas ocasiones con desviar exportaciones petroleras al Asia del Este y poner en
peligro la seguridad energética estadounidense.

Organismos internacionales

Chávez ha usado a organismos internacionales como el movimiento de países no


alineados, la OEA y la ONU como plataformas para expresar sus críticas a las políticas
estadounidenses. Durante una sesión de la Asamblea General, en septiembre de 2006,
condenó con agresividad las intenciones “imperialistas” de Washington y etiquetó en
público al presidente George W. Bush como “el diablo”. En un esfuerzo por ganar un

8
Kerry Dumbaugh y Mark P. Sullivan, “China’s Growing Interest in Latin America”, Congressional
Research Service Report for Congress (Biblioteca del Congreso, 20 de abril de 2005), p. 2.

19
asiento no permanente en el Consejo de Seguridad, autoridades venezolanas sostuvieron
que la presencia de su país en el consejo contribuiría a contrarrestar “un modelo basado
en la guerra preventiva y una situación de intervencionismo permanente”.9 La campaña
de Chávez por ese asiento suscitó temores de que Venezuela perturbara la agenda del
consejo, impidiera el desarrollo de posturas de consenso, en especial respecto de Irán, y
buscara abolir el poder de veto de los cinco miembros permanentes. Por estas razones
Washington buscó con dinamismo apoyo a su candidato preferido: Guatemala.
Al final, ni Guatemala ni Venezuela obtuvieron la mayoría de dos tercios en la
Asamblea General para asumir el asiento en disputa. Después de 47 rondas de votación,
ambos países reconocieron la derrota y acordaron un candidato de transacción: Panamá.
Este resultado no sólo frustró a los funcionarios venezolanos que habían invertido una
significativa cantidad de capital político en la campaña, sino también representó un
golpe significativo a la agenda internacional de Chávez.

9
Bernardo Álvarez Herrera, embajador de Venezuela en Estados Unidos, citado en “Embajador de
Venezuela en EEUU Defiende Candidatura para la ONU”, El Universal, 9 de septiembre de 2006.

20
RELACIONES ESTADOS UNIDOS-VENEZUELA

Las relaciones Estados Unidos-Venezuela han sufrido un marcado deterioro en años


recientes y hoy se caracterizan por recelo y tensión mutuos. Funcionarios
estadounidenses se han dividido respecto de la mejor forma de lidiar con la
centralización del poder, las políticas económicas nacionalistas y la beligerante retórica
de Venezuela y garantizar a la vez el acceso continuo a su petróleo.

HECHOS, NO PALABRAS

A finales de la década de 1990, una pragmática política de acomodos guió la respuesta


estadounidense a Chávez. El gobierno de Clinton evitó en gran parte la confrontación
directa, y eligió poner énfasis en la disparidad entre la retórica radical del líder
venezolano y sus políticas reales. Confiadas en que la interdependencia económica de
ambos países haría poco factible una verdadera ruptura, las empresas estadounidenses
han tendido a favorecer esa respuesta cautelosa.
Desde que el presidente Bush asumió el cargo, a principios de 2001, el tono de
las relaciones bilaterales se ha desgastado, y funcionarios estadounidenses miran con
creciente alarma la dirección del gobierno venezolano con Chávez. Las cosas llegaron a
un punto de confrontación en abril de 2002, cuando Estados Unidos respondió con
torpeza al golpe del día 11. Al día siguiente, cuando Chávez estaba bajo custodia en una
base militar, el secretario de Prensa de la Casa Blanca, Ari Fleischer, indicó que Estados
Unidos aspiraba a trabajar con el gobierno de transición, lo cual dio la impresión de que
el gobierno había recibido con beneplácito, e incluso apoyado, la partida forzada de
Chávez. Tales comentarios contradecían fuertemente la postura de los cancilleres
latinoamericanos del Grupo de Río, que en forma inequívoca condenaron la interrupción
del orden constitucional.
Si bien Estados Unidos firmó una moción de la OEA que condenó la ruptura del
orden constitucional, y una investigación del inspector general estadounidense
descubrió que la embajada en Venezuela no tuvo parte en el golpe, el gobierno de Bush

21
no logró disipar la extendida impresión de que había participado en los planes.10
Comentaristas en Venezuela, en otros países de América Latina y en Estados Unidos
continúan afirmando que los programas estadounidenses de apoyo a la democracia
encauzaron fondos hacia facciones opositoras partidarias del golpe. Chávez ha utilizado
el nebuloso legado del golpe para alentar el fervor antiestadounidense y desacreditar la
retórica pro democracia de Washington como un disfraz del cambio de régimen. La
decisión del Departamento de Defensa de Estados Unidos de desarrollar su primer
escenario de conflicto militar con Venezuela sólo reforzó la desconfianza de Caracas en
los motivos estadounidenses.
Desde su nombramiento, en 2005, el secretario de Estado adjunto para asuntos
del hemisferio occidental, Thomas Shannon Jr., diplomático de carrera, ha conferido un
tono de moderación a la política hacia Venezuela. Sin embargo, las relaciones no han
mejorado. Chávez ha intensificado sus insultos personales al gobierno y expandido en
forma notable sus contactos con Irán. En febrero de 2006, el secretario de Defensa
Donald H. Rumsfeld cayó en la provocación de comparar la elección de Chávez y su
posterior viraje hacia el autoritarismo con los de Adolfo Hitler.11 Citando la corrupción
en las dependencias venezolanas que controlan los documentos de identidad, así como
el fracaso del gobierno en combatir lo suficiente a los narcoterroristas que utilizan
territorio venezolano como plataforma, funcionarios del Departamento de Estado han
condenado las mediocres contribuciones del gobierno venezolano a la guerra contra el
terrorismo y suspendido ventas y todo equipo militar con contenido estadounidense a
Caracas. En agosto de 2006, la Agencia Central de Inteligencia emprendió una misión
especial conjunta para coordinar el acopio de inteligencia respecto de Venezuela, Cuba
y, presumiblemente, los vínculos entre sí, mientras el Departamento de Estado ha
sugerido que Venezuela podría representar un impedimento para una transición
posterior a Castro en Cuba. Las tensiones que rodearon la campaña venezolana por
lograr un asiento en el Consejo de Seguridad y el agresivo discurso de Chávez en la
tribuna de la Asamblea General han hecho aún más difícil el diálogo.

10
Departamento de Estado, Oficina del Inspector General, “A Review of U.S. Policy Toward Venezuela:
November 2001-April 2002”, informe núm. 02-OIG-003, julio de 2002, ver
http://oig.state.gov/documents/ organization/13682.pdf.
11
“Rumsfeld Likens Venezuela’s Chávez to Hitler: Defense Chief Expresses Concern at ‘Populist
Leadership’ in Latin America”, Associated Press, 3 de febrero de 2006.

22
COOPERACIÓN EN ENERGÍA Y AYUDA AL EXTERIOR

Según la Oficina de Fiscalización General (GAO, por sus siglas en inglés), los lazos
entre funcionarios estadounidenses y venezolanos del ramo energético se han
deteriorado. Han pasado tres años desde las últimas conversaciones entre el
Departamento de Energía de Estados Unidos y el ministerio venezolano
correspondiente. Los intercambios de tecnología e información para la producción
petrolera se han vuelto menos frecuentes desde 2003, lo cual ha dañado esfuerzos para
lograr la modernización de uno de los más importantes proveedores de petróleo para
Estados Unidos. Las negociaciones para un tratado de inversión bilateral iniciadas en la
década de 1990 también han caído en desuso.
Los programas de ayuda exterior estadounidense continúan en Venezuela, pero
con capacidad limitada. Según el presupuesto del Departamento de Estado para el año
fiscal 2007, Venezuela recibirá un millón de dólares en fondos de la Iniciativa Andina
contra las Drogas —casi 2 millones menos que en 2005— y 1.5 millones en Fondos de
Apoyo Económico para fortalecer la sociedad civil y el estado de derecho. La mayoría
de estos programas son administrados por la Oficina de Iniciativas de Transición de la
Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y por medio de
sus subvencionados, como el Instituto Nacional Demócrata (NDI) y el Instituto
Internacional Republicano (IRI, ambos por sus siglas en inglés). El alcance de estos
esfuerzos palidece en comparación con los miles de millones de dólares que el gobierno
venezolano gasta en todo el país en diversas iniciativas sociales.

23
POR QUÉ CHÁVEZ TIENE IMPORTANCIA

Los intereses estadounidenses en Venezuela —ya sea en relación con la energía, la


democracia, el desarrollo económico, el comercio, la estabilidad regional o con la
seguridad— han conservado una consistencia notable aun cuando el gobierno de Chávez
ha buscado reorientar la postura de Venezuela en cada una de esas áreas.

ENERGÍA

Durante más de medio siglo, Venezuela ha sido fuente importante de petróleo para
Estados Unidos. Es el cuarto proveedor en volumen de importaciones petroleras
estadounidenses (11%), detrás de Canadá (18%), México (17.5%) y Arabia Saudita
(14%). Las refinerías estadounidenses en la costa del Golfo dependen en gran medida del
crudo venezolano, y las refinerías del país sudamericano están equipadas para suministrar
las mezclas precisas de petróleo y aditivos que demandan las complicadas
reglamentaciones ambientales estadounidenses. La GAO informó en fecha reciente que
cualquier movimiento para reemplazar por completo el petróleo de Venezuela con
combustible de otras fuentes llevaría varios años y requeriría un incremento significativo
de la capacidad de producción en otras partes del mundo. Por estas razones, las amenazas
de Chávez de suspender las ventas de petróleo a Estados Unidos han suscitado
preocupación entre los políticos respecto de la seguridad nacional energética de su país.
Es sumamente improbable un corte inmediato de suministros. Por importante que
sea el petróleo venezolano para Estados Unidos, la dependencia venezolana en el
mercado estadounidense es mucho más grave, con aproximadamente 60% de
exportaciones destinadas a las refinerías estadounidenses. En consecuencia, cualquier
embargo causaría más daño a la economía venezolana que a la estadounidense. Además,
como los ingresos petroleros siguen siendo esenciales para el mantenimiento de los
programas sociales chavistas, cumplir las amenazas de alterar en lo fundamental los
flujos comerciales pondría en riesgo la popularidad del régimen venezolano en lo interno.

24
Los planes de Chávez de diversificar poco a poco las ventas hacia China son
igualmente ambiguos para los intereses estadounidenses. Muy pocas refinerías fuera de
Estados Unidos son capaces de procesar cantidades significativas de petróleo crudo
pesado venezolano, y hasta ahora los chinos no han parecido particularmente ansiosos de
dedicar el tiempo y dinero necesarios para nuevas construcciones. En términos
geográficos, Estados Unidos es con claridad el mercado natural para el petróleo
venezolano. El oleoducto que se propone construir entre Venezuela y Colombia podría
reducir los costos de embarque a Asia del Este, pero vender petróleo a Estados Unidos
seguirá siendo la opción prudente. De hecho, Venezuela ha tenido que reducir el precio
de su petróleo por debajo de la tasa mundial para convencer a China de comprar.
Desde la perspectiva china, Venezuela es sólo una pieza de su búsqueda global de
recursos naturales. Como los chinos trabajan activamente con importantes firmas
petroleras estadounidenses, y como China tiene mayores prioridades con respecto a
Estados Unidos, sea por comercio, su divisa, Taiwán o Corea del Norte, Beijing parece
reconocer que tiene poco que ganar de un desafío estratégico a Estados Unidos en el
hemisferio occidental.
También sigue siendo dudoso que Venezuela pueda expandir su producción en
forma tan intensa como había planeado. Según la mayoría de los indicadores, la
producción total ha regresado apenas a niveles anteriores a la huelga; la aportación de los
campos existentes controlados por PDVSA ha disminuido alrededor de 25% anual. Los
compromisos chinos de construir 12 nuevas plataformas en la costa representan una
ayuda significativa, pero aun no son suficientes para aumentar la producción total
venezolana a los 5.8 millones de barriles diarios que se proponen para 2012. Los
aumentos a las regalías y a los impuestos, combinados con la falta de transparencia
financiera del gobierno, podrían deprimir en forma significativa el potencial de inversión
extranjera futura.
Aun si la producción no se eleva, e incluso si Chávez está dispuesto a aceptar
costos mayores de transporte y precios inferiores a los del mercado a cambio de ganancia
política, el riesgo de interrupción de suministros a Estados Unidos es relativamente
pequeño. Cualquier pérdida limitada del abastecimiento a Estados Unidos puede
mitigarse rápidamente con sustitutos un poco más caros de África o Medio Oriente. La

25
amenaza inmediata que representan las políticas de Chávez a la seguridad energética
nacional estadounidense es, por tanto, limitada. Los bajos costos del transporte y las
simetrías existentes entre la perforación venezolana y las refinerías estadounidenses
parecen asegurar que el petróleo continuará fluyendo hacia el norte.

DEMOCRACIA

La promoción de la democracia ha sido un pilar de la política exterior estadounidense


hacia América Latina desde el fin de la Guerra Fría. Con frecuencia, el gobierno de Bush
ha puesto énfasis en que la forma democrática de gobierno sigue siendo precondición de
relaciones productivas entre Washington y las naciones latinoamericanas. Tales
declaraciones parten de la premisa de que las democracias representativas liberales tienen
mayores probabilidades de promover la paz y la estabilidad.
Los políticos estadounidenses han tardado en entender que muchos en la región
son escépticos respecto de la interpretación estadounidense de esos valores. En octubre
de 2005 la organización encuestadora Latinobarómetro informó que el apoyo a la
democracia había descendido en varios países en toda la región a partir de mediados de la
década de 1990. Pocos latinoamericanos apoyan un retorno al autoritarismo abierto, pero
la merma de confianza en la capacidad de las democracias liberales de satisfacer
necesidades sociales básicas ha creado terreno fértil para que Chávez y sus seguidores
promuevan un modelo político basado en el sentimiento antiestadounidense, la
democracia “participativa” y una intervención más fuerte del Estado en la economía.
A los ojos de muchos latinoamericanos, el apoyo estadounidense a la democracia
está ligado intrincadamente a su respaldo del pasado a dictadores anticomunistas o a
partidos políticos hoy extintos cuya administración de la economía profundizó la
desigualdad y la pobreza. La guerra en Irak ha incrementado la impopularidad de Estados
Unidos y exacerbado esas percepciones. En Venezuela, las persistentes sospechas de la
participación estadounidense en el golpe de 2002 hacen que la retórica estadounidense en
pro de la democracia parezca hipócrita, incluso amenazante. Capitalizando esos miedos,

26
Chávez ha liderado con éxito el sentimiento antiestadounidense para obtener logros
políticos internos.
La construcción de un sistema político altamente personalizado y centralizado, en
vez de instituciones gubernamentales independientes, acentúa la posibilidad de una futura
perturbación política en Venezuela. Sin embargo, la capacidad de Estados Unidos de
influir en el curso de las políticas internas venezolanas es limitada. Mientras los socios
latinoamericanos opten por contener al régimen chavista y manejarlo mediante nexos
comerciales, financieros, de inversión, diplomáticos y multilaterales, es probable que
cualesquier esfuerzos estadounidenses por cambiar la naturaleza del gobierno venezolano
resulten contraproducentes. Los limitados programas con fondos estadounidenses para
apoyar a la sociedad civil han sido ineficaces mientras se alimente la percepción de que
Estados Unidos busca en forma agresiva el cambio de régimen.
Al mismo tiempo, es posible que Estados Unidos sea capaz de ganar aliados
regionales e incluso construir un consenso regional para prevenir cualquier debilitamiento
futuro de la democracia venezolana, como ocurriría si las elecciones estuvieran
arregladas o se reformara la constitución para permitir términos presidenciales ilimitados.
Es probable que muchos gobiernos de la región ofrecieran apoyo a Washington si se
opusiera a intentos de Chávez por desestabilizar a otros regímenes latinoamericanos.

DESARROLLO ECONÓMICO

Los políticos estadounidenses han promovido durante mucho tiempo los mercados
abiertos y la liberalización económica como las mejores protecciones de largo plazo para
el crecimiento, la estabilidad económica, el comercio con Estados Unidos y otros
intereses comerciales. Los líderes venezolanos han propuesto un modelo alternativo de
desarrollo económico basado en la intervención y las inversiones del Estado para mejorar
el bienestar social.
En la superficie, los resultados parecen prometedores. Con precios del petróleo
sin precedente y un dinámico gasto social del gobierno, el PIB de Venezuela saltó en
18% en 2004 y casi 10% el año pasado. Las exportaciones generales se han elevado de

27
menos de 20,000 millones de dólares en 1998 a 55,700 millones en 2005, incrementando
el superávit comercial del país de apenas 4,000 millones de dólares en 1998 a unos
28,000 millones hoy día.12 En consecuencia, Chávez ha logrado reducir la dependencia
de la nación de prestamistas extranjeros y aumentado las reservas en dólares del Banco
Central. Mientras muchos países ricos no lograron transferir sus ganancias a los pobres,
los niveles de pobreza en Venezuela se han reducido en forma significativa a partir de
2003. Además, las misiones han prestado importantes servicios a los pobres urbanos.
Si bien la economía venezolana ha mostrado un crecimiento impresionante, el
modelo chavista de desarrollo económico no es sustentable a largo plazo. El gobierno
sigue dependiendo en gran medida de que continúen los altos precios petroleros. A las
tasas actuales de gasto, una modesta reducción hacia los 30-40 dólares por barril podría
imponer severas cargas al presupuesto. Aun si los precios se mantienen a los niveles
actuales (casi 60 dólares por barril), el gobierno podría sufrir para mantener los ingresos
porque la inversión en el sector petrolero se ha reducido y las empresas privadas la han
diferido a causa del riesgo político.
La inversión fuera del sector petrolero también se ha estancado. Miles de
empresas grandes, medianas y pequeñas han cerrado. Según el Banco Central del país, la
inversión extranjera directa ha caído de casi 5,000 millones de dólares en 1998 a 1,500
millones en 2004.13 Cientos de pequeñas cooperativas se crean con apoyo gubernamental,
pero hasta los más optimistas partidarios de Chávez prevén que relativamente pocas
sobrevivirán. Entre tanto, los caminos, puentes, puertos y otra infraestructura vital se
están deteriorando. En 2006 estos problemas se destacaron por el colapso de un puente y
los consecuentes retrasos en la autopista que une a Caracas con los principales puertos
aéreo y marítimo del país. Además, sólo se construye alrededor de la cuarta parte de las
110,000 casas nuevas que Venezuela necesita cada año (para cubrir un déficit global de
1.5 millones).14
Como se prevé que los precios del petróleo se mantengan relativamente altos, el
gobierno de Chávez ha hecho uso extenso de una partida financiera complementaria no

12
Estadísticas del Grupo Banco Mundial, Indicadores del desarrollo mundial 2006 (Washington, DC,
2006); Hilfe County Report, Janet Matthews Information Services, 29 de junio de 2000.
13
Phil Gunson, “Chávez’s Venezuela”, Current History, febrero de 2006, p. 62.
14
“Mission Impossible: Venezuela”, Economist, 16 de febrero de 2006.

28
incluida en el balance general, utilizando con generosidad fondos de la empresa petrolera
estatal y del Banco Central para proveer a sus programas sociales. Un gerente de
Goldman Sachs Asset Management estima que el gobierno cuenta con reservas de al
menos 12,500 millones de dólares para gastar a discreción sin ningún control.15 Se han
abandonado los fondos de estabilización diseñados originalmente para conservar una
porción de los beneficios imprevistos. Y pese a un drástico salto en el superávit comercial
del país, cifras oficiales del Ministerio de Hacienda muestran que de 1998 a 2004 el
gobierno central gastó en promedio una suma igual a 3.2% del PIB más de lo que recibió
cada año.
Sin transparencia financiera, inversión extranjera, crecimiento del sector no
petrolero ni instituciones independientes que rindan cuentas públicas, a los funcionarios
venezolanos les será difícil sostener el crecimiento económico y mantener las inversiones
actuales en educación y atención a la salud. Aun si los precios petroleros se mantienen
relativamente altos, a la larga los ciudadanos exigirán tomar parte en una economía
activa, creciente y diversa, beneficios que las dádivas subsidiadas no pueden ofrecer. En
última instancia, es mucho más probable que estas inconsistencias reduzcan el apoyo a
Chávez que cualquier forma de agitación estadounidense en pro de un cambio de
régimen.
En esta forma, el modelo político económico y político de Venezuela no es una
alternativa de largo plazo para la región. De hecho, los gobiernos de izquierda elegidos en
años recientes optan por un enfoque mixto, al combinar políticas orientadas al mercado
con estrategias de bienestar social basadas en beneficios selectivos discrecionales para los
pobres. En diversos grados, Chile, Brasil y Argentina han tenido un progreso
significativo en combatir la pobreza y mantener a la vez la estabilidad macroeconómica.
Washington debe hacer más por apoyar estos esfuerzos y elaborar políticas que
distribuyan los beneficios del comercio y la liberalización financiera de manera más
equitativa. Hacerlo con éxito socavará directamente el atractivo popular del chavismo en
toda la región.

15
Entrevista del autor, mayo de 2006.

29
COMERCIO

Bajo el liderazgo de Chávez, Venezuela ha intentado diversificar mercados para las


exportaciones petroleras y atraer una gama más amplia de inversionistas. Esta estrategia
se ha perseguido con una cantidad de beligerancia cada vez mayor hacia las propuestas de
libre comercio encabezadas por Estados Unidos. En la Cumbre de las Américas de
noviembre de 2005, los gobernantes de Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay y
Venezuela sepultaron en los hechos la propuesta del Área de Libre Comercio de las
Américas (ALCA) al negarse a especificar una fecha límite para las conversaciones. La
principal disputa se centró en los subsidios agrícolas estadounidenses.
Sin embargo, en asuntos más estratégicos, el ladrido de Chávez en la arena
comercial es mucho peor que su mordedura. Las políticas mercantiles venezolanas —en
particular los acuerdos comerciales regionales alternativos— tienen poca capacidad de
dañar en forma drástica los intereses estadounidenses. Al poner énfasis en los
intercambios sociales, culturales e ideológicos, la ALBA actúa en primer lugar como
instrumento publicitario. El Tratado Comercial de los Pueblos, propuesto por Evo
Morales en mayo de 2006 y avalado por Chávez y Castro, cumple un papel similar. Más
que desafiar a Estados Unidos en el comercio hemisférico, el tratado sintetiza las ideas
políticas de esos líderes. Ambas iniciativas enfrentarán obstáculos importantes en los
meses venideros, a medida que Colombia, Perú, Panamá, Uruguay y posiblemente
Paraguay busquen acuerdos bilaterales con Estados Unidos.
El Mercosur, al cual Venezuela se integró como miembro de pleno derecho en
julio de 2006, encuentra dificultades similares en fortalecer vínculos entre sus miembros.
Si bien los países del Mercosur encabezan la carga contra el ALCA, las continuas
disputas entre estados miembros y la resistencia a la liberalización por parte de intereses
locales protegidos han socavado la eficacia del bloque. Además, los oponentes del
presidente Lula da Silva en Brasil han criticado a su gobierno por permitir que Venezuela
ingresara al Mercosur, pues sostienen que Chávez retrasará aún más la integración y
quebrantará la eficacia de las instituciones embrionarias del bloque.

30
Pese a la suspensión de las negociaciones del ALCA, al estancamiento de la
Ronda Doha de la Organización Mundial del Comercio y a las propias políticas
alternativas de Venezuela, el comercio en la región sigue adelante y los lazos comerciales
entre Estados Unidos y Venezuela están en aumento. Haciendo a un lado la acentuación
de las tensiones y la retórica furiosa, ambos países han dejado en claro que sus disputas
ideológicas no obstruirán los beneficios financieros que cada uno continúa derivando de
los estrechos vínculos económicos.

INFLUENCIA REGIONAL

La influencia regional de Chávez ha crecido de modo sustancial en los últimos años. A


partir de 2005, su gobierno ha participado en varias campañas electorales, respaldando de
manera implícita y a veces explícita a candidatos que simpatizan con su perspectiva
política. Ganó un importante aliado con la elección de Evo Morales como presidente de
Bolivia en diciembre de 2005, y no mantuvo en secreto su deseo de ganar influencia en
otras partes. En Perú apoyó a Ollanta Humala, nacionalista radical y un intruso en la
política, quien, aunque a la larga fue derrotado por un izquierdista moderado opuesto a
Chávez, ganó más de 40% de los votos y dominó las elecciones en grandes porciones de
la región sur, la más pobre del país. En Nicaragua, es probable que el presidente electo
Daniel Ortega se vuelva un aliado cercano de Chávez, al igual que Rafael Correa si sale
vencedor de la contienda electoral ecuatoriana. Chávez habla en términos favorables de
Luiz Inácio Lula da Silva, quien ha ganado un segundo periodo en la presidencia
brasileña, en tanto goza de una relación cordial con el presidente Néstor Kirchner, de
Argentina.
Pese a estas tendencias dignas de atención, sería un error exagerar la capacidad de
Chávez de influir en la dinámica política regional. Funcionarios del gobierno boliviano
han expresado el deseo de actuar con independencia de Venezuela, y la presión de
intereses regionales que desean mayor autonomía bien podría limitar la habilidad del
presidente Morales de centralizar el poder en la misma forma que el venezolano. En
numerosas ocasiones, los electorados latinoamericanos se han resistido a la posibilidad de

31
interferencia venezolana en los asuntos internos de sus países. La enérgica postura del
presidente Alan García hacia Caracas se evidenció como ganadora de votos en Perú. De
manera similar, acusaciones (probablemente infundadas) de que el mexicano Andrés
Manuel López Obrador era cercano a Chávez ayudaron a Felipe Calderón a cambiar los
papeles con su contendiente y ganar a la larga la elección de julio. Culturas políticas
democráticas y nacionalistas más consolidadas en América Latina, en especial en países
como Brasil, Argentina, Chile y Uruguay, por lo general rechazan el crudo llamado
populista y las tácticas intervencionistas de Chávez. Sin embargo, por esas mismas
razones muchos latinoamericanos miran con igual recelo los intentos estadounidenses de
intervenir en la política interna venezolana. Mientras se perciba que Washington apoya
en forma encubierta a grupos de oposición y promueve el cambio de régimen en
Venezuela, las denuncias estadounidenses de las actividades regionales de Chávez
sonarán falsas.

VENEZUELA E IRÁN

Pese a las preocupaciones internacionales por el programa nuclear de Irán y su apoyo al


terrorismo, Venezuela ha fortalecido sus nexos políticos y económicos con Teherán
mediante visitas y acuerdos económicos. En marzo de 2005 el entonces presidente iraní
Mohamed Jatami visitó Caracas para firmar algunos acuerdos económicos bilaterales.
Chávez aprovechó la ocasión para expresar apoyo a las aspiraciones nucleares iraníes. En
julio de 2006 el venezolano devolvió el favor visitando Teherán y firmando 11 acuerdos
comerciales con el nuevo presidente iraní Majmoud Ajmadineyad. Al recibir la Gran
Medalla de Honor de la República Islámica de Irán, Chávez anunció que “nosotros
(Venezuela) estamos con Irán en cualquier momento, en cualquier situación”. Fábricas de
propiedad iraní comienzan a construir tractores y automóviles en Venezuela, y la
compañía petrolera estatal iraní Petropars ha manifestado interés por ayudar al país
sudamericano a expandir la producción.
Al alinear más de cerca sus intereses con Irán, Chávez corre el riesgo de aislar a
aquellos aliados latinoamericanos cuya cooperación y apoyo son más vitales para su

32
proyecto hemisférico. Por ahora sus lazos económicos con Teherán no se comparan en
absoluto con la importancia de su comercio con Estados Unidos, China u otras naciones
latinoamericanas. Toda alianza internacional que cause tirantez en esas relaciones podría
ser insostenible. Estados Unidos debe buscar el apoyo de otros gobiernos
latinoamericanos para advertir a Chávez que mantenga su flirteo con Teherán dentro de
límites aceptables, como es excluir la cooperación militar o nuclear.

33
RECOMENDACIONES PARA LA POLÍTICA ESTADOUNIDENSE

El presidente Chávez se perfila para ganar las elecciones de diciembre de 2006 sobre el
candidato opositor Manuel Rosales. Como los precios del petróleo muestran pocos
indicios de un descenso prolongado, se puede esperar que los líderes venezolanos
prosigan con la largueza que ha ayudado a realzar su posición política desde 2003. La
propuesta de un referendo para abolir los actuales límites constitucionales a la reelección
plantea la perspectiva de que, a menos que la oposición pueda organizar un desafío
exitoso, Chávez podría permanecer en el cargo por tiempo indefinido. Pese a no haber
logrado un asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU, también es probable que
continúe buscando un papel prominente, de hecho dominante, como una voz que canalice
el persistente sentimiento antiestadounidense en América Latina y en todo el mundo en
desarrollo.
En un esfuerzo por atenuar la retórica de confrontación que llegaron a tener hacia
el régimen de Chávez, los funcionarios del gobierno de Bush han comenzado a enfocar
sus críticas en cierto número de áreas sustanciales: narcóticos, terrorismo, derechos
humanos y democracia. Según un informe del Departamento de Estado de 2006, el
gobierno chavista “no coopera del todo” con los esfuerzos antiterroristas de Estados
Unidos. En otro documento, esa dependencia sostiene que Venezuela ha “fallado en
forma demostrable” en detener el paso de drogas ilícitas por su territorio, promulgar
legislación contra el lavado de dinero y colaborar con funcionarios antinarcóticos
estadounidenses. Estados Unidos ha intentado evitar que otras naciones, como España y
Brasil, vendan armas a Venezuela, en especial las que tengan contenido o tecnología
estadounidenses. Funcionarios de la Casa Blanca también han criticado “el deterioro de
las instituciones democráticas” en Venezuela, y emitieron una certificación de “intereses
nacionales vitales” que autoriza al gobierno estadounidense a financiar grupos de

34
oposición, en particular por conducto de la Oficina de Iniciativas de Transición de
USAID.16
Por desgracia, a causa del beneficio que ahora el gobierno de Chávez emana de la
oposición a Estados Unidos, y de la mala sangre que persiste a raíz del golpe de 2002, la
perspectiva de que tales determinaciones influyan en realidad sobre la política venezolana
es remota. Además, como ni Estados Unidos ni Venezuela parecen dispuestos en esta
etapa a permitir que las tensiones bilaterales pongan en riesgo los nexos comerciales con
el sector energético y más allá de él, el gobierno estadounidense tiene poca influencia en
el corto plazo para alterar las estrategias políticas y económicas del régimen de Chávez.
Por la misma razón, Chávez está limitado para adoptar acciones que puedan hacer
peligrar sus vínculos económicos vitales con el mercado estadounidense.

RETÓRICA Y CAMBIO DE RÉGIMEN

A causa de la naturaleza fungible de los mercados petroleros, la ineficacia de las


sanciones económicas como instrumento de política exterior, y la credibilidad dañada de
Estados Unidos dentro de Venezuela y en América Latina, una política de cambio de
régimen no es convincente ni tampoco una opción sensata. Después de todo, el jefe de
Estado venezolano ha sido elegido y reelegido con justicia. La oposición venezolano no
parece lo bastante fuerte para deponerlo por medios legales o extralegales. Además, es
muy poco probable que los vecinos de Venezuela y las instituciones en las que están
agrupados, como la OEA, apoyen cualquier esfuerzo estadounidense por desestabilizar a
Chávez. Por consiguiente, Estados Unidos haría bien en evitar la percepción de que está
más interesado en aislar y contener a Venezuela que en manejar de manera pragmática
los temas bilaterales con Caracas y atender los dilemas socioeconómicos de la región en
su conjunto.

16
Ver Departamento de Estado de Estados Unidos, Country Reports on Terrorism 2005, emitido en abril de
2006; Casa Blanca, “Memorandum for the Secretary of State: Presidential Determination on Major Drug
Transit or Major Illicit Drug Producing Countries for Fiscal Year 2007”, comunicado de prensa núm. 2006-
24, 15 de septiembre de 2006; Departamento de Estado de Estados Unidos, 2005 Country Reports on
Human Rights Practices, emitido en marzo de 2006.

35
• El presidente Hugo Chávez se nutre de los temores venezolanos de intervención
política o militar estadounidense. Por esta razón, el gobierno de Bush y su sucesor
deben dejar en claro que Estados Unidos no tiene intención de intervenir por la
fuerza en Venezuela, ni en forma abierta ni encubierta. Tal seguridad disminuiría,
aunque no extinguiría, la probabilidad de las afirmaciones de Chávez al contrario
y daría algo de espacio a una diplomacia pública positiva.
• La Casa Blanca y el Departamento de Defensa, de hecho todos los funcionarios
del Poder Ejecutivo estadounidense, deben secundar al Departamento de Estado
en continuar moderando la retórica utilizada para caracterizar a Venezuela, a su
jefe de Estado y funcionarios públicos. Los funcionarios estadounidenses deben
abstenerse de usar retórica con la cual puedan inferirse caricaturas o epítetos
ofensivos.
• Hay la percepción de que Estados Unidos se opone activamente a la reelección de
Chávez en la contienda presidencial del 3 de diciembre de 2006 y que trabaja de
consuno con el candidato opositor, Manuel Rosales. Washington debe esforzarse
por ser visto como parte neutral en la contienda, alentando a la vez a la oposición
y a las fuerzas chavistas a ejercer a plenitud su derecho a votar.
• La USAID, el NDA, el IRI y todos sus becarios en Venezuela y fuera de ella
deben ser sujetos a escrupulosa supervisión y escrutinio con el fin de garantizar la
naturaleza no partidista y los compromisos constitucionales de sus actividades en
Venezuela.

ASUNTOS BILATERALES

El beneficio político interno y el prestigio internacional que el presidente Chávez gana


como prominente opositor a Estados Unidos bien podría, aun después de la elección, ser
mayor que los beneficios que percibe de tener vínculos bilaterales de mayor cooperación
con Washington. Sin embargo, puede que aún sea posible procurar una relación
pragmática con Venezuela. Estados Unidos ha atendido con éxito sus asuntos bilaterales

36
con otros países cuyos gobiernos, de palabra o de obra, desafían sus intereses. El
comercio continuo actúa como un fuerte desincentivo en contra de una escalada más
dramática del conflicto.
Estados Unidos y Venezuela pueden buscar de manera fructífera negociaciones en
varios asuntos de interés mutuo, entre ellos seguridad regional y fronteriza, medio
ambiente, inmigración, drogas, terrorismo y propagación de enfermedades infecciosas.
La respuesta del gobierno venezolano a propuestas de diálogo bilateral ofrecerá un
importante barómetro de si Chávez está preparado a encontrar un terreno común con
Estados Unidos.

• Luego de la elección presidencial de diciembre de 2006, el gobierno de Bush debe


ofrecer sostener conversaciones de nivel operativo con funcionarios venezolanos
en una variedad de asuntos bilaterales específicos, como seguridad fronteriza,
energía, drogas y salud pública. Este gesto de Washington ayudaría a demostrar a
la región que Estados Unidos intenta trabajar de manera pragmática con Caracas,
pese a la retórica de Chávez. Si Caracas rechaza la apertura, Estados Unidos
estará en una posición más fuerte para convencer a otras naciones de que Chávez
es culpable de que no se reduzcan las tensiones.
• Se debe invitar a Venezuela a participar en un diálogo regional sobre seguridad
energética. Una organización como el Foro de Cooperación Energética del
Hemisferio Occidental, propuesta delineada en la Ley de Diplomacia y Seguridad
Energética de 2006, que aún no se aprueba, podría permitir a ambas partes
reanudar sus dilatadamente estancadas negociaciones sobre intereses energéticos
comunes.
• También se debe invitar a Venezuela a participar en el programa del Banco
Interamericano de Desarrollo para apoyar la energía sustentable y el desarrollo de
biocombustible en América Latina.

37
DIÁLOGO REGIONAL

Moderar la retórica, investigar la imparcialidad de los programas estadounidenses de


apoyo a la democracia y proponer conversaciones bilaterales ayudará a Estados Unidos a
disipar la percepción de que sus políticas son guiadas por el fervor partidista y no por el
pragmatismo con base en principios. Esto no significa, sin embargo, que deba conceder
carta blanca a las autoridades venezolanas. La humillante derrota de los esfuerzos de
Caracas por lograr un asiento en el Consejo de Seguridad a la ONU ha dañado su
credibilidad internacional y atenuado temporalmente el volumen de su diplomacia
internacional. Sin embargo, los funcionarios estadounidenses deben continuar vigilando
de cerca el ambiente político venezolano y sus vínculos internaciones, en particular con
Irán. Como la influencia unilateral de Estados Unidos en el país es tan limitada, la mejor
forma de procurar que sus intereses no se vean amenazados en forma directa es aplicar
una estrategia diplomática que busque movilizar apoyo regional para restringir las
acciones de Chávez en el futuro.

• Estados Unidos debe abrir una negociación con otros líderes regionales, como
Brasil, Chile, Argentina y México, sobre la manera de responder en caso de que
Chávez cruce ciertas “líneas rojas” en su política interna o exterior. Si bien será
difícil lograr consenso regional sobre líneas rojas específicas —mucho menos en
cómo responder en caso de que se crucen—, sería un ejercicio útil explorar áreas
potenciales de acuerdo. Podría haber una oposición común a cualquier esfuerzo de
Chávez por reformar la constitución para permitir reelecciones ilimitadas, apoyar
la inestabilidad en países vecinos o desarrollar una relación militar con Irán. La
existencia de este diálogo regional podría ayudar a desalentar a Chávez de adoptar
acciones inaceptables y prepararía el camino para una respuesta conjunta en caso
de que diera pasos que causaran una crisis en Venezuela o en la región.
• El potencial de que tal apertura tenga éxito depende en gran medida del tono con
el que Estados Unidos se acerque a sus socios regionales. Las conversaciones
deben ser de índole exploratoria y realizarse con espíritu de respeto mutuo. Cierto,
Estados Unidos podría enfrentar una batalla cuesta arriba para convencer a

38
algunos países de que les interesan las conversaciones de esta naturaleza, en
especial naciones que tienen vínculos económicos significativos con Venezuela.
Esta iniciativa podría lograr resultados positivos sólo si se da en forma simultánea
con un cambio más amplio en el enfoque de Washington hacia América Latina.

POLÍTICA DE ESTADOS UNIDOS HACIA AMÉRICA LATINA

En una región que tiene desconfianza histórica del poderío estadounidense, el difundido
escepticismo hacia la política exterior estadounidense y el reciente descenso de la
autoridad moral de Washington confiere especial urgencia a que Estados Unidos trabaje
para atender los principales problemas de América Latina: pobreza, inseguridad,
polarización política y crisis de gobernabilidad. Como sostuvo en 2004 la Comisión
Andes 2020 del Centro para la Acción Preventiva del Council on Foreign Relations, una
política inteligente de Estados Unidos hacia la región andina —Venezuela, Colombia,
Ecuador, Perú y Bolivia— debe equilibrar mejor las agendas pro democracia y
antinarcóticos con iniciativas dirigidas a reducir la exclusión social y la desigualdad. Los
mismos principios pueden y deben aplicarse a América Latina en su conjunto.
Lograr un objetivo tan difícil requerirá enfoques innovadores y flexibles hacia el
libre comercio y el nacionalismo de los recursos, así como la disposición a trabajar de
cerca con socios hemisféricos —Brasil, Argentina y México por nombrar unos cuantos—
que se mantienen abiertos a esfuerzos de integración socialmente responsables. El
Congreso estadounidense debe evaluar la utilidad de invertir miles de millones de dólares
en la guerra contra las drogas al tiempo que considere ajustes a los criterios de la Cuenta
del Desafío del Milenio, de modo que comunidades pobres de países de ingreso medio
puedan recibir ayuda. Una estrategia más eficaz implicaría mayor flexibilidad en la
asignación de contratos de ayuda y otros tipos de asistencia, de modo que empresas
locales, y no sólo firmas y entidades estadounidenses, puedan participar en la licitación.
También es necesario renovar el diálogo público sobre la asistencia de ajuste y otras
medidas de justicia que puedan acompañar a los acuerdos de libre comercio para
contrarrestar las inevitables dislocaciones que los pequeños productores, sobre todo

39
agrícolas, tendrán que enfrentar. Por último, los funcionarios gubernamentales deben
entender el impacto que la percepción de injusticia en las políticas de inmigración de
Estados Unidos tiene sobre la credibilidad estadounidense en todo el hemisferio. A largo
plazo, esta estrategia ayudará a reducir el atractivo de líderes como Chávez.

40
CONCLUSIÓN

El presidente Chávez prospera en el conflicto con Estados Unidos. Su popularidad interna


se vincula directamente con su éxito en otorgar a los venezolanos pobres las mejoras de
bienestar social que estuvieron ausentes durante mucho tiempo. Aunque limitado, el
atractivo regional de Chávez proviene de un discurso que pone énfasis en la desigualdad,
la pobreza y la justicia social. Pese al teatro político chavista, su capacidad de dañar los
intereses de Estados Unidos es en realidad muy limitada. Su economía depende en gran
medida del acceso a los mercados estadounidenses, en particular los petroleros. De
hecho, el mayor beneficiario de los fuertes lazos comerciales de Venezuela con Estados
Unidos es el propio gobierno venezolano, que tiene el control directo de PDVSA. Si bien
Chávez borda sobre el sentimiento antiestadounidense en la región, los electorados
latinoamericanos se resisten a la intervención externa de cualquier persona, incluso de
individuos de ideología antiestadounidense y atractivamente opuesta a los poderes
establecidos. Otros líderes regionales sirven de importantes contrapesos al populismo
chavista y no quieren ver un incremento de tensiones entre Estados Unidos y Venezuela
disparado por las provocaciones de Caracas.
Para tratar con Chávez, Estados Unidos necesita una estrategia tanto a largo como
a corto plazo. A corto plazo, debe verse en la región como alguien que pasa por alto los
dramas de Chávez y procurar trabajar con pragmatismo en temas de interés bilateral y
regional, como la seguridad energética, el terrorismo, la reducción de la pobreza, el
medio ambiente y la propagación de enfermedades infecciosas. Al ofrecerse a expandir
las negociaciones bilaterales a nivel de trabajo con Caracas luego de la elección
presidencial de 2006, Washington gana en cualquier caso: sea que Chávez acepte o
rechace la apertura hacia la “paz”. Tal enfoque práctico, aun si no produce resultados
significativos, puede hacer que los gobiernos latinoamericanos se muestren más
dispuestos a trabajar en colaboración con Estados Unidos en un esfuerzo por trazar un
conjunto claro de fronteras que no se permitirá cruzar a Venezuela.
A largo plazo, Estados Unidos necesita enfrentar los problemas subyacentes de
desigualdad y pobreza que alimentan el atractivo de Chávez. Restaurar el liderazgo

41
estadounidense requerirá un cambio significativo en la forma en que Estados Unidos
expresa su visión de la región andina y de América Latina en su conjunto. Es imperativo
que funcionarios del gobierno estadounidense comiencen a reconocer en forma directa y
abierta las profundas divisiones sociales que la mayoría de los latinoamericanos enfrentan
hoy en día. Sólo al atacar de raíz las causas de la desigualdad que alienta el
involucramiento de Chávez en los asuntos de estados frágiles puede Estados Unidos
recuperar credibilidad como abogado de la democracia en el hemisferio.

42
ACERCA DEL AUTOR

Richard Lapper ha sido editor sobre América Latina del Financial Times desde mayo de
1998, encargado de orientar la cobertura sobre América Latina tanto en la edición
impresa como en línea. Escribe la mayoría de los editoriales del Financial Times relativos
a la región; edita y a menudo escribe la “Agenda Latinoamérica”, columna semanal de
análisis político, y es colaborador frecuente en las páginas de información especial del
periódico. Ingresó a Financial Times en 1990 y fue corresponsal de seguros, redactor de
mercados de capital y redactor de noticias financieras antes de asumir su cargo actual. Ha
tenido una larga relación con América Latina; hizo su debut en el periodismo en 1980
como corresponsal en América Central de la Latin America Newsletter, con sede en
Londres, y más tarde escribió sobre una amplia variedad de temas relativos a finanzas y
desarrollo en publicaciones como Economist Intelligence Unit, South Magazine y
Caribbean Insight. Radica en São Paulo, Brasil, y viaja con frecuencia dentro de la
región y en Estados Unidos.

43
DECLARACIÓN DE LA MISIÓN DEL CENTRO
PARA LA ACCIÓN PREVENTIVA

El Centro para la Acción Preventiva (CAP) busca ayudar a prevenir, desactivar o resolver
conflictos letales en el mundo y expandir el cuerpo de conocimiento sobre la prevención
de conflictos. Para ello crea un foro en el cual representantes de gobiernos, organismos
internacionales, organizaciones no gubernamentales, corporaciones y sociedad civil
pueden reunirse para desarrollar estrategias operacionales y oportunas para promover la
paz en situaciones específicas de conflicto. El centro se enfoca en conflictos en países o
regiones que afectan intereses estadounidenses, pero que de otro modo podrían pasar
inadvertidos; donde la prevención parece posible, y cuando los recursos del Council on
Foreign Relations pueden significar una diferencia. Con ese fin:

• Reúne Comisiones de Acción Preventiva Independiente, integradas por miembros


del CFR, empleados del mismo y otros expertos. Las comisiones conciben una
estrategia práctica y realizable de prevención de conflictos, confeccionada a la
medida de los hechos del conflicto particular.
• Emite Informes Especiales del CFR para evaluar y responder con rapidez a
situaciones de conflicto en desarrollo y formular recomendaciones oportunas y
concretas sobre políticas que el gobierno estadounidense, la comunidad
internacional y actores locales puedan utilizar para limitar el potencial de
violencia letal.
• Compromete al gobierno estadounidense y a los medios informativos en Estados
Unidos en esfuerzos de prevención de conflictos. El personal del centro y los
miembros de la comisión se reúnen con funcionarios gubernamentales y
miembros del Congreso de Estados Unidos para enterarlos de los hallazgos y
recomendaciones del CAP; facilitar contactos entre funcionarios estadounidenses
y actores locales y externos absolutamente necesarios, y crear conciencia entre los
periodistas sobre posibles focos de conflicto en el mundo.

44
• Construir redes con organizaciones e instituciones internacionales para
complementar y aumentar la influencia establecida del CFR sobre la arena
política estadounidense e incrementar el impacto de las recomendaciones del
CAP.
• Aportar una fuente de pericia sobre prevención de conflictos que comprende
investigación, estudios de caso y enseñanzas aprendidas de conflictos pasados que
políticos y ciudadanos privados pueden utilizar para prevenir o mitigar futuros
conflictos letales.

45
COMITÉ CONSULTOR DEL CENTRO PARA LA ACCIÓN
PREVENTIVA

John W. Vessey Jr. George A. Joulwan


GENERAL, USA (RET.); GENERAL, USA (RET.);
PRESIDENTE, COMITÉ CONSULTOR ONE TEAM, INC.
DEL CAP
Jane Holl Lute
Morton I. Abramowitz UNITED NATIONS
THE CENTURY FOUNDATION
Vincent A. Mai
Peter Ackerman AEA INVESTORS INC.
ROCKPORT CAPITAL, INC.
Margaret Farris Mudd
Patrick M. Byrne FINANCIAL SERVICES VOLUNTEER CORPS
OVERSTOCK.COM
Kenneth Roth
Antonia Handler Chayes HUMAN RIGHTS WATCH
TUFTS UNIVERSITY
Barnett R. Rubin
Leslie H. Gelb NEW YORK UNIVERSITY
COUNCIL ON FOREIGN RELATIONS
Julia Vadala Taft
Joachim Gfoeller Jr.
G.M.G. CAPITAL PARTNERS, L.P. Robert G. Wilmers
MANUFACTURERS & TRADERS
Richard N. Haass TRUST CO.
COUNCIL ON FOREIGN RELATIONS
James D. Zirin
David A. Hamburg SIDLEY AUSTIN, LLP
CORNELL UNIVERSITY MEDICAL
COLLEGE

John G. Heimann
FINANCIAL STABILITY INSTITUTE

46
INFORMES ESPECIALES DEL CONSEJO (CSR) RECIENTES
PATROCINADOS POR EL COUNCIL ON FOREIGN RELATIONS
Reforming U.S. Patent Policy: Getting the Incentives Right
Keith E. Maskus; CSR núm. 19, noviembre de 2006

Foreign Investment and National Security: Getting the Balance Right


Alan P. Larson y David M. Marchick; CSR núm. 18, julio de 2006

Challenges for a Postelection Mexico: Issues for U.S. Policy


Pamela K. Starr; CSR núm. 17, junio de 2006 (sólo en Web) y noviembre de 2006

U.S.-India Nuclear Cooperation: A Strategy for Moving Forward


Michael A. Levi y Charles D. Ferguson; CSR núm. 16, junio de 2006

Generating Momentum for a New Era in U.S.-Turkey Relations


Steven A. Cook y Elizabeth Sherwood-Randall; CSR núm. 15, junio de 2006
Peace in Papua: Widening a Window of Opportunity
Blair A. King; CSR núm. 14, marzo de 2006
Neglected Defense: Mobilizing the Private Sector to Support Homeland Security
Stephen E. Flynn y Daniel B. Prieto; CSR núm. 13, marzo de 2006
Afghanistan’s Uncertain Transition From Turmoil to Normalcy
Barnett R. Rubin; CSR núm. 12, marzo de 2006
Preventing Catastrophic Nuclear Terrorism
Charles D. Ferguson; CSR núm. 11, marzo de 2006
Getting Serious About the Twin Deficits
Menzie D. Chinn; CSR núm. 10, septiembre de 2005
Both Sides of the Aisle: A Call for Bipartisan Foreign Policy
Nancy E. Roman; CSR núm. 9, septiembre de 2005
Forgotten Intervention? What the United States Needs to Do in the Western Balkans
Amelia Branczik y William L. Nash; CSR núm. 8, junio de 2005
A New Beginning: Strategies for a More Fruitful Dialogue with the Muslim World
Craig Charney y Nicole Yakatan; CSR núm. 7, mayo de 2005
Power-Sharing in Iraq
David L. Phillips; CSR núm. 6, abril de 2005
Giving Meaning to “Never Again”: Seeking an Effective Response to the Crisis in Darfur and
Beyond
Cheryl O. Igiri y Princeton N. Lyman; CSR núm. 5, septiembre de 2004

Para comprar una copia impresa, favor de llamar a la Brookings Institution Press: 800-537-
5487.
Nota: Los Informes Especiales del Consejo pueden bajarse del sitio web del Consejo, CFR.org.
Para mayor información, comunicarse a publications@cfr.org.

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