A mis amigos y amigas y a las hermanas y hermanos solidarios con los empobrecidos de esta tierra

Carta 117 de la repatriación y reconstrucción Bajo Lempa, Usulután, 31 de mayo de 2010

NOTA PREVIA: llevo varias semanas teniendo problemas con internet y este es uno de los motivos de mi
retraso en escribirles. Hoy les envío esta carta tomando un camino alterno, otro, distinto del habitual,
para poder enviársela. Espero llegue a sus destinos, aunque sea con atrasos. La carta 116 la tenía escri-
ta un día antes de las inundaciones y tiene otros contenidos, y no la he enviado.

Alerta roja en todo El Salvador. Inundaciones to-
tales en las dos orillas del Bajo Lempa. Así ama-
necimos este lunes. Como en los mejores tiempos.
La tormenta tropical Ágata, centrada en las costas
del Pacífico guatemalteco, convertida en depresión
tropical al penetrar en el territorio, ha afectado de
lleno además de a Guatemala, también a El Salva-
dor y Honduras. El 90 % del territorio nacional de
El Salvador ha sido declarado zona vulnerable du-
rante estos días. El viernes 28, sábado 29 y domin-
go 30 permanecimos en diferentes alertas hasta
que el presidente Funes decretó ya la última alerta,
la alerta roja el sábado en la noche. Los estragos
por todo el país han sido abundantes, como pueden
imaginar. Aunque las víctimas humanas han sido
mínimas en relación a las dimensiones del desastre
y en relación a desastres anteriores, tan sólo nueve
oficialmente.
En el Bajo Lempa nuestro el crecimiento del agua
del río era la gran amenaza. Desde la presa última
iban dejando caer cada vez más agua. Según expe-
riencias acumuladas anteriores, al llegar a los
4500 metros cúbicos por segundo ya teníamos in-
undaciones generalizadas. Mi gran sorpresa fue
que todo el domingo 30 lo pasamos, primero con
5000 y, del mediodía abajo, con seis mil metros cú-
bicos por segundo, y las bordas o barreras de tie-
rra levantadas a la orilla del río aguantaron esta
enorme cantidad de agua. Al mismo tiempo se
anunciaba que l a depresión tropical disminuía su
intensidad. Parecía que esta vez nos habíamos li-
brado bastante bien al lado de otras zonas del
país. Parecido a lo sucedido el 7 de noviembre últi-
mo con la tormenta Ida, que afectó a algunos luga-
res concretos de El Salvador, como la cercana
cuenca del río Jiboa pero no a nosotros.

A decir verdad, la parte última del territorio, la

más cercana a la desembocadura del río Lempa en
el océano Pacífico, ya estaba llena. Como alguien
se comió parte del dinero que el gobierno japonés
había donado para la reparación de las bordas en
toda la orilla oriental, la nuestra de Usulután, los
diez km últimos quedaron sin hacer, y las comuni-
dades de Los Lotes y Babilonia se llenaron una vez
más. Sus gentes tuvieron diversas soluciones: algu-
nos fueron evacuados a albergues de la zona con-
struidos por la cruz roja, otros se fueron en lan-
El Marío, 31 mayo 2010, 6 de la mañana. La calle o carreter- chas hacia islas cercanas, otros salieron como pu-
a de la foto es más alta que las viviendas que quedan cerca dieron a alguna comunidad vecina no inundada,
de ella y que resultaron totalmente anegadas, lo mismo que
otros, en fin, se subieron a los tejados o algunos
los campos de cultivo.
árboles para vigilar sus pertenencias.

A las 2 horas del lunes, antes de la madrugada in-

cluso, rompió el Lempa por la mitad del caserío de
nuestros lugares, por El Marío y se iniciaron las
evacuaciones de las comunidades de aquella zona
bien poblada. En la mañana de este lunes el agua
llegó a Nuevo Amanecer y El Zamorán por su par-
te occidental, la que se dirige al río, al comienzo
de nuestra zona por la parte de llegada desde la
carretera litoral. Un poco más tarde anunciaban la
llena de las comunidades más al sur, cercanas a la
bahía, como Las Mesas y La Canoíta y otras ale-
dañas. Tan sólo las que se encuentran un poco más
metidas, como Ciudad Romero, Nueva Esperanza o
La Limonera se libraron de la llena. Y eso que el
dreno o canal que recorre Ciudad Romero también
se llenó y algunas cas más cercanas al mismo hubo
de desalojarlas. Tampoco se inundaron, pese a la
cercanía del río, La Canoa y Amando López.
Y en esas estamos. En plena atención a los eva-
cuados. La mayoría de la gente ha quedado en la
calle o carretera que pasa por el centro de la zona
y que está algo levantada. Sólo algunas mujeres y
niños llegaron a albergues, como el de Ciudad
Romero, El Angel o la escuela de El Marío que
pronto quedó desalojada, pues también se inunda-
ron su patio u alrededores.
Como saben, estamos bien organizados. Las comis-
iones de prevención han funcionado, aunque de
nada nos ha valido al final, por la enorme cantidad
de agua despachada desde la presa última del
Lempa, la 15 de setiembre. El servicio de salud de
parte del Ministerio ha funcionado mejor que nun-
ca antes. Tenemos a tres doctoras que trabajan en
la zona al frente de unidades de salud con su per-
sonal adscrito en plena acción. Policía, ejército,
cruz roja y otros servicios de seguridad y salva-
mento se hallan presentes junto a los que mantie-
nen las propias comunidades. A través de las her-
manas religiosas y de otras gentes de nuestra igle-
sia que participan, también están apoyando de
lleno en las tareas de sobrevivencia. Fueron varios
los albergues temporales que se abrieron para pro-
teger a refugiados, en particular mujeres con niñas
y niños y personas de edad avanzada. De todas
formas el desastre es total, como en otros tiempos,
los de los huracanes Mitch (1998) y Sten (2005).
Cuando les escribo estamos en plena inundación
todavía y faltará para evaluar las pérdidas, prin-
cipalmente de cosechas y utensilios domésticos,
como camas, alimentos, y algunos recursos elec-
trodomésticos que hubiera en algunas viviendas.
Pero como ya estamos acostumbrados y estos
desbordamientos del río Lempa forman parte de
nuestra cultura e identidad, seguimos adelante.
Por otros medios encontrarán más informaciones.
También en la página o portal web en internet de
ACUDESBAL que reanudamos estos días de nuevo.
Aunque esto de las inundaciones y otras desgracias
equivalentes se han constituido en tema recurrente
en muchos países y ya no resulta más que una in-
formación más. Aquí en el Bajo Lempa forma parte
de nuestra cultura cotidiana. Lo que sucede es que
ya han anunciado unas quince tormentas tropicales
y huracanes, en total, procedentes del Atlántico
para esta temporada del año 2010. Y las del océa-
no Pacífico, que suelen ser tres o cuatro al año,
para este 2010 ya han puesto la cifra de doce.
Estas son las que les ponen nombres porque son
fuertes, porque otras de menor intensidad las
tendremos en abundancia este año.
Les saluda su hermano Angel AQ