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ARISTOTELES Y EL PRINCIPIO DE (NO)CONTRADICCION: FUNDAMENTACION TEORICA Y PRACTICA JORGE ALFREDO ROETTI ‘A theoretical dialogue demands the validity of at least the weak form of the principle of (non) contradiction as a pragmatic-trascendental condition. The practical dialogues require the strong form of the above mentioned principle as such a pragmatic necessary condition. This pa- per displays shorily the problems of foundation of the different forms of the principle and discusses their application domains. 1, Consideraciones preliminares. La fundamentacién del principio de (no) contradiccién, que abreviamos pnic, se discute al menos desde los tiempos de Aristé- teles. Aqui evitaremos todo examen minucioso de su historia y de su situacién actual y tampoco intervendremos en la disputa acerca de si algunas interpretaciones de los intentos aristotélicos de fun- damentacidn son correctas 0 requieren una revision, pues seria re- dundante, considerando la bibliografia disponible. Mencionare- mos sin embargo un momento culminante de Ia critica a los in- tentos del Estagirita de fundamentar el pnc, como fue la mono- grafia de Lukasiewicz Sobre el principio de contradiccion en Aristételes (O zasadzie sprzecznosci u Arystotelesa) de 1910'. En "CE J, Lukasiewicz, “Uber den Satz des Widerspruchs bei Aristoteles”, Bulletin International de I'Academie des Sciences de Cracovie (1910), (se cita por la nueva edicién en el primer volumen de la serie Zur modernen Deutung der Aristotelischen Logik, 1982), peto se conserva la paginacién de la primers traduccién alemana (cit. Zur modernen, 1), Hasta 1993 disponiamos solamente del resumen en alemn del propio autor (la traduccién inglesa de Wedin que no es recomendable), cuando fue publicada la traduccién alemana de la monogra- fia completa: J. Lukasiewicz, Uber den Satz des Widerspruchs bei Aristoteles (nueva edicién en el quinto volumen de la serie Zur moclernen Deutung der Anuario Filosdfico 1999 (32) 157-190 157 JORGE ALFREDO ROETTI un trabajo citado en la bibliografia comentamos algunos impor- tantes resultados de esa monografia y mostramos algunas de sus imperfecciones’. En trabajos precedentes propuse una fundamen- tacion dialdgica de indole pragmatica-trascendental del prc teéri- co. En éste expongo una versién resumida de aquélla y agrego una fundamentaci6n similar para las formas practicas del princi- pio. El resultado es que en el ambito tedrico sélo ser fundable una forma deébil del pne (“Va(aa—a)), que denominamos pne;, en tanto que en el dmbito practico es posible fundar formas fuertes, como la teérica pre; (Wa-{an-u))’, ademas de las dednticas (pned, y pnd). Los pasajes aristotélicos mas famosos relativos al pric son, pa- ra su formulacién ontolégica, Mer. T 3, 1005b19-20 “es imposi- ble que lo mismo convenga y simultaneamente no convenga a lo mismo bajo el mismo respecto™, y Met. B 2, 996b30: “es imposi- ble que algo sea y no sea simultaneamente”’, para la formulacién légica Met. T 6, 1011b13-14: “el principio ‘enunciados contradic- ‘torios no pueden ser simultaneamente verdaderos’ es el mas se- Aristotelischen Logik, ed. N. Offenberger, Hildesheim, 1993) (cit. Zar moder- nen, V). ? Cf. LA. Roetti, “Lukasiewicz und der Satz vom Widerspruch: einige Kom- mentare und kritische Bemerkungen” (cit. “Lukasiewicz"), en N. Offenberger / AG. Vigo, (eds.): Siidamerikanische Beitréige zur modernen Deutung der Ari- stotelischen Logik, Hildesheim/Ziirich/New York, 1997 (Zur modernen Deu- tung der Aristotelischen Logik, vol. 7), 261-287. * a,b, ... designan variables de enunciado, 3a y Va las cuantificaciones existen- cial y universal sobre dominios de enunciados admitidos, por ejemplo mediante alguna definicién recursiva aceptable. Se admiten cuantificaciones de enuncia- dos, como las del “‘calculo proposicional extendido” (Russell 1906, “theory of implication”) y el “erweiterter Aussagenkalill” (Lukasiewicz-Tarski 1930). Cf. A. Church, /ntroduction to Mathematical Logic, Princeton, University Press, 1956, 151-152. “<6 yop adtd Ga dmepyeww te Kai jr} Ondpye addvatov 1 adtH wal Kereée 28 ovtd. 5 aS bvertov Gpo etvan Kei jai) etvar. 158 ARISTOTELES ¥ EL PRINCIPIO DE (NO) CONTRADICCION guro entre todos”, y para la psicolégica Met. T 3, 100Sb23-26: “Nadie puede creer que lo mismo sea y no sea [simulténeamen- te], como, segiin algunos, habria dicho una vez Heraclito””. Las debilidades de la versi6n psicolégica del pnc son evidentes’. Lu- kasiewicz concluye correctamente que, el prc psicoldgico (a) no se puede demostrar a priori (seria a lo sumo una ley experimental inductiva); (b) no se ha demostrado empiricamente; (c) es muy discutible que se pueda demostrar alguna vez: al menos desde Heraclito la historia de la Filosofia esta llena de ejemplos de con- tradicciones que han sido sostenidas con plena conciencia’. Esto nos libera de discutirlo una vez mas. Las formulaciones ontoldgi- ca y ldgica del pne son en cierto sentido equivalentes'”. Como es notorio, luego de admitir su indemostrabilidad el Fi- lésofo emprende dos vias indirectas de justificacién del pne, substitutos de una demostracién directa, denominadas elénetica y n PePonotétn S6Ea nad v6 jn etvar GAnets dua tig averxepé- vars pacers, 7 @Bbvatov yap dvrvody tadtoy dxohapPavery etvor Kai i evar, Kadanep ties oiovtat Aéyetv “Hpaxdertov. ® |. Lukasiewicz, Zur modernen, I, 19-20 y Zur modernen, V, caps. IV y V. ° J. Lukasiewicz, Zur modernen, 1, 21 y Zur modernen, V, 40-41. Alli cita el famoso pasaje de Hegel: “Algo se mueve no porque esté en este ahora aqui y en otro ahora alli, sino porque esté en un mismo ahora aqui y no aqui, porque en este aqui est y no esta simultineamente. Se debe conceder a los antiguos dia- Iécticos las contradicciones que revelaron en el movimiento, pero de ello no se sigue entonces que no exista el movimiento, sino mas bien que el movimiento es la contradiccién existente”. (“Es bewegt sich etwas nur, nicht indem es in diesem Jetzt hier und in anderm Jetzt dort, sondem indem es in einem und demselben Jetzt hier und nicht hier, indem es in diesem Hier zugleich ist und nicht ist. Man muB den alten Dialektikem die Widerspriiche zugeben, die sie in der Bewegung aufzeigen, aber daraus folgt nicht, da8 darum die Bewegung nicht ist, sondem vielmehr, daB die Bewegung der daseyende Widerspruch ist"), G.WF. Hegel, Wissenschaft der Logik, Hamburg, 1975, libro 2, seccidn 1, cap. 2, C, nota 3. Cf. también G.W.F. Hegel, nota 5 y 58-59; J.A. Roetti, “Lu- kasiewicz”, 50-51 '° J Lukasiewicz, Zur modernen, I, 18. 159 JORGE ALFREDO ROETIT apagogica'', Las demostraciones apagégicas son consideradas habitualmente como muy verosimiles. Son los argumentos en Met. T 4, 1007b18-21, Met. 4, 1008a28-30 y Met. 4, 1008 12-19", que empero contienen dos errores ldgicos: petitio prin- cipii ¢ ignoratio elenchi. El primer error es notorio. El segundo es mas interesante: el Fildsofo intentaria demostrar -Va(a&-a) en lugar de Ya~{a&~a). Este desplazamiento del tema de demostra- cién se percibe claramente en el primer ejemplo de demostracién ad impossibile (Met. 4, 1007b18-21). La conclusién de Lukasie- wicz es “que al final de sus argumentaciones el Estagirita ya no se propone demostrar el principio de contradiccién en su forma universal, sino hallar al menos wna verdad absoluta y libre de contradiccién que fundamentaria la falsedad de la tesis contraria al principio de contradiccion ‘a todos los objetos conviene y no conviene la misma nota”. Ademas, los argumentos de Aristéte- les no son demostraciones, sino sélo argumentos verosimiles. Por lo demas, es notorio que el mismo Estagirita limité explicitamen- te la validez del pne, a th évtehexeiq Svtc, aunque su funda- mentacién fuera defectuosa, pero lo rechaz6 para t& Svvéper Svte, como lo testimonia el importante pasaje en Met. C5, 1009 a22-36 y esp. 35-36: “puesto que potencialmente lo mismo puede tener simulténeamente notas opuestas, pero no actualmente.” El pasaje Met. 5, 1010al-5 arroja atin mas luz sobre el tema: el mundo de las apariencias no es plenamente actual, sino en gran medida potencial; por lo tanto, se puede predicar de un ente sensi- "' Lacriticas a los argumentos eléncticos son exhaustivas, por lo que no retorna- mos sobre ellas. Cf. J. Lukasiewicz, Zur modernen, |, 26-7 y Zur modernen, V, cap. x y xi, 71-85 y 178-179 y J.A. Roetti, “Lukasiewicz”, 268-273, '? El ultimo de estos argumentos fixe tratado recientemente en forma extensa en A. Cassini, “La justificacién prictica del principio de no contradiccién en Aris- toteles”, Critica, xxii, 65 (1990), 57-72. " “da6 es dem Stagiriten am Ende seiner Ausfiihrungen nicht mehr darum geht, den Satz des Widerspruchs in seiner Allgemeinheit zu beweisen, sondem we- nigstens eine absolute und widerspruchsfreie Wahrheit aufzaifinden, welche die Falschheit der dem Satze des Widerspruchs kontrdr-entgegengesetzten These: “allen Gegenstinden kommt dasselbe Merkmal zugleich zu und nicht zu’, be- griinden wiirde”. J. Lukasiewicz, Zur modernen, I, 29. 160 ARISTOTELES ¥ EL PRINCIPIO DE (NO) CONTRADICCION ble, simultaneamente y bajo el mismo respecto, notas contradic- torias, en plena armonia con la metafisica aristotélica. Este es uno de los pasajes que permitié fundar la opinién de que Aristételes limité el dominio de validez del pne a los enunciados sobre subs- tancias, aunque no conste explicitamente dicha opinién. Por ello concluye Lukasiewicz: “Por lo tanto, debe sostenerse que el prin- cipio de contradiccién segun Aristételes no debe ser considerado como una ley ontolégica general, sino como una ley metafisica que debe valer en primer lugar para substancias y para la cual es al menos cuestionable si su dominio de validez también se extien- dea las apariencias”’, Ademis, considera posible que Aristételes hubiese percibido la posibilidad de una légica en la cual el pne fuese valido sélo con limitaciones. Una légica tal hoy se llama para-consistente. La interpretaci6n de Lukasiewicz de los argu- mentos de Aristételes respecto del pnc parece bastante razonable. El ldgico polaco afirma ademas que los objetos percibidos pare- cerian estar mas alla de la contradiccién. Ningun caso nos es co- nocido: “En general, es imposible suponer que encontremos algu- na vez una contradiccién en la percepcién; la negacién contenida en la contradiccién no es percibible. Las contradicciones real- mente existentes sélo pueden ser inferidas”"*, La contradiccion es '4 “Es mul demnach festgchalten werden, daB nach Aristoteles der Satz des Widerspruchs nicht als ein allgemein-ontologisches, sondern als ein metzphy- sisches Gesetz aufzufassen ist, das in erster Linie fiir Substanzen gelten soll, und von dem es zum mindesten fraglich ist, ob dessen Geltungsbereich sich auch auf Erscheinungen erstreckt". J. Lukasiewicz, Zur madermen, 1, 31. Véase también nota 1, 31, 15-16 y 37-38. 'S “Ee ist iibethaupt unmdglich anzunchmen, da wir je einem Widerspruch in der Wahmehmung begegnen sollten; die Negation, die im Widerspruche steckt, ist ja nicht wahmehmbar, Wirklich existierende Widerspriiche knnten nur er- schlossen werden”. J. Lukasiewicz, Zur modernen, 1, 36. En esto no coinciden Lukasiewicz y Rogowski, Segin este tiltimo se percibe la contradiccién: “El movimiento es la representacién de la contradiccién”, o bien “la contradiccién existente y percibible” (“Il movimento é la rappresentazione della contradizio- ne”, “la contradizione esistente ¢ percipibile”). Cf. L.S. Rogowski, “La logica direzionale e la tesi hegeliana della contraddittorieta del mutamento”, en D. Marconi (ed.), La formalizzazione della dialettica, Torino, 1979, 135. Por cies- to, si se definiera al movimiento como la representacidn de la contradiccién, se 161 JORGE ALFREDO ROETT! aceptada como posible por Lukasiewicz al menos en el caso del cambio continuo, pero tal conjetura no es demostrable y posible- mente siempre se dispondria de medios teéricos para eliminar las contradicciones deducidas'*, Finalmente se podria decir que la critica de la monografia de Lukasiewicz nos muestra que también faces su intento de demostracién del pric; para el dominio ted- 7 En cambio, tanto para Arist6teles como para el ldgico po- Tas: la validez del pnc; seria esencial en, el dominio prictico, po- sicién también compartida por Rescher'®, Esta bien establecido podria concluir que la contradiccién es percibible: “definicién” circular y cues tionable. 'S J. Lukasiewicz, Zur modemen, I, 36: “Pero no se deberia olvidar que en el cambio continuo, al cual esti sometido incesantemente todo e! mundo, en el de- venir, generacién y corrupcién, se ha sospechado desde siempre contradiccio- nes. Que esas sospechas se comprucben alguna vez parece improbable; posible- mente se hallarin siempre medios y caminos para eliminar eventuales contra- dicciones inferidas. Sin embargo, jamés se podré decir con plena certeza que los objetos reales no contienen ninguna contradiccién. El hombre no ha creado el mundo y no esté en condiciones de penetrar sus secretos; él no es ni siquiera amo y sefior de sus propias creaciones conceptuales”. A.A. Sinowjew comparte esta opinion (cf. Uber mehrwertige Logik. Ein Abrif, Berlin/Braunschweig/ Basel, 1968, esp. 107-111). La solucién de Sinowjew es semejante a la adopta~ da en este trabajo. Nosotros distinguimos empero entre “contradiccién éntica” y “‘contradiccion légica”. Para cada especie de contradiccién se introduce el cor- respondiente negador. (En verdad hubiéramos debido introducir cuatro negado- res diferentes: el negador subcontrario u “éntico” ‘-' (Reichenbach 1944 y Slu- pecki 1964), el negador contrario 0 “‘intuicionista”'~’ (de Heyting 1930), el ne- gador simétrico ‘N* de Lukasiewicz, que permite definir los dos anteriores, y un negador “genuinamente I6gico” '~", que tomne valido al pnc). "CE J.A. Roetti, “Lukasiewicz”. '® a chiave del problema sta pit sul versante della prassi che su quello della teoria. E chiaramente impossibile per un agente essere contraddittorio nelle sue azioni~ fare e insieme non fare qualche atto particolare. (...] E allettante, ma del tutto sbagliato interpretare l'irrealizzabilita della contraddittorieta nel dominio della prassi come se implicasse la sua irrealizzabilita nella sfera della realté in generale”. N. Rescher, “Mondi possibili non standard”, en D. Marconi (ed.). Es- ta tesis es sostenida también, entre otros, por N.C.A. Da Costa, Ensaio sobre os fundamentos da logica, Si Paulo, 1980, passim (cit. Ensaio), 162 ARISTOTELES Y EL PRINCIPIO DE (NO) CONTRADICCION que los argumentos aristotélicos para el pnc, (Va-(a&—a)) y el prc (-Wala&-a)) son, yerosimiles, pero sus intentos de demos- tracién son deficientes'”. Una fundamentacién trascendental del pnc se revela imposible en el dominio teérico, por lo que los in- tentos de fundamentaci6n trascendental en él se limitaran a la for- ma mas débil prc). En cambio, sera posible la fundamentacién trascendental de formas fuertes en el dominio practico, tema que trataremos en el § 3. 2. La fundamentacién del pnc teérico. S6lo dos criterios sintacticos de consistencia son esenciales para nuestra discusién. Sea J” un “sistema” o “lista” de expresio- nes 0 formulas bien formadas (abreviamos fbf) de un lenguaje elemental L (con negacién): I es sintacticamente consistente respecto de la negacién cuando no existe ninguna fbf a tal que tanto a cuanto —a sean deducibles de 7 A este criterio de consistencia lo llamaremos criterio fuerte, al que corresponde el pnc): Va~{a&e). I es sintécticamente consistente en sentido absoluto cuando existe al menos una fbf a del lenguaje elemental que no es de- ducible a partir de 7 Llamaremos a este criterio de consisten- cia criterio débil, al que corresponde el pnez: “Va(a&—a) . El pne, se deduce del pnc,, pero no a la inversa. El prez es condicién necesaria para la existencia de un sistema ldgico. ‘Cuando en un calculo no son deducibles ni el ex falso sequitur quodlibet (“Pseudoscotus”) ni la reductio ad absurdum (que abre- viamos raa), entonces son admisibles en él contradicciones en forma limitada. Los sistemas absolutamente consistentes (¢. d. munidos del pncy), en los que se admiten limitadamente contra- '° |. Lukasiewicz, Zur modernen, V, xx, 172, afirma que “el mismo Aristételes era consciente de la debilidad de sus argumentos”. 163 JORGE ALFREDO ROETTI dicciones, se suelen denominar “paraconsistentes”. Si un sistema ldgico es clasico o efectivo (i. e. constructivo o “intuicionista”), entonces posee las leyes de Pseudoscotus y de raa, y en él son e- quivalentes pc) y prc. Si por el contrario un sistema légico es paraconsistente, entonces carece de tales leyes, y pncy y prc) no son equivalentes, Ya el titulo tradicional de los escritos logicos de Aristételes, Organon, nos hace recordar que la légica es un instrumento, una herramienta, un medio, que ha sido esencialmente construido pa- ra conservar determinadas propiedades de las expresiones durante un didlogo o una deduccién, Estas propiedades pueden ser de ca- racter sintactico 0 semantico. Las propiedades sintacticas, como la consistencia, son propiedades derivadas a partir de condiciones seménticas (como testimonia la historia de la légica). Por su parte la “relevancia” no es una propiedad semantica ni simple, ni uni- voca, ni necesaria, sino un complejo de propiedades (de las cuales algunas son mutuamente dependientes y algunas independientes) que ya supone algin concepto no relevante de verdad y conse- cuencia: conservar cada especie de relevancia en una deduccién presupone conservar alguna especie de “verdad"””: la verdad en una deduccién o la defendibilidad (material o formal) de la tesis en un dialogo parecen ser las propiedades ldgicas fundamentales que se busca conservar. Asi se llega a una concepcidn pragmdti- ca de la logica, que la concibe como un instrumento que conser- va la verdad en la deducciones o Ia defendibilidad en los dialo- gos: brevemente, /a [égica como drgano de la verdad. En una concepcién tal inhiere ya una decision pragmatica que renuncia a propiedades derivadas y mas complejas y que tiene por incondi- cionalmente exigibles sélo la herencia de la verdad en una deduc- cién y de la defendibilidad en un didlogo. (Se debe advertir de to- *° Compérese p. ej. la versién gédeliana del teorema de indecidibilidad, que contiene la condicién “irrelevante” (respecto del uso de las premisas) de la con- sistencia-« con la versién “relevante” (en el mismo tespecto) de Rosser, que ca- rece de dicha condicién. Sin embargo, nadie niega la “fuerza demostrativa” de la versién gédeliana, a pesar de la circunstancia de que ella no respeta algunas condiciones de relevancia exigidas en la légica de Anderson y Belnap. 164 ARISTOTELES ¥ EL PRINCIPIO DE (NO) CONTRADICCION dos modos que nuestra renuncia a la “relevancia” no niega la im- portancia de tales desarrollos légicos. Solo se trata de una estrate- gia para aleanzar mas facilmente algunos resultados que seran va- lidos también en las légicas relevantes. Por ello, tales resultados podran aseverarse como validos para todos los sistemas légicos.) Es ventajoso que una herramienta sea fabricada “a medida” para realizar determinadas tareas. Sus propiedades seran determi- nadas de acuerdo a las tareas a realizar y a las “leyes internas” del instrumento (e. d. las limitaciones que imponen las peculiaridades de su “materia”). Aqui cabe una pregunta: json todas las peculia- ridades del instrumento determinadas por la estructura de las ta- reas a realizar o se fundan algunas de sus propiedades en condi- ciones necesarias para su existencia como instrumento? Si se die- ra el primer caso, tendriamos una determinacién pragmatica uni- versal a posteriori de la herramienta’’, si el segundo, una deter- minacién pragmatica parcialmente a priori o trascendental de aquélla’*. * Esta parece ser la opinion de H, Albert, Traktat iber kritische Vernunft, ‘Tiibingen, 1980; LM. Bochenski / A. Menne, Grundri@ der Logistik, Padeborn, 1954; N.C.A. da Costa, Ensaio: “On the Theory of Inconsistent Formal Systems”, Noire Dame Journal of Formal Logic xv, 4 (1974), 497-510; NCA da Costa / D. Marconi, “An Overwiew of Paraconsistent Logic in the 80's”, ‘Monografias da Sociedade Paranaense de Matemdtica, 5 (1987); K.R. Popper, Logic of Scientific Discovery, New York, 1961; Conjectures and Refutations, London, 1963; y muchos otros respecto del instrumento légico. Asi, entre los légicos paraconsistentes, opina N.C.A. da Costa, Ensaio, 255: “Os sistemas 16- gicos sao reconstrugoes tedricas de aspectos de nosso entomo”. Cf. también A. Raggio, “Propositional Sequence-Calculi for Inconsistent Systems", Notre Da- me Journal of Formal Logie, ix, 4 (1968), 359-366. * Representantes de esta posicién son p. ej. K.O. Apel, “Fallibilismus, Kon- senstheorie der Wahrheit und Letztbegriindung”, Philosophie und Begriindung, Frankfirr/Mn,, 1987; H. Lenk, Metalogik und Sprachanalyse, Freiburg, Rom- bach, 1973; K. Lorenz, “Dialogspiele als semantische Grundlage von Logikkal- kiilen”, nueva edicién en P. Lorenzen / K. Lorenz, Dialogische Logik, Darms- tadt, 1978; P. Lorenzen, Lehrbuch der konstruktiven Wissenschafistheorie, Mannheim/Wiew/Ziirich, 1987; y también el autor de estas lineas (J.A. Roetti, “Algunos limites del principio clisico de no-contradiccion”, en Homenaje a Ludwig Wittgenstein, (ed, A. Moreno), Cérdoba (Argentina), vol. Il, 1991, 91- 165 JORGE ALFREDO ROETIF Actualmente la concepcién més difundida de la Iégica la con- cibe como un instrumento completamente determinado a poste- riori. La otra concepcidn tiene pocos adherentes y se puede deno- minar pragmatismo o constructivismo trascendental. En ella las condiciones necesarias para la existencia de un instrumento se expresan mediante enunciados cuya verdad es pragmatica sintéti- ca @ priori. El “constructivismo realmente existente” realiza sélo parcialmente este programa de fundamentacién. La llamada légi- ca constructiva (p. ¢j. en la concepcién dialégica de Lorenzen y Lorenz) representa un claro ejemplo de una determinacién prag- miatica (parcialmente) a posteriori del instrumento légico: ella es “cortada a medida” para representar el “modo de pensamiento matematico” y la legalidad de su dominio de objetos. Como vere- mos, la “clausura formal” del didlogo para el pre; supone deci- siones pragmaticas a posteriori. El pn, es rechazado por muchos pensadores por convicciones filosficas, Es facil de comprender que fildsofos convencidos de la inevitable presencia de contradicciones en el cambio, en el ser, etc., tiendan a dotar, a posteriori, a su logica sélo con un pre}. Hasta aqui sélo hemos dado fundamentos empiricos para adoptar la validez de una forma fuerte o una forma débil del pnc en una légica entendida como instrumento de verdad. A continuacién presentaremos algunos argumentos a priori. dEs posible una fundamentacion pragmatica trascendental de un nucleo de légiea, como instrumento de verdad, y en particular de un pne,? Los dialogos de Lorenzen y Lorenz intentan realizar esa tarea’’, Aqui suponemos s6lo un conocimiento basico de los 101; “Der Satz vom Widerspruch: dialogische und pragmatische Begriin- dung” (cit, "Der Satz"), en N. Offenberger / A.G. Vigo (eds.), 49-81), **K. Lorenz, 102: “Man kénnte... den Dialogbegriff auch eine pragmatische Fundierung der Logik im weiteren Sinne nennen, die den alten Gegensatz von Syntax und Semantik tiberwindet: die schematischen Regeln der Dialogftihrung sind praktische Handlungsanweisungen und gehéren als solche ebenso zur Syn- tax wie zur Semantik der Aussagen”. ("Se podria... llamar al concepto de dialo- go también una fundacién pragmatic de la Igica en sentido lato, que supera la antigua oposicién de sintaxis y semntica: las reglas esquemuiticas de diilogo son instnucciones pricticas de las acciones y pertenecen como tales tanto a a 166 ARISTOTELES Y EL PRINCIPIO DE (NO) CONTRADICCION juegos de didlogos estricto (S), efectivo (E) y clisico (K)**. Las reglas dialégicas de Lorenzen y Lorenz son definidas parcial- mente ad hoc a fin de fundamentar, ya la ldgica efectiva (cons- tructiva), ya la légica clasica. Una rama de un didlogo se dice Jormalmente clausurada cuando en ella aparece una formula ele- mental como férmula izquierda y derecha. Un didlogo formal- mente clausurado en todas sus ramas se dice formalmente clausu- rable’. En el juego S se clausura formalmente el principio de identidad, en el Z ademis el de no contradiccién fuerte. La defen- sa de a — a, en la cual a es una formula elemental, se desarrolla esquematicamente como sigue”*; @) Lfasa, 207, 3a, 42), 5.) El proponente P defiende en 3 el consecuente de a — a co- piando el antecedente ya admitido por el oponente O en su cues- tionamiento de 2. Entonces O cuestiona esa copia de P y éste re- plica atacando el antecedente afirmado por O en la segunda fila. El oponente debe defender ahora a: “Si puede hacerlo, entonces el proponente sdlo necesita copiar esta defensa, y si no puede ha- cerlo, entonces el proponente ya ha ganado™’. La defensa clausu- sintaxis cuanto a la semantica de los enunciados”), En verdad, la lgica minima a priori de los contenidos del discurso sélo es posible sobre la base de un acuer- do de los dialogantes de cefiirse a la estructura de un “‘didlogo critico” (estructu- ra necesaria de lo que denominamos “razén”), cuyos tres momentos necesarios son la posicin de tesis, la posibilidad de cuestionamiento y la de fundamenta- cién, “CE. p. ej. los trabajos de P. Lorenzen; P. Lorenzen / K. Lorenz; y especial- mente el excelente articulo de K. Lorenz citados. *SP. Lorenzen, 91. © P. Lorenzen, 88. Sc trata de una forma sélo aparentemente “mas débil” del principio de identidad, ya que es equivalente a la forma “mas fuerte” 4 2 A. ‘También se podria utilizar la forma antigua A = A. 27 P. Lorenzen, 88: “Kann er es, so braucht der Proponent diese Verteidigung nur nachzumachen, kann er es nicht, so hat der Proponent sofort gewonnen”. Con estas determinaciones de las condiciones de victoria y derrota se definen las cualidades minimas de la subjuncién o implicacién efectiva 167 JORGE ALFREDO ROETTI raria formalmente y a —> a seria una verdad ldgica efectiva (in- cluso estricta). Empero esta justificacién de a contiene un supues- to tacito que parece invalidar la clausura formal: O podria objetar metalingilisticamente que la supuesta copia de a de P ya contiene una petitio principii: P presupone el principio de identidad cuan- do considera tacitamente a las apariciones de a en la segunda y la tercera fila del didlogo como dos “acontecimientos de identidad tipica” de un tinico signo. Pero ante esta objecién P puede dar entonces su argumento decisivo: “Lo admito, pero el mismo ‘e- rror’ ya cometié O cuando atacé la subjuncién de la fila 1 conce- diendo su antecedente, pues para ello ha debido suponer la iden- tidad tipica de la a en el antecedente de la fila 1 con la a de su ata- que de la fila 2.” Esto significa que todo ataque sintactico o se- miantico a la ley de identidad ya la supone pragmaticamente. La ley de identidad es pues una condicién de posibilidad pragmatica de todo argumentar racional, pues los pasos de ataque y defensa suponen; (1) la repeticién de lo idéntice tipico y (2) eso tipica- mente idéntico como algo reconocido en comin por el proponen- te y el oponente (e.d. la identidad intersubjetiva como condicién necesaria para el desarrollo de un didlogo). S6lo dialogantes que admitan la validez del principio de identidad pueden participar en un dialogo critico, pues todo ataque, sintactico o semantico, ya lo supone pragmaticamente. Este es un ejemplo de un Brincipio de- mostrable “por si mismo”, como dijera Lukasiewicz”®. La forma del argumento es la consequentia mirabilis de Saccheri”, una forma tipica de autofundacién. Ataques y defensas son compo- nentes imprescindibles de un dialogo critico: por lo tanto, no se puede desarrollar ningtin diélogo y ninguna critica sin aceptar el principio de identidad. La légica como instrumento de controver- sia racional no puede carecer de él, no por una determinacién em- pirica de la herramienta légica basada en la (presunta) legalidad del dominio objetivo del que se habla, sino en virtud de una con- dicién necesaria pragmatica @ priori del didlogo que posibilita su ** J. Lukasiewiez, Zur modernen, 1,23. °° Cf. Euclides ab omni naevo vindicatus. Son precursores los estoicos, Car- dano, Clavius, et 168 ARISTOTELES ¥ EL PRINCIPIO DE (NO) CONTRADICCION existencia. El principio de identidad es asi una verdad sintética a priori trascendental-pragmiatica. En el juego de didlogos S no se puede clausurar formalmente ninguna forma del pne de la légica proposicional. En cambio, en el juego de dialogos E se presenta la siguiente clausura formal de una forma paramétrica del pney”: 1, ~a&~a) 2. aka 3: 172 Q) 4. a 5, D?2 6. “a 7. are Seguin Lorenzen, la defensa es formalmente clausurada, pues la formula prima a aparece en ambos lados del didlogo. Sin em- bargo, contiene dos petitiones principii. El proponente supone ta- citamente que el oponente no puede aseverar jamds simulténea- mente dos expresiones que se contradigan (ataque en la fila 7 a ua de la fila 6 mediante repeticién de la fila 4). Pero esto es pre- cisamente lo que se discute en el dialogo. Es cierto que también O supone una variante del pne en la fila 2, cuando ataca Ya&—a) con a&~a. Sin embargo, la situacién difiere de la del didlogo so- bre el principio de identidad, por lo que no constituye ninguna de- mostracién pragmatica trascendental del pne. Esto se advierte, cuando se comparan las conjunciones a&-a y (a&-a)&-(a&e—u). La primera se denomina una “peculiaridad de primer grado” y la segunda una “‘peculiaridad de segundo grado”. En una ldgica pa- raconsistente la admisién de una peculiaridad de segundo grado implica inmediatamente la admisién de la correspondiente pe- culiaridad de primer grado: (a&-a)&~(a&—a) > a&-a. La con- versa puede ser invalida: a&—a puede ser un ataque empirica- mente justificado contra —(a&-a) y no serlo a contra 7a, pues a&-a podria ser una contradiccién defendible y no serlo °° P. Lorenzen, 91. 169 JORGE ALFREDO ROETTI (a8&-a)&-(a&-a)"!. Por lo tanto, el dialogo (2) no es una funda- mentacién pragmiatica trascendental del pnc;, sino sélo empirica, basada en la supuesta negalidad de un dominio objetivo, {Qué es lo que mueve a Lorenzen y Lorenz a sostener la clau- sura formal del didlogo (2)? Pues tienen en mente una versién constructiva del teorema fundamental (de corte) de Gentzen: @) = ja, |= lo. a Un corolario de éste reza asi: @) la, a@ife Ih donde ‘f” significa “lo légicamente falso”, e. d. un enunciado que “no puede ser defendido por el proponente””. El supuesto deci- sivo de la argumentacién es que la posicién al|fes considerada equivalente a la posicién ||-a, fundandose en una regla empirica de defensa para la negaci6n. Si tal regla fuese inobjetable, enton- ces (4) proporcionaria una demostracién de la forma paramétrica de pac): 6) a, [ws IP porque el teorema fundamental asegura que de la defendibilidad de [a y ||-w se sigue la de lf, y |[fno es defendible. Bajo tales *" Bl pasaje de Hegel citado en el § 1 puede ser un buen ejemplo. En opinién de Hegel algo se mueve “cuando simultineamente estd y no estd en este aqui’’. Por lo tanto, considera verdadera una peculiaridad de primer grado. Pero no parece justificado afirmar que é| también considerase verdadera la siguiente peculiari- dad de segundo grado: “algo se mueve cuando esti y no esta simultineamente eneste aqui, y ademas no es el caso que esté y no esté simultineamente en este aqui”. =P. Lorenzen, 79: “vom Proponenten nicht verteidigt werden dart", * G. Gentzen, “Untersuchungen iiber das logische SchlieBen", Mathematische Zeitschrift, 39 (1934-1935), 178-210 y 405-431, 405. 170 ARISTOTELES ¥ EL PRINCIPIO DE (NO) CONTRADICCION circunstancias, seria aceptable la “demostrac dialégica del pne,. Sin embargo, para tomar dudosa la defendibilidad del didlo- go (2) no hace falta cuestionar el teorema fundamental de Gent- zen, sino solo las reglas de ataque 2 defensa para la negacién, que son decisivas para el corolario ($)"": © (dye | ma C2) |e a a No se trata de reglas inocentes. La regla de ataque (-||) afirma we una posicion ~al| pierde si se puede defender una posicién Ia. i. e. que a y ~a jams son simulténeamente defendibles, lo que es equivalente al prc), que es lo que se pretendia demostrar. Luego hay petitio principii en esta regla de didlogo. La regla de defensa dD corresponde a la raa y recuerda una secuencia de Gentzen con el sucedente vacio: “Si el sucedente es vacio la se- cuencia significa lo mismo que la formula ~(aj&...&a,) 0 ay &... an > £5. Tener un enunciado Iégicamente falso en el sucedente significa en (||) que a es indefendible y en conse- cuencia que —a es defendible. Pero jqué ocurriria si tuviéramos al|b&—b como un desarrollo dialégico correcto y no obstante es- tuviéramos dispuestos a aceptar que b&b es una contradiccién defendible? A partir de esa posicién no se podria concluir ni la in- defendibilidad de a ni la defendibilidad de —a. Sélo excluyendo toda peculiaridad de enésimo grado (1 f”. Véase también el esquema NE [A], f'J| ~w en el célculo de deduccién natural (186) y la figura de deduc- cién NES en el calculo secuencial (193). 171 JORGE ALFREDO ROETTI Gentzen, 405 y 414), Pero si se limitan las condiciones iniciales para la aplicabilidad de los esquemas de deduccién, como hare- mos enseguida, sera imposible deducir la secuencia a&al| y lo “légicamente falso”. Entonces, la demostracién del teorema de corte no implica la inderivabilidad de toda contradiccién. Por consiguiente, el didlogo (2) para prc, no es una demostra- cién a priori trascendental pragmatica. Mediante él sélo se obtie- ne una defensa pragmiatica a posteriori del mismo, pues el juego de didlogos efectivo estd cortado “a medida” para justificar el modo de pensamiento matemitico habitual. Los tres juegos de didlogos S, E y K de Lorenzen yi Lorenz sélo se diferencian entre si por la regla general de didlogo™® . Pero es posible una cuarta re- gla dialégica general (con las mismas limitaciones para el opo- nente® a que jamas fue considerada por dichos autores y que reza asi: (P) El proponente ataca el uitimo enunciado (formula) puesto por el oponente, o se defiende de un ataque (cualquiera) éxito- so del oponente. Para el oponente se conserva la regla estricta. Llamamos P al juego dialégico con esta regla general, porque el cdleulo que se desarrolla a partir de él es paraconsistente (y cla- sico)’®. En todos los juegos dialégicos -S, P, E y K- se obtiene a— acomo verdad légica. Ni el fertium non datur ni pne; se de- muestran formalmente en S (el juego dialégico mas débil, para- ** P. Lorenzen, 65 y 75. °” La permanencia de una regla estricta de ataque y defensa para el oponente es también una condicién de posibilidad “trascendental pragmatica” para asegurar la defendibilidad de una tesis: si se admitiera ilimitadas oportunidades de ataque a una posicidn del proponente, o bien de defensa a una posicién del oponente, se permitiria que todos los diélogos tuvieran un desarrollo infinito. Entonces se podria asegurar que no se puede clausurar ningun didlogo, ni material ni for- malmente: salimos del dialogar critico hacia la sofistica, dialogar se toma intitil. *® EI célculo secuencial correspondiente pose también la limitacién dual de Ia del calculo intuicionista (efectivo), pues se admiten silo esquemas de figuras de conelusién cuyo antecedente en la secuencia inferior contenga a lo sumo una formula, 172 ARISTOTELES Y EL PRINCIPIO DE (NO) CONTRADICCION consistente y efectivo). En P se demuestra el tertivm non datur pero no el prc. Lo dual acontece en el juego dialégico efectivo E. En cambio, en K se demuestran formalmente ambas leyes. La indemostrabilidad del pnc; en los juegos dialégicos S y P no re- quiere siquiera limitar las reglas de negacién, porque en ambos s6lo se puede atacar una vez una posicién a&~w del oponente. En este caso son posibles dos dialogos materiales: L. ~(a&-a) 1 ~(a&-a) 2. a&-a? 2. a&-a? @ 3. 172 3. D?2 4a 4. “a 5 a4 El proponente gana el dialogo derecho cuando puede defender materialmente a, y el didlogo izquierdo cuando ¢l oponente no puede defender materialmente a. No existe clausura formal: a pe- sar de la victoria material en el didlogo derecho, a&—« podria ser un caso de contradiccién admisible. En cambio, si no se restrin- gen las reglas de negacion, clausura formalmente la doble nega- cién constnuctiva a — a en los cuatro juegos de dialogos (basta demostrarlo en S)*”. Pero basta rechazar o restringir una de las re- glas de negacién para que ya no se la pueda clausurar formalmen- te (en un calculo secuencial se puede limitar la regla de introduc- cién del negador en el antecedente de Ja siguiente manera: admi- tase (~||) s6lo cuando el antecedente esté vacio: con ello su de- duccién se toma imposible). Rechazada la regla (|), ya no po- demos ganar el diélogo formalmente, sino sélo materialmente, es decir, en caso de que a sea un ataque a —w, lo que supone la no contradiccién material ~(a&—a). Por lo tanto, limitaciones a las reglas (~||) y (|=) son consecuencias inevitables de la invalidez formal del pney. Sin limitarlas se puede clausurar formalmente en el juego P algunas expresiones que son formulas validas en mu- chos caleulos paraconsistentes, por ejemplo los teoremas clasicos av-ay a> a: * Véase J.A. Roetti, “Der Satz”, 65. 173 JORGE ALFREDO ROETTI L av~a 1 aa 2, 2 2.——a? (8) 3. “a 3; a? 4a? 4. a? 5. a 5. a Los cuatros juegos dialégicos validan cuatro calculos diferen- tes, dos simétricos, el estricto § y el clasico K, y dos asimétricos, el clasico-paraconsistente P y el efectivo £*°. Lo resumimos con el siguiente cuadro (donde las flechas indican la relacién de “estar contenido”): S: efectivo-paraconsistente (admite contradiccién) W P: clasico-paraconsistente E: efectivo-totalconsistente (admite contradiccién) (no admite contradiccién) Ww K: clasico-totalconsistente (no admite contradiccién) Cada juego dialégico (cada cdlculo secuencial) esta parcial- mente definido @ posteriori: las reglas dialégicas dependen par- cialmente de las estructuras énticas de sus diferentes dominios de aplicacion. Si lo que se busca es definir reglas dialdgicas que sean (trascendental-pragmiaticas) a priori, e.d. no determinadas ni por la legalidad gnoseolégica de un calculo (un juego con simbolos) ni por la legalidad supuesta de un dominio objetivo, entonces uno se propone la tarea de construir un juego dialogico completamen- te trascendental-pragmatico, tarea no trivial, pues se requieren a- cuerdos pragmiticos previos. Tal juego dialégico seria “construc- Los cdleulos secuenciales correspondientes son inmediatos: hay cuatro posi- bilidades de antecedente o sucedente vacio o no vacio, Sin embargo, los calcu- los secuenciales Ls y Lpno son equivalentes aS y P. 174 ARISTOTELES ¥ EL PRINCIPIO DE (NO) CONTRADICCION tivo” en sentido genuino. Aqui lo denominaremos ‘juego dialégi- 0 critico’ C. Como mas arriba, por simplicidad, prescindimos momentaneamente de la cuestion de la relevancia de una deduc- cién. Dada la extensién del tema, remitimos a J.A. Roetti (‘Der Satz”), en donde se presenta una construccién parcial de dicho juego C. Aqui presentamos sélo algunas propiedades de sus ope- radores légicos: Conjuncion: idempotencia al|a&a, conmutatividad a&b||b&a, simplificacién a&b||a y conjuncién a, b|ja&b. Adjuncién: idempotencia ava|ja, conmutatividad avb||bva, adicién al|avb y prueba por casos: si al|c y b||c, entonces avb|\c. (Cuantor universal: Dado un dominio de individuos no vacio, Vx.a(x) es defendible, si el proponente posee un algoritmo para defender exitosamente a(n) para un n cualquiera elegido por el oponente. Cuantor existencial: Dado un dominio de individuos no vacio, 3x.a(x) es defendible, si el proponente ha podido defender éxito- samente a(n) para un n elegido por é! mismo. (Estas estrategias de victoria coinciden con las del juego de didlogos estricto S). Subjuncion: Se conviene en considerarlo un prometer tedrico, a» bse considera fundado si el proponente P es capaz de dedu- cir del antecedente ¢l consecuente. Si P ataca el antecedente a y Ono lo puede defender, entonces P no ha roto su promesa teérica y, en consecuencia, ha ganado el didlogo“'. (Bajo tales circuns- *! Considérese el ejemplo en LM. Bochenski / A. Menne, 24. La promesa “Si Pascua y Pentecostés caen el mismo dia, entonces te pagaré la deuda” se satisface trivialmente (es “material-analitica” en el sentido de P. Lorenzen en su libro citado), Una subjuncién totalmente no prejuiciosa se obtiene si se prescin- de del ataque de P al antecedente: entramos en el terreno dela Idgica relevante. 175 JORGE ALFREDO ROETTI tancias se deben limitar las reglas de negacidn, pues, si no, serian defendibles p. ej. a&—a — b y a > (~a > 6).) Habiendo renun- ciado transitoriamente a relaciones de relevancia entre anteceden- te y consecuente, se puede admitir que si b es verdadero, entonces a — btambién lo es, es decir: b> (a > b). Negacién: no se puede definir ||—-a como allf: pues pricy seria inmediatamente deducible. Puesto que aqui consideramos obje- tos cualesquiera, las reglas de negacién habituales no son adecua- das. Las reglas (||-) y (-|]) fueron admitidas en los cuatro juegos dialégicos S, £, P y K, determinados a posteriori, que permiten la clausura formal de a (b > a), a> (-a > b) ya >a en to- dos ellos”, pero no permiten clausurar formalmente ni el prc, ni la raa ilimitada ni en S ni en P. En E, a fortiori en K, por la libe- ralizacién para los ataques del proponente de la regla general, se clausura formalmente la raa ilimitada. Una convencién minima sobre el sentido de ‘~’ podria consistir en considerar como “cri- tico” un ataque a ‘a’, en caso de que ofrezca ocasién para la de- fensa y derrota, sea mediante un ataque empiricamente justificado con a? —en los casos en que materialmente valga ~{a&-a)"*-, sea mediante un simple cuestionamiento ‘?’. Lo esencial es que el ataque a a dé una oportunidad a la defensa de la expresién ne- gada y que no toda formula que comience con ‘=’ pueda ganar trivialmente en virtud de su mera forma. *2 En los correspondientes calculos secuenciales Ls y Lp no se deduce ninguna de estas tres formulas. En lugar de a — (6 a) se puede deducir la formula “ma (b +a), pero s6lo en Lp. * Bl ataque a -a con a? sélo estar permitido a posteriori para un dominio de objetos determinado. “ Cf. esta convencién minima con la “légica no-aristotélica” de J. Lukasiewicz, Zur modernen, V, cap. Xvi. 176 ARISTOTELES ¥ El. PRINCIPIO DE (NO) CONTRADICCION Precisemos ahora bajo qué condiciones son admisibles las re- glas usuales (||-) y (||) para el negador en un didlogo eritico, Pa- ta ello proponemos dos ejemplos: 1. Si el oponente acepta la no contradiccién para un enunciado determinado a, entonces se pueden aceptar como “criticas” las si- guientes reglas dialégicas condicionadas: 0) (A Ba&na) |; CP BXa&-a) | a? ? a a? El indice ‘i’, por ‘individual’, advierte que estas reglas son aplicables validamente solo en casos determinados, para los que es defendible (a&—a). El proponente gana en el didlogo izquier- do cuando el oponente no puede defender a, y en el didlogo dere- cho cuando él puede defender a. El supuesto —(a&-a) del opo- nente permite al proponente aplicar las reglas (||-); y (|), ahora limitadas a casos determinados. 2. Si los dialogantes advierten que toda fof b (e. d. el conjunto F de todas las fbf del lenguaje L) se deduce validamente de una determinada fbf a, entonces puede aseverarse que a no es defen- dible y que por el contrario ~w si lo es. Expresamos esto en las siguientes reglas, donde el indice ‘u’ remite a su cualidad univer- sal: (10) (>. | ~ Cl F A? F a La regla (||), universal representa la versi6n critica de la raa (su aplicacién exige ahora no sélo la deduccién de una contradic- cién cualquiera, como en la raa habitual, sino la deduccién del conjunto F de todos las fof de L). Bajo esta unica limitacion con- serva la raa critica su caracter universal. La regla Cpe Tepresen- ta una version critica universal del pne bajo la misma condicién de la regla (||). La admisién de estas reglas de negacién des- cansa sobre la no contradiccién sintactica en sentido absoluto. Es- 177 JORGE ALFREDO ROETTI tano es una condicién a posteriori, sino, como veremos, una con- dicién trascendental-pragmatica para todo dialogo critico™’. Las condiciones impuestas a un juego dialdgico, en particular Jas de S con las limitaciones para las reglas de negacién, son in- cluso mas débiles que las de un calculo “minimal”: no se puede clausurar formalmente ni (a&-a), ni a > —~u, ni a > a, ni a— (-a—> b), ni (a> b) > (a > ~b) > ~a). Si se agregan las reglas dialégicas para constantes ldgicas, se pueden clausurar for- malmente los primeros nueve axiomas del calculo intuicionista de Heyting, pero no los dos uiltimos: el Pseudoscotus y la raa. Se ob- tiene el calculo de predicados de primer orden afirmativo cons- tructivo: sus axiomas se pueden justificar “criticamente”, pero sin condiciones de relevancia. ‘Un problema adicional es el de si es posible agregar a este cal- culo algiin axioma para la negacién que atin sea “criticamente” fundable. La formula (@ + —a) > —a es un candidato para ello: es constructiva pero no estrictamente valida y es independiente del pnc;: si a —> ~a es verdadero, entonces hay dos posibilidades: (1) es verdadero a&—a, entonces es verdadero —a; (2) es falso a&~a, entonces (a —> —a) —» a es ya una ley constructiva (cuan- do de a se sigue —a, entonces no esta permitido aseverar construc- tivamente a, pues ello conduciria a la contradiccién prohibida en E, ya que a + a es siempre demostrable). También en el juego dialdgico P se clausura formalmente (a -> ~a) > a (a fortiori en el juego K)*°. La clausura formal de (a > -a) — a sélo fra- casa en el juego estricto S. Sin embargo, la formula es una tesis trascendental-pragmatica (y relevante), como lo ha mostrado la discusién anterior. Un juego de didlogos critico es, por lo tanto, en cierto aspecto mas débil y en otro mas fuerte que el juego dia- légico S. Un juego de didlogos critico o trascendental-pragmatico C diferira, por lo tanto, de los otros cuatro juegos dialégicos con- siderados. Algo semejante ocurre con los calculos secuenciales, ** Esta regla (||), estd emparentada con la definicidn de la negacién -a —y a > b, para toda fbf b: ef. Curry 1950. “Cf LA. Roetti, “Der Satz”, 73, diilogo VIL 178

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