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Una ventana sobre la sociedad decimonoénica: los periéddicos catélicos (1845-1857) Erika Pani iQuiera el cielo que reconocida y acatada Ia religi6n, sea ella et primero y mds poderoso elemento de vida que regenere nuestra moribunda sociedad! La Cruz, 14 DE AcosTo, 1856 triunfo liberal de la Repdblica Restaurada en 1867, ha sido carac- terizada por la historiografia como la pugna entre dos ideologias rivales, dos proyectos de nacién encontrados: el liberal y el conservador. Los partidarios de estas dos visiones diferentes, llimense yorkinos y escoceses, federalistas y centralistas, o liberales y conservadores, apare- cen como los protagonistas principales de la historia politica del siglo XIX mexicano. A menudo, los liberiles aparecen como hombres de su tiempo, campeones de la libertad, la democracia y el progreso, que pretendian sacar a México del arcaismo, la pobreza y la inestabilidad en los que se ha- laba sumido. Los conservadores son descritos como el elemento retrégada de la sociedad mexicana por su falta de visién, y su afan por conservar las instituciones y privilegios anquilosados, heredados de la época colonial, que los Hevé hasta apoyar el imperio de un principe austriaco, sostenido por ejércitos franceses... Ya en 1868, José Marfa Iglesias escribia, sentando el tono de la historiografia posterior, que los conservadores merecian “a la vez de la de traidores, la calificacién de imbéciles”.! Es deber del historiador romper con este esquema simplista de héroes y villanos. Los conservadores representaron, durante gran parte del siglo L a lucha por el poder politico en el México decimonénico, hasta el 1 Iglesias, 1868, tomo 2, p. 322 113 XIX, una alternativa politica y social importante, y la comprension de este siglo se empobrece si se les descarta simplemente como el elemento reac- cionario que impedia que los liberales impulsaran el desarrollo del pais. La obra de Lucas Alaman, su interés por la industrializacion y por la creacién de un sistema de financiamiento para los inversionistas nacionales, demuestra que los conservadores tenian proyectos econémicos tan progresistas como los liberales. La biografia de un personaje como Antonio Haro y Tamariz muestra que las lineas divisorias entre liberales y conservadores no fueron tan tajantes.? Con miras a profundizar el ‘conocimiento acerca de los conservadores se examinara la posicién de un grupo de conservadores catélicos en la década que precedié a la guerra de Reforma. No se trata aqui de revisar exclusivamente la posicion politica de este grupo, a través de los escritos de sus “idedlogos”, sino de desen- trahar la “visién del mundo” de estos hombres y mujeres, la manera en que percibian la sociedad mexicana y la situacién del pais. Para esto, hemos utilizado como fuente principal los periédicos catélicos de la época. La prensa mexicana del siglo XIX, ademas de reflejar las “actitudes vitales” del momento, representa el érgano meciante el cual los grupos de interés difundian su posicién.3 Aunque estos periddicos catélicos no re- presentaban la opinién de todos los conservadores, ni tampoco la de la Iglesia como institucién, difunden la posicién de un sector de la sociedad —que incluye al sector mas importante de la alta jerarquia eclesidstica— cuya actitud ser un factor determinante tanto durante la guerra de Reforma como durante la Intervencién y el Segundo Imperio. Este grupo, desilusionado con la vida independiente, sintiéndose agredido, y perci- biendo la inminente destruccién de la sociedad mexicana, formara el nucleo de la resistencia en contra de medidas liberalizadoras (como la desamor- tizacién de los bienes del clero y, sobre todo, la libertad de cultos). Para estudiar las ideas y la vision de este grupo, se ha concentrado la atencién en algunos periddicos catélicos que ilustran diferentes momen- tos del periodo que se estudia: El Catdlico, publicado entre 1845 y 1847, El Espectador de México, 1851-1852, La Verdad Catélica, 1853-1855 y La Cruz, 1855-1857. Cabe mencionar que El Espectador de México no es un periddico de noticias, sino una revista “de religién, ciencias, literatura y bellas artes,” quizds leida por un publico mas bien femenino o familiar. Aunque el tipo de articulos que contiene (destacan las novelas cortas sen- timentales) contrasta con los articulos mas “serios” de los otros periédicos 2 Bazant, 1985. 3 Velasco, 1975, p. 13. McGowan, 1978, p. 14) 114 (aunque éstos también incluyen secciones literarias), son interesantes porque estas “anécdotas” y “novelitas” ilustran la imagen que nos dan estos periédicos de la sociedad decimonénica, y de los ideales de un cierto grupo. Dejando a un lado el tono a veces sensacionalista y melodra’ co, estos periddicos catélicos nos permiten entrever la “cosmovisién” de algunos grupos conservadores. {Cémo veian estos grupos a la sociedad contemporénea? {Qué papel debia desempeiiar la religién dentro de ésta, y en relacién con el Estado? Este trabajo pretende dar respuestas, aunque tentativas, a estas dos preguntas, y acercarse a lo que habia detras del grito de “jreligion y fuerus!’; al proyecto de nacin cuya defen- sa provocé una de las guerras civiles mas cruentas del pais. Una sociedad que se desmorona Un pats que por una lucha encarnizada y sangrienta de més de treinta afios, tiene divididos a sus habitantes con amargos odios y duras preoeupaciones. La Verdad Catélica, 25 de febrero, 1854 La primera mitad del siglo XIX mexicano se caracteriz6 por una inestabili- dad endémica. Concluida la guerra en contra de la metropoli, los gobier- nos del México independiente, permanenemente en bancarrota, se sucedian los unos a los otros sin lograr establecer, a nivel nacional, ni una semblanza de cohesion y orden. Proliferaban multitud de proyectos politicos, que iban desde el “Plan reformador de Tarecuato”, que declara- ba a los pueblos “libres de dependiente” y “soberanos” (26 de enero, 1832), hasta el plan para establecer una monarquia indigena de los curas Carlos Tepisteco Abad y Epigmenio de la Piedra (2 de febrero, 1834), sin que la sociedad mexicana lograra encontrar un sistema de gobierno razo- nablemente eficaz y estable.* En la prensa catélica de la época se reflejaba este sentimiento de inse- guridad y de frustracién. Estos periédicos se declaraban “exclusivamente religiosos”, y por lo tanto se suponian apoliticos. En general no incluian articulos sobre la vida politica mexicana, si los sucesos no afectaban directamente a la religién. A pesar de esto, abundan los articulos sobre 4 Planes..., 1987, libro 2, pp. 82, 208. 115 ataques de indios némadas en el norte del pais,$ sobre la inseguridad de Jos caminos,® y sobre la alta criminalidad.” Se percibe la impotencia y el resentimiento de una poblacién que se sentia desamparada, en un pais en donde “nuestras luces estén tan limitadas, que no salen del radio de nuestras ciudades”,* en donde “son... demasiado frecuentes los asaltos nocturnos”, “mientras... la policia duerme, y las autoridades duermen”? En estos art{culos se advierte un rechazo patente a estos “nuevos” gober- nantes, campeones de principos altisonantes como “libertad” y “progreso”, pero incapaces de imponer el orden: Los Departamentos invadidos por los barbaros, gimieron largos vfos victimas del mis incomprehensible abandono, cuando nuestros gobernantes pasaban el tiempo a forjar inGtiles teorias; y los moradores de aquellas desoladas comarca perdian diariamente sus vidas y haciendas bajo el hacha del salvaje, mientras que en esta capital y en otras veinte, se proclamuban los derechos y libertades de las victims... Verguenza da recor- dar aquella época de locuras, mozcla confusa de ridiculeces y de horrores, en que el pueblo se dejé oprimir por unos cuantos ilusos, que no tenian otros titulos a la publica consideracién, que In audacia con que proferian cuatro palabras sin sentido, las cuales eran, sin embargo, su Gnica ciencia de gobierno.!0 ‘Al lado de este sentimiento de desprecio por estas modernas y poco efi- cientes formas de gobierno, se percibe cierta aforanza por la estabilidad que reinaba durante la época colonial. Mas de treinta afios de desorden, inseguridad y conflicto habian frustrado las esperanzas de un futuro brillante para el nuevo pais independiente. Los conservadores idealiza- ban los ultimos afios del siglo XvilI, durante el gobierno de los Borbones, cuando los levantamientos eran sucesos excepcionales y viajeros y comer- ciantes podian transitar por los caminos, protegidos por la Acordada, como un oasis de legalidad y de paz.!! Los gobiernos del México indepen- diente no habian hecho mas que destruir esta estructura estable, que 5 “Agencia para indemnizar 4 las familias de los perjuicios causados por los barbaros” en La Verdad Catélica, 14 de enero, 1854. “Doscientos indios en Coahuila” en El Catélico, 20 de septiembre, 1845, “Derrota de barbaros en Durango”, “Cuatrocientos comanches en Zacatecas” on El Caldlico, 1° de noviembre, 1845, 6 La Verdad Catética, 18 de febrero, 1854, 26 de marzo, 1854 ‘7 “Horrible atentado” en El Caidlico, 22 de noviembre, 1845. 8 La Verdad Catética, 11 de fobrero, 1854 9 “Horrible atentado” en El Catélico, 22 de noviembre, 1845. 10 “Agencia para indemnizar 4 Ins familias de los perjuicios causados por los barbaros” en La Verdad Catélica, 14 de enero, 1854. 11 Véase Alain, 1938, tomo III, p. 465. 116 consideraban arcaica, complicada e injusta, sin lograr, sin embargo, rem- plazarla: No eran bastante, sin embargo, para cimentar nuestra felicidad nacional, desde que nos hicimos independientes, tantos desérdenes, ese caos inmenso, ese laberinto de imposi- ble salida, que constituian los cédigos, leyes, oédulas, pragméticas, ordenanzas, autos acordados, bandos gubernativos, constitucién, decretos de Cortes, &c., &. Necesitébamos mayores desaciertos, y 4 estos se entregaron nuestros legisladores. Sentaron como doctrina incontestable, que cuanto existia fruto de muchos siglos de estudio y experiencias, era inoportuno, afiejo y despreciable; y el espiritu innovador lla- mado con altaneria e insolente impropiedad progreso, trabajé tan solo en destruir todo lo edificado, y sin cuidarse siquiera de separar los escombros para cimentar de nuevo, elevaron colosales columnas sobre aquél polvo, incapaz dle resistirlas; y edificando siem- pre sobre ruinas con el firme propésito de cubrir las primitivas, nada sélido hemos hecho en treinta y tros aftos de existencia politica, y entre ruinas nos encontramos, préximos a desaparecer con ellas.!2 Para los redactores de estos periédicos, asi como para las principales figuras del grupo conservador, gran parte de los males del pais radicaba en el “espiritu del siglo”.!9 Los gobernantes del siglo XIX pretendian que “el talento, el genio y las prendas felices del corazén’ eran “patrimonio de cierto siglo” y desechaban como “defectuoso y ridiculo” todo lo que los habia precedido.!4 Bl liberalismo, “mal entendido y peor aplicado”,!® inspirado en “la impiedad desoladora conocida como la filosofia del siglo XVIII", habia minado los cimientos de la armonia social mexicana."6 La libertad y el individualismo habjan roto la jerarquia de la sociedad colo- nial, y habian desplazado el respeto por la autoridad tanto civil como reli- giosa: el pueblo habia perdido “en mucha parte su sentido moral, sin adquirir por esto espiritu publico; [se habia desecho] de su antigua subor- dinacién, sin ejercer por esto sus derechos”.!? El materialismo y el egois- mo habian convertido el dinero en la tnica distincién, por lo que, se que- jaba Lucas Alamén, nadie se sentia “obligado a servir a su pais con su fortuna”,!8 0 a auxiliar al projimo. La aficién indiscriminada a las novedades, el desprecio total por lo antiguo, las doctrinas “modernas” que 12 Lo Verdad Catélica, 14 de enero, 1854. 13 Alam4n, 1938, tomo III, p. 459. 14 Clemente de Jestis Munguia en Garcia Alcaraz, 1971, p. 406. 1 Clemente de Jesis Munguia en Garcia Alcaraz, 1971, p. 405. 16 “La religin en México” en El Espectador de México, 18 de enero, 1851 17 Clemente de Jesiis Munguia en Gareia Alcaraz, 1971, p. 405. 18 Alamén, 1938, tomo III, p. 455. 117 habian adoptado los liberales representaban, a ojos del grupo conser- vador, en mayor o menor medida, una fuerza exclusivamente destructo- ra. Era el deber de los periddicos catélicos, si no eliminar esta fuerza, por Jo menos exponer sus errores: el siglo XIX, afirmaba el prospecto de El Espectador de México, “que parece destinado 4 dar al mundo el espec- taculo de todas las revoluciones consumadas, y de todos los desvarios in- telectuales puestos en acci6n, lo esta sin duda también para restituir 4 la razon con sus derechos y 4 la inteligencia el uso legitimo de sus facul- tades, haciendo brillar la luz de la verdad olvidada, sobre las densas tinieblas del error, tanto tiempo enaltecido”.!9 Los periédicos catélicos reflejan las actitudes y preocupaciones de una sociedad angustiada y resentida. Por otro lado, la critica social es menos sutil y mAs pintoresca en el retrato que hacian de ciertos sectores de la sociedad. La prensa ofrecia la versién “para consumo piblico” de la ideologia del grupo conservador. Los articulos presentaban una visin esquematizada de la sociedad, a través de la cual el lector podia reconocer e identificar facil- mente a “los buenos” y a “los malos”. Los dos estereotipos sobre los cuales descansa esta visién de la prensa catélica son los del joven y la mujer. El muchacho tipico de la prensa catélica es “un joven... instruido en las ideas de... la nueva escuela. Es incapaz de cometer una mala accion y de entusiasmarse por cosa alguna. Su honor no le permitiria robar a nadie un solo centavo, y sus teorias acerca de la sociedad le prohiben dar limosna al pobre andrajoso, porque esto equivale a fomentar la holgazan- eria’20 Superficial, egoista, enamorada de las nuevas doctrinas, tal era, segiin los redactores de estos periédicos, la juventud mexicana.2! Sus pre- ocupaciones no estaban infundadas. No s6lo eran los jévenes el sector de la sociedad mas dispuesto a abrazar las “revolucionarias” ideologias de moda, sino que las condiciones excepcionales de la primera época inde- pendiente habian empujado al “futuro de la nacién” a desempefar, quizas demasiado pronto, un papel central en el campo de la politica.” 19 El Espectador de México, 4 de enero, 1851. Para una sintesis de las posiciones liberales y conservadoras, vase O'Gorman, 1977, pp. 23-34 20 “Educacién de la mujer. Cartas sobre la novela de A. Dumas, intitulada La Boca del Infierno en La Cruz, 24 de julio, 1857. 21 “Cardcter especial de nuestra juventud, Su indiferencia rel Catdlica, 25 de febrero, 1854. Bi Catélico, 27 de septiembre, 1845, 22 Lorenzo de Zavala tenia 34 afios cuando participé en el Congreso del Imperio, Lucas Alamin fue secretario de Relaciones de In Repiblica Federal a los 31. Santa Anna tenia 39 ‘cuando ocupé por primera vez Ia presidencia. Ya en Ia época de la guerra de Refori Miguel! Miramén fue presidente a los 27 anos. en La Verdad 118 Segiin los redactores, la experiencia no era ya requisito para ocupar un cargo. El poder politico era para “todos los que encontrandose indignos de figurar en puestos de importancia bajo un orden de las cosas arreglado y estable, cifran sus esperanzas de mando y de poder en las revueltas y los transtornos de una sociedad desquiciada... aquellos en fin que en politica estan por la preponderancia demagégica, y en religién, por la anarquia de las conciencias”.23 Después de mas de treinta afios de ser gobernados por regimenes cuyo idealismo y entusiasmo juvenil habia servido de poco, los conservadores pedian un gobierno “de viejos”, mas consciente de la reali- dad, cuya prioridad seria el orden: “para gobernar se necesitan aiios... iereen uds. que es un juego de muchachos el gobernar los pueblos?”24 La prensa catélica construye, como contrapeso a la imagen del joven liberal, atolondrado y pretencioso, su imagen de la mujer.? Ella aparece como depositaria de las virtudes por las que suspiran los conservadores: serenidad, recato, y, sobre todo, devocién religiosa.26 Por esto, la mujer deberia ocupar un lugar central en la familia, y ser la principal respon- sable de la educacion de los hijos. La prensa catélica es una gran abogada de la educacién de la mujer: “la que esta destinada 4 ser compaiiera del hombre y madre de sus hijos, bueno es que tenga esos conocimientos para amenizar el tiempo que a solas pasa con aquél, y que pueda contribuir 4 la educaci6n del fruto de su unién”.27 Ademas, la mujer no es sdlo respon- sable de la educacién moral de sus hijos, sino también de la de su esposo: Adam no conocia todavia lo que era un delito, empez6 AMANDO A DIOS, y despues AMO A LA MUGER. Ahora en medio de la corrupcion que nos redea, cuando la inocencia es casi una cosa desconocida, y cuando la indiferencia 0 la duda todo lo marchita y destruye, 23 “El porvenir de México” en El Universal, 13, 16 y 18 de octubre, 1850, en Garcia Canta, 1986, p. 277. 24 EI Catélico, 27 de septiembre, 1845. 25 El enfrentamiento es a menudo directo. Una “anecdota” del Espectador describe una escena en una tertulia: “Un pretendido ‘espiritu fuerte’ amontonaba multitud de absurdos, en una conversaci6n, para probar que no tenemos alma... Entonces nuestro sabio se acercé una seforita que alli estaba presente, y con aire de triunfo le pregunté qué pensaba de su despreocupada filosofia —Me parece muy bien, seftor... tanto, me ha hecho variar el concep- to que tenia de vos. Confieso mi error; hasta ahora os habia tenido por un hombre como todos; pero habéis probado con mucho talento que no sois ms que una bestia”. I Espectador de México, 17 de mayo, 1851. 26 “Lucia y Ricardo”; “La limosna” en El Espectador de México, 1° de febrero, 1851; 29 de marzo, 1851. 27 “Merecido elogio a las Sritas. Solliers, por sus afanes en los adelantos del bello sexo" en La Verdad Catélica, 25 de febrero, 1854, 119 puede con buen éxito conducirse al hombre por un camino inverso: puede emplearse su Amor a la Muger* como un medio poderoso para llegar al Amor de Dios. (*Entendemos ‘como “amor a la muger” aquel sentimiento de aprecio noble y elevado, inseparable del més fino, delicado y profundo respeto. Y no solo el amor a la esposa sino también él que profesamos 4 nuestras madres, 4 nuestras hermanas y & nuestras hijas.)° Esta visién de la mujer es novedosa. Para la mentalidad colonial —y los escritos del obispo Francisco Fabian y Fuero demuestran que la Ilustracién contribuy6 poco para cambiar esta imagen—* la mujer era una fuente de pecado. De débil cardcter, estaba siempre dispuesta a arrastrar al hombre por las vias del mal, por lo que necesitaba de la guia de un hombre —padre, marido, consejero espiritual— para no caer en el vicio y la inmoralidad. Su presencia misma era un elemento perturbador, casi contaminante, como vemos en la anécdota que relata la sefora Calderén de la Barca, sobre la virreina que insistio en visitar el convento de San Francisco. Después de su visita, se levantaron todas las piedras que habian sido “profanadas” por su paso.*° Asi, vemos como la mujer pasa de ser un ente de moral incierta, casi sucio, a convertirse en la garante de la moral familiar. Quizas la defensa de la religién catélica realizada por las mujeres mexicanas durante la intervencién norteamericana (1847-1848)3! contribuyé a forjar esta nueva imagen. El rechazo enfitico y piiblico de ja tolerancia religiosa por parte de muchas mujeres, ya a finales de los afios cuarenta, pero sobre todo durante el debate del congreso constituyente de 1856, reforzé su nueva posicién: la mujer se habia convertido en la defensora de la religién, la aliada inquebrantable de la Iglesia. Una representacién de mujeres morelianas ante el congreso afirmaba que “en el protestantismo la suerte de la mujer corre parejas con los inventos y caprichos de los sec- tarios, que de ordinario son enemigos de la estabilidad del matrimonio y faciles en menospreciar nuestros derechos y dignidad. Sélo el catolicismo, dimanado de Dios... vuelve generosamente sobre los derechos y dignidad de la mujer”.9? La mujer devota, buena madre y buena esposa, es enalte- 28 “Bello sexo” en ET Espectador de México, 4 de enero, 1851 29 Fabitin y Fuero, 1770, sobre todo 30 de abril, 1767, 80 Calderén de la Barca, 1970, p. 220. 81 Pacheco, 1994, p. 31. 82 Martinez Baez, 1954, p. 27. Cabe destacar que las mujeres que firmaban estas repre- Sentaciones defendian intereses propios concretos: el matrimonio sacramental, la unidad religiosa de las familias, ete, Es dificil pensar que evan resultado Gnicamente de la manipu- lacién del clero, 120 cida por la prensa catélica. Si bien este concepto halagador de la mujer contrasta con las opiniones de algunos liberales que las consideraban asustadizas y volubles,3? no habria que exagerar la benevolencia de tal modelo. Una ojeada a los “Consejos a las casadas”, publicados por La Cruz, demuestra qué tan asfixiante podia ser este “ideal” catélico de la mujer: Tus atenciones a (tu marido) deben ser continuas, mas no inoportunas, afectuosas, mas no afectadas... Respeta sus faltas, cdbrelas con un velo; no las confieses a nadie, ni aun a los autores de tus dias... En las dolencias del cuerpo no te acostumbres 4 quejas o lamentaciones, que no ali- vian al que padece, y molestan 4 los que lo asisten.. La amistad entre dos mujeres jévenes... es uno de los vinculos mas frigiles, mas peli: grosos y mas imprudentes que pueden contraer los mortales.. No te acostumbres & aprender las doctrinas morales en ficciones y alegorias, y consi- dera que el mejor uso que puedes hacer de tu raz6n es aplicarla al conocimiento de tus deberes...34 Religién y sociedad Al catolicismo, y soto ai cutolicisino esto reservado el librar a la generacion actual del caos de anarquia, sedicion, lucha sangrienta de partidos, prostitucion, mala fe, tujo afeminado...98 El Catélico, 30 de agosto, 1845 Para los catélicos, s6lo la religién podia salvar del desastre a la sociedad mexicana. La religin catélica habia “creado y civilizado” a las sociedades americanas, rescatandolas de los sangrientos cultos prehispiinicos,.® y representaba el tinico vinculo social que se habia mantenido entre la vio- lencia y el desorden de la época independiente, y la catastréfica derrota frente a los Estados Unidos. Sélo ella podia sacar a México del atolladero: 33 Véase la intervencién de Francisco Zarco durante el debate sobre la tolerancia reli- giosa de 1856, en Gonzdlez Calzada, 1972, p. 59. 54 “Consejos a las casadas” en La Cruz , 27 de noviembre, 1856, 14 de diciembre, 1856. 8 El Catélico, 30 de agosto, 1845 88 “EI catolicismo en América” en La Cruz, 27 de diciembre, 1855. Reprosentacién al Soberano Congreso Constituyente, junio 29, 1856, en Garcia Cant, 1986, p, 392. 121 Al salir del laberinto de sus revoluciones, a nacién mexicana se parece al navegante que, despues de haber luchado largo tiempo con la tempestad, es arrojado 4 una playa, donde nada encuentra por lo pronto mas que la vida... donde estamos atin abrazados de la tabla salvadora del naufragio. Esta tabla son los principios conservadores que profe- saron nuestros padres; en ellos esta cifrada In paz y nuestra dicha. La religién aparece en estos articulos como lo tinico que habia mantenido vivos algunos de los principios que impedian la disgregacién total de la sociedad, como la caridad y la unidad religiosa.% Esta percepcién no esta- ba del todo mal fundada. La Iglesia era la principal institucién que se ocupaba de la beneficencia (el Estado no tenia la capacidad financiera).%° Después de presenciar algunos de los gestos de la filantropia mexicana, Frances Calderén de la Barca afirmaba que en ningun pais del mundo s¢ practicaba la caridad a una escala tan noble como en México, y que ésta era el “atributo distintivo de un pais catélico”,4° La religion representaba un elemento integrador para la poblacién: el culto reunia a fieles de todos los estratos sociales (aunque no en una posicién de igualdad),1! y las fies- tas religiosas marcaban la pauta de la vida cotidiana.4? Un cierto “sen- timiento catélico,” dificil de describir y que se manifestaba seguramente de distintas formas, prevalecia en la mayor parte de la sociedad (si excluimos a los muy pocos liberales que se decian irreligiosos, como Ignacio Ramirez). Vislumbramos este sentimiento en el anticlerical Guillermo Prieto, cuando relata que el ideal de los nifios de su época (¥ suponemos que de él también) era “ser emperador, santo, sacerdote, o cuando muy menos, martir del Japén”,*? y en la resistencia de los cuatro- cientos barreteros contratados para demoler los edificios del Convento de San Francisco para comunicar el callejon de Dolores y San Juan de Letrdn en 1856.14 Por esto, los conservadores compartian con la sefiora 87 “Recursos de México” en La Verdad Catdlica, 4 de marzo, 1854. 88 “La caridad en México” en La Verdad Catélica, 20 de mayo, 1854. 89 “Protesta del Obispo Juan Cayetano de Michoacén"; en El Catélico, 30 de nero, 1847. ‘También véase el editoria) del 23 de enero. 4° Calderén de la Barca, 1970, p. 285. +1 Véase el contraste con las iglesias “elitistas” del mundo anglo-sajén que deseribe Calderon de la Barca. Calderén de la Barca, 1970, p. 369, Véase también la intervencién de Mariano Arizcoreta en Gonzilez Calzada, 1972, p. 84. 4? Prieto, 1958, p. 21. 43 Prieto, 1958, p. 24. 4 Garcia Cubas, 1950, p. 112-113. 122 Calderén de la Barca la opinién que la religién catélica era, en México, el ico freno a los excesos tanto de ricos como de pobres.? Para los conservadores, la salvacién del pais dependia de que se le devolviera a la religién su lugar central en la vida publica, y sobre todo en la educacién. Segun ellos, la juventud, vanidosa y “afeminiada”,!6 se hallaba en tan deplorable estado por falta de instruccién religiosa.‘7 Olvidando quizds que muchos liberales prominentes —como, por ejemplo, José Maria Luis Mora y Lorenzo de Zavala— habian sido educados en un seminario, estos hombres consideraban que la educacién religiosa, al sen- tar una base moral para el conocimiento, formando “un pacto feliz entre los sentidos, la imaginaci6n y la piedad”,*8 seria una especie de “vacuna” encontra de ese “filosofismo,... comparad(o) con tanta exactitud al cdlera morbo, que... ha devastado a todo el globo”.49 La prensa catélica clamaba por una instruccién religiosa sélida y universal, impartida tanto a los nifios de las clases altas como a los de los artesanos." A veces, el tono de los articulos es casi paranoico: Es preciso que la sabiduria tenga por base el conecimiento de Dios. y esto no se adquiere sino por el estudio de la religién... Reirdse de esto la juventud corrompida que se arras- tra en el cieno inmundo de los vicios y la prostitucién; mas nuestras reflexiones seriin dignas... de las personas sensatas que ven en cada uno de los preceptos de la religién las disposiciones mas 4 propésito para contener al hombre en la senda de los vicios y con- ducirle por la virtud.5! Por qué la urgencia de la demanda? Porque los conservadores se daban cuenta de que el problema iba ms alla de una instruccién religiosa defi- ciente. “El siglo diez y nueve, siglo de intereses materiales y de indiferen- 45 Calderén de la Barca, 1970, p. 164. 46 “Cardcter especial de nuestra juventud. Su indiferencia religiosa” en La Verdad Cotélica, 25 de febrero, 1854. 4" Clemente de Jesis Munguia, en Garcia Alcaraz, 1971, p. 403; pp. 458-461. Alamén, 1988, pp. 450-451. “A nuestros suscritores” en La Cruz, 13 de marzo 1856. El Catélico, 6 de marzo, 1847. “La ensefanza piblica” en El Espectador de México, 15 de marzo, 1851 ‘Distribucién de premios en el establecimiento de Dofia Joaquina Besares de Musqui.." on la Verdad Catélica, 29 de abril, 1854, 48 Clemente de Jestis Munguia, en Garcia Alcaraz, 1971, p. 461. 48"La ensefianza piblica” en E! Espectador de México, 15 de marzo, 1851. 80 La Verdad Catélica, 24 de diciembre, 1853. 5! “Cardcter especial de nuestra juventud. Su indiferencia religiosa” en La Vi Colélica, 25 de febrero, 1854. dad 123 cia religiosa”%? habia afectado lo que habia sido el gran edificio de la reli- giosidad novohispana. Tanto para los conservadores como para los berales, la Iglesia era la Gnica institucién que disponia de la liquidez financiera para poder extender créditos al Estado; la tnica otra fuente eran los agiotistas, quienes cobraban un interés de por lo menos 24% mensual.°3 Pero mientras los conservadores estaban conscientes de la efi- ciencia de la economia eclesiastica,*4 los liberales responsabilizaban a la concentracién de propiedades en manos de la Iglesia de la ausencia de pequefos propietarios y del estancamiento econémico del pais.55 Los sucesivos ataques en contra de los bienes eclesiasticos y de la autoridad moral del clero habian empujado a la Iglesia hacia una posicién defensiva y ultramontana.°® La autoridad civil, desde finales del siglo XVII, habia desplazado progresivamente a la religiosa, tratando de crear una esfera separada —y reducida— para lo espiritual. Con la secularizacion habian disminuido la caridad cristiana, el esplendor del culto, las vocaciones,5? Ja devocién popular: Notamos, con sentimiento, que estas santas rogativas se miran con indiferencia, y apenas hay personas piadosas que asistan a una costumbre tan antigua y venera- ble. Después nos quejamos de que Dios nos aflige con tempestades, heladas, terre- motos y otras plagas. Hagamos piblicas oraciones, y Dios bendecira nuestro campo.58 La posicién de los conservadores era francamente incémoda: por un lado, afirmaban que sélo la religién tenia la fuerza moral para salvar al pais, por el otro, admitian que lo que debia ser la “piedra clave” de la reconstruc. cién nacional® se hallaba en un estado tan vulnerable que era impres- Tae “Controversia: sobre Ia tolerancia civil de cultos en México” en La Cruz, 24 de julio, 53 Bazant, 1971, pp. 3-6. 54 Bazant, 1971, p, 287. Ruiz Castaiieda, 1959, pp. 74-75. cg Bt Catélico atacé violentamente el decreto de nacionalizacién y venta de bienes ecle- sidisticos de Valentin Gémez Farias (11 de enero, 1847). 16, 23, 30 de enero, 1847: 6, 13, 20, 27 de febrero, 1847. Pero los hi los conservadores, quizis a su pesar ideolégicamente Reels la nacionalizacién, que hubiera cancelado sus deudas con la Iglesia, Bavant, 8 Meyer, 1991, pp. 69-82. 57 “Noticias religiosas nacionales” on La Cruz, 5 de junio, 1856. 58 *Gacetilla devota,” en El Catélico, 18 de abril, 1846. 59 Velasco, 1975, p. 155. 124 cindible protegerla. En la prensa catélica, los debates sobre el progreso material de los paises protestantes y el debate sobre la tolerancia de cul- tos reflejan este dilema, lo que explica la posicién ambigua de estos pe- riédicos frente al progreso material. Es en este punto donde la ideologia conservadora es menos consistente. Los periédicos catélicos reclamaban caminos, industria, seguridad y poblacién: México debia participar de los adelantos del siglo. Desafortunadamente, se lamentaban los articulos periodisticos, “las sociedades... impulsadas de un movimiento que pasma,... las que Ilaman la atencién por su comercio y sus adelantos” eran precisamente “donde menos tiene su culto la religion catélica’.% Por consiguiente, continuaban estos articulos, estos paises vivian una falsa prosperidad, pues el bienestar material no estaba basado en un bienestar espiritual: {Qué es de esa felicidad de las sociedades que despreciando lo que exige la religion y In moral, se engrandecen 4 costa de mil victimas sacrificadas 4 su orgullo? La experiencia responderé: nosotros, fundados en ella, no podemos nienos que manifestar que si el culto, por e] cual se manifiestan las criaturas reconocidas a su creador, no se aumenta, las sociedades marcharén 4 su prosperidad aparente para sepultarse en un profundo olvide Para los conservadores era un tanto vergonzoso que los paises mas moder- nos y desarrollados fueran paises protestantes, pero querian pensar que los dos fenémenos no estaban ligados. Querian mantener los valores tradicionales: de la modernidad no querian mds que la prosperidad mate- rial.6? Ademas, en México no podia haber progreso si no se mantenia la unidad religiosa, que era el tinico lazo de unién que habia sobrevivido al desastre de las primeras tres décadas de vida independiente. Para los liberales, al contrario, la Iglesia y la religion eran directamente responsables del atraso de México.63 Estas diferencias irreconciliables sentaron el tono del debate sobre la libertad de cultos, que culminé en 1856, y que representa, segan algunos autores, la “lucha ideolégica mas intensa” de la historia nacional.*+ Para los liberales, la separacién de Iglesia y Estado y la libertad de conciencia eran principios ideolégicos 60 La Verdad Catélica, 14 de enero, 1854 51 La Verdad Catélica, 14 de enero, 1854. Véase también “Los paises catélicos y los pais- es protestantes” en La Cruz, 3 de enero, 1856. 62 O'Gorman, 1977, p. 32. 63 Meyer, 1991, p. 64. &4 Ruiz Castaiieda, 1959, p. 38. Martinez Béez, 1959, p. 125 importantes. Pero estaban conscientes de la impopularidad de tales medidas, cuya promulgacién seria percibida como una agresién a la Iglesia y a la religion. Por esto la libertad de cultos era presentada, por la mayoria de los liberales —exceptuando, una vez més, a los “puros” que eran abiertamente anticlericales—% como un “mal necesario” para impulsar la inmigracién.% Los liberales miraban con envidia el éxito econémico y comercial de los estadounidenses, y afirmaban que éste provenia del importante flujo migratorio, que, segtin ellos, era resultado de la libertad de cultos que prevalecia en los Estados Unidos. Los conservadores también abogaban por la inmigracién, pero pensaban que los nuevos colonos tenfan que ser catélicos, para poder ser integrados a la sociedad mexicana. Los liberales consideraban que los inmigrantes catélicos, espafioles o italianos, no harian mds que reforzar una “tradicién cultural” anacrénica.®7 Ya en los afios treinta, Vicente Rocafuerte afirmaba que el inmigrante protestante era mas deseable que el catélico: era m4s trabajador, mas industrioso yy hasta més limpio.% Para los conservadores, nada era més peligroso que la infiltracién del protestantismo. El protestantismo ha matado toda autoridad sobre la tierra, desconociendo la autoridad religiosa. {Como han de respetar los pueblos 4 las autoridades que mandan en nombre de leyes temporales, cuando se les ensefia que son duefios de si mismos en lo que toca 4 Jas leyes eternas?69 Sin duda, los conservadores miraban la cuestién de la inmigracién con ojos més realistas que los liberales." Los liberales pretendian que la liber- tad de cultos era la “piedra filosofal”, mediante la cual se conseguia hasta “la cuadratura del circulo”.”! Los conservadores comprendian que México no seria un foco de inmigracién hasta que tuviera “paz, justicia y buen Sobierno”, hasta que pudiera dar “garantias de orden y seguridad a los © Véanse, i i ooeinnee. vor sional, as Antervenciones de Francisco Zarco y Guillermo Prieto en 66 Berninger, 1974, p. 117: 97 Berninger, 1974, p. 187. 68 Rocafuerte, 1831, p. 17. °° *Controversia”: el eatolicismo y las revoluciones modernas” en Lo Cruz bre, 1855. Véanse “El protestantismo" en BI Catdlico, 12 de septiembre, 184 en El Espectador de México, 4 de enero, 1851. 70 Berninger, 1974, p. 187, 71 Impugnacién, 1832, p. 9. de diciem- Prospecto” 126 naciones”.7? Ademas, la inmigracién protestante no significaria mas que la introduccién de otro elemento de discordia. Al mismo tiempo que proclamaban que la religién catélica era el vineulo mds fuerte de la sociedad mexicana, los conservadores se mostraron mucho menos conven- cidos que los liberales de su capacidad para resistir la “contaminacién” de las sectas protestantes.7 El catolicismo no podia resistir por si solo, habia que protegerlo, y esto habia de lograrse mediante una religién de Estado y la intolerancia de cultcs. En la concepcién conservadora del poder politico, Iglesia y Estado debian actuar conjuntamente para hacer “la felicidad del pueblo que la Providencia les confia”.74 Los gobiernos de la primera mitad del siglo XIX disponian de una autoridad limitadisima, mientras la Iglesia mantenia adn gran parte de la suya.’5 El pueblo mexicano careeia de lo que se lla- maria hoy “espiritu civico,” y sdlo cobraban fuerza para frenar las ten- dencias delictuosas de los hombres las sanciones religiosas: “los gobiernos tienen que profesar y proteger alguna religién, porque tienen que cumplir y hacer cumplir derechos y obligaciones que estan estrechamente ligados con la religién”.’6 El gobierno debia reflejar y fortalecer la unidad moral religiosa de la nacién: un gobierno ateo “viva reproduccién del infierno’ no podia mds que “introducir, en los pueblos que tengan la desgracia de sufrirlo, un ateismo practico que... debilitar(ia) los lazos de la sociedad, y acabar(ia) por relajarla, disolverla y consumirla”.78 El catolicismo tenia, entonces, que ser la religion de Estado, Pero tam- bién se tenia que tomar medidas para que se mantuviera como la tnica religién. El gran temor de los conservadores era que, con la imposicién de la libertad de cultos, se extendiera el protestante. Al parecer, la poblacién 72 Marcelino Castafieda en Génzalez Calzada, 1972, p. 15. La disponibilidad de mano de obra indigena, uno de los factores que debid ser determinante para disuadir In inmi- sracién a México, no es mencionado por ninguno de los dos partidos (Siinchez Albornoz, 1975, p. 175). Véanse las intervenciones de José Maria Mata y José Maria Castillo Velasco en Gonzilez Calzada, 1972, pp. 29; 47-49, 74 José Joaquin Herrera, presidente de México entre junio de 1848 y enero de 1851, cita- do por Gonzilez Avelar, 1971, p. 75. 75 Meyer, 1991, p. 64. 7S La Cruz, 24 de enero, 1856, José Maria Luis Mora también considcraba que éste era un gran problema para la formacién de la Reptiblica. Mora, 1987, vol. 4, p. 298. 77 Bl Catélico, 30 de agosto, 1845. 78 “Breve refutacién de las principales razones con que se ha sostenido Ia libertad de cul tos en el congreso general” en La Cruz 14 de agosto, 1856, 127 mexicana era demasiado ignorante o demasiado inocente’? para poder resistir a la tentacién de las “practicas faciles del protestantismo”,S° que, ademas, parecia prometer un futuro mejor: El protestantismo es la reunién de todos los errores... porque... brinda en Jo pronto con Jos medios de hacer fortuna, manteniendo una apariencia de fe y de culto... se presenta ‘con los medios mas eficaces, para seducir a los incautos, que los que tiene Ia credulidad descubierta. Lisonjea en primer lugar 4 la multitud con las falaces promesas de una quimérica libertad... Lisonjea en segundo lugar 4 la ambicién... por dltimo, 4 las pasiones (quitandoles) el molesto yugo de los sacramentos y la disciplina religiosa.8! Ademas, afirmaban los catélicos, no sin algo de razén, los inmigrantes protestantes eran poco confiables. En abierto desafio a las leyes de inmi- gracién mexicana, los misioneros protestantes se introducian al pais, dis- frazados de “médicos o curanderos,” dispuestos a “corromper los corazones de la juventud” mediante biblias y novelas francesas.®? Lo que los hacia atin mas peligrosos es que no se podia esperar que desarrollaran sentimientos patridticos hacia el pais que los habia recibido, como bien lo demostraban los sucesos de Texas.* Desde la independencia, México se habia definido como un pais catélico, y la resistencia a la invasién estadounidense habia sido interpretada como una “cruzada” para defender la religién catélica frente a la impiedad del vecino del norte.§4 Joel Poinsett, primer embajador norteamericano en México, escribia al enviado de su gobierno en la Gran Bretafia que su misién era “extender los principios liberales del comercio, para la proteccién mutua de nuestra industria y capital y para la difusién de sentimientos religiosos mds tolerantes”.85 El hecho de que la politica expansionista de los Estados Unidos estuviera tefida con este tipo de “espiritu misionero” no podia més que polarizar la situacién. Para la prensa catélica, la derrota frente al coloso del norte reforzaba la percepcién de que una “frontera catélica” era imprescindible para prevenir que las ambiciones de los Estados Unidos arrasaran con México.%* 79 Prisciliano Diaz GonzAlez, en Gonzélez Calzada, 1972, p. 106. 80 Marcelino Castaieda, en Gonzélez Calzada, 1972, p. 12. 81 *Controversia: ataques dirigidos a la religién” en La Cruz, 8 de mayo, 1856, 82 “Circular del Gobierno Eclesiastico del Arzobispado de México" en La Verdad Catélica, 4 de marzo, 1854, 83 Antonio Aguado, en Gonadlez Calzada, 1972, p. 190. Trejo, 1990, p. 56. 84 Velasco, 1975, pp. 78, 128. 55 Poinsett a Rufus King, 10 de octubre, 1825, citado en Trejo, 1990, p. 50. 86 "Relaciones entre Estados Unidos y México" en La Verdad Catotica, 25 de febrero 1854. 128 Para los conservadores, la religion catélica debia ser el elemento cen- tral de la regeneracién de México. Sin unidad religiosa, el pais caeria en la disoluci6n, y seria totalmente sometido a los Estados Unidos. Patricia Galeana, en un articulo sobre Miguel Miramén, afirma que “el propio sentimiento nacional estaba para los conservadores aun por debajo del sentimiento religioso”.87 La lectura de los periédicos catélicos indica que la relacién entre los conservadores y el catolicismo es mas compleja: no estaba subordinado el sentimiento nacional al religioso, sino que estaban estrechamente ligados, y eran dependientes el uno del otro. Los conser- vadores identificaban al catolicismo con la mexicanidad; para ellos el patriotismo era inseparable del sentimiento religioso. Su posicién era irreconciliable con la separacién de Iglesia y Estado que proponian los liberales. Los conservadores no eran meros instrumentos de un clero que se sentia acorralado, y no se lanzaron a la guerra de Reforma simple- mente por retrégadas. La religién representaba una parte integra —si no es que central— de su proyecto de nacién. Durante el debate politico de los afios cincuentas, las propuestas liberales para reformar la propiedad eclesiastica, los fueros, el matrimonio, y la educacién publica fueron percibidos como un ataque directo a la Iglesia y al catolicismo. La guerra de Reforma representaba para los conservadores no sélo la proteccién de la religién, sino la defensa del futuro de México. Siglas y Bibliografia El Catélico, Periddico Religioso, Politico-Cristiano, Cientifico y Literario. Dedicado especial- ‘mente al Iimo. Sefior Dr. Don Manuel Posada y Graduiio, Arzobispo de México. Impreso por R. Rafael en la oficina del Catélico. Calle de Ia Cadena no. 133, México, 1845-1847. El Espectador de México. Revista Semanal de Religién, Ciencias, Literatura y Bellas Aries. Publicada por los redactores del Universal y del antiguo Observador Catdlico. México. 1851-1852. La Verdad Catélica. México. 1854-1855. La Cruz. 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