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La demarcacién de la frontera entre economia y politica en democracia. Actores y controversias en torno de Ia politica econémica de Alfonsin* por Mariana Heredia** Presentacién A contracorriente de la literatura disponible acerca de otros perfodos de la oi srgents ina contempordnea, lis analisis cieron con sus comentarios versiones preliminares de este articulo, A todos, mi sincero agradec- siento. ' Socidloga y docente de la Universidad de Buenos Aires, beearia del CONICET y extudian- te del programa de doctorado de la Ecole des Hautes Erudes en Sciences Sociales de Pars. Correo clectsSnico: . MARIANA HEREDIA habria extendido hasta 1989, y la hiperinflacién seria expresion otros, el punto de inflext6irhabria de ubicarse en Ja dictadu- ‘con el pasa- a militar de 1976, en su voluntad manifiesta de romper amarras Pasa “gobierno de Alfonsin aparece ligado de modo estrecho a la 6 repiiblica perdida” y a un intento heterodoxo de estabili- mayores reflexiones sobre sus continuidades y rupturas ocracia reside, justamen- establecimiento de una escisiGn, cada vez més tajante, entre economia yen el progresivo avance de economistas sin filiaciones partidarias = emo i duran a poe un cegjuno eteragéneo ‘paba de las polémicas y confrontaciones pablicas relacionadas cieron yolverte cada vez menos eficaces. En efecto, luego de afios de desindus izacién y empobrecimiento, las inicativas tendientes a promover el creci- jcjos dispositivos de concerta- gubernamental, también Jas rnicos parecieron erosionarse, Como consecuencia, ‘ciertas propuestas de reforma, hasta entonces asociadas a una vision especifica, fueron a consolidarse como opcién ineluctable. Lad Ja economia y Ia emergencia de los economistas co- -~ng.actores politicos con presencia propia no son signos distinivos de Ta demo- ‘cracia argentina. Bl desconcierto de los actores tradicionales frente a la infla- ‘cin, la deuda y el estancamiento fue, en todo el continente, la antesala de wna avanzada reformista cuya magnitud terminarfa de manifestarse en la década si- iente.! . Cpeoigins inmanente y natural del mercado libre y abierto eran evidentes para profanos y especialistas ni las propuestas de ciertos técnicos "La correspondencia entre reformas de iberalizacin y teenocratinacién de as elites guber- ‘tecinos (1988) y Valder (1995) para Chile LA DEMARCACION DE LA FRONTERA ENTRE ECONOMIA Y POLITICA 158 jas. Sfestas imagenes e tornaron por fin fe Sin anleS AIRS cata past ~ mente confictva: El propdao de estas lineas es reconstruir este proceso y ex Plorar algunas de las implicancias de la distinciGn cognitivae institucional come cconomfa y politi en democracia. Un conjunto de interrogantes guiaron nes uales fueron las circunstancias que propiciaron esta separacin I discurso y la accién gubernamental uencias de esta diferenciacion en la en torne de la politica econémica? Este trabajo no se propone un analisis de sociologia econémica destinado a complementar, desde las otras ciencias sociales, las formalizaciones macroeeo. némicas. No se trata de adicionar al relato “estructural” informacién hist6rica, disefiaron. Tampoco, claro esti, nuestras apreciaciones sobre el caricter estruc. turalista, heterodoxo u ortodoxo de los programas elaborados. La cuestion que Os ocupa €s c6mo estos fensimenos y posiciones fucron percibidos y experi. mentados tanto por los actores pertenecientes al mundo técnico-acadlémico co. ‘mo Por aquellos que partcipaban del espacio pablico en términos més amplios. En este juego complejo, eruditos y profanos identificaron problemas, elabora. ron diagnésticos, movilizaron aliados, renegociaron ideales, alcanzaron o abor. taron soluciones de compromiso. El trabajo se basa en material documental e informacién periodistica del Perfodo.* El recorrido comienza en la dictadura con la reconstruccién de aque- Las fuentes documentales sera precisadas a fo largo del trabao. La inventigacion dela eis ‘ontempla ademas sesenta entrevis india realizadas entre 2002 tas argentinos de diversas generac {os hallangos de as entrevista respaldae las in cio, estas fuentes apenas serén mencionadas 156 MARIANA HEREDIA refugios iti itica econémica de Martinez los refugios de la critica que combatieron la politica econémica de Hoz. Nos aproximamos luego al ministerio de Grinspun yal intento frustra- it in econémica. El relato se centra do de los politicos por conservar la direcci6n : después en el pasaje del gabinete de hombres de partido al de técnicos, para desarrollar enseguida algunas notas referidas a la suerte del Austral. Estas pi- ‘ginas se cierran finalmente con una conclusién que intenta enhebrar este esla- bén perdido de la historia reciente. [ovenes, frivolos y muy presumidos”, “al servicio de una ieee antipopular”. Las criticas al Proceso y los economistas no liberales durante la dictadura Spacers sesh ds as encipant aan Las disputas entre estos dos grupos de liberales se desarrollaron, a su vez, en aera eer “fucka antisubversiva” encofarnné a toda Ta Tnsitucin ye sivié de principio legitimacién ante la sociedad, los lineamientos de Ja politica econémica se = int ibio, en el principal foco de conflicto interno. Ain antes —somanticran, en cambio, « seats Sia del golpe de 1976, las oj ies divergentes de Chile Brasil habfan resultado fuentes antagénicas de inspiracién para los militares argentinos. a ‘consecuen- Cia de ae medion ecnGmia no hicieron sin guinea ferences Los bates del comandante_ las resistencias de Jos militares estatistas See EE poe: carpe ee ee oc cet erent reduccién del Estado que tanto demandaban ‘LA DEMARCACION DE LA FRONTERA ENTRE ECONOMIA Y POLITICA Ld Jos liberales tradicionales desde fuera del gobierno, y que tanto resistian las aun toridades militares en el seno del poder. De este modo, aunque la participaciin © para sus dsidenciasy denuncias, Un andlisis sitematico de la prensa del perio- do revela que las polémicas y controversias en tomo de la politica de Martine de Hoz revistieron una virulencia pocas veces explorada. PPodria intuirse com razén que, como en otras experiencias totalitaria, los criticos del Proceso ensayaran retéricas indirectas en espacios de enunciacién Propios. La ironfa politica ofici6, es certo, como refugio de la oposicién al go- bierndV Rie precisamente la revista Humorla que feders aun conjunvo heusre ssénco de adversario de ia dictadura. Hacia 1980, sus paginas inchutauna ce, rie de imagenes que retrataban tanto la crispacién especuladora propiciada por 's politica fnanciera del gobierno como aus consccuencias sobre clemplea, te industria y la economia doméstica. Poco mas tarde y frente al eventual relevo del primer ministro de a dictadura, un periodisa endilgaba las responsabil, Aades al “equipo de iluminados” quc lo habia asesorado. La intencién de pre. cisar culpables se contraponia, de este modo, a los esfuerzos gubernamentales Bor imputar a variables econémicasimpersnaes las casas de la eis, Segin columnista, el gasto piblico aparecia, de pronto, como chivo expiatorio de todos los errores cometidos. En su nuevo papel de malo de la pelicula el personaje tiene respecto del ante- rior (el ministro] evidentes desventajas para el publico: no habla por televisin, ’o se le puede pedir la renuncia y no es amigo de Rockefeller. Pero su peor ras. {80 reside en que para suprimirlo se nos piden y se nos pedirin nuevos sacrifi- ios. (...] Mi preocupacin sobreviene cuando advierto que el gasto piiblico es lun monstruo tan despersonalizado y ubicuo que acabamos sintiendo que nucs- ‘ros males tienen una causa natural. Como la gripe o los terremotos (Claudio Bazin, Humor, junio 1981: $4). Pero ls criticas nose expresaban inicamente a través del huimor politico ni de canalesrelativamente selectos del campo periodistico. El matutino de mayor ). 4 c rm ‘MARIANA HEREDIA [41] creer que los teendcratas existen. Con las experiencias que el pais tiene de las incursiones de los economistas neoclisicosen la conduccidn econdmi dda suficientemente demostrado que aun los economistas mas “ie ‘son Jdde6logos furibundos y,afortunadamente, politicos de poco éxito errer, 1978) Figura pablica de renombre, Ferrer estaba adems estrechamente vinculado ‘uno de los espacios centrales de encuentro y discusién para los economistas liberales durante la dictadura, ‘mientras era ministra de Economia eo srctats dc tae anv sbia convocado a un grupo de economistas, i ‘0 ‘intelectual conjunto. El historiadores y socislogos para desarrollar un proyecto inte l Init de Demo Econnicoy Soe IDES ye cl proctode tae one i i nfluen- ELIDES 0 evista (Deere Emission pari Be mt 5 Se era nl Daeg Balto lo luego, hacia los temprano® SeTERER, Institutos de investigacién propios f- cco cai tes er eiocaie/ Ege ake Np is i ema reapertura democritica: el Cen- iain SA)} Fir el primero, hegemonizado ini- jot y Roberto Frenkel jalmente por socidlogos y politslogax, Adolfo Canitrot y Rob feronexpundicrdo cl res econbmiea onl inconporacin de ovens OTE sionales graduados de la Universidad de Buenos Aire. En el segundo, origins- riamente més voleado a cuestiones de administraci6n puiblica, se agrupé un conjunto de cientificos sociales en torno de Dante Caputo, Jorge Roulet, Jorge a Mh er ae investi aban Expulsados de ls universidades, los investgadores de estos centros encontrado en los fondos internacionales tanto un sostén econémico como una f imbolica Come Devalay y Garth (2002; 201), estas a ilitares i 1 apoyo in- actividades eran toleradas por los militares “en la medida en que temmacional las homologaba como actividades de naturaleza cientifica, por opo- sicin a las politicas” (la traducci6n es nuestra). ¥ En estos espacios, los economistas formaban parte de un circulo ms am- plio de cienttics sociales. A diferencia de las fundaciones privadas de invest gaci6n financiadas por los grandes empresatios, cercanas aa dictadura y ded cadas a problematicas definidas como exclusivamente econémicas, los centros Pate ia terias y por alentar una vsin in iuellos af 10 una “expe- Los miembros de estos centros recuerdan aquellos afios como una “ riencia de catacumbas”. Sus vinculos internacionales y su tarea pedagégica les LA DEMARCACION DE LA FRONTERA ENTRE ECONOMIA ¥ POLITICA 163 dieron, no obstante, una singular proyeccién. Por un lado, los economistas suardaban ciertarelacin con las discusiones téenico-académicas que tentan lugar fuera del pais y ‘mantenian vinculos fluidos con espacios como la Comi- sién Econémica para América Latina (CEPAL), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), ls fundaciones flantrépicas internacionales, Porel oto; el duccién intelectual alternativa ala linea privilegiada por el Proceso, Acompafiande esta tarea de debate y difusién de otros saberes econémicos, io cle Graduadlos d? Ciencias Econémicas de la Capital Federal tambien ‘ocupé un lugar importante durante los aiios de la-dieseioee bison, Leuco y Diaz (1987: 258254), el Colegio fue presidide durante cierto tiempo Por una de las figuras tradicionales de Lradicalismo, Al. {redo Concepeisn, y aspiraba a convertirse en un expacio de discusiGn del prov yeeto econémico de la Uni6n Civica Radical (UCR). Por un lado, la institucién publicé solicitadas y declaraciones en los medios con el propésito de alertar a la poblacién y a las autoridades militaressobre la man, cha de la economia. En una de ella, y tras reafirmar su adhesin alos principios Fuera ae ea de los cid nt Ies, lo importante era ahora portante era ahora que detentaran un saber especifico y lo aplicaran fon cficaca,Actsados de fala de doneidad, ls economaisas de poeta pense Bas dc Grinspun, en su pretensién de diigr los destinos econéi. ra csiral de precios habia acompafado de cerca esta experiencia “Esto se lama, compatriotas, economia de guerra”. El ascenso de los “profesionalistas” y el nombramicnte de Seangene ‘da sobre Ia calle Las Heras que al uso” (Leuco y Diaz, 1987: 56 1m MARIANA HEREDIA En todos los casos, se rescataban sus convicciones y la vehemencia con la ‘que habia defendido los intereses del pais en la negociacién de la deuda. Una ‘evista identificada con el progresismo sintetizaba el parecer de quienes lamen- taban su alejamiento: "No es un exquisito —escribié alguna vez Dante Panzeri refiriéndose a Paulo ‘Valentim el célebre goleador de boca— pero sabe por dénde vala pelota y so- bre todo, dénde queda el arco de enfrente.” Grinspun tampoco es un exquisi- to. Pero en términos de renta y de poder sabe por dénde va la pelota y sobre todo dénde queda el arco de enfrente (EI Peiodsta de Buenas Aires, n° 24, 22. 28/2/1985: 3), EL Presidente y sus voceros fueron, no obstante, particularmente cuidado- ‘508 al explicar el significado del recambio. Por un lado, Alfonsin se encargé de ‘evolucién de la politica econémica en la Argentina se sumaban los realizados ‘sobre el comportamiento de las empresas transnacionales, el desenvolvimien- toy la estructura del sector industrial y las politicas de promoci6n ensayadas durante la posguerra. También las agencias ptiblicas en las que habia desarro- Mado su experiencia profesional estaban all para garantizar el perfil de un “es. tructuralista, formado en la escuela de Ja CEPAL y un convencido de la inter ‘vencién estatal en el manejo de las variables clave de la economia” (El Gronista ~Gomercial, 1978/1985, contratapa). Sus coincidencias con Grinspun eran aun mas evidentes si se tomaban en cuenta los nombres que se habjan barajado para reemplazarlo. De acuerdo clalfonsinismo ya habia incorporado figuras extrapartidarias, resultaba suges- LA DEMARCACION DE LA FRONTERA ENTRE ECONOMIA Y POLITICA 175 on de técnico de Sourrouille (.,,] evocaba experiencias pasadas cuan- do los gobiernos militares recurrfan a ministros de Economia que, amparados ‘en una presunta asepsia tecnocritica,impulsban politicas antipopulares (£1 Pe ‘riodista de Buenos Aires, n° 26, 8-14/8/1985: 11). Confirmando estas inquietudes, otro periodista interpretaba la caida ag ; in del ministro como el resultado de las presiones ejercidas sobre el gobierno desde los grupos de poder. Laderecha prefiere la ténica, porque los elementos conceptuales de mayor wi- lizacion parten del supuesto de las necesidades de los capitalistas y no de las ‘exigencias sociales, que sélo pueden ser apreciadas por los politicos 6 los esta- Alistas (Et perodisa de Buenos Airs, n° 24, 22:28/2/1985: 3). Por su parte, la prensa norteamericana Y los circulos financieros los extadou. nidenses se mostra hos con TaFenuncia de Grinspun yefan en Sous, rouille a un hombre comprometido con la observancia de la austeridad que reanunciaba un mejor entendimiento entre Buenos Aires y el FMI (Carin, 20/2/1985: 7, y 21/2/1985; 20). interpretaciones de la hora.buscaban hacer Ante al recam inteligible la orientacién ideolbgica del ministro frente a un abanico de optic, osibles.° La idea que subyacia a todas ellas era que el perfil técnico de 16 ‘MARIANA HEREDIA [un] establecer el debate sobre bases serias, dese el punto de vista de la cien- ia econémica 0 nos dedicamos a pegar etiquetas ya descalificar politicas sin ir al fondo del asunto, Los "Harvard-boys" deberian entonces demostrar que sus ‘métodos son mis eficientes que un sistema econdmico abierto, organizado en ‘mereados y que opere con una rigida disciplina fiscal y monetaria. Mientras no lo hagan, serén slo "Harvard-boys” (EI Cronsta Comercial, 20/2/1985: 4). No sélo el ala del alfonsinishiin mds proclive a la redistribucién del ingreso y Ja confrontacién con Tos ‘econémicos manifestaba reticencias frente al ‘nuevo ministro, Para los miembros tradicionales}le la UCR, el nombramiento de Sourrouille se inscribia en un proceso de “destadicalizaci6n” del gobierno, del cual Brodersohn, Caputo, Lépez, Tomasini eran también fieles exponents. [La voluntad personalist det Presidente y el nombramiento de extrapartdarios 6 afiliados recientes inquietaba a quienes detentaban largos afios de militancia, Y evidenciaba la consolidacién del poder presidencial por sobre cl control de partido. Ta UCR, no obstante, no podia anteponer un diagndstico, una propuesta ‘©.un equipo econémico alternativo consensuado por todos sus miembros: el ra- a % bien con jévenes llegados mu- ‘cho mas tarde a la politita. Carentes unos y otros de espacios y oportunidades a facion del pais yen los cursos de accion que podfan derivar- ~ be de esas reflexiones. Los esfuerzos del primer gobierno de la transicién por crear o fortalecer | _instancias publica” de formacin de cuadros partidarios, intclectuales y ad- “Iainistrativos no contaron con un apoyo politico y financiero consecuente en pee "1 aun conscientes de la crecinte ambigiedad de este érmino, emplearemos aqut una no- «én de pablico por oposcién a privado, con el fn de crcunseribimnos alos espacos historicamen- te financiados de manera permanente por recursos pblicosy no por contratos circunstanciales ‘con el Estado, LA DEMARCACION DE LA FRONTERA ENTRE ECONOMIA ¥ POLITICA m el tiempo. Esta primera experiencia democritica de “importacion” dp bres e ideas termin6 por consolidarse como rasgo estructural de Ia vida a nacional. Por un lado, la vida interna del radicalismo fue perdiendo el actvisino ideo légico de la campaiia y de los primeros aos d que se reforzaba el liderazgo personalista del Presidente y éste manifestaba pare ticular interés por las figuras intelectuales extrapartidarias, el partido ocupé un, rol mas bien secundario en la elaboracién y debate de los lineamientos estraté sicos de la accién publica. Por otro lado, Jas tiniversidads piblicapacogieron el retorno de profe- sores ¢ investigadores exiliados e inauguraron un ciclo de inédito pluralismo, pero se mostraron ciertamente incapaces de garantizar fas.condicioiigs pro- picias para el desarrollo conse mica. Al me- nos en la Capital y en lo que respecta a las ciencias gran parte de los especialis jados en los centros privados de investigaci6n, prefirieron preservar estos espacios independientes rechazando la posibilidad de fusio- narse en los renacientes claustros universitarios piblicos. La experiencia de {nestabilidad institucional que muchos habian padecido en carne propia yla prioridad otorgada por las dirigencias universitarias a la expansi6n de la ma- las actividades docentes (Levy, 1996: 71) contribuyeron a consolidar ‘un cierto divorcio entre espacios de produccién y de transmisién de conoci- mientos. Finalmente y asesorado por miembros del CISEA que se habian inspirado a su vez en la experiencia francesa de la Ecole Nationale d’Administration, el cin era crear un grupo de burdcratas de alta calficacion que una reforma administrativa mas vasta, destinada a ordenar y mejorar la calidad de las intervenciones estatales. Estos propésitos fueron pronto abandonados: por un criterio fiscalista en la evaluacién del aparato estatal que vivi6, desde en- tonces, sujeto a la reduccién de personal ya la degradacién de las remunera- hhabfan surgido como refugios marginales y temporarios durante perfodos de crispacién politica y cercenamiento de la libertad de expresin, sobrevivieron, alas condiciones que habian alentado su emergencia. En palabras de Levy, es ‘as organizaciones cumplirfan, en democracia, “funciones otrora localizadas en lector piblico y que este timo no desea o no puede asumir” (1996: 258, la traduccién es nuestra). Una ver establecido este nuevo vinculo, partidos y Fs dado xecurtirian, con frecuencia, a estos centros en busca de programas de go- bierno, perspectivas analiticas y cuadfos técnicos especializados. 18 yyhabian desarrollado sus estudios tareas de investigacién y docencia principal- mente en el CEDES yeLIDES. Varios se habian formado en onganismos de pla nificacién yen centros universtari norteamericanos yeuropeos. Pero habia ‘una caracteristica en especial que resultaba irritante para los radicales tradicio- nales: no eran pocos los que habian simpatizado con el peronismo o tenfan vin- clos profesionalesestrechos con cuadros técnicos del partido de la oposicién-~ ‘Bata conffuencia de cuadros devenidos radicales con otros cercans al pe- ronismo no era casual, Segiin un protagonista de la época (miembro en aque- los dfs del instiuto fundaclo por Ferrer), los economistas parafraseaban por ‘entonces un eslogan famoso para su generacién: “;Alfonsin al gobieto, el IDES) al poder!” La confluencia de varios de sus miembros en el gobierno 10" ‘efecto, casual. Segiin un joven cercano al grupo: Huo una especie de pacto, segtin me contaron, en ese grupo, en el grupo del IDES. Es un grupo que viene de muchos aiios. ¥ la idea es que si ganaban los peronistas, Lavagna, Frenkel iban a llamar alos otros, y si ganaban los radica- les, algo asi también. Porque si bien eran de distintos partides, eran todos eco nomistas heterodoxos. iticostradicionales vefan con desagrado el desemabarco Ade ostéenicos, Estos también percibfan, con malesta, as prcticas de los mierm- “isl como jefe de Aseores. Estos times, de pabliekTlacién con el PJ. A ellos podian aicio: ‘arse varios de los miembros del CISEA que, como Dante Caputo o Jorge Sabato, habian migra de los centos de exudio la gestion publica Tiphiaa Secarpeeabatsengsiie internacion: LA DEMARCACION DE LA FRONTERA ENTRE ECONOMIA Y POLITICA a para las que habjan sido elegidos. Rents i eee r Sourrouille revelaban ya una discrep: En efecto, en su pri a de entonces recuperar la capacidad.de.crecimiento y combina 6 o asi —y eso ni siquiera merecia mencionarse en su alocucién— podria ten “deiseTna mayor equidad distributva, Finalmente, y tras las negociaciones in- mas tarde, en el discurso promunciado sguicaldaise Desde los balco- nes de la Casa Rosada y en viblico convocado para defender la demo- cracia tras un Jevantamiento militar el presidente Alfonsin escogié el mensaje elaborado por el Palacio de Hacienda y dejé de manifiesto que las amenazas, que se cernian sobre la Reptiblica no eran ya las “minorias absurdas” ¢ “i Ficantes” que se habian amotinado contra las autoridades constitucionales centonces. la gravedad de la isis econémica ¢instaron ana plaza colmada a) suspies, ee ee Es notable constatar cémo las preocupacionesy el lenguaje aerils izado el discurso presidencial: més de la mitad de su content declaraciones que Sourrouil fa formulado'apenas unas serma Pi = 0 ARIANA HEREDIA { c jrente a ese&Rievo predominio asignado a la economia, desprovista de varios dos objetivor otnirales con los que se habia comprometido, la democr yuirfa una nueva significaci6n: a lo largo del discurso presiden como sinénimo de “orden®, “seguridad”, “respeto ala vida", tad”, “responsabilidad” y “moral puiblica”. ray En pos de esta definicién de democracia, y no otra, el Presidente ajustaria su prictica de gobiemo. Aquello que lo inmortalizaria en la historia fue tam- bién piedra angular de las eriticas que se le formularon tanto desde la izquier~ a como desde la derecha del arco politico. Alfonsin cederia demasiado —a los mercados 0 a los sindicatos, segiin el gusto de cada cual— cuando intuyera una amenaza al régimen democratico con el que se sentia profundamente compro- metido, Para Landi (1993) se cerraba asi elit je paso a pasiones mas volatiles estrechiamenté aso itica; para Leuco y Diaz (1987) era de algtin modo el comienzo del fin ie la Coordinaciora, con la consolidacién de profesionales de la politica cuyas trayectorias y orientaciones estaban mas vinculadas a la acumulacién electoral que al ejereicio de una militancia de base y de fuertes contenidos ideologicos. ‘Se trataba, sin duda, de un punto de inflexi6n que instaurarfa una nueva rela- cién entre economfa y politica en el seno de los gobiernos democriticos. La —- historia. “Soy monetarista, estructuralista y todo lo que haga falta para bajar la inflacién y si hay que recurrir a la macumba, también”. Los clivajes te6ricos en la urgencia. Controversias entre heterodoxos y ortodoxos (ning icons yds Ja segunda mitad de los afios.s¢- ten @ gran tema de reflexién de la ciencia econémica (Nelson, 208 por delimitarlo y contenerlo alimentaban con- ‘en el Ambito internacional, forzando el desarrollo de enfoques cada vez mis técnicos y sofisticados. La pasién comparativa que acompaiié estos impulsos constituye, ala luz de ta ineratareTocaly un Fendmeno sin precedentes. En efecto, si ls inquietucles vinculadas al desarrollo habian cuestionado la unidad entre las naciones pre- supuesta pore liberalismo, jerarquizando paises yregiones en funcién de! grax do de complejizacién de sus estructuras econémicas, el interrogante sobre la inflaci6n transformaba a la Argentina, junto a numerosos “casos nacionales”,, LA DEMARCACION DE LA FRONTERA ENTRE ECONOMIA ¥ POLITICA Ash en parte de un mismo “laboratorio” de observacién de “experiencia y poll «as inflacionarias”. El conocinient6 de Geta WMfORNAGn “pertinente® y si.cow- ~densacién en complejos modelos econométricos parecfan tornarse indispenst- bles para exafiinar y aetiar sobre el “caso argentino” Guando a principios dé"1985, Alfonsin delegd ta cartera econémica en el icipee Sorry Ded pact Gee fae profesionales "era, et EPA THEdida y en condiciones ms critcas, el mismo que se habia in puesto al gabinete de la dictadura: e6mo compatibilizar las teorias que impta- oan Ta inflacis lidades estructurales y de largo arraigo con un: ia de corto plazo que pudiera contenerlay articular un minimo de legitim: yviabilidad pola. ue Pats los Werederou phenumestaliongs) cepalino] se trataba de revisar un dliagnéstico que se consideraba uno de Tos grandes aportes de la ciencia lat mndmica. Producto de lag reflexiones iniciales del oi ederuceural dé Wa jnflcin habia elcaisae cionales y elaboraciones ultriores en los circus intelectuales dela egidn y det mundo entero (Fernénde2 Lépez, 2000; 148-164). De acuerdo con el pa- radigma can6nico del estructuralismo, si bien la inflacin constituye un fend. meno monetario, ls causas que lo product nea “mente al comportamiento de otras variables monetarias (por ejemplo, un incremento en la emisién de moneda). En algunos casos especificos, deben bbuscars ls causas del incremento de precios en ja estructura o composicin deta demanda de la oferta de bienes. En otras palabras, cuando tne ocone- nla se desarrolla, se produce una alteracin en las condiciones que determi nan los precios relatives, y la posicin de equilibro real del sistema se despa. 22. El modo de luchar contra el incremento de precios es, en este caso, Ia promocién de un desarrollo més vigoroso que aliente un nuevo ajuste entre sectores econtémicos, Para las j6venes generaciones de profesionales, li foque y de la propedéutica sugerida era cada vex mis —tugenciay gravedad del fenémeno inflacionari en la Argentinaimpedin cine"? raral desarrollo de los sectores productivos més dindmicos para alcanzar la an- | ~~ Belada estabilidad de precios, Por el otro la persistencia en el tiempo de Ia in- tuficiencia de este en- flacién habia contribuido a desgastar la concertacién y el congelamiento como esusateias de contencin de a puja dstibutes. Ste apostaba alo primero, | ‘os insostenibles; si se apelaba a lo segundo, se confinaba al Estadé Tol policiaco que era, a la luz de la experiencia, cada vez menos ef | En el marco de una abierta crisis de paradigma tanto del modelo preconi z2ado pore! Fondo como de los enfoques estructuralstas, el equipo de Sourrou lente. Por un lado, la | | ‘ 1a (MARIANA HEREDIA le dive Haplan stSue imputabs la inflacisn.acausas diverse y preten- din atagaria dele varios Dancos, juipo asumia que la inflacién obede- Ja medida en que el Estado Tecientes para demostrar que la asociacién entre inflacién y pe pBice oem tcoomsined scssenis HdaremreldeArel gobierno dismi- ‘nuy6 sus gastos y redujo el déficit y, sin embargo, la inflacién se increment6” (Clarin, Econdmico, 3/3/198: Habfa entonces otros factores que explicaban la espiral de precios: bésica- En los nuevos féFninos, el problema era la tendencia de los “agentes eco- némicos” a estimar sus “expectativas” sobre la base de la inflacién del perfodo precedente, En los debates heterodoxos de los ochenta, la historia de las poli- ticas econémicas (locales ¢ internacionales) podia leerse ahora en esa éxito inicial de muchos planes antiinflacionarios se imputaba a una s —foedenie de umminconcl ised Esa ruprura se consideraba tanto mas erer fuera la espiral de precios, porque alli los “agentes” Chesei en ainflacién pasada para fijar sus “expectativas”, sino en un, ‘Precio de referencia: en este caso, el valor del dolar. La argumentaci6n heterodoxa contemplaba, de este modo, una prictica ‘quese habia generalizado entre los argentinos. Expuestos ala depreciaci6n in- ceesante de la moneda local, muchos de ellos habjan desarrollando estrategias para paliar sus efectos més destructivos. La tendencia era entonces procurarse activos mas estables como reservas de valor, en otras palabras: comprar délares. Sibien esta estrategia alimentaba un circulo vicioso en el cual la mayor deman- da de divisas encarecfa su precio, incrementaba a su vez el costo de los servicios de la deuda y aumentaba por consiguiente el volumen del déficit fiscal; ella po- Bee tna Shar sind on a poh econ i ast snl Se = seal Do leeinetineros: I las autoridades ecor iento del shack Este leg el 14 de junio) " | Programa de Reforma Econémica, pronto conocido ¢ Alli estaban explicitas las causas de Ia inflaci6n identifi mistas y los remedios por ellos disefiados para atacarlas. Cor LA DEMARCACION DE LA FRONTERA ENTRE ECONOMIA ¥ POLITICA 183 compromiso de elevar los ingresos fiscales, racionalizar gastos y acudir inca ‘mente a un préstamo del FMI (y no a la emisién) para cubnir las brechas pre vistas. Contra la inercia y las pujas distributivas: la vieja estrategia de congela- :miento a la que se sumaba ahora una reforma monetaria que sustituia el peso por el austral, establecia un tipo de cambio fio, (0,80 centavos de austral por délar) y contemplaba un complejo sistema de desindexacién para los contra- tos que precedian el lanzamiento de las nuevas reglas. Podia agregarse final- ‘mente que, contra el desequilibrio entre sectores productivos, se propiciaria ‘una estrategia exportadora en materia industrial. Pero este complejo disciio de reforma macroeconémica que debia mante- nerse en secreto hasta el “dia D” no fue s6lo producto del universo esterilizado con el que suelen asociarse, idealmente, los laboratorios cientificos. En efecto, el debate internacional no fue lo tinico que habia enlazado las reflexiones del equipo argentino a las de otros colegas profesionales del mundo entero, ins- criptos en universidades y organismos internacionales de asistencia (muy espe- cialmente aqui, los heterodoxos norteamericanos y la CEPAL);!* también un conjunto selecto de actores habian accedido de antemano a los grandes linea mientos del programa. ‘Aqui, una aclaracién se impone. A diferencia de otros colegas heterodoxos del continente y de otros téenicos que aleanzaron antes y después el control del ministerio econémico, la mayor parte del gabinete de Sourrouille podia enar- bolar un singular, io ‘cuadros en es fos pa Nadie podia apelar a sus orige nantes de sus trabajos para acusarlos de “representar” intereses sectoriales es- pecificos. Ahora bien, este pasado, considerado por ellos mismos como garan- tfa de neutralidad, no les impediria derivar de los modelos econométricos diseiiados los apoyos indispensables para la viabilidad del programa. El interés de los técnicos en que el austral funcionara debia a su vez encadenarse.con los —uintereses. de-aquellos grupos cuyo apoyo se revelaba imprescindible. La conver- ‘gencia entre unos y otros no ha de buscarse entonces necesariamente en una suerte de colusin espuria entre funcionarios estatales y agentes econémicos, sino en conexiones histéricamente contingentes que articulan los conocimien- ‘cerca el deserwolvimiento de los pl sobre planes antinflacionaros recientes en Argentina, Bolivia, Brasil y Per” realizado en la sede Fedesarrollo (Bogots) ycayos aportes se publicaron en Bl Timate Eeonémicy, 1987, 1s (MARIANA HEREDIA, {0s y diagndsticos producidos con las preocupaciones y eventuales apoyos de {os distintos grupos sociales". “ios. Aun cuando el gobiemo siguiera apelando circunstancialmente a la con- "ertacién entre estas entidades, la apelacién al shock inaugurada por el Austral a Cenerins somaretl as por el equipo econdémico, Por la otra, y con el propésito de contener los pre- ccios y relanzar la inversi6n, era necesario dialogar con -empresaria nese din punto coco apunta Oxcquy (1860: 320) or ae a por privilegiar el contacto directo con los grandes dirigentes patronales en hi- ‘gar de apelar a las corporaciones empresarias centenarias. En suma, el Fondo y cierta porcién del empresariado estuvieron al tanto del programa antes de que tomara estado pibico, ylaestrategia para institir- lo fue un decreto presicencjal. Las directivas emanadas de quienes buscaban dirigir la inextricable region econdmica no necesitaban legit elacuerdo de quienes se replegaban en los territorios de la politica. ‘Este nilevo pepe emda concestragieg del porier sto fir sencillo, Los anun- ‘bancadas opositoras de ambas Camaras criticaron en efecto que la reforma mo- netaria se hubiera realizado por decreto presidencial y no por mayoria parla- mentaria, Los dirigentes aprovechaban la ocasién para denunciar el avance del Ejecutivo sobre el Legislative al tiempo que se quejaban del modo en que se ex- "Bata confluencia no 4 limita alas ciencis sociales, Come lo detala Shap (1985), evocan- vanced rote tn ORR i. lua al Congreso Nacional de las negociaciones de la deuda (Ambito Finanele 10, 19/6/1985: 8). ritario mostraba, no obstante, rupturas interns por lo tanto percepeiones contradictorias con respecto al plan. A la hora recoger las opiniones de téenicos y dirigentes peronistas, la prensa mostraba ‘con claridad cémo algunos apoyaban al plan y otros lo criticaban severamente, Un elivaje de diferenciacién estaba dado por la trayectoria de los dirigentes con sultados, Por un lado, los sindicalistas se oponian de modo frontal a los linea mientos propuestos. Por el otro, corrian rumores sobre la participacién de los ‘equipos téenicos “del partido” en la elaboraci6n del Austral. El modo en que «un dirigente tradicional del PJ respondia a estos rumores da cuenta de cémo la expertise econémica al servicio de la accién publica parecia haberse inde pendizado de cualquier fidelidad politico-partidaria: ‘Ala participacién de tno, dos o tres hombres que son peronistas, no se le pue- de lamar del peronismo, de la misma manera que cuando Matera hace una in- tervencién quirtingica no se le dice que fue el peronismo el que la hizo (decla- raciones de Emilio Mondelli, Clarin, 26/6/1985: 24). 1 partido allegados a Grinspun se reunieron com el Presidente, en Bariloche, sin easaFfnvitacién al ministro en funciones. La denominacién del seminario era particularmente reveladora: se trataba de un encuentro que levaba como sub- ‘itulo un enfrentamiento abierto con el programa de Sourrouille: “Impacto del Eeeeeaest an 19/7/1985: 14). a” aparecia también en las declaraciones de al- ae amar irigentes de inquierda. Varios técnicos del Pj asi como el Pi, e1 Partido Sodalista Auténtico,e! Partido Obrero asociaban el plan aun in- “base monetaria”, dictado por el FMI ¢ incapar de resolver los problemas fundamen Ta economia. En las antipodas, los partidos de centroderecha celebraban que el gobier- no decidiera rectificar la orientacion emprendida inicialmente, acordar a la ‘economia un lugar central en sus preocupaciones, reconocer en Ia inflacién el gran problema del pais, abandonar el esquema gradualista e imputar las cau- sas del aumento de los precios al déficit fiscal yla emisién monetaria. Se trata- “ 108 sosteniendo [...] des- Si bien los partidos mayoritarios explicitaban en el ejercicio del gobierno y la oposicién su indiferenciacion ideol6gica en materia econémica —al alber- decimiento de la miseria’, Jos emy nal” y ofrecian a las autor ees cad aceniclsas orcsintan cog epee invitados por los principales medios gréficos para opinar sobre el plan. Todos ellos asentaban sus argumentos en posiciones tesricorideol6gicas explicitas. Cla- rin, por ejemplo, reproducfa junto al diagnéstico de Alfredo Gémez Moralez (ex ministro peronista), el de Armando Ribas (dirigente de la UCEDE) y el de Rogelio Frigerio (referente del desarrollismo local). Para el primero, el plan hhacia recaer el ajuste sobre los asalariados, tenfa un espiritu contractivo y supo- nnfa un fuerte recorte en la administraci6n estatal. Gomez Moralez concluia en- tonces que “Ia inflacién no se puede suprimir por decreto, hay que suprimir sus causas y efectos”. En las antipodas, Ribas reclamaba un real achicamiento del déficit poniendo el acento en la reduccién del gasto piiblico. Desde su pun- to de vista, el plan no era recesivo a causa de la cafda de las remuneraciones, si- 1no porque no se habian tomado las medidas complementarias necesarias para alentar la inversi6n. Por su parte, Frigerio intuia también consecuencias rece- sivas y auguraba un nuevo ciclo de endeudamiento paiblico, Afirmaba ademés ‘que el nivel de las tasas de interés era incompatible con la actividad producti- va-Por iltimo y cuestionada de plano la pretensién exportadora del plan, el di- rigente concluia que si el pais seguia vendiendo materias primas ¢ importando manufaeturas, no habja futuro posible (Clarin, 28/6/1985: 4). Pero junto a estas apreciaciones de conjuny ‘se desde la légica interna del programa, instrujan a la poblacién sobre las con- diciones necesarias para un éxito sostenido. Tras calificar al Austral detaudaz”, “innovador", “novedoso”, los economistas de la Fundacion Mediterranea con- “eibtan que "Ct ay aRe Tai Os fasclane? jpvattatenten ts ioe obecreareaeaas- tes citados, coincidian con el equipo econémico en privilegiar la estabilizacion yemprender luego la senda de crecimiento (Novedades Econémicas, 1985). Del mismo modo que estos abordajes, el matutino Ambito financieroinaugu- raba una manera singular de tratar las problematicas econémicas, Menos espa- cio contabair entre sus piginas los especialitaa WinculsdO¥a partidos politicos © corrientes te6rico-ideolégicas claramente definidas en la €poca. La tribuna se reservaba, en cambio, tanto a los nuevos técnicos més 6 menos cercanos al gobierno: los “economistas” (Pablo Gerchunoff, Domingo Cavallo) como a los referentes internacionales del pensamiento econémico (Milton Friedman, Mi LA DEMARCACION DE LA FRONTERA ENTRE ECONOMIA Y POLITICA 187 chael Novak), y hasta a los nuevos intelectuales europeos identificados en par= Scalar cont complementariedad entre democraciay iberalismo econsmico To3;jovenes técnicos vinculados al mundo empresario ni el matuti- a ines y estadisticas profi sogia del homo economicus gue buscaba (in) formar “huevo plan. De este modo, ‘como sefiala Neiburg (2004), los economistas participaron de la difusién de ue permitieron que las poblaciones (Tos agentes en calificar de especulativa, contribuia a alentar comportamientos individuales de impecable racionalidad estratégica pero que, al generalizarse, provocaban resultados nefsstos para la sociedad. ‘Quienes acusaban al plan de recesivo y antipopular se vieron pronto des- calificados por la evolucién de ciertas variables que, a pocos meses del lanza- ‘miento del Austral, las autoridades econdmicas mostraban con beneplicito. Los ‘mismos indicadores que Sourrouille, La inflacin habia bajado de més del 40% mensual en junio a ape- nas uun 2% en octubre, y ya no sélo las encuestas de opinién sino también los votantes alentaban al Presidente y su partido a perseverar en la orientacién es- ‘cogida. En efecto, en noviembre de 1985, la UCR aventajaba una vez més al PJ, ahora en las elecciones legislativas. La orientacién emprendida por el gobierno radical encontraba un fuerte adicional de justificacién en una oleada mundial de “realismo" creciente sobre todo entre sus contemporéncos gohieros sacialdemdcratas. Los periodistas apelaban entonces al ejemplo, iol, neocelandés, australiano, israe- —lita y hasta al chino que “contrariando preceptos ideolégicos, sacudiendo ana- ronismos, mitos 0 prejuicios estin cometiendo reformas liberalizadoras de la economia” (La Nacién, 6/7/1985: 14). La reorientacion de otros gobiernos, in- ‘luso aquellos considerados como los abanderados de Ia socialdemocracia, se articulaba a su vez con una creciente homogeneizacién del debate econémico internacional (Coats, 2000). traba admirativo frente a los progresos alcanzados. Los diarios conclufan en- tonces que la Argentina no s6lo seguia los imperativos internacionales de la ho- 188, MARIANA HEREDIA 1, sino quie merecia el halago de figuras de renombre mundial como el Pre- mio Nobel de Econom‘a, Franco Modigliani, ye secretario adjunto del Tesoro derada clave para el sostenimiento del plan. Bésicamente, las arfas de servi iciones frente 4 O05 ‘otros Bienes yservicion temo er enioncerque tna ‘apreciacidn de la moneda reprodu- menzar la) Se race Daseeeea aoe a hasta voherlo irreconocble, el gabinete panto res vieron en la reacele- del Austral se asociaba aqui a tonces apuntarse el éxito inicial del Austral asi como sus dificultades para sos- tener en el tiempo la estabilizacin. Agotada esta-*primera.etapa”, se imponia lai sisi fay monenionanstie ‘Tipo de cambio alto, fuerte impulso.¢- fry rebuccin del gosto BODRGO, proponia Cavallo (1986). Achicamien- sugeria el Estudio Broda (1986:79). Por otro lado, para quienes rteaban el Austral desde el otro extreme del aco Po- itico, e1 problema era, més alld de la estabilizaci6n, qué tipo de estructura de de demanda y de perfil productive habria de consolidarse. En pala- # fe Reames Lenicow/( 1006: WN): [al eudles son los sectores y grupos sociales que se benefician y/o habran de liderar el proceso de acumulacin; cudles son las esperanzasyy expectativas que se le oftecen a los trabajadores en materia de empleo y a los empresarios en LA DEMARCACION DE LA FRONTERA ENTRE ECONOMIA Y POLITICA a ‘materia de inversién. Estos interrogantes, no tienen una respuesta satiate cen el marco del Austra. Menos confiados en la omnipotencia técnica, estos economist sistas Hamaban a propiciar un acuerdo entre actores sociales, renegociar agresivamente los tér rminos de la deuda y“transformar al Estado part que plleda gestar y controlar la politica econémica como asi también wtlizarlo como eje del impulso inicial”, do, la esterilizacion y la dele ‘croeconémicos ideados por los técnicos, Para estos grupos de economists, +x0s, como tinica solucién definitiva para la espiral de la inflacién. Aunque los ‘miembros del equipo econémico intentaron inscribir estas propuestas en una nueva concepcién que resolviera “Ia falsa antinomia entre mas o menos Esta- do”, todos reconocian que las reformas estaban motorizadas por la crisis en las finanzas puiblicas y los condicionamientos externos. Los organismos internacio- nales de crédito que habian concedido acompanar al Austral a pesar de sus ‘componentes heterodoxos insistian con la necesidad de emprender reformas profundas para conceder nuevos préstamos. ‘Alas presiones externas se sumaron la unificaci6n y la crispacién de las exi- sgencias empresarias (Beltrén, en este volumen). Estas encontraron a su vez un significativo eco medistico, Los debates televisivos del programa politico de Ber- 10 MARIANA HEREDIA nardo Neustadt, Tiempo Nuevo, contribuyeron a sedimentar la idea de que la so- Iuci6n a los problemas argentinos era didfana y estaba al alcance de la mano y de que el gobierno se empecinaba en un gradualismo inconducente. ‘Mientras los hetcrodoxos habian alertado tempranamente sobre 10s ries- {gos para la democracia que representaba la inflacién, los ortodoxos vefan en lla, en cambio, una gran oportunidad. La creciente premura propiciada por lareactivacién inflacionaria era considerada un escenario favorable para impo- ner transformaciones que se sabjan resistidas por la mayorfa de la sociedad. Pa- ralos economistas en el gobierno, un avance reformista permitiria ala vez con- formar a los organismos de crédito, obtener el financiamiento tan deseado y “dar scitales” a los “agentes econémicos” sobre la voluntad del gobierno de per- severar en una politica de austeridad capaz de sostener el valor de la moneda yevitar la crisis. En la urgencia, las diferencias entre los herederos del estructuralismo y del liberalismo parecfan borronearse. En efecto, tanto para el gobierno como pa- rasu gabinete de economistas: Estas ineas de accién fueron abriéndose paso no tanto con la fuerza de una de- ‘sin convencida y auténoma sino mas bien con la pesadez de aquello que, a pesar de los obsticulos, es inevitable. Todas las circunstancias parecfan emp jar al poder ejecutivo y al partido oficial por la ruta de una reestructuracién ‘econémmica global muy alejada de sus ideas tradicionales pero nitidamente em pparentada con al ola reformista que simultineamente estaba creciendo en otros, paises de América Latina (Gerehunoff y Llach, 1998: 414). Enuevo congelamiento de precios decretada.aprincipios de. 1987 seacom- paié asi de algunos intentos puntuales de privatizacién y desregulacion. La parame ee ‘simismo como instrumento idéneo para.eldis- Las acusaciones volvieron a arreciar desde dentro y desde fuera del mun- do de los economistas. Al tiempo que los sindicatos agudizaban su oposicion frente al gobierno, referentes del estructuralismo y el populismo alertaban 8o- bre el modo en que el “realismo” del gabinete econémico resultaba “funcional” ala imposicion de los “centros hegeménicos”, Para estos sectores, el desafio era doble: aumentar la capacidad de decisién de los gobiernos y de gestiGn de los Estados y propiciar un particular esfuerzo en las investigaciones econémicas y sociales capaces de “encontrar la médula social y el interés nacional en las ten- 67). Estos llamados un modelo de ere- ‘imiento alternativo” (Boceo y Burktin, 1987: 19) apenas podfan contrarrestar [LA DEMARCAGION DE LA FRONTERA ENTRE ECONOMIA Y POLITICA 191 ‘una oleada reformista que, radicalizindose entre ortodoxos, empresarios y or ganismos internacionales de crédito, terminaba por alcanzar al gobierno. jentras ciertas voces eriticas alertaban sobre Ia necesidad de demo- cratizar la toma de decisiones econdmicas yevidenciar el caracter politico (vin- culado a grupos ¢ intereses especificos) de las reformas, los sectores mas com- prometicos con ellas trazaban cada vez con mas nitidez las fronteras de la economia y reclamaban que su racionalidad se impusiera, soberana, sobre las ‘otras regiones. De Pablo (1987: 234), por ejemplo, imputaba las dificultades del programa radical al “‘ruido’ que le introduce a la economia la maxima aur toridad gubernamental”. Las resistencias alas reformas estructurales fueron miiltiples, ylos avances, «escuetos. Los heterodoxos habian hecho suyos no obstante muchos de los diag- nésticos y propuestas pl por sus adversarios. Los primeros se volvian luctables. El modo en que varios represen- fracasos a los “obsticulos” impuestos al im- ‘enfrentamiento de los sindicatos— y a la Difieil hacerlo ya para nismo rearmado y que no s6l hhacia el final de su mandato con un pero- ganado las elecciones de 1987 sino que se sofocado una vez mas por la inflaci6n, el equipo econémico tentaria con el Plan Primavera una ultima estrategia de contencién de la debacle. En plena demo” ener scracia ¥ pata evitar la corrida al détar, el gubinese. ness de biterés a tun valor que crecia al compas de la incertidumbre. EX homo econdmicustriado |) cen Ia dictadura instruido cuidadosamente en los éltimos aifor 7 Tnversiones bancarias a plazos jos cada vez mas brevesy tasas de! interés galopantes o fuga a un délar que por fuerza escalaria posiciones. La ‘cuestién era, en efecto, cusinto tiempo podria resistr el gobierno a una deva- Iuacién de la moneda, Cuando el Banco Mundial denegé una ayuda prometi- da, quedé claro que no habria délares suficientes para 1 austral, se ini a conida al dla ylos precios lo acompafaron Baas rat Gifra del paroxismo: la inflaciGn, a haba supei 8 los ré- cords, alcanzando nada menos que un 3.000% ‘92 MARIANA HEREDIA un conjunto de desafios politicos y de inter- prétaciones tedrico-ideologicas integraban explicita yabigarradamente la din mica econémica, la organizacién social y el conflicto politico. El desarrollo, el pleno empleo, la industrializacién con dificultad podian resumirse en una tini- ‘ca dimensién de aniliss,ydiversos actores e intereses se movilizaban para emi- tirjuicios sobre ellos ydarles forma. Desafios, interpretacionesyy acciones colec- tivas tenfan ademas al Estado nacién como horizonte de sentido. En este marco, 1a economia era concebida como una estructura formada por sectores —y gru- ‘pos sociales— claramente discernibles,y los referentes del pensamiento econé- ‘mico—que no se limitaban a los economistas profesionales— manifestaban de ‘modo explicito cierta identificacién con Jos grupos sociales involucrados. ‘Aun en el marco de profundas resistencias dentro y fuera de los equipos canrensef Ja dicadura rodujo un primer desplaramiento, de las polémicas y conflictos relativos al "modelo de pais”, a las controversias sobre la politica an- _tinflacionaria. MieniFas que los actores politicos y sociales podian seguir juz {ando y enfrenténdose en torno del rol que debfa acordarse al Estado, las po- Iiticas de apertura, la fijacién de salarios 0 la promocién industrial, el control _ de los precios alentaba, en cambio, controversias técnicas y experimentos de la- boratorio. Modelo de pais jinflacionaria parecian ain inseparables y los “riticos del Proceso asociaban estrechamente las improntas estabilizadoras de “Martinez de Hoz a un proyecto definido de modo alternative como “monetaris- ta” o “liberal”, En efecto, incluso en un contexto de censura generalizada, los ac- tores sociales impugnaban la politica econémica como parte de una orientacién socioeconémica global y anteponian a las nuevas estrategias liberales del minis- ‘ro otras perspectivas teGrico-ideolbgicas sustentadas a su vez en la identificacién ‘con ciertos grupos sociales yen la produccién intelectual de excelencia, Sparano ela Actas preci cubrirdeignominia eva pers ” dpectiva y su pretension de escindir la economia de la sociedad. La hora de la Reiigcd Sutaanstia dgdyordinnts!Geopamibraiclicncsta gael eaaO. ‘ciaciones pragmaticas que las autoridades que abandonaban el poder tanto ha bian invocado como principio de justificacién. El juicio a la dictadura, la condena de las transformaciones propiciadas y la rantizar las libertades civiles y politicas fundamentales, al tiempo que recono- ‘cia su creciente incapacidad para detener 0 al menos atenuar un proceso de » ra ‘LA DEMARCACION DE LA FRONTERA ENTRE ECONOMIA ¥ POLITICA 1 \ dcbilitamiento de la soberania nacional y de empobrecimiento de las mayors aque quedé, de algin modo, eufemizado por la atencién cada vex mi exch | vay urgente concedi La naciente dem ‘que se habia fundado al inicio en la legitimidad |) de los votos y de la participacién activa de los ciudadanos, pasé entonces a con centrar cada vez mis poder en el Ejecutivo, asentandose en una nueva fuente de legitimidad que podemos definir como tecnocritica. En efecto, la autoridad del gobierno para actuar en “materia econémica” se justifies menos en el man- dato emanado de los sufragios o en la atencidn a las demandas de una ciuda- dania activa, que en su eficacia para controlar el aumento desenfrenado de los precios. En este nuevo contexto, os espacios téenicoacadémicos de produccién de ideas cobraron particular importancia. Mientras otras instancias de intermedia- cién, como los partidos © los sindicatos, habian sufrido los embates de la vio- lencia dictatorial, los centros de investigacién en ciencias sociales detentaban, en cambio, el raro privilegio de haber perseverado en la reflexi6n intelectual sobre la realidad local y en la construccién de redes de colaboracién interna- ional. La certeza de sus propuestas, la cohesiGn y prestigio de sus referentes ‘compensaron el desconcierto de tun mundo politico que no lograba restable- cerel orden con las recetas tradicionales. Siel pensamiento econémico podia escindirse de la filiaciones partidarias 1 remitia més al saber que al compromiso con ciertos valores, los partidos bien podian importarlos programas de gobierno en esta area. La democracia inau- ‘gur6 asi una particular forma de articulacidn entre actores politicos ytécnicos: la nueva divisiGn del trabajo acord6 a los intelectuales independientes la tarea i ‘mientras los partidos se consolida- ih posibles en Ja medida en que el fun- ionamiento econémico se present6 como mecanismo impersonal y que la crea tividad técnica buscé colocarse si no por encima de los intereses y antagonis- ‘mos entre los grupos sociales, al menos en posicién equidistante de cada uno de ellos. En efecto: para Alsogaray o Ferrer (miembros de la generacién ante- tor de estadistas econémicos) las herramientas técnicas estaban siempre liga- das a una visién normativa de la relacién entre Estado y sociedad y de la posi- in de la Argentina en el mundo; en cambio para las nuevas generaciones el “contenido intelectual” se desdibujaba frente a la creciente atencién prestada los “aspectos técnicos”. mer pbiy a interpretaci6n de la inflacién propuesta por el equipo de Sourrouilleih- tenté combinar de manera original las perspectivas estructuralista y monetaria, Cada una de ellas suponia, aun sin explicitarlo, dos: 194 (MARIANA HEREDIA politica y garantizaba la reproduceidn de las actividades econémicas cotidianas s6lo en la medida en que se sostuviera y cultivara su confianza. sociedad, un sinntimero de ciudadanos de posiciones distintas habia aprendi- dio a comportarse, al calor de Ia escalada de los precios y del dla, d ssemejante al sujeto de los modelos econométricos. Poco importaba e ‘eran radicales, peronistas, desarrollistas, liberales: muchos argentinos se con- vencieron de que la mejor manera de preservar ¢ incrementar sus ingresos no ‘era la movilizacién politica sino Ia agilidad con la que podfan reaccionar fren- tea la coyuntura econ6mica, Para ellos, los economistas irian consolidandose de los marcos ideol6gicos hasta entonces prevalecientes. Por un lado, las dife- renieiaciones (écnicas en materia macroeconémica tomaban estado publico y~ “Suplantaban otros criterios de diferenciacién ideolégica mas inteligibles para el sentido comiin ciudadano (radical, peronista, izquierda, derecha). Por otro la- do, un variado arco de posiciones no liberales se vefa de pronto subsumido en LA DEMARGACION DE LA FRONTERA ENTRE ECONOMIA Y POLITICA Frente a esta avanzada reformista que 1a oposiciGn al liberalismo aparecfa ahora tanto polit

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