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Radi J. Mandrini La Argentina aborigen De los primeros pobladores a 1910 2A tonne SéAt Ditigida por Luis Alberto Romero biblioteca basica de historia »« digi veliane edkeres argentina sa, ‘Tucumén 1621 7° (c19s04n0), Buenos Ales, Argentina ‘igi vein editors, «3 do Cerro dl gu 248, Delegacién Coyoacin (o4ste), DE, México ‘gl ventuno de expafa editors, faa donigecinantoioe grandes sscuos defi > Ruta ce gas ao lag dele ‘costa del Pasion ==> ta de mia ratio glen el oe dls Sacks = Le eae rsane a eel er cna ae Océano Atléntieo 1 poblamiento del continente americano 4. Los primeros americanos El poblamiento del continente {Quiénes fueron los primeros americanos? 2Cémo eran? {De ‘dénde y cuando llegaron y como consiguleron hacerlo? ZCusl cera su modo de vide? Estas son algunas de las preguntas que clentiticos y legos han venido formulando a lo largo del tiempo, hasta la actualidad. La bisqueda de una respuesta epasiona hoy a ls investigadores tanto como apasionaba a los estudio ‘808 y erucitos verios siglos atrés, La historia de los interrogan- ‘tes acerca del origen de las poblaciones americanas se remon- ‘a a las primeras décadas posteriores a la legada de los euro- peos a tiorras americanas, a fines del siglo XV. ‘Uno de los temas que més acalorados debates provoca entre Jos estudiosos del pasado americano es el del poblamiento original del continent, inclidas las tierras que hoy constituyen el tesitorio ager tino, En las tltimas dos décadas, los hallazgos de restos de los mis anti- ‘200s pobladores se han multplicado,y se han perfeccionado los méto- dos las técnicas de investigacin, Sin embargo, ms allé de algunos acuerdos sobre cucstiones generale los debates y las discrepancias en: tre los especialistas parecen haberse profundizado. Las dudas persisten ose ham acrecentado, en especial en aspectos referidos a la antighedad yal carécter del primer poblamiento, Pese a eso, establecer las caracte- risticas de los procesos generales del poblamiento del continente re- sultaesencial para comprender el carécter de los primeros grupos hu- ‘manos que, milenios atrés, se asentaron en Ia mitad meridional de “América del Sus, Qué sabemos acerca de esos primeros americanos? El origen del problema Los viajes de los primeros navegantes 2 través del Auléntico, empezando por los de Crist6bal Col6n, plantearon profundos interrogantes alos eu- 20 La Argentine sborigen rope: un mundo desconocido se alzaba ante ellos, el universo se am- pliaba mds alld de los limites supuestos por la imaginacién medieval. La ‘cucstia de mayor importancia er, sin duda, defini y comprender alos Inabitantes de estas tierras, 2 los que Colén, ereyendo haber legado a las Indias, les dio la denominaci6n que perdura hasta hoy. Este tema tom6 particular relieve cuando, adquirida la conciencia de hallarse ante un ‘mundo nuevo ya medida que conocian mejor el continente, los conquis- tadores observaron con asombro castumbresy formas de vida muy distin tas de las suyas y se interrogaron acerca de las caracteristicas y la natara- Jeza de extos pobladores, es decir, acerca de su humanidad, se interés no era s6lo producto de la curiosidad ni respondia exctusi- ‘vamente a motivaciones académicas 0 filoséficas. Lo que se discutfa en los circus letrados,intelectuals yreligiosos europeos era el problema dela hhumanidad de los pobladores de las tierras deseubierta, pero la polé- mica tenia que ver, en buena medida, con cuestiones ms pracicas, pues Jo que se ponia en juego erala legitimidad de reducir a esclavitud a los hhabitantes del continente, como se hacia con las poblaciones negras de ‘frica. Quienes se oponian ala escavitud de las poblaciones americanas debian demostrat Ia “humanidad” de los natives; para eso, el problema de tos origenes de estas comunidades resultaba crucial. Finalmente, los debates fueron zanjados por una bala papal emitida en 1587, que reco- nocfa la humanidad de los indios aunque asimiléndolosa fa condicion de ‘menotes cua tutela tenfa que ser asumida por la monarquia castellana «en cucstiones terxenales y por la Iglesia en las espirituales, ‘Mas alli de esta definicion, el interés por conocer el origen de Tos pri- ‘eros pobladores no decayé , con el tempo, lo escritos sobre el tema se acurmularon. Esos primers intentos de explicaciGn establecieron algunas ‘auestiones bésicas cn las que coineidieron incluso las hip6tesis mas fanta- siosas formuladas hasta mediados del siglo XIX. Las respuestas fueron Dbuscadas en los textos biblicos, ada la antoridad de estas fentes en ese contexio, Basindose en la concepcién dela unidad de la especie humana todos os hombres descendian de um tinico predecesor, Adin, producto de un acto de creacién divina original, se buscaron en ls distntas gen alogias de Ia Biblia relaciones que permiseran vincular a los americans con alguno de los pueblos mencionados en el Antiguo Testamento. Ha- ‘erlo también implicaba demostrar su humanidad, Con algunas variates, adhirieron a esta explicacion personalidades dela talla de fray Bartolomé Ge ls Casas, fray Diego Durin y fray Gregorio Garcia, entre otros. Carentes de base empiric, estas explicaciones coincidian en ciertos presupuestos escnciales. Todas ells postulaban un origen tnico para el ‘ os primeres amarcanas 21 hombre ~tal como lo establecfa el texto biblico-y, en consecuencia, en- ‘endian que éste habia llegado a América desde el Viejo Mundo en una época no muy ejana, pues las cronologias derivadas de la Biblia estable cfan la creacién del hombre entre 5000 y 6000 afios atrés. Ademés, o- das trataban de encontrar vinculaciones con pueblos conocidos del Viejo Mundo a partir de supuestas semejanzas, tanto biomorfol6gicas ‘como calturales 0 lingiisticas. En la actualidad, esas comparaciones, bar sadas en un conocimiento parcial c insuficiente de las Fuentes y de los +echos, no resisten una ajustada critica cienifica, Por eso lama la aten- cin la persistencia de explicaciones que retoman los aspectos exencia- Jes de esas viejas formulaciones. No son ya hebreos fenicios los eleg os para explicar el poblamiento de nuestro continente, pero no se ha descartado a los egipcios ¢, incluso, alentados por la televsién y por ciertas publicaciones... ja los extraterrestres! La biisqueda de explicaciones de cardcter cientifico se inicié en la se- sgunda mitad del siglo XIX, alentada por el auge de las ciencias natura: lesy el desarrollo de las doctrinas evohucionistas, Las anteriores formn- laciones, sometidas a una profunda critica, no pudieron resistir el cembate, El género Hono, al que pertenccemos, fue considerado enton- ces el resultado de un largo proceso evolutivo y se empezé a pensar en Ja posibilidad de uma presencia muy antigua del hombre en el conti nente americano. Algunos estudiosos de la época aceptaron, incluso, la posibilidad de un desarrollo evolutivo auténomo, ‘A.comienzos del siglo XX, algunas de estas formulaciones fueron 2 su ver sometidas a critia y, aunque las muevas propuestas retomaron supues- tos anteriores, buscaron fundamentartos con informacién arqueotégica y paleontolégica més sdlida. Fue el antropéiogo Alex Hrdlicka quien, en los Estados Unidos, formulé de forma mas acabada estas nuevas ideas. Se sostuvo entonees que, proveniente de Asia y ya finalizada la amada Edad del Hielo, esto es, en el periodo Holoceno o actual, el hombre habia en- trado en América por el estrecho de Bering en varias oleadas migratoras, Segiin Hirdlicka, exos migrantes, emparentados biolégicamente con las poblaciones mongolois asdticas, eran cazadores con tna cultura mate- rial esencialmente paleolitica. El desarrollo posterior, que llev6 a la cres- ci6n de complejas y refinadas culturas, fue un proceso local, especificar ‘mente americano, sin aportes exdgenos Estas ideas, parcialmente modifcadas lnego por los avances de la inves tigacion arqueol6gica, se encuentran en la base de lo que constituy6, du- rante la segunda mitad del siglo XX en la antropologia estadounidense, Ja postura hegeménica sobre el poblamiento americano, conocida en los 2 Le Argentina sborgen ¥ Los pimeros smericanes 28 MOM SEAT RTT AT AT ridad de investigadores destacados, la hip6teis Clovis pareci6, final ae tente, haber logrado la clave para una explicacién cientiica definitiva Gora staat testandee crema } del poblamiento originario del continente americano, ruesto planta suo tremandos cambios y ttansformaciones, QUE ‘afecteron tanto el medip fsico como las forrnas viientes. Los naturalists y ‘geclogos dividen esa largusima historia de la Tira en una serio de etapas (© “eras, asoclendo a cade una do alas procesos geotégicas, cimatioos y bickbgicos especsicns. La ttima de esas eras rece el nombre de CGuaternaro y 9 ceracteriza, en l biolégico, por la presencia del género Homo, cet cual eestra especie, ol Homo sapiens sapiens. forma parte. I Cuaterario, cwyos comienzos se remontan 2 cerca de dos miles de ‘afi, a sido dividkdo en dos periodos, Bl primero, mucho mas extens0, recibe el nombre de Pieistocano y terriné have unoe 10.000 aftos, (8000. C), La ceracterstioa del Peistoceno es la presencia de periodos {de intenso tho -gaclactones- que alternan con momentos mas templados 0 interglaciares. Durante ls pertodos glaciares, rendos ‘extensiones de hole cubrioron partes importantes de las masas ‘continentalae mientras descendia ol nivel de los mares y océanos. Por ese {fenémeno se conoce también al Plestoosna como la “Edad del Hii. El segundo perodo, més reciente y corto, ese! lamade Holoceno, que se prolonga hasta nucsrce diss. Su comienzo, hace unos 10 000 aos, coincide con el inl de las grandes gaciaciones dal Piestoceno. Durante ‘21 Holooen dlsinuye fo, 98 reducen las masas glaciares y crece ol rive de fos ooéanoe, hasta slcanzar caractriicas sires alas ‘actuals. Con el cambio de las Condiciones que habian deiido al Palstoceno, s¢ produ también fa exthncién de muchas especies adaptadas a ese mundo més fo y himedo, particulamente algunos drandee mamiferos herbivcros, Dabe destacarse que, aunque os ‘especiaistas fn fe fecha de 10 000 afos AP. (antes del presente) pera él fi dal Pleistooeno, el paso de un periodo al otro fue un proceso lento ‘que se desamolé ao largo de varios milonis. 7 iedios cientificos como la “hipétesis Clovis". La cultura Clovis tomé su nombre del sitio homénimo en el estado de Nuevo México, donde en- tre 1982 y 1987 se realizaron los primeros hallazgos de unas puntas de proyecil caractersticas—también lamadkas “clovs', asociadas de modo indiscutble a huesos de mamut. Apoyada en hallazgos incuestionables realizados en los Estados Unidos en su mayoria,respaldada en numero- sos fechados de Carbono 14~t6enica descubierta a mediados del siglo XX que revolucioné la cronologia arqueol6gica-,yavalada por la auto- MD ST RE MY LY MEL aaa Ei Cartiono 14 DDesaoiada en ls Estados Unidos hacia 1850 por Wifard Libby, la datacin por medio del Garbono 14 (C¥) two répida dtusion y proporcioné a oe erquadlogos un método relativamente confsbe para Cslablocer una cronologia absolute. EC oe un isotope raciactve que ‘se encuentra en todos los seres vivos, que lo obtienen por intercambios ‘con ef medio. La proporcién de Cen los sores vvos se mantiene ‘constante, pero al mori el organismo cesan los intercarbios con a amblente y eC comianza a degredarse hasta cesaparecer. Esa desintegracién mantene cirta constante, lo que parte, sablendo la propoteién do Cl prosente en un resto orgarico, determiner el tempo transourido desde su muerte. En ta prdotioa no es tan simele. Deberos tener en cuenta que las ciras proporcionades no so refioren a fechas (en téninos calendércos) sino a ‘afios rachocarbénicos, 0 see, a tampos dervados de la Gesintegractin (62 680 is6topo, Ese tempo se fa en 6568 afos para la desintegracién ‘de a mitad de la concentracion iil. Se necesitan otros S568 para a ‘desintograclin de la mitad del resto, y asl suceciamente, Adem, como las cantidades de C'* son muy pequetas, las determinaciones son slempre aproximades y no sefilan un memento preciso sino un pesiodo expresado en aos antes del presente (AP), Por presente" go toma ol ‘fo 1050. Asi, cuando leernos que un resto fecha en 8550 + 150 cafes AP. signiica que pertenece a un ser vivo que murié en agin ‘momento entre 8700 y 8400 (8580 es el punto reco) aftos radiccarbénicos antes de 1980. Por otra parto, dabe tenerse ia cetera, ‘de que la muestra no ha sido contamrinadi, fo que poctia aiterar e contenido de O#, y estar seguros de las asoclaciones entre la muestra ‘echada y los demas restos 0 episodios que se ouleren fochar. Para eoluslner 6 probloma dla citerencia entre fechas calenices y raciocarbénicas, estes tits suelon callorarse vinculéndolas a series de fachas ctenidas del andlsis de los anos de es arboles (decrocranaiogia) realizado en el hemistero norte. En general las fechas ‘calladas en afos de nuesto calendaro resultan algo més antiguas que las radiocarbonicas. A” 2A La Argentina aborigen La *hipétesis Clovie": América para los americanos En términos generales, la hipétesis Clovis postula una fecha maxima de entre 12 000 y 13 000 aitos AP, coincidente con el final del Pleis- toceno, para el inicio del poblamiento del continente. Por cierto, las fechas propuestas por Hirdlicka para la antigiedad del poblamiento habfan sido abandonadas porque, desde la década de 1920, un cre- ciente mimero de hallazgos habia venido demostrando, més alld de cualquier duda, la contemporaneidad de los hombres con animales extinguidos al finalizar la Edad del Hielo. Entre tales hallazgos, rea~ lizados princlpalmence en las lanuras y planicies centrales de los E- tados Unidos, se destacaban algunos restos éseos de animales extin- tos que tenfan atin clavadas bellas puntas de piedra tallada ‘Appartir de la década de 1950, numerosos fechados radiocarbénicos confirmaron la edad de esos restos, asignandoles una antigiedad de 12 000 aiios A.P. Los hallazgos -no se conocfan entonces en el conti- nente otros tan seguros y bien fechados~ fueron atribuidos a una cu tura de cazadores especializados en la captura de grandes mamiferos 1 quienes pronto se identificd con el nombre de Clovis, como antes referimos. Resistidos al principio, esos descubrimientos fueron final- ‘mente aceptados por la comunidad cientifica y constituyeron la base de la mencionada hip6tesis Clovis, la cual adhirié un nutrido grupo de investigadores estadounidenses. No obstante, esa hip6tesis iba mucho mas alld, pues no se trataba sélo de fjar una fecha inicial para el poblamiento del continente. Sus seguidores se proponfan brindar un coherente modelo cientifico de todo el proceso del poblamiento, y sostenian que no existian pruebas irefutables para afirmar que fuera anterior a Clovis, ala cual conside- ran la primera cultura americana. Los portadores de las puntas de proyectil Clovis fueron definidos como cazadores altamente especia- Tisados, dedicados 2 la matanza de grandes herbfvoros. Las posibilida- des de alimento que les brindaban las praderas centrales de los actua- les Estados Unidos, con una abundante y variada fauna, en la que se destacaban especies de gran tamatio ~mamut, mastodonte, formas hoy extinguidas de bisontes y caballos~, permitieron el répido creci- miento demografico de esos primeros cazadores. Gracias a 0, inicia- ron una migracién exitosa y veloz que los lev6, en unos poces siglos, hasta e] extremo meridional del continente americano, Cientificamente, se trataba entonces de demostrar, incluso mediante modelos compu- tarizados, que esa acelerada marcha de miles de kilémetros atrave- J i ) } j Los pimares emetcanes 25 sando diversos medioambientes, desde las forestas tropicales hasta las altas tierras andinas, habia sido posible. I TLS LAT ALA Las puntas Giovis Las puntas Clovis tomaron su nombre del silo dande fueron iniiaimente identifoadas, en el estado de Nuevo México. Alcanzeron {gran ctusion on las planicies y Hanures contales de Amérioa del Norte. Tienen forma lanceolada y su cimensién osclla entre 7 y 15 ‘centimettos de largo. Se cestacan porque sobre sus caras y a parte {do la baso 60 ha precticado una ecanaladure que, seguramente, sivid para unirias a un mango 0 ast Restos éseos do mamut aseciades a puntas Clovis, haltadas en Naco, Nuevo México, Estados Unidos. Para arrojerias debié usarse une lenzadera,artefacto que permite der més fuerza, velocidad y slcance a proyecti. Como se ve en la iustracin, ‘con frecuencia las puntas Ciovi fueron encontradas en asociacion con restos de grandes mamileros hoy extinguidos. Este hecho sivi6 para dof a aus portadores como cazadores especiazados en la captura do megeteune. AF 2 La Argent aborigon Pese a su amplia aceptacién, la hipstesis Clovis no dej6 de despertar ert ticas, pues existan algunos sitios arqueol6gicos que no encajaban en el modelo. Tales sitios ~y quienes los habjan investigado- fueron dura ‘mente desaereditados por buena parte de la comunidad cientifica, pues se angifa que habfan sido mal excavados, que las muestras de los fecha- dos estaban mal tomadas 6 contaminadas, que los artefactos no eran tales, que no eran seguras las asociaciones entre los fechados los ma- teriales hallados, entre otros argumentos. Eas eriticas,acertadas en mu chhos casos, sin embargo no siempre eran justas; deiras de ellas habfa cestiones vinculadas mis a la politica y la ideologia que a la ciencia, Para muchos arquedlogos estadounidenses, la hipétesis Clovis se habia transformado en el fcono de la expansién de la més temprana cultura norteamericana, un equivalente, en la Edad del Hielo, a la “difusidn contemporsnea de la Coca Cola", Ademés, como los hallaagos més signi ficativos que cuestionaban la hipétesis Clovis provenfan de sitios de ‘América del Sus, lo que'se ponia en duda era el rigor cientifico de los a queélogos latineamericanos y europeos que habian trabajado en ellos. TM MTEL LD LSD propuisor o lanzadera propulsor, 0 lanzadera, es un artefacto formado por una vara 0 tabla de madera, 0 una cafia, con un gancho de piedra o hueso en la parte posterior donde se encalata el dardo. 1 propuisor se sostenia con la mano ~los dedos pulgar 6 indice sujetaban el derdo- y consttufa una suerta de prolangaclén del brazo. Se arrojaba el dardo mediante un movimiento amplio del brazo ~simitar aldo errojar una pisdra-, que imprinia altro mayor fuerzs, velocidad y alcence. AF | | $ Los piers ameicenes 27 De hecho, el inico de los sitios cuestionados que finalmente fue acep- tado, en 1997, en los circules estadounidenses, fue Monte Verde, en el litoral chileno, cuya excavacion fue drigida por Thomas Dillehay. Aun- que Dillehay no compartia la hipStesis Clovis, al fn y al cabo era esta- dounidense. La excavaci6n de Monte Verde, realizada con toda minu- deanas, sino de sociedades més complejas, extensas y diferenciadas, a Jas que los especialistas definen como jefaturas o seftorios. Los inter cambios entre las elites que dirigian esas jefaturas incluian tanto bienes. Y productos como précticas sociales y rituales, creencias ¢ ideas, repre sentaciones estéticas ¢ iconogréficas. Los dirigentes de esas jefaturas con una poblacion lingiisticamente heterogénea ¢ inserta en amplias redes de circulacién caravanera debieron desarrollar una complicada estrategia de relaciones con las jefaturas vecinas para asegurar el con- sel sobre sus tertitorios frente a la fuerte movilidad poblacional, como los desplazamientos de colonos y caravaneros, y para garantizar me- diante acuerdos y alianzas el funcionamiento de todo el sistema de Interacciones, Ademés, los cementerios y tumbas recuperados ~como ‘en Atacama, Doncelias y El Morro— indican la existencia de una elite bien estructurada que ejercfa un importante control sobre Ia produc i6n de bienes, su circulacién y distribucién, asf como sobre el terite- 116 La Amante aborten rio, las retaciones con otras unidades sociopoliticas yla guerra, Esa elite debi6 también monopolizar el uso de bienes suntuarios de alto valor simb6lico ~piezas de metal, alucin6genos- y la realizacién de las practi- cas rituales que legitimaban su autoridad. ME aa Las jefaturas Las joaturas tamadas también eeforios- eran, ante tod, entidadios poltioas regionales que aglutinaban a multiples comunidades bajo la ‘autorigad permanente de un jee. Las jetaturas, que pocian legar & tener una poblacién de algunos miles -incuss, @ veces, de decenes de ime de habitantes, mostraben sign tivo de jerarquizacion social, ‘expresada generalmente por la posicisn o rango elevados que ‘ccupaban cieros Ingjes y comunidades. Esa superoridad se justifcaba or a proximidad geneakigica al jfo, cuyo naje ocupaba el uger més ato de a jerarquia soca. En estas sociedades, el poder poltoo, que se apoyaba en fa figura del Jefe. la que 20 radeaba de complejos rituales y ceremonias, reconocia al menos dos riveles ene! ejercicio de la autoridad, ol da los jfos de las ‘comunidades locales y, por encima de éstos, olde jefe superior. E poder que este dima ejarcia depend, a su vez, de la importancia de su tinal, de eu conto! sobre la preduocién yal ntercembio de bienes, de Sus ‘capacidacles y habildades personales includ la refordas a la quer yy de una Ideologla que sara para legitima ¢ insttuclonaizar las

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