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habla en exclusiva
Apasionante. Podemos
"tejer" el sentimiento de
felicidad y así ser
arquitectos de nuestro
bienestar. Eso afirma
desde París, en
conversación con Mujer, el
famoso teórico de la
resiliencia. Habla aquí de
su última investigación
sobre la conexión entre
biología y espíritu.
Esta vez habla de "resiliencia neuronal", refiriéndose a la íntima conexión que hay
entre lo físico y el espíritu -o, lo que es igual, entre lo neurológico y la psiquis-, así
como al poder que puede tener la intervención consciente de las personas en ese
proceso, para acercarse a la felicidad. Lea: de la pobreza o exceso en nuestro cerebro
de determinados neurotransmisores depende nuestra alegría de vivir. Pero la
producción de estos también se vincula con el amor y los cuidados que nos prodigaron
en la infancia. Y, más tarde, con la pasión que imprimamos a la vida, la apertura al
amor, la actitud positiva frente a lo cotidiano, e incluso el escenario cultural en el que
nos movemos. Son algunos de los planteamientos que Boris Cyrulnik hace en su
última investigación vertida en el libro "De Cuerpo y Alma. Neuronas y afectos: la
conquista del bienestar", que acaba de publicarse en Chile (Editorial Gedisa).
Es que esta vez hace un viaje a las profundidades de lo que él llama "el alma", un
concepto bien distinto del que tendría un creyente. "Entiendo el alma en el sentido
psicoanalítico propuesto por Sigmund Freud, que no tiene nada que ver con la religión.
Es una representación íntima de imágenes y de palabras". En su reciente
investigación también se refiere a la religión, acercándose a ésta desde una
perspectiva científica y constatando, por ejemplo, cómo los creyentes superan la
enfermedad con más eficacia que los no creyentes. ¿Resiliencia neuronal tal vez?
Desde París, donde reside, explica de qué manera también incide en nuestra felicidad
la cultura en que vivimos: "En África existe la costumbre de donar el primer hijo a otra
familia, como un ritual que practican para augurar suerte y felicidad a la otra familia.
Los hijos no se sienten abandonados; al contrario: una vez mayores se sienten
orgullosos de haber sido una donación feliz. Pero en Japón es todo lo contrario. Hay
muchas adopciones y un hijo no natural tiene menos valor que otro, razón por la cual
muchos padres esconden el hecho de haber adoptado a un niño. El significado de la
adopción es diferente según los distintos backgrounds culturales: mientras en África la
incorporación de un niño en una familia es causa de felicidad, en Japón es fuente de
malestar".
-Plantea que si a uno lo insultan, una parte del cerebro se altera. Una sola
palabra puede cambiar la neurobiología de un ser humano. ¿Predetermina el
futuro bienestar de un niño el que éste haya vivido en un ambiente de depresión
o violencia?
-Durante los primeros años, todos los eventos que ocurren alrededor del niño, como la
depresión o la crueldad de un padre, la guerra, la violencia social, la miseria, etc.,
crean circuitos en las neuronas, canales por donde vemos circular la dopamina, o los
neuromediadores. Los podemos observar mediante cámaras, en las resonancias
magnéticas. Generalmente, si una persona viene maltratada los canales llegarán a
una zona del cerebro donde generarán una enfermedad; pero si una persona se siente
segura otras sustancias van a ser secretadas y van a llegar a una zona del cerebro
distinta, que genera una sensación de bienestar. Es la manera de ser, la madre, la
mujer, el colegio, la familia, la cultura, todo lo que rodea (al niño) lo que va a canalizar
la circulación de neuronas hacia una zona cerebral que le dará una sensación de
bienestar o de malestar.
-Afirma que sin amor no hay inteligencia. ¿El que no es amado desde la infancia
tiene menos opciones de desarrollarla? ¿Cómo subsanar esta condena?
-Para entender mejor el concepto, podemos observar lo que pasa con los niños
abandonados. Nutrirlos materialmente no siempre es suficiente para nutrirlos
emocionalmente. Aquellos niños que viven en un entorno adecuado y materialmente
bien provisto, pero que no tienen amor, parecen carecer de funciones intelectuales, no
son capaces de acciones intelectuales complejas. Se puede observar en un escáner
una cierta atrofia de los lóbulos prefrontales y de circuitos de la memoria y de la
emoción. Esta condena se puede subsanar cambiando el entorno y asegurando una
fuente de amor.
-Hay químicas corporales que se dan a nuestro pesar. Por el cuerpo del
depresivo endógeno circula menos serotonina, sustancia que induce al
bienestar. ¿Se puede modificar esto?
-Teniendo en cuenta todo lo arriba mencionado, lo que podemos hacer para
defendernos de lo que nos daña se resume en tres conceptos fundamentales: acción,
producir endorfinas; afección, establecer y consolidar relaciones de seguridad (grupos
de amigos, familias), y comprensión de lo que nos a hecho sufrir. La unión de los tres
términos permite conseguir un nivel de felicidad mayor.
-Teorías recientes sobre la felicidad sugieren que es más feliz aquél que tiene un
bienestar material como base. ¿Qué piensa?
-¡No lo creo! Existen muchas culturas pobres que son muy felices gracias a sus
rituales, sus músicas, sus cantos, el trabajo en el campo. Puede ser todo lo contrario:
las sociedades occidentales vinculadas al consumismo y a la materia son más infelices
y el número de depresiones es mayor. En el último congreso organizado por la
Organización Mundial de la Salud se analizó la relación entre riqueza y salud y se
observó cómo el porcentaje de depresión en los países modernos es lo mismo que en
los países adonde hay guerras y miseria. El intercambio de afecto es la clave para
contagiar de felicidad.
-¿Cómo ve a la familia actual para dar buena contención afectiva a sus hijos?
-Nuestro mundo occidental, moderno, tecnológico, ha mejorado las condiciones
materiales de la existencia, pero no las relacionales; hasta 1970 el contexto social,
ecológico era muy difícil.La casa y la familia eran el núcleo del bienestar, porque la
ciudad y el trabajo eran un sufrimiento físico. Después de 1970, el contexto ha
cambiado: ya no hay campo de trabajo, no hay mina, no hay campesinos ni obreros
sino tan sólo oficios terciarios, profesiones de la palabra, de la mente, del ordenador,
de la máquina. Es más divertido estar fuera de casa y el hogar, la familia, ya no es el
lugar de bienestar sino del aburrimiento, la vida está afuera ahora. Antes afuera estaba
el sufrimiento y el dolor y ahora está la vida. En una generación todo ha cambiado.
-¿Y qué significado cree que tiene esto para las nuevas generaciones?
-Significa que nuestros hijos se desarrollan físicamente mejor, intelectualmente
también, pero afectivamente se desarrollan peor que antes. (En Occidente) hoy hay
menos niños, están mejor desarrollados física e intelectualmente, pero no
afectivamente porque ya no tienen el amparo del entorno familiar. No tienen
referencias. Afectivamente son temerosos, son agresivos.