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Libro primero

Para aprender á hacer

JUEGOS DE MANOS
SIN MAESTRO.

TAMBIÉN CONTIENE
varias recetas muy útiles y secretos importantes, no
copiados de ningún otro libro, sino probados por
práctica y esperiencia.
POR EL PRESTIDIGITADOR
FRANCISCO ROJAS Y GIRALDO.

Yaleacia: Impr. de Victorino León. Libreros, 1.

C
Queridos aficionados: Voy á daros una prueba
de los adelantos que se han hecho en esta clase
de diversiones; pues para que cualquiera pueda
por si mismo aprender, sin necesidad de maes-
tro, este es el único método sencillo, y no es
menester mas que dos cosas: 1.», fijar atenqion;
y 2.', tener muy presente que el todo de la
presiidigiíacion es la alabia, y para ello pondré
algunas palabras para que aprenda y oiga al
tiempo de ejecutar algún juego.

RELACIÓN PRIMERA.

Para cuando se va á dar principio.


Seáis muy bien llegados, señoritos,
viejos, viejas, mocitas y mocitos.
Ya que á este sitio os presentáis gustosos,
os hablaré clarito y sin embozos,
aunque (es sabido) los de mi comparsa
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cuanto dicen y hacen lodo es farsa:
recordareis los nombres de Lasori,
De Cervi, Cario Reg y Rizareli.
Pues todos eran unos mentecatos
que al mentir no se quitaban los zapatos.
Merlin, Pinetli y otros hechiceros
eran unos solemnes majaderos.
£n mi comparación el grande Alberto
jamás hizo una cosa con acierto,
aunque dio con la mina
de los polvos de la Madre Celestina.
Bobin, y hasta el diablo pequeñuelo
coya fama rodó por todo el su«io,
fueron de una habilidad tan incompleta,
que ahora son para mí niños de teta.
Nada, pues; nada supieron en la materia,
aunque mas fueron mágicos do feria,
engañando la boba muchedumbre
que dejaba engañarse por costumbre.
Ahora quiero probar que cuanto hablo
bueno lo puedo hacer sin que el diablo
me preste ayuda para mis enredos,
pues tan solo me oastan mis diez dedos.

^-T-^^^a^-M
JUEGOS DE MANOS.

1.
La Lámpara maravillosa.
Ahora dirá: Señores, voy á dar principio con
la Lámpara maravillosa, cosa que muchos ha-
brán oido nombrar y no habrán visto nunca.
Esplicaoion.
Tomarás cnatro ó cinco terrones de sal »in pi-
car; dirás que la miren y prueben si hay algún
preparativo, y luego que hayas recorrido los es-
pectadores y úslén convencidos que es sal, en-
señas un vaso de agua clara, y dices: esta es la
Lámpara.
Sin que lo vean los de la reunión, llevaras en
la misma mano de la varita de virtud dos ó tres
terroncitos de alcanfor de la grandaria de la sal
que has dado á reconocer, y ten cuidado de co^
nocerlo; lo enciendes á la luz, lo pones en el vaso
del agua y verás como arde. Entonces dices tú:
esto es un ahorro para una casa de familia; con
dos granitos de sal y un vaso de agua tienen us-
tedes una lámpara que arde sin torcida y sin
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aceite; cuando vayas á encenderlo dirás: ahora
le paso la varita de virtud y le hecho unos polvos
del piculiquis ó culiquis, y verás cómo sorprende
á todo el público.
2.

La Moneda volátil.
Tomarás un cuarto, le harás un agujero, le
pondrás un hilo de un palmo, á la punta un alfi-
ler doblado hecho un gancho, y lo llevas en la
mano preparado; pides un pañuelo, lo enseñas y
cuando le vuelves clavas el alfiler en medio del
pañuelo, y lo pones encima de la mesa, pero que
no le vean; pediros una peseta y dirás auo le ha-
gan alguna señal; entonces la tomas, naces ver
que la pones en el paOuelo, y cojes ol cuarto.
Haces cojer un vaso, dices que lo tomen por
debajo, y dejas caer el cuarto; como está tapado,
no se ve si es cuarto ó peseta. Entonces dices: me-
nee V. bien, y verá como efectivamente está.
Ahora lomas otro vaso, y dices: ya ven que
en este vaso no hay nada: pues yo le digo: Quin
quiriviíitudi ni tativus cue: pasa. Con la una
mano quitas el pañuelo, y al mismo tiempo dejas
caer la moneda en el otro vaso, la enseñas, y
mientras sacas la otra moneda del pañuelo.
El camino de las kigas.

Tomarás un pañuelo, le coserás un cuarto en


una punta, y lo tendrás en el bolsillo. Cuando
hayas pedido un pañuelo, dirás: yo tengo uno,
pero en fin, haremos que sirvan los dos; enseña-
rás primero el tuyo, lo tomarás por las puntas, y
la que tiene cosida la moneda la tendrás en la
derecha; lo dejarás encima de la mesa, y la punta
de la moneda que cuelguo en tu lado. Entonces
enseñas el otro y pides una peseta, la pones en
medio del pañuelo tuyo, cojes la punta ae la mo-
neda con la derecha y la otra punta de enfrente
con la izquierda, y harás como si fueras á envol-
verla; entonces te quedas lá peseta en la mano y
cojas el pañuelo, haciendo ver que en él está la
peseta, y dirás á cualquiera: aguante V., y el otro
verá que si que la tiene.
Luego pides dos cuartos ó un duro, y lo pones
en el otro pañuelo; cuando lo vas á tapar, juntas
la peseta con la otra moneda, lo das á que la ten-
gan, y dices:
Espiche yudicate vía vidente; tomas la vara
con la derecha, y con la izquierda la punta del
pañuelo tuyo; dices que pase la peseta con la
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otra moneda, y que suelte; y al otro le dices
que mire si eslán las dos, y verán como efecti-
Tamente es lo que se ha dicho.

La cartera mágica.
Harás un ungüento con aceite comuñ y ceni-
as de papel blanco; con él fregarás un pliego
d« papel blanco por dentro por los dos lados, f
por fuera lo pintarás del color que quieras; lo
eoserss como sí fuese una cartera y dentro pon-
drás un papel blanco. Esto es preparado para lo
que voy á esplicar.
Dirás: Señores, ¿quién hatá el favor ¿« poner
en este papel (esto es, otro igual al que tienes
dentro de la cartera) su nombre ó cualquiera
OMiraseña, y después quemarle sin que yo lo
vea?
No faltará quien diga: yo'-
Pues bien; si es que ustedes creen que es con*
venio, hará el favor de que otra persona ponga
otra contraseña; y mientras lo queman sacarás
el papel de la cartera, lo pones donde tú quieras
que aparezca, cojes las cenizas, las metes en una
pistola y dices: que se aparezca el papel entero,
y tiras, pero antes dirás:
Ahora te quiero ver, escopeta.
A ver qiȎ tal sale {ni treta,
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por ver si DOfe atrapan ó descubren
lo que mis dedos con gran arte encierran;
aunque puede ser que mo equivoco,
ó que no sé jugar, eso es muy poco;
pero no me importa nada
que miren ó no mi jdgada;
ello saldrá como en otras ocasiones,
á pesar de mironas y mirones.
Maturrani, marratafli, marrataflan,
sortito del iofíerno por cortina.
No hay que hacer el fraude Campa,
que en este mundo loco todo es trampa;
y aunque tan atentos estuvieron,
por mas que miraron no lo vieron,
y la ley del embudo quiero, sí,
que lo que tengo aqui se pase allí,
Nota. Tendrás cuidado que lo que escriban
sea con lápiz.

5.

El aiambíqne del diablo.


Tomarás dos botellas que sean ó bien de cris-
tal ó bien de vidrio fuerte.
A una y otra pondrás agua clara.
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Ahora, á una de laa dos le e charas unos pol-
vos de agallas y un poco de caparrosa, ó bien
sulfato de hierro, y verás como se queda del co-
lor del vino.
Y dirás: señores, aqui tenemos dos botellas; la
una de vino y la otra de agua; pues yo voy por
medio del alambique del diablo, á hacer que
donde está el vino pase el agua; lo echaremos
unos pocos polvos. Y harás como si los echas.
Observaciones.
Si quieres, con los polvos que echarás lo ha-
rás, y si no voy á esplicarte cómo se hace con
mas limpieza.
Mandarás hacer dos tapones de hojalata que
estén vacíos por dentro, y que formen de fuera
algún volumen para que coja loque diré.
Pones en un vaso agua, añadiendo polvos de
agallas y un poco de caparrosa, y metes el tapón
dentro. Has de advertir al hojalatero que haga
un agujero en la parte de abajo y otro en la parte
de arriba, pero que éste último sea mas peque-
ño; cuando ya veas que está lleno, tapas el agu-
jero de arriba, ó sea el de fuera, con cera, y
verás que el líquido, como no tiene respiración,
no sale; lo taparás á la botella en que está el
agua clara; y á la otra, que es la del vino, le
pondrás en un vaso polvos de ácido oxiálico que
tenga fuerza; quiero decir, que esté cargado de
ácido; haces como con el otro tapón, y lo pones
eo la del vino.
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Cuando quieras hacer el juego, dirás: V. vea la
botella que está llena de vino, y V. la del agua;
)ues tápenlas con un pañuelo, y entonces basta;
fas tapas con el pañuelo, y ai mismo tiempo con
la uña quitas la cera, y haces al otro lo mismo;
primero lo harás al que tiene vino.
Ya que están tapadas, cojes la vara de virtud,
y dirás:
Oecia la gran Madre Celestina,
mujer la mas astuta y mas ladina,
que engañar á los tontos y menguados
no era de ingenios consumados.
Pues ella fué quien de dia y noche
engañaba á troche y moche.
Y en efecto, señores,
la esperiencia do buenos jugadores
es usando el arle de secretos,
engañar tontos, diestros y discretos.
¿Ven lo que tengo aqui? pues nada han visto,
(Señalando la botella.)
que este juego ha sido limpio y listo.
Mando sin que en esto trampa haya,
que el liquido de la una á la otra vaya.
Y verás qué sorpresa cuando vean que efecti-
vamente el agua so ha vuelto vino y el vino
agua.
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Si lo quisieres hacer con tapones, tendrás ios
polvos, y cuando dices: voy á poner unos polvos
del Matery per mater, los echarás, y ellos creen
que es faloria.
6.

Jnego de risa y engaño.


Llenarás un huevo de harina, haciéndole un
agujero, y después lo tapas con un poco de ha-
rina hecha pasta.
Lo tendrás escondido, enseñarás otro que esté
lleno, y dirás: ¿Hay algún muchacho que me
quiera ayudar? No fallará quien dirá: yo. Bien,
le dices: mira este huevo y examinalo bien; des-
pués lo harás mirar á loao», y harás por cam-
biarlo sin que te vean; entonces pones el otro
encima de la mesa; la punta donde está el agu-
jero á la parte do adentro, y dirás al muchacho:
¿Cnánlos pollos quieres que saquemos de este
huevo?y dirá los que le pirezcan. Bien, pues;
harás lo que yo y leti atención..
Mira, ¿ves cómo yo soplo? pues ¿en cuántos
soplos quieres lú que salgan? Diráá los tres ó
cuatro: entonces dices tú: sopla fuerte; y cuando
lo tengas bien> le rompes el huevo en la frente,
lo pones blanco, y todos se rien.
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7.

Joegos de barsga.
Para reir un ralo en lina reunión, tomarás una
baraja y dirás: baraje V., señorita, y saque ia
caria que V. gusto. Después vas á otra, haces lo
mismo, y luego con otra haces igual.
Luego lomas la baraja, la pones encima do la
mesa, y preguntas á la primera: ¿De qué color
quiere V. que so vuelva la carta? (y dirá del que
á ella le parezca); luego á la segunda, y por últi-
mo á la tercera; entonces tomas tú la baraja, y
dices á cada una de por si: ¿conque V. ha di-
cho....? (supongamos que encarnada, !a otra
blanca y la otra verde.) ,.
Pues bien-, harán Vds. el favor de ir á la calle
de Zaragoza que hay un pintor muy afamado, y
se las pintará.
8.
Otro jaego de risa.
Harás que saquen una carta, y después que ya
sepan la que es, dirás: pónganla en medio y ba-
rajen bien; ahora hará V. el favor de hacer dos
montones; y cuando estén, dirás* mire V. siesta
aqui. Si por casualidad estuviera y dijera que ú,
entonces tú dices: pues ¿ven Vds. como no está
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en la otra parte? V si no estuviera en ia primera
dirás: pues está en la otra.
Nota. Podría pooer muchos juegos de bara-
ja; pero es inútil, porque es la práctica quien los
enseña.

SECRETOS ÚTILES.
Receta para la erisipela, probada
por mi mismo.
Se toma la yema de nn buevo fresco, se pone
lo que coge encima de un cuarto üe polvos de
asta dn siervo, y se bato bien; con esto se unta
en la parle donde está la erisipela, y á las dos
unturas no es menester que se tape, y queda cu-
rado. Es seguro.
Para las tercianas, probado por mí.
Un cuartillo de vino común bueno.
Dos cuartos de polvos de genciana.
fCuatro nueces, sí pueden ser verdes mejor.
Unas cuantas ojas de apio.
Un manojito de pálvia.
Todo hervido, se cuela, se toma medio vaso
al tiempo que dá la terciana, y si vuelve se toma
otro medio.
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'Para las llagas de las piernas.
Se pone media jicara de vino blanco bueno.
Igual cantidad de agua común.
Se calienta en un plato negro. y cuando esté
tibio, se lava la llaga bien lavada, luego se unta
con una pluma alrededor de la llaga con aceite
det candil; se moja un trauo de hilo con el agua
y vino, y se pone encima de la llaga. Esto se hace
tres veces al día.
Para mejorar el vino que se hace agrio.
Para 20 cántaros, ó bien 20 arrobas, dos onzas
de sal vejeta!, y se deja hasta que esté bien ó sea
como estaba antes.
Es remedio probado.
Para hacer buen café.
Guando se pone para torrar se le hecha un
poco de aceite por encima, y esto hace que con-
serve el aroma en el mismo grano; después de
poner el café ya hecho, se le añade azúcar que-
mado, y esto es muy bueno.
Sedan lecciones deprestidigitacion, en la ca-
lle dw Falcons, núm. lí, piso principal, en Va-
lencia.
En Barcelona, calle de Barbará, núms. 1 y 3,
piso 4.0

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