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Poder
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En una sociedad supuestamente basada en la “libertad” política y económica como lo es
la sociedad neoliberal actual, los paradigmas clásicos del poder quedan fuera de lugar,
pues la libertad de la persona es entendida dialécticamente respecto del poder del
Estado, por lo cual si las libertades son las que triunfan en dicha dialéctica, no es el
poder del Estado el verdadero poder en dicha sociedad.
Así, los "datos iniciales a la soberanía del Estado, la forma de ley o la unidad global de
una dominación"2 dejan de ser los elementos y manifestaciones del poder y la
dominación.
¿Qué entenderemos por poder entonces? El mismo Foucault nos señala en la misma
obra que entenderemos por poder “la multiplicidad de las relaciones de fuerza que son
inmanentes al dominio donde ellas se ejercen, y que son constitutivas de su
organización; el juego que por la vía de las luchas y enfrentamientos incesantes las
transforma, las refuerza, las invierte; los apoyos que estas relaciones de fuerza
encuentran unas en otras, y que las lleva a formar cadenas y sistemas, o, al contrario, los
desencuentros, las contradicciones que las aislan entre sí; las estrategias, en fin, en las
cuales cobran efecto, y cuyo diseño institucional toma cuerpo en los aparatos estáticos,
en la formulación de la ley, en las hegemonías sociales".
Esta noción de poder, según el citado Oscar Godoy3, “conduce a Foucault a establecer
analíticamente sus caracteres fundamentales, que son cinco:
2
Estas nociones corresponden a la “Historia de la sexualidad”, obra clave para entender el poder en
Foucault
3
Op. cit, pag. 116
2
d) enseguida, las relaciones de poder son intencionales pero no subjetivas, es
decir: descansan sobre un cálculo, que no proviene de una inteligencia central
(un individuo, un grupo, el Estado) sino de la racionalidad de tácticas locales
que se encadenan unas a otras y en cuyo despliegue y articulación configuran
"dispositivos de conjunto";
e) finalmente, allí donde hay poder hay resistencia, y los puntos de resistencia
siguen la ley de dispersión del mismo poder; por eso no hay "un lugar del gran
Rechazo —alma de la revuelta, hogar de todas las rebeliones, ley pura del
revolucionario"—.
Muy acertadamente, ya a fines de los años 30, Walter Lippmann, en su obra Public
Opinión, sin quererlo, y a propósito de los medios de comunicación masivos (mass
media), describió otro de los elementos claves en las relaciones de poder en la sociedad
que vivimos: el manejo de la información y la forma en que se hace llegar a los actores
sociales, sabido es que el manejo de la información es lo que permite la toma de
decisiones “adecuadas” o “eficientes” y respecto del poder entenderemos ello en
términos de asegurar, consolidar y extender las relaciones de poder (o bien crear nuevas
estructuras de poder), y es eso lo que hacen las empresas líderes en el mercado al
consolidar su posición en el mismo, que es la base y el núcleo del poder en una sociedad
de mercado.
Las concepciones del poder de Foucault tienen la virtud de ser versátiles a tal punto, que
permiten el estudio desde el poder de todo fenómeno en el que existan dos o más seres
humanos involucrados, al punto que él mismo ha llegado a construir la noción de
“biopoder”, relacionando dichos conceptos con la biología y el actuar humano.
Otra visión que es del todo actual, puede construirse a partir del pensamiento del
socialista italiano Antonio Gramsci, quien a partir de su concepto de “hegemonía” como
vía de acceder al socialismo, dejando de lado la dictadura del proletariado, plantea el
poder y el acceso al mismo como un tema cultural, que será viable en la medida en que
exista conciencia, comunidad de la misma y un pensamiento común en torno al poder y
su ejercicio, noción que, si bien construida para el socialismo, aparece de manifiesto
como medio de acción del movimiento globalizador neoliberal, que centra su expansión
en el pensamiento único y su difusión como lo diría Pierre Bordieau4
4
Ver “La esencia del neoliberalismo”, publicado en Le Monde Diplomatique.