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Desde entonces han pasado casi quince años y han sido muchas
las jornadas, cursos y seminarios que he tenido con muchos y muy
diversos grupos de personas sobre dicho tema. Todo ello ha apor-
tado y enriquecido notablemente mi reflexión inicial. La cuestión de
fondo a la que dicho escrito pretendía ofrecer alguna ayuda sigue
viva: no es fácil vivir la fe, con creatividad y gozo, en nuestro tiem-
po, si no hay una rica experiencia interior que la alimente y confor-
me. Pero dicha experiencia interior no viene automáticamente
dada, ni siquiera facilitada, por nuestros estilos y ritmos de vida.
¿Cómo, pues, hacerla posible? No se trata sólo de decir que la
experiencia de Dios es necesaria, sino, quizá, más perentoriamen-
te, de ayudar a su viabilidad práctica.
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1. BUSCAR A DIOS, ¿ENCONTRAR A DIOS?
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2. PERFIL HUMANO PARA LA EXPERIENCIA DE DIOS
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to o el desarrollo de determinadas ca- Escogemos cinco capacidades o
pacidades. rasgos para definir el perfil del sujeto
Ese “disponerse” es, por decirlo de de la experiencia de Dios. Es, obvia-
un modo sencillo, ir preparando un mente, una elección subjetiva, aunque
“sujeto”, una persona humana, capaz creo que no arbitraria. Nos decanta-
de la experiencia de Dios, abierta a mos por ellas teniendo en cuenta tan-
ella, deseosa incluso. Definir el perfil to las posibilidades como las dificul-
de ese sujeto y las pedagogías para tades que nuestra cultura dominante y
formarlo es la gran tarea actual de la nuestro entorno social presentan al
formación cristiana propia y ajena, si, “buscador” de Dios. Cada persona
de verdad, pensamos que la clave pa- tendrá que ver en qué medida necesi-
ra la existencia de cristianos/as en el ta trabajar una u otra y cuál es el gra-
futuro es que sean personas capaces do de intensidad que debe poner en el
de experiencia personal. Al definir un cuidado de cada una de ellas: no es to-
perfil de personas estamos señalando, do, ni todo al mismo tiempo, sino que,
al mismo tiempo, los horizontes y ob- como en cualquier proyecto pedagó-
jetivos de su formación. Nos encon- gico, la personalización es imprescin-
tramos, pues, ante un tema de una dible.
enorme trascendencia para el futuro. Utilizaremos, intencionadamente,
Para nuestra formación personal y pa- un lenguaje lo más “universal” posi-
ra nuestra acción evangelizadora. ble. Y en cuanto más universal, apli-
El perfil que vamos a dejar descri- cable con amplitud a muchos proyec-
to, ¿define la situación de partida o es tos educativos y formativos de
el punto de llegada? ¿Son unas condi- personas, más allá de una especifici-
ciones para la experiencia personal de dad cristiana. En este sentido creo que
Dios o es el poso que deja en la per- nuestra reflexión gana en utilidad co-
sona esa experiencia? Ambas cosas. mo propuesta formativa.
Como sucede en otros ámbitos de la
vida... Pensemos en el deporte, o en el
canto: para la práctica inicial se re- 2.2. Capacidad de interioridad
quieren unas cualidades mínimas y un Entiendo la interioridad en un do-
entrenamiento básico; con el ejercicio ble sentido. Por una parte, la capaci-
de la actividad, las cualidades inicia- dad de conectar con el mundo interior
les se van desarrollando hasta su ple- de la propia persona: la capacidad de
nitud. observar los movimientos interiores,
Vamos a definir a continuación una de escuchar palabras y ruidos inter-
serie de capacidades que, al menos en nos, de discernir o separar sentimien-
grado mínimo, son necesarias en una tos y juicios, de sentir correctamente
persona que quiera ser sujeto de la ex- los deseos y su fuerza, etc... Pero tam-
periencia de Dios; pero que con la bién, por otra parte, entiendo por inte-
misma van a ir madurando y profun- rioridad la capacidad de relacionarse
dizándose. con lo exterior desde dentro de uno
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mismo, no meramente desde las capas Y en nuestro discurso educativo o
más superficiales de la persona; y ahí pastoral sobre el cuerpo, y el uso del
se incluyen cosas como la capacidad cuerpo en la relación con uno mismo,
de conectar íntimamente, de captar con los demás y con Dios, hemos de
signos, de interpretar gestos, etc. evitar, en mi opinión, un doble extre-
No es necesario emplear mucho mo. El extremo de un discurso sobre
espacio en justificar la inclusión de es- el cuerpo que lo “demoniza”, lo fusti-
ta capacidad de interioridad dentro del ga o lo presenta siempre como obstá-
perfil del sujeto que quiere estar “dis- culo u elemento negativo: en definiti-
ponible” a la experiencia de Dios. va, un discurso predominante y
Dios no es evidente, no está en la su- preferentemente “moralizador” sobre
perficie de las cosas o de los aconte- el cuerpo (normalmente para decir lo
cimientos, no es lo primero que se ve... que está mal, que suele ser casi todo).
y la dispersión, la aceleración o la ba- O el otro extremo: el de ignorar el
nalidad, tan presente en nuestros rit- cuerpo; el de un silencio total sobre el
mos de vida, en nuestras maneras de papel del cuerpo en la vida de las per-
estar, mirar o relacionarnos, no ayu- sonas, o por comodidad o por no sa-
dan al encuentro con Él. ber qué decir. Ni una cosa ni otra ayu-
Dentro de este necesario y com- dan a la gente. Obviamente, hablamos
plejo trabajo de la interioridad, me de cuerpos con sexo, no asexuados,
gustaría destacar tres áreas de aten- pero cuerpos que son más que sexo.
ción especiales: la “espiritualidad” del Es necesario pensar y educar en un
cuerpo, la reconciliación con el silen- uso “espiritual” del cuerpo. De un
cio y la valoración de la contempla- cuerpo que es mediación necesaria de
ción. nuestras relaciones como personas. Es
El cuerpo humano, el cuidado, y necesario hacer una reflexión sobre el
más allá del cuidado, el culto al cuer- cuerpo con más carga “espiritual” y
po, es una de las características pro- con menos carga “moral”. Porque,
pias de nuestro momento cultural, es- además, la primera ha de preceder ne-
pecialmente (aunque no sólo) en las cesariamente a la segunda, si ésta ha
generaciones más jóvenes. Los me- de ser correcta...
dios, las horas, el dinero que se dedi- Pensemos en los sentidos. No se
ca a ello, son abundantes; es sorpren- trata sólo de “guardar los sentidos”,
dente lo que un “buen” cuerpo o un que sí que habrá que hacerlo en oca-
cuerpo atractivo condicionan, incluso, siones; se trata también de “aplicar los
la estima de las personas. Son datos sentidos”9. Sentidos que son las puer-
que no podemos ignorar. Porque, ade- tas de nuestra comunicación con el ex-
más, el cuerpo es un elemento de pri- terior. Con la mirada se puede violen-
mer orden en la capacidad humana de tar e incluso violar o se puede acoger
relación: con uno mismo y con los y sanar; el oído necesita ser educado
demás, en la buena o en la mala rela- para la escucha, y eso es más que fi-
ción. siología; las manos pueden golpear o
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acariciar, ser posesivas e incluso gol- tiempo y del espacio... Ese silencio no
pear o transmitir ternura; al gusto hay es lo opuesto a la palabra, es lo opues-
que educarlo para saborear, que es un to al ruido y a la distracción perma-
paso necesario para el valorar y agra- nente”10.
decer; el olfato puede ser un sentido Añadía un tercer elemento dentro
interior que nos oriente en la vida de esa capacidad de interioridad, ca-
cuando no hay demasiada evidencia o racterística primera del sujeto de la ex-
claridad... periencia de Dios: la valoración de la
Hablaba también del silencio, y de contemplación. La contemplación no
una relación “reconciliada” con él. sólo como una forma concreta de ora-
Tengo la sensación de que nuestra cul- ción o de acercamiento interior y/o
tura mantiene con el silencio una rela- místico a determinadas realidades, si-
ción curiosa de amor/odio o, quizá al no la contemplación como talante de
revés, de miedo/búsqueda. Por una vida. Y aquí es oportuno recuperar
parte, vemos cómo de tantas y tan va- aquello, también ignaciano, del “con-
riadas maneras se evita el silencio. templativo en la acción” (“in actione
desde el uso compulsivo, e incluso so- contemplativus”), tan limitada y par-
cialmente molesto, del móvil, hasta cialmente interpretado a veces. Pues
todo tipo de música ambulante; pero, esa fórmula no habla de introducir
por otra, se valoran las “escapadas” “dosis” de contemplación en medio de
que de vez en cuando se realizan a di- la acción (ni muchas ni pocas): no es
versos ámbitos de silencio... Para la ésa la cuestión; se trata de trabajar, de
experiencia de Dios ayuda el hábito de actuar, de vivir... contemplativamente.
silencio, la capacidad de silencio. No Que es una manera particular, más va-
estoy diciendo que esa experiencia se liosa, de hacer y vivir la vida...
dé sólo cuando se está en silencio, ni Un modo de situarse que, por una
mucho menos, pero sí que esa capaci- parte, requiere de una calidad interior
dad de silencio ayuda a percibirla in- (de la que venimos hablando) y que,
cluso en medio de la agitación. por otra, da también una calidad ma-
Hablamos de un silencio que es yor, un alcance mayor, una riqueza
más, mucho más, que la ausencia de más grande a todo lo que la vida nos
palabras: “se trata de un silencio que aporta. Vivir contemplativamente es
tiene que ser elocuente con la vida, vivir respetando la realidad y las per-
que es disposición para la escucha de sonas, no usurpando el protagonismo
la voz de Dios en la propia existencia que tienen personas y cosas mediante
y que no tiene nada que ver con la ce- nuestro autocentramiento, no ponién-
rrazón huraña o con la hosca mudez donos como pantalla o muro contra el
en la que, con demasiada frecuencia, que se estrella todo aquello que nos es
pretendemos esconder nuestra falta de aportado; situarnos con atención, fi-
autocomprensión de la propia realidad jándonos en el detalle, valorando el
y, obviamente de los acontecimientos gesto, sin prisa, dejándose invitar más
que vivimos a lo largo de las horas, del que invadiendo los espacios del otro,
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etc... ¡No podemos ni siquiera intuir lo limpieza de planteamiento e inten-
“nueva” que se vuelve la vida cuan- ción, nos ayudarán a una vida “orde-
do se la vive contemplativamente! nada”, en términos ignacianos, “cohe-
rente” en nuestro vocabulario. No se
trata sólo de un “orden exterior”, sino
2.3. Capacidad de “elección” de algo más hondo: de que las cosas
No se puede aspirar a todo, no se estén en su sitio correcto y ocupen el
puede querer todo, no se puede tener lugar que deben ocupar, si es que de-
todo, no todo es compatible con todo, ben ocupar alguno.
no todo vale. Estas afirmaciones tan Esa limpieza de intención, de co-
elementales y obvias en apariencia en razón, de búsqueda, nos pone en un
ocasiones son difíciles de aceptar en camino acertado y orientado hacia
nuestra cultura ambiente. Pero hay Dios. Lo contrario nos va haciendo vi-
que poner en cuestión ese “todo vale”, vir a impulsos, dando pasos adelante
“todo al mismo tiempo”, “todo es y atrás, dando vueltas, en ocasiones,
compatible”, si se quiere estar dispo- en torno a cosas muy secundarias o ni-
nible para una experiencia de Dios, un mias. No es que el camino a Dios sea
Dios que no es una cosa más, una op- un camino siempre recto, siempre
ción más, un amor más: “... Dios no adelante, siempre claro... pero esa
puede ser tratado como una “cosa” limpieza de intención nos libra de des-
más entre muchas: Él es el único Dios, viaciones engañosas.
la fuente trascendente de todo lo bue- Esta capacidad ignaciana de “elec-
no. No podemos servir al Dios de ción”, que es también capacidad de
Abraham, Isaac y Jacob a menos que compromiso y de toma de decisiones,
lo amemos con todo nuestro corazón es capacidad de jerarquización, de
y no meramente poniéndolo el prime- priorización, de control y dominio so-
ro de la lista”11. bre los impulsos de la vida... Se trata
Ello nos plantea la necesidad de ir de conducir nosotros el coche de la vi-
creciendo en capacidad de “elección”, da, no de ser llevados por el coche; de
entendiendo este término en el senti- que seamos nosotros los que establez-
do ignaciano del mismo. ¿En qué con- camos unos criterios en función de los
siste, de qué hablamos? Antes que na- cuales las cosas entran más o menos,
da, hablamos de tener claro aquello o no entran, en nuestras agendas, y no
que afectivamente debe centrar nues- de que sean las agendas las que nos
tra vida, y en función de eso ir to- marquen el paso... Es la capacidad de
mando decisiones de aceptar o de de- marcar las prioridades y los ritmos
jar cosas, con un criterio de limpieza desde dentro. Nos permite valorar más
interior: si nos ayudan a centrarnos en allá de lo espontáneo y primario...
aquello que debemos, tomarlas, o si Buscar a Dios ha de ser una deci-
nos apartan, dejarlas. Vale aquello sión firme en el corazón, y condicio-
que nos ayuda, no vale aquello que nante de lo concreto de la vida, para
nos separa. Esa claridad interna, y esa que nuestros pasos no flaqueen en un
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camino que, en ocasiones, se hace más cen reír, otros aburren y suscitan una
duro de lo esperado. cierta lástima... Y, sin embargo, cuán-
tas veces se da esa resistencia a acep-
tar los despojos de la vida... También
2.4. Capacidad de gratuidad hay un “despojarse” de tantos “man-
Es la capacidad de no buscarnos a tos” que llevamos encima, con los que
nosotros mismos, de no ser nosotros nos abrigamos sí, pero también nos
el objetivo último de nosotros mismos envolvemos, ocultamos y aislamos.
o de nuestra vida, de no ser el punto Discernir sobre la necesidad y función
de referencia desde el cual todo se va- de nuestros mantos e irnos despojan-
lora. Esta palabra “gratuidad”, com- do de aquellos que nos quitan agili-
prensible aunque difícil para el len- dad, de aquellos que sobrándonos a
guaje de nuestra cultura, viene, en mi nosotros podrían cubrir algo a otros...
opinión, a equivaler a términos clási- Si respecto a nosotros la gratuidad
cos de la tradición espiritual como tiene que ver con despojamientos,
“pobreza de espíritu”, “descentra- respecto a lo exterior a nosotros tiene
miento”, “abnegación”, “salir del pro- que ver con el desasimiento de las co-
pio amor, querer e interés...”. La gra- sas. No estar “asidos”, no estar “aga-
tuidad es, de entrada, gratitud: rrados” a aquello que tenemos, e in-
capacidad de valorar agradecidamen- cluso a aquello que necesitamos tener.
te todo aquello que somos y tenemos; Gratuidad tiene que ver con nuestro
y luego, de salida, generosidad: preci- modo de relacionarnos con cosas y
samente porque agradecidos somos personas, a las que tantas veces trata-
desprendidos, y porque desde la grati- mos y utilizamos como cosas, como
tud lo normal es compartir y no de- objetos, en función de nuestros obje-
fender nuestra posesión. tivos personales. Hablar de gratuidad
Hay una gratuidad respecto a uno es hablar de libertad ante las cosas y
mismo que tiene que ver con el “des- de disponibilidad ante las personas.
pojarse”, con los “despojamientos”. Hay un nivel más hondo de gratui-
En primer término, se trata de la acep- dad, que es la gratuidad ante Dios.
tación serena, humanamente serena, Esta gratuidad ante Dios es la sincera
de aquellos despojamientos que la vi- humildad. Estar ante Dios sin preten-
da nos va haciendo: del vigor y el siones, sin exigencias, sin condicio-
atractivo físico, de la salud, de las cua- nes... ¡Qué difícil nos resulta situarnos
lidades intelectuales, de la capacidad así ante Él! O como Jesús nos invita
de autonomía, del ocupar situaciones en la parábola del Padre y los dos hi-
de relevancia... ¡Qué patético suele ser jos: estar ante Dios y con Dios disfru-
el espectáculo de quienes se resisten a tando de ser hijos. Simplemente eso...
perder: desde los/as que a los 60 años Normalmente tendemos a situarnos
se empeñan en vestir como si tuvieran ante Dios de dos modos equivocados:
25, hasta los que reiteran una y otra como deudores o como acreedores. El
vez sus glorias pasadas! Unos/as ha- deudor se sitúa ante Dios atemoriza-
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do; y no tiene sentido situarse así, por- pedir que éste se ponga de nuevo en
que Dios nos perdona las deudas. El contacto conmigo, se puede cambiar
acreedor se sitúa ante Dios con enojo, de canal... Se pueden haber pasado ho-
malhumorado: y tampoco tiene senti- ras chateando con una persona sin lle-
do situarse así, porque Dios nos ha da- gar a establecer ningún vínculo perso-
do ya lo más valioso que tiene, la po- nal, o más horas aún charlando
sibilidad de participar de su misma simultáneamente con muchos sin lle-
vida. Ante Dios como hijos, disfru- gar a establecer una conversación de
tando: eso es humildad, eso es gratui- un cierto tono con alguien.
dad... Ni nuestro temor ni nuestras Hemos descrito un tipo de relación
exigencias nos acercarán más a Dios, entre personas en la que no hay “en-
sino nuestro “caminar humilde”, en cuentro”. En la medida en que esta
expresión del profeta Miqueas. forma de relación sin auténtico “en-
cuentro” se reproduce en la vida, se
empobrece la capacidad de relación
2.5. Capacidad de “encuentro” humana. Sin una capacidad de rela-
en la relación humana ción humana medianamente madura,
No quiero hacer caricatura fácil: difícilmente es posible una relación
tan sólo poner un ejemplo comprensi- con Dios de una cierta hondura.
ble. Sobre un determinado modo de Para la maduración de nuestra ca-
relación humana que difícilmente lle- pacidad de encuentro en la relación
ga al encuentro personal, por muchas humana hay varios elementos a cuidar
horas que se empleen. Es la relación y/o potenciar. Uno, primero, es evitar
tipo “chat” como modelo de falsa re- los “ensimismamientos” en sus diver-
lación humana frecuente en nuestro sas formas: desde los “pasivos”, que
tiempo. De entrada, se utiliza un serían aquellos que consisten básica-
“nick”: ese nick puede revelar algo de mente en abstraerse o desinteresarse
la propia persona o absolutamente na- de todo aquello que no es uno mismo,
da, o ser totalmente engañoso; por otra hasta los más “activos”, que serían
parte, se puede modificar a voluntad, aquellos que hablando de cualquier
cuantas veces se quiera. En el conte- cosa o de cualquier tema sólo hablan
nido de la conversación, y como dice de “yo”.
el viejo aforismo, “se miente más que La dinámica de relación auténtica
se habla”; en cualquier caso, nada nos que posibilita el encuentro verdadero
permite verificar la verdad de lo que entre personas queda truncada cuando
se dice, y en las conversaciones de no se evitan tendencias y dinámicas de
chat es más razonable la sospecha que dependencia, de manipulación, de po-
la credibilidad. La relación se corta a sesividad; esto nos va a exigir, en mu-
voluntad, despidiéndose o no: para chas ocasiones, autocrítica, examen y
ello, se puede mentir (“ahora vuelvo”, esfuerzo. Tiene que ver con ello algo
“me llaman por teléfono”, etc...), se que es importante recordar, y de un
puede “ignorar” al interlocutor e im- modo especial a las personas “religio-
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sas”: que la auténtica relación huma- admite que hagamos de los pobres
na, el auténtico “encuentro” supone moneda de nada. Sino que cuando yo
no sólo dar, sino también recibir, no me encuentro de verdad con los po-
sólo capacidad y disponibilidad para bres me empobrezco de las cosas y,
dar, sino también capacidad y dispo- sobre todo, de mí mismo; que su cer-
nibilidad para recibir 12. La gratuidad canía me desposee, y en esa despose-
no es dar sin recibir, sino dar sin exi- sión, en ese vaciamiento, soy visitado
gir, sin buscar compensación o pago, por Dios, el Dios que se empobreció
sin buscarme a mi mismo en el dar: y para enriquecernos de su vida y de su
eso es otra cosa. ¿O no hemos caído presencia13.
en la cuenta de que muchas veces las
personas aparentemente más desinte-
resadas son las más posesivas, las más 2.6. Capacidad de fortaleza
manipuladoras, las más rencorosas No hay gracia barata. ¡Cuántos son
cuando el “agraciado” no responde los desiertos que hay que cruzar para
como ellos quieren y esperan? llegar hasta el mar...! Estas expresio-
Una relación de “encuentro” tien- nes tan oídas, y otras muchas que po-
de necesariamente a la implicación. dríamos citar, ponen de manifiesto al-
Sentirnos afectados, dispuestos, y im- go que, por otra parte, todos hemos
plicarse y complicarse por aquello que experimentado un sinnúmero de oca-
descubrimos en la relación con el siones: que las más auténticas expe-
otro... Y un modo de vivir la historia: riencias humanas, y la de Dios lo es,
no se trata de sentirnos “culpables” de no son fáciles ni baratas. Por eso, es
aquello que no lo somos, porque so- importante, no sólo para nuestro tema,
bre ello no tuvimos ninguna respon- pero también para él, crecer y ayudar
sabilidad personal, pero sí “responsa- a otros a crecer en fortaleza. Muchas
bles”: de asumir las responsabilidades veces nos dirán y estaremos tentados
que tenemos en la historia que vamos de pensar que buscamos en el vacío,
construyendo y que con/por nuestras que lo nuestro es una quimera impo-
decisiones u omisiones va tomando sible, que no es sino una complicación
uno u otro sesgo. inútil...: no podemos dejarnos llevar o
En este contexto resuena la llama- mover por cualquier viento... O sim-
da evangélica, recogida tantas veces plemente la indiferencia ambiental
en la teoría y en la práctica por maes- nos minará por dentro hasta casi dina-
tros de la espiritualidad, a la cercanía mitar nuestro deseo. El buscador, el
y al encuentro con los pobres como lu- caminante, sigue caminando también
gar de la experiencia de Dios. Pero cuando el viento sopla de frente y arre-
¡ojo!, no malinterpretemos: no es que cia, y si no está dispuesto a ello difí-
porque me acerco (físicamente, más cilmente llegará a la meta.
que nada) a los pobres yo soy estu- En un sentido primero entiendo co-
pendo/a, bueno/a y Dios me da el ca- mo fortaleza la capacidad de tener un
ramelo del encuentro con él. Dios no criterio propio y de sostenerlo allí
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donde y cuando no es lo “política- porque tiene muy claro el fondo,
mente correcto”, donde no es lo bien mientras que la rigidez y el dogmatis-
visto, lo que se espera oír... Todos sa- mo ponen toda la fuerza en las formas,
bemos lo costoso, y al mismo tiempo, porque más allá de ellas se sienten in-
lo necesario, que es esto. Habrá oca- seguros.
siones en que sostener ese criterio pro- La fortaleza nos lleva también a
pio va a tener sus costos en imagen, en hablar de la perseverancia. Perseve-
aceptación, incluso en posibilidades rancia en la búsqueda y en el amor por
de ascenso social o de promoción la- aquello que hemos encontrado.
boral... Gestionar los conflictos con También sobre la perseverancia es ne-
criterios evangélicos es más compli- cesario hacer alguna aclaración para
cado, más costoso, nos sitúa en infe- evitar malentendidos. Perseverancia
rioridad de condiciones frente a quie- no es igual a inmovilismo o conti-
nes no tienen escrúpulos en usar nuismo acrítico o más de lo mismo
cualquier instrumento o estrategia. siempre... Es verdad que Ignacio en
No temamos que ese tener criterio sus Reglas de discernimiento habla de
propio lleve o se confunda con el dog- “no hacer mudanza en la desolación”,
matismo. No será así si lo entendemos sino de permanecer, de perseverar...
y lo gestionamos bien. Porque el cri- pero el mismo Ignacio, y en las mis-
terio propio no sólo no es incompati- mas Reglas, también dice que en la
ble con la autocrítica, sino que, por el consolación hay que poner en juego
contrario, necesita autocrítica y acom- toda nuestra capacidad de creatividad
pañamiento para ser verdadero y ma- e innovación... Perseverar en la fideli-
durar. El criterio propio no es el que dad a Dios no es sólo mantener, con-
nunca se pone en cuestión (¡qué bar- servar, en los tiempos malos: eso es
baridad sería eso, hablando de huma- sólo la mitad de su propuesta y si nos
nos!), sino aquel que se pone en cues- quedamos ahí la deformamos por le-
tión donde debe ser puesto, y se erla parcialmente; es también innovar,
sostiene con firmeza y sin fisuras don- crear, ir adelante en los tiempos de bo-
de debe ser sostenido. El criterio pro- nanza... Quien nunca se mueve del si-
pio va acompañado de la capacidad de tio no es más fiel a Dios, ni mucho me-
discernimiento que sabe distinguir los nos... La fidelidad que pide la
momentos y ocasiones en que necesi- perseverancia no es la fidelidad a ul-
ta ser confrontado y cuestionado, con tranza a las propias ideas o a los pro-
aquellos en los que, simplemente, ne- pios logros: es la fidelidad a la bús-
cesita ser defendido. Y a más capaci- queda de Dios, una búsqueda que, en
dad de discernimiento y de acompa- ocasiones, nos obliga a detenernos y a
ñamiento, mayor fortaleza de criterio. resguardarnos, y en otras nos exige sa-
Por ello, el auténtico criterio propio es lir a la aventura... También aquí dis-
el que sabe ser flexible en las formas, cernir es el arte...
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3. PEDAGOGÍA: EL ESTILO DE VIDA
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4. PEDAGOGÍA: LAS “ACTIVIDADES”
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NOTAS
1. Ver el artículo, ya clásico, de Karl Rahner 10. Trinidad León: “Experiencias de Dios en la
“Espiritualidad antigua y actual” en Escritos vida cotidiana”, Proyección, año LII, nº 217,
de Teología VII, pp. 13-35. abril-junio 2005, p. 171.
2. Autobiografía de San Ignacio, nº 99. En Obras 11. Timothy V. Vaverek: “Ascética cristiana: libe-
completas de San Ignacio, 5ª ed. BAC, rarse de la influencia destructiva del consu-
Madrid, 1991. mismo”, Houston Catholic Worker, vol. 21, nº
3. Ver las Constituciones de la Compañía de Jesús, 1, enero 2001.
en Obras Completas de San Ignacio, especial- 12. Ignacio subraya en la “Contemplación para
mente la parte III de las mismas dedicada a la alcanzar amor” con la que finalizan sus
formación espiritual del jesuita. Ejercicios Espirituales que “el amor consiste
4. Ferrán Manresa: La oración con el sentimiento en comunicación de las dos partes” (nº 231).
de una Presencia, cuaderno 18 de la 13. Ver las reflexiones de Xavier Melloni en La
Colección “Ayudar” de EIDES, p. 4. mistagogía de los Ejercicios, Col. MANRESA,
5. Teilhard de Chardin El medio divino, p. 151-152. n.2 24, Ed. Mensajero-Sal Terrae, pp 194-195.
6. Ejercicios Espirituales de San Ignacio, en 14. Ignacio advierte al director de Ejercicios que
Obras Completas, nº 336. en muchos bloqueos de la experiencia espiri-
7. P. Luis González de Cámara, Recuerdos igna- tual lo que hay que revisar es el comer, el dor-
cianos. Memorial, en Col. MANRESA nº 7, mir, etc... Ejercicios, nº 89.
Ed. Mensajero- Sal Terrae, nº 196. 15. Ejercicios Espirituales de San Ignacio nº 216.
8. Juan Martín Velasco: La experiencia cristiana 16. Xavier Melloni, Itinerario hacia una vida en
de Dios, Ed. Trotta, Madrid, 1996, p. 34. Dios, cuaderno nº 30 de la Col. Ayudar de
9. La “aplicación de sentidos” es un ejercicio ora- EIDES, p. 15.
cional que San Ignacio propone reiteradamen- 17. Ver Constituciones de la Compañía de Jesús,
te en los Ejercicios para profundizar en el nºs 64-70.
conocimiento interno y en la relación amorosa
y de seguimiento con Jesús.
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