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Estoy siendo vctima de acoso grupal y acoso electrnico porque hace 4 aos
tuve mi despertar al descubrir que mis antiguos compaeros de trabajo y
algunos conocidos de mi ciudad son en realidad reptilianos camuflados con
apariencia humana. Esto ha sido corroborado a travs de una sesin hipntica
y las conclusiones a la que he llegado a travs de la misma es que estos
mismos seres son los que me han instalado microimplantes electrnicos para mi
vigilancia y tortura fsica.
Expertos en esta materia que nos ocupa como Susan Reed, Arizona Wilder y
David Icke ya nos hablaron de que los idelogos de todo este desvaro y de la
reciente crisis econmica mundial forman parte de la lite mundial: son
banqueros, polticos, aristcratas, reyes, empresarios de grandes corporaciones
y pertenecen a diversas sociedades secretas. Sin embargo, los reptilianos se
encuentran infiltrados y representados en todas las profesiones y estamentos
sociales. Todos tienen un nexo en comn: son unos autnticos psicpatas. No
muestran compasin ni amor por nadie. No en vano, segn afirma Arizona
Wilder, los reptilianos son lo que en cristianismo conocemos por demonios.
El gran secreto que los humanos desconocen es que todas las religiones han
sido creadas por ellos para controlarnos. No quieren que evolucionemos.
Quieren obligarnos a reencarnar continuamente en la tierra y los adoremos
porque as tambin se alimentan de nuestra energa. Las leyes del karma son
una invencin para tenernos atados a unas reglas injustas de dualidad. En
realidad cada uno de nosotros somos dioses creadores y no tenemos porqu
alimentar engaos. Cuando desencarnamos nos muestran un tnel o portal de
luz. Este portal de luz es un dispositivo-trampa, que funciona como un atrapa
moscas elctrico. Aquellos que se dirigen all reciben una descarga elctrica.
Esta descarga elctrica es tan intensa que borra toda la informacin
contenida en la memoria del individuo. Despus les insertan imgenes de un
falso paraso y de vidas anteriores inventadas para convertirlos en seres ms
manejables y colaboradores a la hora de consentir en reencarnar otra vez.