El elemento químico más parecido al carbono por su capacidad de formar largas
cadenas es el silicio, Si. Se considera, con razón, que es una sustancia demasiado estable para formar las felxibles uniones químicas en que se basa la vida. Pero eso es cierto en los rangos de presión y temperatura que nosotros conocemos, algo muy distinto a lo que podría ocurrir a temperaturas mucho más elevadas. En planetas más cercanos a su estrella central el calor sería mucho mayor que el soprtable por nuestros organismos carbonados y es posible que allí el silicio revelara sus aptitudes exobiológicas. Es obvio que en tales condiciones serí muy improbables, por no decir imposible, la presencia de agua líquida. De existir agua en estado líquido se habría evaoparado al comienzo de la formación del planeta. El azufre, no obstante, químicamente similar al oxígeno, podría ocupar su puesto. El azufre es líquido entre 119 y 444 grados centígrados aproximadamente, y enlazado con el hidrógeno formando un sulfuro (H2S), establece puentes de hidrógeno semejantes a los del H2O. El silicio puro es difícil que conforme por sí solo un conjunto aceptable de biomoléculas, pues ocasionaría compuestos demasiado monolíticos -en el sentido cristalino- para alentar la aparición de un fenómeno tan multiforme y mutable como la vida. Sus prestaciones, por el contrario, se elevarían a su máximo exponente combinado con otros átomos. Junto con el oxígeno podría formar siliconas, largas cadenas de átomos de sílice y oxígeno, capaces de construir moléculas complejas y resistentes a muy altas temperaturas. Estas siliconas se verían reforzadas en su versatilidad por la unión con ramificaciones de fluorocarbonos, cadenas de carbono y átomos de fluor, muy robustas a temperaturas altas. Un fluido hidráulico basado en siliconas haría las veces de sangre en estos peculiares ETs. No siendo tan indispensables para ellos las continuas recargas de oxígeno atmosférico podrían poseer un único pulmón reducido a modo de vejiga, o incluso carecer de él. Sus ojos estarían recubiertos por unas lentes duras y de transparencia ajustable para portegerle de la acusada luminosidad de su mundo actuando como un dispositivo de doble pared. Es posible asimismo que, debido a las altas temperaturas de su entorno, se enconrase adaptado para la visión infrarroja. Estos seres de fluor-carbono-siliconas, viviendo en un planeta más caliente que la Tierra –con una estrella vista desde su planeta, digamos, diez veces mayor y más brillante de lo que nosotros vemos nuestro Sol- precisarían de una bioquímica menos complicada que la terrestre, ya que podrían adquirir gran cantidad de energía por exposición directa a la radiación luminosa. Ciertas áreas de su cuerpo serían translúcidas dejando pasar parte de la luz por embudos de canalización (zonas en la extensión espacial de la transparencia iría disminuyendo a medida que nos desplazamos al interior) hasta llegar a un sistema de almacenamiento energétifco fotoactivación semejantes a los de las cámaras CCD terrestres. Para esto sería necesario, desde luego, acumular en la estructura del alienígena las convenientes imprificaciones de fósforo, arsénico, galio, etc. La absorción de luz podría realizarse por toda la superficie corporal o depender de una estructura anatómica concreta, bien fuera específica (como una especie de paneles retráctiles extensibles durante el día y plegables durante la noche) o central en el diseño anatómico del cuerpo (su cuerpo sería como el de un mobúlido marino o una medusa, todos ellos planos y de gran superficie corporal). Los drásticos cambios de temperatura diurna-nocturna que a continuación se comentarán, podrían favorecer la primera opción. El giro de este planeta sobre su eje, si es que lo tiene, ocasionaría muy marcadas diferencias de temperatura entre el dia y la noche. Con el fin de defenderse contra tan desagradables contrastes, el Si-ET gozaría de una doble capa en su piel entre la cual alojaría una capa de aire a modo de aislante y reservorio térmico del calor de su propio cuerpo durante la noche. Por la mañana liberaría sin más el aire contenido en su propio cuerpo A tales temperaturas el amoniaco no se encontraría sino en estado gaseoso, formando nubes en las capas intermedias de la atmósfera. Esta es la razón de que los requerimientos bioquímicos de nitrógeno por los sílico-ETs (útiles para ellos en la constitución de ciertos enlaces moleculares) podría subvenirse de dos maneras. Los Si-alienígenas más evolucionados poseerían la facultad de metabolizar el nitrógeno de los nitritos y nitratos dsiponibles en el suelo triturnado las rocas con sus dientes de diamante. Los menos afortunados en la tómbola evolutiva, carentes de esa posibilidad, habrían de limitarse a sobrevivir en los polos planetarios, donde las corrientes atmosféricas descenderían aliviándose de los calores adquiridos en el ecuador planetario y arrastrando consigo las preciadas moléculas de amoniaco. Allí se contemplaría una fauna dotada de toda clase de aberturas corporales – narinas múltiples, trompas, cánulas, tubos corporales, etc.- cuya misión sería recoger y alamacenar en bolsas internas el gas descendente. Quien sabe si algún dia encontraemos alienígenas como estos, si nos dignamos a explorar planetas como los que pueden darles cobijo.