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LIBERTAD Y RESPONSABILIDAD

LA LIBERTAD Y LA RESPONSABILIDAD

La libertad es la condición de posibilidad de la ética. Esto significa que sin

libertad no se puede hablar de ética propiamente dicha. Si no somos libres,

entonces no existe ni el bien ni el mal. Existe la libertad entre otras

razones, porque el hombre que obra mal lo hace a sabiendas de que podía

haber hecho el bien. En caso contrario, si estuviera obligado a ejecutar algo

y no otra cosa, no habría ni mérito por lo que se hace, ni por tanto, ética.

Por ejemplo, el alumno que estudia, atiende en clase y se esfuerza para

obtener una buena calificación, puede alegrarse cuando la logra porque muy

bien podía haber elegido otra posibilidad, como dedicar su tiempo a navegar

por internet o a montar a caballo. ¿Qué es entonces la libertad? Una

respuesta entre otras posibles podría ser: “la libertad es la capacidad de

los hombres de dirigir su propia vida” o “el poder de autodeterminarse


sin coacciones exteriores o interiores”. De esta manera llegaremos a
afirmar que existen diversas nociones de libertad:

Libertad exterior: Se entiende que la libertad exterior consiste en la


ausencia de coacción externa. Por ejemplo, los presos de un centro

penitenciario carecen de libertad exterior, pero es posible que gocen de

libertad interior. No pueden abandonar la cárcel y si lo intentan pueden

perder la vida. Pero un preso puede conservar intacto su libre albedrío

porque puede seguir pensando lo que quiera y desde luego hacer planes de

liberación. Y puede también por ejemplo, asumir que su internamiento


constituye una formidable ocasión para repensar su modo de vida y…etc.

etc. No puede ir de acá para allá pero puede mantener su imaginación viva y

libre, si no se deja hundir por la nada envidiable situación.

Pero la pregunta que hemos de hacernos es la de si, en efecto, somos

externamente libres. Porque ¿quién puede sostener realmente que nadie le

influye? Si aceptamos que recibimos muchas influencias de la sociedad y del

grupo al que pertenecemos, entonces nadie sería verdaderamente libre.

Todos recibimos influencias mayores o menores de los familiares cercanos y

lejanos, de los amigos, de la publicidad, etc.… De hecho pertenecemos a

determinados grupos por afinidades diversas. Es una condición de vida el

que todos influimos en los demás de algún

modo y, asimismo somos influidos por ellos.

Así pues, somos libres aunque “menos”,

porque como ya hemos dicho, es imposible

pensar que nadie nos ha influido, o nos

influye, o nos influirá en el futuro. En

resumen, existe libertad exterior aunque

recibimos influencias que no nos suprimen la libertad, pero sí la limitan.

Libertad verdadera, pero condicionada por más o menos circunstancias.

Libertad interior o libre albedrío: llamada también libertad psicológica, es


la ausencia de coacciones derivadas del propio sujeto. Todos tenemos una

forma de ser que no hemos elegido: no hemos elegido la familia a la que

pertenecemos, ni el color de los ojos o el tamaño de los pies ni, lo que es más

importante, el temperamento o forma de ser. Un nervioso por ejemplo,

experimenta que, siendo como es, no puede evitar exteriorizar su genio. Por

más que lo intenta, sus modos de comportarse le delatan. Como nadie elige lo

que es, en este caso, el nervioso no sería libre porque no puede impedir sus
manifestaciones externas de lo que es internamente. Por más que se

esfuerce seguirá siendo nervioso. Y lo mismo se puede decir del tranquilo,

del vergonzoso, etc. La respuesta que hay que dar a esta objeción es que en

este caso, y siguiendo con el ejemplo, no somos libres de ser más o menos

nerviosos o tranquilos o vergonzosos, pero sí lo somos de aminorar o no, los

efectos de ese nerviosismo con nuestra fuerza de voluntad. Pero

conseguimos reformar nuestro carácter y dominar nuestros nervios hasta

cierto punto. El temperamento no. Así pues, decimos que nuestra libertad

interior, eso sí, está limitada por las condiciones psicológicas de nuestro

ser. Otra vez hay que sostener que la libertad no es absoluta, sino limitada.

La libertad es limitada. Es muy claro que si el hombre es limitado en sus


capacidades, es lógico que también su libertad lo sea. Nuestro cuerpo es

limitado: medimos y pesamos limitadamente y no logramos vivir sin aire o

correr a cien kilómetros por hora, ni volar agitando los brazos. Tampoco

nuestra inteligencia llega muy lejos. Desconocemos más de los que sabemos

y tantas veces nos cuesta demasiado llegar a la solución verdadera de los


problemas matemáticos o de todo tipo. Por todo lo cual no se entiende que

nuestra libertad pudiera ser absoluta. No lo es.

La libertad es asimismo limitada por la responsabilidad. O mejor dicho, la

libertad encierra en sí a la responsabilidad. Lo que esto quiere decir es que

“respondemos” de lo que hacemos porque lo hemos hecho con “libertad”. O

dicho en negativo, no puede responderse de lo que no está hecho con

libertad. Por ejemplo, un loco no responde de sus actos porque no es libre de

hacerlos o no. No se mete en la cárcel a un perturbado mental por unos

actos para los que no ha sido libre. Tampoco responde un niño de sus actos

porque es un pequeño “irresponsable”. Son sus padres los que se harán cargo

de sus fechorías porque son responsables de su educación para la libertad

que es la sustancia de toda educación.

¿QUE ES LA RESPONSABILIDAD?

Una persona responsable toma decisiones conscientemente y acepta las

consecuencias de sus actos, dispuesto a rendir cuenta de ellos. La

responsabilidad es la virtud o disposición habitual de asumir las

consecuencias de las propias decisiones, respondiendo de ellas ante alguien.

Responsabilidad es la capacidad de dar respuesta de los propios actos.

Para que pueda darse alguna responsabilidad son necesarios dos requisitos:

o libertad.- Para que exista responsabilidad, las acciones han de ser

realizadas libremente. En este sentido, ni los animales, ni los locos, ni

los niños pequeños son responsables de sus actos pues carecen de uso

de razón (y el uso de razón es imprescindible para la libertad).


o ley.- Debe existir una norma desde la que se puedan juzgar los hechos

realizados. La responsabilidad implica rendir cuenta de los propios

actos ante alguien que ha regulado un comportamiento.

El hombre responde de sus actos ante quien es capaz de dictarle normas, y

esto pueden hacerlo Dios (responsabilidad moral), uno mismo (juicio de

conciencia) y otros hombres. A su vez, la responsabilidad ante los demás

puede ser de varios tipos: responsabilidad jurídica (ante las leyes civiles),

familiar-doméstica (ante la

familia), laboral, etc. Cuando

disminuye la responsabilidad lo

que disminuye la libertad, es

decir, lo que entorpece la

voluntad y el entendimiento, que

son las facultades necesarias para

realizar acciones libres. Por

ejemplo, la violencia, la ignorancia

y el miedo.

Sin embargo a pesar de todo esto responsabilidad es una palabra que suele

sonarnos mal ¿por qué La palabra responsabilidad trae malos recuerdos a la

imaginación? por varios motivos:

o normalmente sólo se relaciona con errores o castigos, pues cuando la

consecuencia de una acción es un premio no suele hablarse de


responsabilidad sino de mérito. (En realidad el mérito exige una

responsabilidad previa).

o Responder ante otros parece ir contra la propia libertad. (Pero ambas

cosas van unidas: sin libertad no hay responsabilidad, sólo quien es

dueño de sus actos puede responder de ellos).

o Responder ante uno mismo es contrario a los propios gustos o

comodidades.

o La responsabilidad se ve como opuesta a la diversión. (En realidad

sólo se opone al tipo de diversión desenfrenada o sin medida; pues

una persona responsable sabe divertirse en los momentos y modos

razonables).

Como la responsabilidad suena mal, es frecuente inventarse razonamientos

que eviten rendir cuentas. Podemos agruparlos en dos tipos:

o Para evitar responsabilidades ante los demás, es frecuente echar las

culpas a otro, o bien decir "soy libre y hago lo que me da la gana";

queriendo expresar que no rindo

cuentas de mi comportamiento

ante nadie. (Obviamente la

libertad humana no es así).

o Para quitarse responsabilidad ante

la propia conciencia, un recurso

habitual es evitar reflexionar:

aturdir la cabeza hasta que no

pueda pensar. Otro sistema es

decir "yo paso de todo", o "ningún

asunto me importa".

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