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que estaban "muy interesados en la religin"; el porcentaje subi a 64% cuando se plan-
te primero la pregunta especifica.
Serdula et al. (1995) encontraron que cuando a una persona entrevistada en una
encuesta de salud se le peda su peso y luego sele preguntaba "est tratando de
perder peso?'.', el 28.8% 'de los homb~e.s y el 48.0% de las mujeres informaron que
estab~n tratando de perder peso. Cuando a la mitad de la encuesta se les preguntaba
"est tratando de perder peso?" y el infomte del pro~io peso se preguntaba al final de
la encuesta, 26.5% .de los hombres y e 40.9% de las mujeres informaron que estaban
tratando de perder peso. Los antores especulan que los entrevistados a los que se re-
cuerda su peso podrian informar que ~tan de perder peso.
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Por qu, en fin, una muestra? . Con la abndancia deJas encuestas mal realizadas, no debe
sorprendemos que algunas personas sellll escpticas i:esp~cto a las encuestas. "Despus de
todo", dicen, "nunca me han pedido mi pinin, as que cmo podrian afirmar que los
resultados de la encuesta me representan?'.' El cuestionamiento pblico de la validez de las
encuestas se iniensifica despus de que una encuesta comete un enorme error al predecir los
resultados de una eleccin, como en la encuesta del Literary ~est de 1936 o en la eleccin
presidencial de Estados Unidos en 1948, donde la mayorpacye de las encuestas predecan que
De\.Vey derrotara a Truman. Otro reproche pblico contra la investigacin por medio de las
encues.tas ocurri despus d la eleccin general enG~ Bretaa en 1992, cuando el gobierno
conservador gan la reeleccin a pesar d~ las predicciones de todas, excepto una, las principa-
les rganizaciones de encuestas, en el sentido de que habra un empate o ganara el Partido
Labrista. Un miembro del Parlamento expres su opinin diciendo que "extrapolar lo que