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TEXTO 1:

1. DEFINICIÓN.

El liberalismo, llamado también individualismo, es una doctrina, que

exaltando la bondad natural de la persona humana (del individuo), afirma en

consecuencia la bondad de su conducta libre y autónoma, y establece por lo

tanto el derecho a la libertad como el derecho más fundamental del hombre.

El Liberalismo es, pues, una exaltación del "individuo" y una glorificación de

la "libertad humana", cuyos límites ensancha más allá de lo debido; más aún,

naturalmente, dada la bondad natural de la persona humana no le reconoce

límite alguno.

2. FUNDAMENTO FILOSÓFICO.

Una concepción naturalista del hombre en sentido rousseaniano. Rousseau,

en efecto, considera al hombre "bueno por naturaleza"; son las estructuras

jurídicas y sociales las que matan en él el desarrollo espontaneo de sus

sentimientos naturales, siempre buenos y orientados naturalmente al amor

obsequioso de los demás. Aquí está, pues, la raíz de los conflictos humanos.

Por consiguiente, la clave de solución de los mismos estará en "la vuelta a la

naturaleza" (Rousseau), a la sencillez primitiva, libre de trabas jurídicas y

sociales. Ahora bien, tanto más nos acercamos a ese estado primitivo y

natural, cuanto más libres pongamos al hombre de trabas jurídicas y legales

que desfiguran y estropean su conducta.

3. CONSECUENCIAS.

A) La perfección del hombre está en la libertad (¡legal!), la conducta libre es

la conducta naturalmente buena y perfecta.


B) Como el hombre tiene derecho a su perfección, de ahí que "el derecho

fundamental del hombre, es el derecho a la libertad" (¡legal, es decir, a que

no se le someta a ninguna ley).

4. LIBERALISMO POLÍTICO.

De estos principios se sigue en el orden político:

4.1 La ordenación social no puede hacerse de una forma heterónima (por ley

impuesta por una autoridad superior), sino autónoma, es decir, por "la

voluntad de todos", que naturalmente encontrará el mejor modo de

armonizar socialmente las libertades de cada uno de los individuos.

4.2 Esta "voluntad general" es la soberanía del pueblo o democracia, única

forma de gobierno compatible con el derecho fundamental del hombre a su

libertad. Esta voluntad general se manifiesta por el llamado "sufragio

universal". El Estado democrático es el pueblo mismo, la "voluntad de todos"

que directamente se gobierna a sí mismo. "Cualquier otra forma de gobierno,

no serían los hombres mismos, sino instituciones jurídicas -como partidos,

cooperaciones, clases- que le crecen al pueblo como excrecencias

artificiales, quitándole su libertad". (Hirschberger, p. 382).

4.3 El ordenamiento social conseguido por la ley democrática(ordenamiento

jurídico) pretende la armonía social, es decir, que cada uno pueda ejercer su

derecho a la libertad sin perjuicio de la libertad de los demás. Para ello cada

uno cede libremente (autónomamente) de su parte, de su libertad. El

derecho a la libertad queda así limitado, materialmente por el derecho de

los demás, formalmente por autolimitación (autonomía), y por consiguiente

sin merma de la propia dignidad. El derecho natural a la libertad así limitado

es el derecho positivo. La Ley es una autolimitación libre de la propia


libertad, compatible con la dignidad humana, que sólo puede conseguirse en

un régimen democrático, en el sentido de Rousseau.

4.4 El fin del Estado es, por consiguiente, salvaguardar las libertades

individuales, restringiendo legalmente el "mínimum" posible de libertades, o

sea, concediendo las máximas posibles, y asegurando la paz pública, es decir,

vigilando para que nadie impida a los demás el ejercicio de su libertad

individual, que cada uno haga lo que quiera con tal que no moleste al vecino.

4.5 Si este es el fin del Estado, el Estado no tiene porque reconocer

oficialmente una religión (laicismo de Estado), ni concordar con la Iglesia

(Separación de la Iglesia y el Estado).

5. LIBERALISMO ECONÓMICO.

Admite un orden económico regido por leyes fijas igual a lo que sucede en el

orden físico de la naturaleza. En efecto, el hombre es una naturaleza

material, que se mueve principalmente por intereses económicos. En esta

actividad del "Homo Oeconomicus" se pueden reconocer las siguientes leyes:

5.1 El "Homo Oeconomicus" se rige en su actividad por la ley del máximo

beneficio y del mínimo esfuerzo, es decir, desea la plena satisfacción de sus

apetencias materiales (económicas) a cambio del menor esfuerzo.

5.2 La prosecución del interés particular redunda en beneficio del interés

general, con la condición de que se garantice en igualdad de condiciones la

libre concurrencia de todos y cada uno en el orden económico.

5.3 Por consiguiente, que se de:

5.3.1 Libertad de empresa. Es decir, la libertad de organización, libertad de

condiciones en el contrato de trabajo: que tanto el patrono como el obrero

pacten libremente como quieran, tanto el salario, como la duración de la


jornada. Nada de salario mínimo, ni de duración de 8 horas de trabajo, ni de

reglamentación del trabajo. Todo es lícito con tal de que se haga

libremente.

5.3.2 Libertad de producción. cada empresario es libre para determinar la

cantidad, la calidad, y la forma de la producción.

5.3.3 libertad de comercio. Interior y exterior sin trabas aduaneras. El

comercio debe regularse por la ley de la libre concurrencia, por la ley de la

oferta y la demanda.

5.3.4 Libertad de consumo. Cada uno puede usar y abusar libremente, como

quiera de los bienes que posee.

5.3.5 Libertad de apropiación o derecho ilimitado de propiedad.

6. LA LIBERTAD CURA LOS ABUSOS DE LA LIBERTAD.

Es el gran axioma de la economía liberal: la economía, dicen, es como la lanza

de Aquiles, que ella misma cura las heridas que hace.

7. EL ESTADO NO DEBE INTERVENIR EN LA ECONOMÍA.

Su acción debe ser solamente, vigilar el ejercicio de la plena libertad

individual en armonía con las libertades de los demás: que se den para todos

la misma igualdad de condiciones, y que nadie impida el derecho de os

demás, y que e cumplan los contratos libremente estipulados. El Estado no

debe intervenir positivamente en la vida económica y social. La defensa de la

moralidad y la protección del débil no corresponde al Estado, a no ser que se

viole la libertad individual de los demás. Es el "Estado gendarme". Su

función se limita al famoso dicho: "laissez faire, laissez passar".


8. Se deben suprimir las Asociaciones profesionales (sindicatos) porque

restringen el pleno ejercicio de la libertad individual. El Estado debe por

consiguiente prohibirse.

Esto explica que al advenimiento del Liberalismo desaparecieran los antiguos

gremios medievales, que habían agrupado en igualdad cristiana (cofradías) a

los artesanos de un mismo oficio. De ellos dice León XIII: "los gremios de

artesanos reportaron durante mucho tiempo grandes beneficios a nuestros

antepasados" (R. N. n. 34). La revolución francesa decretó su supresión, en

1789. "Destruidos en el pasado siglo los antiguos gremios de artesanos, y no

hubiéndoseles dado en su lugar defensa ninguna por haberse apartado las

instituciones y leyes públicas de la religión de nuestros padres, poco a poco

ha sucedido hallarse los obreros entregados, solos e indefensos, por la

condición de los tiempos, a la inhumanidad de esos amos y al desenfrenado

apetito de los competidores". (León XIII, RN/ n. 2)


TEXTO 2:

Socialistas reformistas:

En el proceso de lucha por los derechos sociales y políticos dentro de la

sociedad liberal de mediados pasados del S. XIX aparece un grupo de

socialistas que deciden abandonar la vía revolucionaria del resto en favor

del reformismo desde “dentro” del sistema, el fin inicial era el mismo, tanto

de los compañeros revolucionarios como los reformistas, variaban las formas

únicamente.

La Asociación Internacional de Trabajadores (creada en 1864) aconsejó la

creación de partidos socialistas revolucionarios que defendieran en el nuevo

campo político dentro de las democracias representativas burguesas del

sentir de la clase proletaria, sirviendo como otro brazo dentro de la lucha

global de los socialistas contra el sistema burgués e imperialista.

El primer partido socialdemócrata fue el alemán (Sozialdemokratische

Partei Deutschlands, SPD), en 1869, que aun hoy sigue existiendo, siendo el

mejor ejemplo de lo que fue y lo que es la socialdemocracia, y cómo eso de

“social”, “socialdemócrata” o “socialista” (nombre que mantienen muchos

partidos socialdemócratas) no es más que un adjetivo carente de

significado.

En 1875 se unifican dos partidos obreros alemanes, el ”Sozialdemokratische

Arbeiterpartei Deutschlands” (SDAP, fundado como sección alemana de la

AIT y que se declaraban marxistas) y la ”Allgemeiner Deutscher


Arbeiterverein” (ADAV, Asociación General de Trabajadores de Alemania,

donde no participaban marxistas, solo reformistas), dentro del nuevo

”Sozialistische Arbeiterpartei Deutschlands” (SAPD, Partido Socialista de

los Trabajadores Alemanes), partido que viene con un programa, el de

Gotha, bastante “criticable” desde un punto de vista socialista.

El llamado Programa de Gotha fue durísimamente criticado tanto por Marx

como por Engels. El problema no fue solo que las reivindicaciones del partido

estuvieran “por debajo” de lo pedido por el socialismo revolucionario

(entendible dentro de un partido que se supone, buscaba el socialismo “por

pasos”, conseguido de forma gradual dentro de la democracia burguesa), la

cuestión central es que ideológicamente ya se habían apartado en temas

centrales como el propio concepto de generación de riqueza y cultura, o

incluso, el fundamento y fin del propio Estado… Marx consideraba que la

facción de Lassalle (el ADAV, que no eran seguidores del marxismo) había

triunfado, con su visión estrecha del socialismo, en que ni siquiera era

palpable el internacionalismo proclamado por la AIT y el Manifiesto

Comunista.

Hasta ahora podríamos afirmar que los socialistas reformistas y los

socialdemócratas diferían en medios y algunas formas, pero ambos tenían la

misma meta, la implantación del sistema socialista. Pero esa meta, para los

socialdemócratas, fue variando poco a poco. El primer gran punto de

inflexión lo tenemos en ”Die Voraussetzungen des Sozialismus und die

Aufgaben der Sozialdemokratie” (”Las premisas del socialismo y las tareas

de la socialdemocracia” en castellano), de Eduard Bernstein, publicado en

1899. La Segunda Internacional (la Internacional Socialista)

mayoritariamente rechazó las bases que planteaba Bernstein, pero poco a

poco los partidos socialistas y socialdemócratas fueron haciendo de este


texto su base ideológica. En teoría el fin, incluso para Bernstein, era la

instauración de un sistema socialista, aunque en ese “nuevo” socialismo este

sistema ya podía vivir dentro del capitalista “humanizado”, dentro de ese

Estado que el socialismo revolucionario quería destruir.

Los socialdemócratas, como otros críticos a los liberales clásicos,

consideran necesario garantizar la libertad del mercado utilizando, para

ello, la intervención del Estado (en un reconocimiento de las deficiencias del

mercado y, por supuesto, de la “necesidad” de mantener vigente dicho

mercado, de “hacerlo perfecto”), así mismo, consideran que el mercado no

es perfecto asignando los recursos ni distribuyendo las ganancias, y por ello

vuelven a recurrir al Estado burgués para que el mismo se encargue de

atajar dichas deficiencias con “pequeños arreglos”. Otro cambio importante

se ve en el partido, así pues, de ser de Clase pasa a ser de Pueblo, con ello

se pasa del partido monoclasista al policlasista, de la horizontalidad a la

verticalidad (diagonalidad, que le llaman); lo cual constituye un cambio

profundo y real en el entendimiento tanto de la lucha social como del

objetivo de la misma, así como de la organización de la sociedad.

Poco a poco se iban decantando, los partidos socialdemócratas, por asumir

posturas más “reformistas” incluso que las planteadas por Eduard Bernstein,

así que era cuestión de tiempo que esos partidos socialistas, que mantenían

el marxismo dentro de sus declaraciones de principios, borraran las mismas

como un reconocimiento de su actualidad ideológica, más que un rechazo

actual por el marxismo, era poner en claro lo que ya pasaba.

En 1959 durante el Congreso del PSD alemán se decidió, finalmente,

reconocer «la obsolescencia del marxismo frente a los retos que implicaba

sobrevivir en una situación de posguerra y frente a la posibilidad de llegar al

gobierno.», el camino ideológico tiempo atrás tomado se volvía claro y


transparente por fin, se abandonaba, de esta forma, el objetivo declarado

(e imposible de conseguir bajo las tesis socialdemócratas) de conseguir una

sociedad sin clases y se pasaba a buscar un estado socialdemócrata (lo que,

como digo, era lo que venían buscando desde que se distanciaron realmente

del marxismo).

Esta etapa, de mayor auge de los partidos socialdemócratas, sobre todo en

Europa, es a la par la de la expansión total del capitalismo, el mismo que

ahora era defendido a ultranza por los partidarios de la socialdemocracia,

eso sí, con “rostro humano”, no se vayan a pensar que era el mismo

capitalismo que el que afectaba a los países en que gobernaban los liberales,

sino otro distinto, que perpetuaba la misma sociedad de privilegios, eso sí.

Las banderas de esta socialdemocracia eran: Liberalismo político

(aceptación del sistema burgués representativo), economía mixta (conviven

los medios de producción privados con los públicos, impulso, finalmente, de

los primeros), Estado de Bienestar (políticas públicas que “liman” las

deficiencias del mercado en cuanto a la atención social, mitigando las

diferencias sociales y los problemas que la misma da), con un “compromiso”

con la igualdad social y, por último, keynesianismo (obra pública y otras

políticas económicas para favorecer o conseguir el pleno empleo y reactivar,

si eso, la economía).

En esa orgía de resultados electorales favorables, de implantación del

Estado de Bienestar y de, finalmente, perder el rumbo por completo, llegó


una crisis del petróleo que frenó con todo las intenciones socialdemócratas

en el poder burgués, y el capitalismo mostró su cara, la que los

socialdemócratas pretendían “tapar” (más que cambiar) lo que trajo duros

golpes al centro izquierda ocupado, desde mucho tiempo atrás, por los PSD.

Y los socialdemócratas que aun gobernaban, tomaron el mismo camino que

los llamados neoliberales (que son los mismos liberales de toda la vida, que lo

único de nuevo que traen es el nombre), esto es, menos gasto público, más

privatizaciones del mercado, menos “endulzar” el capitalismo…


TEXTO 3:

¿Cuáles son, pues, los componentes que constituyen un Estado democrático?

a) El sufragio universal. Todas las personas, como individuos de una

sociedad que pacta, disponen del poder del voto. El poder proviene del

pueblo; en las democracias, soberanía popular.

b) Una Constitución. Una Constitución que es expresión del pacto o

acuerdo que se han logrado entre todos y que todos aceptan.

c) La separación de poderes. Separación de poderes con el objetivo de

que el poder controle el mismo poder.

d) Respeto a las libertades individuales y respeto a las minorías,

evitando la dictadura de las mayorías.

e) Sistema de partidos. Los partidos que representan las diferentes

opciones o tendencias de una determinada sociedad.

Estos componentes no se dan en la misma gradación o niveles en las diversas

democracias actuales. Así, en unas se ha pactado recurrir a menudo y por

muchas cuestiones al voto o sufragio mientras que en otros sólo cada cierto

tiempo para elegir representados. Por otro lado, los totalitarismos

presentes en el siglo XX no respetaban ninguno o casi ninguno de estos

componentes: así, por ejemplo, sin sistema de partidos sino partido único y

un líder con poder absoluto, sin separación de poderes, sin sufragio

universal.

La democracia no es sólo un método para tomar decisiones. Es esto y mucho

más. La democracia es un conjunto de principios que, justamente,

fundamentan el uso del método para tomar decisiones. Principios como los

de la dignidad personal, la autonomía del individuo, el respeto a las minorías,


etc., todos ellos participan de la convicción que la capacidad racional está

igualmente en todos los seres humanos.

Pero ya desde su inicio la democracia era consciente de sus debilidades. En

la democracia griega, un modelo asambleario y muy participativo, siempre

estaba presente el riesgo a la demagogia. La democracia de hoy también

comporta peligros y riesgos. Así, puede ser que la "voluntad del pueblo" sea

sólo la voluntad de la parte más activa e interesada del pueblo o bien de la

parte que tiene más acceso a los medios de comunicación. Otro riesgo es el

de la indiferencia o desinterés de parte del pueblo; a veces se da que buena

parte del pueblo se desentiende y no participa, dejando la política en manos

de unos profesionales. Los griegos denominaban idiotés, palabra que

significa "persona aislada manipulada por los otros", a aquellos que pasaban

de la política.

Modelo republicano o modelo monárquico

Durante siglos las monarquías europeas eran mayoritariamente monarquías


absolutas y los individuos que las integraban eran súbditos, no ciudadanos.
Hoy, todas las monarquías europeas son monarquías parlamentarias, es
decir, democráticas, y en ellas el rey o reina reina pero no gobierna: el
kratos pertenece a los ciudadanos. Éste es el caso de España, que tal como
proclama la Constitución en su artículo primero, es una monarquía
parlamentaria.

Francia, por otro lado, es una democracia inspirada en el modelo


republicano. En la actual Quinta República, el presidente es elegido
directamente y no sólo representa el Estado nación (cosa que también hacen
los reyes) sino que además ejerce el poder ejecutivo; es una república
presidencialista. Pero, distintamente, Alemania, que también se rige por un
modelo republicano, el presidente representa el Estado pero no tiene el
poder ejecutivo.
Así, pues, ser monarquía o ser república no es la característica más
específica de un Estado democrático: hay monarquías y repúblicas
democráticas, y hay monarquías y repúblicas no democráticas

Modelo centralizado, federal o autonómico

La República Francesa es unitaria, muy centralizada; el gobierno central


ejerce casi todo el poder y las diferentes regiones tienen escasas
capacidades de decisión. Se considera que sólo con un fuerte poder público
central se puede garantizar la igualdad entre todos los ciudadanos; con este
régimen es totalmente fuera de lugar que un departamento legisle, por
ejemplo en el ámbito de la educación, con normas diferenciadas del resto.

Los Estados Unidos de América están en un polo opuesto: es una República


Federal y cada uno de los Estados dispone de un amplio conjunto de leyes
propias. Hay leyes federales que afectan a todos los estados y leyes propias
o específicas de los diferentes estados.

España, monarquía parlamentaria, está constituida en una forma intermedia


entre el estado centralizado y el estado federal: responde a un modelo
autonómico. El artículo 2 de la Constitución, después de señalar "la indisoluble
unidad de la Nación española", reconoce y garantiza "el derecho a la autonomía
de las nacionalidades y regiones".

Niveles diferentes de participación y decisión

La democracia griega era una democracia asamblearia y directa, un modelo


que hoy quizás es inviable debido a la magnitud y complejidad de los estados
modernos.

En los estados modernos democráticos predomina una democracia


representativa; en ella se vota unos partidos o unas personas que
representan toda la ciudadanía y que asumen la responsabilidad de la toma
de decisiones

Ahora bien, dentro de este modelo de democracia varía mucho la posibilidad de


participación de los ciudadanos: en unas queda restringida a la elección de los
representantes cada cuatro o cinco años, por lo tanto, participación tendiendo a
escasa; en otros, no se votan partidos sino personas concretas, incluso personas
de diferentes partidos (lo que se conoce como listas abiertas); en unas se vota
el parlamento e, independientemente, el presidente del estado; hay
democracias en las que a menudo se consulta a los ciudadanos en forma de
referéndum en otros estas consultas son muy raras.

Estado de derecho y estado social de derecho

Las democracias son Estados de derecho, es decir, estados en los que el poder
está legitimado por la ley pactada y que emerge de la voluntad popular. En los
Estados de derecho, a diferencia de los Estados absolutos o totalitarios, se
cumplen los requisitos de sufragio universal, de constitución, de separación de
poderes, de respeto a la libertad y a las minorías, de sistema de partidos.

En el Estado social de derecho se va más allá de estos requisitos; en éstos, el


estado asume la tarea de promover la justicia social, reduciendo las
desigualdades y potenciando el bienestar de sus ciudadanos.

Así, en un Estado social de derecho se mantendrá una seguridad social


sanitaria, una educación pública, una seguridad en situaciones de paro laboral,
una ayuda para la vivienda, etc. Son unas funciones que configuran lo que se
denomina Estado del bienestar. Ahora bien, hace falta no olvidar que estos
beneficios sólo son posibles si los ciudadanos pagan sus correspondientes
impuestos, unos recursos que el Estado gestiona para conseguir cierta justicia
social.
TEXTO 4:

Martin Luther King, Tengo un sueño.

Estoy orgulloso de reunirme con ustedes hoy, en la que será ante la historia

la mayor manifestación por la libertad en la historia de nuestro país.

Hace cien años, un gran estadounidense, cuya simbólica sombra nos cobija

hoy, firmó la Proclama de la emancipación. Este trascendental decreto

significó como un gran rayo de luz y de esperanza para millones de esclavos

negros, chamuscados en las llamas de una marchita injusticia. Llegó como un

precioso amanecer al final de una larga noche de cautiverio. Pero, cien años

después, el negro aún no es libre; cien años después, la vida del negro es aún

tristemente lacerada por las esposas de la segregación y las cadenas de la

discriminación; cien años después, el negro vive en una isla solitaria en medio

de un inmenso océano de prosperidad material; cien años después, el negro

todavía languidece en las esquinas de la sociedad estadounidense y se

encuentra desterrado en su propia tierra.

Por eso, hoy hemos venido aquí a dramatizar una condición vergonzosa. En

cierto sentido, hemos venido a la capital de nuestro país, a cobrar un

cheque. Cuando los arquitectos de nuestra república escribieron las

magníficas palabras de la Constitución y de la Declaración de

Independencia, firmaron un pagaré del que todo estadounidense habría de

ser heredero. Este documento era la promesa de que a todos los hombres,

les serían garantizados los inalienables derechos a la vida, la libertad y la

búsqueda de la felicidad.

Es obvio hoy en día, que Estados Unidos ha incumplido ese pagaré en lo que

concierne a sus ciudadanos negros. En lugar de honrar esta sagrada

obligación, Estados Unidos ha dado a los negros un cheque sin fondos; un


cheque que ha sido devuelto con el sello de "fondos insuficientes". Pero nos

rehusamos a creer que el Banco de la Justicia haya quebrado. Rehusamos

creer que no haya suficientes fondos en las grandes bóvedas de la

oportunidad de este país. Por eso hemos venido a cobrar este cheque; el

cheque que nos colmará de las riquezas de la libertad y de la seguridad de

justicia.

También hemos venido a este lugar sagrado, para recordar a Estados Unidos

de América la urgencia impetuosa del ahora. Este no es el momento de tener

el lujo de enfriarse o de tomar tranquilizantes de gradualismo. Ahora es el

momento de hacer realidad las promesas de democracia. Ahora es el

momento de salir del oscuro y desolado valle de la segregación hacia el

camino soleado de la justicia racial. Ahora es el momento de hacer de la

justicia una realidad para todos los hijos de Dios. Ahora es el momento de

sacar a nuestro país de las arenas movedizas de la injusticia racial hacia la

roca sólida de la hermandad.

Sería fatal para la nación pasar por alto la urgencia del momento y no darle

la importancia a la decisión de los negros. Este verano, ardiente por el

legítimo descontento de los negros, no pasará hasta que no haya un otoño

vigorizante de libertad e igualdad.

1963 no es un fin, sino el principio. Y quienes tenían la esperanza de que los

negros necesitaban desahogarse y ya se sentirá contentos, tendrán un rudo

despertar si el país retorna a lo mismo de siempre. No habrá ni descanso ni

tranquilidad en Estados Unidos hasta que a los negros se les garanticen sus

derechos de ciudadanía. Los remolinos de la rebelión continuarán sacudiendo

los cimientos de nuestra nación hasta que surja el esplendoroso día de la

justicia.
Pero hay algo que debo decir a mi gente que aguarda en el cálido umbral que

conduce al palacio de la justicia. Debemos evitar cometer actos injustos en

el proceso de obtener el lugar que por derecho nos corresponde. No

busquemos satisfacer nuestra sed de libertad bebiendo de la copa de la

amargura y el odio. Debemos conducir para siempre nuestra lucha por el

camino elevado de la dignidad y la disciplina. No debemos permitir que

nuestra protesta creativa degenere en violencia física. Una y otra vez

debemos elevarnos a las majestuosas alturas donde se encuentre la fuerza

física con la fuerza del alma. La maravillosa nueva militancia que ha envuelto

a la comunidad negra, no debe conducirnos a la desconfianza de toda la

gente blanca, porque muchos de nuestros hermanos blancos, como lo

evidencia su presencia aquí hoy, han llegado a comprender que su destino

está unido al nuestro y su libertad está inextricablemente ligada a la

nuestra. No podemos caminar solos. Y al hablar, debemos hacer la promesa

de marchar siempre hacia adelante. No podemos volver atrás.

Hay quienes preguntan a los partidarios de los derechos civiles, "¿Cuándo

quedarán satisfechos?"

Nunca podremos quedar satisfechos mientras nuestros cuerpos, fatigados

de tanto viajar, no puedan alojarse en los moteles de las carreteras y en los

hoteles de las ciudades. No podremos quedar satisfechos, mientras los

negros sólo podamos trasladarnos de un gueto pequeño a un gueto más

grande. Nunca podremos quedar satisfechos, mientras un negro de Misisipí

no pueda votar y un negro de Nueva York considere que no hay por qué

votar. No, no; no estamos satisfechos y no quedaremos satisfechos hasta

que "la justicia ruede como el agua y la rectitud como una poderosa

corriente".
Sé que algunos de ustedes han venido hasta aquí debido a grandes pruebas y

tribulaciones. Algunos han llegado recién salidos de angostas celdas. Algunos

de ustedes han llegado de sitios donde en su búsqueda de la libertad, han

sido golpeados por las tormentas de la persecución y derribados por los

vientos de la brutalidad policíaca. Ustedes son los veteranos del sufrimiento

creativo. Continúen trabajando con la convicción de que el sufrimiento que

no es merecido, es emancipador.

Regresen a Misisipí, regresen a Alabama, regresen a Georgia, regresen a

Louisiana, regresen a los barrios bajos y a los guetos de nuestras ciudades

del Norte, sabiendo que de alguna manera esta situación puede y será

cambiada. No nos revolquemos en el valle de la desesperanza.

Hoy les digo a ustedes, amigos míos, que a pesar de las dificultades del

momento, yo aún tengo un sueño. Es un sueño profundamente arraigado en el

sueño "americano".

Sueño que un día esta nación se levantará y vivirá el verdadero significado

de su credo: "Afirmamos que estas verdades son evidentes: que todos los

hombres son creados iguales".

Sueño que un día, en las rojas colinas de Georgia, los hijos de los antiguos

esclavos y los hijos de los antiguos dueños de esclavos, se puedan sentar

juntos a la mesa de la hermandad.

Sueño que un día, incluso el estado de Misisipí, un estado que se sofoca con

el calor de la injusticia y de la opresión, se convertirá en un oasis de

libertad y justicia.

Sueño que mis cuatro hijos vivirán un día en un país en el cual no serán

juzgados por el color de su piel, sino por los rasgos de su personalidad.


¡Hoy tengo un sueño!

Sueño que un día, el estado de Alabama cuyo gobernador escupe frases de

interposición entre las razas y anulación de los negros, se convierta en un

sitio donde los niños y niñas negras, puedan unir sus manos con las de los

niños y niñas blancas y caminar unidos, como hermanos y hermanas.

¡Hoy tengo un sueño!

Sueño que algún día los valles serán cumbres, y las colinas y montañas serán

llanos, los sitios más escarpados serán nivelados y los torcidos serán

enderezados, y la gloria de Dios será revelada, y se unirá todo el género

humano.

Esta es nuestra esperanza. Esta es la fe con la cual regreso al Sur. Con esta

fe podremos esculpir de la montaña de la desesperanza una piedra de

esperanza. Con esta fe podremos trasformar el sonido discordante de

nuestra nación, en una hermosa sinfonía de fraternidad. Con esta fe

podremos trabajar juntos, rezar juntos, luchar juntos, ir a la cárcel juntos,

defender la libertad juntos, sabiendo que algún día seremos libres.

Ese será el día cuando todos los hijos de Dios podrán cantar el himno con un

nuevo significado, "Mi país es tuyo. Dulce tierra de libertad, a tí te canto.

Tierra de libertad donde mis antecesores murieron, tierra orgullo de los

peregrinos, de cada costado de la montaña, que repique la libertad". Y si

Estados Unidos ha de ser grande, esto tendrá que hacerse realidad.

Por eso, ¡Qué repique la libertad desde la cúspide de los montes prodigiosos

de Nueva Hampshire! ¡Qué repique la libertad desde las poderosas montañas

de Nueva York! ¡Qué repique la libertad desde las alturas de las Alleghenies

de Pensilvania! ¡Qué repique la libertad desde las Rocosas cubiertas de nieve


en Colorado! ¡Qué repique la libertad desde las sinuosas pendientes de

California! Pero no sólo eso: ¡Qué repique la libertad desde la Montaña de

Piedra de Georgia! ¡Qué repique la libertad desde la Montaña Lookout de

Tennesse! ¡Qué repique la libertad desde cada pequeña colina y montaña de

Misisipí! "De cada costado de la montaña, que repique la libertad".

Cuando repique la libertad y la dejemos repicar en cada aldea y en cada

caserío, en cada estado y en cada ciudad, podremos acelerar la llegada del

día cuando todos los hijos de Dios, negros y blancos, judíos y cristianos,

protestantes y católicos, puedan unir sus manos y cantar las palabras del

viejo espiritual negro: "¡Libres al fin! ¡Libres al fin! Gracias a Dios

omnipotente, ¡somos libres al fin!"

Martin Luther King Washington, DC

28 de agosto de 1963

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