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6 E] mito de ladama Quise evitar esto esta vide aplastada contra wna pared, muda ysin colorido, hecha tinicamente de luz, Esta vids imaginaria es silo, dividida yremots, una licida paraliss, Lo confieso: esto no es un espejo, es una puerta _y estoy strapada detris de ella. Maxcaner Arwoon, «Trucos con espejos» Hace mucho tiempo vivia un rey en un hermoso casti Ilo que se lamaba Casa Loma. El viejo rey se sentia muy solo y acosado por los recuerdos de su joven es- posa, a la que tanto habia amado, y de sus cuatro hijos, ahora desperdigados por el mundo. Y pensé: «Debo me otra vez. Debo encontrar una nueva esposa y ener més hijos». Decidié enviar a un emisario a las provineias para que fuese en hiisqueda de una nov’ perfecta, Cuando el emisario retorné trajo consigo a una be- lla mujer —de hermoso y agraciado cuerpo y con una edlucacién refinada—, la cual habia tenido como tinica ambicion de su vida el Hegar a reina y que, por otra parte, tenia una tinica fobia: los perros. Se transforms en reina y le dio a su marido tres hijas antes de que éste muriese. 187 La mayor de las hijas, la mas mimada por sus p dres, fue bautizada con el nombre de Eléctrica. Ella cibid como herencia lo mejor de la belleza e intelige cia de sus padres. Su madre la preparé desde joven pa cuando le tocase reinar y se esforz6 para lograr q fuese una reina perfecta. La familiarizé con Yves § Laurent, Estée Lauder y la biblioteca de Ia Universi dad de Harvard; la inscribié en un curso de posgradua des en Oxford, donde se relacioné con los mejores principes. Y Eléctrica llevé su corona real sobre su real cabeza cumpliendo su parte meticulosamente, Sonrié en los momentos adecuados, lloré en los momentos coavenientes: sabia cundo levantar sus largas pestaiias y cudndo bajarlas para conseguir una atmésfera de misterio, Pero Eléctrica no tuvo éxito con sus acompafiantes dela realeza. En su lugar, se convirtié en la reins de Wall Street, con su regia figura envuelta en un traje de tres piezasa rayas y luciendo zapatos de tacones deaguja de color azul eléctrico. Siempre llevaba consigo el distin tivo de su profesién: su maletin negro de ejecutiva, lleno de papeles importantes, junto con laxantes, estimulan= tes y ungtiento deesteroides para sus dolores decabeza, su constipado y sus manchas psoriasicas. Y, antes de irse a Ja cama, en su apartamento de cristal y cromo, apagaba su horno de microondas, su equipo de misica y las luces controladas por redstato, “Lucgo encendia su manta cléctrica y ofa la voz de su madre canturreando: Vieja Madre Rosario fue hacia el armario buscando para su pobre perro un simple hueso perouna vez alli, asombrada, 188 enconiré el armario sin nada y el pobre perro ese dia no comié ni eso. Y, cuando se dormia, sofiaba que ofa el sonido que provenia de un ordenador: las notas surgian de un agu- jero en el papel. Estaba maravillada por los ritmicos sonidos. Y en sus suefios aprendié a ofr la misica mi- rando las notas a medida que salian por los agujeros del papel. Y Eléctrica desarrollé esta habilidad. A la segunda hija le pusieron de nombre Lesbia. Y Lesbia fue segunda, siempre segunda. Su padre rara vez la tenfa en cuenta para algo y ella, por su lado, te- mia a su madre, Sélo estaba segura de algo: lo que su madre era, ella no lo era. Se sumergié en la vida y se enamor6 de un apuesto monje quien, por suputsto aunque la amaba, tuvo que rechazarla. Con el corazén Ileno de dolor, acabé conociéndose a si misma gracias al tierno amor de una mujer en la que podia confiar. rrolld su vena poétic Niel rey nila reina deseaban tener una tercera hija y cuando éta llegé no tenian idea de qué nombre po-* nerle. Simplemente la Iamaron Dumbellina.* Nadie presté atencién a la fea y pequefia obesa Dumbellina Ella vagaba por la cocina del castillo abrazada a una mufieca. Le dyradaba charlar con el jardinero, quien le crseiié a escuchar las flores, Un dia se exsapo por la puerta principal y baj6 por la calle hasta el barranco. Mientras corria sintié como si estuviese cayendo por un agujero interminable, y pens6 que lo que le estaba sucediendo cra lo que los adultos Hlamaban muerte. Pero aterriz6 por fin sobre un tibio suelo oscuro y * Dumbellina en inglés significa «bobitas. (N. de lat.) 189 suave al tacto de sus pies descalzos. Un joven muy se le acercé. —¢Quign eres? le pregunté clla. —Soy un monaguillo. —Eres muy grande para ser un muchacho del Y, tendiéndole la mano a Dumbellina, la condi través del bosque hasta una gruta cubierta de vi Allfle entregé cristales, copos de nieve, gotas de Ih yunarco iris. —Debes descubrir cémo estan relacionados e1 si cada uno de estos elementos —le dijo el joven. Dumbellina lloré al ver que el arco iris desapar de los cristales y las goras de Iluvia se mezelaban los copos de nieve. Anheld volver con su madre, p ninguna madre la esperaba. Nunca pudo saber si hs sofiado durmiendo o si sofaba estando despierta. Con el correr del tiempo crecié y llegé a ser alta, pequeito rostro ya no estaba ensimismado en el eni Pudo contemplarlo desde cierta distancia y de que entrecerrando los ojos podia verlo con claridad Unda, y por pura casualidad, vio eémo el arco i con sus colores verde, amarillo y roséeco, emergia entre los cristales, las gotas de Iluvia y los copos nieve. Fue la visién mas maravillosa que jams hal tenido. Se sintié mas alta y mas pequeiia, mas feliz mis triste, mas rica y mas pobre que lo que munca ant se habfa sentido. Presintié que estaba ante la presenel de Alguien. Volvié el rostro y vio dos enormes pi unos pies blancos, suaves y fuertes. Se dio cuenta dénde estaba, en donde habia estado de hecho durant todo ese tiempo. Vio el enorme altar de piedra y 190 monaguillo, quien ya no le parecia demasiado alto para clenorme altar de la diosa. Ahora él llevaba un casco de plata y unas sandalias plateadas. Ella miré hacia arriba y no vio el rostro dela diosa; en su lugar vio una luz vibrante y azulada que brillaba como una intensa luna Ilena. Sintié el impulso de arrodillarse y, al hacerlo, noté cémo el tapiz. que ha~ bia estado tejiendo cafa sobre sus hombros como una mantilla de gasa. La bendicién de la diosa cayé sobre ella como una delicada Iluvia. Por fin habia encontrado la Madre que nunca habia tenido. Y, mientras se arrodillaba, oyé la voz de la diosa que le decia: «Mas abajo». Ella incliné atin més el cuer- po pero la voz insistio: «Mis abajo», hasta que sintis. cémo la suave tierra le rozaba la mgjilla y los brazos. Y comprendié que debia experimentar el amor de ese enorme cuerpo para poder llevar consigo la luz azul en su regreso al mundo. No sé muy bien de qué manera Dumbellina logr6 llevar su sabiduria recién encontrada hasta el reino de Casa Loma, Llevar de regreso un tesoro de manera se~ ura es siempre la tarea més dificil en un cuento de h «das. Seré muy moderna y dejaré que cada uno de voso- wos elabore sus propias conclusiones. Este cuento tiene muchas escapatorias irreales. Esta claborado a partir de suefios y fantasias de mis analiza as. Estoy en deuda con ellas por estar utilizando su material, pero sdlo es a través de los suefios cu: podemos observar al problema colecti te de nuestra sociedad: morirse de pen: flcja la esencia de la cuestién que estamos tratando: emo hacer que las ambiciosas perfeccionistas en~ cuentren el camino de regreso a su propio corazén y recuperen su perdida relacién con él. 191 funciones de una psique en lucha por Ia toralida sa psique es la representante de una cultura so Aqui tenemos un rey viejo y muribundo, smbol los va‘ores espirituales y politicos que antaio mai fan la unidad de una cultura. Su primera esposa muerta: en otras palabras, ya no estan alli los val sentimentales que dieron significado a la vida del rey. Los hijos que fueron producto de esa vieja cul estin cesperdigados por los cuatro rincones del pl ta, Dicho en términos de nuestra cultura del siglo mito colectivo que los mantuvo unidos por siglos socavado, Somos como la primitiva tribu austral que recibié su arbol sagrado de los dioses, Ellos Il ban su vara donde quiera que fueran, pues a través ella se realizaba la comunicacién entre el cielo y la rra, Lavara cra el centro de su universo por cuyo int medio establecfan sus escalas de valores, sus amore sus deseos, sus alegrias y sus sentimientos de autocol fianza. El espacio que rodeaba a la vara era un espa sagrado: el cosmos reglamentado. Fucra de ese circu lo sagrado estaba el eos. Cuando su palo se rompi toda la wibu cay6 abatida a Ia espera de la muerte. L. vida habia dejado de tener sentido para ellos. En nuestra cultura, los campanarios de las iglesia han dejado de ser varas sagradas. El cosmos que antes los rodeaba ha desaparecido y otra vez ha vuelto el caos. Algunos de nosotros, ante la ausencia deun mito colective, nos vemos forzados a tratar de es-ablecer niuestro propio espacio sagrado en medio del caos para sobrevivir, pero en el tumulto de la vida moderna no podemos lograrlo, no podemos encontrar auestro propio mito. Por eso ya no son posibles la fe, 192 vanza ni el amor. En su lugar tenemos una reina im- postora cuya escala de valores estd enraizada en el po- der. Se aprovecha de la menguante virlidad del rey, esa virilidad que antafo se nutria de su relacién con Dios, para centrar su ambicidn en el poder del trono. Cada cosa es exprimida para alimentar ese egocentrismo materialista que ansfa mas y mas de todo. Pero esto no satisface a la bruja porque su apetito no esté enraizado alos instintos y, por consiguiente, carece de un punto de saciedad natural, Mientras tanto, los instintos reales estén hambrientos. La bruja engendré tres hijas, cada una de las cuales tiene una faceta de la mujer moderna, y las tres buscan su propio mito, sin el cual la vida no tiene sentido. No hay instituciones modernas ni rituales lo suficiente- mente fuertes como para contener su confusién hasta que el conflicto sea resuelto o superado. La mujer mo- derna esta en el limbo sin un pasado en donde buscar uun modelo, con un presente inseguro y un futuro des- conocido, Es una pionera y tiene un gran coraje. Se iniega a ser una sefiorita porque ya no se acepta como la hija soltera de sus padres. Rechaza la identificacién con su familia. Puede rehusarse también a ser sefiora, salvo en situaciones particulares, porque ya no desea ser identificada con su esposo. Si tiene experiencia, se dda cuenta de que los hombres de su vida estén en un limbo similar porque, una vez que son rechazadas las proyecciones de sus animae, ya no funcionan mé slos modelos estercotipicos de relacion. Y es correcta la pa~ labra westereotipo» porque un estercotipo no lleva nu- minosidad, ni energia viviente ni intensidad de senti- miento. Un estereotipo es una visiGn desgastada, un arquetipo muerto o quizas algo peor’ una parodia de aquél 193, Muchas mujeres de mi generacién fueron cria por madres eduardianas en las que el arquetipo femer no estaba dividido. La mujer intentaba de man consciente representar el papel de la Virgen: ma perfecta, amante, compasiva, obediente y casta. I conscientemente Ilevaba en el cuerpo ala ramera, con resultado de que su ego femenino quedaba separado su cuerpo femenino. De forma inconsciente, los nil se relacionan con este lado oscuro, la Virgen Negra, ¢s ella quien ahora esta exigiendo la atencién de nue: sociedad. Claro esta que la Virgen Negra siempre estado presente, pero no siempre ha sido reconoci En la Inglaterra victoriana un hombre tenia a su espo: ¢ hijos en la casa, ya la amante en secreto. En algun: sociedades, incluso se la aceptaba como un hecho. las sociedades mas puritanas se la consideraba la m: rrana, la golosina pasajera, la mujer juguete. Ahora tamos quitindonos de encima esos tapujos puritanos estamos reconociendo la energia de la Virgen Negy Los suejios colectivos nos estan forzando dentro nuestra propia tierra, de nuestros cuerpos, para r orientar radicalmente nuestras actitudes hacia lo fem nino. La mujer puede experimentar esa primera manh_ festacion de la energia de la Virgen Negra sintiéndose sf misma como una ramera; los hombres también pue den quedarse sorprendidos © asustados por la libera cion de esa energia. La integracidn del anima cs la ob) maestra del anilisis para el hombre, Esta es la peligros, tierra de nadie que debemos explorar para vencer nues- tra adiccién por la perfeccién. - Probablemente Ja herencia mas negativa que las _ madres han ido pasando a sus hijas durante generaclo- nes ha sido la represién de su sexualidad y sus cuerpos. con el resultado de que las mujeres de hoy tienen que 194 volver a reconciliar su percepcién de si mismas como seres pensantes, emotivos y espirituales con su percep- cién como criaturas sexuales y apasionadas. Tratan ast de volver a reunir sus atributos divinos y animales. Erica es un ejemplo tipico. Tiene treinta y cinco aiios y es hermosa, idealista y muy respetada en su profesién. Tiene un personaje dorado, pero posee tam- bign una faceta «oscura» que vive en secreto. Esta lle- vando a cabo una heroica lucha interna para descubrir siella pertenece 0 no a esta sociedad. Después de que su padre abandoné a la familia, su madre dedicé su vida a la educacién de sus hijos y reprimio sus propias necesidades y sentimientos. Erica lo cuenta asi A los veinte afios no queria ser una mujer. $i Canad hubi se tenido que ir a combatir a los musulmanes, yo habria es- tado en el frente con una ametralladora porque ese mundo representaba la degradacién de la mujer, Queria derribar todo lo que representaba el papel servil de Ta mujer con el que yo habia crecido. Detestaba la idea de que el papel de irtir de mi madre tuviese que ser el mio. No queria incli~ narme ante ningiin hombre. Pero no podia fingir que no. posefa un cuerpo con sus necesidades y sensaciones propias. Cuando estaba en la universidad ya pesaba setenta kilos porque estaba todo el tiempo hambrienta. Podia comprar medio kilo de pastel y comerlo en un par de minutos. El sexo era muy importante para mi, pero atin no sabia por qué. Ahora sé que es la forma de permanecer dentro de mi cuerpo. ;Pero culpable! Me sentia tan culpable con respeeto ami madre... Cada vez que actuaba fuera del sistema de va~ lores de mi madre me sentia culpable, y busqué un hombre que me amase incondicionalmente, que pudiese maternalmente, abrazarme y sostenerme: set mi MADRE. Y entonees estallaria mi desprecio y lo aplastatia bajo mis pies. Me odiaria y lo odiaria. Lo odiaria por dejarme ser la ninita que queria ser. 195 La contradiccién en el centro de la psicol Erica esté clara, Al ser lo que anhela ser, se si tuna tamera, que no es precisamente lo que qu Desea romper lo que la vincula a su madre, p bién procura mantener esos vinculos. Quiere s y no quiere ser mujer. Ser mujer es ser como la tuna sirvienta de un hombre que la ha deserui est atrapada por su propia sexualidad, la cual, con la porcidn diaria de medio kilo de pastel, | tiene en su cuerpo. La contradiccién se resuelve de esta form diante la ruptura consciente con los valores de dre, en realidad los reafirma inconscientemen emanciparse.se convierte, a su entender, en una ra. Los placeres del cuerpo son anulados por el miento de culpa mientras no se pueda identificarl ifsta es la culpa verdadera! Felicidad es se culpable y s6lo aquellos placeres prohibidos son que llevan energia magnética, la numinosidad de Virgen Negra. La madre de Erica es inconsciente de su femini pero la madre de Lisa, una mujer profesional, es 1 consciente y pese a eso Lisa presenta un proble igualmente paralizante. Quiero a mi madre. Es suave, comprensiva, inteligente quiere de verdad que yo sea lo que tenga que ser. Ella rep senta mi ideal de lo que una mujer debe ser. $i me doy cue ta de que estoy hablando como ella o vistiendo a su manera. me siento culpable, Siento que la he traicionado al no luchar para encontrar mi propia identidad asi como ella lo hizo. Pero lo expresado por Lisa contrasta vivamente con el siguiente relato de Judith: 196 neguro que no deseo ser como mi made. Sea ella © que eno lo soy. Y 10 peor de rodo es que ahora ella me + insta de vestir como Yo hasta quiere que la ayude a saquillarse. Observa mis reacciones y me copia. riotas tres jévenes mucstran signos de estar atrapa- sy en la participacton mistica con la madre ¥ gus suie- ieee ome Tos de tantos hombres y mujeres modern0ss "a mpregnados con simbolos que demuestran cus Mtapados estan en el complejo dela madre. ‘Existen inmumerables mujeres de Tas décadas del se- sonta y setenta que estin tan resentidas con él pacriar diifo que ha destruido su feminidad y lade sus maders jyue arvemeten contra ese patriarcado Pero: al hacerlo, A entfiean con el ado masculino de su psiquis. Ep Nigunos casos se convierten en lo que realmente 6 nel lado brujesco de sus madres o, en sérmines de Jung, el animus negative. For eapantoso que sea este principio de poder outs do impele a una accién destructiva, puede set paicold- vicamente necesatio. Observando el desarrollo indivi- Mal de las mujeres, veo a las peque tntraft en mi despacho, amabl a quenta afios de edad, identifieadas bisicamente Com cinewe tires o, en un nivel arquetipicd, Com sus propios entos Fin sus stiefias est fn con sus madres, 1 viigenda flores y sintiéndose felices o infelices: 1 iegan nis lejos y exsi son atropelladas por una cam!" eka que pasa por alli, por un enorme camidn €OF dos o tres remolques, vehiculos que represental vel complejo de la madre de forma des rersonalizada, Al- suunas veces la madre aparece en sus suefios come We {ffuja cruel que las manticne prisioneras. Entonces © importance recordar el papel de labrujaen el cuento de as Perséfones que 197 Hensel y Gretel, la que, a pesar de ser tan malvad como para tenerlos encerrados, estaba al mismo tiem po forzandolos a que desarrollaran todo su ingenio para conseguir escapar y sobrevivie. Y fue el principio. femenino, Gretel, la que nunca se dio por vencida ni abandoné su fe en la vida y la que continuamente ani mé al desesperado Hansel. Cuando llegé el momento adecuado, estaban lo suficientemente alertas como para arrojar al fuego sus pensamientos negativos y co- rrer. Pero es la bruja quien los ha forzado a madurar y reconocer lo que era valioso para ellos (otra vez, él tema de la felix culpa) ‘De manera similar, en el cuento de Deméter y Per séfone est Gaia Ia Madre nade de Demé- ter—, quien ordena a Hades que capture a Core, pars violarla lejos de la amorosa proteccién de su_ma- dre. Kore, segiin e] mito, se encuentra en el lecho con Tales «en contra de su voluntad y clamando por su madre». Al haber perdido su casa, sus compafieros de juegos y todo el mundo que conoeia, Core-Perséfone se Falla sola y en el submundo con el principio mascu> lino. Ese es el modelo arquetipico: Ia mujer tiene que ser separada de su madre y para que ello suceda debe rendirse al principio masculino... externa o interna mente. O bien ef hombre externa la posce sexualmen= te, o bien ella se identifica con el hombre interior; tan= 0 en un caso como en el otro, esta en peligro de ser possida por el artimus. camino natural femenino hacia la madurez fe menina es a través del cuerpo. En esto consistian en esencia los antiguos ritos de iniciacién. Estos buscaban Ja conexi6n de fa nifia con su propio cuerpo, que en= tonees era reconocido como parte del cosmos femeni= no: un vehiculo para la fertilidad, el receptaculo que la 198 volvfa una con Ia diosa, por cuyo intermedio la vida transcurriria eternamente. En nuestra sociedad, en cambio, no tenemos ritos y hay muy pocas mujeres de edad que puedan iniciamos en nuestra feminidad. La mayoria de nosotros, tanto hombres como mujeres, nos identificamos con el principio masculino (el sistema de valores consciente de nuestras madres), con poca o ninguna conciencia de nuestros instintos femeninos. Por eso tropezamos. Algunas tratan de encontrar la confirmacién de su fe- minidad en una relacién lesbiana; otras tratan de ha- cerlo convirtiendo a sus amantes en madres carifiosas, mientras que otras, inconscientemente, cumplet. la restrictiva funcién de sus madres. En tales situaciones, el principio masculino gerui no no esta presente. Lo femenino adolescente, tante en hombres como en mujeres, no puede relacionarse con lo masculino porque no existe polarizacién. No hay ni masculino genuino ni femenino genuino. Por lo tarco,, no esala «alteridad» a lo que lo femenino se esta tin- diendo. Sin esta alteridad, el rapto de Core por Hades y su transformacién en Persélone pierde toda signifi- cacién, La sefiorita no se convierte en dama o sefiora. Como no se diferencia lo masculino de lo femening, el acto de unidn es solo una identificacidn. Si lo analiza mos desde cl punto de vista de la mitologfa, ella seria una hermafrodita eastrada, Puede creer que es ur drdgina, una mujer independiente, pero de hecho ha clo para siempre a ser una mujer, ¢ incons- cientemente decidié no ser nadaa cambio, La andrégi- nna verdadera enearna la unién consciente de fo mascu- lino diferenciado_y lo femenino diferenciado, algo totalmente distinto de la hermafrodita castrada, en la cual los opuestos se unen de manera simbidtica renune} 199 El gran peligro de nuestra sociedad es que la muj pueda creer que se ha convertido en una dama ind pendiente cuando de hecho es slo una posesa del ani mus, En ese caso, ella se convierte en una parodi andante de un hombre. Al estar atrapada por lo ma culino indiferenciado, se siente timada por un mit falso. Lejos de sentirse independiente, se enfrentaa s madre y luego a ella misma y a su naturaleza femenina, De igual forma se enfrentars a su marido, a quien ella misma convirtié en su madre. Una mujer en tal situa= cién puede acabar inmersa en un conflicto desesperan- te, o en un conflicto que se manifiesta como una enfer- medad, 0 puede ir por la vida sobre su félico palo de escoba odiando y temiendo a cada hombre que se cru- ce en su camino. El cuidado maternal, tanto en su for- ma positiva como en su forma negativa, es el aspecto de la feminidad que se ha convertido en Ia vaca sagrada de nuestra cultura. La prostituta es la paria, Para que la dama surja, todo lo femenimo,tiene que diferenciarse ¢ integrarse en relacién con lo masculino maduro. Para lograr esto, para realizar el rito del pasaje, de-~ bemos pagarlo con sangre. Y tenemos que pagar una y oowra vez. Cada rito de pasaje crac aparejada una muerte y un renacimiento. El precio es el sacrificio. Parte de ese sacrificio implica renuneiar a viejas seguridades ¢ ilusiones. En nuestea época, sin embargo, existe el ries- go de que al hacer este sacrificio estemos jugando con los valores que fueron ganados a través de siglos de he- roicos perfeccionamientos de conciencia y que, por ende, nuestra cultura pueda desplegarse en un cadti- co inconsciente. Esta en peligro la conciencia que, en el pasado, fue ganada por los héroes que lucharon abriéndose camino fuera de las fauces de la Gran Ma- dre y protegiéndose contra las seducciones de la sen- A by eaibiyey Geis 2voKe. Seka Wry oy m Paswea. # ayers Vf WD dordeven, Asewote de a Soothe do lo Grad sualidad, En la sociedad occidental muy pocas cosas Son sagradas; las conexiones entre hombre y naturale- va, hombre y Dios, estan roras. Carecemos de image- hes arquetipicas, de rituales sagrados, de un mito con cleual mantener la orientaci6n de nuestro ego. Al ren- dhionos a los «no harés>, «deberias» y «dees» hemos liberado una tormenta de pasiones y, con ella, la furia, eltemor y la culpa de nuestra propia sombra. "La angustia en el individuo no es menor que Ia an- gustia en la cultura, Sin los ritos sagrados para conte- her y ayudar a la transformacién de nuestros miedos y Gulpas, tendemos como individuos a caer en el aisla- miento, el cual, cuando llega a cierto nivel, nos hace tner en la inconsciencia. En siglos pasados, el héroe (el Saliente espiritu masculino) ejercid su poder pata con~ dvergonzado de rendirse en la guerra. Tenia miedo de rendirse al amor, por temor a perder su propia perso- nalidad. Nuestra civilizacién representa la flor de su coraje. Sin embargo, ahora aquel principio masculino (tan~ to en hombres como en mujeres), que otrora fue tan necesario, se ha convertido no en una fuerza saludable del ego sino en un despiadado deseo de poder que tie- ne poco respeto por hombres, bestias 0 dioses, ¥ no di- gamos por lo femenino. Renunciara esa compulsidn es parte de nuestro sactilicio de sangre, in un individuo Que ha estado viviendo una vida frenética orientada ala dbtencidn de resultados, sin dejar espacio al amor, esa ronuincia se siente como una renuncia a la propia vida. Como dice Jung: «Donde reina el amor, no hay deseo depoder; y, en donde el deseo de poder es de sumaim- portancia, fata el amor», Una de mis analizadas lo quistar sus arrolladoras conductas instintivas. Se sentia conté de esta manera ; : 9s f \ . 2 lana tebe’ és uw <4 ur cede otal ws aqnse Poquse.y qay Me! Teo ukeen q bghe a) ‘Trato de no hacer tantas listas, Trato de ser menos rigi Estoy decidida a dejar que las cosas sucedan, Llego a apartamento vacfo a las seis de la tarde. Abro la puerta puesta a ponerme a escribir, a Ser, slo para mi. Oigo el Iencio y retrocedo dando un portazo. ;No es terrible? Ps ser debo depender de alguien mis. Tengo que estar hacien algo 0 8i no esas horribles voces comienzan a susurrarm« ido: «No eres feliz. No estis logrando nada. Toda esa sura que estas eseribiendo no importa nada. Después todo, gquién eres? No eres una mujer, Los hombres te tra ‘como a una basura. Estés consiguiendo exactamente lo te mereces. También podrias estar muerta. :Y sabes que escribirian en tu lipida? “Nacid, muri y nunca vivio Muchas mujeres sienten precisamente eso: q nunca vivieron, Deciden entonces encontrarse a si mas. Pero, en su deseo de sacrificar las viejas actitud experimentan a la vez una muerte real. Lo que & mienza como un intento de cambiar sus relacion puede acabar dejandolas sin marido, sin hogar, amigos ¢ incluso sin hijos. Lo terrible de su situach ¢s que a menudo se complica al tomar conciencia que no hay ninguna posibilidad de una relacién int diata, no hay ua hombre nj una amiga intima, La enep gfa se ha consumido en abandonar las viejas relacione y tratar de ajustarse al mundo exterior, Repentina mente la vida esti vacia. El destino parece volverse su contra, La mujer que era esté ahora muerta, pei Ja nueva mujer todavi del capullo. En lugar de sentirse aterrorizada por su aislamient y por sus sentimientos de abandono y rechazo, la mu jer puede dedicar ese tiempo a si misma. Una de las co» sas a las que seguramente deberd enfrentarse es a sit propio asesino interior: el masculino superdesarrolla- 202 do que mata su feminidad. En esta lucha, deberé libe- rara su Virgen Negra y batallar contra su animus ne- gativo hasta que se tompa la espada de éste. Si no se | ocupa de sf misma, caerd inevitablemente en los mis- nos viejos modelos y finalizaré con el mismo dolor angustiante. Si, en cambio, se ocupa de sf misma, en- conces, y si Dios quiere, puede encontrar un Petruchio que tenga el valor de atravesar de un disparo el cora- z6n de su animus de King Kong. Puede llevar a cabo esto con furia 0 con fe y un coraje implacable, segiin la naturaleza de él, lade ella y la de su relacién. El equilibrio de las relaciones es sumamente delica- do cuando ambas partes estin luchando por la con- extrafias. Una mujer que se hhabfa analizado por un tiempo prolongado trataba en vano de que su marido concurriera a ver aun psicoa- nalista. Y un dia, ante su sorpresa, él se vistié de cha- queta y corbata y fue. Esa noche, ella se desperté y vio una suave luz en su habitacién que, reflejada en el techo, describia extra- 10s movimiento. Escudriié las sombras y vislumbré 1 su matido, quien se encontraba escribiendo incansa- blemente con un lipiz-linterna. «¢Por qué él consigue tener esos maravillosos sue- ‘ios? —pens6 ella—, Yo sélo logro escribir un par de lines.» No le dijo nada; sélo suspiré con fuerza. El se dio cuenta de la indirecta y se iue a terminar su redaccién cn el lavabo. Pero, cuando regres6 a la cama, tenia el ispecto de alguien satisfecho de su trabajo. No podia contenerse. : — Estas atin despierta?—susurr6. Quieres que lo esté?—contesté ella. —He tenido un sueiio. 203 i Ella decidié que no lo escucharia. Se volvié hacia el otro lado y simuls dors —Se trata de ti —dijo d. —Es acerca de mi? Oh..., supongo que estis tra tando de mantenerme despierta. —Bueno, sieso crees, vuélvete a dormir El suspiro de autosatisficcién de su marido desper= 16 en ella una sensacién que siempre habia interferido en su matrimonio: la de sertirse entre la espada y Ia pas red. No estaba segura de sisu marido continuaba des pierto o si ya se habia vue to a dormir, pero de todos modos se arricsgé a decir: —Yo también tuve un sueso. —eAh si? —jAcerca de una porceana chinal —iQué coincidencia! —dijo él—. Yo soné que es tabaen China y que tt erasla lider de un grupo de gue= rrilleros y que estabas haciendo un buen trabajo. —Bueno, yo en cambio sorié que td rompias toda la porcelana victoriana de mi madre. Sofar los simbolos del ctro, 0 lo que esta suced do en el inconsciente del compaiero, no ¢s algo poco contin; Jo dificil ¢s aprender a reconocer las proyedd Giones en las relaciones, y lomés doloroso es apartarlas 6 mantenerlas apartadas, Pero, antes de hablar de los problemas de una relacién sntre hombre y mujer, de= bemos movernos hacia otro anillo de la espiral y volver areflexionar sobre el significado de lo femenino. ‘Ante todo, creo que la feminidad es asumir Ja res- ponsabilidad de nuestro cuerpo, de modo que ese cuerpo se convierta en una expresién tangible del espi- ritu interior. Para aquellas de nosotras que han vivido la vida con la cabeza, éste es un proceso largo y dificul- toso, porque al intentar liberar nuestros masculos 204 también liberamos los miedos reprimidos, nuestra fu- nla y nuestras penas enterradas quiza desde antes de nacer. Dentro de nosotras hay un animal herido, casi muerto de hambre y maltratado. Al haber sido casti- gado por tanto tiempo, actiia al principio como una criatura neurética y salvaje que no ha conocido el amor. Pero gradualmente se convierte en nuestro ami- go Y> puesto que conoce los instintos mucho mejor que nosotras, se convierte en nuestro guia hacia una forma de vida espiritual y natural. En Cruces fronterizos, Don Williams describe cémo el don Juan de Carlos Castafieda entra en el tiempo sagrado, se abraza al ciervo magico, puesto boca abajo, y llora: De este modo equilibra la alegria de un hombre préximo a descubrir su vida con la tristeza de un hombre que se ha vuelto solitario, necio y quizas incluso temible por su visi6n. Tanto la tristeza como la soledad son genuinas Y tal vez es el alma la que, como el radiante ciervo cuando ya no se siente amenazado, susurra: «No estés triste». Encontrar los ritmos naturales de nuestro cuerpo para caminar, para ver, para ofr, para sentir con sensi- bilidad y percepcién renovadas, es recuperar nuestra herencia, que es un obsequio de la diosa. En mi cuento de hadas, Dumbellina, gracias a su amor por sui nueva Madre, tocé el suelo con la cabeza, mas y mas abajo, y comprendié que nunca podria rendirse a la belleza de In luz transldcida si no afian: afianzaba su cuerpo. Como los musulmanes, aprendi6 que la stiplica es poner la cabe- za sobre la tierra, bajar la cabeza hasta el suelo. En segundo lugar, la feminidad es asumir la res- ponsabilidad de lo que se es; no lo que se hace, ni lo que se parece ser 0 lo que se logra realizar. Cuando 205 a toda la labor esté hecha y debo enfrentarms ni mis ven mi cruda realidad, gquién SOY) 2Cuiles son mi rere? aCoudles son mis necesidades? {Soy sincet veqmigo ome estoy traicionando? {Cudles son mip comirmentos? {Soy capaz.de amar? ZS0Y sincera en amor? Dibujo de la Gran Madre y desi misma realizado por una analizads aliery, Loneres) synardo da Vine. (National G Catéa para Santa Anna Le Trabajar cada dia en estas preguntas es lo que de: nomino «diferenciar lo femenino». Este es el proces para convertirse en virgen: la mujer que ¢s lo que ¢ porque es0 es lo que es. Vive, se mueve y posee gracias a una fuerza inte 'Y esa fuerza esté basada en el arquetipo femenino, la Gran Madre con su doble aspecto luminoso y ose ro. La Diosa, en mi opinién, es el movimiento de la es~ piral, Como muchas cosas de la naturaleza —as plan= tas, las estaciones, la luna—, la Diosa se desplaza con un movimiento circular de la oscuridad a la luz, de la muerte a la resurrecci6n, tan confiada en la oscuridad como en la luz. Vive el presente y evalia el momento, Lo que hoy es adecuado, maiiana puede ser erréneo, Vive por el espiritu, no por la ley. Por eso ella exige uuna atencién constante y espontaneidad. Ama el po= tencial de las cosas: las posibilidades de las plantas en crecimiento, de los nifios en crecimiento, de las espe= ranzas y los suefios en crecimiento. Confia en la viday en los cambios, confia en el amor y no mantiene nada de forma estatica. Ama y deja seguir. Ama con todo su Ser, de tal manera que su vulnerabilidad se transforma en su principal fuerza. Lo que para quienes no la aman es una contradiccién, se transforma en una paradoja para aquellos que sila aman, Para poder vivir de una forma saludable y sagrada, los arquetipos que nutren nuestra imaginacién deben verter su energia en el ego. Debe haber didlogo entre lo consciente y lo inconsciente si queremos vivir creat vamente. Por lo tanto, es fundamental reconocer cuando hemos perdido el contacto con nuestra base arquetipica. Cuando sucede esto sofamos con eimien- tos que se desmoronan, con los sétanos se inundan y con muros de retencién se derrumban, Nuestra tarea 208 es entonces bajar y hacer algo con el caos de ahi deba. jo. Cuando tienen problemas, las mujeres también suefian con ser enviadas a sus abuelas, la Gran Madre, Si observamos nuestros suciios durante un tempo prolongado, veremos que los temas se repiten, que los simbolos reaparecen con diversas variaciones. Y, si analizamos estos patrones que salen a la luz, nova remos gradualmente que existe un orden dentro del caos. Comenzaremos a advertir que nuestros propios simbolos se entretejen —o son entretejidos— para formar un patrén més grande. Empezaremos a reco~ nocer nuestra identidad individual en lo que antes era confusién, Poco a poco iremos estableciendo un did- logo entre nuestro ego y el Ser que esté entretejiendo el patron. En ese didlogo esta la creacion del alma, El dia logo entre el ego y el Si mismo crea el alma, Los crista~ les, los copos de nieve y las gotas de lluvia, manifesta~ ciones todas del espiritu en una forma material, se van tejiendo en los hilos del arco iris celeste, Y la sutil gasa que cae sobre los hombros de Dumbellina se convierte en la bendici6n de la Diosa. Es delicada como la lluvia, pero transforma la vida, un enigma sin significado, en un viaje imponente. Nuestra cultura tiene veinte siglos de cristianismo sus espaldas y, aunque los antiguos mitos son psi amente muy valiosos e intelectualmente interesan- han perdido la numinosidad que podria alimentar nucstras almas. Las viejas diosas de la tierra no eran conscienies, y las mujeres que se han abierto ¢ hacia [a conciencia lo han conseguido tras trabajosas horas de convertir la sombra en luz. Hay dos mil anos entre el dejar que las cosas sucedan de manera incons- no. * En inglés, «abuelae se dice lteralmente «gran madres, (W, de le) 209 ciente y el permitir conscientemente que la No podemos volver atras. Galan enitot s tiene que encontrar el arqui tipo femenino particular que dé significado a nuestra vida. Solo puedo explicar cusl es el que tiene significa do para mi. En el verano pasado atin estaba esperandi que las imagenes aisladas se reunieran en un mism foco. Habia tenido varios suefios significativos. Habia experimentado la numinosidad de la Diosa, y conocis cl punto de vista de Jung acerca de que el dogma de la Asuncin de Maria'es en realidad una aceptacion de la materia y no una santificacion de ésta, Pero aun s me escapaba el patrén global. Y un dia, mientras reco~ rrfa la National Gallery de Londres, miré el dibujo de Da Vinci de la Virgen sentada en el regazo de su madre ‘Ana mientras sostiene al divino Nifio entre sus brazos y con Juan nifo de pie a su lado. El vostro de Ana esta destacado con sombras oscus +48 y sus ojos brillan como dos carbones negros. Pare- ce una gitana majestuosa sentada con firmeza sobre la tierra, con un dedo extendido que apunta hacia el cielo, La Virgen esta radiante y serena, relajada y absoluta- mente segura de si misma, ‘Tiene los ojos entornados, mientras medita sobre la belleza de su hijo. El, con su rostro de anciano, repite el gesto de su abuela y sefiala hacia el cielo. Observa el atento rostro de Juan y pare ce bendecirlo. Ambos, el Nifio divino y el niiio huma- no, permanecen juntos, seguros cn su relaci6n gracias alamor transformador de la Madre. Esta pintura vive en-mi. Alli esté la Gran Madre con el rostro a la vez. feroz y amoroso, uniendo con la mano cielo y tierra. La Virgen est sentada en su am= plio regazoy sus facciones se semejan a las de su madre pero tienen una sensibilidad espiritual, iluminadas des~ 210 de dentro por una belleza misteriosa. Acepta ser par- te de un plan mis grande por cuyo intermedio la vida continuari eternamente. Su vulnerabilidad es su fuer~ za; es amable, amorosa y lo bastante desapegada como para dejar que las cosas sean, La criatura es suya pero no del todo, pues extiende la mano hacia el otro nifo, Ella acepta el poder de la Gran Madre en cuyo regazo esta sentada y suefia con el Misterio del regalo divino que le ha sido otorgado. El resto es silencio. Ese es mi mito de la dama, pero puede no ser el vuestro, No obstante, si viajdis lo bastante lejos, un dia os reconoceréis descendiendo por el camino para en- contraros a vosotras mismas. Y entonces diréis: «si».

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