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Es una produccién de la DIVISION DE PUBLICACIONES INFANTILES. Y PEDAGOGICAS DE SALVAT «ORGANIZACION MUNDO DE LOS NINOS» Direceién: Juan Salvat Direccion de la Division: Ramén Nieto Edicion y Grabacién: José Gaya Direccién Artistica: Francese Espluga Equipo Editorial: Isabel Gortizar, Camila Batlles, ‘José Luis Sanchez, Edistudio Canciones: Rosa Le6n y coro «La Trepa» Sonorizacién: Gritos y Susurros, S.A. Publicado por: SALVAT EDITORES, S.A. Mallorca, 41-49. Barcelona, 29. Espafa, © SALVAT EDITORES, S.A., Barcelona, 1984 © MARSHALL CAVENDISH, London, i984 Impreso por: Cayfosa Sta. Perpétua de Mogoda (Barcelona), 1984 Depésito legal: B. 21.758/84 ISBN: 84-345-6148-4 Printed in Spain Distribucién: Marco Ibérica, Distribucién de Ediciones, S. A. Carretera de Inin, Km. 13,350 Variante de Fuencarrai ~ Madrid (34) Direceién en Argentina: Salvat Editores Argentina, S.A, Corrientes, 2777. BUENOS AIRES, Direccién en Colombia: Salvat Editores Colombiana, S.A. 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La hucha voladora ‘Susan Moxley Era un gato grande (cancién) _Ulises Wenssel La Luna yl lago Terry Riley El os0 manso Andrzej Krauze Narrador Elisa Barbieri Héctor Buta Carlos Meneghini Amparo Lépez Vou: Rosa Leén Carlos Lamas Raiil Pazos H" una vez un hombre muy rico que tenia tres hijas. De pronto, de la noche a la mafiana, perdi casi toda su fortuna. La familia tuvo que vender su gran mansion y mudarse a una casita en el campo. Las dos hijas mayores se pasaban el dia quejandose por tener que remendar sus vestidos y porque ya no podian ira las fiestas. En cambio la pequefia, a la que Ilamaban Bella por su dulce rostro y su buen cardacter, estaba siempre contenta. Un dia su padre se fue a la ciudad a ver si encontraba trabajo. Cuando monté en su caballo, pregunté a sus hijas qué les gustaria tener, si él ganaba suficiente dinero para traerles un regalo a cada una. Sin apenas pensarlo, las dos hijas mayores gritaron: -Para mi un vestido precioso. -Y un collar de plata para mi. Con su candorosa voz, Bella murmur6: -Yo solamente quiero que vuelvas a casa sano y salvo. Eso me basta. Su padre insistid: -iOh, Bella, debe de haber algo que te apetezca! —Bueno, una rosa con pétalos rojos para ponérmela en el pelo. Pero como estamos en invierno, comprenderé que no puedas encontrarme ninguna. —Haré todo cuanto pueda por complaceros a las tres, hijas mias. Diciendo esto emprendio la marcha a todo galope. En la ciudad, todo le fue mal. No encontro trabajo en ninguna parte. Los unicos regalos que pudo comprar fueron frutas y chocolate para sus dos hijas mayores, pero no consiguié la flor para Bella. Cuando regresaba a casa, su caballo se hizo dafio en una pata y tuvo que desmontar. De repente se desaté una tormenta de nieve y el desgraciado hombre se encontré perdido en medio de un oscuro bosque. Entonces percibid, a través de la ventisca, un gran muro y unas puertas con rejas de hierro forjado bien cerradas. Al fondo del jardin, se veia una gran mansion con luces tenues en las ventanas. -Si pudiera cobijarme aqui... No habia terminado de hablar cuando las puertas se abrieron. El viento huracanado le empujé por el sendero hacia las escaleras de la casa. La puerta de entrada se abrio con un chirrido y aparecié una mesa con unos candelabros y los manjares mas tentadores. Miro atras, a través de los remolinos de nieve, y vio que las puertas enrejadas se habian cerrado y su caballo habia desaparecido. Entro. La puerta chirrid de nuevo y se cerré a sus espaldas. Mientras examinaba nerviosamente la estancia, una de las sillas se separd de la mesa, invitandole claramente a sentarse. Pensaba. “Bien, esta visto que aqui soy bien recibido. Intentaré disfrutar de todo esto.” Tras haber comido y bebido todo lo que quiso, se fijé en un gran sofa que habia frente al fuego, con una manta de piel extendida sobre el asiento. Una esquina de la manta aparecia levantada como diciendo: “Ven y timbate.” Y eso fue lo que hizo. Cuando se dio cuenta, era ya por la majiana. Se levanto, sintiéndose maravillosamente bien, y se senté a la mesa, donde le esperaba el desayuno. Una rosa con pétalos rojos, puesta en un jarrén de plata, adornaba la mesa. Con gran sorpresa exclamé: —iUna rosa roja! iQué suerte! Al fin Bella tendra su regalo. Comié cuanto pudo, se levanté y tom6 la rosa de su jarroncito. Entonces, un rugido terrible lend la estancia. El fuego de la chimenea parecié encogerse y las velas temblaron. La puerta se abrid de golpe. El jardin nevado enmarcaba una espantosa vision. ¢Era un hombre o una bestia? Vestia ropas de caballero, pero tenia garras peludas en vez de manos y su cabeza aparecia cubierta por una enmarafiada pelambrera. Mostrando sus terribles colmillos gruii -Ibas a robarme mi rosa éeh? ¢Es ésa la clase de agradecimiento con que pagas mi hospitalidad? El hombre casi se muere de miedo. vor, perdonadme, sefior. Era para mi hija Bella. Pero la devolveré al instante, no os preocupéis. —Demasiado tarde. Ahora tienes que llevartela... y enviarme a tu hija en su lugar. -INo! iNo! iNo! -Entonces te devoraré. -Prefiero que me comas a mi que a mi maravillosa hija. -Si me la envias, no tocaré un solo pelo de su cabeza. Tienes mi palabra. Ahora, decide. | padre de la chica accediéd al horrible trato y la Bestia le entrego un anillo magico. Cuando Bella diera tres vueltas al anillo, se encontraria ya en la desolada mansi6n. Fuera, en la nieve, esperaba el caballo, sorprendentemente curado de su cojera, ensillado y listo para la marcha. La vuelta a casa fue un calvario para aquel hombre, pero atin peor fue la llegada cuando les conto a sus hijas lo que habia sucedido. Bella le pregunto... -(Dijo que no me haria ningiin dafio, de verdad, papa? -Me dio su palabra, carifio. -Entonces dame el anillo. Y por favor, no os olvidéis de mi. Se despidié con un beso, se puso el anillo y le dio tres vueltas. Al segundo, se encontré en la mansion de la Bestia. Nadie la recibid. No vio a la Bestia en muchos dias. En la casa todo era sencillo y agradable. Las puertas se abrian solas, los candelabros flotaban escaleras arriba para iluminarle el camino de su habitacion, la comida aparecia servida en la mi misteriosamente, era recogida despu: Bella no tenia miedo en una casa tan acogedora, pero se sentia tan sola que empezé a desear que la Bestia viniera y le hablara, por muy horrible que fuera. Un dia, mientras ella paseaba por el jardin, la Bestia sali de detras de un Arbol. Bella no pudo evitar un grito, mientras se tapaba la cara con las manos. El extrafio ser hablaba tratando de ocultar la aspereza de su voz. -iNo tengas miedo, Bella! Sdlo he venido a desearte buenos dias y a preguntarte si estas bien en mi casa. —Bueno... Preferiria estar en la mia. Pero estoy bien cuidada. gracias. -Bien. éTe importaria si paseo un Pasearon los dos por el jardin y a partir de entonces la Bestia fue a menudo a hablar con Bella. Pero nunca se senté a comer con ella en la gran mesa. Una noche, Bella le vio arrastrandose por el césped, bajo el claro de luna. Impresionada, intuyé en seguida que iba a la caza de comida. Cuando él levantd los ojos, la vio en la ventana. Se cubrid la cara con las garras y lanzo un rugido de vergiienza. A pesar de su fealdad, Bella se sentia tan sola y él era tan amable con ella que empezo a desear verle. Una tarde, mientras ella leia sentada junto al fuego, se le acercé por detras. —Casate conmigo, Bella. Parecia tan esperanzado que Bella sintid ldstima. —-Realmente te aprecio mucho, Bestia, pero no, no quiero casarme contigo. No te quiero. La Bestia repitié a menudo su cortés oferta de matrimonio. Pero ella siempre decia “no”, con suma delicadeza. Un dia, él la encontro Ilorando junto a una fuente del jardin. -iOh, Bestia! Me avergiienza llorar cuando tu has sido tan amable conmigo. Pero el invierno se avecina. He estado aqui cerca de un afio. Siento nostalgia de mi casa. Echo muchisimo de menos a mi padre. Con alegria oyé que la Bestia le respondia: —Puedes ir a casa durante siete dias si me prometes volver. Bella se lo prometié al instante, dio tres vueltas al anillo de su dedo y... de pronto aparecio en la pequefia cocina de su casa a la hora del almuerzo. La alegria fue tan grande como la sorpresa. Total, que pasaron una maravillosa semana juntos. Bella conté a su familia todas las cosas que le habian sucedido con su extrafio anfitrion y ellos le contaron a su vez todas las buenas nuevas. La feliz semana pasé sin ninguna palabra o sefial de la Bestia. Pensaba...“"Quiza se ha olvidado de mi. Me quedaré un poquito mas.” Pas6 otra semana y, para su alivio, nada ocurri6. La familia también respiro con tranquilidad. Pero una noche, mientras se peinaba frente al espejo, su imagen se emborrond de -Soy un principe. Una bruja me maldijo y me convirtid en una bestia para siempre. Sdlo el verdadero amor de una mujer me ha librado de la maldicion. Oh, Bella, estoy tan contento de que hayas regresado... Y ahora, dime, éte casaras conmigo? —Pues claro que si, mi principe. Desde aquel momento los dos vivieron llenos de felicidad. repente y en su lugar aparecid la Bestia. Yacia bajo el claro de luna, cubierta casi completamente de hojas. Bella, llena de compasion, exclam6: -iOh, Bestia! Por favor, no te mueras. Volveré, querida Bestia. Al instante dio vuelta al anillo tres, veces y se encontro a su lado en el jardin. Acomod6 la enorme-cabeza de la Bestia sobre su regazo y repitid: —Bestia, no quiero que te mueras. Bella intenté apartar las hojas de su rostro. Las lagrimas brotaban de sus. ojos y rociaban la cabeza de la Bestia. De repente, una voz con timbre diferente se dirigié a Bella. —Mirame, Bella. Seca tus lagrimas. Bella bajé la vista y observ6 que estaba acariciando una cabeza de pelo dorado. La Bestia habia desaparecido y en su lugar se encontraba el mas hermoso de los seres humanos. El joven tom6 su cabeza entre las manos y Bella pregunto: —iQuién eres? Di siempre esté Un dia, mientras mordisqueaba la ladera de una hambriento. Puede comer —_ montafia, un ladrén lo vio trabajando afanosamente y montafias, y a veces lo hace... pensé que estaba cavando en busca de oro. Apuntandole con su rifle, el ladrén grits... —Solamente poseo los dorados rayos del sol. ~iDame todo el oro que tengas! Mira, bailo sobre ellos. Esta es toda mi —Pero si yo no tengo oro... fortuna. —Si eres capaz de hacer eso, entonces... también Bien, hay una olla llena de oro en podrés bailar sobre el arco iris. el lugar donde termina el arco iris. —Claro que puedo. Ve y tréemela... 0 te volaré el pico. 10 SS Dodo bailé a lo largo de Y Ia lluvia cafa sobre sus plumas. Al llegar al final del arco iris todo el arco iris. El sol habia, efectivamente, una olla llena de oro. Dodo la sujetd brillaba ante sus ojos... fuertemente con el pico. Yo de welta, cuando llegs - Absio, el ladrén gritaba: Eso fue lo que hizo Dodo. a lo més alto, el arco iris —iTirame el oro antes de que Pero la olla era demasiado empezé a desaparecer. el arco iris desaparezcal pesada y aplasté al ladrén... er, .y todo el oro se desparramé por el suelo en un brillante y Pero no esté bien resplandeciente monton. Dodo se pregunté qué podia desperdiciar el dinero.” hacer con aquello. Pensaba... “Podria dejarlo aqui.” Asi que... se lo comié todo. PALITROQUE y lacaravana de las sorpresas — nla casa’ Hi Sarmiento se levanté una con un terrible resfriado. ~jPali... Pali... tro... Achis! ~estornudd. -2Qué te ocurre? —pregunté Palitroque, entrando en el dormitorio. ~He pescado un horrible resfriado -se lamenté-. Trdeme el paiiuelo. Esta colgado detras de la puerta. —gEsta cosa? Pensé que era una sabana -se burlé Palitroque mientras descolgaba el enorme pafiuelo. -No seas descarado —le rifié la abuela-. Hoy irds por mi al mercado. Estoy demasiado enferma. Mira, he escrito la lista de la compra. —Damela -dijo Palitroque orgullosisimo, mientras se ponia su sombrero (donde vivia Petronila, la arafla mégica). Cuando ambos se marchaban, la abuela Sarmiento estornud6 con su enorme nariz y todos los arboles del bosque embrollado se agitaron. ~Palitroque y Petronila llegaron al final del bosque. Y alli, en un claro, estaba el mercado, lleno de gente extraiia e interesante. Palitroque pas6 frente al mago de la fortuna, un adivino que hacia trucos con globos, y frente a una anciana que tricotaba vestidos de cuerda. El wiltimo carromato pertenecia al Doctor Hierbabuena, un curandero. -;Vengan, vengan! -gritaba-. Compren una botella del brebaje Pelon y su pelo crecer tan recio como la hierba en los pastos. Es la octava maravilla del mundo. jLo vendo barato, a mitad de precio! —Perdéneme —dijo Palitroque-. Mi abuela ha pescado un resfriado espantoso. ¢Tendria usted algo para curarselo? =Claro que lo tengo, mozalbete -mintié el Doctor Hierbabuena-. Tengo en mi tienda justo lo que necesitas. Naturalmente, el Doctor Hierbabuena no tenia tal cosa, sino cientos y cientos de frascos del brebaje Pelon. Despegé una de las etiquetas y escribié una nueva: “CURA RAPIDA PARA RESFRIADOS.” Ahora llévate esto a casa y haz que tu abuela lo huela. Pero en cualquier caso, muchacho, no dejes que lo beba o lo derrame sobre nada. —De acuerdo. Muchisimas gracias -dijo Palitroque. Puso el frasco debajo de su sombrero para conservarlo bien y entonces Petronila, que se habia echado un rato para dormir en él, se desperté de repente. “Qué es este olor espantoso?” pens6, oliendo la botellita del brebaje Pel6n. “Tendré que hacerlo desaparecer con magia o nadie querré visitarme.” Y agité su varita. Dubidt, dubidd: como veras este sombrero esta ocupado, asi que te vas. Pero el frasco permanecié donde estaba, y, en cambio, Palitroque salié despedido de su propio sombrero. —jOh! Lo siento, Palitroque. Mis encantos siempre salen mal. Palitroque se levanto y se puso de nuevo ef sombrero... -No importa -dijo-. Mira, Petronila, podemos hacer aqui la compra. Estaban frente a la caravana de las sorpresas del sefior Malaspintas. El interior del carromato era bastante mas grande que lo que parecia desde fuera, y sus estanterias estaban repletas de cajas, botellas y cestas. El sefior Malaspintas tenia de todo, desde un calcetin de elefante hasta el cepillo de dientes de un ratén. Palitroque paseaba asombrado entre las alfombras de piel de zorro, las alas de mariposa, los huesos de ballena y los barcos metidos en botellas. Habia cintas de pelo para buitres, libros de canciones para ciervos, libros de ortografia para duendes y un mapa de senderos del fondo del mar. Habia también un aparato de radio sin sonido y un retrato del hombre invisible. Petronila quedé encantada cuando encontré un departamento s6lo para araiias donde podia comprar moscas escabechadas y pijamas de ocho piernas. Palitroque se asomé por encima del mostrador y alli estaba el sefior Malaspintas. —Pasa, pasa. Tti eres el pequefio nietecito de la sefiora Sarmiento, ,no? -Eso es -respondié Palitroque-. Ella no se encuentra muy bien. Asi que hoy he venido yo a hacer la compra. —Dime en qué puedo servirte. Palitroque sacé su lista de la compra. —Quisiera... Se paré cuando vio que la abuela habia olvidado escribir la cantidad que queria de cada cosa. Bueno, quiza él podria adivinar cuanto. -Mmm, dos cestos de leche y un litro de nabos..., un saco de mantequilla y un pan de tocino. El sefior Malaspintas se rié entre dientes. -gEn rebanadas? —dijo refiriéndose al tocino. -Mm, rico y crujiente -dijo Palitroque-. Y media docena de coles y una jarra de pan, por favor. =zBlanco 0 moreno? Verde, por favor dijo Palitroque-. Yo pensaba que todas las coles eran verdes. -zEsto es todo? -sonrié el sefior Malaspintas, mientras depositaba la —E isEeEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEUEEEEEEEEEEEEnnenenneneenneneemenmenneeeee ( ultima mercancia en el mostrador. —Si, sélo me falta la carretilla. -Una carretilla de guisantes, supongo ~dijo con retintin. -No sea tonto, sefior Malaspintas. | Una carretilla para Ievarlo todo a casa. Palitroque y Petronila volvieron al bosque embrollado. Los arboles temblaban; seguramente la abuela Sarmiento seguia estornudando. —He vuelto -grité Palitroque-. He hecho toda la compra. La abuela Sarmiento miré la carretilla por encima de su enorme nariz roja y su gran paiiuelo blanco. -zAlgo no esta bien, abuela? —Desde luego ~chillé ella-. Qué es todo esto? Una jarra de pan, un saco de mantequilla, dos cestas de leche... -Yo lo hice lo mejor que pude, gverdad, Petronila? —Desde luego que si-rechiné la arafia, asoméndose por la pequefia puerta verde en el sombrero de Palitroque. -;Tii no te metas en esto! -estallé la abuela. Palitroque iba a darle a su abuela el remedio para los resfriados cuando Hamaron a la puerta. Dejé el frasco sobre la mesa y fue a abrir. Como era muy curiosa, la abuela abrié el frasco, hundié su nariz dentro del liquido y se puso a hacer burbujas... EI sefior Malaspintas era quien llamaba. Habia levado algunas flores para la abuela, y la cesta de la compra que Palitroque deberia haber traido a casa en realidad de acuerdo con la nota de la abuela. -Sélo era una pequeiia broma, Palitroque. No te has ofendido gverdad? -sonrié el tendero. Justo en ese instante, un agudo chillido reson6 en la cocina. —jOh, Palitroque, aytidame! rapido! Palitroque y el sefior Malaspintas entraron corriendo en la cocina... y se echaron a refr cuando vieron a la abuela Sarmiento. jSu nariz estaba cubierta de pelusa blanca! algo! -gritd. El sefior Malaspintas miré el frasco de la cura rapida para resfriados y Yo os quedéis ahi parados! jHaced seers gr reconocié al instante el famoso brebaje Pelén del Doctor Hierbabuena. =No te preocupes. El crecepelo del Doctor Hierbabuena nunca funciona. Se te habra quitado todo por la mafiana. En aquel momento, la pelusa de la nariz de la abuela era tan espesa que su resfriado se sintié calentito y desaparecié. Nunca lo hubiera creido! ella-. {Estoy curada! ;Celebrémoslo con una buena tarta, bien pegajosa! Asi que se sentaron juntos a merendar. E incluso permitié que Petronila se uniera a la fiesta. —Siempre y cuando —dijo la abuela Sarmiento- sé limpie todas sus - patas. i madre me regal6 una por mi cumpleajios. Era rosa y gorda, con las letras TAIWAN, en mayisculas, estampadas debajo. La coloqué en el alféizar de la ventana de mi dormitorio y cada semana depositaba en ella una parte de mi paga a través de la ranura. Un dia decidi comprar una nueva camita para la casa de mufiecas. Le di la vuelta a la hucha, presioné el tapon de goma y la agité muy fuerte encima de mi cama. No salio nada. Ni un céntimo. —iHa desaparecido! -grité-. He estado guardando mi dinero durante semanas y no hay nada. éQué ha sido ~ de mi dinero? -Yo me lo comi. -(Qué has dicho? No podia adivinar de donde provenia esa voz. -Tu me diste de comer el dinero, asi que me lo comi -repitié el cerdito. -iAhi va, puedes hablar! -Si, cuando alguien me habla a mi. -En tal caso, dime donde esta mi dinero. -Te lo he dicho, me lo comi. Pero ahora no esta en tu estémago... -Yalo he digerido ~dijo Taiwan-. _ éDe donde crees que los cerdos como yo obtienen sus energias? ~ ~Eso no esta nada bien -le dije, agitandolo de nuevo-. Quiero el dinero de mi paga. iDamelo.ahora mismo!” -No puedo — me contestd enfadado~ Tendremos que ir y ~ conseguir un poco mas. . ~ -iDénde? —pregunté. hucha con forma de cerdito, La hucha voladora ~Bien, dde donde sale el dinero? -dijo Taiwan con impaciencia-. De la real fabrica de la moneda, por supuesto. + De la real fabrica de moneda que esta dentro del real palacio del principe de la fortuna. Si te subes a mi espalda, te llevaré volando hasta alli. Pero tienes que darme de comer primero. iEstoy hambriento! Y yo no puedo volar con el estomago vacio. Eché mano de mi coleccién de monedas extranjeras y las introduje por Ja ranura. Con todo este dinero, el cerdo _ engord6 hasta tal punto. que se cayo del alféizar de la ventana; al poco rato el centro de la habitacion estaba ocupado por un enorme cerdo rosa. Me subi a su espalda y Taiwan alzo el vuelo a través de la ventana abierta. Volaba hacia atras. —¢Por qué vuelas hacia atras? —le pregunté, dandome la vuelta en direcci6n al rabo de Taiwan para poder ver a donde ibamos. La real fabrica de la moneda esta a mucho tiempo de aqui -replicd él. -iQuieres decir que esté a mucho camino? =-No, quiero decir que esta a mucho tiempo. Asi que tengo que volar hacia atrds en el tiempo. Pronto comprobé que era eso lo que haciamos. El aire se llenaba de humo y grandes flores de fuego se abrian en capullos rojos a derecha y a izquierda. -(Qué pasa? Son disparos -dijo Taiwan con calma-. Abajo hay una guerra. Yo empecé a preguntarme si el cerdo era tan listo como me habia parecido, -(Quieres decir que podrian herirnos? Taiwan no contesté porque justo en ese momento nos cubrieron los blancos pliegues de un inmenso paracaidas. Y el hombre que colgaba de él, vestido con un chaqueton de piel de oveja y gafas, aterriz6 en la espalda del cerdo. —iHola! -dijo el piloto-. He saltado. Me han derribado. En aquel momento el aeroplano que habia pilotado paso junto a nosotros y se zambullo alla abajo, en el mar. -Espero que no os importara si os pido que me sujetéis. Taiwan grufid una o dos veces, pero no parecia que le importase demasiado. ~dPor qué vamos hacia atras, amigo? —preguntd el piloto a Taiwan y éste se lo explico. EI piloto se mostré encantado de saber que volabamos hacia la real fabrica de la moneda. —Realmente estoy un poco bajo de fondos -dijo-. Me dejé el billetero en el avion. Después avistamos un explorador encaramado en la cesta de un enorme globo. “Debo de estar a cientos de dias antes que ayer”, pensé, mirando sus extrafias ropas y su sombrero de cazador. -(Podriais llevarme con vosotros? =pregunté cuando pasamos por su lado-. El viento sopla en direccion contraria y asi nunca llegaré a donde voy. -Si vienes con nosotros -le respondi- slo Ilegards hasta la real fabrica de la moneda. A él parecié gustarle la idea y se subié encima del cerdo, delante del piloto y detras de mi. Debiamos haber volado ya otros cientos de afios en el pasado cuando Taiwan tropezo en medio del aire, Casi nos caimos. —Qué lugar mds tonto para dejar una cuerda -dijo de mal humor. Y con los pies enredados en la cuerda, prosiguié su vuelo. -Pol favol, soltad la cometa —dijo una vocecita debajo de nosotros. Miramos hacia abajo y alli, a muchos metros del suelo, estaba un chino colgado del extremo de la cuerda. Sobre nosotros, su cometa culebreaba, como un brillante pajaro de papel. Taiwan habia sido cazado por una antigua cometa china. -éPol qué celdito no milal pol dénde va? -pregunto el chino, mientras subia por la cuerda y se montaba en el lomo del cerdo. Le expliqué que volabamos hacia / atrds a través del tiempo. Todos / admiramos la cometa y comentamos qué inteligentes habian sido los chinos al inventar las cometas antes que nadie. Habia que ver cémo se animé nuestro nuevo pasajero con aquel cumplido. -Los chinos también inventalon 5 billetes -dijo el hombrecito cuando le / contamos que ibamos a buscar dinero. Taiwan se estremecio: -Yo nunca he comido dinero de papel -se quejé. Seguimos volando, justo hasta el principio del tiempo, torcimos a la izquierda y el palacio del principe de la fortuna aparecié en el horizonte. La real fabrica de la moneda despuntaba, verde y fragante, por detras det real muro trasero del palacio. Estaba protegida por un enorme y principesco gato con el lomo arqueado, pero, desde luego, no era rival para un cerdo pf \olador, un piloto de guerra, ¥ un explorador, un chino, ni, por supuesto, para mi. Mientras ellos se dispersaban y trepaban por las reales plantas del palacio, yo me introduje a la chitacallando en la real fabrica y recogi las monedas de plata y cobre que colgaban de los arboles y Ilené a rebosar mis bolsillos con ellas. Cuando Taiwan paso trotando, meti unas monedas por la ranura y todos subimos encima para el viaje de vuelta. Volamos a través del tiempo, hacia adelante, con las orejas del cerdo vibrando cor el viento. Pero con cuatro pasajeros encima y el viento en contra, Taiwan se cans6 pronto y se sintid hambriendo de nuevo. -iMas dinero, més dinero! -grufiia, y yo tuve que colarle un pufiado de monedas por la ranura. —Lo siento —dijo él bruscamente-, pero alguno de vosotros se tendra que bajar. Pesdis demasiado para mi. -Esta bien -dijo el explorador-. Mi globo de aire caliente acaba de aparecer. Mirad, ahi esta. Yo me quedo en él. El piloto decidié unirse al explorador en su viaje alrededor del mundo. Y el chino volvié a la tierra sujeto al extremo de la cuerda de su cometa. Asi que me quedé sola, montada en el cerdo volador. Pero antes de que llegaramos a casa, tuve que darle de comer todas las monedas que me quedaban de la real fabrica, metiéndolas por la ranura. De otra forma hubiera caido. -iAun estoy hambriento! -protestaba él, y su estémago vacio hacia ruido entre mis rodillas. Cerré los ojos y enganché mis dedos en la ranura para no caerme. : Cuando volvi a darme cuenta de lo que ocurria, vi que habiamos entrado por la ventana de mi habitacion y el cerdo estaba tumbado enel suelo, pequefio y rigido; vaya, con su tamafio normal. Lo levanté y lo agité. Ni un w céntimo. Miré por la ranura. Ni una miserable moneda. Corri a la cocina, gritandole a mi madre: | -iNo hay dinero en el cerdito! -Si, querida, y lo siento dijo ella-. Tuve que tomarlo prestado « # : * * « « . ‘ « para pagar al lechero. Déjame ver... (Cudnto habia? Aqui lo tienes. Me dio dos billetes nuevecitos y los arrugué en mi mano, recordando que Taiwan no. comia billetes. —iCrees que si ahorro mi paga de cada semana...? -iUy, hija mia, si lo consigues los cerdos podran volar! —iBien! iEntonces lo haré! Era un gato grande que hacia ro-ro, muy acurrucado en su almohadén, cerraba los ojos, se hacia el dormido, movia la cola con aire aburrido. Era un ratoncito chiquito, chiquito, que asomaba el morro por un agujerito, desaparecia, volvia a asomarse y daba un gritito antes de marcharse, Salié de su escondite, corrié por la alfombra y miedo tenia hhasta de su sombra, pero al dar la vuelta sintié un gran estruendo, vio dos ojos grandes y un gato tremendo. Sintié un gran zarpazo sobre su rabito y se eché a correr todo asustadito, y aqui acaba el cuento de mi ratoncito, -que asomaba el morro por un agujerito, que asomaba el morro por un agujerito. E una vez un lugar en donde casi Sempe habia problemas entre los animales. Se peleaban, se discutian y se gastaban bromas los unos a los otros. Y casi siempre era por culpa del eoneie Normalmente, después de pelearse los animales volvian a hacerse amigos. Se tumbaban al sol y eran tan amables entre ellos como podian. Pero entonces, cuando todo estaba tranquilo y en paz, el conejo se aburria. -iMe aburro! iMe aburro! iMe aburro! -decia un dia, mientras charlaba con su amiga tortuga-. Ya va siendo hora de que ocurra algo divertido. —Eres la criatura més traviesa de todo Alabama, hermano conejo —decia la tortuga-. Pero la vida nunca es aburrida cuando ti tramas algo. (Qué estas planeando ahora? El conejo parecia sorprendido. -iQuién ha dicho que voy a hacer alguna travesura? Solo estaba sugiriendo un dia de pesca en el viejo lago. Trae mafiana por la noche al zorro, al oso y al lobo. Si algo sucede. observa y escucha. —iQué? (Por qué? Los animales se abrieron paso a través de la alta hierba hasta el borde del lago. —Qué pasa, hermano conejo? -Ha habido un accidente -explicé-. Os lo habéis perdido. La Luna se acaba de caer en el lago. Bien, tendremos que regresar a casa. —éQue la Luna se ha caido en el lago? Si no me creéis, ida " comprobarlo vosotros mismos. Lp \ El zorro, el oso y el lobo miraron 4p, })), pacia el lago. Era verdad, Alli estaba la gf #Luna, meciéndose y tambaleandose en a el fondo. -Yo que queria pescar algunas percas... —dijo el zorro. -Y yo un lucio... -comenté el oso. -Y yo una trucha para cenar iadio el lobo. -Y yo que venia a por algunos barbos... -exclamo la tortuga. ~Alli estaré -rid maliciosamente la tortuga-. iNo me lo perderia por nada del mundo! Mientras el conejo se marchaba, la tortuga comenzé su lento caminar hacia el lago. “Si salgo ahora”, pensé, “habré Ilegado alli mafiana por la noche”. Los cinco animales fueron al lago la noche siguiente. El zorro Ilevé los aparejos de pescar, el oso una red y el lobo se llevo algo de cebo. Pero el conejo habia sido el primero en llegar y esperaba, sentado en un tronco, a la orilla del lago. —Muy mal -dijo el conejo a los animales-. Hemos perdido el tiempo. 26

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