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Este documento describe varios aspectos constitucionales del bebé recién nacido y su influencia en la relación con la madre, incluyendo la actividad refleja del bebé, su tono muscular, gestos y actividad espontánea. Estas características biológicas del bebé permiten una retroalimentación afectiva con la madre que modifica la posición de la madre hacia el niño. En particular, la lactancia y los reflejos orales crean un ciclo de satisfacción entre la madre y el bebé que ayuda a la madre a super
Este documento describe varios aspectos constitucionales del bebé recién nacido y su influencia en la relación con la madre, incluyendo la actividad refleja del bebé, su tono muscular, gestos y actividad espontánea. Estas características biológicas del bebé permiten una retroalimentación afectiva con la madre que modifica la posición de la madre hacia el niño. En particular, la lactancia y los reflejos orales crean un ciclo de satisfacción entre la madre y el bebé que ayuda a la madre a super
Este documento describe varios aspectos constitucionales del bebé recién nacido y su influencia en la relación con la madre, incluyendo la actividad refleja del bebé, su tono muscular, gestos y actividad espontánea. Estas características biológicas del bebé permiten una retroalimentación afectiva con la madre que modifica la posición de la madre hacia el niño. En particular, la lactancia y los reflejos orales crean un ciclo de satisfacción entre la madre y el bebé que ayuda a la madre a super
AI principio las respuestas del nio estn forzosamente
encaminadas por la va de la actividad refleja, por la actividad espontnea y por las expresiones de su tono muscular y su gestualidad. La viabilidad y condicin de estas actividades en el nio realimentarn un circuito afectivo con centro de determinacin en la madre. Esta retroalimentacin podr ocasionar cambios en la posicin de la madre respecto del nio, modificando as el lugar simblico que el hijo ocupa y el valor que significa. El nio existe psquicamente en la madre mucho antes de nacer y. ms an, mucho antes de ser gestado. Cuando el nio nace, todo ese engranaje que lo precede se pone efectivamente en movimiento. Podemos decir que un recin nacido dispone de un "enganche" para articularse en el proceso materno que lo contiene; "enganche" ste que se compone de: actividad refleja arcaica, gestualidad refleja, tono muscular, actividad postura] y espontnea y ritmos biolgicos.
a) Actividad refleja arcaica. Cuando el nio nace presenta una
serie de reacciones automticas, "desencadenadas por estmulos que impresionan diversos receptores". Estas reacciones constituyen algunas de las huellas que guan la actividad del bebe. Estamos refirindonos fundamentalmente a los reflejos madurativos, al conjunto de los reflejos orales, de la madre, de Moro, tnico-cervicales, a los relativos a la maduracin de la actividad ocular, a las reacciones cutneas y a los reflejos posturales y superficiales de los miembros inferiores (Coriat, 1974, y Coriat y Jerusalinsky, 1983). No es nuestro objetivo describir estos mecanismos, que ya estn tratados en una vasta bibliografa, sino internarnos en el anlisis del valor que tales reflejos pueden tener para los intercambios madre - hijo. Partiendo de esa perspectiva y considerando los reflejos orales, nos parece til recordar aqu las reflexiones de Langer (1976} acerca de la importancia que para la madre y el nio, tiene una lactancia feliz: "No slo el nio sino tambin la madre se perjudica por la renuncia a amamantar". Helen Deutsch encuentra 'una estrecha relacin entre el trabajo de parto y la lactancia, al comprobar que la succin del lactante estimula las ltimas contracciones del tero, de manera que con el comienzo de la lactancia termina funcin dinmica de este rgano, que cede su primaca a las mamas. La lactancia, adems de ayudar a la madre a vencer el trauma que: le causa la brusca separacin de su hijo, sirve tambin para mitigar el efecto de su propio trauma de nacimiento (apud Langer, 1976) La activa succin por parte del beb tiene efectos mltiples para la madre: produce el vaciamiento del pecho, calmando la tensin y estimulando la glndula mamaria, con lo cual la secrecin lctea aumenta. Las mujeres deseosas de su maternidad sienten en esta produccin lctea la continuidad de su potencial corporal, que se desplaza poco a poco haca el cuerpo de su hijo y. en la medida en que ste crece, pone en evidencia el efecto de la donacin materna. Este ciclo de satisfaccin parte del ofrecimiento del pecho, circula por la succin del beb, retorna glandular y psquicamente sobre la madre, que se siente as ms prxima de su hijo, transformando la brusca separacin del parto en un distanciamiento corporal gradual y lento durante el cual el beb recibe el don materno. Don que se expresa primero en forma de leche, como alimentacin y apoyo, proteccin y enseanza, y que va re significndose en otros objetos en la medida en que el nio se vuelve capaz de alimentarse por si mismo. Este crculo maternal envuelve otro ciclo con el que se superpone y se entrecruza: el ciclo de hambre y dolor, succin consuelo, saciedad y satisfaccin. El beb experimenta todo esto con los ojos fijos en e! rostro de la madre, ojos que lo enganchan y lo transportan hasta el universo en el cual su cuerpo, la boca y la leche adquieren su inscripcin: el universo simblico. Crculos que se tocan, superposicin tangencial que articula, junta y separa los espacios de la madre y del hijo en un vaivn que se expresa ms tarde incluso en la aparicin de las representaciones grficas, de cuyo fenmeno nos da un ejemplo el juego del Squiggle propuesto por Winnicott 1979). Es preciso hacer notar que el punto de contacto, que en el ngulo psquico est apoyado en una serie de representaciones maternas, en el ngulo biolgico se apoya en automatismos reflejos, fundamentalmente orales y visuales. El pecho se ofrece y el rostro del nio gira, por el reflejo de bsqueda, y chupa en una secuencia pausada y fija. En la primera quincena de vida predomina la alineacin culo-troncal y, poco a poco, los ojos acompaan a la cabeza en sus seguimientos perspectivos. Las manos y los brazos se flexionan cuando el beb siente hambre y ansiedad y se van relajando y extendiendo en la medida en que la alimentacin avanza, la madre "lee" en los ojos que se entornan y en el cuerpo que se relaja el goce que su leche proporciona. Los reflejos orales adquieren un sentido de aceptacin, goce, plenitud; son significados porque estn all, son como el trazo para la escritura o el sonido para la palabra: su presencia da un soporte para que esta palabra, la materna, tenga un destino cierto,
b) Gestualidad refleja El llanto inicial del beb es obviamente
reflejo, un puro automatismo. Ligado al principio a la respiracin area, forma parte de las reacciones vitales ms arcaicas del ser humano, Pero de all en adelante, y casi sin interrupcin, se repetir en situaciones de dolor e incomodidad que afecten al nio. Nada existe de adquirido en esa manifestacin primaria, por lo menos en el recin nacido. A partir del primer mes de vida es posible notar cambios en el llanto que, constitucional al comienzo, se incorporar a estructuras que, poco a poco, lo llevarn a adquirir la significacin social que tiene para el mundo de los adultos. En las primeras semanas el llanto aparece como desencadenado automticamente frente a cualquier sntoma de dolor o de incomodidad, como directamente asociado a sensaciones corporales inmediatas y realmente presentes. Con cinco semanas de vida, se presenta como efecto de los sueos, sin duda el beb "ve" o "siente" transitar por su mente una serie de imgenes que movilizan su gestualidad de manera muy activa. Mientras duerme presenta succin espontnea, contraccin del rostro, emisin de sonidos, sonrisas, movimientos de los prpados, eventualmente un llanto breve e interrumpido bruscamente, como obedeciendo a una imagen que pasara fugazmente, ya que si fuese una molestia corporal la queja se reiterara. Esta pequea secuencia evolutiva nos muestra cmo, sutilmente, el llanto se transforma de una reaccin automtica en un elemento de comunicacin. Basta para ello observar las reacciones de quienes cuidan al beb frente a su llanto: lo consuelan y calman, le hablan, lo cambian y Jo acarician, le atribuyen dolores y lo abrazan. Lo mismo sucede con la sonrisa, que inicialmente aparece durante los momentos de saciedad y somnolencia que suceden a la amamantacin , como un gesto puramente reflejo. Hacia el final del segundo mes la sonrisa empieza a aparecer como uno de los "organizadores" centrales en la relacin M-H al adquirir el carcter de respuesta frente a la sonrisa del rostro de otro ser humano. Es evidente que las reacciones frente a las sensaciones corporales inmediatas, reales y de contacto directo, poseen un valor completamente diferente del de las respuestas gestuales y del de las gesticulaciones frente a imgenes onricas y por lo tanto, ausentes y evocadas. Las reacciones frente a los contactos concretos, presentes desde los primeros instantes de la vida, se adscriben al equipamiento constitucional contenido en el cdigo gentico; las de la segunda categora del orden de la gestualidad, que empiezan a aparecer cerca del tercer mes, son adquiridas a travs de la inscripcin que, sobre aquellos primeros mecanismos automticos, realiza el sistema de comunicacin humana que la madre utiliza y en el cual incluye a su hijo.
c) Tono muscular, Ya hemos sealado que las emociones se
expresan a travs de sutiles variantes del tono y de las actitudes, y que el tono muscular presenta variantes fisiolgicas motoras: con el sueo disminuye al mnimo, pero durante el llanto aumenta. En efecto, el recin nacido a trmino, una vez normalizado su tono, lo cual por lo general sucede alrededor del quinto da de vida, presenta claras reacciones automticas vinculadas s sus sensaciones de dolor y de placer. Frente al dolor y la Incomodidad aumentan las contracciones, y las masas musculares se relajan durante el placer y la tranquilidad. Sin duda se trata de mecanismos neuromusculares constitucionales que ofrecen a la madre elementos para conocer el estado de su hijo, en la medida en que ella desea conocerlo. Este sistema de reacciones slo puede mantenerse durante pocos meses si no es apoyado por la funcin materna, que le imprimir toda su significacin afectiva. Es conocida la total indiferencia con que los bebs carenciados afectiva y/o nutricionalmente responden a los estmulos del medio ambiente, despus de cierto tiempo de privacin. Nos parece necesario destacar el valor que, en la relacin M -H, adquieren las expresiones tnicas que brindan una sutil referencial para el "enganche" materno.
d) Actitudes posturales y actividad espontnea. En la prctica es
difcil disociarlas del tono muscular y de la actividad refleja. Aun cuando cierta discriminacin sea didctica, conviene llamar la atencin sobre los riesgos de un esquematismo que pretenda estudiar aisladamente cada reflejo. En realidad se trata de un esfuerzo analtico que nos ayuda a percibir con ms detalle un proceso que recorre, compleja y simultneamente, todos los niveles desde el psquico hasta el biolgico y viceversa. Estos diferentes niveles no responden a las mismas leyes ni componen las mismas estructuras, pero a pesar de ello hoy es evidente para nosotros la necesidad de profundizar la comprensin de la dinmica de influencia e Interdeterminacin que existe entre esos niveles. En ese sentido, el reflejo tnico-cervical asimtrico constituye una sinergia que, adems de favorecer la coordinacin ojo mano boca, induce al nio a adoptar una postura que facilita el amamantamiento y favorece en la madre la colocacin de pequeos juguetes cerca de la mano del nio y frente a su boca, dentro de su campo de visin. Esto facilita la tarea de ensear al beb. Algo similar podramos decir del relativo predominio del tono flexor al comiendo de la mamada, que induce la rotacin ceflica y tina postura que se amolda mejor al hueco de los brazos matemos, mientras que el relajamiento progresivo lleva al nio a una postura abierta y extendida, sensible, sin embargo, frente a la ms misma motivacin que produce en l un esbozo de "Moro" incompleto. Es como si el cuerpo del nio informara a la madre acerca de sus necesidades, su saciedad, su goce o su disgusto. El constante esfuerzo del lactante durante el primer trimestre de su vida para conseguir el control ceflico est ntimamente vinculado a reacciones posturales de defensa frente a la posibilidad de asfixia por obstruccin de las fosas nasales o de los canales areos, como tambin sucede con las reacciones de los automatismos producidos por la maduracin de los reflejos del cuello en et recin nacido a trmino. Es claramente observable la gran influencia que sobre los progresos del mantenimiento de la cabeza ejercen los estmulos visuales y, muy especialmente, la movilizacin y la comunicacin humana. Recprocamente podemos sealar cun poco alentador es para la madre intentar el encuentro con el rostro de su hijo cuando ste est persistentemente imposibilitado de responder, ni siquiera con groseras tentativas, a la llamada materna, La postura adecuada y flexible es natural e inconscientemente reconocida hasta por la madre ms inexperta, dentro de los amplios limites de variacin de la normalidad. Cuando posteriormente se verifica en el beb alguna patologa, esas madres positivamente ligadas a sus hijos suelen relatar que les haba llamado la atencin tal o cual actitud de sus pequeos.. Es sta una clara evidencia de un registro que no lleg a constituir significante por desconocimiento o por la negacin derivada del temor materno de confirmar que algo andaba mal. La actividad espontnea, caracterizada por la franca tendencia pasiva que se apodera del neonato despus de la hipertona del primer da, y que suele durar cinco o seis das, se manifiesta a partir de la segunda semana, fundamentalmente en los movimientos de brazoss, que podramos llamar "de bailarina thailandesa", por la semejanza que tienen con los movimientos plsticos realizados por las mujeres que practican las danzas folklricas de Thailandia. Tambin aparecen los clonus, temores de inmadurez ms frecuentes en la barbilla y en las extremidades inferiores. Los movimientos son lentos y pausados, a veces entrecortados, y se presentan de forma reactiva, aunque inicialmente inconstantes, manifestndose cuando alguien le habla al beb o mueve lenta mente objetos frente a l. Alrededor de la quinta o sexta semana aparecen ya los movimientos globales y agitados de respuesta, alternados por momentos de total quietud durante los cuales el nio fija la atencin en un objeto o en una persona, como en estado de concentracin. El pasaje madurativo por esas etapas va desde la actividad totalmente indiferenciada del comienzo hasta la asimilacin de los primeros esquemas de accin e inhibicin que tienen un carcter francamente adquirido. En esta secuencia de la actividad espontnea se favorece el contacto de las manos con la boca y con los objetos externos, inclusive el pecho y rostro maternos, en encuentros casuales que constituiran sin embargo la gua de loa futuros contactos intencionales. Estos con- tactos fugaces iniciales ofrecen a la madre mltiples oportunidades para poner en juego las interpretaciones acerca de las supuestas intenciones del beb, manifestadas a travs de sus movimientos. Ella va inventando un verdadero "recorrido" cuyas fronteras slo reconocen, por un lado, los limites de la creatividad y de la imaginacin maternas; pero, por el otro, slo pueden extenderse en el espacio dibujado por la riqueza de movimientos del nio.
e) Ritmos biolgicos. Consideraremos aqu, de entre todos los
ritmos biolgicos, solamente los que poseen especial importancia para el intercambio M-H, Son ellos la acompasada secuencia respiracin-deglucin, la respiracin misma, las alternancias hambre-saciedad, sueo-vigilia, y la frecuencia excretora, Pocas cosas alarman tanto a una madre como la falta de evacuacin de su beb o el hecho de que ste se ahogue con la leche que est mamando o regurgitando. Tambin pocas cosas tienen tanto poder de irritacin para una madre como la inversin del ritmo de sueo del hijo. En estas regulaciones la ansiedad materna y la capacidad de contencin paterna tienen un papel decisivo para detener los efectos de esos contratiempos. Cuando en un nio existe una patologa neurolgica que distorsiona inevitablemente estos procesos, surge por contraste la importancia de estas regulaciones biolgicas para la conservacin del equilibrio de las relaciones primarias con el beb, En estos casos, la flexibilidad materna tiene que ir instrumentando la sustitucin de un ritmo constitucional que se manifiesta como ausente y que reclama, en alguna medida, su reconstruccin para permitir tanto al nio como a la madre articular su relacin y hacer un puente en direccin al mundo circundante. Es evidente, y nosotros nos proponemos destacarlo, el relevante papel que estos ritmos desempean en la sobrevivencia del individuo. Nos preocupa que puedan ser poco valorizados respecto a su papel de proporcionar una va de encuentro para la madre, que se ve forzada en su funcin a escuchar con otros odos a ese nio que an no habla. Insistimos en la determinante incidencia de la personalidad materna, pero no debemos olvidar la evidente influencia de estos factores. En efecto, lo actividad materna decodifica aquello que el nio expresa en su propia actividad. Los cdigos que la madre usa integran el conocimiento inconsciente que ella llene de esos elementos constitucionales del recin nacido. Por eso la madre espera del nio ciertos tipos de reaccin en concordancia con ese conocimiento previo. Adems anticipa una imagen global del nio en trminos corporales, cuya confirmacin ir a buscar una y otra vez en el contacto con su hijo. El concepto de dilogo tnico mencionado por Ajuriaguerra (1970) sintetiza, en un par de palabras, la naturaleza significante de este proceso. As, puede decirse que la madre informa a su hijo sobre la contabilidad de sus esquemas para conectarse con el mundo que lo rodea. Tambin se puede decir que el hijo "informa" a su madre, a travs de su respuesta, acerca del grado de adecuacin de la actividad materna a sus sensaciones y a su estado interno. La madre construye para el nio una imagen contenida en su subjetividad; adems, esta imagen guardar una inevitable relacin con los datos que el nio le ofrezca. Nuestras observaciones clnicas sealan que tal relacin existe, aunque puede ser sumamente variable. La madre construye, al abrazar al hijo, al mirar al hijo, en su contacto corporal con l, el permetro de su imagen. Permetro que llenar con el significado nacido de lo que ella desea en el nio. Pero ste puede facilitar el abrazo u oponerse involuntariamente a l si una parlisis cerebral lo torna rgido. Puede ir al encuentro de su mirada o parecer huir de ella, si un estrabismo grave lo afecta. Por eso diremos que, si bien es cierto que en el nio no hay sujeto constituido desde el comienzo, en la madre hay un sujeto para si misma y otro para prestarle a su beb. Esta intersubjetvidad sostenida por la madre necesita de una ilusin de respuesta psicolgica, y el soporte de esta ilusin est dado por la respuesta material de los mecanismos constitucionales. Podemos decir que la intersubjetvidad de la comunicacin inicial M-H, cuyo centro reside en la Funcin Paterna que se instala en la cadena significante, opera, sin embargo, a travs de la interseccin de la actividad materna con la actividad del nio. Y que la actividad del recin nacido tiene verdadera importancia en las caractersticas de esta relacin ofreciendo un espacio que ejerce sus propias influencias sobre el signifcame materno,