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Influencia posterior de los Libros Carolingios.

El efecto de esta protesta no se puede seguir aqu en detalle. Adriano qued clarame
nte perturbado por ella y envi su defensa a Carlomagno con muchas expresiones con
ciliadoras, declarando que l no haba dado todava respuesta al emperador bizantino,
porque ste todava persista en su usurpacin de lo que perteneca a la sede romana, pero
que l deba, siguiendo la antigua tradicin de sus predecesores, condenar a aquellos
que rechazaban venerar las imgenes sagradas. La respuesta de Carlomagno fue el sn
odo de Francfort, donde la presencia de los legados papales anunci la sumisin de A
driano. El papa muri el da de Navidad del ao 795 y la cuestin qued aletargada hasta q
ue surgi una vez ms bajo Ludovico Po y Eugenio II, en el snodo de Pars en 825. Este s
odo se adhiri a la posicin de los Libri Carolini y del snodo de Francfort, aventurnd
ose abiertamente a condenar a Adriano por fomentar la supersticin, aunque inconsc
ientemente, con el culto a las imgenes. Fue principalmente por la influencia de l
os Libros Carolingios que la Iglesia franca excluy este culto durante todo el sig
lo noveno. Incluso en el X encontramos nombrado al concilio de Nicea como "pseud
o-snodo falsamente llamado el sptimo" y el principio adoptado de que las pinturas
sean toleradas en las iglesias "slo para la instruccin de los ignorantes", sin nin
gn intento por parte de Roma de reforzar su anatema.
Carlomagno y sus telogos tienen el crdito, por tanto, de haber detenido durante un
tiempo el influjo de la supersticin en el oeste, mientras que al mismo tiempo af
irmaban los derechos del arte cristiano a valorar la decoracin eclesistica. Cuando
en el siglo XVI el catolicismo de Trento reafirm la proposicin atacada por los Li
bros Carolingios, esa veneracin fue dada no a las pinturas sino a sus sujetos ("h
onos refertur ad prototypa") y por otro lado el protestantismo suizo, en su abor
recimiento a la idolatra, renov los tumultos de la iconoclastia, "volviendo a la m
oderacin de Carlomagno" los controversistas luteranos, especialmente Flacius y Ch
emnitz.

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