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Si uno no es sencillo no puede ser sensible a los rboles, a los pjaros, a las
montaas, al viento, a todas las cosas que existen en el mundo que nos rodea. Y
si no hay sencillez, uno no puede ser sensible al mensaje interno de las cosas. La
mayora de nosotros vive muy superficialmente, en el nivel superior de la
conciencia (la mente). All tratamos de ser reflexivos e inteligentes, lo cual es
sinnimo del creacionismo; all tratamos de que nuestra mente sea sencilla,
mediante la coaccin, mediante la disciplina. Pero eso no es sencillez. Cuando
forzamos la mente superficial a ser sencilla, tal imposicin no la torna gil, flexible,
rpida, sino que slo consigue endurecerla. Ser sencillo en todo el proceso de
nuestra conciencia es extremadamente arduo. Porque no debe existir ninguna
reserva interior, tiene que haber ansia por averiguar, por descubrir el
comportamiento de nuestro ser. Y eso significa estar alerta a toda insinuacin, a
toda sugerencia, darnos cuenta de nuestros temores, de nuestras esperanzas,
investigar y liberarnos de todo eso constantemente. Slo entonces, cuando la
mente y el corazn son realmente sencillos, cuando estn limpios de sedimentos,
seremos capaces de resolver los mltiples problemas que se nos plantean.
Por eso el hombre religioso no es, en realidad, el que viste una tnica, el que ha
hecho votos y el que predica y nos habla de esperanza, sino aqul que es
interiormente sencillo, aqul que no est "transformndose" en algo. Una mente
as es capaz de una extraordinaria receptividad, porque no tiene barreras, no tiene
miedo, no va en pos de nada y es, por lo tanto, capaz de recibir la gracia, de
recibir a Dios, la verdad o como les plazca llamarlo. Slo entonces puede haber
felicidad, porque la felicidad no es un fin, es la expresin de la realidad.
A partir de aqu surge una sencillez, una humildad que no es virtud ni disciplina. La
humildad que se consigue deja de ser humildad. Una mente que se vuelve
humilde ya no es humilde. Slo cuando se tiene humildad (no una humildad
cultivada) puede uno hacer frente a las cosas apremiantes de la vida; porque
entonces no es uno mismo lo importante, no mira uno a travs de las propias
presiones y del sentido de la propia importancia. Uno observa el problema tal cual
es y entonces puede resolverlo.