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factible; por tanto, no que- daba otra alternativa mas que ahorcarlo, La clemencia quedaba excluida, no por ra~ zones juridicas el perdén, «ent todo caso, no es una pre- rrogativa del sistema jure cop, sino porque la clemen- cia se aplica sélo a la perso- 1a, no a los hechos; cl acto de clemencia no olvida el asesinato pero perdona al asesino en la medida en que &te, como persona, puede ‘star por encima de auales- quiera actos que haya come- tido. Tal no era el caso de Eichmann, Y perdonarle la vida sin perdonarle era im- posible por razones juri © En conclusién, per- miteme teferirme al asunto en que no me has in- terpretado mal y que me agrada que hayas planceado, Tienes mucha razén: he cambiado de opinién y no hablo ya de “mal radical”, Hace mucho tiempo que no nos vemos, de lo contrario seguramente habriamos ha- blado ances del asunto. (De paso te diré que no entiendo por qué calificas mi expre- sién “banalidad del mal” de consigna o eslogan. Por lo que sé, nadie ha utilizado esa cexpresign antes que yor pero eso carece de importancia.) Ahora, en efecto, opino que J mal no es nunca “radical”, que s6lo es extremo, y que carece de toda profundidad y de cualquier dimension demoniaca. Puede crecer desmesuradamente y reducir todo el mundo a escombros precisamente porque se ex- tiende como un hongo por Ja superficie. Es un “desafio al pensamiento”, como dije, porque ef pensamicnto trata de alcanzar una cierta pro- fundidad, ira las races y, en el momento mismo en que Nesoo CLAVE DERAZON PRACTICA se ocupa del mal, se siente decepcionado porque no en- ccuentra nada. Eso es la “bar nalidad”. Sélo el bien tiene profundidad y puede ser ra- ical. Pero ésce no es el hugar para tratar estos temas a fon- do; cengo la intencién de desarrollarlos més en un contexto diferente. Bich- mann puede muy guir siendo ef modelo con- creto de lo que he de decir. © Propones publicar ex canta y me preguntas si ten- {0 alguna objecin al respec- 10, Mi crterio scafa no refor~ ‘mular la carta en tercera per= sona. El valor de esta contro- versia radica en su carferer epistolar, es deci, en el he- cho de dar forma a una amistad personal. Por consi- guiente, six esis dispuesto a publicar mi respuesta a la vvea que tu carta, no tengo, por supuesto, nada que ob- jerae 2. CARTAA SAMUEL GRAFTON Déjeme comenzar respon- diendo a una pregunta que usted no ha hecho: :Por qué yo, una escrito y profesora de Filesofla Politica que eun- «c habia trabajado como re- portera’, quise ir a Jerusalén con motivo del juicio contra ichmann? Aparte de la res puesta obvia, que indigué en 4 libro cuando me inclu a ‘mi misma entre el pablico, no de los reporteros y perio- distas, sino de los “supervi- vientes” Cinmigrantes de Fue * Arendt habin esr ancerior ‘mente arcclos para petidics “por "empl, Jos de Auf inclidas ex {volume eto ses bpm raver que ela bas cid ence (por The New Yk de cbse un soe pectin. (el) ropa como yo misma, que se bian muy bien todo lo que habla que sabes"), tenfa tres @ En primer lugar, que- tfa ver a uno de los principa- Jesacusados en carne y hueso, con mis propios ojos. Cuan- do, hace muchos aos, deseri- bil sistema totaltario y ana- licé a mentalidad roralitaria, ‘ave que enfrentarme siempre coon un “tipo” més que con individuos, y si se mira al sis- tema como un code, cada persona individual, en efecto, queda transformada en “un engranaje grande 0 pequeio” cn la maquinaria del tertor. La gran ventaja de un proceso judicial es que inevitablemen- te nos pone delante a una persona y una culpa personal, ‘con motivaciones y decisiones individuales, con particulares que en ofr contexto, el con- texto de la teoria, no son rele- vvantes. En otras palabras, de- scaba saber lo siguiente: quién cra Eichmann y cudles fueron sus actos, No en tanto que sss crimenes fuesen parte del sistema nazi, sino en cuanto que él era un agente libre. reer ea ee rma pregunta que un wibunal de justicia debe responder cuando emite un juicio, ¥ es por esta razén que toda la teorla del pequefio engranaje (la teoria de a defensa) resulta bastante ireevante en dicho contexte @ En segundo lugar, existe una teoria bastante extendida, a la que yo tam- bigm he contribuido, sein la cual tales crimenes desa- fan la posibilidad de! juicio hhumano y hacen explotar cl ‘marco legal de nuestras ins- ticuciones juridicas. Y¥ cho argumento es puesto @ menudo en conexién con fas nociones bastante co- ues acerea de las incerti- HANNAH ARENDT dumbres de la “justia po- litica’, con las dificultades selativas a jugar cefmenes cometidos por un Escado soberano 9 con fa “dificil posicién” de un soldado que puede verse en la situa- cidn de “ser fusilado por un consejo de guerra si desobe- dece una orden y de ser ahoreado por un juez y un jurado si la obedece” (Di- cey, Law of the Consticu- sion). Finalmente, esté la cuestién mds importance juridicamence: zen qué me- dda conoefa el acusado que estaba obrando mal cuando comerta sus actos? Esta pre- gunta, como probablemen- te usted sabe, ha desempe- fiado un papel decisivo en muchos juicios a criminales de guerra en Alemania, En resumen, los hechos del ‘aso eran tales que no exis- tfa un “erimen ordinario™ ni un “criminal comin’, peto al mismo tiempo esto “no debia querer decir de ningtin modo que aquel que ha asesinado a millones deba por esa misma razén escapar al castigo”, Lo que pretendia averiguar era lo siguiente: ;cudles son las posibilidades de establecer justicia mediante nuesceas instituciones y nuestro sis- tema legal cuando nos en- frentamos con este nuevo tipo de crimen y de crimi- nal? @ En tercer lugar, du- rante muchos afios 0, sien- do mis especificos, durante treinta afos, he estado pen- sando acerca de la natutale- za del mal, y el deseo de enfientarme no a los he- chos que, después de todo, eran bien conocides~ sino al propio malvado, proba- blemente fue el motivo més poderoso en mi decisién de ira Jerusalén, 6

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