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Nadie puede impedir el bautismo a nadie. Se debe bautizar al nuevo creyente sin
cuestionamientos previos.
Una vez la persona fue evangelizada sobre la única verdad que es Jesucristo; y la
persona desea bautizase inmediatamente, nadie debe impedir su bautismo, ese
mismo día, según ejemplos bíblicos.
Una vez la persona se bautiza hay que hacerle seguimiento enseñándole las
escrituras, instándole después del bautismo a vivir una vida de fe, amor y santidad.
(Mt 28:19-20)