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Las dos tendencias

Es evidente que la realidad fenoménica que experimentamos está determinada


por nuestra capacidad de elección, teóricamente libre, sobre el devenir de nuestra
existencia. No entraré ahora a valorar la manipulación y condicionamientos, y que es
factor decisivo de influencia, ya que no es relevante para lo que quiero exponer.
La capacidad de elegir es el mayor don que poseemos, y que frecuentemente
ignoramos.
Podemos decir entonces, que, como respuesta a cada estímulo externo o interno,
bien sean eventos que requieren de nuestro posicionamiento ante ellos, o cualquier tipo
de situaciones que nos demande una intervención por nuestra parte, surgen infinitas
posibilidades de respuesta, pero que básicamente podríamos decir que se insertan en una
escala determinada por dos polos, que son la esencia de lo que conocemos como
realidad dual, en la que existimos.
Según nos dicte nuestra conciencia, y esto es literal, decidiremos responder a un
estímulo dado de entre una infinita gama de respuestas, pero escogeremos aquella que
está más en resonancia con lo que somos en ese momentos, es decir, aquella que está
más polarizada con lo que creemos ser en ese instante. Si dibujáramos una línea infinita
horizontal, a un extremo de la línea estará la respuesta extremadamente mala, y a otro la
extremadamente buena, por ponerlo así solo a efectos de su mejor comprensión, en
términos relativos. Entre esos dos puntos, todos los infinitos puntos posibles en la
dualidad.
Existen pues dos tendencias direccionales, que yo denomino como “a favor de
corriente” y“contra corriente”. ¿Y cuál es la corriente que tomo de punto de referencia? Ni
más ni menos que las leyes que rigen el universo. Aquellos principios supremos que
posibilitan la vida en perfecta armonía. Los primeros juristas de la historia lo llamarían
el Derecho Natural, aquel sobre el que debiera basarse todo el orden social, pero que no
es así para nada en la realidad, como tenemos ocasión de comprobar por un mero acto
de observación.
Ambas tendencias son correctas desde el punto de vista del Creador o Absoluto,
si bien a los ojos relativos de las personas, una aparece como positiva, y la otra como
negativa. Y funcionalmente es así, pero desde el punto de vista del Creador, no existe tal
diferenciación. Toda la Creación es por definición positiva, y lo negativo no es más que
una ausencia de lo positivo, en mayor o menor medida, nada más.
La existencia es afirmativa, la vida es afirmativa. Ésta se expresa a sí misma y
ello es una afirmación de sí.
Respecto a las leyes que rigen el universo, serán tratadas en otro capítulo. Baste
aquí señalar que en toda elección, existe una tendencia natural, por ir ésta en sintonía
perfecta con dichas leyes, y existe una tendencia que no lo es, por ir en contra.
Ir contra estas leyes o principios es tanto como ir, literalmente, contra toda la
energía del universo. De ahí que todo lo que sea elegir tendencias contracorriente,
requiera un enorme gasto de energía, un grandísimo esfuerzo, y cuanto más se avance
en el tiempo en esta tendencia, esto generará inevitablemente tensión, sufrimiento,
malestar, enfermedad y finalmente muerte.
Como el universo es esencialmente generoso y abundante (la escasez no existe
en absoluto, no es más que una manipulación para someter a control a la población), no
es sino hasta que ya está muy avanzado el proceso de enfermedad que no es posible ser
revertida. Una vez inhabilitado el vehículo que nos soporta en nuestra experiencia
humana, una vez desguazado y destruido, ya no es posible ponerlo en marcha otra vez,
al menos no en la misma existencia. Pero antes de eso la inteligencia universal de
nuestro cuerpo-mente nos ha ido avisando reiteradamente.

Es por eso que muchas de las antiguas tradiciones filosóficas orientales, como el
budismo, enseñan que no se puede ir contra lo que es. La razón es que todo lo que sea
emplear mi tiempo, mi energía, y mis recursos en no aceptar lo que es, y en querer
imponer a la realidad aquello que yo quiero, es ir a contracorriente.
Es una guerra perdida antes de lucharla, ya que es una lucha contra mi propia
naturaleza.
Aunque en la superficie pueda parecer que voy ganando batallas, y que voy
consiguiendo lo que quería, esto conlleva sufrimiento, y si uno está atento se dará
cuenta de que esto no trae la felicidad, por la sencilla razón de que uno ya es felicidad
en esencia, y lo único que ha de hacer para ser feliz es vivir esa felicidad que ya es, y
que no ha de buscar en ningún sitio.
Siguiendo la tendencia de lo que aparece como positivo o correcto, según la
naturaleza fractal de la realidad, se accede al tronco, luego a la raíz, luego a la tierra o
campo, y más profundo en la campo, a la causa del campo.
Una vez se viva uno desde la causa del campo, o nivel causal, se cierra el círculo
perfecto de relación en el que yo soy la causa y la consecuencia a la misma vez. Es mi
naturaleza esencial la que es causa de mí, y consecuencia a la vez.
Esta naturaleza esencial es un proceso, una relación, descrito en una formulación
matemática perfecta, cuya razón son los principios de movimiento o acción que se
retroalimenta, continua y eternamente, fuera de tiempo y espacio, ya que es causa de
éstos, Tanto tiempo como espacio solo tienen sentido como consecuencia.

Ir a favor de corriente es vivir la individualidad en relación a la totalidad. Yo soy


Dios, la causa, viviéndome como individuo en relación a la totalidad que soy. Soy la
semilla, la potencialidad pura incondicionada. La semilla crece de manera natural, esto
es, se expresa a sí misma afirmativamente, sin esfuerzo, ya que toda la Fuerza la hace
crecer.

Si todo es Conciencia, viviéndose en cada nivel como conciencia individual (el


árbol, la rama…),entonces la fractalidad, la relación retroalimentacional, lo cíclico, son
atributos esenciales de la Conciencia, y por tanto de todos sus niveles, que
compartimos. Yo puedo vivirme como más realidad, por tanto situarme en otro nivel,
por el solo hecho de ser consciente de mi mayor realidad, y realizarla, es decir,
expresarla, es decir vivirla. Habré cruzado entonces un horizonte de eventos, viviendo
más de un nivel a la vez, que es nuestra naturaleza, ya que somos seres
multidimensionales. Cuántas dimensiones vivamos, dependerá de nuestra conciencia, y
cuántos horizontes de eventos podamos cruzar, depende de nuestra expansión de
conciencia, también llamada iluminación o autorrealización..
Esta iluminación no es un acto simple, sino un proceso, que como se puede
deducir por lo expuesto hasta ahora, no tiene fin, ya que el fin estaría en el extremo de la
línea de tendencias que imaginariamente dibujábamos al principio del capítulo, o
cruzando el último horizonte de eventos de la naturaleza fractal, que por definición, no
existe como tal. Solo existe tendencia y retroalimentación.

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