lunes, 21 de octubre de 2002/ la voz de la escuela medicina < > 7

El suicidio de las células PATRICK GARDIN

NOMBRE PROPIO
Robert Hooke
Este naturalista inglés,
que vivió en el siglo
XVII, acuñó el término cé-
lula para designar las ca-
vidades que apreciaba en
un trozo de corcho obser-
vado al microscopio. Hoo-
ke escogió esta palabra
por analogía con las cel-
das de los monjes. Fue el
primero en plantear que
los animales y las plantas
estaban formados por cé-
lulas. Una idea que fue
progresando hasta tomar
forma a mediados del siglo
XIX en la teoría celular,
postulada para vegetales
por Matthias Schleiden y
para animales por Theodor
Shwann.

Imagen del gusano Caenorhabditis elegans utilizado como modelo para la investigación sobre las células

Las células de todos los seres vivos
tienen un vida limitada. Y además
poseen la capacidad de poner fin a
esa vida, es decir, que pueden suici-
darse. Este descubrimiento, realizado
allá por los años sesenta, ha sido el
destinatario del Premio Nobel de Me-
dicina de este año. Un hallazgo que
ha permitido comprender mejor có-
mo se comportan los genes y cómo
marcan la vida celular. Detrás de la in-
vestigación se encuentra uno de los
biólogos más brillantes del siglo XX,
Sydney Brenner. Un científico con
múltiples motivos para ser galardo-
nado con el Nobel, y que ha visto re-
conocida su aportación a la ciencia
por su estudio de la vida celular.
Para poder realizar su trabajo, Bren-
ner «inventó» un nuevo modelo de
organismo útil para la investigación:
un gusano de un milímetro de largo.
Hasta ese momento, el ser vivo por
MISCELÁNEA
Una fábrica de vida
Se puede pensar en la cé-
lula como en una fábrica
que necesita tres sistemas
principales para funcionar:
El primer sistema se encuentra
en el núcleo, que contiene los
planos genéticos de funciona-
miento celular (el ADN). Estos
planos dan las órdenes para la
construcción de los materiales
básicos de la célula: esto es,
las proteínas.
El segundo sistema que precisa
la célula para funcionar ade-
excelencia en la investigación bioló-
gica era la mosca del vinagre, esa que
aparece por casa cuando se estropea
una fruta. El gusano de Brenner su-
puso un paso más allá: de nombre
científico Caenorhabditis elegans,
Para poder realizar su trabajo,
Brenner «inventó» un nuevo
modelo de organismo útil para
la investigación: un gusano de
un milímetro de largo
crece y se alimenta fácilmente, se pue-
de congelar durante mucho tiempo
y se pueden observar en él diversos
procesos biológicos.
Estudiando este gusano, Brenner y
sus colaboradores descubrieron
que las células no mueren al azar, si-
no que siguen un programa rígido
cuadamente
es el genera-
dor de
energía, que
son las mito-
condrias en
los animales.
Proporcio-
Horvitz, Brenner y Sulston comparten el Nobel de Medicina del 2002
nan energía
a la célula a
partir de los nutrientes ingeri- partir de la luz solar, el agua y
dos en la dieta. En las plantas, el dióxido de carbono.
los cloroplastos son los encar- El tercer sistema es la cadena
gados de fabricar energía a de transporte, que consiste en
y exacto para dejar de existir. A este
proceso lo bautizaron como suicidio
celular o apoptosis. Está controlado
por genes que se coordinan con exac-
titud entre sí. El suicidio celular se
da en diferentes situaciones. En el fe-
to, por ejemplo, tiene lugar en las cé-
lulas que se encuentran entre los de-
dos de las manos formando una especie
de membrana interdigital. Cuando
las células de esa membrana se «sui-
cidan», los dedos de la mano del fe-
to quedan formados para el resto de
su vida. Pero la apoptosis también su-
fre fallos que dan lugar a enferme-
dades. En el Alzheimer, las neuronas
inician un programa de muerte an-
tes de que sea el momento. Y en el
cáncer, la apoptosis casi se detiene,
con lo que las células viven indefi-
nidamente.
> Patricia Barciela
un conjunto de membranas que
mueven las sustancias celula-
res en el interior y hacia el ex-
terior de la célula.
NOMBRE COMUN
Célula
Tres mil millones de
años atrás apareció el
primer ser vivo susceptible
de reproducirse: la prime-
ra célula. Hoy en día, bien
sea formando parte de un
organismo o constituyendo
por sí mismo un ser capaz
de llevar una vida inde-
pendiente, la célula es la
unidad básica de la vida.
O lo que es igual, la más
pequeña porción de mate-
ria capaz de vivir de ma-
nera autónoma y de repro-
ducirse.
En el caso del hombre, un
embrión se desarrolla a
partir de una única célula,
formando más tarde cente-
nares y luego millones de
ellas. Así, hasta los sesen-
ta billones que constituyen
un ser humano adulto. Al
inicio, las células embrio-
narias son idénticas, pero
poco a poco adquieren las
características que las di-
ferencian hacia su función
particular.