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154 EL FEUDALISMO EN LA PENINSULA IBERICA del trabajo. En primer lugar, cabe sefialar que los que esa ‘obligados prestar juramento de fidelidad al rey etan todoe miembros del Oficio Palatino —con su presencia ante el mona ¥y todos los hombres del reino de condicién ingenua, Unos y pueden ser identificados con la nobleza laica y eclesiéstica en eS diferentes grados. Es deci, que los fideles comprometides por of juramento no eran un grupo reducido especialmente altey y al que debfan exclusivamente prestaciones militares. En segun, do lugar, el rey disponfa de unos funcionarios —ediscussores furm, menti»— para recoger los juramentos en todo el reino; esta pric. tica no debié de ser implantada por Egica, aunque dutante gy reinado aparezca por primera vez regulada en una ley. En tercep par, las penas que recafan sobre los que no prestaban el juraments de fidelidad sin justificarse consistian en la habitual confiscacién de ‘bienes acompatiada por ln degradacién social. Se trataba por lo ; Up anluands de penas equivalenter a las gue sufvan los que ablan violado a A Jo largo de los capftulos anteriores nie SS ceri juramento, pero en este ciso se aplicaban a los que omitfan el hacerlo sto fandamentles que caracerzaron a fevdalimo vsgodo Y En cuatto lugar, este hecho de que se pusiera en forma de ley la volucién. En esta exposicién se puede advertis ave Ao, ete ‘obligacién de jurar a lor nuevos reyes, segtin costumbre estublecida partido de los planteamtentos trudicionales eeitics y especialmente eat motis est»—, pero con penas preventivas que equiparaban la Aalismo dentro del marco de las instituciones Pe eens pe ‘omisién del juramento a su violacién «quiere decit que las vincula pillars at xmpoco de lot modes prsoceides ave elon TPs ‘ciones de tipo personal al monatca, por medio de un juramento de fhe en ie obras considerads como clisicas’ De todas formas ba forma generalizada, eran esenciales para ttatar de mantener Ia unided ho sperecendo interpretacones mds renovadoras del feudalime”™ poles del reinos 2” Gone ae he visto, hemos referido el fendalismo a la orgenizacin te sociedad en su conjunto, partiendo de wnos supuestor ; [LA SOCIEDAD FEUDAL Y SUS INTERPRETACIONES Sts cy otras nome i Reiterdienst en de este libro. H Badan OT, ON J rien, Zecscbr der Sevigny tans fr Rect oslche, Germanic Abtelint, VIL (1857), p>; 183 Mie Lab veowale, Weimar, 1933, reimpresign: Darmstadt, 1974; C. Sén- rece und Stansten rs oe tigen del feudalism, Mendon, 1942, 3 voles ares Her feudalismo, Barcelona, 1963; M. Bloch, La société féndae, Be are 40, 2 vole, R Boutruche, Seigneurie et [Sodalité, Paris, 1970, Pel Hay que obserear, sin embargo, que el libro de M. Bloch tiene, yt depitn tndy Nenovadores qe se aprecian sobre, todo en sus tmbajor rono- GUcoe seunfdos en Mélanges bistoriques, Pasi, 1963, 2 vols amo, epee, Se icenes anes, sade feediomo, poe, Maa, Rbres icrnaonae 2 I ‘mar Fain Batts, 1963; hay trade expatole sm ei Aisi con cl tole EF modo de oducion few I 1976, 170. M. Vigil y A. Bubero, «Algunos aspectos de Ja feudatizacién... ant, cit, p. 88, ahore en op. cit, p. 133. 156 EL FEUDALISMO EN LA PENINSULA IBERICA cos y sociales que setfan refrendados por todo un aparato politics jurdico e ideolsgico. La investigacién de los elementos jutidieos g institucionales que tegulaban las relaciones colectivas en la sociedad feudal, puede ser un instrumento indispensable para el conocimienty hhist6rico de la misma, pero no constituye el objetivo final del hist. riador, que en este c3s0 setfa explicar en qué consiste objetivamente cl feudalismo y la sociedad feudal El estudio de la formacién del fendalismo se complica ademée con el problema del fin del Imperio Romano de Occidente y de lag invasiones bérbaras. Todo ello ha dado lugar a una serie de disor siones sobre la filiaciSn romana o germénica de las instituciones feu. dales. Discusiones y problemas ficticios, ya que Ia formacién de tn nuevo tipo de sociedad no puede reducitse a estudios formales de supervivencia de instituciones, sino al desarrollo y a la hegemonta de unas nuevas relaciones sociales de produccién, para cuya designa. cién pueden emplearse términos juridicos de procedencia muy diversa, Se-comprende asf que en las regiones que habfan formado parte del Imperio Romano y estaban identificadas en su apatato politico. juridico con la administracién de este Impetio, se conservaran tétmi- nos y concepts del derecho romano, pero aplicados a sitvaciones socioecondémicas nuevas y, por lo tanto, con un contenido diferente. Se ha elabotado la teorfa de un derecho romano vulgar, pata explicar estos fenémenos, pero queriendo siempre ver en este derecho romano vulgar la simple decadencia del derecho romano clésico, en Iugar de considerar que es Ta expresin de las grandes transformaciones eco- némicas y sociales acaecidas® Por otra parte, el llamado derecho germénico fue en su origen el derecho consuetudinario o costumbres tribales de los pueblos bétbaros que se fueron incorporando a Ia civilizacién en los siglos medievales. No es de extrafiar, por lo tanto, que en los primeros derechos escritos de los pueblos germénicos se utilicen términos jurfdicos romanos, ya que estos pueblos carecfan de una tradicién y de una terminologfa jurfdica escritas, ¢ incluso no se habfan dado entre ellos hasta entonces fenémenos econémicos y sociales como Ia propiedad privada individual de bienes inmuebles, para la cual el derecho romano posefa una terminologla muy precisa y elabotada. Pero, ademas, se ha Hegado a identificar este arcafemo EL giemplo mie carictesisin to constuye E. Levy, Wet Roman Vel ser isa, The Tae of Property Memos of tbe Anericon Potosopbied 50 ciety, 29, Filadelfia, 1951. EL FEUDALISMO VisIGODO 157 derecho germénico, procedente de su cercano pasado gentilicio, fa manifestacién del espfritu de los germanos. Esta opinién ha fo a agermanizar» a pueblos que conservaban su otganizacién tilcia, aunque estuvieran dentro de las fronteras del Imperio y no biran tenido ninguna relacién con los germanos. Este es el error cl que han incutrido los getmanistes espafiles, puesto de relieve Garcia Gallo.‘ También nosotros hemos puesto de relieve esta tién al tratar de la organizacién social de los pueblos del norte de la Peninsula Ibérica en la Antigiiedad y la Alta Edad Media.* ‘Por consiguiente, creemos que el situar como uno de los problemas centrales de la formacién del feudalismo y del «paso del Mundo Antiguo al Medieval» a la dualidad exclusivista germanismo-roma- nismo, es un enfoque no sélo insuficiente sino falso, teniendo en cuenta Ia complejidad de la aparicién de una nueva organizacién econdmico-social. En el caso concreto que estudiamos, estas nuevas formas sociales de produccién proceden de Ia sociedad esclavista 10- ‘mana y de Ia sociedad gentilicia tanto germénica como no germénica. La dificultad para conocer cudles fueron los orfgenes del feudalismo cstriba en explicar cémo se produce la sintesis de los diferentes ele- ‘mentos, que rompe los moldes de las saciedades anteriores y las supe- ra en una nueva. Sin embargo, el elemento que se ha considerado como funda- mental para explicar el origen del feudalismo es la prestacién de servicio militar relacionado con el desarrollo de la caballerfa. Esta concepcién ha partido de los planteamientos de los historiadores del derecho y de las instituciones, tratando de sefialar el momento pre- so en que el beneficio y el vasallaje, elementos reales y personales preexistentes, empiczan a fundirse por las necesidades militares. El fntento més notable y conocido en este sentido, para fijar la fecha de esta fusién en que surgirian las instituciones feudales, se debe a 4, Bl ashore gemisico deta fic y del deco on In Baad Maia ‘“patiolax, AHDE, (1955), pp. 583-680. 5 Mie comes Pee eae de eran ees ind en la ia septentrionals, BRAH (1963), pp. 225 ss.; Id. Historia an ate 8 Bd hes Mel gp toy A. Barbero, ela integraciin social de os bisant del’ Bitineo orietal al rina ‘carolingiow, Mélanges offerts ad René Crozet, 1, Poitiers, 1966, pp. 67-7! Pipe ape i tencl ppp emmy nar atd op THES ls oe ee, ee ‘ines 197-232, ahora en op. cit., pp. 13-98 y 141-194 respectivamente. * 158 EL FEUDALISMO EN LA PENINSULA 1BfRICA Heinrich Brunner que en 1887 publicé su famoso articulo «py servicio militar a caballo y los origenes del feudalismo» .* Brunner, como la mayor parte de sus contempordneos, aceptahy que el rasgo distintivo del feudalismo era su eardcter militar, cionado con el nacimiento y desarrollo de la caballeria. ‘Cuando. Carlos Martel se enfrenté a los musulmanes en 732, cerca de Poitiers, el arma més importante de los francos seria la gran espada o fran, cisca, utilizada en el combate a pie. Para confiemar esta afirmecién cita el relato de esta batalla hecho por Ia Cronica Mozérabe del 754 Brunner aduce diversos datos para precisar en qué perlodo el ejército {franco se convirtié en un ejército de caballeros. La noticia més sign. ficativa en este sentido seria la relativa a las confiscaciones de ticrras de Ia Iglesia realizadas por Carlos Martel y sus sucesores. Las tierras confiscadas serfan concedidas como beneficia a cambio de obligaciones nilitares que, en su opinidn, debian de realizarse a caballo, Las con- diciones econémicas y politicas existentes dificultarian que el Estado franco sostuviera un ejército de caballeros a sus expensas. La distri. bucién de tierras de la Iglesia sirvié para la creacién de una caballeria militar que quedaba obligada a prestar sus servicios en caso nece- sario. Esta obligacién militar personal se refrendaba con un compto- miso de fidelidad o vasallaje que, al unirse con el otorgamiento de los beneficia o bienes territoriales, desembocarfa en el feudalismo, A. Dopsch, en su conocido libro Fundamentos econdmicas y so- ciales de la cultura europea,’ ha hecho una critica de Brunner, sefia- lando 1a importancia de la caballeria entre los francos y otros pueblos en épocas anteriores a Carlos Martel, para lo que reunié datos tomados de las obras de diversos autores. Siguiendo a E. Mayer, pone de relieve «que en Espafia y el sur de Jas Galias los guerreros lu- chaban a caballo no sélo en la época de los arabes sino en tiempor inmemoriales, costumbre que se conservé Iuego en Aquitania».® Ade- més afiade de manera sorprendente, atacando las tesis de Brunnet desde otro punto de vista, que a lo largo del siglo yur y comienzos del rx existian fuerzas militares formadas por campesinos humildes que setfan infantes y poseerfan sus propias armas.® Al demostrar, pot 6. Véase arriba nota 1. 7. Hlemos utilzado le edicién de México, 1951. La primers edicién ale et de 1918, EL PEUDALISMO VISIGODO 159 tuna parte, que 1a caballeria era anterior a Carlos Martel y, por otra, que |2 infanteria era muy importante en los ¢jércitos francos poste. fiotes a Carlos Martel, Dopsch concluye «que de esta suerte resulta notoria la falsedad ce las dos premisas en que se basa Ia teoria de Brunner.” A continuacién trata del problema del desarrollo del vyasllaje y del patrociniam militar como un fendmeno plenamente desurrollado en In época del Bajo Imperio.™ La exposicién de Dopsch contra Brunner estd recogida cn el capitulo IX de su obta, que lleva titulo de «Origenes del feudalismos."® ‘Sanchez-Albornoz ha criticado también la teoria de Brunner en su libro Ex tomo a los origenes del feudalismo.® Desarrlla los pi Gipales puntos expuestos ya por Dopsch en cuanto a Ia supuesta for. macién de una caballerfa en la época de Carlos Martel después de la batalla de Poitiers. Sefiala, como Dopsch, que 1a caballeria existia ¢on antetioridad a Carlos Martel. Igualmente, lo mismo que Dopsch, pone de relieve que los primeros testimonios de la importancia de la caballerfa carolingia se refieren a finales del siglo vist, mucho des. ppués de Carlos Martel® Sinchez-Albornoz admite, como Dopsch que sigue a E. Mayer, la importancia de los hibitos ecuestres de los aquitanos que derivarian de las remotas tradiciones de los iberos sus abuelos, importadas por los vascos espafioles en las Galias al atra- vyesar los Pirineos en el siglo v1." Estas antiguas tradiciones ecuestres peice quedarian reforzadas por la importancia de la caballerta visi. Como se ve, Sénchez-Albornoz incurre en las mismas incongruen- tias de Dopsch a quien debe las ideas més importantes de su critica Brunner. Segiin Dopsch y Sénchez-Albornoz, los francos tendrfan ya caballerfa antes de la batalla de Poitiers, pero incomprensiblemente Ja caballerfa se desarrollaria entre ellos més tarde, Dopsch y Sénchez-Albornoz adolecen de los mismos defectos me- todolégicos que Brunner, al admitir que la génesis del feudalismo 10. Ibid, p. 385, Th Th” B35 He Bd pp 0 3. Exptimente Ie pare segunda del tomo IIT: Lor drabes regimen Cee. carolingio, Mendoza, 1942. be Th” CincexsMbornor, op eis bp. 48s 1S Thady pas 16. Ibid p. ot 1 tide pp. 5 yea 160 EL FEUDALISMO EN LA PENINSULA THERTCA depende en concreto de un hecho militar tan problemético como es Ja divulgacién de la forma de guerrear a caballo, Es decie, que todos ellos parten del mismo planteamiento que, en definitiva, reduce las grandes transformaciones que hicieton posible el desarrollo del feuds. lismo durante varios siglos y en numerosos paises, al ptoblema acci. dental de los hébitos guerreros ecuestres de la clase dominante, que ‘en tiltimo término se podria calificar no como un problema social sino hipogréfico. ‘Ms recientemente, Lynn White '* ha tratado de actualizar y re. forzar la tesis de la caballeria como génesis del feudalismo. Lo mismo que Brunner intenta fijar el momento en que se generalizé la presta. cién de! servicio militar a caballo, reemplazando el incidente bélico © politico que obligaria a la fusién de las instituciones beneficio. vasallaje por una innovacin técnica. Se tratarfa de la invencién y difusién del estribo que permitiria el nacimiento de uns caballeria acorazada, Esta difusién se realiz6, segiin White, entre los francos en el mismo periodo que el sefialado por Brunner para la aparicién de la caballeria. Como se ve, el intento modernizador de Lynn White no hace sino reproducir los enfoques positivistas que buscan en un hhecho clave, en este caso teenoligico, Ia explicacién de profundos cambios sociales. Es realmente cierto que el desarrollo de la teeno- logfa y de las fuerzas productivas son fundamentales para el progreso econdmico y social y los cambios que se dan en él, pero no se debe de jidentificar Ja historia en general con la historia de la tecnologia en si, ya que el desarrollo tecnolégico forma parte del desarrollo social. El feudalismo en la Europa occidental surgid, como hemos indi cado, de los elementos socioeconémicos nuevos que se habfan pro- ducido dentro de Ia sociedad esclavista romana y de las sociedades zgentilicias o tribales que se hallaban dentro o fuera de las fronteras del Imperio Romano. Los elementos fundamentales que pueden ca- racterizar a una sociedad feudal son muy distintos de los que definen f una sociedad esclavista y a las comunidades primitivas. De todas formas hay que tener en cuenta el pasado de cada grupo social para estudiar las formas catacteristicas que el feudalismo adopts en las diversas regiones. Por Io tanto, babré que considerar tanto las par- ticulatidades de cada caso concreto como los rasgos genetales que sit vven de comin denominador a un modelo muy abstracto, evitando, si 18. Medieval Technology and Social Change, Oxford, 1962, 9p. 14 ss EL FEUDALISMO VISIGODO 161 embargo, el convertir una formacién social muy determinada y con- creta en un modelo socioldgico universal. 2. LA UNION DE ELEMENTOS ECONOMICOS Y EXTRAECONOMICOS EN LA DEPENDENCIA PERSONAL Es imposible fjar el momento preciso en que se produjo la desin- tegtacién de la sociedad esclavista dominante en el mundo romano yy se fteron extendiendo nuevas tealidades socineconémicas que darfan como resultado Ia constitucién del feudalismo. Se puede sefalar la ctisis del siglo rt como la ruptura de la sociedad esclavista, aunque ésta perdurara muchos afios més.%° En cuanto a las transformaciones Ilevadas a cabo dentro de las sociedades tribales, germénicas 0 no, ¥ 19, Los problemas del fin del Mundo Antiguo y también ef papel, desem- pr Tas nvslnes hn ido aon de hasan” amon a citar obrar_y autotes importantes. que exponen teoas Uy tes: E, M. Schtajerman, Die Krise der Sklavenbalterordnung im Westen des initchen Reicher, Betlin, 1964, 8. Msazatino, Aspe! socali del querto se {olo, Roma, 199i; Id, Ei fin del mundo antiguo, Mico, 1961; M. Maze, Torte sociali ¢ restaarecione eutortarta nel 3” seeolo D.C, Catania, 1970; W. Held, Die Verticfung der allgemeien Krise im Westen des rimischen Rei- thes, Bill, 1974, A. Doptch, Fandamentos econdnicos sociales de ta cul ture enropee, México, 1931; ¥ Lot, La fin du monde antique et le début du moyen dee, Pats, 1951; H. Dannenbaver, Die Entstebung Enropas, Stuttgart, 959, 2 vols; R, Rémondon, Lr cris del Imperio Romano de. Marco. Aure- lio a Anastasio, Barcelona, 1967; 1. Masset, Las inosiones. Las oleadas ger cy, Helm 136, J.B, Ba, Hin of the ater Roman Bie row the Deuth of Theodctias { to the Death of Justinian, reedii6n, Nocea ork, 1958, 2 vols; K. Christ (editor), Der Untergang der réimischen Reichs, ‘Darmstadt, 1970, e ‘retine diversos trabajos. E. Stein, Histoire du Bas-Em- pire, resin, Amsterdam, 1968, 2 vols.; A. H. M. Jones, The Later Ro- man Empire 284602, Oxford, 1964, 3 vols.; F. Altheim, Niedergang der alten ‘Welt, Francfort, 1952; P. Anderson, Passages from Antiquity to Feudalism, Londres, 1975; J. Vort, La decadencia de Rorca. Metamorfosis de la cultura ioniee "200-500, Madrid, 1968; G. Maicr, Las transformaciones del mundo imedverrineo. Silor IIL-VII1, Historia Univeral Sigio XI, vol, 9, Madrid, 1512s M, Rostovtntf, Historia social y econdmica det Imperio Romano, Max drid,” 1962", 2 vols; W. 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Lo fundamental fue cl hecho de que los ‘campesinos de diverso origen y status jurfdico quedaran unificados. frente al sefior o propietario de la tierra, dominus, y que al mismo tiempo la extensién del patrocinium identificara al dominus y al pa tronus en una snica persona, La relacién personal que existia en el patrocinium servia ahora para canalizar prestaciones de claro con. ‘tenido econémico. Al mismo tiempo, el propietatio, dominus, al igercer el patrocinin proporcionaba medios de subsistencia a los que $e encomendaban a é| como patrono. Esto entraba dentro de las Obligaciones personales de proteccién del patrono que tenfan igual: mnie wn carfeter econdmico. Aungue esta teruinologia procede irectamente del derecho romano esclavista y surge dentro de Ia so- ‘edad romana, es facil advertir en estas denominaciones y en Ie unién de ellas en una misma persona, que su contenido objetivo socic- econdmico esti muy lejos de la acepcién que tuvieron en el derecho romano clésico. Es decir, que ha babido un cambio cualitativo en la forma de estar organizada Ia sociedad. Los esclavos estaban sepatados de los medios de produccién y se les podia vender 0 comprar como ‘mescancias independien:es valoradas por su capacidad o su especie fizacién en el trabajo, Los campesinos unidos a la tierra y depen: dientes de forma personal de sus domini-patroni no podian set separados de los medios de produccién a no ser por circunstancias tencepcionales, y su vinculacién personal no tenfa nada que ver con Ja relacién duefio-esclavo. Se habfa dado un paso muy grande hacia Jo que seria una sociedad feudal, creando los supuestos econémicos de ella, En el mundo germénico, la constitucién de las clientelas de los jefes militares y miembros mis notables de Ia aristocracia gentilicia IlevS a una dependencia personal y ‘econémica basada inicialmente 20, Pocden verse asimismo tas obras citadas en la nota 1. 21, Vease artiba, p. 22. EL FEUDALISMO VISIGODO 163 en la propiedad privada de bienes mucbles privada de bi 5, pero que era capaz ya d romper 1 cohesion social originaria de la comunidad primitiva, Més tarde, al intoducise a propiedad privada de la era, se acentos 1 ileren Ttbaros reckons y social, y los sefiores tribales y jefes . adieron convertirse en domini y patromi, segs Jn erminolopia romana de laépocs,quedando el reso dela poblacon en calidad de dependientes unidos a la tierra. duo, itll conceit para estos momentos Ia existenca de in vos que estuvieran al margen de este entramado de relaciones eco rndmicas y personales. Quizé las comunidades de aldea que mantu- vieran una cierta vitalidad podrfan sustraerse a esta situacién, pero siempre tendran el pligo de ser absorbides por el ptrocinium de poderosos més cercanos, 0 de que los miembros més ricos de sus propias comunidades ocuparan en ella un papel preeminente como dint petri, quando ls dems en una sivacion de depen- dencia respecto a el los.” El Pequefio campesino libre con propiedad individual de escasa entidad dificilmente seria imaginable en esta fa ‘én, a no ser que viviera en citcunstancias excepcionales como 1 proximided « grandes ciudades que no hubietansurio ls iias conser neeuecias dela ess ‘econémica que afecté a la vida urbana en . Es Ia Peninsula Ibérica que formaba parte del Imperio Romano, s dio tambin ete proceso que ibn unido a In formacién de ln ‘nndio aie los por campesinos dependientes con diverso tipo de Una ley de Constantino del afio 332, ditigid is a ley , ditigida al comes Hispania. ram Tberiano® se teere a la importancia de los ices fugiios ce Hispania Ea conreto I ey ttt dels ltgos pot servos bids entre el sefior que los reclama y el que, para evitar el cast la ccultacign de mancipc, opone su derecho de propiedad, oles promete 22, A, Barbero y M, Vigil, «La orgsnizacién soc wis hii Meat cpt ag! bt fEncin de"eomunidads de siden ex el fino vpn de Toledy pucte ates fee 6 ee d ae ans be Hen lene ds vtardie otal anes tee Bi sre fucu, als Porenea oon, inno crass aa aes se eyed tribes ie Guedes spare sabe oan va Si Seat alee: Ree eee mec DEERE Sa fe 164 EL FEUDALISMO EN LA PENINSULA IBERICA Ia libertad. El peso de la ley cafa también sobre of siervo reclamado, tra evitar, de este mode, la foga de sirvos. Hemos aludido « esta Tey al tratae de los movimientos campesinos del fin del Tmperio en Ie Penfnsula2* Si se tiene en cuenta que esta ley es del mismo ako que otra constitucién de Constantino de} 30 de octubre que ita a los colonos a la tierra7® el decreto sobre los siervos fusitivos de Hispania cobra un sentido més concreto. Estos siervos serfan cam- fresinos dependientes,tnidos desde antigo la tierra, y que tratarlan ve buscar el patrocinium de Intifundistas u ottos potentes por me- dic de la huida, También esta huida podia estar en relacidn, como ya puntamos, con movimientos de tipo campesino. La ley tendia, en principio, a evitar el acogimiento a nuevos patroni por parte de los Fastivon, Las dos leyes de Constantino del mismo afio coincidiefan cn objetivo esencial, el de mantener a Jos campesinos unidos a le tierra y a los sefiores de ésta. La designacién de servi para estos Fostivos puede ser cquvalente en Hispania a colowi, avaléndose junds cata hipstesis pore la palabra colori fue poco utillzada en la Hispania del Bajo Imperio y fue préicticamente inexistente en los textos visigodos. En cualquier caso podia referirse ta palabra servé f los diversos tipos de campesinos dependientes, tanto colonos como Kibertos 9 evclavos, Todos estos problemas sociales nto eran nuevos y no re pueden explicae como una coasecuencia mecénica de la pro” Trulgacién de estos decretos imperiales. Las reformas fiscaes de Dici techno, hechas con anterioridad, aceptando la unided tributaria del hombre con la tierra en la iugetf-capitatio, prucban que esta forma de explotacién agricola tenfa ya In impottancia suficiente como Pain {fue la hacienda romana toviera que basar en ella su sistema fiscal Constantino, con las constituciones citadas, no hizo sino sancionér cont campo del derecho una préctica que se habia ido formando 24, M. VigitA. Barbero, «Sobre Tos origenes sociales de 1a Reconquista.» art. cc, p, 292, abora en op. cit p. 40. Be biG, Tr, 1s eApud quemeumque colons furis alent, fuerit iover sping suae restituat, veram super eodem capita Bifam eolonos qui fugam meditantur, in servile imeeniet, ut offs, quae liberis congriaunt, merit concicionem emanations conpellantur inpleren, La prokibicién de retener ¢ Or Ser areey is unign del campesino a Ta tirta estf expresada de mane rene eT Ie interpretatio: «Si quis allenum colomum sciens,in domo ti muy a Saam price domino sesticuat ct tcibuta eins, quamdia apud co setigverit, iosMexaolvere:ipac. vero, qui noluit esse quod natus est, insert ‘ium ‘redignture EL FEUDALISMO VISIGODO 165 desde mucho tiempo antes. Duran i nuestro estudio, eaten ic deities inners tea e hicieron, en la mayor parte de los casos, sino ratificar situaciones de eco cnet imps por a at reader eo No se puede considerar correcto, como pretende E. A. Thomp- son que Chindasvinto, por ejemplo, hictera una leone edminis- trativa total del reino, que quedaria reflejada en Ja codifcacién del Liber Iudiciorum. Las recopilaciones. de leyes, en principio pri wadas, que dieron lugar después a los diversos Cédigos de fines ea ‘Antighedad, contenfan la legislacién vigente en aquellos momentos, ipero ninguno de los Cédigos representa una reforma total 0 cohe- fente del derecho, ni, por otra parte, ninguno de los emperadores 0 reyes que promulgaron estos Cédigos hicieron unas reformas de tal importancia que hubiera que telacionarlas con las promulgacioncs, Estos serian los casos de Teodosio II y de Justiniano I en el Imperio Romano, y de Eurico, Alarico II, Recesvinto, y cottegente con él, y de Etvigio en el reino visi [La extensiGn del petrocinium sobte las ‘ern, unio al domino de la tetra y de los servicios, se manifista ya en Hispania en cl ato 400 en es cfnones que hemos comenado del T Coe de . Se dice literalmente y con precisién que no admite lugar 4 dudas, en el canon X de dicho Coneilio2* que no se poia Megat 2 ser clétigo sin el consentimiento previo del dominus y del patronus —eabsque consesu domini vel pntroni»—. El texto de este canon evident que wig del dominas 9 del pronase le mis pes sos ru stan somal ene Pein Thética a fines del La importancia econémica y politica de este si i deepen pone carne de ‘naniiono eno hen de aoe ‘andes propietarios podian tener comitiv i oe ae ee ites «un de lor ead de sus tieras, Este es el caso del ejécito reclutado por los primos del emperor Honorio enite sus campesinos —servuli y ruticani™ y aplethos oikeron kai georgon»—2* Las fuentes denominan a los miem- Me aia 166 EL FEUDALISMO EN LA PENINSULA IBERICA bros de estos ejércitos como campesinos dependientes con status juridicos diverso, siendo Jo esencil el elemento econémico, s deci, ii trabajo de la tierra, y la partcipacién militar privada constitu fn principio una obligacién complementaria de tipo extraeconémico saetiy de la dependencia personal. Esta es una prucba més de la ‘unién de la figura del dominus y del patronus en una misma persona, fen este caso los parientes del emperador. EI momento culminante de In crisis del Imperio Romano de Cccidente, que llevé a su desaparicién, coincidi6 lo largo del siglo v ‘con revueltas campesinas de los Tlamados bagaudas y con las inva: Stones de los bérbaros.® Textos contemporéneos nos informan de Simo sectores de la poblacién romana hufan buscando refugio de las iffciles condiciones de vida, entre los bérbaros y los bagaudas. El scogimiento que dieron a estos romanos fugitives equivaldia « un patrocinixm. Los pasaje de Orosio y Salviano, tefirindose este + vein a los hispano-romanos, son muy expresivos.** De manera ané- lope lar circumcelliones norteafricanos parece que ¢jercieron una forma de patrocinio sobre los esclavas y los deudores.** Aunque los arbaros en un principio fueran bien acogidos por eran parte de Ta poblacién romana sometida, esto no quiere decir que no actuaran ventro de las realidades socioeconémicas existentes, contribuyendo a Consolidarlas a través de los pactos de hospitalidad y con la formacién Ge los reinos germénicos. No se puede pensar que tepresentaran en hstracto el «espiritu de la libertado, ni que vinieran a lenar el vacto de la inexistencia de una clase revolucionaria dentro del Imperio Romano como pretende Held ®* que ha desarrollado de manera dess- fortunada algunas referencias a los germanos que se encuentran en pastjes de Engels," pues es obvio que Tos getmanos no constitufan ‘una clase social5* 30, Véate el artieulo de B. A. Thompson, «Peasant Revolts in Late Kor amas Ganka Spaine, Pest and Present, n° 2 (1952), pp. 1123 y M, Vise Riper sabe tn cries ie de Resonant a ct, PE nas 287.301, abors en op. cit, pp- 33-31, Bins soe VIL, Al; fal, De Gib, Del, Vy, V, 22, 23) Vs NIT 37 3k BS’ piesner, ber Untergane der rdmizchen Herrscheft in Nordafrict Weavar, 1504, 109'y nota 111, eit, por T. Hak, «Das bivetiche Patrocinium Oot und Wests, Klin 30° (1968), p, 276.y nora 2. Ost tnd Vestteame der elgeneinen Krise im Westen des romirchen Ret che’, Berlin, 1974, pp, 134 | eet ered ia famille, de la proprisié privée ot de U'6tat, Réitons Sociales, Paris, 1971, p. 144 . les, Pans, 197 er revolucionario del Bajo Imperio y las contradieciones EL FRUDALISMO VISIGODO 167 En la legislacign visigoda puede observarse, si que hemos mencionado, eémo el fundamento de iP mene de In sociedad estaba constituido por la tenencia de bienes inmuebles a cambio de pago de censos y prestaciones de servicios. La situacién se bio hereditari tanto par es dependents como part los que ee cfan el patrocinio y, el dominio. et hereditai tanto, pncn dees seasons conten een abn caba los hombres libres encomendados, «los ibertos y los siervos En la legislacién eclesdstica se acentuaba todavia més Ia perpetuided de la propiedad eminente de a tierra y era muy diffcil para los dependientes romper el vinculo con su patrono: la Iglesia era patrona eterna, porque nunca moria.® Lo fundamental, por consiguiente, era Ja entrega de tiertas, cuya propiedad eminente nunca perdia el ser, y el cardcter hereditatio tanto de estas cesiones como de las obliga: ciones de prestar servicios, Si Ia tierra eta la base de la riqueza vel elemento econémico predominante, es natural que los servicios se refirieran en primer lugar al trabajo en ella o al pago de censos por su posesin, Ast se explica que los clérigos citados en el If Conclio de Sevilla fueran equiparados a los colonos agricolas y tuvieran por otra parte que prestar servicios religiosos en su calidad de elérigos. La situacién de los bucelaros del fragmento 310 del Cédigo de Eu. rico, reproducido en Ia ley de Leovigldo LI, V, 3, 1, indica que a cambio de la entrega de bienes tendrian probablemente que satisfacer tn censo y prestar ademés sus servicios militares. La situacién jor dica de estos patrocinados ingenuos con obligaciones militares era Ja misma que la de los libertos que, a cambio del peculio concedido por su manumisor, le debfan prestaciones econémicas y personales hereditarias. Estas obligaciones eran tanto militares —formar parte de los ejércitos privados de los patronos— como religioses, porque Ja Iplesia podia manumitir a sus siervos para hacerlos clérigos con rcs pueden verse las aertades cbtervacones de E, M. Schsjerman, Die Ree es Sibert in Wester ds cmicen Roches Bed 1964, y tambien Ins consideraciones tetricas de W. Seyfarth, «Der Begriff “Eo ler Revue de Spltanien, Ki, 49 960) 7 de S. Mazzatino, «Si pub parlare di vivoluzione sociale fine el snondo ansecdeSetinine dt adi det Como Iehone 4 stadt sull'alto medievo. I passaggio dall anti z talladto medievo. I pasaegio dllamichtd al medievo tx Occdente, Spl, 36, Véase arriba, p. 91 37, Vease attiba, p. 99. 168 EL FEUDALISMO EN LA PENINSULA IBERICA Jeran en su obsequinm. Es fécil deducit que la wy psnis de a sociedad ‘vsigoda en su conjunto dependia de estos saeestos econémicos que se hallaban refrendados por el aparsto feridigo de las leyesciviles y de los cfnones de los concilis y» como Neremos més adelante, pot el aparato politico ¢ ideol6gico. 3. EL VOCABULARIO “Hlemos expuesto en las piginas antetiores cémo las nuevas con- dicigtes ezondmices surgidas de In desintegracin de le sociedad es- cieyista romana y de la evolucién de las sociedades tribeles Hegarfan {coincidir imponiendo unas determinadas relaciones entre los pro- Rietatios y los trabajadores dependientes de ellos y adscites Ferra, La importancia determinante de estas releciones tenderia « saerrgr Ia situacién de los hombres dependientes, Jo que explice e the yn aefialado atrbe, de que en el vocabulario juridico visigodo pe Nalizen vocablos diferentes referidos a un mismo contenido que SSaeaba a dependientes con diverso otigen en cuanto a su primitive Tatas jridico 0 al de sus antcesores, Se puede infris también due serstmes ocasiones un mismo vocablo designarfa. a individuos « Srigen diverso, pero que al identiicarse su situacin en Ta préctice Cureceria de sentido cl recordar las antiguas distincones. Probable frente lor serei, que apazecen de manera tan frecuente en el Liber Tediciorum, procedertan tanto de los exclavos agricalas como de Jor Hibertos 9 colonos de fines del Imperio, y otros trabsjadores uni aie terra Merece le pena poner de relieve aqui, como apunta Schtajerman, que la palabra seroi se empleaba ya desde el siglo 1 principelmente’ para lot esclavos agricolas, diferencdndolos de, Tos eee e domésticos* A ellos se asimilartan los demés trabsjadores Gal campo, hecho que podria explicar cl que la lepislacién civil vi fjode no mencione a Ics cofoni. Otras generalizacones en el mismo aetrido las encontramos en los escritores del Bajo Tmpetio que con Te expresign rustic! o rusticani se refieren al campesinado dependien 38, PD, King, Law and Society im the Visigotbic Kingdon, Cambrides Sisk der schen Rei 2972, wo 1048, 9 Hi ayenaterordmung im Westen des rOmischen Re ches, Berlin, 1964, pp. 194 5. EL FEUDALISMO VISIGODO 169 fuera 0 no de origen esclavo."” La ambigiiedad de estas designaciones se comprucba también en la documentacién altomedieval, donde se distingue entre siervo libre y siervo no libre, y se aplica la palabra mancipium, sinénimo de servus, tanto a los libres como a los eman- cipados,t" se hacen equivalentes libertixi y servi,t* y se habla de la emancipacién de libertos en documentos leoneses del siglo x Estas categorias juridicas, procedentes del derecho romano esclavista, hi bfan perdido su primitivo significado y eran utilizadas indistintamente de forma imprecisa en el sentido téenico, pero de forma muy precisa en cuanto a que expresaban Ia realided social existente en su époce. Teniendo en cuenta las consideraciones acabadas de hacer, se comprende que en el reino visigodo se extienda una misma termino- Togia para designar las relaciones de dependencia que existian en los dliversos niveles de la organizacién social. Estas relaciones podfan tener cardcter econémico, de prestacién de servicios, 0 bien un contenido politico y, en sltima instancia, religioso en el plano ideotgico, repi- tiéndose el mismo vocabulario en las diversas instancias. No sélo el dominus y el patronus se confunden, sino los tipos de obligaciones «que los dependientes tenfan hacia ellos, ya fueran ingenuos encomen- dados, clétigos, libertos privados, fiscales 0 de la Iglesia, siervos fis- cales © privados, etc. Se encuentran en el mismo contexto dominus, patronus y ~en la Iglesis— presbyter, cuando se nombra a Jos sefiores que ejercfan un dominio sobre personas de rango social inferior. Del mismo modo las palabras obsequium, patrocinium, ser- vitium, reverentia, bumilitas, dicio, servitus, fidelis, infidelis, obe- dientia, gratia libertatis, fides, fidelitas, famulatus, infidelitas, ino- edientis, ingratus, perfidia se encuentran profusamente € inter- cambiadas para designar las relaciones de dependencia y Ja rup- tura de estas relaciones entre siervos, libertos, libres encomendados, clérigos y miembros de la nobleza, tanto con los sefiores privados 40, M, Vig. taser, acne los ovgees xe do a Recon», arc dt, pp. 25, ahora eh oP, clo. 42 ss iajerman, Die Kise fer “Sieseatateeang in Watts rime. Ree, Beto, 96, pp. 191s 41, M, Bloch, eLiberté et servitude pewonnlles au Moyen Age, pattcu- Agsement en France contnbution 4 une ede des claser, Malayer ‘itor dues, T, Patt, 1963, p. 334 {2." Crinita de Alfontp Ii en sus dos tedaccione, refviéndose «a rbe lin en la pace de’ Aurelio "3" M. loch Les “clliberi”, Srud> sur la formation de la classe sevvilen, MélengerBitoriuet, Ty p. &2L 170 EL PEUDALISMO EN LA PENINSULA IBERICA 11 Ja Iglesia y el monarca. Creemos que es importante sefalar rr dasa ‘sos sgnificntives como los de las palabras obser Yy servitium vstilizadas pare las relaciones privadas y para las de ew racer pblico, Lo mismo sucede con las paras fdelis | infidels {que se emplean tanto pera designar las relaciones privadas de los Seomendatlos, como las piblicas. La Iglesia utiliza obedientia, reve- rentia, builitas como sindnimos de obsequinm, purocinium y sere i rata Herat pn esas ec del mama 1 labra gratia se aplica en la ley civil para las donaciones repias; eee ado, we aeAT Cones de Toledo Ta ropeaea de I Seid al rey se llama ingrata servitia, andlogamente al Jocomelinlen ds bsequin de los dependents de Jt Iglesia que da lugar «ls i grt acto so store sy Hamadosingrt. rtis ieriatis ic lesidsticos corres, fan los 1 jt since- do noel mismos trminasreltids a fa fieidad al rey: soem servitium, promtum ac fidele obsequium, fidele obsequium Tgunlmente en la fSrmula 43 Toronense de encomendacin epreeen los términos servitium y obsequium para denominar las obligaciones dhl encomendado. Por otra parte, el que la Iglesia utilice la expresisn in dicone ™ pars designe el patrocinio w obsequio elesitico = re velador de que se esté empleando un término politico aplicado en feneral a la soberania y a la dependencia nacida de ella, para unas felaciones de dependencia personal privala. Pensamos que eta equ alencias semintieas no debieron de ser producto de una wtilizacién Caprichos dels palabras o de ns dcadencia ene uso del lengua Sino que constituyeron un hecho de profundo significado, de acuerdo fon la consolidacién de unas nuevas relaciones sociales y econémicas asi como pollticas. 4, LA FIDELIDAD COMO viNCULO POL{TICO i i a como el mayor patre- En efecto, se ha visto cémo el rey actuaba com 5 nus y domines y qve se poder se basaba en los recursos econdmicos tanto propios como del Estado, y, por lo tanto, debin de tener on mayor niimero de dependientes. El vineulo piblico que daba HL V2.2 $B Gino de Toledo, canon 30, EL FEUDALISMO VISIGODO im sidn al Estado se expresaba por medio de la fidelidad jurada al rey, ‘que representaba una relacién de dependencia personal con conno- taciones econémicas y religiosas, concebida a partit de las relaciones de dependencia y obligaciones de servicios en las que se basaba el orden social. El proceso seguido, segin lo hemos expuesto en los capitulos anteriores, surgié de unas condiciones materiales nuevas que Ilevaron a Ia extensin de los vinculos personales de dependencia. Cuando estos vinculos se hubieron generalizado, legarian a tener un valor politico, aunque aparentemente en este nivel politico y en el ideolégico-religioso el proceso se presentara a Ia inverse, es decir, como naturalmente existente e impuesto de arriba a abajo. Esto ocurrié en un momento en que el Estado y el monarca, su méximo representante, eran incapaces de asegurat el ejercicio del poder por medio de una dependencia material eficar frente a los sibditos, y utilizaban las telaciones de tipo personal ya existentes pata ctear nue- vas telaciones politicas. EL instrumento empleado por el Estado visigodo para llevar a cabo esta practica politica fue la fides o fidelitas que comprometia a los siibditos, tanto laicos como eclesidsticos, con el rey por medio de un juramento religioso que les obligaba'a no atentar contra su vida y a prestarle servicios. El rey, por su parte, se comprometia también a respetar los bienes y personas de sus fideles y a teconocer el pleno derecho de In propiedad sobre las cosas que les hubiera ‘otorgado. La ruptura de la fidelidad, infidelitas 0 perfidia, daba poder al rey para confiscar los bienes de los reas de este crimen, lo mismo que para castigerlos corporal y espiritualmente y decidir Ia degrada- cién social que podia reducir a Ia nobleza a la servidumbre y a la pérdida de la capacidad de prestar testimonio en los juicios. Las prestaciones de servicios militares se fueron incorporando a las obli- aciones genetales politicas que eran propias de todos los fideles. En la Gltima época del reino visigodo cobré especial significacién la obligacién de prestar el juramento de fidelided al nuevo rey, que los miembros de la administracién del reino u Oficio Palatino, laicos y cclesissticos, debfan de hacer en la presencia regia, y los otros fideles ante funcionarios del monarca, discussores iuramenti, que recortfan el territorio del reino con esta misién. Las obligaciones de acudir al amamiento regio, como en el caso de la convocatoria al ejército piblico con las fuerzas privadas, leyes de Vamba y Ervigio, lo mismo ne en el de renovar el juramento de fidelidad al nuevo rey, bien 172 EL FEUDALISMO EN LA PENINSULA 1BERICA personalmente bien por medio de los discussores, ley de Egica, son usos politicos tipicamente feudales. Con anterioridad tendrian ya sus equivalentes en la organizacién de la Iglesia visigoda. La Iglesia y sus representantes, los obispos, actuaban igualmente como grandes patronos y, en este sentido, los metropolitanos exigfan de los obispos de su provincia que scudieran a su convocatoria para los concilios y otras ceremonias, bajo penas de excomunién, pudiendo solamente ‘excusarse por razdn de enfermedad,** excusa que era también la tinica vilida para los que no acudieran a la guerra en las leyes militares de Vamba y Ervigio, y para los que no se presentaran a prestar el juramento de fidelidad al nuevo rey en la ley de Egica. Por otra parte, los libertos de la Iglesia debian de presentar al nuevo obispo sus escrituras de manumisién, renovando sus promesas —professiones— en las que reconocian su condicién de libertos y las obligaciones econémicas y personales contenidas en el obsequium, segiin sabemos por el canon IX del VI Concilio de Toledo. En el canon IV del TIT Coneilio de Zaragoza se precisa que los nuevos obispos debian de inquirir la condicién de los libertos de su iglesia por medio de sus clétigos y de sus domésticos, para que los manumitidos presentatan sus professiones y carthulae libertatis. Estos clérigos y domésticos eran evidentemente funcionarios del patrimonio 0 casa episcopal, y su misién de averiguar la condicién de los libertos eclesiésticos para que éstos presentaran sus escrituras de libertad y al mismo tiempo renovaran sus compromisos personales con el obispo, como mant- tmitidos, les asemeja en sus funciones a los discussores segiin los des- ctibe la ley de Egica. Esta semejanza sugiere que en las dos situa- ciones se reproducitian précticas nacidas de 1a administracién de los grandes patrimonios de los domini y patroni tespecto a sus depen- dientes. L, Halphen, un historiador clésico del Imperio Carolingio, ha puesto de relieve la importancia y el contenido del juramento de fidelidad que se debia de hacer a Carlomagno, Lo resalta como el més importante de los vinculos politicos que unfan al emperador con sus sibditos. EI compromiso «en una sociedad impregnada por el senti- miento religioso era considerado como indisoluble». El emperadot utilizaba funcionarios —rissi— encargados de reclamar la renova- 46. Concilio de Mérida del aco 666, cénones VI y VIT (Vives, pp. 329 $5 XIII Concilio de Toledo, canon VITT (Vives. pp. 424s.) EL FRUDALISMO VISIGODO 173 cin del juramento, como emperador, a todos los sibditos sin ex: cepcidn; “la ruptura de Ia fidelidad Ievaba consigo la pérdida de prestar testimonio en los juicios, penas corporales y espirituales, ser situado en Ja categoria de los infideles a los que se podia confiscar los bienes ¢ incluso quitar la vida.** Dentro del deber de fidelidad se contenjan numetosas obligaciones de tipo fiscal, militar y religioso, La forma de realizarse el juramento de fidelidad carolingio y las consecuencias de su ruptura son, en nuestra opinién, muy semejantes 4 las del reino visigodo. Entre los visigodos existian {6rmulas escri- tas —conditiones— que se describen, segiin se ha visto, en las fuen- tes. El juramento franco se hacia también mediante frmalas cuyos textos escritos nos han sido transmitidos.** Se utilizaban funcionatios eaviados por el monarca, discussores iuramenti entre Jos visigodos, y ‘isi entte los francos. Esta funcidn en el reino franco se encuentra ya muy desarrollada en capitulares anteriores a la restauracién del Imperio, como el Capitulare missorum de 792 0 786 donde una de Jas obligaciones principales de los missi era la de recoger los jura- mentos de fidelidad.°* Igualmente etan similares las penas que Ilevaba consigo su violacién, como cabe observar comparando las enumeradas arriba para los visigodos,** con las existentes entre los francos. 5. LA 1DEOLOGEA POLfTICO-RELIGIOSA DE LA FIDELIDAT Y EL RITO DE La UNCIGN REGIA __Los vinculos politicos que servian para dar cohesién al Estado visigodo no sélo se expresaban dentro de un matco ideol6gico-religio- $0, sino que quedaban refrendados por categorias espirituales que ponfan de manifiesto una dependencia que iba desde Dios, el rey y Ja Iglesia hasta el tltimo siervo. Para comprender Ia cohesién ideo logica, unida a la politica, que se desarrollé en el reino visigodo, hay 0 Fig, aPitlae n° 33, MGH Capitularia regum Francorum, J, pp. 92 +, del cc ge in, Chlemare ef Lempert, Bats 1968 (ei 1 5 ara lee ena por perftio, weanse las referencias iia cig fas referencias documen- Je leqations dictum del ao 189, MGH Captwerie re Francorum; 1, pp 62 S09 en ol Snal cel Captular n* 34, Cepteons msec, vrei MH Canaria rex Bancorp 104 is in Francorin 1, p66. 51: ease arb, p17 ne Ee LA WwERICA 174 EL FEUDALISMO EN LA PENG que tener presente Ia observacién que hemos hecho arriba de que unas condiciones materiales nuevas Hlevaron a la extensién de los vinculos personales de dependencia que, al tener un valor politico ¢ ideoligico-religioso, se presentaban como existentes por naturaleza ¢ impuestos de atriba a abajo. J. C. Rodriguez, al estudiar la fancién de la ideologia refiriéndose a la sociedad feudal, hace observaciones 1 nuestro juicio muy atinadas: «lo que la ideologia feudal dice es que el hombre es esencialmente “siervo” de un “Sefior” (se esctiba te con mayéscula 0 con miniscula), y tal nocién-eje permanecers siempre latente ¢ incontrovertible en el trasfondo de cualquier tipo de’ produccién ideolégica medieval [...] De ahi que los individuos inscritos en las relaciones feudales (tanto los pertenecientes a las cla ses dominadas como los pertenecientes a las dominantes; esto tanto los verdaderos siervos como los meros ‘‘siervos de Dios”) con- ciban a tales relaciones, las vivan, como efectivamente “serviles”, se autoconciban ellos mismos (y no puedan hacerlo de otra manera) como literalmente “sicrvos”.* A través de los textos visigodos de todo tipo se puede observar cl carécter sagrado que adopta Ia resleza y, por consiguiente, ef gobernante que es ef rep-esentante de Dios y del cual recibe el poder. Esta concepcién religion del poder habia sido elaborada por una larga tradicién cristiana en la que se fundia Ja tcoria politica filo séfica grecorromana con la biblica, con nombres muy conocidos como Euscbio de Cesarea, el Ambrosiaster, Agustin de Hipona, Gelasio, Gregorio Magno y, en lo que respecta al reino visigodo, Tsidoro de Sevilla. Isidoro fue también cl gran inspirador del IV Concilio de Toledo del 633, en cuyo canon LXXV se explicita ahora clara y coberentemente el carécter sagrado del monarca y su dependencia de la divinidad, al mismo tiempo que este carécter se une al juramento de fidelidad que le deben los stibditos. Como tesrico de Ia politica, Isidoro es un hombre que esté a caballo entre dos épocas, el «fin de In Antigtiedad» y el «comienzo de Ia Edad Media». Sin embargo, se puede considerar que su pen- samiento va a estar mucho més de acuerdo con las nuevas realidades hist6ricas medievales del futuro que con la perduracién de lo que significaba el antiguo Imperio Romano. Para Isidoro, el cuerpo for- 52. Teoria ¢ historia de la produccién ideolégee. 1: Las primeres lite tataras burguess, Madi, 1974, 13. EL FEUDALISMO visIGoDO 175 mado por el conjunto de naciones no es ya el Impetio, sino Ia Iglesia. Este cuerpo esté unido por la unidad de la fe y la «con- sregacién de este pueblo de las naciones es Ia misma Iglesian. La Iglesia esté formada por esta pluralidad de naciones y constituye un gran rcino, «unus Dei populus unumque regnum». Los principes estén dentro de esta Iglesia y deben apoyar por la fuerza lo que los sacer- dotes no pueden imponer por Ia palabra. Queda bien claro asf que para Isidoro los principes se hallan supeditados a la Iglesia en materia espiritual, segiin habfa mantenido Gelasio, pero va atin més alld, puesto que afirma taxativamente Ia obligaciéa que tienen de imponet por el terror Ia diseiplina, si no basta la palabra de los sacerdotes.®® El ejemplo de Ia prefiguracién de Cristo en Melquisedec, personaje del Antiguo Testamento que aiina el regnum y el sacerdotium, es importante también en Ia teorfa polltica de san Isidoro."* Existe tuna unin entre el regnum y el sacerdotium que a través de Cristo pasa al rey como otto Cristo, alter Christus, que lo obligaré « compro- ‘isos espirituales dentro de su funcién temporal; al mismo tiempo, Ja primacia de lo espiritual puede Ievar a la dependencia del rey respecto a los sacerdotes representantes de la divinidad, No obstante, en Isidoro perdura Ja antigua doctrina de que el gobernante es sicmpre el representante de Dios, del cual recibe el poder. Incluso el mal gobernante debfa de ser obedecido, segin el Ambrosiaster, Agustin de Hipona y Gregorio Magno. Isidoro en un Pasaje de sus Sententice nos explica el origen del poder politico que nace de la eleccién hecha por Dios, citando a Oseas, 8, 4: «Se dieron reyes pero no elegidos por mi». En otros lugares Isidoro se expresa de la forma més tradicional y al mismo tiempo més ambigua de que Dios ha dado a su pueblo malos gobernantes como castigo, aprove- chando otra cita de Oseas, 13, 11: «Te di rey en mi furor'y en mi ira te lo quito».®° 33, De Fide Cathal, I, 1s 4 ehuius popli conreatio eat gentibus inna ext ectesan. San Isidoro desirrolls esta docrina en an pase ls Seton. fee, I, 31, 4: sprincipes sacl nonmungeam ‘gre exten pote sdeptac culmina tepen, ue per eandem porcine decpiae nates imal Cau nr Ele potter ate non east a non precraetsucrdos ef dtnaesctmoncn, Reese ee went 2 Slee orm, “omen Bs Bos ines 1 De rte ef obi patram, 109 y tambign. Alegorise qusedem tae San 18: Mach (Rept Cait le ere ake ctr Sacre st ASebare de Aga » El pensamiento pul Vislgodo y las pe 176 EL FEUDALISMO EN LA PENENSULA TBERICA a ambigiiedad de la doctrina politica de Isidoro de Sevilla se pone de manifiesto en la aceptacién por el TV Conciio de Toledo sels deposicién de Suintla, monarca, que, segsin el propio Tsidoro, fhabfa reeibido el wrono por la gracia de Dios.” Sin embargo, doso en las Etimologias acepta el antiguo aforismo latino: etex eris St reste facias, si non facias non erisn,*" lo cual permitia que, a pesar de haber recibido el rono Suintila por la gracia de Dios, podia fer apartado de él por su corducta como gobernante. Los padtes del TV Concilio de Toledo condenaron « aquellos que ‘ge matan con si propia mano olvidindose de su propia salvacién, y disigen sus fuerzas contra sf mismos o contra sus reyes». Citaron ung Sez'més a David, como ejemplo de buen stibdito que respeta 4 los Tingidos del Sefior, y mencionaron los passjes biblicos con la prohibi Giga divina: «Nolite tangere Christos meos», y Ia exclamacién de David: «Quis extendet manum suam in Christum Domini et innocens crib», Otros esctitores eclesidsticos habfan comentado Ia conducta de David eepecto a Sail. El Ansbrosiaster sostenia, teniendo en cuen- ta este ejemplo, que al rey se le debfa de honrar siempre, aundue faers malo, También Gregotio Magno explicaba Ia actitud de David hhacia Sail en funcién de que los buenos siibditos no deben de resistir al que gobierna, cuya autoridad sobre los cemés hombres viene de Dios** En este Concilio se Je da al rey un carfcter sagrado, como ngido del Seior, Christus Domini, contra el que nadie debe atentars pero también se abre Ja pesibilidad a nuevos destronamientos, ind Pando que las reyes que no gobieren rectamente deben de ser sepa fados y jumgados por Dios! Esta doctrina est expresada en el Ganon LXXV del mismo Concilio: «Y acerca de los fururos reyes, promulgamos esta determinacién: que si alguno de ellos en contra “Fera nclones sexs en ta Europa medicals, Hispania, XXX (1970), pp. 245 cite spare ; AeA BELTITS anno imperii Heraeli X slviosssinan 37. 1X, 3. 3h Ke Barbero de Aguilera, «El pensamiento polftico visiando.-m, a ts pp. 245506, aqul p. 29 de ia tirade spare. Los textos del. Ambronarier a Qucstones cers oi testament, Sly, 3, 86 Gres ‘Magno en Feeudae’pastorales, TIL, 4; Libri moraliums im Job, 22, Loe rea! Barbero, «Sucesi6n al tron0, y evolucién social en el reino.visigodon, Hispania Antigua, IV (1974), p. 388. EL FEUDALISMO VISIGODO 77 de la reverencia debida a las leyes, ejerciere sobre el pueblo un poder despatico con autorided, soberbia y regia altaneria, entre delitos, ccrimenes y ambiciones, sea condenado con sentencia de anatema, por Cristo Seiior, y sea separado y juzgado por Dios porque se atrevis a obrar malvadamente y Ilevar ef teino a la ruina»." Se puede dobservar Ja ambigiiedad de la doctrina polftica de Isidoro reflejada en el Concilio. La contradiccién se da en el pensamiento de Isidoro y cn Ia historia concreta se aplica para justificar el acceso al trono por la fuerza de Sisenando y Ja deposicién de Suintila. Suintila habia ‘obrado de manera no recta enriqueciéndose con «exacciones 2 los pobres>, esto ¢s, mediante confiscaciones de los bienes de Ia Iglesia, asi como de bienes de la nobleza." Tas mismas frases btblicas del IV Concilio de Toledo referentes al cardcter del rey como un ungido de Dios, se repiten en el canon 1X del XVI Concilio de Toledo Desde estos supuestos se puede intentar la comprensién de una teoria politica que se presenta aparentemente contradictoria, El oti- zen divino del poder politico nos sitéa en Ia tradicién de loc eectitores Cristianos de fines del Imperio. La ficcién de Ia continuacién del Tmperio como una unidad politica superior perdurarfa incluso mucho después de que se extinguiera el Impetio Romano de Occidente. Por ‘eso el nacimiento de los reinos bérbaros nacionales se manifest6 como una negacién del Imperio, pero pretendiendo conservar gran parte de la antigua organizacién politica y social.® Este es el caso del reino visigodo que vivird en una lucha constante por Ia super- 60, eSane de furs regibus hane sententiam promulgamus: Ut, si gui ex gum superbe dominaione et fate regio in Agi iige cudelssimampotesatem In populis_exercucit Staticinas sententa Chisto domino condernetsr et habeat « Deo separ Poncnngue udm propter quod preetonwert prava agee et in pemicem ‘converter (Vives, pp- 20 #9 ‘61. Gf. A. Barbero de Aguileta, «El pensamiento politico visigodo...», art. cit, pp. 245326, gu pp. SE 4. de la Sada parte. ‘bP Vease aioe, pe 150 » 3 Vee ef seildo queda Engels a los sérmioos necién, nacional, ne cionalidad en. su léxico, F. Engels, Lorigine de le famille, de la proprieté pric Nacién conserva a menudo el sentido amplio del f ch deci’ “pebinccm, poco El adeivo “nacional” te aplica de ia palais sas ngs eo gn eo Te Se et Pe ie tpt ol pestle» fn cota etapa de st desaralo “ue, oh fe a he 7 fCeaacon de Tas nacioespropiamente dicho 178 EL FEUDALISMO EN LA PENINSULA IBY:RICA vivencia entre un aparato politico centralizado, representado por los reyes, y las fuetzas sociales que el propio Estado defendia y encar- aba, y que respondian a los intereses objetivos de las capas més altas de una sociedad feudalizada.** EL IV Concilio de Toledo establece que el monarca tenia un carécter sagrado y debfa de ser elegido por Dios. No hay que olvi- dar que Isidoro consideraba en su Historia Gothorum "* que Suintila debia el reino a la gracia divina, El rey se convertia en el ungido del Sefior —Christus Domtini— y en el elegido de Dios, pero la cleccién se hacia a través de sus representantes en la tietra, los obispos unidos a la nobleza. La uncién regia, un nuevo tito, sancionaba en !a préctica toda Ia teoria politico-religiosa, de forma que el monarca Trecién clegido eta ungido por un representante de la Talesia. Se expresaba as{ de forma ritual tanto el carécter sagrado de la realeza ‘como la dependencia del principe respecto de Dios a través de la elec- cidn y de este acto ritual." La primera mencién segura de Ta uncién real entre los visigodos la debemos a Julidn de Toledo al referirse a la Subida al trono de Vamba.” La Historia Wansbae da a entender que la tuneidn ya era algo antiguo, conocido entre los visigodos, y a la que sin duda alude el IV Concilio de ‘Toledo al denominar al rey ungido del Sefior. En los textos legales visigodos no se habla de Ia uncién real; la ‘conocemos por la Historia Wambae, alusiones de las actas conciliares y noticias del Latérculo de los teyes visigodos. Como hemos obser: vado ya en otras ocasiones, la ratificacién legal civil o candnica de tuna préctica consuetudinaria se realizaba con mucha postetioridad a Gque se institucionalizara la costumbre y habrfa casos en que estos tis0s politicos, como el de Ja uncién, no fueron ratificados por la ley civil. No se ha conservado el ritsal de la uncién regia visigoda. Sin embargo, el Antifonario de Ledn, considerado como una copia autéo- tica de otro antifonario escrito en el primer afio del reinado de Vamba, representa en una de sus miniaturas al rey entre dos obispos, siendo ungido en la cabeza por uno de ellos. En el folio 25 del 64. A. Becbero de Aguilera, «El pensaniento polico vsigodo..n cit pp, 24596, ago pp. Bd. ela ada aparte SP Vea sian, Boi 35 SAS go Red, of psc ole wien sit pp. 219386, al p. OL de la tirade apace BP Far AUCH SSM, W, pp 302 EL FEUDALISMO VISIG0D0 179 Antifonario de Leén se lee: «desde Ia encarnacién de nuestro Sefor Jesucristo hasta el presente afio primero del gloriosfsimo principe Vamba, eta 710, han transcurtido 672 afios, y desde el principio del mundo hasta el presente aio primero del rey Vamba, eta 710, han transcutrido 5.872 aos». Es este el mismo cémputo de Julién de Toledo, lo que parece confirmar la autentcidad del Antifonari La iltima representacién del Antifonario ilustra el «officium in ordi- rnatione sive nataicio regis». El texto del Antifonario conserva las cotaciones de los oficios litirgicos, pero no el ritual de la uncién 6. LA FIDELIDAD COMO VINCULO RELIGIOSO con Dios La teotia politco-eligiosa cobra su pleno significado al referirse ala relacién de dependencia en que se hallaba el rey respecto a Dios, relacién en la que estaban también Ia Iglesia y sus representantes y cl pueblo en general. En el III Concilio de Toledo encontramos ya elaborada la doctrina de la dependencia del rey y del pueblo respecto a Dios y la identificacién de la fides y la fidelitas, ambas referidas a las obligaciones que se debfan a Dios. Nos parece conveniente dete- nernos en el estudio de la alocucién hecha al IIT Concilio de Toledo por Recaredo, anunciando su conversién al cristianismo nicefsta, y en el de las profesiones de fe firmadas tanto por él como por Ja reina Y el testo de Tos aistentes. Si ae dene en cues el sentido de le conversién y el vocabulario empleado, se puede observar que tanto «i'r como cl pochlo entaban en una nea fe 0 fideided, cons 68. J. Pérez de Usbel, «Antfonatio de Laso», Arcbivor Leoneses, ok: Bera Ute, tina de Ltn, ei Sener, VL segin Vives y Sercano, {Neron aGadidos en el siglo xt. MLC. Diaz y Diez, ‘os: prslogos del Antipbonale Visezotbicare de In catedeal de Les, Arch 05 Leoneses, VIII (1954), p. 251, esti de acuerdo en que «los folios 19-28 Aue contienen la obra computistica stibuible verosimilmente a Arias que la ompild en le ers 1107 (a0 1069), son postetiores y de diferente, manos, peo continga diciendo que hay que hacer una revisién cuidadosa del probleme, Taisten, de hecho, varios cdmputos en estos folios, uno que se refiere al tito 1065. que iis el cdmputo del 3199, otro, el que exponemos en el fat ae te fe a ca de 320 de ulin ds Toledo ae Se sci at gf B06, De st forma, el recopiador pu rege fos cmpinoe 69. BrouVives, El Antifonario visigticomoxirabe de la Catedral de Leém ‘en Monuments Hispaniae Sacra, Sene Litirgia, 1, Madtid Barcelona, i aa afin hala ep 50432. — 180 RL FEUDALISMO EN LA PENINSULA IBERICA derando que fides es sinénimo de fidelitas. De esta fidelidad nactan ‘nuevas obligaciones hacia Dios que encontraban como contrapartida Ja proteccién divina. La conversién esté expresada como una enco- mendacién del rey y el pueblo a Dios al entrar en Ia verdadera fe, fides, y haber abandonado el error que tenia el pueblo en la infide- lidad —infidelitas—. Los que no aceptaban el cristianismo nicefsta se convertian en infideles, mientras que los otros eran considerados fideles. La vuptura con Ia fides cristiana de Nicea, Constantinopla, Efeso y Caledonia equivalia ante Dios y el mundo a un crimen de infidelided con la pena de la condenacién eterna. Es necesatio re cordar también que los bienes de Ia Iglesia arriana pasaron a la niceis- ta” hecho que en Ia préctica era igual a la confiscacién de bienes por el crimen de infidelidad. Hay tres pasajes fundamentales en esta alocucién y que son los siguientes: «para que, depuesta 1a obstina- cién de la infdelidad y apartado el furor de la discordia, condujera a este pueblo que servia al error, bajo el falso nombre de religién, al conocimiento de la fe (fides) y al seno de la Iglesia catélica»,” «si alguno de ellos no quisiere creer en esta recta y santa confesi texperimente la ira de Dios con el anatema eterno, y sea su perdicién 020 para los fideles y ejemplo para los infidefese,” «si alguien in- tentara depravar, corromper, cambiar esta santa fe (fides) 0 quisiere separarse de la misma fe 0 de la comunién catélica, la cual por la miseticordia de Dios acabamos de recibir, sea delante de Dios y de todo el mundo culpable por toda Ia eternidad del crimen de infide- lidad».”* Es decir, que la profesién de fe del rey y del pueblo era también tun juramento de fidelidad a Dios en reconocimiento de su depen: dencia, y cya ruptura Hevaba consigo penas por infidelidad. Las firmas de las reglas de fe de los Concilios de Nicea, 1 de Constan- tinopla y de Calcedonia, pueden ser consideradas como la firma del 70, Véase arriba, pp. 57 3s FA. , 3,38 1 sama Do ene Coins FEE, Ge Sah EL FEUDALISMO VISIGODO 183 Ja fidelidad. Masona deberfa dejar Ia fe, fides, y pasar a Ia herejfa attiana con toda Ia plebe a él encomendada.** Se puede establecer fécilmente un paralelismo entre los pueblos encomendados a los reyes por Dios y la plebe confiada al obispo Masona. Paralelo puesto de relieve por la identidad del lenguaje que hemos estudiado anterior- mente? En su dispata con el obispo arriano Sunna, Masona y los suyos son designados como famulus Dei y fideles, mientras que el obispo attiano merece Ia calificacién de infidelis episcopus.** Cuando Masona, perseguido por Leovigildo, fue despojado de la basflica de santa Eolalia, ésta se le aparecié en respuesta a su invocacién, ma- nifestindose como sefiora piadosisima —epiissima domina»— para consolar a su siervo fidelisimo —«fidelissimum consolari dignata est servulum»—, diciéndole que ya era tiempo de que volviera a Ia ciudad y prestara el servicio antiguo que se debia a la santa —«pris- tinum mihi debeas exhibere servitium»—. Luego se aparecié al rey, fageléndolo y pidiéndole que le devolviera a su siervo —eredde mihi servuin meum»—* Fsté claro que este texto hagiogréfico repro- duce en la terminologia con Ia que se narran los sucesos las rela- tiones de dependencia generales con ohligaciones y servicios por parte de los que entraban en estas relaciones. As{ Masona es desig- nado famtulus Dei y fideles a los que estén con al. De forma andloga Jolin de Toledo en la Historia Wambae lama farulatus al vinculo de fidelidad con el rey °° y también se utiliza la misma palabra con {déntico sentido en el canon I del XII Concilio de Toledo." Sunna, por no participar de la fe niceista, es designado infidelis; santa Eulalia, invocada por Masona, se presenta como domina y consucla a su idelissinus servulus, prometiéndole que pronto volverla a darle a clla su pristinum servitim. La actitud de santa Eulalia con Leovi- gildo, segiin el texto hagiogréfico, corresponde a la de una doming © patrona que exige Ia devolucién de un dependiente que le ha sido frtebatado por otto podetoso. Después de este breve examen del texto de Paulo Diécono queda fuera de duda que las relaciones de dependencia actuaban a nivel ideol6gico rigiendo las concepciones 86, ES, XUIL, p. 361: «ut relicta fide Catholica ad Arianam hacresim cum, suniverstate lel ‘commissae diverteret» Sr. Vesna arrib, pp. 179 ge, ES, XIII, p. 3 89, ES, XIII, pp. 371 s. 50. HW, 8, p. 307. 91, Vives, p. 387, 184 EL FEUDALISMO EN LA PENINSULA IBERICA de la vida espiritual, El estudio de Ja literatura hagiogréfica de este perfodo, con su debido tratamiento, est por hacer en general, Las obras hagiogréficas deben de ser estudiadas como productos ideol6- fgicos para que Hleguen a ser sitiles como fuentes histérices Por otra parte, cuando la ideologia penetra y cohesiona todos y cada uno de los niveles de la sociedad, incorporando y representando las creencias generales, aunque en su origen sea un fenémeno histé- rico, actiia de manera atersporal. Por eso carece de sentido a veces ‘cl discutir derivaciones e influencias para fjar una cronologfa, sacando Conclusiones que serfan ciettas solamente respecto al dato empirico, Un ejemplo que se puede aducit en este sentido son las expresiones utilizadas por Julién de Toledo al final de la Historia Wambae, en las que, al referitse a los castigos infligidos a los que fueron infieles ‘a Vamba y al fin victorioso de Ia campaiia, repite con pocas varia: Ciones Jos tétminos empleados en el IIL Concilio de Toledo para aquellos que no quisieran entrar en fa nueva fe o fidelidad.™ ‘Puede relacionarse con esta problemética la cuesti6n de los judos en el reino visigodo que ha sido objeto hasta Ta fecha de numerosos tatudios, Por es0 nosotros vamos a plantear el problema de los judfos tn Ia Hispania visigoda dentro de tas relaciones de dependencia a las que corresponde una idcologia religiosa cristiana actuante. Es cevidente que aquellos que estaban fuera de la fe —fides— cristiana y etan no sélo infideles respecto a Dios, sino también respecto al rey, quedaban en viltima instancia fuera del sistema de relaciones s0- ciales de dependencia en el que se basaba el orden de Ia sociedad visigoda. A partir de estas consideraciones, vamos a citar algunos textos signifcativos que puedan aclarar este punto de vista. Segin el canon III del VI Concilio de Toledo, celebrado bajo Chintila fen el aio 638, se obligaba a los reyes en el juramento que acom- pafiaba a su uncién y coronacién a no favotecer a los judios: «que cualquiera que en los tiempos Hegare a la jefatura del reino no tome posesién de Ia regia sede, hasta tanto que entre las demés cléusules de su juramento, prometa no permitir que los judios violen esta fe catdlica, que no favorecerd de ningin modo su infidelidad, ni que pot cualquier negligencia o codicia abriré las puertas de Ja prevaricacién 92. HW, 30, pp. 525 s:, «Sint ergo insequuturis reposite saeculis, probis ‘ad votum, improbis ad exemphim, fidelibus ad gaudium, infdis ad tormentums. Yeanse les textos del TIL Concilio de Toledo citados arriba EL FEUDALISMO VISIGODO 185 alos que caminan a los precipicios de Ia infidelidad» °° En cilio de Toledo hay diez cénones referentes a los judfos, dudes regular su situacién econémica, social y polftica. Aludiremos a los mis significativos que ponen de relieve su carécter de marginados sociales. En el canon LXIV se prohibe a los conversos que han prevaricado el poder prestar testimonio en los juicios: «por lo tanto Jos judios que en otro tiempo fueron cristianos y ahora ban preva- ricado contra Ia fe de Cristo, no deben ser admitidos a testificar aunque digan que son cristianos, porque del mismo modo que son sospechosos en la fe de Cristo, asf serdn tenidos como no dignos de crédito en el testimonio humano»,"* y en el canon LXV se prohibe 4 los judios ocupar cargos piblicos: «que los judios y aquellos que desciendan de ellos no aspiren en modo alguno a los cargos pébli cos» En ambos casos se puede advertir la marginacién y la degra- dacién social de los judios. Los conversos prevaricadores eran cast gados con la pérdida del testimonio en los juicios come aquellos ue habfan violado el juramento de fidelidad al rey, con To aual queda comprobado una vez més que el juramento de fidelidad al rey era igual a la fe que se debfa a Dios. Las personas de religién judaica ‘quedaban equiparadas a los libertos y siervos no fiscales, puesto que no estaban capacitadas para ocupar cargos piblicos, lo mismo que los libertos y siervos privados no podian tener acceso a la administracién piblica u Oficio Palatino. Las leyes civiles contra los judfos eran muy numerosas. La més conocida y de mayor trascendencia es Ia de Sisebuto ® que, entre otras cosas, prohibfa a los judios el conser- var el obsequium de sus manumitidos, con lo que se les dejaba fuera de las relaciones de patrocinio y de dependencia personal que im- pregnaban toda la sociedad visigoda. Esta situacién nos hace ver 93. Ue qungus sucedeniom temporum rego sect apicem non a0 cooscendat giant quam, inter relque condisonum sacraments poll Gus fost fane 8 catoliam ‘non permiiuinin eo volute Elen act et tens guram,prcan fave gol vec ad vglg filet eel clr capita net tendents ad Prac tai adtum pracheat prcemicrinte (Vie, 236) Si eluded erg, Gut dud cist’ fac fem pesearon ft, a et sir ce ctetians aden 1 noi it femtre Wet Ur iudaet nat his gut et fades) som hie cence fs) sum office publien nolletemos 96 Ld xit, 214 186 EL FEUDALISMO EN LA PENINSULA TBERICA ccémo los judfos estaban al margen de las relaciones sociales y que los calificativos de pérfidos ¢ infieles corresponden a su posicién real dentro de Ia sociedad. A ello se refiere de manera inequivoca el canon LXTV del IV Concilio de Toledo que nos dice que no puede ser fiel para con los hombres aquel que es infiel a Dios.** 7. LA TRANSMISION DEL PODER REGIO El estudio del poder regio y de su transmisién entre los visigodos ex-un problema de suma importancia para comprender Ia organi; zaci6n y Ia evolucién de Ia sociedad en su conjunto a nivel politico El Estado estaba representado fundamentalmente por el poder regio que era el punto de cohesién de los diversos niveles sociales y tam- bién el punto de friccién de estos niveles en la préctica polttica. En general se ha aceptado que el principio institucional electivo fue el exclusivo dentro de la monarauia visigoda."” Nosotros pre- tendemos enfocar este tema desde otro punto de vista, sin entrar en cuestiones de tipo técnica, pero uniéndolo, en cambio, con la evolu- cién general de Ts sociedad visigoda. Creemos, pot Io tanto, que no se puede hablar en abstracto de alternativas de sucesién hereditaria yy de eleccién como principios insticucionales independientes. La pric: tica en el reino visigodo de Toledo, tantas veces en contradicci6n con Ia teotfa politica, expresaba los confictos no antagénicos entre Jos miembros de los grupos que posefan el poder econdmico y polf- tico. Conflictos que, pot no ser antagénicos, se resolvfan dentro del mismo marco ideolégico, en este caso la teoria polftico-religiosa elaborada en los concilios. : ‘Dentro de Ia historia del pueblo visigodo, desde que se asienta ‘en Oriente, en las fronteras del Imperio Romano, hasta Ia desapa- ricién del reino de Toledo, cabe distinguir una importante evolucién. Para comprender esta evolucién hay que tener en cuenta que la 97. eNon potet ergs homines ese fies qui Deo exits infidose (Vi ves, 9, 203). Vatios ¢seproducinagaf con importantes adiciones Ia uct bao “SSE on hain socal el Hispanic Antigua, 10 (0974), pp. 3192 : So Ai in weenie tes Baran Diio, Toes Les» Si ches Albornoz, Mie eccmiemmens Garcia Gallo fe pesto de relieve Ie com loided de exc problema y Orland ha tatado de estas cuctiones desde 8 Punto de vista nico. EL FEUDALISMO VISIG0D0 187 historia de los godos no se puede aislar como algo auténomo, con caracteristicas peculiares conservadas por un grupo étnicamente dife- renciado durante cuatro siglos, y sin que tuviera interferencias de la organizacién econémica, social, politica, religiosa y cultural del medio en que se desenvolvia. La sucesién al trono y la realeze visi- sgoda hay que comprenderlas, por consiguiente, dentro de tn proceso general muy amplio, La forma més primitiva de sucesién entre los godos fue la de nombrar a un rey dentro de un clan determinado. Es sabido que entre los ostrogodos este clan real era el de los amalos y entre fos visigodos el de Jos baltos, cuando estos sltimos definitivamente se constituyeton en un grupo separado de los ostrogodos y sus jefes comenzaron a ser conocidos con el nombre de reges.1 Esta situacién fue una supervivencia de la organizacién primitiva de los godos. La eleccién de jefes militares por la asamblea popular se habfe con. vertido en una eleccién hecha por los representantes de los clanes aristoctéticos, amados familiae por Jordanes, dentro de un clan o linaje regio que pretendfa origenes legendarios divinos. Este es el caso del clan de los amalos descendientes de los miticos anses, segiin nos informa Jordanes. La eleccién resttingida a un tinico linaje facilitarfa el paso a una sucesién hereditaria de padres a hijos, aunque no hubiera ningiin princi stitucional expreso que consa- rata este uso. Todo esto se ve con bastante claridad entre los ostrogodos en el linaje real de les amalos, y entre los visigodos en el de los baltos y en el de Teodoredo 0 Teodorico I. Esta época ha sido designada por Orlandis como Ia de las grandes estirpes.!” Como prueba de la tendencia a una estabilizacin de este tipo de sucesién hereditaria, se puede encontrar entre los ostrogodos la regencia de Alateo y Safrax durante la minoria de Viderico, en el momento en que los ostrogodos fueron desplazados de Crimea por Jos huanos, segrin nos cuenta Amiano Marcelino,"®* y después, cuando 10, MGI, AA, bl ay Gai, V2: sip oii peril, Veepothae fantne alinrum, Ostonatne pracclrs Aas see Bate; XI ae: Ordinantsuper repos" Atasuty cal eat Asis sScunda nobly, Baltorumgue ex senere oieo micices TOL 'MGH AA VT. pps ssa Tonk, Cescy XHT XIV. 102. Ct, Orlandi, BP p sa wistoda, Madi Reina, 1903, pp 60 408." "SERxI, 5,3: econ [Etaeneis) post obitum, rex Vithinicis crew tus [o-] Vera post mules us pertait class, anima lteter 188 EL FEUDALISMO EN LA PENINSULA IBERICA ‘unidos a los visigodos se enfrentarfan a los romanos en Adriané- polis. Entre los visigodos todavia no existian reyes, pues tanto Ate ‘narico como Fritigern y Alavivo son designados por Amiano Matce- lino, contemporéneo de estos sucesos, como iudices o duces™ El primer rey de In familia de los beltos que gobierna entre los visi- gods, segtin nos dice Jordanes,"® fue Alarico I. ‘Puede observarse que ea un principio Ia unidad de sangre, real 0 ficticia, de todo el pueblo godo, incluyendo a los visigodos, se concentraba en la familia de los anal Ss cexplicaria asi que el rey ‘ostrogodo amalo Ermenerico fuera desis lo como rex, mientras que ‘Atanarico, el jefe militar de las tribus visigodas, fuera llamado index'y no rex pot las fuentes contemporéness. Con Ia desintegracién del reino ostrogodo de Ermenerico se lleg6 a una escisi6n definitiva de las dos grandes confederaciones tribales godas, y en los tltimos atfos del siglo 1v los visigodos elegirfan a un rex de la familia de tos baltos, Alarico I, aunque el sentido de la realeza no se hubiera perdido entre los osttogodos ficles al clan de los amalos. El supremo jefe politico y militar balto representaba ahora In unidad del pueblo visigodo, como hasta entonces los amalos lo habfan sido de toda la nacién goda, ‘La que pudiéramos Uamar sucesin dinéstica —teniendo en cuen- ta, sin embargo, que no hay que referir esta situacién a la que se encuentra en las dinastias y casas reinantes en Ia Edad Media y en la Edad Moderna—, dentro del clan que se iba imponiendo entre los visigodos, se manifiesta en el reinado de Atatlfo que era con sanguineo de Alatico 1" y, en el reino de Tolosa, en Ia familia de Teodoredo 0 Teodotico T, cuya vinculacién con los baltos nos es conocida por el contemporineo Sidonio Apolinar que llama a Teo- dorico II nieto de Alatico 1.7 Se puede recordar aqui que la eleccién de Turismundo en los Campos Cataldunicos, considerada sin mucho Gaius parvi fii Viderichinomine curaim_suspectam re, Guces exer et nate pectoris note eAthena Thervingorom indexes; 4, 1: «duce Als: vi superatus, armorum, ‘Alatheus tucbatur et a 104. XXXT, 3, 42 «Athanarica “OS. MGH AA, V. 1, p. 96, Tord., Getica, XXX, 146, . We MG AA, Wi, 85'S, ond even, NRK, 58 eAravllo cas 107. n quae noster peceavit auus, a VI, wy. 504-506; ame pacem seruare tibi uel uelle abolere, om: ‘quem fuscat is unum, / quod te, Roma, capite. EL FEUDALISMO VIsiGoDO 189 fundamento como un ejemplo tipico de las primitivas elecciones populares germénicas, se deberfs, por una parte, a Ja decisién de los jefes militares aristoctéticos, ya propietarios de bienes inmuebles, y a sus clientelas, y, pot otra parte, seria en la préctica una sucesién de padre a hijo en el mismo lingje regio que se mantuvo en el trono durante més de un siglo. Todavia durante Ia minotia de Amalarico, emparentado por su madre con los amalos, se pondria de relieve esta tendencia a conservar la dignidad regia en el mismo linaje. El derecho al trono de Amalatico fue respetado a pesar de la intervencién de su hermano Gesaleico, con la ayuda y la regencia de su abuelo Teo- dorico, el ostrogodo que salvé de una catdstrofe total el poder visigodo en las Galias. Es decir, que en esta primera época encontramos entre los visigodos un tipo de sucesién al trono que fécilmente hubiera podido desembocar en una sucesién hereditaria de padres a hijos, como sucedié en el clan de los merovingios, entre los francos, donde el sentido patrimonial de la monarquia y la descendencia patrilineal se consetvaron, respetando Jas minorfas, hasta la época catolingia El petiodo del reino visigodo de Tolosa es clave para comprendet la evolucién interna de Ja sociedad visigoda y sus relaciones con la sociedad romana. El proceso de diferenciacién social basado en la propiedad de bienes inmuebles y en la potestad sobre hombres depen- dientes afianzé también In monarquia ¢ hizo desaparecer en su mayor parte los restos de la antigua organizacién gentilicia.'°* La sucesién en Ja monarqufa visigoda en este periodo se hacia dentro de una misma estirpe. Sin duda, la transmisién de Ja calidad de rey iba ahora unida al dominic de una gran masa de bienes inmue- bles y de personas dependientes por parte de Ja familia de Teodo- tico I. La concentracién de este patrimonio en un linaje determinado facilitaba la transmisién del poder politico dentro de la misma familia, conforme a los antiguos usos gentilicios de la época anterior. La quiebra y la desaparicién de la monarquia de Tolosa debieron de debilitar politica y econémicamente el poder de la familia de Teodo- rico I. Es verosimil suponer que los bienes raices de los reyes de Tolosa y de las personas que de ellos dependian en cualquier grado se verian sensiblemente disminuidos por las conquistes francas. De esta forma, se daba paso a une nueva fase en la que, como ha 108, Para esta evolucién, véase arriba, pp. 35 ss 190 EL FEUDALISMO EN LA PENINSULA 1BERICA indicado Garcia Gallo,!® desempefiaron un papel de primer orden en la lucha pot el acceso al poder politico los grandes propietarios ue disponfan de clientelss suficientes para respaldar sus pretensio- nes. Habia desapatecido ya el monopolio politico de un clan regio que destacaba entre los demés por su riqueza y prestigio. De manera diferente sucedié entre los francos en el linaje de los sucesores de Clodoveo, que con sus corquistas aumentaron sus bienes patrimonia- Jes € hicieron posible Ia perduracién de la dinastia. Desaparecido el reino de Tolosa e instaurada la capitalidad del reino visigodo en Toledo, no se estableci6 de maneta exptesa una base tedrica para Ia sucesién al trono hasta el IV Concilio de Toledo del 633, cuando Sisenando ocupé el poder después de destronar a Suintila. Con anterioridad a este Concilio no existia, por lo que sabemos, ninguna regulacién sobre el acceso al trono. Los reyes que gobernaron en Ia Peninsula Tbética y en el sudeste de las Galias se sucedieron unos a otros sin que se advierta un principio general de sucesiOn. La herencia dentro de los grandes linajes no se perpetus después de Amalatico. Es la época caracterizada por los frecuentes regicidios y por la subida al trono de aquellos nobles que se im- ponen por Ja fuerza al rey anterior. Pero también es la época en que se produjeron las primetas asociaciones al trono: la de Liuva 1 con su hermano Leovigildo, la de Leovigildo con sus hijos Hermenegildo y Recaredo, y la de Suintila con su hijo Ricimiro. Hasta Liuva I, desde que Teudis se hizo con el poder, no se puede decir que hubiera una regla fija de sucesién. Los soberanos se imponian por la fuerza, apoyndose tanto en sus clientelas ‘en facciones intetiores, como en Ia ayuda exterior, No sabemos si el acceso por Ia fuerza al trono de estos reyes era confitmado luego por una eleccién. Con el reinado de Liuva I que asocié al trono a su hermano Leovigildo, puede observarse el intento de conservar el poder real en una familia por medio de ta asociacién o de la herencia dindstica —Liuva I, Leovigildo, Recaredo I, Liuva II—. Este intento y la forma de realizarlo parccen inspirarse en modelos del Bajo Tmpetio Romano y del Imperio Romano Oriental contemporéneo, mds que en la antigua tradicién goda. No es posible pasar por alto el hecho de que Leovigildo, la gran figura que domina la escena 109, Manual de Historia del Derecho Espafiol, 1, Madrid, 1964", p. 536 EL FRUDALISMO VIsIGODO 191 politica del reino de Toledo en estos momentos, fue un imitador consciente del Imperio. Suintila parece que quiso seguir este camino con su hijo Ricimiro, pero sin éxito. Su deposicién, hecha por un ‘grupo de magnates ayudados por los francos y con el asentimiento de la Tplesia, plantes de manera més aguda ef problema de la suce- saat ions el reino visigodo de Toledo. que desposeyé a Suintila del trono y fue su sucesor, Sis nando, Eanidato dela noblers y dela Tylesia convecd cl IV Con cilio de Toledo presidido por Tsidoro de Sevilla y otros metropoli- tne en el que por primera vez, segiin sabemos, se darfan unas reglas que permiticron al nuevo rey legitimar su subida al 7 thora cuando se vega el aces al trono por medio de reece hhecha en comin por la nobleza y el clero, una ver que el rey hubiera muerto.""° El cardcter sagrado del rey, como ungido del Sefior, tiene tuna contrapartida dirigida a los reyes que obten mal." Es evidente que esta disposicién del Concilio iba ditigida tanto a los futuros reyes, como al depuesto Suintila que habia perdido el trono a causa de sus crimenes y él mismo se habfa privado de la realeza. La condenacién del Concilio se extendia también a {a familia del monaren y dentro de ella, sin duda, a su hijo, al cual Suintila habia asociado con ante. rioridad al trono. En concilios posteriores se siguieron dictando notmas sobre el acceso al trono dentro de la linea de sucesién por via electiva san- cionada por el IV Concilio de Toledo. De esta forma, en el V Con- cilio de Toledo del aio 636, convocado por Chintila, se dice que si alguno no es llevado al spice del honor por la decisién de todos, ni por su origen noble godo, sea excomulgedo y anatematizado.* En el VI Concilio de Toledo, convocado por el mismo monarca, se precisa, atin més, que muerto el rey enadie se apoderaré del trono tirdnica. ‘mente, ni tampoco el que haya sido tonsurado bajo el hibito religioso © vergonzosamente decalvado, ni acuel que proceda de familia servi, ni ningiin extranjero, sino que seré designado para la jefatura del 110. Canon LXXV: . 47, suscep totem succedente die, LI feria, piorows domnus noster Etvigins regni scepete, uod fuit id. Oct., lona XVI, sera DCCXVIIT, dilata onctionis sollemnitate Aisque in superveniente die dominico, quod fait XIT k. Nov., luna XXI, feta qua suprt>. La uncién se Uevaba a cabo, al parecer, en un domingo EI KIT Coneilio de Toledo, donde se tra6 el asunto de la sucesiin se celebrs cI erm DOCRXVIITE ot dst, nol ato BT Cc, Vives. 380). 126. «Quits omnibus adprobatis siqueperlectis dignam satis nostri cocta vias ts ur preedicis defini sciburarizy nostoram como Confirmatio sdponatur, ut. gui ante tempora in occult Dei iudicis pracsitus ‘aunc inanifesto in tempore generaliter omnium sacerdotura hi bus consecratiss (Vives, p. 387) . Izy. «Et ideo. sousta, mans popula omni vineulo juramenti, use pracdicto viro Wambee dam regoum’adhve ceneret alligata permansit, func Soli sercnissimum Frvigiam principem obsecuendim grato servi famolate EL FRUDALISMO VISIGODO 197 ciones que ef juramento de fidetidad contenfa hacia el nuovo rey: Se pueden observar en esta narracién las diferencias existentes con una eleccién regia segiin Io dispuesto en los concilios y confotme fue realizada en Ia subida al trono de Vamba. Ya el rey no es elegido después de muetto sw antecesor, sino designado por Vanba en el momento de su deposicién, por medio de un documento escrito al que acompafiaba otto que ordenaba a Julién de Toledo a ungi inme- diatamente a Ervigio. A continuacién fue elaborada Ia justificacién de Ia subida al trono de este rey segsin el siguiente orden: Ia eleccién esté hecha por Dios dentro de una predestinacién eterna, esta eleccién divina la institucionaliza Varaba designdndole sucesot, y, por tiltimo, Ia eleccién del pueblo lo escoge. Los antiguos términos han sido invertidos: el que clige en primer lugar no es el pueblo, sino Dios de modo directo; 1a designacién a cargo del monarca anterior ¢s uo nuevo elemento, y, por iltimo, la cleccién del pueblo se reduce a unt simple confirmacién de hechos consumados. La uncién que expresaba Ia eleccién divina pasé a primer plano para resaltar que el poder regio procedia directamente de Dios, eliminando la accién previa interme. diaria, constituida por la eleccidn del pueblo, es decir, de lt asamblea de obispos y nobles. De esta forma, la uscin tomé un significado auténomo y preponderante como fuente de la gratia Dei es el acceso al poder regio, es decir, que In dignidad real detivaba del hecho de recibir la uncién, La consecuencia de esta tendencia en la préctica polftica inme diata Ia encontramos en Ia nueva caracteristica que va a tener la asociacién al ttono de Vitiza hecha por su padte Fgica. Segiin el Andnimo Mozérabe del 754, este hecho tendria lugar en el aio 698 #* ¥y, €n principio, no se distinguitia de las asociaciones al trono evadas ‘cabo con anterioridad. Pero una breve noticia con ta que termina la Continuatio Soriensis de la Chronica regure Visigothorurs, precisa Ssequatu et libeto, quem et di princes success ih insti ilitasexquisivit» (Vives, p. 387) 128, «Unde his praccognitis atque praescitis serviendum est sub: Deo caeli praedito princp! nostro Ervgio reat umn pi devotions, obscene promtissima volumtate agendum

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