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JULIA
KRISTEVA
Y LA DECAPITACIN
RUBN GALLO
d
ra de una libertad exttica [ 13 ]. No nos recuerda esto a Greenberg -se-
guira pensando nuestro escptico lector- y a su idea de una visin ms-
tica en la que tambin el espectador es convocado en un punto con-
creto del contnuum de la duracin y se vuelve momentneamente
desinteresado, identificndose plenamente con el objeto (...)? [14].
Una vez ms, sin embargo, descubrimos que, pese a estas apa-
rentes similitudes, la teora de Kristeva est reida con el modernismo
greenbergiano. Es cierto que Kristeva invoca repetidamente el poder
de lo sagrado, pero en su interpretacin este concepto no tiene nada
en comn con el misticismo de la percepcin. El concepto kristeviano
de lo sagrado tiene que ver ms con la experiencia de la transgresin
y sus consecuencias traumticas que con el nirvana visual descrito por
los crticos modernistas. Kristeva considera sagrada la visin no slo a
causa de su origen traumtico -nace como estrategia para conjurar el
trauma producido por la prdida de la madre- sino tambin a causa
de su poder de transgresin. Ciertas visiones son transgresivas porque
implican extremos psquicos. Para aclarar el concepto de visin sagra-
da y transgresiva, Kristeva introduce la distincin entre dos formas de
representacin radicalmente diferentes: el icono y la figura.
Para Kristeva, como para los miembros del CoUge, la cabeza do kristeviano es una experiencia lmite que conduce a la prdida, la
cortada es el icono definitivo. Apunta no slo a un espectador perfo- locura y el xtasis. Marx dijo en una ocasin que el comunismo haba
rado por el punctum del afecto, sino tambin a una visin que se pro- puesto a Hegel patas arriba. Tal vez no sera inexacto decir que en
longa despus de que uno ha perdido la cabeza. Desprovista de racio- nuestra poca, regida como est por el fundamentalismo y la nueva
nalidad, la visin enloquece; est dominada por la locura y entregada espiritualidad, Julia Kristeva ha puesto lo sagrado cabeza abajo.