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DECOLONIZAR LAS CIENCIAS SOCIALES
Hacia una Investigación Decolonial

Alexander Ortiz Ocaña1

EDITORIAL ACADEMIA ESPAÑOLA


2017

1
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ÍNDICE

URGENCIA: DECOLONIZAR LAS CIENCIAS SOCIALES 04

I.-LA INVESTIGACIÓN SOCIAL Y HUMANA EN CLAVE 10


DECOLONIAL
1.1-Clasificación de la investigación social y humana
1.2-Ontología decolonial de la investigación social y humana

II.-LA FALACIA DEL OBJETO Y EL SUJETO EN LA INVESTIGACIÓN


24
SOCIAL
2.1-El objeto, lo objetivo y la objetividad
2.2-El sujeto, lo subjetivo y la subjetividad
2.3-Configuración entre lo objetivo y lo subjetivo

III.-LA OBJETIVIDAD EN LAS CIENCIAS HUMANAS Y SOCIALES: UN


ARGUMENTO COLONIZADOR 32
3.1-¿Objetividad pura?
3.2-Decolonizando la episteme tradicional: ¡Objetividad subjetiva!

IV.-DECOLONIZANDO LA MENTE: LA SUBJETIVIDAD EN LAS 55


CIENCIAS HUMANAS Y SOCIALES.
4.1-Subjetividad subjetiva = Subjetivismo = Doxa
4.2-Desprendimiento epistemológico: ¡Subjetividad objetiva!
4.3-Realidad objetiva: las biopraxis

V.-UNA TRIADA DECOLONIAL: CONSTRUCTIVISMO, 64


COMPLEJIDAD Y CONFIGURALOGÍA
5.1-El constructivismo: base de la epistemología decolonial configurativa
5.2-La complejidad: cimiento epistémico de la decolonialidad configurativa
5.3-La Configuralogía: ciencia decolonial. Fundamentos epistemológicos.

2
VI.-UNA PERSPECTIVA DECOLONIAL: LA EPISTEMOLOGÍA 80
CONFIGURATIVA
6.1-El giro decolonial de la epistemología configurativa
6.2-Ontología decolonial de la epistemología configurativa

VII.-EPISTEMOLOGÍA CONFIGURATIVA Y METODOLOGÍA


103
DECOLONIAL
7.1-Lógica configurativa-decolonial del conocimiento científico
7.2-Procedimiento metodológico para la argumentación y la comprensión
decoloniales en las ciencias humanas y sociales

EMERGENCIAS: CREENCIAS, FALACIAS Y OBSTÁCULOS


EPISTEMOLÓGICOS SOBRE LA INVESTIGACIÓN EN LA CIENCIAS 118
SOCIALES Y HUMANAS

123
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

132
APÉNDICES
1. Configuración entre Ciencia, Arte y Filosofía
2. Las configuraciones en las ciencias humanas y sociales
3. Realidad, mundo y conocimiento humano

3
URGENCIA: DECOLONIZAR LAS CIENCIAS SOCIALES

Desde la fundación de la física por Galileo, Descartes y Newton, ha predominado en


las ciencias naturales la idea de lo simple y determinado, la búsqueda de un universo
básico, elemental y estable ante nuestros ojos. Las ideas científicas contemporáneas han
venido evolucionando, sin embargo se evidencia un progresivo deterioro de las posiciones
epistemológicas. Esta afligida realidad ha sido develada por diversos eminentes científicos2
del siglo XX. Sin embargo, hasta hoy, a pesar de ser conscientes de la urgencia, son
insuficientes las propuestas de alternativas epistemológicas para las ciencias humanas y
sociales y, por otro lado, las existentes no agotan este tema en su debate inmanente.
La génesis de este libro tiene sus raíces en el año 2004, en el inicio y desarrollo de
una línea de investigación sobre el desarrollo humano integral que, en la misma medida en
que avanzaba, me fue llevando hacia nuevas configuraciones teóricas y conceptuales que
progresivamente me han conducido a la necesidad de esta reflexión epistemológica, por
cuanto los retos de continuar una elaboración teórico-conceptual dentro de la definición
holística de la personalidad, me llevaron a considerar el carácter configuracional de sus
cualidades y atributos. En la medida que me veía obligado a asumir decisiones
metodológicas que no armonizaban con los marcos tolerables en el hegemónico paradigma
positivista, buscaba una definición que me admitiera en las diferentes alternativas
epistemológicas explícitamente definidas por algunas de las posiciones teóricas más
relevantes de las ciencias humanas y sociales. Sin embargo, descubrí que en las posiciones
que asumía, de manera general procedentes de la etnografía, la fenomenología, la
hermenéutica, la etnometodología y la teoría fundada, los autores soslayaban el sentido y
significado epistemológico de muchos de sus planteamientos concretos en las ciencias
humanas y sociales. En efecto, todo ser humano en su devenir histórico y social busca la
armonía, la coherencia y la satisfacción intelectual, a partir de sus necesidades científicas,
del imperativo de buscar y creer en una verdad y tener conocimientos científicos, sólidos,
firmes y confiables, lo cual debe ser el resultado de una acción epistemológica fuerte y
profunda, basada en una sólida fundamentación epistémica de la ciencia, que es el espectro
donde tienen significado y sentido toda teoría o método de investigación.
Hubo un momento en el desarrollo de mis investigaciones en que los referentes sobre
los cuales apoyé el desarrollo inicial de mis trabajos científicos, dejaron de proporcionarme
elementos relevantes para la comprensión de mis objetos de estudio y el enfrentamiento de
los problemas científicos y de los nuevos retos teóricos y metodológicos que aparecían en
el desarrollo de dichas investigaciones. Es por ello que tuve que avanzar apoyado en la
intuición científica, en el sentido común y en el olfato teórico en mi formulación
metodológica, la cual, en un momento crucial y definitorio, me ubicó ante la necesidad
impostergable de hacer la reflexión epistemológica que ahora me ocupa en este libro.

2
Gregory Bateson, Edgar Morín, Ilya Prigogine, Humberto Maturana, Niklas Luhmann, Fritjof Capra, Erwin Laszlo.

4
La temporalidad es un factor importante para comprender los sistemas vivos,
psíquicos y sociales. La historia es un ineludible mecanismo para el estudio de la actividad
humana, ya sea a nivel del sujeto individual o a nivel de la sociedad en general. Sus
procesos sólo pueden entenderse en términos de evoluciones temporales. En efecto, en los
albores del tercer milenio observamos tendencias científicas muy bien marcadas
encaminadas a la configuración de invariantes procesales de los eventos y a considerar al
ser humano, investigador-observador, como el centro de todo proceso de investigación. De
esta manera se refrenda la posición de Protágoras cuando, en el siglo V A.C., decía que el
hombre es la medida de todas las cosas. De ahí que, al revisar la obra de estos científicos es
imposible no coincidir en que esas visiones de la naturaleza, centradas en el papel
significativo del observador en el campo de la percepción de los fenómenos naturales, se
emparentaban en forma congruente con miradas que habían sido legadas por las ancestrales
tradiciones espirituales.
Aún existe y prolifera el problema del peso paradigmático que tienen las ciencias
naturales. Seguimos con ese problema y andamos buscando a nuestro Copérnico, a nuestro
Newton, a nuestro Einstein (Zemelman, 2009). Los avances de la ciencia en el siglo XX de
una u otra manera son aplicaciones de la teoría general de la relatividad de Einstein
formulada en 1905. Muchos de los presupuestos epistemológicos de las ciencias fácticas,
específicamente de la física, fueron extrapolados a las ciencias sociales y se aplicaron de
manera acrítica y descontextualizada al estudio de los procesos socio-humanos. Es por ello
que hoy es preciso reconsiderar estas posturas. La epistemología actual revela que en la
ciencia tradicional aún persisten muchas actitudes y procedimientos investigativos que
configuran creencias o hábitos de pensamiento, muy difíciles de desprenderse de la mente
humana. Los procesos mentales cotidianos que mecanizan la vida y anulan el pensamiento
crítico, creativo y reflexivo, contradicen los hallazgos de los estudios científicos más
avanzados de los últimos 40 ó 50 años.
Esta es la dramática realidad de las ciencias sociales y hay que asumirla, pero quienes
quieran configurar el conocimiento científico con plena garantía y seguridad, entonces
deben buscarlo en las relaciones subjetivas, en la intersubjetividad humana, en la
autorreflexividad, y ahí van a encontrar la objetividad, ahí van a encontrar la verdad
científica, en la transconciencia, en el espacio psíquico relacional que caracteriza a los seres
humanos. Sin embargo, las actuales orientaciones socio-humanas alternativas no rebasan el
plano teórico, es por ello que en este libro hago una exhortación a alejarnos de una vez y
por todas del positivismo y el empirismo, pero no sólo desde la aplicación de métodos y
técnicas cualitativas, sino desde el análisis ontológico del objeto de estudio socio-humano y
la argumentación epistemológica del sujeto de investigación, en correspondencia con el
análisis óntico.
Los problemas cruciales del siglo XXI implican el reconocimiento de la complejidad,
del caos, de las fluctuaciones, el desorden y la oscilación, lo cual nos permitirá encontrar
instrumentos para describirlas, caracterizarlas y comprenderlas; y así poder efectuar una
lectura configuracional dentro de este nuevo contexto de las relaciones siempre cambiantes
del ser humano con el mundo que le rodea.

5
Es una realidad innegable que, en este tercer milenio la ciencia experimenta un
cambio radical de perspectiva. Los fundadores de la ciencia clásica quisieron eternizar la
universalidad de la ciencia y el carácter eterno e indestructible de las leyes de la naturaleza.
Sin embargo, a pesar de que formularon modelos generales para perpetuar la racionalidad
más absoluta, hoy, tres siglos después de Newton, percibimos que no se lograron dichos
objetivos. El interés hoy se orienta cada vez más hacia dinámicas no lineales, estructuras
disipativas, fluctuaciones, relaciones tríadicas, sistemas complejos y su evolución temporal.
En efecto, en los albores del tercer milenio observamos tendencias científicas muy bien
marcadas encaminadas a la configuración de invariantes procesales de los eventos y a
considerar al ser humano, investigador-observador, como el centro de todo proceso de
investigación.
El problema consiste en encontrar un punto de diálogo armónico y coherente entre
ambas culturas científicas, un terreno firme en el que las ciencias físico-naturales y exactas,
puedan encontrarse con las ciencias socio-humanas y de la cultura, para convivir de manera
útil y pertinente, desarrollando procesos beneficiosos para la consolidación de ambas.
Precisamos encontrar la pauta que conecta a las ciencias fácticas con las ciencias de la
cultura, nos urge identificar la configuración que configura a la naturaleza con la sociedad.
Sin embargo, según Moreno (1993), lanzarse a investigar hoy, en ciencias sociales sobre
todo, después que en la década de los sesenta se han replanteado en forma crítica
prácticamente todas las bases epistemológicas de los métodos y de la ciencia misma,
impone la reflexión en torno a los fundamentos que deben sustentar todo el trabajo que el
investigador va a desarrollar. De ahí que propongo hacer una síntesis configurante,
creadora, dialéctica, holística, armónica y coherente, que integre las teorías y hallazgos
físicos, químicos, matemáticos, biogenéticos, neurocientíficos, psicológicos, sociológicos,
antropológicos y socio-humanos en general, en un contexto natural-físico-biogenético-
neuropsicológico-sociocultural, permitiendo la comprensión por parte de cualquier ser
humano de una manera nítida, convincente e inteligible: la asunción de una concepción
configurativa de la ciencia para la comprensión de los procesos humanos y sociales,
precisamente desde una racionalidad configuracional. De manera que, un primer ámbito de
estudio que visiono está configurado por las exigencias epistemológicas fundantes que,
como tales, no deben necesariamente tener que traducirse a un plano metodológico, pero
nos dan una puerta de entrada. No se trata de hacer filosofía social, sino de configurar
exigencias, requerimientos o condiciones de razonamiento que se pueden o no llegar a
traducir en metodologías de investigación.
Los conocimientos científicos cada vez se consideran más relativos, menos absolutos,
en el sentido de que no son infalibles ni omnipotentes. Es por ello que la ciencia avanza,
crece y se desarrolla no sólo por acumulaciones de nuevas ideas y conocimientos, sino
también por medio de las revoluciones científicas, es decir, por cambios de paradigmas
epistemológicos, que sustituyen las pautas básicas de una racionalidad por las de otra, o
perfecciona, complementa, fertiliza y vigoriza las reglas existentes, aunque no sean
compartidas totalmente. En este sentido, en el libro se propone una epistemología que trata
la teoría como un proceso constante de configuración de conocimiento científico y de
inteligibilidad de lo real, priorizando en dicho proceso la participación activa y protagónica

6
de los sujetos estudiados y de los investigadores, a partir de la identificación de las
configuraciones que caracterizan los procesos humanos y sociales estudiados.
Aunque en la actualidad existe un caudal extraordinario de paradigmas y
metodologías emergentes en las ciencias humanas y sociales, la Configuralogía, que es
como denomino a esta nueva propuesta, merece ser tenida en cuenta, por cuanto llena el
vacío de las alternativas metodológicas que hoy proliferan en la actividad científica. Es
evidente que toda configuración de conceptos básicos, toda proposición de nuevas nociones
científicas, nos lleva hacia una racionalidad diferente, hacia un nuevo modelo de
inteligibilidad, hacia un nuevo enfoque de comprensión de la realidad, es decir, hacia un
nuevo paradigma científico. Si juzgo por las reacciones que recibo, mi enfoque
epistemológico configuracional tiene hoy una aceptación tácita. Pero no puedo olvidar que,
como dice la frase clásica de Newton, si vemos más lejos que otros es porque estamos de
pie sobre los hombros de gigantes. Y de hecho, estoy empinado en los hombros de
pensadores que han trascendido su época: Gregory Bateson, Edgar Morín, Fritjof Capra,
Niklas Luhmann y Humberto Maturana. Es preciso significar que me he inspirado en sus
ideas, las cuales han modelado y reconfigurado mi propia manera de pensar. Así pues, cada
vez que hago una declaración, debo reconocer mi deuda hacia esos cinco hombres.
En este libro se presenta un criterio de clasificación de la investigación socio-humana
y se esboza la ontología de la investigación en las ciencias humanas y sociales,
estableciendo una dialéctica entre lo objetivo y lo subjetivo en la actividad científica socio-
humana, identificando objetividades y subjetividades significativas: objetividad objetiva,
objetividad subjetiva, subjetividad subjetiva y subjetividad objetiva.
En esta obra propongo un viaje hacia la configuración de una nueva ciencia socio-
humana en el tercer milenio. Se ofrece una conceptualización del Configuracionismo como
modelo epistémico del siglo XXI, abordo los fundamentos de la Configuralogía: Teoría de
las Configuraciones, como nueva ciencia configuracional, y se discute acerca de la
ontología de la noción de configuración, en la que describo una tipología de
configuraciones: macro, meso y micro-configuración. Especial atención y tratamiento se le
da a la configuración en los procesos socio-humanos, a partir de la comprensión
configuracional de dichos procesos, analizando las configuraciones socio-humanas en la
³UHDOLGDG REMHWLYD´ ORV QLYHOHV GH FRPSOHMLGDG FRQILJXUDWLYD \ ODV FDWHJRUtDV TXH
caracterizan las configuraciones, destacando la auto-configuración humana.
Las configuraciones heurísticas y problémicas seleccionadas, así como su
configuración, no se han escogido de forma arbitraria, sino que se considera el estudio de
los debates históricos como el contenido central de una epistemología y metodología
configuracional de las ciencias sociales y humanas. Es cierto que algunos debates ya se han
superado, pero muchos otros siguen abiertos, activos y dinámicos, preocupando a todos los
filósofos y epistemólogos que han reflexionado sobre el sentido de las ciencias socio-
humanas en el marco del saber científico sobre la realidad social. Precisamente, en esta
obra se caracteriza un nuevo paradigma epistemológico para la ciencia del tercer milenio.
De esta manera, se incita a un debate sobre lo que he denominado Configuralogía: teoría de
las configuraciones.

7
En algunos seminarios que he desarrollado sobre los enfoques científicos, he puesto a
dialogar la hermenéutica, la fenomenología, las teorías de sistemas, las teorías de la
complejidad y la teoría crítica, con las ciencias configurativas y las ciencias decoloniales
emergentes en el siglo XXI. En efecto, en la educación del tercer milenio subyacen diversos
paradigmas que configuran las teorías, enfoques, tendencias y tensiones científicas:
a) Paradigma clásico, tradicional y dominante (1600-actualidad):
‡ Ciencias empírico-analíticas.
‡ Ciencias histórico-hermenéuticas.
‡ Ciencias socio-críticas.
b) Paradigma emergente (1970-actualidad):
‡ Ciencias sistémicas y de la complejidad (Ortiz, 2016a, 2016b, 2016g, 2016h).
‡ Ciencias configuracionales (Ortiz, 2015, 2016c, 2016d, 2016e, 2016f).
‡ Ciencias decoloniales (Mignolo, 2007a, 2007b, 2008, 2011, 2013a, 2013b, 2014a,
2014b; Quijano, 2014; Dussel, 2015; Ortiz, 2015, 2016a, 2016b, 2016c).
Es indudable que desde finales del siglo XX y principios del siglo XXI están
emergiendo las ciencias decoloniales. En la actualidad se está produciendo una migración
epistémica desde las ciencias histórico-hermenéuticas y socio-críticas hacia las ciencias
decoloniales. Este proceso no ha sido ajeno a las ciencias de la educación. Estas se han
sumado al giro decolonial. Así, la Pedagogía también se ha incorporado a dicho proceso. La
Pedagogía también está girando. Y está haciendo su giro en clave decolonial.
Por todo lo anterior, es necesario no ignorar las urgencias que nos convocan y las
emergencias que nos invitan a la resistencia epistemológica, a partir de la desobediencia
epistémica. Hoy es un imperativo decolonizar la investigación social y humana, transitar
hacia la decolonialidad epistemológica y proponer una epistemología y una metodología
decoloniales. Esto solo es posible si giramos junto al giro decolonial de las ciencias socio-
humanas. Precisamente, este libro es un aporte decolonial a este loable empeño.
Tengo la firme convicción de que la ciencia del siglo XXI, la Configuralogía, será
capaz de ocuparse de la totalidad de la gama de los fenómenos naturales, personales y
socioculturales de un modo unificado, utilizando conceptos distintos pero consecuentes
entre sí para describir diferentes aspectos y niveles de la realidad. La teoría emergente de
los sistemas vivos y auto-organizadores, que se aproxima bastante a una descripción
unificada de la vida, la mente y la memoria, confirma mis convicciones.
En este libro insisto en la naturaleza compleja de los objetos de estudio, sociales y
humanos, debido a su carácter multidimensional, pluriconfigurado, holístico, procesal y
sistémico, porque configuran configuraciones teóricas de las modalidades más complejas
de organización de la conciencia y la praxis individual y social. Precisamente, el
fundamento de la investigación configuracional está dado en todas estas manifestaciones de
la complejidad socio-humana. Se hace una distinción entre la investigación configuracional
y la investigación cualitativa u holística. Se describe la lógica configuracional del

8
conocimiento científico y se presentan los eslabones, el método y las técnicas de la
investigación configuracional.
En la metodología resultante de esta perspectiva configuracional de investigación, los
métodos cuantitativos y cualitativos son compatibles, porque lo cuantitativo representa un
momento del proceso de desarrollo de la investigación con enfoque cualitativo. En cuanto a
las técnicas de investigación, se proponen algunas (configurograma, observación dialéctica,
diálogo heurístico, mándala epistémico, hermenéutica configurativa) encaminadas a la
identificación de configuraciones conceptuales comprensivas (micro, meso y macro), que
son susceptibles de nuevos análisis heurísticos, hermenéuticos y dialécticos, provocando
nuevas retroalimentaciones e interconexiones, en un proceso de aparición progresiva de
nuevas configuraciones pertenecientes a sistemas cada vez más complejos de configuración
teórica.
Es preciso aclarar que este libro no pretende ser una conclusión ni hacer un
planteamiento definitivo, sino más bien una introducción en la cual se aportan los
resultados de un programa de investigación epistemológica y metodológica. No se
concentra tanto en resolver problemas científicos sino que trata de plantearlos partiendo de
un análisis de los debates actuales sobre el proceso de la investigación científica y de los
descubrimientos recientes de la epistemología y la metodología.
Al finalizar la conversación con esta obra, el lector debe haber reconocido que la
Teoría de las Configuraciones que propongo es una alternativa necesaria y un paradigma
emergente para la comprensión científica en este tercer milenio.
Espero y deseo que disfrutes esta modesta obra. Y sobre todo, que sea muy útil en tu
labor investigativa y/o formativa. En todo caso, yo, como Morín (2008), continúo
reconfigurando todo lo aprendido y volviendo a aprenderlo todo, configurando lo que tuve
la ilusión algún día de haber hecho: la deconstrucción del cimiento de toda mi
configuración mental.

9
I- LA INVESTIGACIÓN SOCIAL Y HUMANA EN CLAVE DECOLONIAL
1.1-Clasificación de la investigación social y humana
El conocimiento es inmanente a la vida y a la supervivencia de las especies. En
función de su nivel de desarrollo biológico, cada una de las especies requiere de
conocimientos mínimos, básicos y elementales, en algunas de ellas, y más complejos en
otras, a medida que desarrollan su sistema nervioso. De lo que sí no hay duda es que no se
puede vivir sin conocer. Es más, conocer y saber no es lo mismo, aunque el saber depende
de la existencia previa del conocer.
Conocer es aprehender la realidad de forma directa, empírica y sensorialmente; en
cambio, para saber se requiere de mediaciones, o de procesos indirectos de aproximación a
la realidad. Se conoce algo directamente, pero para saber sobre ese algo es preciso leer,
estudiar, indagar, hay que investigar, comprobar, llegar a certezas objetivas. El saber es la
verdad, es la falta de error y dudas, es no equivocarse, es la no incertidumbre, en cambio el
conocer es tener una experiencia subjetiva, muy personal, de la realidad, que no tiene más
restricciones que las que nos enseña nuestra propia experiencia senso-perceptiva.
Es evidente que para saber hay que conocer previamente, pero no todo conocimiento
es saber. El saber requiere de enunciados ciertos, verdaderos, objetivos. Quien sabe de algo
debe saber lo mismo que otra persona que sabe ese algo; en cambio, el conocimiento puede
ser diferente en personas distintas porque para conocer se requiere únicamente de
experiencia subjetiva, que muy probablemente no sea cierta, ni exacta a la de otra persona.
El conocimiento nos aporta nuestra verdad, muy particular, subjetiva, singular e
irrepetible, en cambio el saber nos brinda la verdad, general, global, o al menos
intersubjetiva.
El conocimiento es una experiencia directa sobre el objeto de estudio y el saber es
una experiencia mediada a través de libros, estudios, investigaciones, etc., acerca de dicho
objeto. El conocimiento tiene una validez subjetiva y personal, en cambio el saber se
encamina hacia la objetividad, a lo verificable, a la verdad. Es decir, el saber es saber si es
saber científico, en cambio el conocimiento no es más que la primera aproximación, el
primer paso, para el logro del saber en la plena expresión de la palabra. De esta manera,
para llegar a un conocimiento con categoría de saber es necesario el método. Es el método
quien nos dice cómo conocer para llegar a saber. De ahí que toda la tradición filosófica se
haya ocupado de la metodología como vía o camino para llegar a la verdad, es decir al
saber incuestionable.
La filosofía griega no tuvo problemas en el momento de abordar este tipo de
problema y dicotomía entre conocimiento y saber, por cuanto para los griegos el conocer
estaba relacionado con conocer la realidad, de ahí que la aporía se solucionaba de manera
ontológica, sin tener en cuenta lo metodológico. Para ello establecieron la diferencia entre
doxa (conocimiento frágil, débil) y episteme (conocimiento duro, firme, conocimiento
científico)
El conocimiento científico es un tipo específico de conocimiento, de entre otros
tantos, que se caracteriza por su rigurosidad, por ser el resultado de investigaciones

10
metódicas, sistemáticas orientadas según una finalidad concreta. Una característica
fundamental de dicho conocimiento es la intersubjetividad, la posibilidad de comunicación,
entendimiento y comprensión entre los seres humanos. El conocimiento científico, es decir,
el saber, es fruto de la constatación de un dato, una información, un fenómeno, una
experiencia, etc., a través de la cual se podría prevenir el evento o acontecimiento en el
futuro. Desde esta óptica la ciencia es verificación y la verificación siempre nos remite a la
probabilidad, por lo que no hay certezas absolutas ni soluciones infalibles.
Una teoría del conocimiento siempre será una teoría aproximativa. Y pueden existir
tantas teorías como personas existan, incluso todas con determinado grado de verdad y
certeza, aunque sean contradictorias e incompatibles, pueden coexistir en el ámbito
científico. Es más, pueden existir tantas ciencias como objetos de estudios investigue el ser
humano.
El término ciencia proviene del latín sciencia equivalente al griego episteme. La
ciencia es un conjunto organizado y sistematizado de conocimiento humano, configurado a
través del uso del método científico y que tiene como finalidad aportar explicaciones
fundamentadas científicamente.
En la actualidad se entiende por ciencia cualquier saber que configura los
conocimientos que lo conforman de forma rigurosa, contrastada, utilizando métodos
abiertos a todos los miembros de la comunidad científica, es decir, que permitan
replicaciones y contrastaciones múltiples, lo cual no nos asegura una falibilidad total ni
permanente.
Como se aprecia, lo específico de la actividad científica, frente a otras formas de
acercarse al conocimiento, es el método utilizado. No obstante, esto es muy controvertido
en las ciencias sociales y humanas (psicología, pedagogía, sociología, economía,
DQWURSRORJtD«HWF SRUFXDQWRVXREMHWRGHHVWXGLRFDPELDVHWUDQVIRUPDVHPRGLILFDHQ
ciclos temporales relativamente cortos, ya que estudian sujetos, organizaciones,
comunidades y sociedades humanas, por lo que aparecen mayores dificultades para hacer
experimentos de control y verificación. Además, hay distorsiones producidas por la
intencionalidad humana, por sus emociones, pasiones, sentimientos y/o por la subjetividad,
lo cual dificulta la predicción. No obstante, las actividades fundadas en las ciencias
sociales, sus técnicas, tecnologías y resultados, permiten y facilitan la comprensión e
interpretación de su realidad, mejorando con ello también la calidad de vida de los seres
humanos implicados.
Cuando interactuamos con el mundo físico, biológico y cultural que nos rodea, nos
encontramos a nosotros mismos, e interactuamos con nosotros mismos. La ciencia
contemporánea vive un momento en el que cada vez más comprende que el estudio de
cualquier aspecto de la experiencia humana debe ser multifacético.
Estamos asistiendo a una nueva era que define el destino de la humanidad. No
podemos eludir el debate con soluciones simplistas y metafísicas, abstrusas y esotéricas,
que evidencian, en ocasiones, la ambivalencia epistemológica de los científicos sociales,
educativos y pedagógicos. Enterremos de una vez y por todas las soluciones hieráticas y
subrepticias y demos nacimiento a la verdadera ciencia social, comprometida con los
11
principales problemas del siglo XXI que impiden la felicidad de los seres humanos y la
maravillosa posibilidad de configurar un proyecto de vida digna.
Es incongruente a veces nuestra postura epistemológica si la pasamos por el tamiz de
la práctica socio-cultural próxima y cotidiana. Es inadmisible que la pobreza, la hambruna
y la miseria pululen como hormigas laboriosas por nuestros espacios y tiempos mientras
nosotros absurdamente y aparentemente ingenuos estamos absortos y cautivados por las
melodiosas teorías de la medición y la predicción científica. Inaudito es, además, que
algunos científicos de la educación, la pedagogía y la sociedad, de manera insólita, apliquen
de manera mecánica y dogmática técnicas, procedimientos e instrumentos originarios de las
ciencias naturales y fácticas, FRPR VL SXGLpVHPRV ³PHGLU´ ODV UHODFLRQHV VRFLDOHV \
humanas. Y si los premios nobel de Física y Química nos están alertando desde hace más
de cien años acerca de la indeterminación de los procesos, es increíble que algunos
científicos socio-humanos aún sigan aferrados a las metodologías empírico-analíticas para
el estudio del ser humano y la sociedad. Los instrumentos científicos llamados cuantitativos
no permiten revelar la verdadera esencia de los procesos humanos y sociales.
6HUtD LQWHUHVDQWH ³PHGLU´ ODs relaciones sociales y humanas, en verdad sería
maravilloso poder hacerlo para saber de una vez donde se incuba el amor y cuál es su
trayectoria y destino. Pero no es así. Proliferan guerras injustas, conflictos inusitados,
retoña la maldad desde nuestros corazones mientras atónitos y apesadumbrados, nos
quedamos observando paralizados, inmóviles y estupefactos, la destrucción de nuestra
especie.
Igual que existe una teoría de las inteligencias múltiples, debería existir una teoría de
la estupidez humana (vale la tautonomía, por cuanto sólo el ser humano es estúpido y tal
parece que los animales no humanos son más inteligentes que nosotros los humanos,
porque protegen más a los miembros de su especie)
No más ridiculeces y minucias en las ciencias sociales y humanas. Que la pueril y
cándida actitud cotidiana de los actores socioeducativos y culturales no nos haga caer en el
profundo, sombrío y tenebroso precipicio donde yacen inertes los incautos y necios
científicos cuasi-sociales o, mejor, cuasi-científicos sociales. O incluso mejor aún, cuasi-
científicos cuasi-sociales.
La ciencia está en conocer la oportunidad y aprovecharla; es hacer lo que conviene a
nuestro pueblo, con nuestro sacrificio, y no hacer lo que nos conviene a nosotros con
sacrificio de nuestro pueblo. En esta definición de ciencia que nos ha legado José Martí se
aprecia el amor del maestro por el pueblo y por el conocimiento, situando al saber humano
en un lugar privilegiado siempre que esté al servicio de las personas y no del propio ser
humano que hace ciencia. En este sentido, los científicos sociales debemos asumir un
modelo de ciencia que nos permita estar cada día más cerca de los sujetos investigados, que
sea capaz de penetrar sus esencia afectivo-emocional, sus sentimientos, miedos, esperanzas
y sucesos significativos; un modelo epistémico que nos permita revelar la esencia humana,
sus peculiaridades biogenéticas, psicosociales, neurológicas y culturales; como base de sus
particulares formas de vida.

12
Ahora bien, este libro no pretende describir metodológicamente estas actividades
características, y mucho menos ofrecer recetas científicas y pautas investigativas, sino abrir
espacios de reflexión, sensibilización, concientización y motivación, que expandan la
conciencia crítica y creativa ante los retos educativos, socioculturales y científicos que se
nos avecinan, y promover la sensación de urgencia por nuevos caminos de acción científica
e investigativa en el campo concreto de las ciencias sociales. Es así que, nuestro
irrenunciable, inconmensurable e inexorable compromiso es con el pueblo, con esos niños,
niñas, adolescentes y jóvenes que demandan satisfacción afectiva-emocional, e incluso con
los profesionales, maestros investigadores y trabajadores sociales, tenemos el
impostergable deber de hacerlos emerger del ocio, la comodidad, la pereza, la indolencia, la
apatía y la indiferencia, atributos humanos incompatibles e inconcebibles en el preludio del
tercer milenio. Es decir, los científicos en la actualidad se encuentran en la incómoda
situación de verse continuamente enfrentados a la existencia de su propia conciencia y, sin
embargo, no disponer de una explicación plausible.
La reflexión hermenéutica me ha permitido concretar algunas ideas que amplían,
complementan, fertilizan y vigorizan el contexto de la problemática urgente de modificar
de manera sustancial los conceptos científicos y enfoques epistemológicos para el
desarrollo de las ciencias sociales y humanas, sin descolgarnos de los autores clásicos y
actualmente reconocidos. O como diría el maestro Miguel Martínez Miguélez, haciendo
alusión a una frase de Newton: sin bajarnos de sus hombros.
La ciencia tiene fines y busca alcanzar unos propósitos, para su desarrollo necesita
del pensamiento, la creatividad, la imaginación y la configuración de teorías. De ahí que lo
que nuestra cultura del siglo XXI está pidiendo a grandes gritos es un planteamiento
equilibrado y satisfactorio que nos relacione de modo adecuado lo mental y lo físico. Una
configuración sistémica y compleja en el ámbito científico. Este planteamiento está siendo
defendido desde muchas áreas distintas del conocimiento, tanto por parte de la ciencia
como de la filosofía y la epistemología. En este sentido, con la finalidad de lograr una
mayor comprensión del proceso científico social y humano, que permita proponer una
nueva ciencia y un nuevo paradigma epistemológico para este tercer milenio, he asumido
una concepción paradigmática configuracional, basada en teorías científicas emergentes,
que se aprecian en publicaciones realizadas desde el pasado siglo y que aún se continúan
haciendo nuevas ediciones y reimpresiones en esta primera década del siglo XXI.
La nueva ciencia está buscando un concepto invisible, clave y categórico, estricto y
general, un concepto disipado, extraño a la exacta reflexión de la ciencia clásica tradicional,
pero que parece transcendental para el ulterior desarrollo y consolidación de la ciencia. La
vía a seguir parece correcta, la búsqueda de la correlación, del equilibrio, de la coherencia y
de la armonía. El nuevo concepto es la noción de configuración. La nueva ciencia deberá
dar cuenta de los procesos retroactivos y recursivos, constantes y permanentes, que se dan
entre las contradicciones que configuran la realidad y la vida. Las configuraciones no sólo
integran sino que modifican, transforman, configuran y posibilitan el logro de las
contradicciones.
Desde esta óptica, la comprensión de los procesos contradictorios sólo es posible
mediante una configuración mediadora que no debe entenderse nunca como un nudo, o
13
elemento intermedio de conexión, sino como un proceso transformador, de tal manera que
el pensamiento configuracional se conforma como un proceso configurador de
conocimiento en el sentido de que sus unidades de conocimiento no son unidades sino la
configuración transformadora; es decir, el conocimiento sólo será conocimiento si es
conocimiento acerca de la matriz transformadora de las contradicciones sociales. Aquí
precisamente es donde adquiere una importancia de primer orden la Teoría de las
Configuraciones, emerge así una nueva racionalidad científica: la racionalidad
configuracional, por lo que se hace necesario precisar de manera considerable este término
y encaminar nuestro esfuerzo epistémico a la identificación de nuevas nociones y conceptos
relevantes.
La psicología de la Gestalt, desde donde se ha traducido el término configuración,
desde fines del siglo XIX, establece un viaducto significativo con Aristóteles y configura,
de hecho, una teoría epistemológica de las configuraciones.
Es necesario aclarar que la configuración no es un simple agregado, donde las partes
se añaden unas a otras, no son partes, ni elementos, sino procesos dinámicos complejos, es
un holos donde éstos se auto-ordenaban e interconectan en una determinada configuración.
La teoría gestáltica alemana no afirma que el todo es más que la suma de sus partes, sino
que el todo es diferente a la suma de sus partes, es decir, que las propiedades, cualidades o
atributos del todo (proceso) son diferentes de las propiedades de la relación entre los
subprocesos.
En el caso concreto de las ciencias humanas y sociales su estudio se encamina a
procesos conscientes, caracterizados por la intencionalidad, los deseos y expectativas, los
intereses y convicciones, la capacidad humana de elección y auto-determinación, los
procesos creativos, la originalidad, los procesos de autorrealización, las actitudes, afectos,
valores, emociones y sentimientos humanos, es decir, una amplia gama de configuraciones
neuropsicológicas y socioculturales.
Existen muchas maneras de investigar. La manera tradicional de investigar
científicamente es aquella en la cual una persona capacitada o grupo capacitado (sujeto de
la investigación), aborda un aspecto de la realidad (objeto de la investigación), ya sea para
comprobar experimentalmente una(s) hipótesis (investigación experimental), o para
explorarla (investigación exploratoria), o para describirla (investigación descriptiva).
Generalmente, en este tipo de actividad científica, la comunidad en la que se hace la
investigación, o para cual se hace, no tiene injerencia en el proceso, ni en los resultados;
ella sólo puede llegar a conocer las conclusiones, sin quitar los valores que tiene.
En estas últimas décadas, sin perder el carácter de cientificidad, como ya hemos
precisado, han nacido otros enfoques de investigación científica, buscando mayor
participación y apropiación del proceso y de los resultados por parte de la comunidad
involucrada. En estos nuevos enfoques se ubica la Investigación-Acción-Participación
(IAP) y otras modalidades investigativas que entronizan en lo que he denominado
Investigación Holológica Configuracional, como tipo específico de investigación orientada
a la transformación de la realidad social y humana, sustentada en el paradigma
configuracional de la ciencia.

14
En la literatura contemporánea los autores han planteado diferentes criterios de
clasificación de las investigaciones educativas y socio-humanas. Sin embargo, estos
criterios no se pueden considerar excluyentes, y en la gran mayoría de los casos una
investigación específica se puede clasificar simultáneamente a partir de diferentes criterios,
lo que permite caracterizarla metodológicamente.
Según Bisquerra (2004), en comparación con los métodos cuantitativos, los métodos
cualitativos no manipulan ni controlan variables, sino que narran o relatan hechos, y han
demostrado ser efectivos para estudiar la vida de las personas, la historia, el
comportamiento humano, el funcionamiento organizacional, los movimientos sociales y las
relaciones de interacción, entre otros temas relacionados con los procesos socio-humanos.
Estos métodos se han denominado de distintas formas, en criterio de Bisquerra (2004):
descriptivos (Wolcott, 1980), naturalistas (Lincoln y Guba, 1985), interpretativos
(Erickson, 1986), fenomenológicos (Wilson, 1997).
Las distintas denominaciones enfatizan algunas de las características más relevantes
de la investigación cualitativa: los significados que los sujetos de la investigación asignan a
sus acciones, el contexto del estudio, la relación entre el investigador y los que están siendo
estudiados, y el enfoque de una manera de investigar utilizada básicamente para describir
las experiencias de vida (discursos y comportamientos) y darles significado a partir de
observaciones sobre la realidad. Ahora bien, es preciso aclarar que llevar a cabo una
discusión seria, coherente, fluida, armónica y rigurosa acerca de los enfoques de
investigación científica en las ciencias humanas y sociales, configura verdaderamente un
problema científico en este tercer milenio. Y más aún si lo hacemos basados en un abordaje
desde las ciencias histórico-hermenéuticas, dada su complejidad epistemológica y las
diversas posturas científicas, modelos epistémicos, metodologías, tipos de investigación,
modalidades, métodos y técnicas que proliferan hoy en el ámbito socio-cultural. Por otro
lado, los diversos paradigmas y enfoques hermenéuticos, sistémicos, cualitativos, holísticos
y dialécticos, que coexisten en el área socio-humana, hacen de esta tarea una labor que, de
aparentemente inteligible y expedita, exenta de dificultades, peligros y conflictos, transita
hacia los caminos más tortuosos, ininteligibles y contradictorios del debate epistemológico
en el siglo XXI.
Como se aprecia, el concepto de ciencia ha cambiado, y sentimos cada vez con más
fuerza que debe cambiar. Paralelamente, la reforma debe tener un carácter epistemológico e
integrar la ciencia de la ciencia en el seno de la propia ciencia, siempre cruelmente dividida
entre el empirismo que cree aprehender directamente los objetos y el idealismo pragmático
que supone estar manipulando siempre conceptos eficaces. Por otro lado, los enfoques
holísticos y sistémicos van conquistando un campo del conocimiento tras otro, y aunque
queda todavía un largo camino por recorrer, no es menos cierto que las tendencias que
actualmente se detectan auguran que una nueva revolución científica está en puertas.
No nos queda otro remedio que afrontar el reto que supone el conseguir finalmente
elaborar una teoría dotada del suficiente fundamento empírico y de la necesaria armonía y
coherencia interna como para ser capaz de explicar y argumentar el movimiento ascendente
de la naturaleza humana hacia niveles elevados e impredecibles de complejidad y orden
configurativo. La complejidad es una cualidad inmanente a todos los sistemas vivos,
15
psicológicos y sociales, es un dato objetivo del universo socio-humano, no es una ilusión
del ser humano, producto de su imaginación científica, ni una invención proyectada por
nuestra subjetividad. El cerebro es objetivamente mucho más complejo que una neurona, lo
mismo que un ser vivo, cualquiera que sea, es mucho más complejo que su cerebro. Por
tanto, es incuestionable y razonable la pertinencia y urgencia de exigirle creatividad a los
científicos para que, con rigor, ética y seriedad, desde sus investigaciones, den cuenta del
hecho palpable e indiscutible de la emergencia de la complejidad en la naturaleza humana y
social. Ante esta realidad, urge, desde nuestra humildad científica, asumir posiciones
epistemológicas mucho más agresivas, provocadoras y cáusticas, que no soslayen la
turbulencia, el caos, la multiplicidad de eventos y la pluralidad conceptual, característica de
las ciencias socioculturales, que son las teorías de la vida y la epistemología humana, en
contraposición a la quietud, la placidez y el sosiego predominante aún en dichas ciencias,
como si éstas pudieran predecir los destinos del ser humano, el sentido de la vida y el
significado del amor, que cada día nos sorprende más con sus desconciertos, laberintos y
confusiones.
A partir de lo anterior, en este libro se asume una concepción científica de la
investigación que he denominado Configuracional, lo cual permitió conformar una
taxonomía de la investigación socio-educativa según su intencionalidad epistemológica,
conformada por cuatro concepciones científicas acerca de la investigación: concepción
explicativa, concepción interpretativa-comprensiva, concepción transformadora,
concepción configuracional
En las metodologías constructivistas (orientadas a la interpretación y a la
comprensión) y socio-críticas (orientadas al cambio, a la transformación), tal como ha
indicado Mateo (2001), se sostiene que la realidad es múltiple, dinámica, configurada por
los propios individuos; se afirma que los fenómenos sociales son cualitativamente distintos
de los naturales. El proceso de investigación en la vía interpretativo-comprensiva es una
derivación de los presupuestos axiomáticos descritos al hablar del paradigma
configuracionista, generándose formas de hacer diferentes de los modelos de investigación
positivista (Mateo, 2001).
Como se aprecia, bajo esta modalidad han aparecido un conjunto de métodos que son
clasificadas de forma muy diversa según los autores. En nuestro caso consideramos seis
bloques metodológicos básicos que analizamos como métodos o modalidades de
investigación, aunque pueden ser consideradas también como tipos de investigación, con su
correspondiente diseño: La investigación etnográfica, la etnometodología, el
interaccionismo simbólico, la investigación fenomenológica, la teoría fundada o
fundamentada y la investigación documental.
Cada uno de estos métodos puede ser considerado como un tipo específico de
investigación que se desarrolla siguiendo unas fases características. No obstante, si
hacemos un análisis epistémico, ontológico, e incluso epistemológico y metodológico de
dichos métodos, podemos apreciar que existen unas regularidades en su modo de acercarse
al objeto de estudio, hay unos puntos clave de contacto entre los diversos métodos
cualitativos, tanto en los orientados a la comprensión e interpretación (hermenéuticos)
como en los orientados al cambio y la transformación (socio-críticos).
16
Entre estos métodos hay más semejanzas que diferencias, hay más aspectos comunes
que elementos divergentes. Pudiéramos afirmar que existe una genética epistemológica en
los métodos cualitativos, derivada de la esencia y naturaleza de los procesos socio-
humanos, una ontología configurativa.
1.2-Ontología decolonial de la investigación social y humana
Es evidente que la traslucidez epistémica de las teorías de la complejidad permite
lograr una mejor y mayor comprensión científica de los procesos sociales y humanos, por
cuanto sus pulidos conceptos, principios, fundamentos y postulados, configuran verdaderos
guías epistemológicos, magníficos hilos conductores que facilitan y orientan la
investigación en los procesos humanos y sociales. De esta manera, a medida que vamos
penetrando y comprendiendo la naturaleza humana, nos vemos obligados a abandonar los
conceptos actuales de la ciencia, por cuanto éstos no permiten comprender (no dan cuenta
de) la verdadera complejidad humana. Es por ello que en este siglo proliferan nuevas
categorías científicas en la filosofía, en la ciencia y en la epistemología, ha ido emergiendo
un nuevo lenguaje para la comprensión de los procesos sociales y humanos y para los
complejos sistemas vivos, psíquicos y sociales3. Así, hoy nos enfrentamos a diversas teorías
que dan cuenta de la complejidad natural, humana y social y representan un paradigma
emergente: teoría de los sistemas dinámicos, dinámica no lineal, dinámica de redes,
sistemas autorreferentes, estructuras disipativas, teoría holográfica, complejidad, enfoque
holístico, concepción ecológica, autopoiesis4, entre otros. Estas teorías configuran el
resultado de múltiples investigaciones desarrolladas en las ciencias naturales, exactas y
sociales. La aparición y propagación de estas teorías indica que al parecer la Química, la
Biología, la Física, la Matemática, las Neurociencias, la Psicología, la Sociología, la
Antropología, incluso la Pedagogía, la Teoría Curricular y la Didáctica, se encuentran hoy
en una encrucijada científica.
De la respuesta que brinden estas ciencias en los próximos años a la intersección de
teorías y complejidades intrínsecas, y a la confluencia de factores que ensombrecen su
validez y pertinencia, dependerá su vitalidad.
El intelecto agente y el intelecto paciente, de Aristóteles, es retomado por Maturana
en la noción de autopoiesis que, a su vez, actualmente, es tomado en las ciencias socio-
humanas pero de una manera dogmática, mecánica, acrítica y descontextualizada, lo cual
configura un peligro epistemológico en la ciencia actual, es una bomba de tiempo que
podría hacer desaparecer la ciencia.
Según Einstein, el representante más ilustre de la ciencia clásica, para llegar a la
armonía de lo eterno había que ir más allá del mundo sensible con sus tormentos y
añagazas. El mundo que se nos presenta en nuestro aparente exterior, nos muestra una
complejidad desbordada de contradicciones, paradojas, emboscadas, artificios y artimañas

3
Sistemas autorreferentes propuestos por el eminente y controvertido sociólogo alemán Niklas Luhmann.
4
Neologismo introducido por Maturana como noción principal en su Teoría de los Seres Vivos.

17
que desequilibran nuestro inocente, cándido e incauto sistema cognitivo. No obstante,
preveo que en este complejo, disperso y no lineal tercer milenio desaparecerán aquellas
ciencias que no reconozcan la complejidad de sus objetos de estudio, la divergencia,
aleatoriedad y relatividad de los hallazgos científicos, así como el necesario azar y
desequilibrio para su desarrollo y progreso.
La concurrencia de múltiples factores aparentemente desestabilizantes en el ámbito
científico nos obliga a considerar la paradoja, la dicotomía, la turbulencia y, por qué no, la
improvisación, el zig zag y la anarquía. De no hacerlo así, los científicos, como científicos,
no como seres humanos, y la ciencia, estamos llamados a desaparecer de la palestra
científica planetaria. Unas ciencias se extinguirán, otras ciencias se integrarán unas a otras,
las más fuertes epistémicamente absorberán a las más débiles y, por supuesto, surgirán
nuevas ciencias.
En este concierto tenebroso, no debemos dejar cegarnos por la perturbación, el
tiempo es irreversible, la indeterminación acecha, y la inestabilidad epistemológica se
apodera de nuestro quehacer científico. En esta bifurcación sólo tenemos dos caminos:
perecer o avanzar. Sólo la imaginación, la originalidad, la innovación y la creatividad
epistemológica nos pueden salvar como científicos. Y sólo nosotros los científicos
podemos salvar la ciencia, reconociendo su complejidad inmanente, como cualidad
invariante que la caracteriza.
Las ciencias sociales actuales están urgidas de una relación multidisciplinaria que
legitime las complejas configuraciones sobre los procesos que ocurren en la sociedad
dentro de un marco holístico-configuracional que permita su comprensión.
La sociedad está configurada por instituciones y formas diversas de organización que
tienen una dinámica constante, para las cuales no se pueden buscar fórmulas estáticas,
rígidas y dogmáticas que den cuenta de esta complejidad de una vez y por todas. En este
VHQWLGR3ULJRJLQH  H[SUHVDTXH³QLQJXQDRUJDQL]DFLyQ \QLQJXQDHVWDELOLGDGHVHQ
cuanto tal, garantía o legítima, ninguna se impone en derecho, todas son producto de las
FLUFXQVWDQFLDV\VHHQFXHQWUDQDPHUFHGGHODVFLUFXQVWDQFLDV´ S 
En RSLQLyQGH*RQ]iOH]  ³SDUDWRGRVLVWHPDHQGHVDUUROORORDFWXDOSUHVHQWD
un reto en tanto productor de situaciones imprevisible que el sistema debe enfrentar, en el
FXUVRGHODVFXDOHVHOSURSLRVLVWHPDVHPRGLILFDUi´ S (VWRSRUVXSXHVWRno hace de
las circunstancias el principio rector del proceso, el que siempre se desarrollará por la
compleja relación entre las circunstancias y su configuración histórica. Esto no significa
que a partir de lo configurado sean previsibles las formas de respuestas del sistema en su
H[SUHVLyQDFWXDO&RPRPX\ELHQDILUPD%DODQGLHU  ORVRFLDO³WDPELpQHVFDSD]GH
morfogénesis imprevisible, de lo inédito, de una producción constituida de sí mismo en la
cual orden y desorden actúan juntos, de un acrecentamiento de la complejidad
PXOWLSOLFDGRUGHORV SRVLEOHV \SRUFRQVLJXLHQWHHQXQIDFWRUGHLPSUREDELOLGDG´ S 
En efecto, lo social no representa un fenómeno estático, homogéneo, linealmente definido y
determinado desde algunas de sus formas de organización, al contrario, configura una
macro-configuración compleja, no lineal, dinámica, plurideterminada y multidimensional.

18
El carácter subjetivo, activo y creativo del ser humano no puede ser eliminado de las
ciencias humanas y sociales, porque es, en sí mismo, un momento configurador de la
subjetividad social. El momento comunicativo, interactivo que caracteriza la expresión de
las relaciones sociales actuales, está configurado por una historia que no se agota en la
historia de dichas relaciones, sino que implica la historia de los sujetos de estas relaciones
(González, 1997).
El término de subjetividad, que en sí mismo despierta recelo y suspicacias en el
tratamiento de la psicología individual, en criterio de González (1997), es aún más
polémico en su inserción dentro de la psicología social, concentrada en problemas de
explícito contenido social, sean a nivel de conducta o a nivel interactivo, pero sociales en su
escenario concreto. Con la categoría subjetividad, lo social deja de ser una definición fuera
de lo individual, pues ambos se integran en diferentes niveles configurativos de lo
subjetivo, a través de una relación dialéctica que se presupone momentos de negación, de
contradicción y complementación, así como de configuración de otros niveles de desarrollo
subjetivo, sea en la personalidad o en cualesquiera formas configurativas de la subjetividad
social (González, 1997).
Las ciencias sociales y humanas deben dar cuenta de los diferentes fenómenos que
configuran la subjetividad social, los cuales son parte de esa macro-categoría definida como
sociedad. En su status epistemológico, la categoría sociedad es similar a la de personalidad,
ella presenta un proceso de naturaleza abierta, en cuyo seno adquiere nuevo sentido en su
configuración, fenómenos con orígenes diferentes, pero que se integran en la definición de
la compleja configuración social (González, 1997).
Entre lo social y lo individual no hay una relación lineal ni homogénea. Lo social
como configuración no se agrega a lo individual, sino que se configura en el propio
desarrollo de su configuración subjetiva, y se configura por el sujeto no como
representación sino como configuración dentro del mismo proceso configurativo. La
configuración es el momento clave en la socialización del sujeto, muchas veces actúa
dentro del desarrollo individual y también en el social.
Esta articulación simultánea de fenómenos singulares, locales y generales, sólo puede
encontrar un nivel de integración en la configuración. La definición metodológica de las
ciencias sociales en general, desde el marco que presentamos, es configuracional, y
configurada en los diferentes sistemas de comunicación que caracterizan los propios
fenómenos sociales objeto de estudio.
El investigador, dentro de las ciencias sociales y humanas, mantiene una presencia en
la configuración del conocimiento científico esencialmente diferente a la que expresan los
científicos en otras ciencias. Además, el objeto de estudio en las ciencias humanas y
sociales es un sujeto activo reflexivo, no un mero agente de respuestas definidas por el tipo
de estímulo externo que se presente ante él. Por tanto, el individuo estudiado es sujeto del
propio proceso de comunicación dentro del cual se configura como objeto de estudio, cuya
motivación resulta esencial para garantizar su implicación en este proceso.
Las ciencias socio-humanas, a diferencia del resto de las ciencias, estudian un objeto
que es social e intencional, por tanto, portador de un lenguaje que configura una de las vías
19
esenciales de su expresión. En este sentido estudiar al ser humano sólo es posible en
situaciones dentro de las cuales éste se siente implicado, es decir, comprometido
emocionalmente con la actividad en que participa. Esta es una condición para que la
expresión del sujeto adquiera gradualmente la complejidad necesaria que la convierta en
fuente del conocimiento científico.
Por otro lado, los métodos constructivistas, dialéctico-hermenéuticos o tipos de
investigación interpretativo-comprensiva manifiestan características comunes que es
conveniente señalar. En primer lugar es preciso referirnos al objeto de investigación. ¿Qué
se investiga en estos estudios? Lo simbólico: los signos y significados de los sujetos. Los
conocimientos se definen a partir de la unidad de análisis, y configuran representaciones
que los sujetos han elaborado de la realidad. El punto de partida de la investigación socio-
humana está configurado por los interrogantes que se hace el investigador. Se parte de una
serie de preguntas que surgen de las teorías que se han elaborado sobre lo real. Estas
preguntas son como ventanas que permiten abrir la teoría existente. Son como espejuelos o
anteojos que facilitan la visión de las regularidades socio-humanas, de las relaciones o
conexiones ocultas, de los sentidos y significados de los sujetos implicados en la
investigación, y que permiten llegar al punto crucial desde donde podemos desentrañar esa
trama de la vida de las que nos habla Fritjof Capra.
En la investigación social la relación sujeto-objeto no es excluyente. El sujeto y el
objeto de estudio son parte de una experiencia que tiene sus bases en las vivencias
humanas, en sus afectos, emociones, sentimientos, actitudes y valores, implicando en la
investigación a toda la configuración neural y mental, direccionado esencialmente por las
configuraciones afectivo-volitivas.
La relación entre el sujeto y el objeto de estudio se establece a partir de la
comunicación dialógica, interactiva, bidireccional y holográfica. El investigador parte de su
percepción acerca del fenómeno, evento o proceso que estudia, lo confronta y le permite
comprender e interpretar, es decir, su relación se fundamenta en el diálogo constante y en la
retroalimentación, en una dialéctica hermenéutica configurativa. En este sentido, los
medios utilizados en la relación sujeto-objeto configuran formas de comunicación, de
designación de lo real, de expresión y de significación de lo particular con relación a su
contexto. De ahí que el resultado de la relación sujeto-objeto, aquello que se produce con
base en la relación del investigador con el objeto de estudio está configurado por las
vivencias humanas, es decir, el investigador designa lo real mediante el uso de símbolos y
se expresa mediante el conjunto de significaciones en el cual se articula en razón de su
contexto. Es por ello que el interés del investigador está centrado en las relaciones
interpersonales, en el servicio que obtiene con el conocimiento científico que se configura.
Se considera que el conocimiento científico debe dar sentido a las expresiones humanas a
través de sus exteriorizaciones. Es un interés práctico que se materializa en el dominio de la
intersubjetividad.
La finalidad de la investigación socio-humana es rescatar la teoría para establecer
relaciones con los demás, comprender las experiencias humanas específicas en el tiempo y
el espacio a partir de su contexto, lo cual permite la configuración de teoría científica
pertinente. En realidad lo que se pretende con los resultados de la investigación es
20
emancipar al sujeto a partir de la configuración de teoría que se fundamenta en su propia
realidad sociocultural.
En la configuración del conocimiento científico bajo esta perspectiva se tiene en
cuenta la subjetividad del sujeto, se relaciona la teoría con la práctica y se develan las
condiciones en las cuales se configura el conocimiento. La configuración de la teoría se
logra desde el contexto sociocultural de los implicados, el conocimiento se configura en
razón de la comprensión y tiene una intención liberadora, que da sentido a las vivencias
particulares con base en el contexto donde se produce.
La objetividad se determina por el carácter del proceso mediante el cual se hace el
estudio. Con el fin de comprobar el conocimiento científico, se rediseñan los instrumentos,
y se practica la retroalimentación, haciendo reconocimiento de los aspectos ideológicos y
culturales que determinan las interpretaciones. De ahí que el concepto de verdad se
relaciona con la interpretación, basada en la aplicación del método pero mediado por la
percepción y autoevaluación que se haga a través de la confrontación de contenidos.
Se parte del supuesto teórico y metodológico de que para comprender lo particular se
requiere relacionarlo con su contexto sociocultural. De ahí que la teoría social existente
sobre el fenómeno debe orientar la investigación, aceptando la diferencia, la singularidad en
individuos y en los grupos, por cuanto el conocimiento es configurador de identidad socio-
cultural y esclarecedor de las prácticas sociales cotidianas. Evidentemente, la teoría se
configura en el proceso socio-cultural, dando significado a los hechos, que se interpretan
como hechos históricos, a través de la identificación de unidades de análisis. El momento
en que se desarrolla la teoría científica dentro de la investigación no se considera acabado,
al contrario, se trata de configurarla durante todo el proceso de la investigación.
Con la teoría inicial se aborda lo empírico, a partir de allí se hacen descripciones, las
cuales se deben sistematizar con la intención de replantear lo teórico, se originan nuevas
hipótesis que se consideran teorías provisionales, aproximativas, y se continua el proceso
científico hasta que se genere una propuesta teórica que supera la posición inicial. Y aun
así, esta teoría no se considera definitiva, sino que se repite el ciclo configurativo de la
teoría. Es por ello que la lógica de la configuración teórica es empírica, no sólo teórica. El
sentido que se le da a la configuración teórica es intersubjetivo y cultural. La configuración
teórica se configura de manera simultánea con el objeto de estudio y es fruto de la
confrontación de las categorías configuradas por el investigador por aquellas generadas por
los sentidos comunes de los grupos humanos involucrados en la investigación.
La sistematización y decantación de este proceso dialógico y configuracional es
posible gracias a las herramientas metodológicas y técnicas de la etnografía, la
etnometodología, la fenomenología, el interaccionismo simbólico y la teoría fundamentada,
entre otros métodos característicos del enfoque histórico-hermenéutico.
Los criterios de validación de la teoría científica están relacionados con la
interacción, con la comparación y con la argumentación del propio método utilizado en la
investigación. La validación de la teoría se da en relación dialógica, hermenéutica,
dialéctica y configuracional, en la comunicación activa entre el investigador y los

21
investigados en la recuperación del sentido que le da el valor social, mediante la posibilidad
de expresión del grupo investigado.
En la hermenéutica-dialéctica-configuracional se trata de realizar un examen
cuidadoso de las condiciones en que se configura el conocimiento y la comprensión de tal
manera que se pueda valorar el lenguaje y los símbolos utilizados.
La configuración de la investigación es flexible y dinámica, no es rígida, cerrada,
esquemática ni dogmática, es más bien un bosquejo o esbozo del proceso científico como
se piensa llevar a cabo, se configura a partir de un procedimiento general que indica lo que
se va a hacer en la investigación, se establece una guía referencial sobre lo que se va a
hacer para observar en lo empírico los procesos que se pretenden analizar en la
investigación.
Se establece una estrategia destinada a orientar el proceso científico en sí mismo, que
se confunde con el desarrollo de la investigación. La configuración científica en estas
modalidades investigativas ubica la relación entre unidad de trabajo y unidad de análisis, y
se orienta a la síntesis con el fin de poder interpretar a partir de las categorías epistémicas.
La unidad de trabajo no es más que el conjunto de procesos y sujetos de donde se
obtiene la información, representada en grupos sociales o comunidades específicas. No se
puede hablar sin seleccionar unidades comprensivas, la transferencia se hace con base en la
interpretación que se haga a partir de contextos socio-culturales en los cuales se desarrolla
acción del grupo particular que se estudia.
En términos generales no se utiliza la noción de generalización sino las nociones de
interpretación en el contexto y/o de universalización. Los supuestos teóricos o conceptos en
los cuales se apoya la teoría científica están integrados por la teoría inicial, basada en la
reconfiguración histórica y socio-cultural que contextualice el objeto de estudio.
Los supuestos hermenéuticos tratan de comprender las categorías teóricas, de ahí que
su contenido se apoya en dichas categorías, su intención es argumentarlos y desarrollarlos,
no demostrarlos ni confirmarlos a la manera de una hipótesis. De ahí que la razón de ser de
los supuestos es hermenéutica, son enunciados o proposiciones teóricas que pueden tener
respuestas tentativas, pero que de todos modos se van configurando en la confrontación con
lo empírico.
El proceso científico se orienta a la comprensión, por tanto, exige aplicaciones
análogas y convergentes, que integren los elementos que hacen parte del fenómeno, evento
o proceso estudiado, y requieren de expresión cualitativa en tanto se enfocan a dar sentido a
la realidad objeto de estudio. Estos supuestos hermenéuticos se refieren a las categorías
definidas para el estudio científico. Los supuestos, en tanto, categorías de análisis,
configuran una forma expedita de aproximación de lo teórico a lo empírico.
Este enfoque configuracional mira lo empírico desde las denominadas categorías
sociales y humanas, las cuales se entienden como las aproximaciones conceptuales que se
van configurando al confrontar lo empírico con base en lo teórico, con la intención de dar
sentido a la realidad estudiada, en forma sintética y sistémica, tratando de globalizar y
contextualizar el fenómeno, evento o proceso que está estudiando.

22
La operacionalización, como procedimiento que se hace para conducir los conceptos
hasta las características de la realidad estudiada de tal manera que ésta sea perceptible, tiene
connotaciones diferentes. De hecho, en los tipos de investigación de este enfoque
configuracional no se utiliza la operacionalización tal como la conocemos, más bien lo que
hace el investigador es una categorización, conceptualización y configuración, por cuanto
su intencionalidad investigativa es configurar conceptos, nociones y categorías que
permitan hacer ciencia, es decir, configurar teorías científicas, mediante las cuales sea
posible el análisis, la comprensión, interpretación e incluso transformación de la realidad
socio-cultural estudiada, dando significado a dicha realidad, partiendo de los criterios que
de ella tienen los sujetos observados, los elementos que están en el contexto socio-cultural
o que surjan de la interacción entre los sujetos particulares.
El contenido de los instrumentos científicos para la recolección de la información
emerge de las preguntas iniciales del estudio, las cuales se formulan a partir de la teoría, es
decir, de los supuestos hermenéuticos. Los instrumentos se evalúan y reconfiguran en el
proceso de confrontación y retroalimentación que haga el investigador. En este sentido,
para valorar la información se debe cumplir con la premisa de admirarlo todo, hacer
suspensión momentánea del juicio con el fin de identificar lo relevante, para lo cual se
determina si los fenómenos, eventos o procesos se repiten siempre o son accidentales,
observar lo consensual, lo contradictorio y dialéctico en el proceso y en el objeto de
estudio. Se trata de elaborar conceptos a partir de la confrontación de las categorías con lo
real y de llevar estos conceptos hacia las certezas que permitan superar los supuestos.
En las técnicas representativas de este enfoque configuracional el análisis de la
información no se entiende como descomposición del objeto de estudio en factores, puesto
que la intención es argumentar la razón de la significación, es decir, se argumenta la
cualidad. La interpretación se maneja teniendo como base la relevancia, las categorías
teóricas que se manejan, el ordenamiento de estas categorías con base en la lógica de sus
interrelaciones y la búsqueda de nuevas perspectivas investigativas.
De manera general, el proceso metodológico, integrado por los momentos que se
llevan a cabo en la investigación hermenéutica-configuracional, sigue los pasos siguientes:
x Recolección y contraste de la información inicial obtenida.
x Contextualización, sistematización e interpretación preliminar.
x Argumentación de las hipótesis y contraste de consistencia de los juicios.
x Reformulación de la contextualización, sistematización y de la
interpretación.
x Configuración del objeto de estudio, el problema y las alternativas de
valoración.
Como se aprecia, este proceso armoniza con los eslabones de descripción,
interpretación, configuración de sentido y significado, y configuración teórica.

23
24
II-LA FALACIA DEL OBJETO Y EL SUJETO EN LA INVESTIGACIÓN
SOCIAL
2.1-El objeto, lo objetivo y la objetividad
Lo objetivo se refiere al objeto, es lo imparcial, desapasionado, neutral, desinteresado
y justo (Cabanellas, 1989). La objetividad, según Sabino (1980), corresponde a un intento
por configurar un conocimiento que concuerde con la realidad del objeto, que lo describa o
explique tal cual es, y no como se desearía que fuese. Ser objetivo es tratar de encontrar la
realidad del objeto estudiado, elaborando proposiciones que reflejen sus cualidades.
6LQHPEDUJR+XVVHUO  HQWLHQGH³REMHWR´HQXQVHQWLGRTXe, aunque no coincide
estrictamente con el tradicional, tiene en cuenta algunas de sus características. Esto ocurre
en todas las filosofías en el cual desempeña un papel fundamental la noción de
intencionalidad. De esta manera, para Husserl (2011) objeto es todo lo que puede ser sujeto
de un juicio, el objeto queda así transformado por lo pronto en el soporte lógico expresado
JUDPDWLFDOPHQWH HQ HO YRFDEOR ³VXMHWR´ HQ WRGR OR TXH HV VXVFHSWLEOH GH UHFLELU XQD
determinación, identificación o distinción y, en último término, en todo lo que eso vale de
DOJXQDIRUPD³2EMHWR´HTXLYDOHSRUFRQVLJXLHQWHDFRQWHQLGRLQWHQFLRQDOORREMHWLYRQR
es, pues, algo que tenga forzosamente una existencia real, si no que el objeto puede ser real
o ideal, puede ser o valer. Todo contenido intencional es en este caso un objeto.
Alfred Korzybski, un filósofo norteamericano bastante conocido de principios de
siglo XX, decía, por ejemplo, que cualquier cosa que digamos que algo es, no lo es. En
primer lugar, cualquier cosa que digamos son palabras, y no son normalmente las palabras
sobre lo que queremos hablar. En segundo lugar, sea lo que sea lo que queramos decir con
lo que decimos, no es lo que la cosa es en realidad, aunque podría ser parecido. Porque la
cosa es siempre más de lo que nosotros queremos decir y no se agota nunca con nuestros
conceptos. Y la cosa también es diferente de lo que queremos decir, aunque sólo sea porque
ningún pensamiento puede ser absolutamente correcto cuando es ampliado de manera
indefinida.
Según Bohm & Peat (2008), el hecho que una cosa tenga cualidades que van más allá
de lo que pensamos y decimos sobre ella se encuentra tras nuestra noción de la realidad
objetiva. Está claro que si la realidad dejara en algún momento de mostrarnos aspectos
nuevos que no están en nuestra mente, entonces difícilmente podría afirmarse que tiene una
existencia objetiva independiente de nosotros.
Al conceder demasiada importancia a las matemáticas, la ciencia parece perder de
vista el contexto más amplio de su visiyQ %RKP 3HDW /RVFRQFHSWRV³REMHWLYRV´
es decir, independientes de la situación problémica, no pueden captar a los sujetos humanos
y al mundo tal como es visto y configurado por ellos (Feyerabend, 2005). Esta
inconsistencia es la que de manera simultánea limita para siempre y a la vez abre
indefinidamente la posibilidad de conocimiento, actúa como límite porque ningún sistema
de conceptual y ningún modelo teórico podrán jamás alcanzar el estatuto de configuración
completamente terminada, cerrada y acabada, pues siempre encontraremos en nuestras
concepciones e ideas, alguna proposición inconsistente que nos lleve a abrir de nuevo las
puertas heurísticas por donde saldrá nuestra mente ávida de nuevos conocimientos. En este
25
sentido lo que podemos aportar es que nuestras mentes están constreñidas y configuradas
por la necesidad de configurar nuestras creencias y deseos en un sistema holístico armónico
y coherente, que sea sensato y reflexivo pero sobre todo nítido y diáfano.
Durante mucho tiempo el determinismo y el reduccionismo fueron los símbolos y las
banderas principales que enarbolaban los científicos con el fin de mostrar la inteligibilidad,
objetividad y rigurosidad de la ciencia, sin embargo, en la actualidad estas condiciones
configuran apenas propiedades que sólo son válidas en algunos casos limitados. Parece que
yacen inertes el determinismo, el reduccionismo y la objetividad científica.
Como se aprecia, diversidad de autores cuestionan la noción de objeto y objetivo en
las ciencias humanas y sociales, cada vez se hace más difícil hablar en esos términos, sobre
todo porque es precisamente un sujeto quien habla y, por supuesto, lo hace desde su
subjetividad, por lo que tal parece que esas palabras no deberían utilizarse en el sistema
categorías de las ciencias socio-humanas, pero se utilizan en el discurso científico, lo cual
genera una dialéctica emergente entre lo objetivo y lo subjetivo en la actividad científica
socio-humana.
2.2-El sujeto, lo subjetivo y la subjetividad
Según Ferrater (201 HQUHODFLyQFRQHOYRFDEOR³VXMHWR´SXHGHXVDUVHHQILORVRItD
HODGMHWLYR³VXEMHWLYR´\QRPEUHVFRPR³VXEMHWLYLGDG´3RUXQODGRVXEMHWLYRKDVLGRXVDGR
especialmente en la literatura escolástica, para designar el ser del sujeto en una proporción.
El ser subjetivo ha sido el ser radical en contraposición con el ser simplemente
representado. Por otro lado, subjetivo ha sido usado, y es todavía usado, para designar lo
que se halla en el sujeto como sujeto cognoscente. En este caso, lo subjetivo es lo que
representa y no lo real o substancial.
El término subjetividad puede tener análogamente dos sentidos: según uno de ellos la
subjetividad es la caracterización del ser del cual se afirma algo; según el otro es la
característica del ser que afirma algo, según su experiencia. Subjetividad, en Visor (1999),
es relativo de modo de pensar o sentir de una persona con respecto a un objeto y no al
objeto en sí mismo. Lo contrario de objetividad, es decir, las ideas que nacen del prejuicio,
de la costumbre o de la tradición, las meras opiniones o impresiones.
La etimología de la palabra sujeto indica que es sujeto aquel que se lanza a sí mismo
hacia un ideal que anhela. (Sub=de bajo a bajo de; Iectum=lanzar). No es sujeto, por tanto,
GLFH7UXMLOOR  ³TXLHQHVREOLJDGRSRURWURVDODQ]DUVHKDFLDPHWDVDMHQDVDODVVX\DV´
S (VWRHVVXJHULGRSRU0DWXUDQDHQHOWtWXORGHOOLEUR³/DREMHWLYLGDGXQDUJXPHQWR
SDUDREOLJDU´UHVSHFWRGHODREMHWLYLGDGFXDQGRHVDVXPLGDFRPR~QLFRFULWHULRGHYHUGDG
por cuanto al admitir que existe una realidad allá afuera y es una forma de conocimiento
privilegiada para acceder a ella, se está obligando a admitir una sola verdad universal y un
sólo método que consiste en hallar la correspondencia entre los conocimientos y ese mundo
exterior (Trujillo, 2007). De esta manera, continuando con Trujillo (2007), sin darse cuenta,
el sujeto quedaría excluido de sus propias obras, no podría llegar a ser sujeto. Alineación
legitimada con aval científico positivista. Buscando solamente la predicción y el control, el
ser humano corre el riesgo de hacerse predecible y controlable. Buscando, además,
comprender, develar y emancipar, el ser humano se hace sujeto de su propia historia.
26
Solo podemos comprender aquello de lo que somos inmanencia, aquello con lo cual
somos capaces de configurarnos, aquello que somos capaces de penetrar en profundidad, de
DKtTXH³GLItFLOPHQWHSRGUHPRVFRPSUHQGHUXQPXQGRGHOTXHSDUDHVWXGLDUORQRVKHPRV
separado a propósito, entonces es un mundo sobre el cual solo podremos acumular
FRQRFLPLHQWRVSHURTXHQRSRGUHPRVFRPSUHQGHU´ 0D[1HHIS 
Considero que extraer el sujeto del conocimiento del mundo objetivo es un precio
alto en aras de una imagen satisfactoria, pero Jung va más lejos y nos acusa por pagar
VHPHMDQWH UHVFDWH GHVGH XQD LQWULQFDGD \ GLItFLO VLWXDFLyQ 'LFH ³7RGD &LHQFLD HV VLQ
HPEDUJR XQD IXQFLyQ GHO DOPD HQ OD TXH VH DUUDLJD WRGR FRQRFLPLHQWR´ &LWDGR SRU
Schrödinger, 2007, p.57).
Jung (1951) tiene mucha razón. También está claro que, por dedicarse a la psicología,
es mucho más sensible al gambito inicial en cuestión, mucho más que un biólogo, un
fisiólogo, un químico o un físico. No obstante, Schrödinger (2007) afirma que el alma es el
más grande de los milagros cósmicos, es la condición sine qua non del mundo considerado
como un objeto. Es muy sorprendente que el mundo occidental, excepto muy raras
excepciones, parezca apreciar tan poco esta circunstancia. El aluvión de objetos externos de
conocimiento ha arrinconado al sujeto; muchas veces hasta la aparente no existencia.
Schrödinger (2007) hace un apéndice sobre la cuestión del sujeto y el objeto, una
cuestión revalorizada por la escuela predominante en mecánica cuántica, cuyos
protagonistas son Niels Bohr, Werner Heisenberg, Max Born y otros. Dejemos que sea
6FKU|GLQJHU  TXLHQQRVKDJDXQDEUHYHGHVFULSFLyQGHVXVLGHDV³1RSRGHPRVKDFHU
afirmación fáctica alguna sobre un objeto natural determinado (o sistema físico) sin
©DFFHGHU D VX FRQWDFWRª«QXHVWUD REVHUYDFLyQ DIHFWD DO REMeto. No es posible obtener
FRQRFLPLHQWRVREUHXQREMHWRVLVHORPDQWLHQHHVWULFWDPHQWHDLVODGR«QRHVSRVLEOHGDU
XQDGHVFULSFLyQFRPSOHWDGHFXDOTXLHUREMHWRItVLFR´ S 
Es por ello que, a partir de la anterior caracterización teórica y conceptual del objeto
y lo objetivo, y del sujeto y lo subjetivo, podemos identificar cuatro categorías relacionales
que guían nuestras reflexiones en este capítulo: objetividad objetiva, objetividad subjetiva,
subjetividad subjetiva, y subjetividad objetiva, manifestando así una dialéctica entre lo
objetivo y lo subjetivo en las ciencias humanas y sociales.
2.3-Configuración entre lo objetivo y lo subjetivo
Bohm & Peat (2008) consideran que existe un significado para la realidad que nos
rodea, pero es necesario que también los seres humanos estemos incluidos de alguna
manera fundamental, participando en ella.
Nuestro conocimiento del mundo que nos rodea es el resultado de nuestra propia
acción en la que estamos implicados, así como nuestros sentidos, los instrumentos que
utilizamos para configurar información, la manera en que comunicamos nuestras ideas y las
técnicas que escogemos para configurar y describir la realidad observada. De esta manera,
este conocimiento es al mismo tiempo subjetivo y objetivo, por todo lo expresado
anteriormente. Asimismo, Trujillo (2007) nos recuerda que en la tradición de la mayoría de
las disciplinas científicas, se valora sobremanera ODE~VTXHGDGHFRQRFLPLHQWRV³REMHWLYRV´

27
/DV H[SUHVLRQHV ³REMHWLYR´ \ ³REMHWLYLGDG´ VRQ WDMDQWHV FXDQGR DFXGHQ D XQD UHDOLGDG
H[WHUQD DO VXMHWR D HVD ³UHDOLGDG REMHWLYD TXH HVWD DOOi DIXHUD´ SDUD YDOLGDU ORV
conocimientos que, en última instancia, ocurren en el sujeto.
En la tradición científica occidental moderna, para que los conocimientos sean
FRQVLGHUDGRV YHUGDGHURV QR GHEHQ VHU VXEMHWLYRV HV GHFLU GHEHQ VHU REMHWLYRV ³DXQTXH
todo conocimiento es subjetivo puesto que el conocimiento es algo que ocurre en el sujeto,
deben corresponder, punto a punto, con la porción de realidad objetiva que intentan
UHSUHVHQWDU´ 7UXMLOORS 
(Q VX VHQFLOOH] \ SHUPHDGRV GHO SUHVWLJLR \ HO SRGHU TXH KD DGTXLULGR OD ³FLHQFLD
SRVLWLYD´HQRFFLGHQWHHVWRVWpUPinos -objetivo y objetividad- no dejan ver los trasfondos
epistemológicos, ontológicos, metodológicos e ideológicos sutilmente escondidos.
³3DUHFHUtDTXHSDUDHOVHQWLUSRSXODUDIXHU]DGHSXEOLFLGDGODVGHPRVWUDFLRQHVHPStULFDV
son el único camino hacia la verdad, universal hasta la categoría de ley, la cual se esconde
GHWUiVGHORVKHFKRVFRPSUREDGRV´ 7UXMLOORS 
3RU RSRVLFLyQ FRQWLQ~D 7UXMLOOR   HO WpUPLQR ³VXEMHWLYR´ KD VLGR FDUJDGR GH
connotaciones negativas y el sentir popular lo equipara con un tipo de conocimiento de
inferior categoría, relativo, blando, más relacionado con las intuiciones personales,
singulares, afectivas, poco dignas de fiar. De esta manera, si seguimos así, podría llegar a
existir una ciencia sin sujetos. A pesar de ello, gracias a ello, por encima de ello, más allá
GHHOOR7UXMLOORYHDPSOLRVKRUL]RQWHV\GLFHFRQ9ODGLPLU1DYRNRYTXH³WRGRORTXHYDOH
ODSHQDHVHQFLHUWRPRGRVXEMHWLYR´ &LWDGRSRU9iVTXH]S 
Como se aprecia, Trujillo (2007) en sus reflexiones lo que está haciendo es evocar el
³JUDQSDUDGLJPDGHRFFLGHQWH´IRUPXODGRSRU'HVFDUWHVHLPSXHVWRSRUORVGHVDUUROORVGH
la historia europea desde el siglo XVII.
El paradigma cartesiano separa al sujeto del objeto con una esfera propia para cada
uno: la filosofía y la investigación reflexiva por un lado, la ciencia y la investigación
objetiva por el otro. Esta disociación atraviesa el universo de un extremo al otro: Sujeto-
objeto, alma-cuerpo, espíritu-materia, calidad-cantidad, finalidad-causalidad, sentimientos-
razón, libertad-determinismo, cognitivo-afectivo, existencia-esencia, y objetivo-subjetivo.
En este sentido, Trujillo (2007) propone que a partir de la dialéctica entre lo subjetivo y lo
objetivo debe emerger la subjetualidad, o sea, el sujeto como fundamento de la ontología,
epistemología y metodología de abordaje de cualquier objeto de estudio, partiendo de que
entre el sujeto y el objeto se genera una interrelación dialógica y además el conocimiento
sólo se configura en los sujHWRV³(VVXMHWRTXLHQFRQRFH\TXLHQSRQHHVWHFRQRFLPLHQWRDO
servicio de su proyecto vital, individual y colectivo. Es sujeto quien problematiza y
GLVFLHUQHTXLHQVHRFXSDGHTXHVXFRQRFLPLHQWRVHDSHUWLQHQWH´ 7UXMLOORS 
Por otro lado, según Habermas (2007), para la epistemología clásica, hay una
separación configurativa entre lo interior y lo exterior un dualismo de la mente y el cuerpo
que apela al acceso privilegiado de la primera persona a sus propias experiencias. La auto-
ridad epistémica de la primera persona está sostenida por tres mitos o supuestos que
configuran el paradigma:

28
1) que conocemos nuestros propios estados mentales mejor que ninguna otra cosa;
2) que el conocimiento tiene lugar esencialmente bajo el modo de la representación
de objetos; y
3) que la verdad de los juicios se basa en pruebas que garantizan su certeza.
El científico controla el objeto de estudio conociéndolo y utilizando tales
conocimientos, pero nunca discute al objeto de estudio la legitimidad de su poder ejecutor.
Simplemente crea las situaciones idóneas para que el objeto de estudio ejecute a su favor,
se deja dominar favorablemente. Según Heidegger (2010), cuando hablamos de sujeto y
objeto va siempre inherente un pensar algo que esta adelante, o en el fondo, o enfrente, en
cualquier caso pensamos un estar junto a algo en el sentido más amplio. Seguramente no es
necesario que nos representemos siempre lo que nos concierne e interesa en cuanto
realizamos nuestro ser de ser humano. No obstante, eso está configurado de antemano de
cara a nosotros y para nosotros. En cierto modo nosotros somos esta configuración misma,
aunque no de manera exclusiva.
Como muy bien puede apreciarse, la polémica entre el enfoque de lo subjetivo y el
enfoque de lo objetivo en sus muy diversas acepciones, ha sido una constante en la
tradición de las ciencias sociales y humanas. Es el origen de los primeros contrastes
teóricos y sigue siendo, en buena medida, el soporte de diversos debates contemporáneos.
La discusión se ha ido desarrollando de forma, a la vez paralela y superpuesta, con
múltiples influencias y cada vez con mayor capacidad de diálogo y con mayor sentido
práctico. Desde esta perspectiva, ha madurado el sentido de la complementariedad, hasta el
punto de que el mayor interés en las ciencias socio-humanas en la actualidad se centra en
explicitar los criterios dialécticos de la reciprocidad, interconexión y configuración entre lo
subjetivo y lo objetivo, la micro-configuración y la macro-configuración, lo afectivo y lo
cognitivo, teoría y práctica, etc.
La teoría critica desarrollada por los autores de la escuela de Frankfurt con más
influencia marxista, y la etnometodología, de mayor tradición weberiana, son los grandes
enfoques que intentan (uno desde el análisis macro y estructuralista, y otro desde el marco
de la vida cotidiana, configuracionista, y el análisis micro) la configuración de una ciencia
social autorreflexiva capaz de superar la dicotomía entre la subjetividad y la objetividad,
basándose, sobre todo en la teoría crítica, en una crítica devastadora a la racionalidad total
que se considera dominante y colonizadora. Sin embargo, aunque ambos enfoques
pretenden el sentido del encuentro en una nueva teoría capaz de establecer puentes entre
subjetividad y objetividad, siguen incidiendo de forma predominante o bien en el
objetivismo, o bien en el subjetivismo.
Se critica el objetivismo por centrarse en las configuraciones objetivas e ignorar el
proceso de configuración social mediante el cual los actores perciben, piensan y configuran
esas configuraciones para luego actuar. Los objetivistas ignoran la acción y el agente,
factores fundamentales de su epistemología. Los subjetivistas son criticados por centrarse
en el modo en que los agentes piensan, explican o representan el mundo social, ignorando
las configuraciones objetivas en las que esos procesos se fundamentan. Sus teorías analizan
la acción pero no las configuraciones.
29
Bourdieu (1999) pretende superar ambas posiciones, centrándose en la relación
dialéctica entre las configuraciones objetivas y los fenómenos subjetivos. Esa posición es
denominada por BourdieX ³HVWUXFWXUDOLVPR FRQVWUXFWLYLVWD´ (V GHFLU QR UHQXQFLD D XQD
parte de los presupuestos teóricos estructuralistas, discrepando en que no sólo hay
estructuras en el lenguaje y la cultura, sino también en el mundo social. Además, adopta
una posición configuracionista que le permite analizar la génesis de los esquemas de
percepción, pensamiento y acción, así como de las configuraciones sociales. Esta
superación de la dicotomía entre objetividad y subjetividad se realiza considerando dos
aspectos fundamentales:
x La dimensión simbólica de la realidad.
x Las condiciones de posibilidad de la realidad, condiciones económicas y sociales,
especialmente.
No obstante, el concepto de objetividad es ampliamente cuestionado por la
epistemología configuracional del tercer milenio.
¿Qué es lo objetivo y lo subjetivo en la ciencia?, ¿Cuándo una actividad humana es
objetiva y cuándo es subjetiva?, ¿Cómo identificar, medir o evaluar la objetividad y la
subjetividad de una actividad científica?, ¿En qué momento del proceso científico la
actividad humana se torna objetiva y cuándo es subjetiva?, ¿Existirá una realidad
YHUGDGHUDPHQWH³REMHWLYD´"¢3XHGHXQDVXEMHWLYLGDGVHUREMHWLYD"¢3XHGHXQDREMHWLYLGDG
ser subjetiva?
Estas preguntas problémicas y problematizadoras, extraídas del actual debate
epistemológico a nivel planetario, y derivadas de las contradicciones entre la subjetividad
esencial del acto socio-humano y la búsqueda de objetividad del conocimiento científico,
abren un espacio infinito de reflexión hermenéutica. En este sentido, sería interesante hacer
un análisis hermenéutico de las relaciones e interconexiones ónticas y ontológicas,
epistémicas y epistemológicas, que se produce entre el objeto y el sujeto, y entre lo objetivo
y lo subjetivo.
A partir de lo anterior, podríamos decir que el concepto es la expresión del
pensamiento, es la representación de un objeto o sujeto, es la comunicación e interacción
activa entre el sujeto cognoscente y el objeto conocido. La dimensión objetiva del concepto
es el objeto (o sujeto) pensado y la dimensión subjetiva del concepto es el pensamiento del
objeto (o sujeto).
La categoría sujeto en la ciencia es uno de los términos más difíciles de definir y
comprender, es uno de los términos más tergiversados que existen en la epistemología, por
cuanto, en la visión tradicional y clásica de la ciencia, todo es determinista, reduccionista y
propende por la objetivización, por lo tanto, se elimina al sujeto, la mente, la conciencia, el
pensamiento y, con ellos, se mutila la independencia, la soberanía y la emancipación.
Ahora bien, si concebimos una ciencia diferente, una ciencia en la que el universo no sea
determinista ni reduccionista, sino un universo que admite el azar y el desorden, un
universo que reconoce procesos de auto-configuración, es decir, donde cada sistema
complejo configura sus propias funciones y sus propias finalidades, podemos comprender
entonces, al menos, la independencia, aunque relativa, y podemos entonces intentar
30
comenzar a comprender la noción de sujeto. En efecto, a partir de dicha reflexión exegética
acerca de la noción de sujeto y los anteriores interrogantes, podemos discutir acerca de dos
tipos de objetividades y dos tipos de subjetividades en los procesos científicos: objetividad
objetiva, objetividad subjetiva, subjetividad subjetiva y subjetividad objetiva. A
continuación argumento cada una de ellas.

31
III-LA OBJETIVIDAD EN LAS CIENCIAS HUMANAS Y SOCIALES: UN
ARGUMENTO COLONIZADOR
3.1-¿Objetividad pura?
Tradicionalmente, la objetividad en la ciencia ha estado asociada a la posibilidad de
determinar los efectos de los sucesos. De esta manera, el determinismo y el reduccionismo
han sido históricamente baluartes insoslayables de las llamadas ciencias duras.
³2EMHWLYR´TXLHUHGHFLU XQ FRQRFLPLHQWRGHVOLJDGRGHWRGRV los valores y al mismo
tiempo totalmente racional, es decir, un conocimiento monista de toda la realidad y liberado
GH WRGDV ODV ³DFFLGHQWDOLGDGHV´ LQGLYLGXDOHV FRQ XQ VLVWHPD FRQFHSWXDO GH IRUPD
matemática y de validez metafísica (Weber, 2009).
Rolf Behncke, en enero de 1984, en el prólogo al libro El árbol del Conocimiento, de
Humberto Maturana y Francisco Varela, expresa que los seres humanos no tienen acceso a
su propio campo cognoscitivo desde "fuera" de ese campo. Por lo que no cabe dar
explicaciones con un criterio que permite asumir explícita o implícitamente que es posible
"una cierta objetividad" (de sentido común) para discernir entre ambiente "real" y
percepciones del mismo (Maturana & Varela, 2003).
0DWXUDQD 9DUHOD  GLUiQHQWRQFHV³(O observador es un sistema viviente, y el
entendimiento del conocimiento como fenómeno biológico debe dar cuenta del observador
\ VX URO HQ pO >HQ HO VLVWHPD YLYLHQWH@ S  < +HLQ] YRQ )RHUVWHU H[SUHVD ³7DQWR HO
biólogo, el teórico del cerebro como el pensador social enfrentan un problema fundamental
cuando, quiéranlo o no, tienen que describir un sistema del cual ellos mismos son
FRPSRQHQWHV´ 0DWXUDQD 9DUHODS;,; &RPRVHSUHJXQWD6HJDO¢'HTXpPRGR
puede hacer ciencia sin observadores? ¡No habría nada que observar!
Rolf Behncke explica que lo que hacen las propiedades de los componentes es sólo
especificar el espacio particular en que tal sistema existirá, pero las propiedades de los
componentes no determinan por sí solas la organización de un sistema ni tampoco las
propiedades del sistema como conjunto.
La respuesta que se buscaba mediante la aplicación del enfoque cibernético debía
mostrar entonces cuál era, al tomar como componentes las moléculas, la organización del
ser vivo, cuál era, al reemplazar las moléculas por neuronas, la organización del sistema
nervioso, cuál era, al reemplazar las neuronas por personas, la organización de todo sistema
social (o relaciones conductuales generadoras de las culturas). Pero lo que dificultaba este
encuentro con el conocimiento de nosotros mismos, dice Behncke, era el problema
anteriormente examinado; no es lo mismo decir cuál es la organización de un sistema
observado "objetivamente" y por tanto supuestamente independiente de nuestra propia
actividad de observación, por ejemplo, el operar de una computadora, que observar y
describir el operar de un sistema en el cual la propia actividad molecular, biológica y social
es parte configurante y generadora del fenómeno del conocer.
Al estudio de los sistemas supuestamente "independientes" de nuestra actividad
cognoscitiva (de observación) se le llamó cibernética de primer orden, o cibernética de los
sistemas observados, puesto que el observador se supone marginado de tal sistema; al

32
estudio de los sistemas en los cuales nuestra propia actividad descriptiva es parte
configurativa de los mismos se le llamó cibernética de segundo orden, o cibernética de los
sistemas observadores (Heinz von Foerster, 1974, citado por Maturana & Varela, 2003).
Por esto mismo, las respuestas que se buscaban debían obviamente provenir de la
aplicación de los principios generales de cibernética al operar de los seres vivos y del
sistema nervioso, esto es, debían provenir de un enriquecimiento de la biología, en
particular de la neurobiología o ciencia que estudia el sistema nervioso. Es por esta razón
por la que las respuestas se dieron donde tenían que darse, y que en la perspectiva de los
años transcurridos vemos que no podía tampoco haber sido de otra manera: el campo de la
neurobiología enriquecido con las nociones de cibernética de segundo orden. Así fue como
Maturana elaboró una tesis global sobre la naturaleza (cognoscitiva) humana, a partir de
una nueva perspectiva que muestra que lo central para este entendimiento es la autonomía
operacional del ser vivo individual. En particular, dio cuenta de cuál es la dimensión de
conocimiento en la cual surge y existe la auto-conciencia (dinámica social operando en
lenguaje). Pero lo más importante es que este trabajo se funda en una reflexión sobre el
explicar científico que refleja que las explicaciones científicas son proposiciones
generativas (proposiciones que generan el fenómeno a explicar) en el ámbito de
experiencias de los observadores, por lo que no requieren la suposición a priori de un
mundo objetivo independiente del observador (Maturana & Varela, 2003).
6HJ~Q 0DWXUDQD   ³OD UHG GH FRQYHUVDFLRQHV TXH HV QXHVWUR VHU FXOWXUDO HVWD
siempre en un continuo cambio que entrelaza lo recursivo, lo repetitivo, y lo lineal, en una
continua transformación conservadora del vivir que en su continua deriva sigue en cada
instante un curso definido en ese instante según el entrelazamiento de las formas de
convivir que conservamos en las conversaciones que hacen nuestro convivir en ese
instDQWH´ S  /RV VHUHV KXPDQRV VXUJLPRV FRPR XQD FRQILJXUDFLyQ ELRJHQpWLFD
neuropsicológica y sociocultural, configurados en un mundo relacional que configuramos
continuamente en la red de conversaciones que conservamos en nuestro ser cultural. En fin,
dice Maturana (2003), los seres humanos no habitamos un mundo del que pudiéramos decir
que preexiste a nuestro habitarlo; y no es así porque el mundo que vivimos surge, se
configura en cada instante como el espacio relacional que vivimos con nuestro vivirlo, y
nosotros a la vez nos configuramos en nuestro ser fisiológico y psíquico viviendo el mundo
que habitamos viviéndolo. Nuestra biopraxis, el habitar el mundo que los seres humanos
habitamos, ocurre en nuestro vivir en la red de conversaciones que realizamos, y nada de lo
que decimos o pensamos en nuestro ser en el lenguajear es intrascendente o superfluo, todo
participa en la configuración de nuestro ser fisiológico, psíquico, y relacional.
Somos en tanto seres culturales, de la misma manera que los otros animales o los
otros seres vivos son en su vivir fisiológico, psíquico, y relacional en el vivir no cultural
que viven en un simple vivir como todo lo que viven en tanto no existen en redes de
conversaciones porque no viven en el lenguaje (Maturana, 1993).
La descripción no reemplaza lo descrito, dice Maturana. La vivencia de lo vivido
ocurre en un dominio diferente de aquel en que ocurre el suceder de lo vivido: la vivencia
de lo vivido es un suceder en el ámbito de la intimidad personal del vivir del que lo vive,
ámbito que es intrínsecamente inaccesible al vivir de otra persona. Sin embargo, el tema

33
ahora no es si vemos o si vivimos lo mismo cuando decimos que vemos o que vivimos lo
mismo: lo que uno vive, como vivencia, es intrínsecamente diferente de lo que otro ser
pueda vivir, aun cuando lleguemos a armonizar nuestro conversar en el fluir del convivir
(Maturana, 1993).
Lo real surge en la operación de distinción, y, hay tantos dominios de realidad como
dominios de distinción y tipos de observadores que los configuran en la práctica de sus
distinciones. Esto lo reconoce Maturana al poner la objetividad entre paréntesis. Sin
embargo, al hacer esto también reconoce que está consciente de que cualquier intento
explicativo, o cualquier acción basada en esta comprensión de la realidad, debe intentar
evitar confundir dominios de realidad, manteniendo a la vista las diferentes clases de
operaciones de distinción que les dan origen como distintos dominios de fenómenos.
Debemos hacerlo porque sabemos que la realidad será aquello que traigamos a la mano con
nuestras distinciones, sin importar si tenemos conciencia o no de los dominios
fenomenológicos en que hacemos la distinción: cualquier distinción en un sistema social
aceptada por sus miembros trae a la mano las coherencias operacionales (dominio de
realidad) que ella acarrea (Maturana, 2003).
Como se aprecia, no podemos hablar de nada externo a nuestra biopraxis, porque todo
lo que hablamos surge en las coordinaciones de coordinaciones de haceres y emociones en
nuestro operar en nuestra biopraxis en el lenguajear. De esta manera, lo que identificamos
en nuestro accionar como observadores en el fluir de nuestra biopraxis son configuraciones
relacionales y operacionales que ocurren en nuestra biopraxis. Y en esta distinción, en este
mirar nuestro fluir reflexivo en el continuo presente de nuestro convivir humano, vemos
que las circunstancias de nuestro vivir también se transforman, y lo hacen de manera
congruente con nuestra propia transformación individual (Maturana & Pörksen, 2010).
Según Maturana, lo dicho, bajo ninguna circunstancia puede ser separado del que lo
dice; no existe ningún método verificable para establecer un nexo entre las propias
afirmaciones y una realdad independiente del observador cuya existencia uno a lo mejor da
por sentada. Nadie puede reclamar un acceso privilegiado a una verdad o realidad externa
(Maturana & Pörksen, 2010).
En criterio de Maturana, Dios sería el único que podría hacerlo. Dios estaría en
condiciones de hablar de todo sin estar viéndolo, porque Él es todo. Pero nosotros no
tenemos esa capacidad de Dios ya que inevitablemente tenemos que operar como seres
humanos. Simplemente no es posible decir algo sin que haya una persona que lo dice
(Maturana & Pörksen, 2010).
Heinz von Foerster en una declaración de la American Society for Cybernetics
HVFULEH³/DREMHWLYLGDGHVODDOXFLQDFLyQGHSRGHUKDFHUREVHUYDFLRQHVVLQREVHUYDGRU/D
DSHODFLyQDODREMHWLYLGDGHVHOUHFKD]RGHODUHVSRQVDELOLGDGGHDKtVXSRSXODULGDG´ Por
RWURODGRSDUD%DWHVRQ  HQVHQWLGRHVWULFWRQLQJ~QGDWRHVYHUGDGHUDPHQWH³EUXWR
y todo registro ha sido, de una manera u otra, sometido a una remodelación y
transformación, sea por el hombre o por sus instrumentos. Pero con todo ello, los datos
siguen siendo la fuente de información más confiable y de la que los científicos deben
partir. Les proporcionan la inspiración inicial y a ellos deben regresar posteriormente. En

34
este sentido, la objetividad pura no existe, sino que siempre va a estar mediada por la
subjetividad humana, siempre.
Volvamos a Maturana, quien igualmente sostiene que no tiene sentido hablar de un
ente en sí, incluso concediendo al mismo tiempo la imposibilidad de conocerlo: no hay
modo de validar la existencia de ese ente, porque al hablar de él uno jamás podrá prescindir
de la propia perVRQD \ OD SURSLD SHUFHSFLyQ 0DWXUDQD  3|UNVHQ   ³< VL DOJXLHQ
acepta las atribuciones de otros como si de verdad fueran sus características sobresalientes,
me parece que está ciego: no importa lo que el otro vea en uno, jamás será el propio yo,
MDPiVVHUiODSURSLDSHUVRQD´ 0DWXUDQD 3|UNVHQS 
Es evidente que la idea de la existencia de una realidad independiente de nosotros
corresponde a una postura según la cual son posibles declaraciones universalmente válidas
y vinculantes. Estas pueden servir para desacreditar determinadas experiencias. Con la
referencia a la realidad se pretende dar a una afirmación el carácter de universal y objetiva-
mente válida. Esto es muy peligroso en una cultura basada en el poder, el dominio y el
control, ya que esta postura sirve para justificar por qué otros tienen que someterse a la
propia visión de las cosas. En cambio, dice Maturana que si uno se ha dado cuenta de que
por principio no puede tener un acceso privilegiado a la realidad, y que percepción e ilusión
-en el momento de la experiencia- son indistinguibles, nace la pregunta acerca de los
criterios que utiliza una persona para afirmar que algo es así.
El sólo hecho de tener la posibilidad de plantear esta pregunta abre un espacio
solidario y dialógico de reflexión común, una esfera de cooperación. El otro se convierte en
un legítimo otro con el que puedo conversar. Nacen la amistad, la solidaridad, el respeto
mutuo, el colectivismo, la colaboración. Se hace imposible exigir sumisión y comienza a
GLVLSDUVHODGRPLQDFLyQLQWHOHFWXDO\FLHQWtILFD³(OXQLYHUVRVHWUDQVIRUPDHQXQPXOWLYHUVR
donde muchas realidades -dependiendo de los distintos criterios de validez son igualmente
válidas. Uno sólo puede invitar al otro a reflexionar sobre lo que uno opina y encuentra
YiOLGR´ 0DWXUDQD 3|UNVHQS 
Siguiendo a Maturana, se trata de dos posturas diferentes, dos caminos de pensar y
explicar. A una postura la llama objetividad sin paréntesis. La base de esto es que los
objetos existen independientemente del observador y que así se supone son posibles de
conocer. Se cree en la posibilidad de una validación externa de las propias declaraciones.
Esta validación confiere a lo que uno dice autoridad y una validez incuestionable que exige
sumisión. Lleva a la negación de todos aquellos que no concuerdan con las afirmaciones
"objetivas". No se está dispuesto a escucharles, no se les quiere entender. La emoción
básica que impera aquí trata de la autoridad del conocimiento universal. Se vive en el
dominio de las ontologías trascendentales que son excluyentes: cada una de estas ontologías
abarca supuestamente la realidad objetiva; el ser aparece como independiente de la propia
persona y del propio hacer.
A la otra postura Maturana, basándose en Husserl, la denomina objetividad entre
paréntesis; su base emocional consiste en el goce de la compañía del otro. La pregunta
acerca del observador es plenamente aceptada y se intenta responderla. Este enfoque no
niega la distinción de objetos y la experiencia del ser, pero las explicaciones no están

35
basadas en la referencia a objetos sino en la coherencia entre experiencias. Desde esta
perspectiva, el observador se convierte en la fuente de todas las realidades, configurándolas
él mismo mediante sus acciones identificatorias. Aquí entramos en el dominio de la
ontología configurativa: el ser se configura a través del hacer del observador. Cuando se
toma este camino de explicación, uno se da cuenta de que nadie está en posesión de la
verdad y que existen muchas realidades posibles (Maturana & Pörksen, 2010).
Tomadas por sí solas, las dos variantes son legítimas y válidas, pero por supuesto no
igualmente deseables. El que toma el camino de explicación bajo la objetividad entre
paréntesis no pide la sumisión del otro sino que le escucha, desea su colaboración, lo apoya,
busca la conversación, reflexiona junto a él, y quiere descubrir bajo qué circunstancias tiene
validez lo que el otro dice, no se limita a imponer su criterio que, incluso, puede no estar
VXILFLHQWHPHQWHDUJXPHQWDGR³8QDDILUPDFLyQHVFRQVLGHUDGDYHUGDGHUDFXDQGRVDWLVIDFH
los criteULRV GH YDOLGH] GHO GRPLQLR GH UHDOLGDG UHVSHFWLYR´ 0DWXUDQD  3|UNVHQ 
p.52).
No obstante lo anterior, a pesar de que los distintos modelos (constructivistas,
estructuralistas, interaccionales, estratégicos) del paradigma sistémico abandonan la noción
de causalidad lineal abierta; de uno u otro modo, en criterio de Maturana (2003), todos
estos mRGHORVSHUPDQHFHQHQHOiPELWRGHODREMHWLYLGDGVLQSDUpQWHVLV³\HQWRGRVHOORVOD
justificación última sobre la que se afirma el poder para decidir del investigador continúa
siendo la pretensión de que éste posee un acceso privilegiado a lo real y objHWLYR´ S 
En efecto, incluso los constructivistas, quienes afirman que la realidad es inventada,
proponen la idoneidad de la experiencia como modo de "saber" lo que es correcto y lo que
es incorrecto. Sin embargo, en las conferencias Tanner desarrolladas por Prigogine en la
Jawaharlal Nehru University Nueva Delhi, el 18 de diciembre de 1982, el científico afirma
TXH ³HO GHWHUPLQLVPR VyOR HV FRQFHELEOH SDUD XQ REVHUYDGRU VLWXDGR IXHUD GHO PXQGR
cuando lo que nosotros describimos es el mundo desde denWUR´ 3ULJRJLQHS 
Para Prigogine (2008), independientemente del problema de la irreversibilidad, la
QHFHVLGDG GH LQWURGXFLU XQ ³REVHUYDGRU´ FUHD GLILFXOWDGHV < VH SUHJXQWD ¢+D\ XQD
QDWXUDOH]D ³QR REVHUYDGD´ GLIHUHQWH GH OD QDWXUDOH]D ³REVHUYDGD´" 3RU RWUR ODGR .|KOHU
(1967) precisa que las cosas que tiene ante él, que ve y siente, no pueden ser idénticas a los
FRUUHVSRQGLHQWHVREMHWRVItVLFRV³(VWRVREMHWRVVHOLPLWDQDSURYRFDUFLHUWDVDOWHUDFLRQHVHQ
mi organismo físico y los productos finales de tales alteraciones son las cosas que
FRQWHPSOR GHQWURGHPLFDPSR YLVXDORELHQODVTXHWRFRFRQPLVGHGRV´ .|KOHU
p.31).
Esto mismo puede aplicarse con respecto a la relación existente entre el organismo,
como sistema físico, y el cuerpo FRPR KHFKR SHUFLELGR ³&XDQGR DILUPR TXH YHR OD VLOOD
³DQWHPt´HVWH³Pt´DOXGHDPLFXHUSRFRPRH[SHULHQFLD\QRDPLRUJDQLVPRHQWDQWRTXH
REMHWR GHO PXQGR ItVLFR´ .|KOHU  S  <R FUHR TXH LQFOXVR QL ORV SVLFyORJRV
distinguen con nitidez lo anterior. En criterio de Köhler (1967), las cosas (en este último
sentido) han sido los primeros objetos de los que ha tenido conocimiento, ha llegado a
comprender, y jamás alcanzará un conocimiento directo de otros objetos, tales como los de
la física. 'HHVWDPDQHUD³ODVFDUDFWHUtVWLFDVGHOPXQGRItVLFRVyORSXHGHQVHULQYHVWLJDGDV
mediante un proceso de inferencia o construcción, sea cual fuere la necesidad de dicha
36
FRQVWUXFFLyQ´ S (QFRQWUDVWHFRQHVWHPXQGRFRQILJXUDGRHOPXQGRTXHWHQHPRVDQte
nosotros puede ser denominado mundo de la experiencia directa. Asimismo, dice Morín,
TXHHVWDUHVWULFFLyQQHFHVDULDHVXQHVWtPXORSDUDHOFRQRFLPLHQWR³(OHUURURQWROyJLFRHUD
el de dejar cerrado, es decir, petrificado, los conceptos de base de la ciencia (y de la
Filosofía). Hace falta, por el contrario, abrir la posibilidad de un conocimiento a la vez más
ULFR\PHQRVFLHUWR´ 0RUtQS 3RUVXSDUWH0DWXUDQD 9DUHOD  DILUPDQ
³(OREVHUYDGRUHQFXDQWRWDOQHFHVDULDPHQWHSHUPDQHFHVLHmpre en un dominio descriptivo,
vale decir, en un dominio cognoscitivo relativo. No es posible ninguna descripción de una
UHDOLGDGDEVROXWD´ S 3DUDORJUDUHVWDGHVFULSFLyQVHUHTXLHUHGHXQDLQWHUUHODFLyQFRQ
el ente a describir, pero la configuración que surgiría de dicha interrelación sería
determinada por la configuración del observador, y no por el ente en sí, es por ello que la
realidad cognoscitiva generada de esta manera depende inevitablemente del sujeto
cognoscente y es relativa a éste. En efecto, cuando un niño de apenas dos meses de edad,
TXH D~Q ³QR FRQRFH´ HO PXQGR TXH OH URGHD HVWi GRUPLGR \ OR PLUR \ GH SURQWR VH
despierta y me ve, me ve pero no me observa, no puede describirme porque en sus circuitos
neuronales y en su cuerpo total como ser vivo aún no ha configurado mi rostro y mi
LGHQWLGDGGHSURQWRUHFRQRFHTXHHV³DOJR´TXHORSHUWXUEDGHPDQHUDSRVLWLYDRQHJDWLYD
pero, como aún no ha configurado el lenguaje y no sabe aún, siguiendo a Maturana,
³OHQJXDMHDU´SXHVQRSRGUiKDFHr una caracterización de mi persona, y no podrá conversar
conmigo y establecer un diálogo; no puede lenguajear conmigo, y mucho menos puede
FRQYHUVDU&RPRGLFH+HJHO  ³ORVLPSOHPHQWHFRQRFLGRSRUVHUFRQRFLGRQRHV
reconocido. El más frecuente autoengaño, así como engaño de otros, es, con ocasión del
conocimiento, suponer algo como conocido, y darlo por tal; semejante saber, por más que
GLYDJXH\VLQVDEHUH[SOLFiUVHORHOPLVPRSRUTXpQRDYDQ]D´ S
Morín (2011) expresa que la idea de un universo puramente objetivo está privada no
solamente de sujeto sino también de contexto, es una idea de una extrema pobreza, cerrada
sobre sí misma, que no reposa sobre nada que no fuera el postulado de la objetividad,
rodeada por un vacío incognoscible que tiene en su centro, y allá donde está el pensamiento
GHHVWHXQLYHUVRKD\RWURYDFtRKHUPpWLFR³(OFRQFHSWRGHVXMHWR\DVHDREVWDFXOL]DGRD
nivel empírico, ya sea hipertrofiado a nivel transcendental, está a su vez desprovisto de un
ambiente y, aniquLODQGRDOPXQGRVHHQFLHUUDHQHOVROLSVLVPR´ S 
Para Weber (2009), el campo de trabajo de las ciencias no se basa en las estructuras
³REMHWLYDV´ GH ODV ³FRVDV´ VLQR HQ OD HVWUXFWXUD GH tQGROH FRQFHSWXDO GH ORV SUREOHPDV
VXUJH XQD ³FLHQFLD´ QXHYD Fuando se estudia un nuevo problema con un nuevo método,
descubriéndose así verdades que abren una nueva perspectiva significativa. La ciencia
social y humana (configuracional) que nosotros queremos practicar es una ciencia de la
realidad. Queremos comprender, por un lado, la organización y el significado cultural de
sus procesos concretos en su forma actual; y por otro, los motivos por los que
históricamente han llegado a ser así y no de otra manera. Ahora bien, tan pronto como
intentamos llevar a la conciencia la vida tal como se nos presenta, constatamos que esta nos
RIUHFH ³GHQWUR GH´ QRVRWURV \ ³IXHUD GH´ QRVRWURV ³XQD GLYHUVLGDG UHDOPHQWH LQILQLWD GH
acontecimientos que parecen coinciden en el tiempo o sucediéndose unos a otros y que
GHVDSDUHFHQ´ :HEer, 2009, p.107). Sin embargo, independientemente de lo que

37
denominamos realidad, sólo accedemos a ella a través de síntesis mentales. Kothari (1975)
ORKDH[SUHVDGRFRQFLVDPHQWH³HOVLPSOHKHFKRQRHVPHQVXUDEOHQRKD\H[SHULPHQWRX
observación posible VLQXQPDUFRWHyULFRUHOHYDQWH´ SFLWDGRSRU3ULJRJLQHS 
Efectivamente, todo aquello acerca de lo que podemos hablar y, probablemente, todo
aquello de lo que podamos ser conscientes, presupone la existencia de una configuración
teórica que determina su sentido y significado. Esta es la raíz más profunda en que se apoya
todo conocimiento y toda ciencia y es una base esencialmente subjetiva, social e histórica.
Por otra parte, puede muy bien afirmarse que la realidad ya tiene determinadas
configuraciones, las configuraciones empíricas. Por esto, no sabemos con seguridad cuáles
de las configuraciones configuradas por la mente son las que corresponden a la realidad en
sí y cuáles son debidas a nuestro pensamiento en su intento de configurar y comunicar esa
realidad. En todo caso, las configuraciones formales finales siempre serán abstracciones o
reelaboraciones de las configuraciones fácticas configuradas por nuestra mente y, por
consiguiente, también serán configuraciones del ser humano. Ahora bien, podemos afirmar
que ninguna teoría refleja directamente un sistema real u objetivo, porque toda teoría se
configura con nociones y conceptos, los cuales sólo refieren algunos procesos de las
realidades aparentemente existentes. Toda ciencia intenta representar la realidad, aunque tal
representación no puede ser sino hipotética, indirecta y parcial, pues todo conocimiento
humano es incierto, inexacto y limitado. De esta manera, la idea de un conocimiento
científico absolutamente verdadero y definitivo, de una verdad absoluta y objetiva, ha sido
abandonada por casi todos los epistemólogos de las últimas décadas.
Nuestra máxima aspiración en este sentido será, como afirma Martínez (2009a), la de
³SRGHUGLVPLQXLUHOPDUJHQGHHUURUPHGLDQWHXQDFUtWLFDULJXrosa y sistemática, utilizando
todos los medios intelectuales a nuestro alcance, pero siempre conscientes de que el
FRQRFLPLHQWR DVt ORJUDGR VHUi VROR XQD YHUGDG SURYLVLRQDO´ S  /D QXHYD WHRUtD GHO
conocimiento y la filosofía de la nueva ciencia en que se apoyan las ciencias humanas,
rechazan el modelo especular, reduccionista y determinista, que considera al sujeto
conocedor como un espejo y esencialmente pasivo, al estilo de la cámara fotográfica. Sin
embargo, aceptan el modelo dialéctico y dialógico, respaldado por toda la orientación
fenomenológica y hermenéutica actual, así como las nuevas teorías de sistema, que
consideran el conocimiento como el resultado de una dialéctica (de un diálogo) entre el
sujeto (sus intereses, valores, creencias etc.) y el objeto de estudio. Desde esta perspectiva
no existirían, por consiguiente, conocimientos estrictamente objetivos, y esto implica la
redefinición de muchos otros términos como, por ejemplo, lógica, verdad, verificación,
indicadores, descubrimiento científico, variable, inferencia, generalización, causa y efecto,
HWF &RPR GLFH 3ULJRJLQH   ³7RGD REVHUYDFLyQ KXPDQD HV GH SUHFLVLyQ ILQLWD SRU
PX\ SUHFLVD TXH VHD´ S  ,QFOXVR DXQTXH QRV FRQFHQWUHPRV HQ HO HVWXGLR XQ ~QLFR
objeto o fenómeno, si intentamos aunque sólo sea describir exhaustivamente todos los
elementos integrantes de este objeto de estudio, seguirá con la misma intensidad la absoluta
infinitud de esta variedad; y si intentamos caracterizar sus causas, sería más difícil
emprender esta labor científica. En definitiva, es el sujeto quien configura su propia
realidad, es el sujeto quien configura su propio conocimiento. Esa configuración no puede
ser más que el fruto de un proceso de interacción dialógica con el medio exterior, pero el
estado actual de los conocimientos no permite ninguna explicación.

38
Estoy con Piaget (1972) en cuanto al origen biológico del conocimiento. Pero me
sorprendió en mis descubrimientos ulteriores el hecho de que Piaget permaneció en el nivel
de la idea de organización y de regulación sin acceder a la problemática compleja de la
auto-configuración. Es cierto que no existen dos personas que vean la misma realidad
porque no existe tal realidad similar para dos personas. Cada ser humano ve su realidad, la
que él configura en su deriva natural y espontánea al ser activado [gatillado diría Maturana]
por el contexto y sus perturbaciones positivas o negativas. Pero ese conocimiento como tal,
en criterio de Weber (2009), se interesa por la cuestión de qué resultado individualizado
produce el efecto de esas leyes sobre un conjunto de elementos configurado
individualmente, pues estos conjuntos individuales tienen un significado para nosotros.
³&XDOTXLHUFRQVWHODFLyQ LQGLYLGXDOTXHHVHFRQRFLPLHQWRQRV H[SOLTXHRQRVSUHGLJD sólo
puede explicarse causalmente como consecuencia de otra constelación anterior igualmente
LQGLYLGXDO \ QR GHGXFLEOH GH ODV OH\HV´ S  $TXt VH LQWHUSUHWDQ ORV JUDGRV GH
complejidad de las configuraciones a los que hacíamos referencia en capítulos anteriores,
así como la diversa variedad de comprensiones a las que puede llegar el ser humano de esa
UHDOLGDG FRPSOHMD OR FXDO HV UHIUHQGDGR SRU :HEHU   ³(O SXQWR GH SDUWLGD GH OD
perspectiva científico-social es, sin duda, la configuración real, es decir individual, de la
vida social que nos rodea, en su organización general, pero no por ello menos individual, y
en su proceso de formación a partir de otras situaciones, articuladas a su vez evidentemente
GHIRUPDLQGLYLGXDO´ S 
Es sorprendente que sin utilizar la noción de configuración como la esencia de su
teoría, Weber hace una caracterización conceptual de ésta, considerándola como una
imagen mental, un tipo ideal, que es muy útil para los propósitos de este libro en general y
de este capítulo en particular. Weber concluye que el conocimiento de las ciencias
culturales no es un conocimiento objetivo, pero no porque estas ciencias no formulen leyes
de carácter general sobre los fenómenos que investigan. No es un conocimiento objetivo
porque, el proceso de configuración de su objeto de conocimiento está entrelazado
GLUHFWDPHQWH FRQ DOJ~Q YDORU GH OD FXOWXUD \ SRUTXH ³HQ OD LPSXWDFLyQ FDVXDO VyOR SXHGH
ofrecer una explicación de un fenómeno individual acudiendo a causas igualmente
individuales, pues el significado cultural de los fenómenos sociales no se puede descubrir a
WUDYpV GH QLQJXQD OH\´ :HEHU  S  $VLPLVPR *DGDPHU   SLHQVD TXH QR
podremos nunca tener un conocimiento objetivo del significado de un texto o de cualquier
otra expresión de la vida psíquica, ya que siempre estaremos influidos por nuestra
condición de seres históricos: con nuestro modo de ver, con nuestras actitudes y conceptos
ligados a la lengua, con valores, normas culturales y estilos de pensamiento y de vida. Por
esto, afirma Martínez (2011b), todo conocimiento tiene un sujeto, pues se da siempre en un
VXMHWR DFWLYR \ SRU WDQWR WRGR FRQRFLPLHQWR VHUi WDPELpQ \ VLHPSUH ³VXEMHWLYR´
³SHUVRQDO´ DXQ FXDQGR WHQJD FRPSRQHQWHV H[WHULRUHV WLHQHQ PD\RU IXHU]D HQ HO
conocimiento de cosas materiales (ciencias naturales), pero, si la realidad que se va a
conocer es más bien inmaterial (ciencias humanas), el componente interior prevalecerá en
JUDQ PHGLGD ³(Q WRGR FDVR HO FRQRFLPLHQWR VHUi VLHPSUH HO UHVXOWDGR R IUXWR GH una
interacción dialéctica, de un diálogo entre ambos componentes: imagen o estímulo físicos
GHODUHDOLGDGH[WHULRU\FRQWH[WRSHUVRQDOLQWHULRUREMHWR\VXMHWR´ S 

39
Es interesante valorar con Martínez (2009b) la postura de Donald Campbell, quien
fue reconocido siempre como uno de los más ilustres representantes de la orientación
SVLFROyJLFD H[SHULPHQWDO ³SUR-SRVLWLYLVWD´ (Q VX DORFXFLyQ SUHVLGHQFLDO D OD $PHULFDQ
Psychological Association, en 1975, sostuvo enfáticamente, a la luz de la epistemología
PRGHUQDTXHWRGRFRQRFLPLHQWRHV³LQGLUHFWRDSR\DGRHQSUHVXSXHVWRVFRUURERUDGRVyOR
HQ IRUPD REOLFXD H LQFRPSOHWD« VXEMHWLYR SURYLQFLDO DSUR[LPDGR \ PHWDIyULFR´
(Campbell, 1975, p. 1120). Según Martínez (2009b), iguales apreciaciones había sostenido
anteriormente Hanson (1958) y Toulmin (1961), y también Polanyi (1958) y Popper (1963,
1977), y posteriormente Kuhn (1975,1978). Cezanne decía: ¡Qué difícil es acercarse a la
QDWXUDOH]DFRQLQJHQXLGDG<\D3RSSHU  ORKDEtDGLFKR³WRGRFRQRFLPLHQto -incluso
las observaciones- HVWi LPSUHJQDGR GH WHRUtD´ S  HV GHFLU QR H[LVWH HO FRQRFLPLHQWR
objetivo puro, todo conocimiento es subjetivo, todo proceso de conocimiento científico está
mediado por la subjetividad humana. Muy consciente de esta realidad, Merleau-Ponty la
concretó con esta lapidaria frase: estamos condenados al significado.
A los que no aceptaban esta realidad, en su tiempo, Nietzsche les decía irónicamente
TXHHUDSRUTXH³FUHtDQHQHO GRJPDGHODLQPDFXODGDSHUFHSFLyQ´HQHIHFWR él afirmaba
TXH³QRH[LVWtDQKHFKRVVyORLQWHUSUHWDFLRQHV´ SXHVQRKD\³SHUFHSFLyQ´GHORVVHQWLGRV
que no suponga una interpretación. En este sentido, Popper (1973) afirma que la teoría
domina el trabajo experimental desde su planificación inicial hasta los toques finales en el
laboratorio. Y yo diría algo más, de la teoría que tengamos así serán los resultados que
vamos a tener, lo que planeamos, lo que diseñamos, lo que ejecutamos, lo que observamos,
los datos e información recopilada, los análisis e interpretaciones que hagamos, y los
resultados que obtengamos dependen de la teoría que guía y conduce nuestras acciones.
Estamos condenados a nuestra teoría.
La objetividad científica para Prigogine (1994) no tiene sentido alguno si termina
haciendo ilusorias las relaciones que nosotros mantenemos con el mundo, si condena como
³VRODPHQWH VXEMHWLYRV´ ³VRODPHQWH HPStULFRV´ R ³VRODPHQWH LQVWUXPHQWDOHV´ ORV VDEHUHV
TXHQRVSHUPLWHQKDFHULQWHOLJLEOHVORVIHQyPHQRVTXHLQWHUURJDPRV « ³ODVOH\HVGHOD
física no son en manera alguna descripciones neutras, sino que resultan de nuestro diálogo
FRQ OD QDWXUDOH]D GH ODV SUHJXQWDV TXH QRVRWURV OH SODQWHPRV´ S  /D SOHQD
³QHXWUDOLGDG´ R OD SOHQD ³REMHWLYLGDG´ FRPR VH SUHWHQGLy FRQ OD RULHQWDFLyQ WUDGLFLRQDO
lógico-SRVLWLYLVWDHVVLPSOHPHQWHLPSRVLEOHQRSRGHPRV ³VDOLUQRVGH QRVRWURV PLVPRV´
ni del mundo, y conducir nuestras investigaciones fuera de nuestra posición particular en él;
nuestra visión del mundo y nuestro conocimiento del mismo están basados inevitablemente
en nuestros intereses, valores, disposiciones y demás.
Mediante rigurosos estudios sobre psicología fenomenológica se ha llegado a la
FRQFOXVLyQ GH TXH OD ³REMHWLYLGDG´ HQ HO HVWXGLR GH ORV VHUHV KXPDQRV DXQ FXDQGR VH
busque a través de una manipulación artificial de la situación, ubica la vida fuera de su
FRQWH[WR QDWXUDO \ WRGD ³LPDJLQDGD REMHWLYLGDG´ VH UHGXFH D XQ WRWDO DUWHIDFWR *LRUJL
 FLWDGR SRU 0DUWtQH] E  3RU RWUR ODGR 0DWXUDQD   DVHJXUD ³QR WHQHPRV
acceso a una realidad objetiva independiente, y la noción de objetividad como referencia a
una realidad independiente de nuestro observar es una suposición explicativa inadecuada,
ya que el acuerdo en todos los casos descansa en la aceptación de un criterio común de

40
distiQFLyQ´ S  1R H[LVWH XQD UHDOLGDG REMHWLYD RPQLSRWHQWH \ RPQLSUHVHQWH
proporcionadora de la verdad. No existe una verdad absoluta derivada de una realidad. Más
bien existen múltiples realidades, las que configura el investigador con su praxis del vivir,
configurando así su realidad, que no necesariamente es similar a la realidad de otros
observadores, es por ello que no existe una objetividad única y general para todos los
actores, ni una verdad universal.
Cada vez sabemos más, gracias a los trabajos de las neurociencias, que un
conocimiento, una percepción no es una fotografía del mundo exterior. Una percepción
visual es el fruto de la transformación de fotones, de estímulos luminosos en miríadas de
células que están en nuestra retina. Estos estímulos son codificados de forma binaria y van
a atravesar el nervio óptico, experimentar diferentes transformaciones en nuestro cerebro de
las que evidentemente no somos conscientes -y que hoy no podemos elucidar- y darnos una
representación, una percepción. Esto significa que el conocimiento es una configuración
seguida de una reconfiguración. Hoy no podemos traducir más que una parte de los rayos
luminosos puesto que el infrarrojo, el ultravioleta no son accesibles a nuestras miradas al
igual que los infrasonLGRV ORV XOWUDVRQLGRV SDUD HO RtGR ³(V FLHUWR TXH OD LGHD GH XQD
objetividad pura es utópica. La objetividad científica es producida por seres que son
VXMHWRVHQFRQGLFLRQHVKLVWyULFDVGDGDVDSDUWLUGHODVUHJODVGHOMXHJRFLHQWtILFR´ 0RUtQ
2010b, p.157). La gran aportación de este debate es mostrar que el objeto de conocimiento
es configurado por nuestra mente. Nos indica que hay que conocer el conocimiento para
conocer sus posibilidades y sus límites. Dejemos que sea Foucault (2011) quien nos lo
arJXPHQWH³(VLQGXGDEOHTXHORVGLVFXUVRVHVWiQIRUPDGRVSRUVLJQRVSHURORTXHKDFHQ
es más que utilizar esos signos para indicar cosas. Es ese más lo que los vuelve
LUUHGXFWLEOHV D OD OHQJXD \ D OD SDODEUD (V HVH ³PiV´ OR TXH KD\ TXH UHYHODU \ KD\ TXH
dHVFULELU´ S 
Finalmente, por todo lo explicado y argumentado anteriormente, afirmo que no existe
la objetividad objetiva. ¿Quién determina su existencia? ¡Nadie! No mientras exista un
sujeto que identifique, determine, reconozca y configure esa realidDG ³REMHWLYD´ TXH
aparentemente existe independientemente de él, de su mente, de su pensamiento, de su
conciencia, de su voluntad y de su propia existencia. En este caso asumimos que esa
³REMHWLYLGDG´ QR VHUtD REMHWLYD VLQR VXEMHWLYD \D TXH VX H[LVWHQFLD siempre va a estar
PHGLDGDSRUODVXEMHWLYLGDGKXPDQDHOVXMHWRFRQILJXUDGRUGHODUHDOLGDG³REMHWLYD´
3.2-Decolonizando la episteme tradicional: ¡Objetividad subjetiva!
Existe una vieja discusión que viene desde la época de comienzos del siglo, cuando
iniciaban las grandes polémicas que de alguna manera han continuado hasta la actualidad, y
que se refieren por ejemplo, a la problemática sobre la realidad. Es decir, ¿de qué realidad
estoy hablando, cuando hablo de la realidad? Puedo hablar de una realidad segmentada
como lo postuló cierto tipo de positivismo, o tengo que hablar de una realidad de tipo más
compleja, más integrada, una realidad configuracional. La realidad es una configuración
VRFLDOHVGHFLU³LQWHUJHQHUDFLRQDOSURGXFWRGHODUHODciones entre hombres en el tiempo,
transformable desde la generación que la trabaja en la unidad de su intelectualidad desde la
SUiFWLFD´ =HPHOPDQS 3RURWURODGRHQFULWHULRGH/XKPDQQ  ORGHFLVLYR
SDUD OD FLHQFLD HV ³TXH VHD FDSD] GH FUHar sistemas teóricos que trasciendan dichas
41
correspondencias punto por punto; que no se limite a copiar, imitar, reflejar, representar,
sino que organice la experiencia de la diferencia y con ello gane en información; que forme,
así, una adecuada complejidDG SURSLD´ S   /XKPDQQ SUHFLVD TXH OD FLHQFLD GHEH
conservar la relación con la realidad pero, en especial la sociología, no debe dejarse
engañar por la realidad. Desde esta óptica, ubicarnos frente a la incertidumbre es una gran
ruptura en el siglo XXI, pero no podemos verlo como una limitación, sino por el contrario,
como un desafío de configuración científica. Y quizás en este sentido, desde fines del siglo
XX nos estamos alejando de lo que fue una tradición intelectual muy fuerte de mucho
tiempo atrás, que por lo menos debe llevar 500 años o más, quizá desde el siglo XV en
adelante, que es pensar que hay ciertas lógicas a veces inescrutables, pero objetivas, que
dinamizan los procesos.
Un gran error de las ciencias sociales y humanas, que ha conllevado a su atraso
epistemológico y metodológico, ha sido querer descubrir las leyes de la sociedad, así como
se descubrían las leyes de la naturaleza, lo cual les dio a los científicos sociales una cierta
confianza y optimismo que los hundieron en un profundo sueño epistémico y cayeron en un
letargo científico.
La enseñanza del siglo XX, que no descarta naturalmente toda la herencia de los
cinco siglos anteriores, es mostrarnos que hay espacios de la realidad, muy importantes,
muy significativos, en los que estas leyes no cuentan, y donde lo que cuenta es la capacidad
de configuración conceptual del sujeto, su capacidad de configurar teorías, de hacer ciencia.
Entonces, esto lleva a una primera gran conclusión, que es la importancia de replantearnos
los problemas onto-episte-metodológicos a la luz del rescate del sujeto configurador de
realidades. Sin embargo, tampoco se trata de caer en ciertos discursos postmodernos donde
se viene a rescatar el problema del sujeto en plena efervescencia de las subjetividades y
donde se llega en algunos casos, no digo en todos, a una suerte de dilución del concepto
mismo de racionalidad. Esas son formulaciones extremas sintomáticas de la complejidad de
la cuestión y también indicativas que hay un proceso de discusión que no se ha agotado
(Zemelman, 2009).
Las exigencias epistémicas a que he venido aludiendo nos plantean un dilema que
resumo de esta manera: investigar científicamente, configurar conocimiento científico que
UHIOHMHODVLWXDFLyQFRQWH[WXDORVHD³XQFRQRFLPiento producido desde el contexto, pero
que no se agote en ser sólo un espejo del contexto, lo que implica saber colocarse no sólo
HQ pO VLQR DQWH HO FRQWH[WR´ =HPHOPDQ  S  &RPR PX\ ELHQ GLFH 0DWXUDQD
Subjetividad es una de las palabras que usamos para desvalorizar una afirmación sobre la
base de la objetividad sin paréntesis. Un supuesto que no se basa en una correspondencia
con la realidad externa es tildado de meramente subjetivo.
Cuando Maturana habla de objetividad entre paréntesis, por un lado quiere mantener
alerta la conciencia de que es imposible hallar un punto de referencia para las propias
suposiciones que sea independiente del observador, y al mismo tiempo quiere plasmar en
un concepto la experiencia de que existen objetos independientes de nosotros. Los
paréntesis indican un determinado estado de conciencia. ¿Cómo es posible, me pregunto,
que vivamos los objetos como separados de nosotros, sabiendo que todo lo dicho es dicho
por nosotros y precisamente no puede ser separado de nosotros? (Maturana & Pörksen,
42
2010). Por otro lado, la distinción que corrientemente hacemos entre ilusión y percepción,
en el criterio de Maturana (2003), se funda en el entendido que la percepción es la
experiencia de la captación de una realidad independiente del observador, mientras que la
ilusión es una experiencia que se vive "como si" fuese una percepción, pero que ocurre en
una conexión inadecuada con la realidad externa.
Lo que ha dicho Maturana muestra que tal distinción no es posible, puesto que desde
una mirada configurativa no hay captación de un objeto externo en el fenómeno perceptual.
Esto se ve corroborado en la vida cotidiana por el hecho que la distinción entre ilusión y
percepción se hace únicamente por referencia a otra experiencia distinta de la que se
califica con esa distinción. Esto es también aparente en la vida cotidiana en la cual sabemos
que el mundo en común sólo surge en la comunidad del vivir. El hecho que en el lenguaje
nombremos objetos, como entidades determinadas configuracionalmente independientes
del observador, con las que configuramos descripciones, reflexiones, explicaciones y
argumentaciones del mundo que vivimos, no es una contradicción a la explicación del
fenómeno perceptual.
En trabajos anteriores, Maturana (1993) y Varela (1998, 2002) muestran que los
objetos surgen con el lenguaje, y que como tales consisten en coordinaciones de acción en
una comunidad de observadores, configurando, en último término, explicaciones de la
espontaneidad del fluir de la experiencia con las coherencias operacionales de la
experiencia. Por lo mismo, los objetos perceptuales de que habla Maturana (2003) son los
objetos que surgen en el lenguaje, y pueden ser usados recursivamente en la explicación del
fenómeno perceptual.
Lo objetivo es lo que se supone que el observador hace, y, por lo tanto, en criterio de
Maturana & Bloch (1985), ocurre fuera de éste. Lo subjetivo, en cambio, es aquello que se
supone ocurre en la interioridad del observador, en el entendido implícito de que la
interioridad del observador es de alguna manera parangonable con su exterioridad.
Maturana considera que lo objetivo no existe en esos términos, ya que todo lo que
identificamos lo identificamos en nuestra biopraxis como un aspecto de la realización de
nuestra biopraxis. Somos sistemas complejos determinados en nuestra configuración y nada
externo a nosotros puede determinar qué sucede en nosotros. En otras palabras, nada es
subjetivo u objetivo, sino que todo es observador dependiente, incluso el observador y el
observar.
0DWXUDQDGLFHTXHQXQFDKDHQWHQGLGRSRUTXpODJHQWHGLFHSH\RUDWLYDPHQWH³£SHUR
VL HVH HV XQ MXLFLR PX\ VXEMHWLYR´ ¢([LVWH DFDVR HO MXLFLR REMHWLYR" 7RGR OR TXH XQ VHU
humano opina es necesariamente elaborado consciente o inconscientemente por su ser,
desde su interior, pasando por los elementos que escucha, percibe y siente, por el tamiz de
su voz, de sus gestos, y eso siempre es personal, el reflejo de su historia, de su
configuración biogenética, neuropsicológica y sociocultural, de su estado interior en ese
momento.
Para Maturana, lo subjetivo es el espacio psíquico que tenemos dentro de nosotros y
que sólo podemos exteriorizar por el lenguaje, verbal o no verbal. Y ese espacio es
estrictamente personal, al decir de Maturana & Bloch (1985), y por definición tiñe de

43
subjetividad, siempre, todo lo que digamos o hagamos. ³/RVVHUHVKXPDQRVQRFUHHQTXH
FUHHQVLQRTXHFUHHQVDEHUSRUTXHQRVDEHQTXHFUHHQ´ 0DWXUDQD 3|UNVHQS 
Sin embargo, Morín (1984) afirma que el espíritu humano no refleja el mundo: lo traduce a
través de todo un sistema neuro-cerebral, donde sus sentidos captan un determinado
número de estímulos que son transformados en mensajes y códigos a través de las redes
nerviosas, y es el espíritu-cerebro el que produce lo que se llama representaciones, nociones
e ideas no son reflejos de lo real, sino traducciones de lo real.
Pensamos diferente a Morín en esta idea. Si bien es cierto que el espíritu humano no
refleja el mundo, tampoco lo traduce, sino que lo configura en la interacción comunicativa
del ser humano. La comunicación del ser humano con las demás personas y con él mismo
configura la realidad que observamos, que sólo existe en el lenguaje humano. La palabra le
da vida a la realidad, el observador configura, es decir crea, lo observado.
En este punto es importante señalar que el descubrimiento más célebre de Platón fue
HOWRFDQWHDOD³UHDOLGDG´GHODVLGHDV&RP~QPHQWHVXSRQHPRVTXHHOSODWRGHODFHQDHV
³UHDO´SHURVXFLUFXODULGDGHV³VRORXQDLGHD´6LQHPEDUJR3ODWyQREVHUYySULPHUR que el
plato no es verdaderamente circular, y segundo, que tal como se lo percibe, el mundo
FRQWLHQH JUDQ Q~PHUR GH REMHWRV TXH VLPXODQ OD ³FLUFXODULGDG´ VH DSUR[LPDQ D HOOD R VH
DIDQDQ SRU DOFDQ]DUOD 3RU FRQVLJXLHQWH VRVWXYR TXH  OD ³FLUFXODULGDG´ HV ideal (adjetivo
derivado de idea) y que esos componentes ideales del universo son el auténtico fundamento
de su configuración.
7DQWRSDUD3ODWyQFRPRSDUD:LOOLDP%ODNH\PXFKRVRWURVHVH³XQLYHUVRFRUSyUHR´
que nuestros periódicos consideran real era una suerte de creación imaginaria, y lo
auténticamente real eran las formas y las ideas. En el principio fue la idea (Bateson, 2011).
En efecto, no es lo mismo la palabra que el objeto que designa la palabra. Por ejemplo, la
neurociencia plantea que la sensación es amorfa, por lo tanto el cerebro no es un reflejo,
espejo ni representación de la realidad, el nervio óptico no es una línea telefónica ni un fax,
sino que sus miles de millones de canales configuracionales, a toda velocidad, identifica el
objeto y lo hacemos real (al objeto) mediante el lenguaje. De ahí que se necesite una lógica
más completa, una lógica de la transformación y de la interdependencia, una lógica que sea
sensible a esa complicada red dinámica de sucesos que configura nuestra vida real.
1HFHVLWDUtDPRVSDUDQXHVWURFHUHEURXQQXHYR³VLVWHPDRSHUDWLYR´XQQXHYR³VRIWZDUH´
pero notaríamos, como ya señaló Galileo (1968) en su tiempo cuando no le comprendían
ODV LGHDV KHOLRFpQWULFDV TXH SDUD HOOR ³HV SUHFLVR HQ SULPHU OXJDU DSUHQGHU a rehacer el
FHUHEURGHORVKRPEUHV´ SFLWDGRHQ0DUWtQH]D 
La postura esencial del realismo y el empirismo es que el conocimiento se da a través
de los sentidos, es decir, que nada se produce en el intelecto que no haya sido precedido por
percepciones y sensaciones. Y el positivismo considera que el sentido de una proposición
es equivalente a su método de verificación. Sin embargo dice Maturana que todo lo que les
pasa a los seres vivos tiene que ver con ellos y no con otra cosa. Son sistemas autónomos,
en los que su autonomía se da en su autorreferencia.
Como ya hemos expresado, una de las palabras que inventa Maturana para denominar
esta teoría es la autopoiesis. Son dos raíces griegas: autos, que quiere decir sí mismos, y

44
poiein, que significa producir. Los seres vivos son sistemas cerrados en su dinámica de
configuración como sistemas en continua producción de sí mismos. El mundo en que
vivimos es el mundo que nosotros configuramos y no un mundo que encontramos; en otras
palabras, como somos sistemas cerrados y estamos determinados por nuestra configuración,
lo externo solamente estimula o activa en nosotros algo que está determinado en nosotros
mismos. Ni siquiera se puede decir que existe algo como lo real, ni que interpretamos la
realidad. Lo que podemos decir es que el mundo en que vivimos lo configuramos en la
convivencia, incluso cuando hablamos de lo interno y lo externo (Maturana, 2002b).
Las configuraciones psicológicas en particular y las socio-humanas en general sólo
existen en la realidad objetiva independiente del ser humano que las analiza u observa en
tanto que el acto de enunciación del término que las designa forma parte de esa realidad.
Sin embargo, no existe la realidad objetiva independiente del ser humano, por cuanto la
realidad objetiva es creada subjetivamente por el investigador o sujeto que observa con el
fin de comprender de una mejor manera los complejos procesos socio-humanos.
6HJ~Q 0DWXUDQD  1LVLV    ³H[SOLFDPRV QXHVWUDV H[SHULHQFLDV FRQ ODV
coherencias de nuestras experiencias aún en las explicaciones científicas, y no explicamos
un mundo o realidad independiente de nuestra experiencia como lo que distinguimos que
QRVSDVDHQHOYLYLUFRPRREVHUYDGRUHV´ S (VSRUHVWRTXHODELRORJtDGHOFRQRFHUHV
posible, y el explicar científico como un aspecto de la biología del conocer opera como
generador de mundos al operar con las coherencias del observador.
Según Maturana (2002b), lo que escuchamos de lo que él dice tiene que ver con
nosotros y no con él. Sin embargo, lo que se dice frecuentemente es que los seres humanos
conocemos captando los objetos externos. Pero esto es imposible porque somos sistemas
GHWHUPLQDGRV SRU QXHVWUD FRQILJXUDFLyQ ³(O PXQGR HQ TXH YLYLPRV HV XQ PXQGR GH
distinta clase del que uno corrientemente piensa. No es un mundo de objetos independientes
de nosotros o de lo que hacemos, no es un mundo de cosas externas que uno capta en el
acto de observar, sino que es un mundo que surge en la dinámica de nuestro operar como
VHUHVKXPDQRV´ S.31).
Como muy bien afirma González (1997), aun cuando la teoría no mantiene una
relación lineal e isomórfica con lo real, no siendo tampoco el único determinante de su
configuración, sin dudas es uno de sus determinantes, pues resulta inseparable de los
restantes aspectos que se integran en la definición de toda teoría, entre los cuales están la
teoría asumida, la subjetividad del investigador, las transacciones sociales e institucionales
TXHPHGLDWL]DQHOTXHKDFHUWHyULFRHWF³&XDQGRODWHRUtDFRQWLHQHlo real, su capacidad de
crecer en el tiempo a través de la construcción de categorías nuevas y de la propia
reconstrucción parcial de su cuerpo teórico se mantiene, así como su congruencia y
FRQWLQXLGDGDORODUJRGHHVWHSURFHVR´ S 
El desarrollo de las potencialidades de toda la realidad social dependerá
esencialmente de la acción de sus protagonistas, para quienes la teoría es un importante
elemento configurador de los caminos a configurar. Precisamente, una de las formas que
asume el carácter subjetivo del conocimiento es la resistencia al cambio, la que tiene lugar
por la identificación del investigador con la teoría, la cual se erige en paradigma de la

45
propia configuración de lo real que caracteriza a quienes producen el conocimiento. Una
vez que esto acontece, la configuración general sobre la que se desarrolla el conocimiento
científico en un momento histórico concreto, se convierte en un elemento configurativo de
la propia identidad del investigador, y se perpetúa no sólo por su significación para la
configuración del conocimiento sino por el sentido subjetivo de quienes lo configuran. En
efecto, las configuraciones fácticas no pueden ser definidas en términos de realidad
exterior, sino en términos de conocimiento, ya que son objetos de la percepción y no
realidades físicas; por eso, las configuraciones fácticas no pueden ser definidas como cosas
del mundo físico, sino como conjuntos percibidos y, esencialmente, configuran una red de
relaciones percibidas que, más que conocida, es vivida, vivenciada.
El sujeto así situado en medio del mundo y sufriendo la acción de ése mundo es, a la
vez, el que piensa el mundo, y que ningún mundo es concebible si no es pensado por
alguien y que, por consiguiente, si es verdad que el sujeto empírico es una parte del mundo.
Es verdad también que, en palabras de Merleau-3RQW\  ³HO PXQGR QRHV RWUD FRVD
TXH XQ REMHWR LQWHQFLRQDO SDUD HO VXMHWR WUDQVFHQGHQWDO´ S  6LQ HPEDUJR SRU OR TXH
hemos expresado anteriormente, sin lenguaje no existen objetos, incluso, sin lenguaje no
existe conocimiento, ni pensamiento, ni mente, ni cerebro y, por supuesto, ni ciencia. Los
propios mecanismos explicativos del funcionamiento neuronal son configurados por el ser
humano mediante el lenguaje, los conceptos y la comunicación humana.
Aristóteles había dicho en su tiempo que el ser nunca se da a sí mismo como tal, y,
menos, en su plenitud, sino sólo por medio de diferentes aspectos o categorías (Metafísica,
libro IV; V), es decir, procesos que nos presenta la realidad y conceptos configurados por el
observador, tienen límites. De ahí que necesitemos una racionalidad no lineal, dinámica,
compleja, múltiple y configuracional. Es por ello que el conocimiento objetivo no existe, se
evaporó, al decir de Heisenberg. Por supuesto que se evaporó por los factores
imponderables, por las variables ocultas e impredecibles, porque es configurado por un
sujeto.
Como ya hemos señalado, hacia fines del siglo XIX, la psicología del Gestalt estudió
a fondo y experimentalmente el proceso de la percepción y demostró que el fondo de la
figura o el contexto de lo percibido, que son los que le dan el significado, son
principalmente obra del sujeto y, de esta manera, coincide básicamente con las ideas de
Kant. Habría entonces, dos polos. Por un lado, se encuentra el polo de la componente
³H[WHUQD´ GHO FRQRFLPLHQWR HV GHFLU OD WHQGHQFLD TXH WLHQH XQD UHDOLGDG H[WHULRU GH
LPSRQHUQRV XQD GHWHUPLQDGD ³EXHQD IRUPD´ HQ HO VHQWLGR GH OD SVLFRORJtD GH OD *HVWDOW
esta tendencia se revela en la conciencia primordial que tenemos acerca de que estamos en
un mundo determinado, y no en la conciencia de que lo que estamos configurando nosotros.
Por el otro lado, preexiste el hecho de que nuestra mente no es virgen como la de un niño,
sino que ya está configurada con una serie de presupuestos aceptados tácitamente, convive
con una filosofía implícita, posee un referente conceptual y una configuración teórica para
PXFKDVDFFLRQHVFRQILJXUD³XQDJUDQYDULHGDGGHQHFHVLGDGHVYDORUHVLQWHUHVHVGHVHRV
fines, propósLWRV\WHPRUHVHQFX\RVHQRVHLQVHUWDHOGDWRRVHxDOTXHYLHQHGHOH[WHULRU´
(Martínez, 2009a, p.89).

46
Estos son aspectos que aceptan la casi totalidad de los filósofos de la ciencia
contemporáneos: la falibilidad de todo conocimiento humano y el carácter teóricamente
sesgado y configurado de la experiencia. Por lo tanto, el conocimiento nunca puede estar
seguro de haber reflejado fielmente realidad. En este sentido, Feyerabend (1989) concluye
que no puede darse una descripción formal objetiva de la explicación.
En la relación de premisas de todos los procesos conscientes o racionales siempre
existen algunas que no son conscientes o no pueden establecerse de manera específica y
rígida, es decir, existen unos cimientos afectivos, volitivos, motivacionales, intuitivos e
incluso subconscientes o inconscientes que el científico no puede soslayar. Es inevitable
razonar basado en el emocionar y en el sentir. Las emociones, afectos, valores, actitudes y
sentimientos condicionan la razón y el intelecto humano, no lo determinan, pero si son una
condición básica invariable de éstos, le dan sentido y significado a los procesos
conscientes.
³1XHVWURSHQVDPLHQWR VyOR HQFRQWDGDVRFDVLRQHVHV ULJXURVDPHQWHOyJLFR´ 2HUWHU
1975, p.18, citado en Martínez, 2009b). En todos los demás momentos el pensamiento está
influenciado y, a veces, guiado por los valores profesados, las emociones y los sentimientos
que, según su nivel de coherencia con la naturaleza, lo orientarán hacia ella o lo desviarán a
ella. Este modo de proceder de nuestro intelecto no es irracional, como algunos autores han
señalado con frecuencia, es sencillamente arracional, no es ilógico, sino alógico, es decir no
va contra la razón o la lógica, sino que camina al margen de ellas y, por el hecho de utilizar
muchos otros recursos que posee el ser humano, puede ser -como ha demostrado Rogers-
más sabio que el mismo procedimiento racional o lógico. (Martínez, 2009b)
A partir de todo lo descrito, explicado y argumentado anteriormente, afirmo que toda
objetividad es subjetiva en tanto está configurada por un sujeto, por un ser humano
subjetivo que siente, que piensa y que actúa con base en esos sentimientos, afectos,
emociones, valores, actitudes, pensamientos, deseos, intenciones, creencias, aspiraciones,
ideales y convicciones. El ser humano es subjetivo, en tanto sujeto, que deviene en
personalidad a partir de la configuración de sus configuraciones afectiva, cognitiva e
LQVWUXPHQWDO³7RGRFRQRFLPLHQWRWLHQHXQVXMHWRVHGDVLHPSUHHQXQVXMHWR\SRUWDQWR
todo conocimiento será también y siempre subjetivo, aun cuando tenga componentes que
YLHQHQGHOREMHWRH[WHULRU´ 0DUWtQH]DS 
El punto de vista de Morín (2011) cuenta con el mundo, como objeto de estudio, pero
reconoce al ser humano, como sujeto, en una relación bilateral e interdependiente, en la que
cada uno se configura de manera recíproca e inseparable. Morín (1995) muestra como las
ciencias antroposociales han sido el escenario de la lucha entre el paradigma objetivista
TXHGLVXHOYHDOVXMHWR \ODUHVLVWHQFLDGHOVXMHWRREMHWR³(OGHVDUUROORGHODOXFKDFRQWUDHO
subjetivismo exige el reconocimiento del sujeto y la integración crítica de la subjetividad en
OD E~VTXHGD GH OD REMHWLYLGDG« OD RFXOWDFLyQ GH QXHVWUD VXEMHWLYLGDG HV HO FROPR GH OD
subjetividad. Inversamente, la búsqueda de objetividad no comporta la anulación, sino el
SOHQR HPSOHR GH OD VXEMHWLYLGDG´ S  'H esta manera, la subjetividad sólo se puede
entender como búsqueda de la objetividad, y la objetividad sólo se puede entender desde la
pasión por lo verdadero, necesitada del esfuerzo subjetivo para acercarse a sí misma. La
objetividad es un objetivo inalcanzable de forma plena, pero tiene que ser el objetivo del
47
conocimiento, y este emerge permanentemente de la interacción compleja entre lo objetivo
y lo subjetivo. Por otro lado, según González (1997), la unidad de la experiencia y la
realidad en el mundo de las personas configuran una nueva presentación sobre la relación
sujeto-objeto, que tiene su base en la posición desarrollada por Husserl (2011), de que el ser
se esconde en la inmediatez de la experiencia, por lo cual, la única vía de llegar a él es la
reducción fenomenológica, en la que se llega al conocimiento a través de la experiencia del
sujeto. El sujeto, para Husserl (2011), es la vía de alcanzar el conocimiento, pues la
realidad aparece en las formas significativas de la configuración de la conciencia, y se
devela en el análisis del sujeto transcendental.
La nueva forma de comprender la relación sujeto-objeto en el marco de la
fenomenología, rompió con la división clásica entre el sujeto y el objeto característica del
positivismo y del racionalismo, en el que, en ocasiones, epistemológicamente, el sujeto es
rechazado, como si fuera un disturbio o un estrepitoso ruido, precisamente porque es
indefinible, inexpresable e indescriptible desde los puntos de vista objetivistas. González
(1997) precisa que las experiencias no tienen un valor subjetivo que se fija en el momento
temporal en que ocurren, sino que se reconfiguran permanentemente como momento de la
reconfiguración subjetiva que se produce en los diferentes momentos del desarrollo del
sujeto. La historia humana no tiene una significación subjetiva por los hechos de que da
cuenta, sino por las configuraciones subjetivas en que los hechos definen su sentido.
El ser humano resignifica, le da sentido y configura ese mundo en su mente, a partir,
precisamente, de sus ideas, de sus saberes, de sus emociones, sentimientos y afectos. La
reivindicación de la dimensión actual en la definición del comportamiento humano y del
paso de las diferentes configuraciones y vínculos sociales en la actividad humana, no deben
conducirnos al rechazo de la subjetividad, si no a su redefinición como eslabón
configurativo de una realidad compleja: el ser humano, que simultáneamente actúa como
configurativo y configurante en el sistema socio-cultural en que vive. Ambas formas de
configuración se configuran en un vínculo dialéctico del que no se pueden sustraer como
procesos aislados, con lo cual pierde su sentido la división entro lo interno y lo externo en
la biopraxis humana.
La configuración del sentido subjetivo de la experiencia en el sujeto es un proceso
complejo que se produce como un momento de la cultura, individual e irrepetible en la
historia del sujeto concreto. En este proceso se configuran dialécticamente el sujeto, quien
se expresa de forma activa en el momento actual de sus operaciones configurativas; la
personalidad, que se expresa en las vivencias del sujeto que configuran el sentido de su
acción actual; así como la subjetividad social, dentro de la cual este sujeto se configura. El
desarrollo de este proceso es sumamente complejo, pues no adopta en ningún momento la
forma de relaciones lineales, sino dinámicas, oscilánticas y espiraladas.
La cognición es la vía a través de la cual se realiza la función configurativa del sujeto.
Sin embargo, en criterio de GonziOH]   ³OD QDWXUDOH]D GH WRGDV HVWDV IXQFLRQHV
asumidas como funciones del sujeto, representa una unidad funcional inseparable del afecto
y la cognición que, como procesos del desarrollo, no tendrán un carácter esencialmente
FRJQLWLYR´ S  \D Tue responde ante todo a las necesidades del sujeto, que son
inmanentes a su actividad de conocer.
48
El comportamiento del ser humano está mediado por el sistema de creencias,
nociones, conceptos y representaciones que lo hacen pensar acerca del mundo que le rodea.
$KRUDELHQHOFDUiFWHU³VXEMHWLYR´GHODVHOHFFLyQGHOREMHWRGHLQYHVWLJDFLyQQRLPSOLFDHQ
absoluto que los resultados de las ciencias socio-KXPDQDVVHDQ³VXEMHWLYRV´HQHOVHQWLGRGH
TXH YDOJDQ SDUD XQRV \ QR SDUD RWURV ³(VWH FDUiFWHU VXEMHWLYo y perspectivista de las
ciencias humanas y sociales, por tanto, no equivale a arbitrariedad por parte del
LQYHVWLJDGRUQLDUHODWLYLVPRHQFXDQWRDORVUHVXOWDGRVREWHQLGRV´ :HEHUS 
Según Morín (1984), el espíritu humano no refleja el mundo: lo traduce a través de
todo un sistema neuro-cerebral donde sus sentidos captan un determinado número de
estímulos que son transformados en mensajes y códigos a través de las redes nerviosas, y es
el espíritu-cerebro el que produce lo que se llama representaciones, nociones e ideas por las
que percibe y concibe el mundo exterior. Nuestras ideas no son reflejos de lo real, sino
traducciones de lo real.
En este aspecto me distancio de Morín, el ser humano subjetivo, configura y
comunica ese mundo, su mundo, a sus semejantes (que configuran también su propio
mundo, que no es su mundo, pero podría serlo), a través del lenguaje, de la palabra, como
revestimiento material y objetivo del pensamiento. Por todo ello, la dinámica cognitiva e
intelectual de nuestra actividad psicológica despliega un proceso en el que el investigador
va a observar, identificar y seleccionar sólo aquella realidad que posee un sentido
trascendental y un significado muy personal para él, es decir, el observador no observa
cualquier realidad potencialmente útil, sino aquella que tiene un significado personal que es
fruto precisamente de nuestra formación previa, de nuestras experiencias, de las
perspectivas teóricas adquiridas, de los valores, las actitudes, las nociones y conceptos
configurados, las creencias, las necesidades, intereses, motivos, miedos, esperanzas e
ideales que hayamos asimilado a lo largo de nuestra historia evolutiva. En este sentido,
sostengo la idea de que la racionalidad científica es de naturaleza afectiva-cognitiva, ya que
al pensar y razonar sobre un objeto de estudio, el sujeto de investigación se orienta no sólo
por los atributos de la realidad sino en términos de las necesidades que vivencia, de ahí que
es cuestionable cualquier intento exclusivamente racional de acercamiento a un objeto de
estudio.
La ausencia de la categoría sujeto en los marcos epistemológicos del positivismo,
condujo a ignorar completamente los afectos dentro del proceso de configuración del
conocimiento científico, tras lo cual subyace también la influencia racionalista que marca
toda la historia del pensamiento occidental moderno. El sujeto, como uno de los
determinantes esenciales de la configuración del conocimiento, es ignorado, y se intenta
mantener el conocimiento en el estrecho marco de la relación sujeto-objeto, que niega el
carácter histórico del conocimiento como forma esencial del desarrollo de la cultura, de la
FXDOHVSDUWHLQVHSDUDEOH³(QHVWHVHQWLGRHOFRQRFLPLHQWRHVLJXDOPHQWHLQVHSDUDEOHGHOD
compleja trama de la subjetividad social, dentro de la cual existe la cultura en su dimensión
KLVWyULFD´ *RQ]iOH]S 'HHVWHPRGRSRGHPRVGHFLUTXHQXHVWUDREVHUYDFLyQVH
encamina a observar lo que esperamos observar, lo que estamos acostumbrados a observar
o lo que nos han sugerido que vamos a observar. Y, de esta manera, realmente no

49
conocemos si lo que estamos observando es o no un producto derivado de nosotros mismos
y de nuestras creencias, configuraciones culturales y sugestiones aceptadas.
Según Martínez (2009a), el observador no sólo afecta al fenómeno que estudia, sino
que en parte también lo crea con su pensamiento al emitir éste unas partículas (los
SRVLWURQHV TXHLQWHUDFW~DQFRQHOREMHWR³QDGDHQHOXQLYHUVRHVWiDLVODGR\WRGRORTXHHQ
el convive está, de un modo u otro, interconectado mediante un permanente, instantáneo y
KDVWDVLQFUyQLFRLQWHUFDPELRGHLQIRUPDFLyQ´ S 
³(O DVSHFWR FUXFLDO GH OD WHRUtD FXiQWLFD HV TXH HO REVHUYDGRU QR VyOR HV QHFHVDULR
para observar las propiedades de los fenómenos atómicos, sino también para provocar la
DSDULFLyQ GH HVWDV SURSLHGDGHV«(Q ItVLFD DWyPLFD HV LPSRVLEOH PDQWHQHU OD GLVWLQFLyQ
FDUWHVLDQDHQWUHODPHQWH\ODPDWHULDHQWUHHOREVHUYDGRU\ORREVHUYDGR´ &DSUDD
p.95). Estos hechos vendrían a indicar que el pensamiento genera ondas -ondas de
pensamiento- o partículas elementales portadoras de pensamiento. Implicarían, a su vez,
que el vacío (el éter si existe, el aire o la materia) estarían llenos de ondas y partículas de
pensamiento similares a placas fotográficas superpuestas y que el subconsciente (en
algunas personas, consciente) podría captarlas. Esto no es extremadamente raro: en el aire
están también, estructurándose, miles y miles de ondas radiales y televisivas (y toda la red
de internet), y si vinieran de muy lejos, podrían estar viajando en el aire por meses y años
antes de llegar a nosotros. Es decir, el observador penetra al objeto, es decir, configura la
realidad desde su visión conceptual y concepciones teóricas asumidas, sumergiéndose en lo
más profundo de dicho objeto para poder conocerlo.
Las proposiciones que enunciaría el filósofo Wittgenstein (2012) demuestran el
significado epistemológico de la configuración conceptual y evidencian que la realidad del
mundo y la veracidad de la existencia de los objetos están en la subjetividad humana, en las
relaciones entre los seres humanos. El filósofo del lenguaje le da una importancia
extraordinaria a la proposición. En este sentido afirma que la proposición es una figura de
la realidad, es un modelo de la realidad tal como la pensamos, y que a primera vista parece
que la proposición -tal como viene impresa sobre el papel- no es figura alguna de la
realidad de la que trata. En síntesis, podríamos decir que nuestros instrumentos
conceptuales son necesarios, e incluso indispensables, como puntos de llegada a un fin o
meta, pero que, al mismo tiempo, tienen que ser puntos de partida hacia otras
configuraciones conceptuales que los superen; es decir, que, como ilustra la filosofía de
Hegel, nuestra mente parte de una tesis o proposición, elaborada después de su antítesis u
oposición y, finalmente, se concilian ambas en la síntesis o integración, la cual a su vez, es
un punto de partida como una nueva tesis configurativa. Esta dialéctica configura el modo
natural de ser de nuestra mente. Por otro lado, Merleau-Ponty (1976) señala que conocer es
siempre aprehender un dato en una cierta función, bajo una cierta relación, en tanto que me
VLJQLILFDRPHSUHVHQWDWDORFXDOHVWUXFWXUD«HODFWRGHFRQRFHUQRSHrtenece al orden de
ORV KHFKRV LQFOXVR LQWHULRUHV TXH QR VH FRQIXQGH FRQ HOORV HV VLHPSUH XQD ³UHFUHDFLyQ´
LQWHULRUGHODLPDJHQPHQWDO« QRHVHO RMR QLHO FHUHEURQL WDPSRFRHO ³SVLTXLVPR´GHO
psicólogo, el que puede cumplir el acto de visión. Se trata de una inspección del espíritu
donde los hechos, al mismo tiempo que vividos en su realidad, son conocidos en su sentido.

50
Existe en nuestra configuración cognoscitiva un nivel de contrastación que no es
empírico y, menos aún, operacional, el cual es en el ser humano la última instancia de
validación de éstos y de todos los demás procesos cognoscitivos y está configurado por su
capacidad de visión intelectual o, lo que es lo mismo, por su intuición (Martínez, 2009a).
Consecuentemente, el ser humano comunLFD XQ PXQGR ³REMHWLYR´ \ ³UHDO´ FRQILJXUDGR
mediante proposiciones por su mundo subjetivo, es decir, por su subjetividad. Como muy
bien afirma Maturana (2009b, p.14), las explicaciones y descripciones no reemplazan lo
que explican o describen. Finalmente, queda de manifiesto que si las explicaciones y las
descripciones resultan secundarias para la biopraxis del observador, son estrictamente
innecesarias para ello, incluso si la biopraxis del observador cambia después de que el
observador las escucha. En estas circunstancias, observar es al mismo tiempo el punto de
partida definitivo y la cuestión más fundamental en cualquier intento de entender la
realidad y la razón como fenómenos del dominio humano. En efecto, cualquier cosa que se
diga es dicha por un observador a otro observador, que podría ser él mismo.
'H WRGR HVWR VH GHVSUHQGH TXH ³XQ REVHUYDGRU X REVHUYDGRUD FDUHFH GH EDVHV
operacionales para formular cualquier aseveración o afirmación acerca de objetos,
entidades o relaciones como si existieUDQ LQGHSHQGLHQWHPHQWH GH OR TXH pO R HOOD KDFHQ´
(Maturana, 2009b, p.18).Es desde otra experiencia, en criterio de Maturana (2009b), que
surge la duda sobre la certidumbre experiencial y aparece la necesidad de confirmación
frente a la duda. No importa si no dudamos precisamente porque no desvalorizamos una
experiencia con respecto a otras y no hay error; pero si dudamos es porque comparamos
experiencias, recurrimos a una experiencia distinta de aquella en la que dudamos para
validarla o impugnarla. Ninguno de nosotros puede en la experiencia distinguir lo que, con
referencia a otra experiencia, podríamos distinguir como ilusión o percepción. De hecho,
una vez que se acepta la condición biológica del observador, la suposición de que un
observador, u observadora, puede hacer cualquier aseveración acerca de entidades que
existen independientemente de lo que él o ella hacen, esto es, en un dominio de realidad
objetiva, se vuelve algo sin sentido o trivial porque no hay ninguna operación del
observador que pudiera satisfacerla (Maturana, 2009b).
Cuando un observador acepta este camino explicativo, según Maturana (2002a), él o
ella se hace cargo de que dos observadores que generan dos explicaciones que se excluyen
mutuamente, frente a dos situaciones que para un tercer observador son la misma, no están
dando diferentes explicaciones para la misma situación, sino que los tres están operando en
distintos pero igualmente legítimos dominios de realidad, y están explicando diferentes
aspectos de sus respectivas praxis de vivir. El observador que sigue este camino
explicativo, se da cuenta de que él vive en un multiverso, es decir, en muchos distintos,
igualmente legítimos, pero no igualmente deseables realidades explicativas, y que en éste,
un desacuerdo explicativo es una invitación a una reflexión responsable en coexistencia, y
no una negación irresponsable del otro. De ahí que, un observador en el dominio de la
ontología configurativa sostiene que lo que valida sus argumentaciones como
reformulaciones de su biopraxis con procesos de su biopraxis, es la actual coherencia
operacional que los configura en su biopraxis, independientemente del criterio de
aceptación usado.

51
En el dominio de la ontología configurativa, todo lo que el observador identifica está
configurado en su identificación, incluyendo al observador en sí mismo, y es ahí como es
configurado. Es más, en este dominio cada dominio de explicaciones como un dominio de
realidad es un dominio en el cual las entidades surgen a través de coherencias operacionales
del observador que lo configura, y, como tal, es un dominio ontológico. En este dominio de
ontologías configurativas existen tantos dominios de realidad legítimos distintos como
dominios de explicaciones que un observador puede configurar y nombrar a través de las
coherencias operacionales de su biopraxis, y todo lo que un observador dice, pertenece a
uno de ellos. Debido a esto, toda afirmación que un observador hace es válida en algún
dominio de realidad, y ninguno es intrínsecamente falso.
³&DGDYH]TXHPLUDPRVRGLVWLQJXLPRVDOJR \ DO YHUOROR UHFRQRFHPRV GiQGROHXQ
nombre, o lo manipulamos de un modo u otro de manera que cobra sentido, lo hacemos
implicando con nuestra reflexión y con nuestro operar una trama de relaciones y
operaciones qXHKDFHSRVLEOH\GDVHQWLGRDORGLVWLQJXLGRFRPRORTXHKHPRVGLVWLQJXLGR´
(Maturana & Pörksen, 2010, p.11). Por lo tanto, no se requiere una justificación racional y
objetiva para validar la ciencia. La actividad científica no es más perfecta por ser más
racional. Los científicos estamos atrapados por la emocionalidad, por la afectividad y la
subjetividad, no hay nada que hacer al respecto, es nuestra condición humana como
sistemas vivos, lo único que podemos hacer es simplemente aceptarlo. Según Maturana, la
ciencia no es un dominio del conocimiento objetivo, sino un dominio del conocimiento que
depende del sujeto y que está definido y determinado por una metodología que establece las
cualidades del que conoce.
No es la ciencia pura la que nos habla, sino que son los científicos quienes nos hablan
y son responsables de sus afirmaciones. Ningún científico describe un mundo
objetivamente dado, una realidad trascendente, sólo configura lo que distingue y desea
LQYHVWLJDU ³GHVFULEH OR TXH OH SDUHFH UHOHYDQWe y por lo tanto quiere observar, mostrar y
FRPSUREDU H[SHULPHQWDOPHQWH GH XQ PRGR GHWHUPLQDGR´ 0DWXUDQD  3|UNVHQ 
p.225). En un sentido escrito, la realidad es una configuración de nuestra mente. Se trata de
algo configurado por nosotros sobre la base de ciertas experiencias perceptivas, y
esperamos que el lector recuerde la significación especial que damos a la palabra
³FRQILJXUDU´/DFRQILJXUDFLyQLPSOLFDXQSDVDUGHORVGDWRVGHODSHUFHSFLyQDODHVIHUDGH
los conceptos y las ideas. Esto es extremadamente importante en la ciencia moderna y su
plena comprensión es indispensable. En un sentido más amplio la configuración puede
llevarse a cabo en muchas otras direcciones.
Me parece que aquí son relevantes algunas cuestiones concernientes a la
episWHPRORJtD FRQILJXUDFLRQDO 0RUtQ   QRV UHFXHUGD TXH ³OR LPDJLQDULR SRVHH VX
propia realidad y lo que nosotros denominamos realidad se halla siempre impregnado de
afectividad y de imaginación, el sujeto goza siempre de una existencia objetiva, pero la
REMHWLYLGDGVyORSXHGHVHUFRQFHELGDSRUXQVXMHWR´ S 3RURWURODGR9DWWLPR  
afirma que el mundo se nos da sólo en la medida en que ya tenemos siempre (esto es,
originariamente, antes de toda experiencia particular) cierto "patrimonio de ideas" y, si se
quiere, ciertos "prejuicios", los cuales nos guían en el descubrimiento de las cosas. La
QRFLyQGH³REMHWLYLGDGGHTXHWDQWRXVRKDFHODILORVRItDPRGHUQDHVVLHPSUHFRUUHODWLYD

52
a la de sujeto: la realidad objetiva es aquella que se muestra y se demuestra tal al sujeto;
pero entonces lo que la configura es justamente la certeza que el sujeto tiene de ella. Pero
en el lenguaje cotidiano se configuran los mundos históricos en los que el Dasein y el ente
se relacionan entre sí en los varios modos de la presencia humana en el mundo
(conocimiento, acción) (Vattimo, 2006). De manera que el lenguaje para Vattimo (2006)
³HV OD VHGH HO OXJDU HQ TXH DFRQWHFH HO VHU (O OHQJXDMH QR HV XQ LQVWUXPHQWR TXH HVWp D
nuestra disposición sino que es ese evento que dispone de la suprema posibilidad del ser del
KRPEUH´ S 
Una vez puesto de manifiesto que el evento del ser acontece en primer lugar y
fundamentalmente en el lenguaje, Vattimo (2006) nos precisa que el pensamiento que
quiera salir de la metafísica deberá colocar el lenguaje en el centro de su atención; ya no
podrá considerarlo, como ocurre en la metafísica, un instrumento para comunicar o para
manipular el ente ya abierto en la simple presencia, sino que deberá reconocer que es el
lenguaje lo que SURFXUD HO VHU D OD FRVD ³(O SHQVDPLHQWR \D QR VHUi XQ LU D ODV FRVDV
mismas mediante el lenguaje entendido como instrumento; a las cosas mismas se llegará,
VHJ~Q HO OHPD IHQRPHQROyJLFR VyOR HQ HO OHQJXDMH \ UHIOH[LRQDQGR VREUH HO OHQJXDMH´
(p.117).
En la historia de la ciencia, se han dedicado muchos estudios al establecer la manera
en que nuestro lenguaje afecta y en parte determina lo que percibimos y nuestro modo de
organizar nuestras percepciones. "Por convención coloreado, por convención dulce, por
convención amargo. En realidad, sólo hay átomos y el vacío" (Demócrito). Por otro lado,
Kant nos viene con una resignación total: nunca sabremos absolutamente nada de «la cosa
en sí». Schrödinger (2007) ve entonces que la subjetividad es, al parecer, una idea muy
DQWLJXD \ IDPLOLDU +H DTXt OR QXHYR GHO DFWXDO SODQWHDPLHQWR ³HO HQWRUQR TXH GHVHDPRV
comprender se ve modificado por nosotros, y en particular por los instrumentos que
GLVHxDPRVSDUDREVHUYDUOR´ S 
Volvemos a Vattimo (2010), quien consiGHUDTXH³SXHVWRTXHODYHUGDGHVVLHPSUH
un hecho interpretativo, el criterio supremo en el cual es posible inspirarse no es la
correspondencia puntual del enunciado respecto de las «cosas», sino el consenso sobre los
presupuestos de los que se parte parD YDORUDU GLFKD FRUUHVSRQGHQFLD´ S  6HJ~Q
Vattimo, nadie dice nunca toda la verdad, sólo la verdad y nada más que la verdad.
Cualquier enunciado supone una elección de lo que nos resulta relevante, y esta elección
nunca es «desinteresada»; incluso los científicos, que se esfuerzan por dejar de lado en su
trabajo las preferencias, las inclinaciones y los intereses particulares, buscan la
«objetividad» para llegar a alcanzar resultados que puedan repetirse y así ser utilizados en
el futuro.
Como ya hemos expresado, Nietzsche resuelve de forma absoluta escribiendo que no
H[LVWHQ KHFKRV VyOR LQWHUSUHWDFLRQHV SHUR pVWD WDPELpQ HV XQD LQWHUSUHWDFLyQ ³6L XQ
experimento motivado por una idea mía funciona, no significa que he agotado el
conocimiento objetivo sobre ese aspecto de la realidad. En todo caso, he hecho funcionar el
H[SHULPHQWRVHJ~QFLHUWDVH[SHFWDWLYDV\FLHUWDVSUHPLVDV´ 9DWWLPRS 

53
Como se aprecia, toda pretensión de objetividad es subjetiva. No existe la objetividad
pura, sólo existe la objetividad subjetiva. No existe objetividad en la ciencia. En las
ciencias humanas la objetividad puede obtenerse a través de las relaciones inter-subjetivas
entre los sujetos implicados en las investigaciones, o sea a través de la intersubjetividad,
pero la objetividad pura en la ciencia no existe, incluso ni en las ciencias fácticas.
Asimismo, la subjetividad humana, en este sentido es objetiva, no es subjetiva, aunque
podría serlo, ya que el ser humano puede crear y/o mostrar un mundo configurado, a partir
de su subjetividad subjetiva.

54
IV- DECOLONIZANDO LA MENTE: LA SUBJETIVIDAD EN LAS
CIENCIAS HUMANAS Y SOCIALES
4.1-Subjetividad subjetiva = Subjetivismo = Doxa
La subjetividad subjetiva es la interpretación vaga, vacía, débil, hueca y especulativa
que el ser humano hace sobre el mundo. Es su quimera, el resultado del análisis falto de
lógica y argumentación, su invención mística e irreal, su desvarío e insensatez, derivado del
pensamiento fantástico del ser humano, de su frenesí, fanatismo e imaginación.
Subjetividad subjetiva no es otra cosa que subjetivismo. Hay que recordar que no es lo
mismo subjetividad que subjetivismo y es preciso distinguir estas categorías. El
subjetivismo conduce a evaluaciones desproporcionadas o distorsionadas de los hechos
analizados, mientras que la subjetividad es una configuración humana inmanente al sujeto
psicológico.
La subjetividad subjetiva (subjetivismo) está relacionada con la doxa definida por
Platón, para diferenciarla de la episteme. Es la argumentación no convincente del ser
humano que, a su primer asomo ante el entendimiento de la comunidad académica,
sociocultural y/o científica, se encuentra con el total rechazo de otras subjetividades. Pero
si, de manera sorprendente, su dialéctica-hermenéutica es bien recibida, entonces
estaríamos en presencia de una subjetividad objetiva.
4.2-Desprendimiento epistemológico: ¡Subjetividad objetiva!
La filosofía post analítica se relaciona con el así llamado segundo Wittgenstein.
Según Vattimo (2010), Wittgenstein practica la hermenéutica sin saberlo cuando éste habla
de «juegos lingüísticos», en cuyo ámbito la verdad puede relacionarse sólo con la
observancia de reglas compartidas, pero nunca con la evidencia de una correspondencia con
las «cosas». La verdad no se «encuentra» sino que se construye [configura] con el consenso
y el respeto a la libertad de cada uno y de las diferentes comunidades que conviven, sin
confundirse, en una sociedad libre. (Vattimo, 2010)
Un filósofo como Habermas afirma que la racionalidad consiste en presentar
argumentos que puedan sostenerse de manera decente frente a los demás; no dice que es
racional o en lo posible verdadero aquello que viene de lo más profundo de mí o que
corresponde a la «cosa misma». He aquí un modo de resumir este pensamiento: «no nos po-
nemos de acuerdo cuando hemos descubierto la verdad, decimos que hemos descubierto la
verdad cuando nos hemos puesto de acuerdo» (Vattimo, 2010, p.91).
A partir de lo anterior, distingo por subjetividad objetiva a aquellas ideas,
pensamientos, conceptos, propuestas y conocimientos que el ser humano configura, por
medio de los cuales le asigna un sentido y un significado al mundo que le rodea, su mundo,
del cual es parte intrínseca e inseparable, que son aceptados por una comunidad científica
determinada, o aquellos conocimientos que (independientemente de que sean rechazados
por una comunidad científica, porque quizá no fueron configurados mediante la utilización
de métodos científicos), de manera asombrosa, a través de su dialéctica-hermenéutica, son
bien recibidos por otras subjetividades, y son igual de valiosos que otros conocimientos
conseguidos por vías científicas.

55
Según Martínez (2012), la objetividad de los datos en un estudio consiste entonces
³HQ OD FDSDFLGDG GH UHSUoducción constante dentro de una comunidad científica que
FRPSDUWHSUHVXSXHVWRV KLSyWHVLV \FRQFHSWRV FRPXQHV´ S  (VWR SURSRUFLRQDODEDVH
para la comunicación, el consenso y el acuerdo, pero ello no implica que los datos sean
independientes de las operaciones del observador o de sus categorías interpretativas; es
GHFLU³QRVRQDOJRDEVROXWRVLQRUHODWLYR\SURYLVLRQDOSHUR~WLO3RUWDQWRKDEODUGHSOHQD
REMHWLYLGDG VHUtD WDQ LPSRVLEOH \ DEVXUGR FRPR DSODXGLU FRQ XQD VROD PDQR´ 0DUWtQH]
2012, p.65). Es por ello que el gran físico Robert Oppenheimer (1956), director del
proyecto Manhattan que creó la primera bomba atómica, y que formó toda una generación
de científicos estadounidenses, señala a los psicólogos, en su conferencia anual de la
AmerLFDQ3V\FKRORJLFDO$VVRFLDWLRQTXH³HOSHRUGHWRGRVORVSRVLEOHVHUURUHVTXHSXHGDQ
cometer es imitar una física que ya no existe, que desde hace mucho tiempo ha quedado
FRPSOHWDPHQWHVXSHUDGD\HOORV>VHUHILHUHDORVItVLFRV@KDQDEDQGRQDGR´ SFLtado en
0DUWtQH]   3RU RWUR ODGR +HLVHQEHUJ   GLFH TXH ³OD UHDOLGDG REMHWLYD VH KD
HYDSRUDGR´\TXH³ORTXHQRVRWURVREVHUYDPRVQRHVODQDWXUDOH]DHQVtVLQRODQDWXUDOH]D
H[SXHVWDDQXHVWURPpWRGRGHLQWHUURJDFLyQ´ SFLWDGRHQ0DUWtQH] 2012). En este caso
la confiabilidad y la validez de dichos conocimientos o de dicha teoría científica están
determinadas por la intensidad y profundidad de las relaciones intersubjetivas; es decir,
están definidas por el alcance, extensión y amplitud de las intersubjetividades. Sin
embargo, según Morín (2010a) se cree, a la falta de una teoría bio-lógica del sujeto, que la
subjetividad es un componente afectivo que hay que expulsar para llegar a un
conocimiento correcto. Pero la subjetividad humana no se reduce a la afectividad que
comporta, igual que no se reduce a la conciencia.
La subjetividad sería entonces el fundamento último de lo que es cierto. Y lo cierto
sería lo que la subjetividad desde sí misma pone en la realidad. Positividad y objetividad
del pensamiento de la subjetividad (Heidegger, 2006). Parafraseando a Husserl y a
Maturana, hay que poner entre paréntesis la creencia implícita en la existencia de una
realidad independiente de la conciencia del ser humano. Este presupuesto realista no sólo es
aceptado de manera acrítica por las ciencias positivas, sino que también está profundamente
incrustado en la actitud natural de la vida cotidiana, sin embargo, nosotros sabemos que
toda fuente de conocimiento verdadero se origina en la intuición en la que se da algo de
forma original, y ese algo casi siempre es una configuración conceptual. La subjetividad no
crea la realidad, sino que configura procesos objetivos a través de una constante actividad
de síntesis creadora y configuracional en el devenir temporal del propio pensamiento
humano.
La realidad objetiva no es simplemente un hecho o dato ordinario separado de todo
entorno configurante, o de experiencia humana, o separado de cualquier configuración
conceptual, sino que necesita de la subjetividad para configurarse de forma conceptual y
comprensiva. Es en este sentido que la realidad objetiva depende de la subjetividad. Los
objetos de estudio sólo tienen significado para nosotros a través de nuestra conciencia
acerca de ellos, sobre todo en el sentido de que se presentan ante el sujeto de cierta manera
según diferentes formas de aparición y con un sentido y significado determinado. La mente
no se limita a reflejar el mundo, sino que lo presenta ante el propio sujeto mediante

56
configuraciones conceptuales, las cuales no son un reflejo mecánico, dogmático y
fotográfico de la realidad objetiva, sino que configuran expresiones de éste, que surgen en
las relaciones sujeto-sujeto.
La configuración es un proceso dinámico, dialéctico, complejo y sistémico que
permite la manifestación, el sentido, la función y a la vez la significación. Configurar no
VLJQLILFD ³SURGXFLU´ ³FUHDU´ R ³FRQVWUXLU´ HQ HO VHQWLGR GH ³IDEULFDU´ VLQR GHMDU YHU OD
realidad o el objeto de estudio en su plena objetividad subjetivizada. La subjetividad es una
condición sine qua non de la posibilidad necesaria para toda configuración conceptual
comprensiva, pero no es la única. La configuración es un proceso que implica diferentes
instancias configurantes inter-conectadas, como la propia subjetividad, pero además, el
cerebro, el cuerpo, la cultura y por supuesto la intersubjetividad. En otras palabras, la
subjetividad objetiva sólo puede configurar un objeto de estudio objetivo (realidad o
entorno) si está personificada en un cuerpo, forma parte de una realidad sociocultural y
comparte un mundo histórico-relacional.
Como Husserl señaló en Ideas II: Yo, nosotros y el mundo nos pertenecemos unos a
otros. De ahí que, la subjetividad configurante sólo alcanza una plena relación consigo
misma en el mismo espacio compartido con los otros, es decir, en la intersubjetividad; la
cual, por su parte, sólo existe y se desarrolla en la mutua interrelación entre sujetos que
están referidos a un mismo objeto (realidad o entorno); y dicho objeto se concibe como un
ámbito de experiencias comunes y visibles. De esta manera, el proceso de la configuración
se caracteriza por su reciprocidad, es decir, que los sujetos configurativos se configuran a sí
mismos a través de ese mismo proceso de configuración. Así, por ejemplo, los análisis de la
relación recíproca entre la configuración del yo y el cuerpo vivo, por una parte, y la
configuración de los objetos reales, por otra, contradicen inequívocamente el ideal de un
sujeto configurado aislado, separado y marginado del mundo. No existe el sujeto sin el
objeto, y no existe el objeto sin el sujeto. Objeto y subjetividad deben pensarse en términos
de un constante proceso de interconexión configurante.
También debemos enfatizar la estrecha relación entre intersubjetividad y objeto, es
decir, la relación inversa a la descrita anteriormente. Lo más importante aquí sería la
manifestación del objeto en la configuración de la subjetividad significativa. La
subjetividad es una condición de posibilidad para la realidad objetiva. Sin sujeto no puede
haber realidad objetiva, sin sujeto no hay configuración del objeto de estudio. Dicho de otro
modo, la forma en que los objetos se configuran, experimentan y develan dependen del
modo como está configurado el pensamiento humano. Ahora bien, si todo objeto de estudio
se configura en la subjetividad, podría pensarse que estamos cayendo en un idealismo
trascendental, pero en realidad no es así. Para comprenderlo mejor habría que ontologizar la
configuración. En este sentido, la configuración es un proceso que se despliega en la
configuración subjetividad-objeto (realidad o entorno) como la auténtica perspectiva
significativa en la que pueden aparecer los objetos del mundo circundante. Por
consiguiente, la actividad configurativa se caracteriza por cierta reciprocidad, interconexión
y solidaridad, en la medida en que el sujeto es configurado en el mismo proceso de
configuración. Por tanto, afirmar que el sujeto significativo permanece intacto e inmutable

57
en su propia actividad configurante es una tergiversación que debemos eliminar de nuestro
discurso científico.
El sujeto se autoconfigura en el proceso configurante de configuración de los objetos
configurados, proceso mediante el cual se configuran también los demás sujetos que
participen en el proceso configuracional de subjetividades. En este sentido, la subjetividad
deviene objetiva debido a la intersubjetividad. En otras palabras, en la ciencia del tercer
milenio, el concepto de objetividad queda reemplazado por el concepto de
intersubjetividad. O, mejor dicho, la objetividad en las ciencias humanas y sociales no es
RWUD FRVD TXH OD LQWHUVXEMHWLYLGDG (Q HIHFWR ³H[LVWH XQ FRQRFLPLHQWR TXH HV
comprehensivo, y que se funda sobre la comunicación, la empatía, incluso la simpatía
intersubjetivaV /D FRPSUHQVLyQ VLHPSUH LQWHUVXEMHWLYD QHFHVLWD DSHUWXUD \ JHQHURVLGDG´
(Morín, 2010a, p.123). Por otro lado, según Max-1HHI  ³FXDQGRHOREMHWRGHHVWXGLR
es la relación entre seres humanos y sociedad, la universalidad de lo subjetivo no se puede
VRVOD\DU´ S 
Como se aprecia, en las ciencias sociales y humanas, la objetividad se determina por
las relaciones intersubjetivas, por el carácter del proceso mediante el cual se hace el
estudio, con el fin de comprobar el conocimiento, se rediseñan los instrumentos, y se
practica la retroalimentación, haciendo reconocimiento de los aspectos ideológicos y
FXOWXUDOHVTXHGHWHUPLQDQODVLQWHUSUHWDFLRQHV³(OFDUiFWHUVRFLDOGHODVXEMHWLYLGDGHVXQR
de los ejes de la reflexión sobre el ser humano concreto. No existe imposibilidad de juzgar
sobre lo subjetivo. Lo que existe, más bien, es miedo a las consecuencias que pueda tener
WDOGLVFXUVR´ 0D[-Neef, 2006, p.53). De ahí que el concepto de verdad se relaciona con la
interpretación, basada en la aplicación del método pero mediado por la percepción y
autoevaluación que se haga a través de la confrontación de contenidos.
La objetividad de las ciencias sociales y humanas está marcada por su subjetividad y
carácter psico-social. Los sujetos y actores educativos y socioculturales, los educadores,
educandos, familiares, profesionales y demás seres humanos implicados, incluidos los
investigadores, existen y cambian en su subjetividad, se relacionan socialmente en calidad
de actores de los procesos sociales y humanos objetivos. La pretensión científica de la
objetividad del conocimiento de esos procesos en la investigación científica radica en el
carácter de los métodos aplicados, en el grado en que éstos limiten el apriorismo, la pre-
concepción, el juicio individual aislado. Esto equivale a decir que la evidencia práctica del
hecho, el cúmulo y rigor de la información directa, en la concertación de juicios, gradúa la
subjetividad de las conclusiones, del conocimiento científico.
*HUJHQ   DILUPD TXH ³HO VHQWLdo de objetividad es un logro social; o sea, para
considerar algo fáctico o verdadero es necesario que los otros hayan llegado a igual
FRQFOXVLyQ « ODREMHWLYLGDGVHDOFDQ]DSXHVPHGLDQWHXQDFRDOLFLyQGHVXEMHWLYLGDGHV´
(p.119).
La objetividad concebida en términos de la presencia de lo real en el sistema de
conocimiento, de ninguna forma es una coalición de subjetividades; eso se ha evidenciado a
lo largo de la propia historia del conocimiento humano, donde con frecuencia han aparecido
hallazgos rechazados socialmente que se han incorporado al sistema socialmente

58
reconocidos de conocimientos, incluso por generaciones posteriormente a la de su autor,
por ejemplo los hallazgos de Galileo. Es por ello que podemos hablar de una subjetividad
objetiva en las ciencias sociales y humanas, determinada por la intersubjetividad, que es la
más objetiva de las subjetividades y objetividades existentes; y de una objetividad subjetiva
en las ciencias naturales, que no tienen ni una molécula o partícula de objetividad, en tanto
están gobernadas, reguladas y conformadas por las subjetividades del ser humano que hace
ciencia: el científico.
Lo anterior queda evidenciado de manera suficiente en el libro ¿Tan sólo una ilusión?
(Prigogine, 2009), en el que se incluye el Anexo: La naturaleza de la realidad, que es una
versión autorizada de la conversación entre Rabindranath Tagore y el profesor Albert
Einstein, en la tarde del 14 de julio de 1930, en la residencia del profesor Kaputh, publicada
en Modern Review, Calcuta, 1931.
Por la significación ontológica y epistemológica de las ideas expresadas sobre todo
por Tagore, me permito aquí reproducir algunos fragmentos de esta trascendental
conversación:
6HJ~Q 7DJRUH ³OR TXH OODPDPRV YHUGDG UDGLFD HQ OD DUPRQtD UDFLRQDO HQWUH ORs
aspectos subjetivos y objetivos de la realidad. Ambos pertenecientes al hombre supra-
SHUVRQDO´ (Q HVWH SXQWR (LQVWHLQ GLFH ³1XHVWUR SXQWR GH YLVWD QDWXUDO UHVSHFWR D OD
existencia de la verdad al margen del factor humano, no puede explicarse ni demostrarse,
pero es una creencia que todos tenemos, incluso los seres primitivos. Atribuimos a la
verdad una objetividad sobrehumana, nos es indispensable esta realidad que es
independiente de nuestra existencia, de nuestras experiencias y de nuestra mente, aunque no
SRGDPRVGHFLUTXpVLJQLILFD´
$ORDQWHULRU7DJRUHFRQWHVWD³/DFLHQFLDKDGHPRVWUDGRTXHODPHVDHQWDQWRTXH
objeto sólido, es una apariencia y que, por lo tanto, lo que la mente humana percibe en
forma de mesa no existiría si no existiera esta mente. Al mismo tiempo, hay que admitir
que el hecho de que la realidad física última de la mesa no sea más que una multitud de
centros individuales de fuerzas eléctricas en movimiento es potestad también de la mente
humana....Si hubiera alguna verdad sin relación sensorial o racional con la mente humana,
VHJXLUtDVLHQGRLQH[LVWHQWHPLHQWUDVVLJDPRVVLHQGRVHUHVKXPDQRV´
$VtFRQFOX\H7DJRUHDORTXH(LQVWHLQOHGLFH³£(QWRQFHV\RVR\PiVUHOLJLRVRTXH
XVWHG´
A partir de lo anterior, puedo afirmar que, en la actualidad, ya ni en las ciencias
físicas, naturales y exactas, ni en las ciencias humanas, es admisible la idea de la realidad
como algo determinado. Tanto en psicología como en filosofía, muchos autores argumentan
TXH ³HO FRQRFLPLHQWR HV XQD VHULH de construcciones y no una relación pasiva de
DGTXLVLFLyQGHDOJRGDGR´ 3ULJRJLQHS (QHVWHVHQWLGRSRGHPRVDILUPDUVHKD
evaporado la verdad, se ha evaporado la razón, no hay otra realidad que la explicación y
descripción que hacemos de ella a partir de nuestra concepción; y es por ello que podemos
preguntarnos: ¿es racional la razón?

59
Para encontrar una respuesta a esta pregunta debemos acudir a la neuro-
epistemología, tendríamos que ver qué nos dicen de esto los hallazgos de las neurociencias
en los últimos 30 años. Habría que estudiar la teoría de la oscilación de Rodolfo Llinás y la
teoría de los marcadores somáticos de Antonio Damasio, David Linden, Michael
Gazzaniga, entre otros eminentes neurocientíficos, lo cual nos conduciría, sin lugar a dudas,
a un paradigma neuro-eco-configuracional en las ciencias humanas y sociales, que nos
permita explicar y comprender los procesos de la configuración dinámica afectiva del ser
humano, así como las interconexiones entre la intra-configuración, la inter-configuración y
la eco-configuración.
Este Paradigma Ecológico-Neuro-configuracional debe dar cuenta de la
configuración sistémica y compleja del universo, profundizando en la rigurosidad científica
en las ciencias sociales y humanas, desde la transciencialidad, a partir de una hermenéutica
configuracional del conocimiento científico, que no sólo privilegie la configuración, sino
además la desfiguración y la transfiguración, emergiendo de la dialéctica de las ciencias
configuracionales, en las que la configuración brota y germina de la interconexión entre el
configurador y el entorno configurante, en un proceso configurativo que denota
configuracionalidad en el acto de configuracionalización, en tanto premisas
epistemológicas del configuracionismo como paradigma científico.
La configuración, reitero, es el proceso que permite la manifestación, sentido y
significación de los objetos de estudio. Afirmar que el sujeto es la condición de posibilidad
para la existencia de los objetos no equivale a decir que es necesaria una interconexión
casual entre el sujeto y el objeto.
Lo relevante es el hecho de que el proceso de configuración, en el que intervienen
diversos contextos configurantes interconectados como la subjetividad, los objetos, la
intersubjetividad, el cerebro, el cuerpo, la realidad sociocultural, etc., reconoce un elemento
fáctico, una supremacía previa, aunque sea pasiva a la contribución activa y protagónica del
sujeto. Es decir, la configuración es un proceso que se despliega en la tríada estructural
interrelacionada de subjetividad-objeto-intersubjetividad como el auténtico horizonte
significativo en el que pueden aparecer los objetos.
La actividad configurativa se caracteriza por cierta reciprocidad en la medida en que
el sujeto es configurado en el mismo proceso de configuración. Por lo tanto, es una
abstracción conceptual hablar de un sujeto puro y absoluto sin objeto, más bien una
subjetividad plena y auténtica es una vida que vivencia y experimenta la realidad y el
entorno configurante, un sistema vivo que vive en un cuerpo y se relaciona con otros
sistemas vivos, psíquicos y sociales.
El sujeto significativo sólo puede configurar una realidad objetiva si está presente en
un cuerpo y un cerebro y, además, socializado. En este proceso se configuran el sujeto y el
entorno configurante, así, el sujeto es inmanente al objeto.
Como ya explicamos anteriormente, según Maturana (2003), con la objetividad sin
paréntesis uno tiene la razón y los demás están equivocados, errados o locos. En cambio,
cuando se pone la objetividad entre paréntesis, el desacuerdo desaparece como tal porque
todas las partes se dan cuenta de que los diferentes puntos de vista son válidos en los
60
distintos dominios, porque se fundan en premisas diferentes. Con la objetividad entre
paréntesis el punto en cuestión ya no es más quién tiene la razón o quién se equivoca, sino
si queremos o no coexistir, si queremos o no las consecuencias de vivir una determinada
realidad. Si queremos coexistir debemos encontrarnos en un dominio común donde
compartamos las premisas que lo definen, y donde los puntos de vista en conflicto no
intervengan o sus consecuencias se vuelvan irrelevantes.
6HJ~Q+DEHUPDV  ³ODLQWHUVXEMHWLYLGDGGHOOHJDUDXQHQWHQGLPLHQWRUHHPplaza
a la objetividad de la experiencia. La relación lenguaje-mundo se vuelve dependiente de la
FRPXQLFDFLyQHQWUHKDEODQWHV\R\HQWHV´ S 
³(O FDUiFter privado de mis experiencias subjetivas, en las que se basa mi absoluta
certeza, hace simultáneamente que la razón dude de si el mundo tal como aparece ante
QRVRWURV QR HV GH KHFKR XQD LOXVLyQ´ +DEHUPDV  S  (Q FDPELR VHJ~Q
/XKPDQQ   /D ³LQWHUVXEMHWLYLGDG´ QR SXHGH FRQVLGHUDUVH HQ QLQJ~Q FDVR XQ
concepto, sino una fórmula de compromiso indicativa de que el sujeto ya no puede
VRVWHQHUVH R VHU GHWHUPLQDGR ³8QR UHFXUUH D HOOD FXDQGR TXLHUH \ QR TXLHUH DIHUUDUVH DO
sujeto. Por consiguiente, dicha fórmula es una noción paradójica, pues indica lo que no
LQGLFD´ S 
Habermas recurre a la noción de intersubjetividad como indicadora de un nivel de
validez y, en criterio de Luhmann (1998), con ello lo que hace es disolver sus componentes
-³LQWHU´\³VXMHWR´-'HHVWDPDQHUD³VHHVWiDQXODQGRHOFRQFHSWRGHVXMHWR\DSHODQGRD
XQ IXQGDPHQWR WHyULFR TXH GH QLQJ~Q PRGR VH RIUHFH VLQR VyOR VH LQVLQ~D´ S 
³&RQVLGHUDGRGHVGHHOSXQWRGHYLVWDGHODWpFQLFDGHFRQVWUXFFLyQGHODWHRUtDODQRFLyQGH
intersubjetividad tiene una desventaja fatal: apenas si puede indicar la unidad de aquello
TXH HV DOXGLGR FRQ HO FRQFHSWR´ /XKPDQQ  S  6HJ~Q /XKPDQQ   ³OD
intersubjetividad es, en definitiva, una estructura de la bifurcación entre consenso y
disenso, y en su concepto no hay, ante todo, punto de apoyo alguno que permita considerar
XQR GH ORV GRV FDPLQRV FRPR PHMRU TXH HO RWUR´ S  $Vt HV VL XQR SDUWH GH TXH ORV
sistemas psíquicos como los sociales son sistemas autorreferenciales cerrados, que sin
embargo se presuponen recíprocamente como entornos, cualquier análisis ulterior tiene que
indicar cuál es la referencia sistémica de la que parte.
Siguiendo a Luhmann (1998), todo aquello que sea susceptible de indicarse como
³LQWHU´HVDOJRTXHse observa a través de límites sistémicos, por lo que para sistema es un
³LQWHU´GLVWLQWR/XHJRQRH[LVWHXQPXQGRREMHWLYDEOHFRQLQGHSHQGHQFLDGHORVVLVWHPDV
un mundo ontológico. Lo más que se puede conseguir es que un sistema observe como
observa otro sistema. En consecuencia, la teoría de un mundo ontológico tiene que ser
sustituida por una teoría de la observacion de segundo orden. De ahí que Gregory Bateson
haya propuesto entender la comunicación como multiplicación de la redundancia, puesto
que tras haberse verificado una comunicación se puede preguntar a más de una posición
que es lo que ha sido comunicado. No obstante, el término intersubjetivo ya no se refiere al
resultado de una convergencia observada de pensamientos o representaciones de varias
SHUVRQDVVLQR³DOFDUiFWHUFRPSDUWLGRGHXQDSUH-comprensión u horizonte lingüístico del
mundo de la vida presupuesto por los participantes mismos, dentro del cual se encuentran
los miembros de una comunidad de comunicación antes de alcanzar el entendimiento
61
PXWXRDFHUFDGHDOJRHQHOPXQGR´ +DEHUPDVS $GHPiVFRQWLQ~D+DEHUPDV
(2007), dado que en el paradigma lingüístico las verdades son accesibles únicamente bajo la
forma de la aceptabilidad racional, surge ahora la pregunta acerca de cómo, en ese caso, la
verdad de una proposición puede aún ser aislada del contexto en el cual es justificada.
Como actores, es decir, como sujetos interactuantes e intervinientes, estamos siempre
ya en contacto con las cosas y procesos acerca de las cuales podemos hacer reflexiones y
argumentaciones. Los juegos de lenguaje y las prácticas están entrelazados, es decir,
configurados. Desde el punto de vista de la filosofía del lenguaje, según Habermas (2007)
se confirma la conclusión fenomenológica de Husserl de que «estamos siempre ya en
FRQWDFWRFRQODVFRVDVª(QSDODEUDVGH+DEHUPDV  ³HVWDUHQFRQWDFWRFRQODUHDOLGDG
tiene que ser traducido como estar en contacto con una comunidad humana, de tal manera
que la intuición realista desaparece compleWDPHQWH´ S \VyORQRVTXHGDHVWHLQVWDQWH
comunicativo, este momento lingüístico, este suspiro, la praxis del vivir, nuestra biopraxis
humana.
4.3-Realidad objetiva: las biopraxis
Como ya hemos expresado, para Maturana, nada que sea susceptible de ser descrito,
es independiente de nosotros (Maturana & Pörksen, 2010). Ahora bien, ¿Qué es lo que el
ser humano nunca deja de hacer?, ¿Qué es lo que siempre estamos haciendo? Existir, vivir,
convivir. La vida es nuestra existencia, nuestra existencia es nuestra realidad. Es evidente
que el organismo vivo, y especialmente el ser humano, lo que siempre hace es vivir, existir.
De ahí que la biopraxis es la única referencia que podemos hacer a la realidad objetiva.
Pero cuando el ser humano piensa y expresa su pensamiento a los demás o a sí mismo, lo
hace mediante el lenguaje, mediante sus emociones e interacciones a través de la palabra y
HO FRQYHUVDU 3RU RWUR ODGR SDUD +HLGHJJHU   ³OD HVHQFLD GHO SHQVDPLHQWR VH
determina desde lo que da que pensar, desde la presencia de lo que se hace presente, desde
HOVHUGHOHQWH´ S (VWRHVODGXSOLFLGDGGHHQWH\VHU6HPHMDQWHGXSOLFLGDGHVORTXH
propiamente da que pensar. Lo que así se da es el don de lo más merecedor de pensarse. Es
aquí donde surge la inevitable subjetividad que no deja de ser objetiva, precisamente
porque es una extensión lingüística de la vida cotidiana, es una extensión de la biopraxis.
Para los animales no humanos no existe la realidad objetiva. Para los seres humanos
tampoco, en tanto realidad (objeto) separada del sujeto. Objeto y sujeto no son entidades
diferentes, objeto y sujeto son lo mismo en tanto que el objeto es configurado y expresado
por el sujeto en su praxis del vivir, en su biopraxis, a través de las auto-conversaciones e/o
inter-conversaciones.
El sujeto, en su biopraxis, le da vida al objeto mediante la palabra. Los seres humanos
estamos condenados a la subjetividad, existimos y vivimos en la subjetividad, nuestra
cotidianidad no es objetiva sino subjetiva. La subjetividad es la biopraxis mediada por el
lenguaje. La biopraxis es la objetividad. La subjetividad es un proceso inmanente a la
objetividad. La objetividad es un proceso inmanente a la subjetividad. Son procesos
inseparables y necesariamente interconectados.
En este punto es imprescindible distinguir la subjetividad del subjetivismo. No es lo
mismo subjetivismo que subjetividad, el subjetivismo conduce a evaluaciones
62
desproporcionadas o distorsionadas de los hechos analizados, mientras que la subjetividad
es una configuración humana inmanente al sujeto psicológico. Dice Maturana que si a él le
preguntan ¿qué soy?, él dice: nada, no tengo término. Según Maturana (2003), él no tiene
esencia porque está en un continuo fluir. ³Si yo pensara en la realidad trascendente, podría
hablar de una esencia... Pero no tiene sentido, yo no tengo esencia. Entonces, o soy una
LPDJHQHVSHFXODUHQHOHVSDFLRHQHOTXHHVWiRFXUULHQGRWRGRHVWRRQDGD´ S 
No existe objetividad en la ciencia, en las ciencias humanas la objetividad puede
obtenerse a través de las relaciones inter subjetivas entre los sujetos implicados en las
investigaciones, o sea a través de la intersubjetividad, pero la objetividad en la ciencia no
existe, incluso ni en las ciencias fácticas.
La biopraxis es una configuración configurada por:
x Lo momentáneamente indudable.
x Lo previamente obvio.
x La certeza del hecho.
x La convicción profunda aproblemática.
x La convergencia de distinciones.
x El cierre momentáneo de la circularidad autopoiética plena de sentido.
La biopraxis humana está inmersa o es inmanente a procesos configurativos. De ahí
que, la no extinción del amor victorioso emerge siempre que el ser humano, en sabiduría,
reconozca el carácter, esencia y naturaleza configuracional de su biopraxis, es decir su
configuratividad lógica, el potencial para ser expresado mediante configuraciones
biogenéticas, neuropsicológicas y socioculturales.

63
V-UNA TRÍADA DECOLONIAL: CONSTRUCTIVISMO,
COMPLEJIDAD Y CONFIGURALOGÍA
5.1-El constructivismo: base de la epistemología decolonial configurativa
Las teorías científicas nunca pueden facilitarnos una descripción completa y
definitiva de la realidad. Siempre serán aproximaciones a la naturaleza verdadera de las
cosas. Para ser sinceros, los científicos no se ocupan de la verdad; se ocupan de
descripciones limitadas y aproximadas de la realidad.
Este reconocimiento es un aspecto esencial de la ciencia del tercer milenio.
Precisamente, el Configuracionismo es un modelo epistémico que responde a las exigencias
del siglo XXI. Es un modelo holístico, sistémico, dialéctico y complejo, por cuanto las
ideas, teorías y conocimientos científicos obtenidos, se interconectan lógicamente entre sí,
para formar una totalidad configurada de manera armónica y coherente.
El Configuracionismo tiene sus orígenes en la filosofía aristotélica y de su maestro
Platón, así como en la concepción científica y artística de Leonardo Da Vinci, y configura
una epistemología alternativa en el siglo XXI. En efecto, por todo lo que hemos expresado
anteriormente, considero a Leonardo Da Vinci el padre del configuracionismo como
modelo epistémico. Su visión de la naturaleza y los seres vivos lo confirma. Su inclinación
a una concepción holística, ecológica, dinámica y configuracional del mundo puede
apreciarse en sus obras artísticas y en sus notas científicas.
Leonardo no separó la filosofía, de la ciencia y el arte, y tampoco separó la ontología
(teoría de lo que existe en el mundo, su esencia y naturaleza) de la epistemología (teoría del
conocimiento científico), haciendo en este sentido una propuesta configuracional de la
ciencia que hoy denomino Configuralogía: Teoría de las configuraciones.
El configuracionismo, como modelo epistémico del siglo XXI, propone la reinserción
del sujeto en el proceso de configuración del conocimiento científico, que se comprende
como un proceso dialéctico, holístico y hermenéutico de configuración. El conocimiento se
configura, no se devela ante el investigador por ningún tipo de acción metodológica, y
siempre va a estar mediado subjetivamente por los afectos, emociones, sentimientos,
actitudes y valores humanos. Los deseos, intereses, expectativas, aspiraciones, propósitos,
ideales y convicciones del sujeto de investigación son procesos inmanentes del
conocimiento científico.
Uno de los aspectos más complejos y controvertidos del configuracionismo es que se
asume como una posición teórica, con una configuración conceptual concreta sobre la
esencia y naturaleza del conocimiento, apoyada en unidades holísticas, totalidades
organizadas y procesos concretos, configuracionales, que se utilizan con fines explicativos
sobre este proceso; además de su sentido, intención, intencionalidad y significación
epistemológica.
El configuracionismo desarrollado desde las posiciones constructivistas de Piaget
(1972) identifica la participación del sujeto en la configuración del conocimiento con las
configuraciones, las cuales, sean innatas o configuradas, guían el aprendizaje en función de

64
la experiencia. Las configuraciones son entendidas como sucesiones de acciones y
operaciones en la biopraxis humana, susceptibles de aplicarse en situaciones semejantes.
El sujeto de investigación configura de forma permanente y dinámica procesos,
sentidos y significados para cada experiencia que integra en su definición auto-consciente,
pero a su vez, la configuración de estos procesos, significados y sentidos debe permitirle
configurar lo nuevo de la realidad a través de la conservación de su identidad humana.
La conservación de la identidad humana es una condición de la configuración del
conocimiento; por tanto, el conocimiento es una necesidad propia del desarrollo, evolución
y devenir del ser humano, que responde a sus exigencias de crecimiento, maduración y
auto-configuración. El proceso, sentido y significado dentro de esta concepción
epistemológica no es sólo de naturaleza cognitiva, sino también afectiva, y responde a
necesidades básicas y esenciales del ser humano.
El conocimiento no responde sólo a las exigencias de la realidad en su acción sobre el
sujeto, sino al papel activo y protagónico del ser humano en la configuración de dicha
realidad. El papel activo del ser humano en la configuración del conocimiento no está
definido y delimitado sólo por configuraciones y capacidades de un carácter lógico y
cognitivo, sino además, por las necesidades afectivas y espirituales del ser humano para su
propio desarrollo y expansión, es decir, para su propia vida. Desde esta perspectiva el ser
humano es comprendido en una acción permanente sobre el mundo, reconfigurando sus
nuevas experiencias en configuraciones procesales, dinámicas, funcionales, de sentido y
significado, que le permitan la congruencia, armonía y coherencia consigo mismo.
La configuración humana se expresa por un sujeto consciente y proactivo, que de
forma permanente configura, reconfigura y transconfigura sus experiencias en
configuraciones de sentido y significado, de intenciones e intencionalidades, procesales,
funcionales y dinámicas, que incluyen los deseos, intereses, emociones, sentimientos y
valores humanos.
La relación que se produce entre el sujeto de investigación y el objeto de estudio es
una interconexión epistemológica, por lo que la configuración del conocimiento nos
permite avanzar de lo desconocido a lo conocido, de manera progresiva, en forma de
espiral, lo cual se expresa, tanto en la capacidad de la teoría para anticipar nuevas
configuraciones significativas en la realidad, como en la posibilidad que el desarrollo
progresivo del conocimiento abre para formas nuevas, dinámicas y más complejas de
acción del ser humano sobre la realidad.
Por otro lado, de acuerdo con Maturana (1993) nada externo a un sistema vivo puede
especificar lo que ocurre en él y, puesto que el observador es un sistema vivo, nada externo
al observador puede especificar en él lo que ocurre en él. Sin embargo, es preciso destacar
que el ser humano, desde una dimensión subjetiva, configura un proceso inmanente a otra
configuración compleja, que es la configuración social, que aparece simultáneamente y de
manera aparente como interno y externo en relación con el sujeto. Podría decirse que es
interna porque la configuración social se configura de manera subjetiva mediante los
afectos, emociones, sentimientos, actitudes y valores, destrezas, habilidades, nociones,
conceptos y conocimientos que de forma constante configura el sujeto como resultado de
65
sus relaciones sociales, en las cuales los procesos de configuración del propio sujeto y de
configuración de su subjetividad se fertilizan y vigorizan en una compleja relación
paradójica, la que no supone la identidad entre ambos sino su integración dialéctica y
contradictoria. La configuración social no es externa en tanto se configura subjetivamente
en la biopraxis del sujeto, en su cotidianidad, a través del emocionar y el lenguajear que
configuran su conversar, en tanto somos seres humanos que operamos en la reflexión y
llevamos lo social con nosotros en nuestro modo de ser cotidiano, lo social es una cualidad
o propiedad inmanente al ser humano que emerge en nuestras acciones vitales; y por otro
lado, la configuración psicológica no es interna en tanto configura un momento permanente
de la condición relacional del sujeto, en cuya acción se va reconfigurando en la biopraxis
humana; por tanto, la división mecánica y dogmática entre lo externo e interno no tiene
sentido en este enfoque configuracional y es un exabrupto ontológico y epistemológico.
Lo subjetivo, una vez que se expresa en decisiones del sujeto realizadas en su acción
concreta, pasa a formar parte de la realidad dentro de la cual continúa su desarrollo, y
dentro de la cual puede tener múltiples consecuencias para su propia configuración
subjetiva; ésta, en un momento temporal anterior fue un elemento importante de su
determinación, pues toda decisión es una realidad compleja plurideterminada dentro de un
complejo y dinámico sistema de fuerzas (González, 1997). Por tanto, la realidad,
supuestamente independiente de los procesos subjetivos de regulación, entra en ellos no
sólo respondiendo a las necesidades de aquellos; la realidad entra de forma imprevista
dentro del comportamiento de la subjetividad, en el propio proceso de expresión del sujeto
en ella, y entra no sólo por las necesidades del sujeto que determinan su significación sino
por las nuevas necesidades y estados que aparecen como resultado de su contacto con ella.
Por tanto, en el vínculo entre el sujeto y la realidad, ambos tienen un papel activo que
influye sobre el otro durante la interacción, sólo que en el caso del sujeto, ese papel activo
de la realidad puede expresarse en forma de conocimientos, el cual sería una de las vías de
expresión de dicha interacción.
Lo externo en el caso de la subjetividad es siempre parte del sistema complejo en el
que se especifica lo que en ella ocurre. El vínculo interno-externo no tiene razón de ser en
los sistemas complejos, donde los diferentes procesos que se configuran expresan de forma
simultánea o alternativa ambas condiciones (González, 1997). De esta manera, el carácter
complejo y dinámico del proceso del conocimiento científico no permite una lógica de
desarrollo única a través de aquellas vías portadoras de un conocimiento válido, absoluto y
verdadero, suponiendo la concurrencia de formas simultáneas y contradictorias en su
configuración, a través de los cuales se van desarrollando el complejo proceso
configurativo de la realidad en forma de conocimiento.
Toda configuración contiene procesos que, independientemente de su cercanía al
comportamiento de lo real, resultan esenciales para el desarrollo de otras concepciones, por
lo cual se vuelven esenciales en el proceso integral del desarrollo de la ciencia. En efecto, si
partimos de que toda respuesta es simultáneamente una configuración, el carácter de los
instrumentos científicos utilizados en la configuración del conocimiento cambia
radicalmente, así como los procedimientos asociados a este proceso, por cuanto ya no
interesa tanto la respuesta en tanto criterio asumido y explícito del sujeto, como acto

66
complejo y legítimo de expresión, cuyo sentido no podemos definir sólo por los estímulos,
sino por los complejos procesos de historicidad individual en que se expresa la
configuración del sujeto. Es precisamente éste uno de los aspectos esenciales a los que
damos sentido y significación en la definición de una epistemología configuracional.
La realidad social se va configurando dentro de la acción de sus protagonistas, pasa a
ser parte de su configuración toda la cultura humana, pues ésta es una realidad
esencialmente cultural, dimensión producida por el ser humano a lo largo de su historia; sin
embargo, junto a ello, en esta realidad se genera una gran cantidad de factores que en sí
mismos la configuran y son parte de los discursos configurados en ella, como son la
pobreza, los prejuicios religiosos, la tecnocracia, etc., los cuales, aunque forman parte de
discursos configurados, no adquieren su condición real por ello, sino por complejas
configuraciones de determinantes diversos (económicos, políticos, históricos, etc.) que
podemos considerar como constitutivos de esta realidad en su devenir socio-histórico.
La dialéctica entre la configuración y lo configurado es parte del propio devenir
socio-histórico del sujeto y de su mundo socio-cultural. La configuración es una función del
sujeto, el cual simultáneamente está configurado por su subjetividad, la que es un momento
de cada uno de sus actos de configuración. Reconocer el valor de lo configurado como
parte esencial de la realidad socio-cultural que pretendemos estudiar, nos lleva a una
comprensión dinámica de dicha realidad, que nos impide encerrarla en definiciones
esencialistas preconcebidas rígidamente desde la teoría; sin embargo, fundir lo esencial
entendido como configurado, como aquello que especifica su nulidad en relación con lo
nuevo que enfrenta, puede conducirnos a un relativismo coyuntural, simplificador del
carácter complejo de este proceso.
Tanto el conocimiento como las formas diversas de acción humana que caracterizan
el escenario social en cada uno de los momentos concretos de su devenir histórico, son
procesos configurativos de dicho escenario, de su configuración actual, dentro del cual los
procesos de configuración, conjuntamente con otros factores del desenvolvimiento de la
propia configuración social, rompe ciertos límites de lo socialmente configurado,
insertándose dentro de nuevos límites que, determinados por el propio proceso de
configuración, pasan a formar parte de la compleja configuración de su configuración.
El discurso es trascendido por el comportamiento de la realidad, apareciendo nuevos
discursos que pasan a ser configuraciones de la nueva realidad, afirmando éstas y
rechazando la aparición de otras, con lo cual el discurso pasa a ser uno de los procesos
definitorios en el papel activo del sujeto sobre lo real. Este papel activo, sin embargo, es
sólo uno de los procesos que configura lo real.
El configuracionismo ha enfatizado el carácter activo del sujeto en su significación
epistemológica, cuyas raíces han estado en la psicología de la Gestalt; sin embargo es
preciso encontrar expresiones teóricas y metodológicas diversas y complejas que aumenten
su legitimidad como meta-teoría socio-humana, y faciliten la integración de planteamientos
teóricos diversos de quienes comparten este marco en un plano ontológico, epistemológico
y metodológico.

67
La coexistencia actual de posiciones ontológicas diferentes dentro de la perspectiva
configuracionista configura un reto de extraordinario alcance en las definiciones futuras de
esta posición epistemológica.
Las elaboraciones teóricas provenientes de la psicología de la Gestalt y de las nuevas
teorías de sistemas, sin duda alguna han sido un importante aporte en el camino que hoy
recorre el configuracionismo hacia la configuración de una meta-teoría socio-humana.
5.2-La complejidad: cimiento epistémico de la decolonialidad
configurativa
La ciencia, a partir de sus fundamentos empiristas, racionalistas y positivistas, se
orientó al énfasis en el análisis y experimentación de los procesos investigativos como
condición para las verificaciones empíricas, cuyo carácter instrumental y estadístico exigía
la división y separación en partes del objeto de estudio de manera que permitiera la
manipulación experimental y la correlación de los diferentes resultados obtenidos.
La atomización del objeto de estudio en las ciencias humanas y sociales, realizada en
función de estos principios epistemológicos generales, impidió las configuraciones teóricas
complejas, sistémicas, holísticas y dialécticas, las cuales eran irreductibles al principio de
su verificación empírica. En este sentido, procesos psíquicos como cognición humana,
afectividad, sentimientos, valores, cultura, convivencia, identidad, competencias,
subjetividad, entre otros, resultaron totalmente excluidos como acientíficos, en tanto no
podían ser acomodados a las exigencias predominantes para su investigación científica.
A partir de lo anterior, la formulación de una epistemología configuracional implica
una reformulación sobre la propia ontología de la realidad, lo cual implica su
reconocimiento a los efectos de la configuración del conocimiento y, por otra parte, implica
además la propuesta de formas nuevas para la configuración del conocimiento científico,
que transciendan el carácter analítico-sintético, simple y descriptivo que dominó la
configuración del conocimiento en el paradigma positivista.
Desde el punto de vista ontológico, la consideración de una epistemología
configuracional implica aceptar la naturaleza compleja, dialéctica, holística, dinámica,
sistémica, múltiple y diversa del objeto de estudio, la integración y desintegración de
procesos diferentes y contradictorios en distintos tipos de totalidad, la aceptación del
cambio, la oscilación, la mutabilidad y la fluctuación de los objetos, de lo espontáneo, lo
inesperado y lo inadvertido como forma de expresión alternativa de un sistema dinámico y
funcional ante eventos similares ocurridos en el tiempo, así como comprender modalidades
irregulares de orden, dándole cabida a la no linealidad, rompiendo con el concepto de orden
equivalente a secuencia regular y lineal.
La naturaleza compleja no es acumulativa ni lineal ni estática. Como apunta
3ULJRJLQH   ³HO VXFHVR PiV LQVLJQLILFDQWH SXHGH FDPELDU HO FXUVR GH OD KLVWRULD´
S ³WHQHPRV TXH UHYLVDUQXHVWUR FRQFHSWRGHOH\HVGH ODQDturaleza para incluir la
probabilidad y la irreversibilidad. En este sentido ciertamente estamos llegando al final de
ODFLHQFLDFRQYHQFLRQDO´ 3ULJRJLQHS 

68
El concepto de configuración estimula la flexibilidad de las fronteras existentes entre
distintas formas de conocimiento, planteándose la importancia de la configuración multi,
inter y transdisciplinaria, para dar cuenta de fenómenos cada vez más complejos, para lo
cual configura en sí mismo sus antecedentes relacionados con el pensamiento dialéctico,
complejo, holístico y sistémico. Además, algunos de los principios explícitos de la
epistemología de la complejidad se adecuan extraordinariamente a las necesidades actuales
de las ciencias humanas y sociales y pueden ser tenidos en cuenta para la formulación de
una epistemología configuracional.
8QSULQFLSLRHVHQFLDOGHODFRPSOHMLGDGVHxDODGRSRU0RUtQ  HV³HOSULQFLSLR
ecológico de la acción, según el cual la acción escapa a la voluntad del actor político para
entrar en el juego de las inter-retroacciones, retroacciones recíprocas del conjunto de la
VRFLHGDG´ S (VWR VLJQLILFDTXHODDFFLyQ VRFLDOHV SDUWHGHXQD FRQILJXUDFLyQ GHOD
realidad social configurada, dentro de la cual sus consecuencias son totalmente
imprevisibles, pues no responden linealmente a la intencionalidad de los autores, los que se
incorporan a nuevos sistemas de interrelaciones no previstos por ellos.
La clara definición ontológica de la realidad social presente en este planteamiento
conduce en una dirección contraria a la escogida por el constructivismo, enfatizando otra
arista de la realidad social, igualmente esencial para las ciencias sociales, que es la
necesidad de seguir y conceptualizar dentro de su compleja configuración, las
consecuencias de decisiones y fenómenos diversos que ocurren dentro de ella, y no pueden
ser vistos sólo en sus efectos inmediatos.
Otro aspecto esencial definitorio del planteamiento de la complejidad, con fuerte
significación para las ciencias humanas y sociales, es el papel que otorga a lo cualitativo.
0XQQp   VHxDOD ³(O SHQVDPLHQWR FLHQWtILFR DFWXDO VH DSDUWD GH DTXHOOD FRQFHSFLyQ
cuantitativa y adopta un punto de vista cualitativo, en que lo decisivo no es el número de
elementos o partes de un conjunto, sino más bien las UHODFLRQHVHQWUHVXVDVSHFWRV´ S 
En relación con los aspectos relevantes y significativos en la formulación de una
epistemología configuracional para las ciencias humanas y sociales, es importante destacar
que esta propuesta provoca una ruptura insoslayable con la concepción de las disciplinas
rígidamente estructuradas y fragmentadas, en las que increíblemente aún se apoya la
educación y la investigación en las ciencias humanas y sociales.
La Configuralogía, que es como denomino a esta propuesta, le asigna un valor
significativo a las diversas formas de la configuración humana, aspecto éste en el cual
coinciden los planteamientos del configuracionismo y de las ciencias de la complejidad,
representadas en Morín (1994), quien se identifica con el planteamiento de la complejidad
en el campo de las ciencias sociales.
Morín (1994) resalta la capacidad de formas no científicas de configuración para
mover representaciones generales, paradigmáticas, que implican cambios en la forma de
pensar, aspecto muy difícil de lograr desde dentro de un paradigma, precisamente por la
ceguera a que dan lugar para todo lo que esté fuera del foco privilegiado de la teoría.

69
Los principios generales sobre los cuales se apoyan diferentes autores de la teoría
holística, de la complejidad y las nuevas teorías de sistemas, permiten formular una
concepción epistemológica configuracional, que es aplicable perfectamente a los sistemas
vivos, a los psíquicos y a los sociales; objetos de estudio complejos desde muchas de las
definiciones teóricas actuales cada vez más significativas en las ciencias sociales y
humanas. Ahora bien, la orientación de los objetos de estudio desde la complejidad, no es
algo nuevo en las ciencias humanas y sociales. Sin embargo, una de las limitaciones más
significativas que tuvieron en sus inicios, tanto la teoría de sistemas, como de la
complejidad, fue no tener en cuenta en su verdadera dimensión y plenitud el carácter
dialéctico, contradictorio y configuracional que la propia complejidad presupone. La
epistemología configuracional tiene una fuerte inspiración en las nuevas teorías de
sistemas, de la complejidad, del caos, de las catástrofes y de los fractales, las que presentan
modalidades diferentes de configuración a las desarrolladas tradicionalmente por la ciencia,
donde el orden, el desorden y la organización están estrechamente interrelacionados en una
configuración dialéctica dentro de la misma realidad. También tiene en cuenta los
principios de la relatividad, incertidumbre, indeterminación y complementariedad, legados
por la nueva física.
0XQQp   SXQWXDOL]D TXH ³RUGHQ \ GHVRUGHQ DEVROXWL]DGRV QR VRQ FRQFHSWRV
RSXHVWRV VLQR DQWDJyQLFRV \ SRU OR WDQWR QR VLQWHWL]DEOHV GLDOpFWLFDPHQWH´ S 
Precisamente la configuracionalidad presupone sistemas dinámicos, complejos, no lineales
y funcionales, donde el orden y el desorden se configuran de manera dialéctica en la
identificación de la cualidad que define un sistema: la configuración.
El caos es un orden que no es secuencial, regular, lineal, ni acumulativo, que rompe
IRUPDV DQWHULRUHV GH RUGHQ HQ HO IXQFLRQDPLHQWR GHO VLVWHPD ³/D WHRUtD GHO FDRV HV
expresión de un orden en actividad, que para él significa un fenómeno creador del que
HPHUJHHORUGHQ´ 0XQQpS (OFDRVDSRUWDDODHSLVWHPología configuracional el
principio de la incertidumbre y la no determinación, que configuran procesos básicos y
esenciales del pensamiento configurativo.
Desde el punto de vista epistemológico, configuración implica creación e integración
holística permanente, aceptación de los aspectos que niegan lo dominante y su seguimiento
en su propia lógica, dialéctica y concepción sistémica no lineal, dinámica, funcionalidad y
hermenéutica, por tanto, una renovación permanente de las formas acabadas del
conocimiento científico. Cuando hablamos de renovación no nos referimos a anarquía o
improvisación, pues la creación a partir de lo que una teoría niega, no es la negación de la
teoría, sino la configuración permanente de teorías alternativas, que pueden coexistir en la
palestra científica. Configuración de nuevas teorías no por imaginación sino por la
capacidad de seguir nuevas manifestaciones de la realidad en que la imaginación se
objetiviza incluso mediante la intuición científica y la subjetividad objetiva que no es más
que la intersubjetividad, la subjetividad socializada.
Asumir el principio configuracionista en la ciencia, vista como proceso dinámico y
funcional, implica reconocer la existencia de configuraciones en todos los sujetos, eventos,
procesos, fenómenos, acontecimientos, situaciones y objetos de estudio, desde el
microcosmos hasta el macrocosmos, desde el bosón hasta la vía láctea y todas las galaxias,
70
lo cual da muestra de su complejidad inmanente. En este sentido, la incertidumbre debe ser
un momento permanente de la búsqueda científica (González, 1997). Por otro lado, un
enunciado importante de la epistemología configuracional es aplicar la noción de neuro-
eco-configuración en el proceso de configuración del conocimiento científico, lo cual exige
considerar que toda configuración está interconectada y es simultáneamente
interdependiente de otras dentro de cuya totalidad se expresa. Ahora bien, admito que,
como epistemología universal aún le queda mucho camino por andar a la epistemología
configuracional, debido a las propias contradicciones intrínsecas no resueltas sobre
cuestiones que han estado en el centro de su formulación. En este sentido puedo anticipar
que uno de los retos que tiene ante sí la epistemología configuracional es la configuración
de postulados generales que orienten a las epistemologías específicas derivadas de las
ciencias particulares. A veces se trata de forzar lo que ocurre en las disciplinas específicas,
en los ámbitos particulares de la configuración de conocimiento científico, para que el
proceso de investigación se pueda explicar en los términos de una epistemología general
consolidada, siendo lo más importante desarrollar al máximo el nivel general de reflexión
epistemológica, asimilando, incorporando y configurando en él todo lo nuevo, creativo y
original que se produzca en las ciencias particulares, lo cual sería reconceptualizado y
reconfigurado en un nuevo nivel, en un orden superior de comprensión, más complejo: la
configuración de configuraciones.
5.3-La Configuralogía: ciencia decolonial. Fundamentos epistemológicos.
Hasta donde conocemos, solamente en Pasos hacia una ecología de la mente, de
Gregory Bateson (1979), Edgar Morín en su obra ciencia con conciencia (1984), Fritjof
Capra en la tercera edición de la obra El tao de la física (1992) y la obra El paradigma
emergente, de Miguel Martínez Miguélez (1993,1997), han abordado la temática de lo que
pudiéramos llamar postulados de este paradigma emergente, sistémico, ecológico, de la
complejidad, que, a partir de una síntesis creadora, una complementación hermenéutica y
un enfoque dialéctico, llamo Paradigma Configuracional. Por consiguiente, en los
presupuestos teóricos de la Configuralogía como ciencia, subyacen la teoría de la
complejidad, la Gestalt, la teoría holográfica, el enfoque holístico y ecológico, y las nuevas
teorías de sistemas, ciencias que se concentran en la dinámica de la autotrascendencia y se
basan en la obra de notables teóricos de sistemas, tales como Gregory Bateson, Wolfgang
Köhler, Fritjof Capra, Edgar Morín, Humberto Maturana, Niklas Luhmann, entre otros no
menos importantes.
Es evidente, a partir de los planteamientos de Bateson (2011), que estamos
necesitando una reformulación de nuestros preconceptos, necesitamos una nueva ontología
y una concepción epistemológica más acorde con la verdadera complejidad de los procesos
humanos y sociales.
Necesitamos un nuevo paradigma para las ciencias humanas y sociales, un paradigma
que tenga en cuenta la verdadera complejidad de los seres humanos, su conciencia, sus
procesos mentales, su pensamiento y sus relaciones. Se necesita un nuevo paradigma que
nos permita comprender e interpretar a la sociedad como sistema dinámico y complejo.

71
Por otro lado, a lo largo de más de más de 30 años Capra (2010) ha ido estableciendo
las características del nuevo paradigma ecológico, que incorpora los aportes del
pensamiento sistémico y holístico pero va más allá. Fritjof Capra, presenta una
transformación en la visión del mundo contemporáneo. El desarrollo de la humanidad ha
producido abuso, exceso, desconcierto, desenfreno, violencia, factores que se han mezclado
simbióticamente con una era de desarrollo científico, grandes adelantos tecnológicos y
alianzas económicas estratégicas, entre otros.
Esta no es más que la realidad de la convivencia general, consecuencia de múltiples
factores a través de la historia de la humanidad y consecuencia inmediata del viejo
paradigma mecanicista reduccionista, basado en la idea de que la esencia natural de la
materia se encuentra en los objetos y no en sus interconexiones, que domina ampliamente
la organización política, económica y social y con ello el pensamiento y las ideas de la
mayoría de quienes dirigen los destinos de la humanidad, tanto en naciones desarrolladas
como en países del Sur. Los criterios han cambiado y en la actualidad es prácticamente
imposible analizar un problema local o mundial en forma aislada, lo que pareciera acarrear
una serie de desaciertos en las políticas nacionales y mundiales. Es precisamente aquí, en
esta objetividad, en donde razonan y se integran las distintas instituciones sociales. En las
organizaciones educativas, por ejemplo, convergen, en espacio y tiempo, las virtudes y los
defectos del conglomerado social, como resultado inmediato de lo que es precisamente la
educación: relación entre personas. Asimismo, Martínez (2008) afirma que casi todos los
problemas metodológicos tienen un fondo esencialmente epistemológico. Es por ello que la
epistemología actual deberá ir logrando una serie de metas que puedan formar un conjunto
de postulados generales, de alto nivel, que parezcan irrenunciables y que pudieran
presentarse como los rieles de la nueva ciencia.
Como se aprecia, todos los autores mencionados anteriormente han venido
manifestando su inconformidad e insatisfacción con la racionalidad mecánica, determinista,
dogmática, lineal, reduccionista y unidireccional de la ciencia actual, y han planteado la
necesidad de un nueva racionalidad científica, un nuevo paradigma epistemológico, el
imperativo de sustituir el modelo lineal, positivista y cuantitativo de pensar y de hacer
ciencia, por un modelo más auténtico, creativo, original e incluyente, que asimile la
realidad empírica del mundo en que vivimos e interactuamos.
Es evidente que durante las últimas décadas del siglo XX ha ocurrido un cambio
impactante en los conceptos e ideas de la ciencia. Los nuevos conceptos, que aún están
siendo elaborados en las actuales teorías emergentes, sistémicas y de la complejidad, han
modificado radicalmente mi cosmovisión, trasladándome desde el pensamiento
mecanicista, reduccionista y determinista de Descartes y Newton a una visión compleja,
sistémica, holística, ecológica, dialéctica y configuracional.
Estos postulados básicos configuran un proceso de racionalidad científica que tiene
un sustento epistemológico, y postulan un nuevo paradigma epistémico. En este sentido, la
Configuralogía se sustenta en la Holística y en las concepciones de varios eminentes
científicos pertenecientes a distintas disciplinas: Wolfgang Köhler (1887-1967; Psicólogo),
Gregory Bateson (1904-1980; Antropólogo), Ilya Prigogine (1917-2003; Químico), Edgar
Morín (1921; Filósofo), Niklas Luhmann (1927-1998; Sociólogo), Humberto Maturana
72
(1928; Biólogo), Fritjof Capra (Físico), Fernando González Rey (Psicólogo), Homero
Fuentes González (Físico-Pedagogo) y Miguel Martínez Miguélez (Epistemólogo)
Como se aprecia, en los últimos años del siglo XX, y en la primera década del
presente siglo XXI, estamos asistiendo y participando de notables cambios en la
epistemología, que han acompañado y se han nutrido del inminente cambio paradigmático
en las ciencias. De esta manera, nuevas nociones y categorías han ido dando forma a
QXHVWUDYLVLyQVREUHHOPXQGRTXHQRVURGHDHQWUHODVTXHVHGHVWDFDODGH³FRQILJXUDFLyQ´
que hoy ocupa un lugar significativo en la configuración de sentido tanto en las ciencias
naturales como en las ciencias sociales. Pensar de manera configuracional significa e
implica la posibilidad de tener en cuenta el alto grado de interconexión de los fenómenos,
eventos, situaciones y procesos. Precisamente, desde el enfoque configuracional, el saber
no se concibe como una representación o producto de la mente de un sujeto aislado, se
concibe como una actividad configuradora en la que participamos los seres humanos junto
con nuestras creaciones y tecnologías, en un intercambio abierto y constante con el entorno
configurante.
Es extraño negar o no darse cuenta que en las ciencias humanas y sociales el
desarrollo está direccionado por las personas, no por los objetos, y precisamente los objetos
de estudio de éstas ciencias somos los seres humanos, ya sea nivel individual (psíquico) o a
nivel grupal (social). El inicio, centro y final de un proceso científico social es un ser
humano. De ahí que se requiera una nueva epistemología para las ciencias sociales, una
epistemología socio-configuracional.
Albert Einstein comúnmente afirmaba que la relación recíproca entre la
Epistemología y la Ciencia es notable. Ellas son dependientes una de la otra. La
Epistemología sin contacto con la Ciencia se convierte en un esquema vacío. La Ciencia sin
Epistemología es -en todo cuanto sea concebible- primitiva y embrollada. Pues bien, la
comprensión, desarrollo y consolidación de la nueva ciencia y la nueva epistemología,
configuradas, emerge en la actualidad como un imperativo ontológico. De esta manera, la
nueva ciencia y la epistemología que la sustenta, vienen a llenar el vacío de la ciencia y de
la epistemología actual. Como se aprecia, una nueva filosofía germina, una nueva ciencia
nace, una nueva epistemología crece y se desarrolla, y como consecuencia de lo anterior, un
nuevo paradigma emerge en la gran escena científica del planeta: el Paradigma
Configuracional.
Como ya hemos precisado, la Configuralogía, representada en la Teoría de las
Configuraciones que propongo, sitúa su concepción epistemológica general en varias
teorías configuradas en el pasado siglo XX y en los primeros años de este siglo XXI, a
saber:
x Psicología de la Gestalt, representada en Wolfgang Köhler (1935)
x Ecología de la mente, esbozada por el eminente antropólogo Gregory Bateson
(1972, 1979)
x Teoría Holográfica desarrollada por Karl Pribram (1978)

73
x Nuevas teorías sistémicas y de la complejidad (Morín, 1976, 1990; Prigogine,
1976, 1983, 1991, 1999; Maturana, 1976, 1992, 1994, 1995, 1996; Luhmann,
1984, 1998)
x Concepción sistémico-ecológica, propuesta por el eminente físico Fritjof Capra
(1975, 1992, 1998)
x Propuesta de una nueva ciencia y un paradigma emergente, formulada por Miguel
Martínez Miguélez (1997, 1998, 1999, 2006)
x Concepción epistemológica de los procesos sociales y humanos, que se manifiesta
en autores como Fernando González Rey (1997) y Homero Fuentes González
(2004, 2009)
Todos estos autores, mediante el esbozo de sus propuestas teóricas, de una u otra
manera reconocen los procesos humanos como procesos biogenéticos, neuropsicológicos y
socioculturales, procesos dinámicos, sistémicos y complejos, de configuración de
significados y sentidos, desde donde es posible considerarlos como conscientes y por tanto
de naturaleza dialéctica, ecológica y holística. ¡Y por supuesto, configuracional!
Como se aprecia, la concepción configuracional de la ciencia reconoce, en la
complejidad, en el enfoque holístico y en las nuevas teorías de sistemas, tres pilares
insoslayables de su fundamento ontológico y epistemológico. Nuestra concepción apunta a
la definición de algunos aspectos que, aunque ampliamente tratados por diferentes autores,
desde diferentes contextos socio-históricos, culturales y teóricos, no han quedado a nuestro
juicio totalmente agotados, por cuanto son aspectos muy polémicos y por lo tanto requieren
de un profundo análisis y reflexión. Desde esta perspectiva, las proposiciones que se
presentan pretenden disminuir cada vez más la distancia entre los modelos y las
concepciones teóricas y la práctica enriquecedora, lo que está avalado por el hecho de que
la mayoría de las cuestiones que se exponen, no obstante ser enriquecidas con la inclusión
de otras concepciones científicas contemporáneas, son producto de numerosas
investigaciones (Ortiz, 2009, 2011, 2012) y aplicaciones realizadas en el contexto de los
procesos educativos infantiles y universitarios.
La Teoría Holístico Configuracional propuesta por Fuentes, Álvarez y Matos (2004)
configura una aproximación epistemológica, teórica y metodológica a los procesos sociales,
interpretados como procesos de desarrollo humano, que parte del reconocimiento de que
estos procesos en tanto realidad objetiva configuran espacios de configuración de
significados y sentidos, entre los sujetos implicados.
En correspondencia con lo anterior, la Teoría de las Configuraciones que se configura
en este libro incorpora una concepción de proceso que revela el carácter configurativo y de
desarrollo humano de los procesos sociales; el papel activo, consciente y participativo de
los sujetos implicados, en un contexto interactivo, donde la comunicación, la motivación, la
relación entre lo individual y lo social, lo reflexivo y configurativo, configuran sustentos
fundamentales en la apertura de espacios al respeto, la confiabilidad, la responsabilidad y el
papel que desempeñan los sujetos implicados.

74
La Configuralogía pretende ser una ciencia, configurando un conjunto de disciplinas
científicas; pero es también un método y una actitud intelectual hacia los procesos socio-
humanos. La Configuralogía representa una nueva forma de pensar, un pensamiento
configuracional.
Los científicos socio-humanos hemos tomado conciencia de la necesidad de
configurar una meta-teoría que tenga la posibilidad de asimilar e incorporar a su sistema
categorial la diversidad de hallazgos y configuraciones de las ciencias humanas y sociales,
los cuales han conducido al desarrollo de múltiples mini teorías que, sin dudas, han
fragmentado la epistemología socio-humana aunque han servido de base para una
concepción más holística y configuracional. Precisamente, la Configuralogía es la Teoría de
las Configuraciones y representa un nuevo paradigma epistemológico para la ciencia del
tercer milenio que, no sólo configura teorías diversas de la complejidad, con enfoques
holísticos, sistémicos, holográficos y ecológicos, combinados con la neuro-epistemología y
la etno-epistemología, sino que hace una apuesta epistemológica y ontológica proponiendo
la noción de Configuración como categoría, teleología, lógica y método invariante para el
estudio y comprensión de los procesos humanos y sociales. Ahora bien, esclarezco que la
noción de configuración no es una categoría omni-epistémica, no es la clave mágica que
permite solucionar todos los problemas epistemológicos y ontológicos en el ámbito
científico, es más bien una noción a investigar, a analizar profundamente, a cuestionar,
comprender, argumentar y desarrollar. No obstante, la configuración es una noción
decisiva, sin embargo no es aún un concepto configurado completamente y de manera total.
Esta noción puede configurarse a partir de una complejización y de una concretización del
sistemismo, el holismo y el dialectismo y, aun así aparecer todavía como un desarrollo, aún
no logrado, de la Teoría Configuracional; puede también decantarse a partir del
configuracionismo, con la condición de que haya un limpiado epistémico y una modelación
que hagan aparecer lo configuracional en la configuración.
La toma de conciencia de este grupo de realidades, llevó a la Psicología de la Gestalt
a concebir otro modo de pensar la ciencia, partiendo de nuevas nociones y conceptos
básicos, es decir, de un nuevo paradigma científico: el paradigma configuracional. De ahí
que la configuración sea el punto de partida de todo proceso científico socio-humano, es el
problema científico, la intencionalidad, el método y la posible solución. La configuración
representa la teleología y lógica de los procesos humanos y sociales, es medio y es fin, es
proceso y es resultado, es causa y efecto, es función, intención, sentido y significado de los
procesos socio-humanos; es la categoría científica que permite estudiarlos y comprenderlos
para poder transformarlos, configura el método de investigación de excelencia de los
procesos humanos y sociales, es la célula, reto y desafío de la epistemología
configuracional, representada en la Configuralogía como ciencia del tercer milenio.
Configuramos nuestra propuesta alternativa en la denominación de Epistemología
Configuracional, no sólo porque configura las corrientes, doctrinas y modelos del
paradigma cualitativo, sino porque ninguna de ellas ratifica esta condición en la
presentación de una alternativa compleja, holística, dialéctica y sistémica que diferencie el
proceso de configuración del conocimiento científico.

75
La ciencia es, en sí misma, una modelación y configuración de objetos de estudio,
una producción humana con la historia y necesidades propias como sistema complejo y
dinámico. La ciencia no se puede definir desde una razón trascendental y divina, ni
tampoco desde un mundo estático y pasivo que espera ser aprehendido de manera
isomórfica por el ser humano. La ciencia es una forma de configuración del objeto definida
desde las posibilidades y potencialidades de su propia historia y desarrollo, configuración
que tiene su propio devenir y evolución en término de los múltiples y complejos
determinantes que se integran en la expresión del pensamiento científico, el cual está lejos
de representar una simple relación lineal y unilateral sujeto-objeto en términos del
conocimiento científico.
La ciencia es un proceso progresivo, multidimensional y abierto que no aspira al
establecimiento de verdades absolutas, completas y terminadas en sus diferentes momentos
parciales de desarrollo. El conocimiento científico representa una herramienta más del ser
humano para vivir, expresarse, extenderse y trascender en sus relaciones con el mundo que
le rodea, sea humano o no, garantizando de esta manera la continuidad de su vida, su
supervivencia, la cual, además de consolidarse como cultura, integra a la realidad en su
devenir y desarrollo, expresándola de forma inteligible en los términos de la cultura y del
propio conocimiento científico. Esta relación entre realidad y conocimiento es un proceso
histórico, subjetivo, holístico, sistémico, complejo, dialéctico y configuracional, que no se
agota en sus diferentes momentos actuales.
La definición de Bachelard (1934) sobre la ciencia, orientada a verla como proceso
permanente de ampliación, profundización, enriquecimiento y complementación de lo
actual, como rectificación y fertilización de lo anterior, en un proceso permanente de
modificación, cambio y transformación, es un indicador del propio carácter dinámico,
complejo y holístico de la representación de objeto de estudio que subyace en dicha
definición.
Existen puntos esenciales en la comprensión de la ciencia expresada por Bachelard
(1934): el énfasis e insistencia en el carácter procesal de la ciencia, en el compromiso que
la misma implica con una realidad viva, dinámica y cambiante, que compromete al
investigador con un esfuerzo intelectual permanente. De ahí que la ciencia deje de ser una
acumulación sumativa de un conjunto de resultados parciales, linealmente encadenados
entre sí, para ser considerada como un proceso productivo y creativo permanente, que
conduce a una continua ampliación y perfeccionamiento que implica la configuración de
nuevas modalidades del comportamiento de lo real dentro del conocimiento científico: la
configuración conceptual.
La comprensión configuracional de la ciencia considera el conocimiento científico no
sólo como un producto o un conjunto de saberes obtenidos a partir de la comprobación
empírica sino como un proceso en desarrollo constante, en evolución y trascendencia. La
ciencia configuracional es como un proceso integrador de lo objetivo y lo subjetivo, de la
emoción y la razón, es decir, de lo consciente y lo intuitivo, de la afectividad y la cognición
humana, de lo general y lo particular, de lo cualitativo y lo cuantitativo, de lo secuencial
lineal y lo simultáneo global, de lo fisiológico y lo psicológico, de lo biológico y lo

76
cultural, de la mente y el cuerpo, de la materia y la conciencia, del pensamiento racional o
analítico con el pensamiento intuitivo o sintético.
Según Capra (2009), el hecho de que todos los conceptos y teorías de la ciencia son
aproximaciones a la auténtica naturaleza de la realidad, válidos sólo para cierta gama de
objetos de estudio, fue evidente para los físicos a principios de este siglo, gracias a los
espectaculares descubrimientos que condujeron a la formulación de la teoría cuántica.
Desde entonces, los físicos han aprendido a ver la evolución del conocimiento científico en
términos de una secuencia de teorías o modelos, cada uno más preciso y de mayor alcance
que el anterior, pero sin que ninguno de ellos represente una versión completa y definitiva
de los fenómenos de la naturaleza.
6HJ~Q0RUtQ E ³WRGRVORVJUDQGHVSURFHVRVGHWUDQVIRUPDFLón han comenzado
FRQGHVYLDQFLDV>«@TXHFXDQGRQRVRQDKRJDGDVH[WHUPLQDGDVVRQFDSDFHVHQWRQFHVGH
UHDOL]DUWUDQVIRUPDFLRQHVHQFDGHQD´ S 3UHFLVDPHQWHHOHQIRTXHFRQILJXUDFLRQDOTXH
propongo configura una desviancia epistemológica que debe contribuir a la configuración
de una cultura configurativa. Es necesario enseñar el conocimiento como fuente de error o
de ilusión; en ninguna parte se enseñan los engaños del conocimiento que proceden del
hecho que todo conocimiento es configuración. Se enseña la racionalidad como si fuera
algo evidente siendo que sabemos que la racionalidad conoce sus vicios, sus padecimientos
infantiles o longevos. En cuanto a la cientificidad y la ciencia, no existe una definición
clara, no se conocen sus fronteras, sus límites, sus posibilidades ni sus reglas. Existe una
amplia literatura pero que es consultada muy poco. A veces muchos investigadores no
saben nada de la polémica entre Niels Bohr y Einstein, ni de los trabajos de Popper (1963,
1973, 1980), Kuhn (1975, 1978), o de las controversias entre Habermas (1999, 2007) y
Gadamer (1973, 1984, 2010).
Para Morín (2010b) la ciencia es una forma crítica de ver el mundo, incapaz de
concebir lo que excede a su concepción de la racionalidad. Es una forma simplificante de
considerar al ser humano. Morín piensa que la ciencia ha llegado a un momento evolutivo,
al mismo tiempo de crisis y de metamorfosis; pero esta crisis tiene que ver con la ciencia
clásica -con todos sus límites que Morín ha criticado desde hace tanto tiempo-; pero la
irrupción de la complejidad en las ciencias debe transformar el conocimiento científico.
Por otro lado, como ya hemos expresado, Chew considera que la ciencia del futuro
podrá consistir perfectamente en un mosaico de teorías y modelos entrelazados, al estilo
³ERRWVWUDS´1LQJXQRGHHOORVVHUtDPiVIXQGDPHQWDOTXHORVGHPiV\WRGRVHOORVGHEHUtDQ
darse consistencia mutuamente. Este tipo de ciencia acabaría por ir más allá de las
distinciones disciplinarias convencionales y se serviría del lenguaje más apropiado para
describir los distintos aspectos de la estructura polivalente e interrelacionada de la realidad.
La visión que tengo de la ciencia del tercer milenio es la de una configuración de
modelos y teorías consistentes entre sí, cada uno de ellos limitado y aproximado, y ninguno
de ellos basado en fundamentos firmes, lo cual me ha ayudado enormemente a aplicar el
método científico de investigación socio-humana a una amplia variedad de procesos
humanos y sociales (Ortiz, 2009, 2011, 2012).

77
Las configuraciones son los eventos y procesos a través de los cuales se aprecia el
todo. Si se reconoce la cualidad de complejidad, la comprensión de la configuración se hace
más nítida e inteligible, por cuanto dicha noción prepara el camino para nuevas
comprensiones más asequibles. Como lo afirma Theilard de Chardin (1967), dicha
FRPSOHMLGDG FRUUHVSRQGH D OD ³FXDOLGDG´ GH ODV FRVDV GH HVWDU IRUPDGDV SRU ³XQ Q~PHUR
PD\RU GH HOHPHQWRV´ ³HVWUHFKDPHQWH RUJDQL]DGRV HQWUH Vt´ S  DXQTXH HV QHFHVDULR
precisar que en nuestro enfoque la configuración no está integrada por elementos sino por
procesos, relaciones y eventos dinámicos. Por otra parte Morín (1998), propone que la
FRPSOHMLGDG³GHEHSODQHDUVHFRUUHODWLYDPHQWHHQHOPDUFRJQRVHROyJLFR HOSHQVDPLHQWRGH
OD UHDOLGDG  \ HQ HO PDUFR RQWROyJLFR OD QDWXUDOH]D GH OD UHDOLGDG ´ S  'H DKt OD
importancia de tener en cuenta una noción de complejidad sistémica y holística, con el fin
de comprender el sentido configuracional de la ciencia del tercer milenio, que cuestiona la
opción de la ciencia clásica occidental, sustentada en la idea rectora del discurso del
método de DescDUWHV³IUDJPHQWDUWRGRSUREOHPDHQWDQWRVHOHPHQWRVVLPSOHV\ VHSDUDGRV
FRPRVHDSRVLEOH´\UHWRPDODPi[LPDKROLVWDGH$ULVWyWHOHV³HOWRGRHVPiVTXHODVXPD
GHVXVSDUWHV´
Cuando está cambiando un paradigma, según Pribram (2008), la ciencia se ve a
menudo forzada a reexaminar conceptos anteriores. Leibniz, el filósofo y matemático del
siglo XVII, cuyo descubrimiento del cálculo integral hizo posible la holografía, postulaba
un universo de mónadas, unidades que incorporan la información del todo. Leibniz (1951)
sostenía que el comportamiento delicadamente y tan ordenado de la luz indicaba un
subyacente orden radical, pautado, de la realidad. De modo semejante dijo Henri Bergson
en 1907 que la realidad última es una red subyacente de conexión y que el cerebro tamiza la
realidad mayor. En 1929 Alfred north Whitehead, matemático y filósofo, describió la
naturaleza como un gran nexo expandente de acontecimientos que están más allá de la
percepción sensorial. Nosotros sólo imaginamos que la materia y el espíritu son diferentes,
cuando, en realidad, están entrelazados.
Pribram (2008) reconoce que el modelo holográfico no se asimila fácilmente; también
perturba radicalmente nuestros sistemas anteriores de creencias, nuestro entendimiento
normal, de sentido común, de las cosas del tiempo y del espacio. Crecerá una nueva
generación acostumbrada al pensamiento holográfico. Y para facilitarles el camino,
Pribram sugiere que los niños aprendan en la escuela primaria acerca de la paradoja, puesto
que los nuevos hallazgos científicos están siempre llenos de contradicciones. El famoso
físico Niels Bohr dijo que cuando aparece, la gran innovación parece confusa y rara. Su
descubridor sólo la entenderá a medias y para todos los demás será un misterio. No hay
ninguna esperanza para ninguna idea que no parezca extraña al principio. Aplíquese esta
máxima a la Configuralogía, teoría que se propone en este libro.
Ferguson afirma que el modelo holográfico ayuda también a explicar el extraño poder
de la imagen, por qué los acontecimientos se ven afectados por lo que imaginamos, por lo
que visualizamos. Tal vez pueda hacerse real la imagen retenida en un estado trascendental.
Y más adelante se pregunta: ¿Qué es lo que nos fragmenta?, ¿Qué nos hace un todo? Yo le
puedo contestar a Marilyn Ferguson que lo que nos fragmenta es el pensamiento humano
mecanicista y fragmentador del hombre de occidente, sustentado en el paradigma cartesiano

78
y newtoniano, y lo que nos hace un todo es un nuevo lenguaje, una nueva mirada, una
nueva ciencia, un nuevo pensamiento a partir de la noción de configuración: el pensamiento
configuracional.

79
VI-UNA PERSPECTIVA DECOLONIAL: LA EPISTEMOLOGÍA
CONFIGURATIVA
6.1-El giro decolonial de la epistemología configurativa
Cuando surgen nuevos conocimientos que no se ajustan ni armonizan con las
categorías, modelos y esquemas de estas esferas y ámbitos, es más pertinente abandonar los
campos y alimentar el nuevo conocimiento. Este es precisamente uno de los más espinosos
y trascendentales retos y desafíos del paradigma configuracional, en su pretensión de
elevarse altamente, en lo teórico, a la categoría de ciencia de las ciencias. La
Configuralogía, en efecto, en tanto teoría de las configuraciones, está llamada a convertirse
en el cimiento teórico, ontológico, epistemológico e incluso metodológico que permita
analizar, comprender, explicar y desarrollar las demás áreas del saber científico. Ahora
bien, el Paradigma Configuracional sugiere una dinámica de vida que no es lineal, ni
mecánica, ni dogmática, de ahí que su esbozo tampoco puede hacerse en esos términos
lineales, por cuanto no sería entonces una representación auténtica y lo más exacta posible
de la verdad y belleza reales de esta moderna y original teoría. Además, como esta teoría
tiene intrínseca una gran sensibilidad para las formas no racionales de la experiencia y la
expresión, aún es mayor la dificultad para explicarla, argumentarla y comprenderla.
Podría servir de ayuda el recordar a Korzybski y hacer hincapié en que cualquier cosa
que digamos que es la configuración, no lo es; es más de lo que decimos y es capaz de
desplegarse de infinitas maneras diferentes. Intentar atribuir la configuración solamente al
objeto (proceso social) o al sujeto (proceso humano) resulta demasiado limitado. La
configuración es algo más que eso. Es ambos y ninguno a la vez, incluso algo que va más
allá de todo esto: un proceso dinámico, sistémico y complejo, en el que se ven implicados
el sujeto, el objeto y el ciclo de percepción-comunicación que los une y relaciona. Este
enfoque sugiere que ninguna configuración es una verdad absoluta, ya que, en realidad, su
capacidad para generar una actividad coherente y consistente es siempre limitada. Es por
ello que, en este libro, no soy capaz de comunicar lo que es la Configuralogía con
diagramas, colores, dibujos, olores, sonidos, temperaturas, vibraciones, tactos, tonos, gestos
expresivos, fórmulas matemáticas o sustancias químicas. Estoy obligado a hacer toda
explicación mediante códigos, categorías, nociones y símbolos que tienen un limitado
alcance. No obstante, intentaré aproximarme a una ontología lo más cercana de la
configuración.
La ontología en Ferrater (2010) se entiende de maneras diferentes. Por un lado, se
concibe como ciencia del ser en sí, del ser último o irreducible, de un primer ente en que
todos los demás consisten, es decir, del cual depende todo los entes. En este caso, la
ontología es verdaderamente metafísica, es decir, ciencia de la realidad o la existencia en el
sentido propio del vocablo. Por otro lado, la ontología parece tener como misión la
determinación de aquello en lo cual los entes consisten y de aquello en que consiste el ser
en sí. Entonces es una ciencia de las esencias y no de las existencias. La ontología es
aquella indagación que se ocupa del ser en cuanto ser, pero no como una mera entidad
formal, ni como una existencia, sino como aquello que hace posible las existencias. Este es
el sentido de la ontología de la noción de configuración.

80
Un aspecto esencial en el Configuracionismo es el ideal o unas promesas de
inteligibilidad intrínseca fundados en el postulado de que una configuración es
autosuficiente para ser comprendida y no necesita recurrir a ninguna clase de elementos
ajenos a su esencia y naturaleza. Por otra parte, unas realizaciones, en la medida en que se
han llegado a alcanzar efectivamente ciertas configuraciones y en que su utilización pone
en evidencia algunos caracteres generales y aparentemente necesarios que éstas presentan a
pesar de sus variedades.
En una primera aproximación, una configuración es un sistema complejo de
transformaciones dinámicas que entraña unos códigos en tanto que sistema complejo (por
oposición a las propiedades de los elementos) y que se conserva o se enriquece por el
mismo juego de sus transformaciones, sin que éstas lleguen a un resultado fuera de sus
fronteras o reclame unos elementos exteriores. En una palabra, una configuración
comprende así los tres caracteres de totalidad, de transformaciones y de autorregulación,
que Piaget (1980) asigna a la estructura.
En una segunda aproximación, aunque se puede tratar tanto de una fase ulterior como
inmediatamente subsiguiente al descubrimiento de la configuración, ésta debe poder dar
lugar a una formalización. Únicamente hay que comprender muy bien que esta
formalización es la obra del teórico, y que la configuración, aunque que aparentemente es
independiente de él, forma parte de sus sistema de creencias, en tanto que ha sido
configurada por él. Existen, pues, diferentes grados posibles de formalización que dependen
de las decisiones del teórico, mientras que el modo de existencia de un configuracionismo
que este descubre debe precisarse en cada terreno particular de investigaciones.
La noción de transformación nos permite en primer lugar delimitar el problema, pues
si fuera necesario englobar en la idea de configuración todos los formalismos y todos los
sentidos del término, el configuracionismo cubriría de hecho todas las teorías filosóficas no
estrictamente empiristas que recurren a unas formas o a unas esencias, de Platón a Husserl,
pasando sobre todo por Kant, e incluso ciertas variedades de empirismo, como el
«positivismo lógico», que apela a unas formas sintácticas y semánticas para explicar la
lógica. Ahora bien, en un sentido definido al momento, la lógica en sí misma no siempre
contiene «configuraciones», en tanto que configuraciones de conjunto y de
transformaciones: en múltiples aspectos ha seguido siendo tributaria de un atomismo
bastante resistente y el configuracionismo lógico sólo está en sus inicios.
El carácter de totalidad propio a las configuraciones no puede discutirse, pues la
única oposición sobre la cual todo científico debería estar de acuerdo es la de las
configuraciones y de los agregados, o compuestos partiendo de elementos independientes
del todo. Una configuración podría decirse que está formada de elementos, pero éstos están
subordinados a unos códigos que caracterizan al sistema como tal; y estos códigos,
llamados de composición o disposición, no se reducen a unas asociaciones acumulativas,
sino que confieren al todo, en su calidad de tal, unas propiedades de conjunto distintas de
aquellas de los elementos. Por esta razón, los elementos inmanentes a las configuraciones
deberían ser considerados como operaciones o procesos dinámicos y no como simples
partes de una estructura.

81
En este punto Piaget (1980) nos recuerda que cuando Auguste Compte quiso explicar
al hombre por medio de la humanidad, y no a la humanidad por medio del hombre, cuando
Durkheim consideraba el todo social como emergiendo de la reunión de los individuos
como las moléculas de la de los átomos, o cuando los gestaltistas creían discernir en las
percepciones primarias una totalidad inmediata comparable a los efectos de campo en
electromagnetismo, tenían ciertamente el mérito de recordarnos que un todo es algo distinto
de una simple suma de elementos previos, pero, considerando al todo como anterior a los
elementos o contemporáneo de su contacto, se simplificaban la tarea a riesgo de fallar en
los problemas centrales de la naturaleza de los códigos de composición, disposición o
configuración. De hecho, este problema que plantea ya la misma noción de totalidad, se
precisa desde que se toma seriamente la segunda característica de las «configuraciones», en
el sentido contemporáneo del término, y que consiste en ser un sistema de
«transformaciones» dinámicas y no una «forma» estática cualquiera. En este sentido, una
actividad configurante sólo puede consistir en un sistema de transformaciones dinámicas.
Ahora bien, aunque encontramos formas en todos los niveles del comportamiento humano,
hasta las configuraciones sensoriales motores y en sus casos particulares las
configuraciones perceptivas, eso no indica que todo es «configuración». En un sentido
quizá sí, pero solamente en el sentido de que todo es configurable por el ser humano desde
su subjetividad.
Pero la configuración en su calidad de sistema complejo autorregulador y
autopoiético de transformaciones dinámicas no se confunde con una forma cualquiera: un
montón de palomas volando presenta para nosotros una forma, pero no puede llegar a ser
una «configuración» hasta que se le asigna una teoría refinada que haga intervenir el
sistema total de sus movimientos espontáneos y coherentes.
Según el propio Bateson (2010), él no es un filósofo muy leído, y la filosofía no es su
oficio. No es un antropólogo muy leído, y la antropología no es exactamente su oficio. Sin
embargo, ha hecho algo que a Korzybski le interesaba mucho hacer y que ha interesado a
todo el movimiento de la semántica: estudió un área de impacto entre el pensamiento
filosófico muy abstracto, por una parte, y la historia natural del hombre y otros seres
vivientes, por la otra.
Remontémonos al enunciado original, del cual deriva en primer término la fama de
Korzybski, el enunciado de que el mapa no es el territorio. Este aserto surge de una gama
muy amplia de pensamiento filosófico que procede de Grecia y que ondula a todo lo largo
de la historia del pensamiento europeo de los últimos 2000 años.
La teoría evolucionista, plasmada en las postrimerías del siglo XVIII, la teoría
lamarckiana (que fue la primera teoría transformista organizada de la evolución), según
(Bateson, 2010), se configuró a partir de curiosos antecedentes históricos, descriptos por
Lovejoy en The Great Chain of Being. Antes de Lamarck, se creía que el mundo orgánico,
el mundo viviente, tenía una estructura jerárquica, con la Mente en la cima. La cadena, o
escala, descendía pasando sucesivamente por los ángeles, el hombre, los simios, hasta
llegar a los infusorios o protozoarios, y por debajo de éstos, hasta las plantas y las piedras.

82
Según Bateson (2010), Lamarck estaba convencido de la evolución, y allí se detenía
su interés al respecto. Por ello, si usted lee la Phüosophie Zoologique (1809), observará que
el primer tercio de ella está consagrado a resolver el problema de la evolución y a poner
cabeza abajo la taxonomía, y que el resto del libro se dedica, en realidad, a la psicología
comparativa, ciencia que él fundó. Lo que realmente le interesaba era la Mente. Lamarck
había utilizado el hábito como uno de los fenómenos axiomáticos en su teoría de la
evolución, y eso, por supuesto, lo llevó al problema de la psicología comparada. Ahora
bien, la mente y el patrón, en cuanto principios explicativos que, en primer término,
requieren investigación, según Bateson (2010) fueron expulsados del pensamiento
biológico en las teorías evolutivas posteriores desarrolladas a mediados del siglo XIX por
'DUZLQ+X[OH\HWFpWHUD³+DEtDD~QDOJXQRVFKLFRVPDOFULDGRVFRPR6DPXHO%XWOHUTXH
decían que era imposible desentenderse así de la mentHSHURHUDQYRFHVGpELOHV\«QXQFD
miraron los organismos. No creo que Butler mirara jamás alguno que no fuera su propio
gato, pero a pesar de ello sabía más acerca de la evolución que algunos de los pensadores
PiV FRQYHQFLRQDOHV´ S  $KRUD SRU ILQ, con el descubrimiento de la cibernética, la
teoría de los sistemas, la teoría de la información y otros hechos comparables, comenzamos
a contar con una base formal que habilitó a Bateson para pensar sobre la mente y sobre
todos estos problemas de una manera que era totalmente heterodoxa desde alrededor de
1850 hasta la Segunda Guerra Mundial.
Bateson (2010) sostiene que la palabra "idea", en su sentido más elemental, es
sinónimo de "diferencia". En la Crítica del juicio, Kant, si lo he entendido correctamente,
afirma que el acto estético más elemental es la selección de un hecho. Argumenta que en un
trozo de tiza existe un número infinito de hechos potenciales. La Ding an sich [la cosa en
sí], el trozo de tiza, no puede entrar nunca en un proceso de comunicación o mental debido
a su infinitud. Los receptores sensoriales no pueden aceptarla; la filtran y la excluyen. Lo
que hacen es elegir y extraer del trozo de tiza ciertos hechos, los cuales, luego, empleando
una terminología moderna, se convierten en información.
A pesar de estas excepciones, sigue siendo válido en términos generales que la
codificación y transmisión de las diferencias fuera del cuerpo es muy diferente de la
transmisión de diferencias dentro del cuerpo, y esta diferencia tiene que mencionarse,
porque podría llevarnos a un lamentable error de consecuencias extremadamente nocivas
para la ciencia. Para Bateson (2010) el mundo mental -la mente-, el mundo del
procesamiento de la información, no está limitado por la piel. Bateson retoma la
concepción de que la transformación de una diferencia que recorre un circuito es una idea
elemental. Si esto es correcto, preguntémonos qué es una mente. Decimos que el mapa es
diferente del territorio. ¿Pero qué es el territorio? Operacionalmente, alguien salió con su
retina o con un instrumento de medición e hizo representaciones que luego se dibujaron en
el papel. Lo que hay en el papel del mapa es una representación de lo que hubo en la
representación retiniana del hombre que hizo el mapa; y a medida que retrocedemos
preguntando, nos topamos con una regresión al infinito, con una serie de mapas. El
territorio no aparece nunca en absoluto. El territorio es Ding an sich, y no podemos hacer
nada al respecto. El proceso de la representación siempre lo filtrará, excluyéndolo, de
manera que el mundo mental es sólo mapas de mapas de mapas, al infinito.

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Para Bateson todos las "fenómenos" son, literalmente, "apariencias". Bateson
desarrolla más el punto, diciendo que en cada paso, a medida que una diferencia se
transforma y propaga por su vía, la materialización de la diferencia antes de ese paso es un
"territorio", del que la materialización después del paso es un "mapa". La relación mapa-
territorio se efectúa en cada paso. Pero Bateson plantea que también podemos seguir la
cadena hacia adelante. Yo recibo varias clases de cartografías que denomino datos o
información. Una vez recibidos, actúo, Pero mis acciones, mis contracciones musculares,
son transformaciones de diferencias del material de entrada. Y recibo nuevamente datos
que son transformaciones de mis acciones. Obtengo así un cuadro del mundo mental que,
de una manera u otra, ha escapado de un salto de nuestra imagen tradicional del mundo
físico. Precisamente, el resultado de esa interacción recursiva, retroactiva y dinámica es a lo
que llamo configuración.
Según De la Garza (1992), el concepto de configuración ha sido utilizado sobre todo
en la teoría del sistema actual que pone el acento en el problema de los límites entre sistema
y entorno, como diversos enfoques o representaciones del objeto y a través de ella tener un
sistema de imágenes. También las configuraciones son vistas como racimos o conjuntos de
formas de representación de los objetos, engarzando con la concepción conjuntista de la
teoría (Shedrovitsky, 1972), sin embargo, estas concepciones si bien apuntan a la
posibilidad de que un objeto pueda ser pensado desde diversas perspectivas, tratan de darle
coherencia como si fuera esta coherencia una propiedad de los objetos mismos y no de los
enfoques. De cualquier forma, estas nociones de configuración no remiten de manera clara
hacia la configuración de la teoría. Según De la Garza (1992), si quisiéramos revisar el
término de configuración con miras a su apertura frente a lo real tendríamos que
especificarlo de la siguiente manera:
1) Recuperando la idea del continuum entre inobservables y observables en la teoría y
extendiéndolo al continuum entre términos teóricos (sean observables o inobservables) y
del lenguaje común. Una configuración puede aceptar un rango de términos en su
continuum. Es decir, puede haber teorías con más densidad de inobservables que otras pero
también con mayor densidad de términos que otras.
2) En cuanto a la relación entre conceptos, estas pueden ser más precisas o más
ambiguas por niveles de claridad, de las más claras a las más obscuras. La claridad extrema
puede asimilarse a la deducción o bien a la casualidad, la ambigüedad puede implicar
polivalencia e incluso indefinición en la relación.
Bachelard (1934) había hablado de niveles de maduración entre los conceptos de una
teoría y de las relaciones entre estos. Sin embargo, la noción de maduración de la idea de
aceptación de significados y relaciones no claras pero que en el futuro se madurarían o
aclararían, lo cual no corresponde con nuestra idea de configuración abierta. No
necesariamente la obscuridad conceptual o de relación es un defecto, puede ser una
característica de la propia realidad.
3) El concepto de red conceptual puede también ser útil siempre y que se
especifiquen sus propiedades. Si una red no es sólo un sistema, puede flexibilizarse a través
de grados de claridad en la relación y no excluyendo además de la obscuridad la posibilidad

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de la contradicción, la disfuncionalidad o la discontinuidad. En el fondo está la concepción
de que en el lenguaje como en la realidad no todo tiene que ser coherente, que la
incoherencia no significa la muerte súbita del organismo, también que la ontología del todo
articulado y funcional no puede sostenerse, que una imagen más adecuada es la del
descubrimiento de lo que está conectado y lo que no, asi como de sus contradicciones.
En cuanto a lo no conectado puede asimilarse al concepto de incertidumbre en la
conexión, sin embargo una visión reconfigurativa no sólo en el pensamiento sino en la
realidad tiene que contemplar que dentro de restricciones que hay que investigar, lo incierto
puede ser conectado a través de las prácticas. Es decir, el espacio de posibilidades para la
acción no puede ser visto como una jaula de hierro para la acción, de una dureza estructural
tal que impida la creación. Por el contrario, las articulaciones precisas frente a las ambiguas
u obscuras podrían ser más difíciles de alterar por las practicas, en cambio las practicas
pueden encontrar en los espacios de incertidumbre mejores alternativas de reconfiguración
de la realidad. Al mismo tiempo, la introducción de este contexto flexible y abierto de
teoría a través de la noción de configuración permite pensar mejor en posibilidades
mayores de desarticulación conceptual en aquellas configuraciones más ambiguas que en
las más precisas. Finalmente, la contradicción no puede ser asimilada al ser y no ser del
objeto, sino a aspectos contradictorios en la configuración de acuerdo con las teorías de
origen de los conceptos desarticulados o transportados.
En este punto, cabe abordar el problema de la relación de una reconfiguración, según
la concepción de De la Garza (1992), que muestre lo claro y lo ambiguo, lo preciso y lo
obscuro, la incertidumbre y la contradicción en la realidad dándose y los sujetos
involucrados. Este problema tiene dos formas. La primera es la incorporación del sujeto, su
subjetividad y su acción en la propia configuración del conocimiento. La otra es la relación
entre configuración del conocimiento y transformación del sujeto. El primero resulta capital
dentro de la concepción sujeto-objeto, de actualización y subversión de configuraciones, de
articulación entre objetividad y subjetividad, es decir, el análisis de las configuraciones
dándose no puede reducirse a sus aspectos configuracionales, éstas tienen que configurarse
con otras configuraciones prácticas de los sujetos y de capacidad de dar sentido y
significado.
En esta línea de pensamiento, las transformaciones o actualizaciones de la
configuración tendrían que ubicarse dentro del triángulo configuraciones-subjetividades-
acciones, identificado a los sujetos pertinentes, pero analizando, articulando sus acciones y
subjetividades, vistas éstas también como configuraciones con las propiedades ya
enunciadas. Las interacciones pueden estudiarse con más propiedad como periodización de
interacciones (conflictos, alianzas, negociaciones entre sujetos, procesos de formación o
destrucción de sujetos), en donde cada período estaría enmarcado por un viraje en la
configuración del sujeto. Dependiendo del problema y sus dimensiones temporales y
espaciales, estos dos períodos pueden ser de mayor o menor duración.
Aquí es donde aparece con mayor propiedad la idea de proceso de transformación
como articulación de procesos de diversas temporalidades y espacialidades, no todos ellos
configuracionales, una parte directamente de interacción y subjetivos. Si la subjetividad
puede verse como aparato de dar sentido y de decidir la acción, puede estudiarse a partir de
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grandes campos no sistémicos o de sistematicidad limitada entre aquellos cognitivos,
valorativos, estéticos, sentimentales, con formas de razonamiento cotidianos o bien lógico
deductivas (De la Garza, 1992).
En cada campo científico es posible identificar nociones y conceptos ordenadores,
inicialmente como variables libres, posteriormente mostrando sus funcionalidades,
contradicciones y discontinuidades, sin llegar nunca a formar un gran sistema. Campos
parcialmente coherentes, con polisemia, capacidad de jerarquización, niveles de conciencia,
estratos fosilizados junto a elementos particulares superficiales o ideológicos. De tal
manera que las transformaciones de las configuraciones pueden dinámicamente articularse
con configuraciones subjetivas en diversos momentos de interacción entre sujetos,
conformando un periodo dinámico de configuración de configuraciones en rearticulación,
que en sus espacios de incertidumbre, contradicciones polares y fuerza subjetiva de los
actores encuentra una definición el espacio de posibilidades para la acción viable.
Siguiendo a De la Garza (1992), nos falta un problema por esclarecer, ¿Cómo se
valida esta forma configuracional del conocimiento? ¿Cuál es el sentido y el significado del
conocimiento objetivo frente a tanta intervención de la subjetividad? No estamos
asimilando completamente el conocimiento científico al ordinario, pero atendiendo a
algunas de las discusiones más actuales de la filosofía de la ciencia, tampoco creemos en un
criterio rígido de demarcación, la idea de continuum puede ser dotada con el añadido de
uno que implica a su vez un perfil cognoscitivo de términos teóricos y del lenguaje común
dentro de la estructura de una teoría.
Las contradicciones supuestas entre abstracto y concreto en el pensamiento, sistémico
y asistémico, deducción e intuición, dato y argumentación, generalidad y particularidad,
observable e inobservable, prueba y especulación, hemos mostrado que son más bien polos
de un continuum y que el llamado conocimiento científico implica un perfil concreto,
disciplinario, histórico y social, entre estas contradicciones. El perfil dependerá del tipo de
objeto, en esta medida la distinción entre ciencia natural y social tampoco sería de dos
naturalezas diferentes pero si de objetos menos a más subjetivados.
Como se aprecia, la cosmovisión configuracional destaca la fundamental interrelación
e interdependencia de todos los fenómenos y la naturaleza intrínsecamente dinámica de la
realidad que configuramos. Para utilizar esta visión en la descripción de los organismos
vivos, debemos ir más allá de la física y adoptar un marco de referencia que parece ser una
extensión natural de los conceptos de la física moderna. Este marco es la teoría holística-
configuracional, a veces llamada teoría gestáltica. En realidad, el término "configuracional"
es un poco resbaladizo, polisémico y engañoso. Más bien configura un enfoque particular,
un lenguaje y una perspectiva específica.
La visión configuracional concibe al mundo en términos de relaciones, integración,
retroacción e interconexión. Las configuraciones configuran holos dinámicos y funcionales,
VRQ ³WRGRV´ LQWHJUDGRV FX\RV SURFHVRV QR VH SXHGHQ UHGXFLU D ORV GH XQLGDdes más
pequeñas. En vez de concentrarse en partes, elementos y componentes, el enfoque
configuracional destaca los principios básicos de organización, los subprocesos inmanentes
al proceso dinámico, las funciones y los significados.

86
Las configuraciones no son creaciones sino revelaciones de las intenciones, sentidos
y significados de la biopraxis, hasta ahora no expresados. La configuración no se refiere a
una parte o a la unión de partes, sino a la totalidad de un sistema funcional y dinámico. La
configuración da cuenta de las relaciones entre los procesos y no sólo del proceso en sí. Los
procesos inmanentes a la configuración están en estado de continua fluidez, fluctuación y
cambio permanente, manifestando pautas cíclicas y oscilaciones continuas entre dichos
procesos.
Las configuraciones operan con los procesos del azar y no pueden consolidarse de
otra manera, pero operan en un dominio de exigencias rigurosas del que el azar es
expulsado, a partir de la organización armónica, coherente y sistémica de los procesos
inmanentes, en un proceso de mayor complejidad que evidencia su orientación
teleonómica. De estas exigencias, y no del azar, las configuraciones develan sus
orientaciones ascendentes, sus complejidades configurativas y el despliegue ordenado de
interconexiones del que nos ofrece la imagen o figura: la configuración.
La configuración, tal como la veo, puede asociarse, aunque no son lo mismo, a lo que
Husserl (2011) y Heidegger (2010) llaman constitución, a los tipos ideales de Weber
(2009), el arquetipo de Jung (1951), la trama o red de redes de Capra (2008), lo que Monod
(2007) llama simulación, los tipos lógicos de Russell (1953) o las mónadas de Leibniz
(1951).
Los ejemplos de configuraciones abundan en la naturaleza y en los sistemas vivos,
psíquicos y sociales. Cada organismo es un todo integrado, y por lo tanto, una
configuración compleja, dinámica y funcional. El cerebro humano, por ejemplo, es la
configuración más compleja que existe, en tanto es una configuración dinámica y funcional
de configuraciones complejas y sistémicas. Es una red compleja de relaciones sistémicas
igualmente complejas.
La red de relaciones inmanentes a una configuración es intrínsecamente dinámica.
Pero las configuraciones no se limitan a los organismos individuales y sus procesos
inmanentes. Los mismos procesos de la totalidad se encuentran en configuraciones sociales
tales como una familia o una comunidad.
Todas las configuraciones son totalidades cuyos procesos específicos surgen de las
interacciones e interdependencia de los mismos procesos, es decir, las interconexiones entre
procesos genera nuevos procesos y, por consiguiente, nuevas funciones y significados.
Los procesos configurativos desaparecen cuando una configuración se descompone
en forma física o teórica en elementos aislados, separados y fragmentados. Aunque en
cualquier configuración podemos identificar procesos individuales, la esencia, carácter y
naturaleza del todo es siempre diferente a la suma de sus partes, como lo concebían los
psicólogos de la Gestalt.
Las configuraciones son intrínsecamente dinámicas. Sus formas no son estructuras
rígidas, sino manifestaciones y expresiones flexibles, funcionales y estables de procesos
subyacentes. Pensar configuracionalmente es pensar en procesos, interconexiones,
funciones, sentido y significados.

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Es muy probable que la noción de configuración cumpla una función fundamental en
el futuro desarrollo de la nueva visión holística de la ciencia y del mundo en general. La
cuestión central sería, como afirman Maturana & Pörksen (2010, p.56), si uno está
dispuesto a renunciar a las propias certezas si ocurre algo inesperado. En ese caso, las
desilusiones que uno sufre no necesariamente desembocarán en frustración y enojo, sino
que también pueden fundamentar, sin ningún dramatismo, una nueva forma de ver. Uno
reconoce sin gran drama que las propias expectativas no se cumplen, y entonces se
reorienta.
Según Capra (1992), la teoría cuántica demuestra que todas las partículas se
componen dinámicamente unas de otras de manera autoconsciente, y, en ese sentido, puede
decirse que contienen la una a la otra, que se definen la una con la otra. De esta forma, la
física, la nueva física, es un modelo de ciencia para los nuevos conceptos y métodos de
otras disciplinas. El lingüista De Saussure (1954) afirmaba que el significado y valor de
cada palabra está en las demás, que el sistema es una totalidad organizada, hecha de
elementos solidarios que no pueden ser definidos más que los unos con relación a los otros
en función de su lugar a esta totalidad. Köhler (1967, 1972), para la psicología, solía decir
que en toda estructura dinámica cada parte conoce dinámicamente a cada una de las otras.
Y Dobzhansky (1976) en el campo de la Biología señalaba que el genoma trabaja como una
orquesta y no como un conjunto de solistas.
Si la significación y el valor de cada proceso inmanente a cada configuración
dinámica están íntimamente relacionados con los demás, si todo es función de todo, y si
cada proceso es necesario para definir los otros, no podrá ser observado ni comprendido en
forma aislada, sino a través del sentido, significado y función que desempeña en esa
configuración.
La naturaleza íntima de las configuraciones sistémicas dinámicas, en efecto, su
identidad esencial, está configurada por la relación entre los subprocesos inmanentes, y no
por éstos tomadas en sí, como entidades independientes. La relación es un proceso
emergente, nuevo, otro proceso diferente a los procesos que lo configuran y que le dan
origen.
Nuestro universo, la sociedad, las relaciones humanas y todos los seres vivos están
conformados esencialmente por sistemas dinámicos, no lineales, sistemas complejos,
holísticos y configuracionales, tanto en los ámbitos físico, químico, genético y biológico,
como en los ámbitos neurocientífico, psicológico, social y cultural.
En una configuración se genera un conjunto de procesos interrelacionados de tal
manera que el comportamiento de cada proceso depende del estado de todos los demás,
pues todos son inmanentes a una configuración que los interconecta. La organización y
comunicación en el enfoque configuracional desafía la lógica tradicional, remplazando sus
nociones e incorporando la noción de configuración. En los seres vivos, y sobre todo en los
seres humanos, se generan configuraciones de un altísimo nivel de complejidad, las cuales
están configuradas por otras configuraciones complejas cuya comprensión desafía la
agudeza de la mente de cualquier ser humano. Platón decía: Si encuentro a alguien capaz de
ver las cosas en su unidad y en su multiplicidad, ese es el hombre al que yo busco como a

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un Dios. Por otro lado la teoría cuántica nos obliga a ver el universo, no como una
colección de objetos físicos, sino más bien como una red compleja de relaciones entre los
distintos procesos de un todo unificado.
6L DQDOL]DPRV GH XQD PDQHUD PXFKR PiV SURIXQGD OD UHODFLyQ ³SURFHVRV-WRGR´ \
enfocamos más de cerca su implicación epistemológica, diremos que es complejo el modo
de comprensión intelectual de un proceso que es inmanente a una totalidad. En este campo
Polanyi sigue de cerca las ideas de Merleau-Ponty (1976) sobre el concepto de estructura.
Como científico y filósofo, Polanyi (1966) trata de esclarecer en múltiples estudios lo que
estas ideas implican, y llega así a su teoría del conocimiento tácito y a la lógica de la
inferencia tacita. Estos son poderes extraordinarios (usados ordinariamente) que posee el
ser humano, acerca de los cuales apenas tiene conciencia, precisamente porque su dinámica
es inconsciente o actúa a un nivel subliminal. En efecto, la mayor parte del proceso mental
es inconsciente.
El hecho de que los elementos subsidiarios de percepción pueden ser inespecificables,
según Martínez (2012), muestra algo más importante: que el conocimiento tácito puede ser
configurado sin que seamos capaces de identificar lo que hemos llegado a conocer; hemos
llegado a conocer algo etéreo, pero cierto. De esta manera, en la configuración de este
conocimiento tácito encontramos un mecanismo que produce descubrimientos mediante
pasos que no podemos especificar. Este mecanismo podría explicar la intuición científica,
para la cual no se tiene ninguna otra explicación plausible. De esta manera, la intuición
científica, emergente, se podría explicar en términos del resultado de un conocimiento
tácito que emerge naturalmente cuando adoptamos una lógica dialéctica, un enfoque
interdisciplinario o un pensamiento configuracional, dentro de una sola disciplina, una
perspectiva más amplia y rica en información (Martínez, 2012).
Hace mucho tiempo Pascal dijo una frase que se ha hecho famosa: el corazón tiene
razones que la razón no conoce. Pero no es al corazón físico a lo que se refiere Pascal, y ni
siquiera a los sentimientos, sino a la función cognoscitiva de la intuición, que es capaz de
sintetizar y aprehender la totalidad de una realidad o situación dada. Por supuesto, la
intuición no es infalible. Ningún conocimiento humano es absoluto, omnipotente e
infalible. Pero el proceso intuitivo, que se desarrolla más allá del umbral de la conciencia,
puede seguir una lógica implícita, imposible de captar a nivel consciente debido a la
complejidad, dinamismo, fluidez y rapidez de las relaciones que emergen de dicho proceso.
3RSSHU   VHxDOD TXH ³HO DFWR SRU HO TXH VH LQYHQWD R FRQFLEH XQD WHRUtD QR
UHTXLHUH DQiOLVLV OyJLFR´ S  \ 0DUWtQH]   DVHJXUD TXH TXL]i OD IDOWD PD\RU GH
QXHVWUD HGXFDFLyQ KD\D FRQVLVWLGR HQ ³FXOWLYDU EiVLFDPHQWH XQ VROR KHPLVIHULR HO
izquierdo, y sus funciones racionales conscientes, descuidando la intuición y las funciones
holistas y gestálticas del derecho e, igualmente, marginando la componente emotiva y
DIHFWLYD \ VX LPSRUWDQFLD HQ HO FRQWH[WR JHQHUDO´ S  'H HVWD PDQHUD PLHQWUDV en un
nivel llevamos una existencia que parece racional y cuerda, en otro nivel estamos viviendo
una existencia rabiosa, competitiva, miedosa y destructiva. La interconexión entre las tres
configuraciones fundamentales del cerebro -hemisferio izquierdo, hemisferio derecho y
sistema límbico-, su equilibrio y configuración armónica y coherente, deberá ser un objeto
fundamental de nuestra educación moderna. Existe además otro aspecto de extremada
89
significación y trascendencia, y es el que se deriva de la función activa de la mente
autoconsciente, la cual es capaz de provocar cambios en los acontecimientos neuronales,
formando y creando de esta manera su propio cerebro.
La conclusión a que llegan tanto Popper como Eccles (1980) es que la actuación de la
personalidad y del yo, van configurando el cerebro y que, por ello, está muy claro que
nuestro cerebro es, al menos en parte, el producto de nuestra mente. Estos autores hacen ver
que aunque el yo y la mente consciente tienen una base física que parecen centrarse en el
cerebro, son algo muy distinto de cualquier otra realidad existente o del mismo cerebro, lo
FXDOVHGHPXHVWUDSRUHOKHFKRGHTXH³SRGHPRVSHUGHUSDUWHVFRQVLGHUDEOHVGHOFHUHEURVLQ
TXH HOOR LQWHUILHUD FRQ QXHVWUD SHUVRQDOLGDG´ 3RSSHU  S . Una posición más o
menor similar, había sostenido también Sperry (1969).
Como se aprecia, son muchos los autores e investigadores que han demostrado que la
falta de desarrollo configuracional lleva a una incapacidad funcional. La neurociencia y las
nuevas teorías de sistemas, holísticas, ecológicas y de la complejidad cumplen la doble
función de educarnos en las nuevas formas de comprendernos a nosotros mismos, a los
contextos en los que vivimos y a todo el universo, así como la de retarnos a explorar y
cuestionar las creencias y concepciones con las que crecimos y los comprendemos.
La información que se deriva del enorme interés que han despertado estas teorías no
es una excepción. En esta versión incipiente del universo y el ser humano reside una gran
cantidad de información sobre la dinámica y la conciencia de la vida, pero hay que
comprenderla para poder apreciarla, valorarla y aquilatar realmente en su justa medida su
valía.
Una estrategia para comprender el paradigma configuracional es utilizar un tipo de
razonamiento que configura la deducción, inducción, intuición, análisis, síntesis,
abstracción, concreción, sensación, reducción fenomenológica, emoción, sentimiento e
introspección. Como resultado de esta configuración, propongo que en el marco de
comprensión de este nuevo paradigma consideremos la creación de una forma más
FRPSOHWDGHUD]RQDPLHQWRTXHSRGHPRVGHQRPLQDU³UD]RQDPLHQWRFRQILJXUDFLRQDO´
También es importante señalar que el paradigma configuracional no es
específicamente psicológico, pedagógico, didáctico, filosófico, matemático, químico, físico,
sociológico, biológico o neurocientífico. Es humildemente una teoría de la que emergen
argumentaciones y comprensiones de las diversas dinámicas, movimientos y actividades
que asociamos con la vida y el pensamiento humano. Sin embargo, a la luz de este nuevo
paradigma nos vemos obligados a replantear muchas de las categorías y nociones
científicas heredadas del siglo anterior y que hoy son improcedentes en este tercer milenio.
En realidad no existen entes como la matemática, la biología, la psicología, la química, la
pedagogía o la física. Estos conceptos, áreas, disciplinas, o como quiera que se les llame,
son puros constructos, configuraciones teóricas y conceptuales configuradas por el ser
humano para facilitar la comprensión, el desarrollo, articulación y consolidación del
conocimiento científico.
Karl Bühler en Viena, uno de los psicólogos más importantes de Europa en la década
de los veinte y treinta, y de gran fama mundial, al igual que los gestaltistas, trató de mostrar
90
que la configuración conceptual era una función básica de la mente humana al margen de
asociaciones de las impresiones de los sentidos. La actividad organizativa y teorizante de la
mente goza de una cierta prioridad, la cual determina los tipos de totalidades a las cuales les
llamamos procesos del pensamiento, es decir, configuraciones cognitivas. Bühler insistía en
que sus argumentos contra el atomismo psicológico refutaban también el atomismo
ontológico y epistemológico. Por otro lado, Ludwig Wittgenstein, nacido en Viena en 1889
y fallecido en Cambridge en 1951, afirma que generalmente, los problemas se solucionan
no con nueva información, sino ordenando lo que siempre hemos conocido.
Wittgenstein (2006, 2010, 2012) es una figura central en la filosofía de la ciencia que,
por la evolución de su pensamiento, ilustra muy apropiadamente y en forma paradigmática
la doctrina fundamental de las dos orientaciones filosóficas básicas y la transición de una a
otra, es decir, del positivismo al postpositivismo.
Bartley (1987) destaca que, para mejorar sus actividades educativas, Wittgenstein
³OH\yORVHVFULWRVGHORVSVLFyORJRVGHOD*HVWDOW\TXHGyLPSUHVLRQDGRSRUHOORV´ S 
que incluso, fue estudiante de Karl Bühler en Viena, que como ya hemos señalado, fue uno
de los psicólogos más importantes de Europa en la década de los años veinte y treinta, y de
gran fama mundial. Parece que, inicialmente, Wittgenstein tuvo profundas discrepancias y
cerradas discusiones con Bühler, pero luego se puso en frecuencia con éste. Bartley (1987)
puntualiza que las semejanzas entre lo que fue la segunda filosofía de Wittgenstein y los
gestaltistas emerge claramente en varios puntos básicos. En consecuencia, en mi discusión
de la última filosofía de Wittgenstein, afloran de vez en cuando referencias de Bühler,
Köhler y otros psicólogos de la Gestalt, ya que hay, en efecto, sorprendentes semejanzas
entre algunas de ellas: su oposición al atomismo psicológico y lógico; contextualismo o
configuracionismo en vez de atomismo; convencionalismo lingüístico radical configurado
HQRSRVLFLyQDODVGRFWULQDVHVHQFLDOLVWDV/DLGHDGH³SHQVDPLHQWRVVLQLPiJHQHV´
Paradójicamente, en la actualidad son las ciencias humanas las que aportan la
contribución más débil al estudio de la condición humana, y precisamente porque están
separadas, fragmentadas, divididas y compartimentadas. Esta situación oculta totalmente la
relación individuo-especie-sociedad, y oculta al mismo ser humano, es por ello que se
necesita una ciencia configuracional. Igual que el fraccionamiento de las ciencias
biológicas aniquila la noción de vida, el fraccionamiento de las ciencias humanas devora la
noción de hombre. El objetivo de las ciencias humanas no debe ser disolver al ser humano
en estructuras sino revelarlo en un carácter holístico y configuracional. Haría falta más bien
considerar una ciencia neuro-psico-socio-antropológica reconfigurada que considere al ser
humano en su unidad antropológica y sus diversidades individuales y culturales. Tal ciencia
es la Configuralogía.
La segunda revolución científica del siglo XX, comenzada en varias áreas del saber
en los años sesenta, desarrolló grandes reconfiguraciones que conducen a integrar,
contextualizar y globalizar unos saberes que se concebían divididos y fraccionados, y que a
partir de ese momento permiten armonizar y articular entre sí las disciplinas científicas de
manera fertilizada.

91
La idea configurativa ha comenzado a minar la validez de un conocimiento
reduccionista y determinista. La Configuralogía, al partir del hecho que la mayoría de los
objetos de la física, la química, la astronomía, la biología, la sociología, la psicología,
átomos, moléculas, células, organismos, sociedades, astros, galaxias, etc., forman
configuraciones complejas, es decir, procesos diversos que configuran una totalidad
organizada, se reencontró con la idea formulada con frecuencia en el pasado de que un todo
es más y diferente que el conjunto de las partes integrantes. Por otro lado, en la primera
mitad del siglo XX la cibernética estableció los primeros principios de la organización de
máquinas que disponen de programas informacionales y de dispositivos de regulación, cuyo
conocimiento no podía reducirse al de sus partes constitutivas.
La configuración genera unas cualidades o propiedades emergentes que son
desconocidas por los procesos concebidos de manera aislada. De esta manera, las
propiedades del ser vivo son desconocidas a la escala de sus configurantes moleculares
aislados, emergen dentro y por fuera de esta configuración y retroactúan sobre las
moléculas configurativas de dicha configuración.
La tradición surgida y desarrollada de las disciplinas científicas era tan enérgica y
firme que el pensamiento sistémico quedó por mucho tiempo desterrado fuera de las
ciencias tanto fácticas como socio-humanas, y pudiéramos decir que permanece relegado
todavía en los inicios del tercer milenio.
Estas ciencias sistémicas, según Morín (2010a), operan el restablecimiento de
conjuntos configurados a partir de interacciones, retroacciones, interretroacciones, y
configuran complejos que se organizan de por sí. Al mismo tiempo, las mismas resucitan
las entidades naturales: el universo (cosmología), la tierra (ciencias de la tierra), la
naturaleza (ecología), la humanidad (por medio de la apuesta en perspectiva del proceso
multimilenario de hominización gracias a la nueva prehistoria).
Todas estas ciencias rompen el viejo dogma reduccionista de explicación basada en
los elementos y componentes, consideran unos sistemas complejos o configuraciones donde
los procesos y el todo se introducen, se entrelazan, se organizan, se configuran y, en el caso
de la cosmología, da cuenta de una complejidad configurativa que se encuentra más allá de
cualquier configuración. En efecto, siguiendo con Morín (2010a), estas ciencias no se
limitan a presentarnos un tipo de conocimiento que organiza un saber anteriormente
dispersado de provocar la interrogación y la reflexión en la historia de nuestra cultura, y
suscitan con ello de un modo nuevo los problemas fundamentales: ¿Qué es el mundo, qué
es nuestra tierra, de dónde venimos? Nos permiten insertar y situar la condición humana en
el cosmos, la tierra, la vida.
Como se aprecia, existían ya ciencias multidimensionales, como la geografía, que va
desde la geología a los fenómenos económicos y sociales. Hay ciencias que han pasado a
ser periscópicas como la historia, ciencias que lo eran ya antes como la ciencia de las
FLYLOL]DFLRQHV LVODP LQGLD FKLQD  ³$KRUD KDQ DSDUHFLGR ODV QXHYDV FLHQFLDV VLstémicas:
HFRORJtD FLHQFLDV GH OD WLHUUD FRVPRORJtD´ 0RUtQ D S  $ ILQ GH FXHQWDV
puntualiza Martínez (2011), eso es lo que somos también cada uno de nosotros mismos: un
³WRGR ItVLFR-químico-biológico-psicológico-social-cultural-HVSLULWXDO´ S.45), que funciona

92
maravillosamente y que configura nuestra biopraxis y nuestro ser. Es por ello que el ser
humano es la configuración dinámica más compleja de todo cuanto existe en el universo. Y
cualquier área que nosotros cultivemos debiera tener en cuenta y ser respaldada por un
paradigma que las integre a todas. Es de esperar entonces que el nuevo paradigma
emergente sea el que nos permita superar el realismo ingenuo, salir de la asfixia
reduccionista y entrar en la lógica de una coherencia integral, sistémica y ecológica, es
decir, entrar en una ciencia más universal, holística e integradora, en una ciencia
verdaderamente interdisciplinaria y transdisciplinaria; una ciencia configuracional.
Las diferentes disciplinas deberán buscar y seguir los principios de inteligibilidad que
se derivan de una racionalidad más respetuosa de los diversos procesos del pensamiento,
una racionalidad múltiple que, a su vez, es engendrada por un paradigma de la complejidad,
una racionalidad configuracional.
Sin lugar a dudas, como ya hemos expresado, la forma más enfática del
configuracionismo la ha proporcionado la teoría de la Gestalt, nacida en 1912 de los
trabajos convergentes de Wertheimer (1945) y de Köhler (1967,1972) y, por su
prolongación en psicología social debida a Kurt Lewin. Es interesante señalar al respecto
que el primer intento de configuracionismo explícito en biología, el «organicismo» de
Bertalanffy (1976), se inspiró en los trabajos de la psicología experimental en el terreno de
las Gestalts o configuraciones perceptivas y motrices.
La teoría de la Forma o Gestalt se desarrolló en el ambiente de la fenomenología,
pero solamente ha conservado de ésta la noción dialéctica de interacción fundamental entre
el sujeto y el objeto, y se ha comprometido en la dirección naturalista debida a la formación
de físico que había recibido Köhler y al papel que han desempeñado en él y en otros los
modelos de «campos». Además, estos modelos han ejercido sobre la teoría configuracional
una influencia que Piaget (1980) juzga en ciertos aspectos nefasta, aunque fue estimulante
en sus principios. Ahora bien, ya en el terreno del sistema nervioso y de los «campos» poli-
sinápticos, la velocidad de las corrientes eléctricas es mucho más lenta. Y si la organización
de una percepción a partir de las aferencias es rápida, no es una razón para generalizar este
ejemplo a todas las Gestalts. Es por ello que la preocupación de los efectos del campo
condujo a Köhler a ver un acto auténtico de inteligencia solamente dentro de la
«comprensión inmediata» (el insight), como si los titubeos que preceden a la intuición final
QRIXHUDQ\DLQWHOLJHQWHV³<VREUHWRGRHOPRGHORGHFDPSRVLQGXGDHVUHVSRQVDEOHGHOD
poca importancia atribuida por los gestaltistas a las consideraciones funcionales y
SVLFRJHQpWLFDV \ ILQDOPHQWH D ODV DFWLYLGDGHV GHO VXMHWR´ 3LDJHW  S  6LQ
embargo, a pesar de estas consideraciones críticas de Piaget, hoy no es posible hablar de
configuración sin tener en cuenta a Wolfgang Köhler, padre de la Psicología de la Gestalt,
quien nació en Reval, Estonia, en la costa Báltica, en 1887, y falleció el 11 de junio de
1967, a los 80 años.
Köhler estudió en la Universidad de Berlín, se doctoró en el año 1909 y fue profesor
en la misma hasta 1935. En esta fecha se trasladó a los Estados Unidos, donde, hasta su
retiro, practicó la docencia en el Swarthmore College, dedicándose a la investigación en los
campos de la filosofía y la psicología. Fue una de las principales personalidades que dieron
origen a la psicología de la Gestalt, junto con Max Wertheimer y Kurt Koffka. De todas
93
formas, Köhler hizo algunas de las contribuciones más significativas. Köhler contribuyó a
establecer el concepto de aprendizaje por Insight: discernimiento repentino y automático
sobre una serie de estímulos. Sin embargo, según José Germain, en su presentación al libro
Psicología de la Forma (Köhler, 1972), la teoría de la Gestalt se inicia con Von Ehrenfels
  TXLHQ DFXxD HO WpUPLQR*HVWDOWTXH6SHDUPDQWUDGXFHSRU³VKDSH´ \3DUVRQVSRU
³SDWWHUQ´TXHKDEODGHXQJUDGRPD\RURPHQRUGHOD*HVWDOW3RVWHULRUPHQWH:XQGWWUDWy
GH PDQHUD LQFLGHQWDO OD FXHVWLyQ HQ VX SULQFLSLR GH ³VtQWHVLV FUHDGRUD´ FRPR WDPELpQ OR
hace Kruger, discípulo de Wundt, en 1907.
Meinong y sus discípulos durante los años 1910-1914 continúan el proceso de
desarrollo de la teoría gestáltica, con su teoría de los complejos y relaciones. Aborda el
tema, y con más precisión sus discípulos Benussi (1914) y Witasek (1910). El término se
precisa con Schuman (1902-1904), quien atribuye la preeminencia de la forma a la
distribución de la atención, hasta que uno de sus discípulos, Wertheimer (1912), da el gran
impulso a la nueva teoría con un trabajo sobre la percepción visual de los movimientos y a
partir de aquí aparecen los trabajos de Köhler (1918-1921) y Koffka (1924), que reelabora
la teoría de Wertheimer y escribe su Tratado de Psicología.
A estos trabajos hay que añadir los de G. E. Müller, que resume su punto de vista en
un libro publicado en 1923 y, finalmente, los trabajos de Rubin, Katz, Mcleod y tantos
otros. Es decir, que desde Ehrenfels hasta Köhler, una evolución constante marca el
desarrollo de esta teoría psicológica. Puede decirse que la Gestalt-Theorie alcanza su
mayoría de edad cuando Köhler es nombrado profesor ordinario de la Universidad de
Berlín en 1921, a partir de su clásico libro publicado en 1921, dedicado a su maestro
Stumpf.
Köhler (1972) a los psicólogos les dice que la impresión definida de una figura
visual, el carácter específico de un motivo musical y el sentido de una frase inteligible, son
indudablemente más que la suma de sus partes o sensaciones, algo diferente, y a los físicos,
que hay que estudiar en qué condiciones un sistema físico logra un estado independiente del
tiempo, esto es, un estado de equilibrio, un estado estacionario; en general podemos decir
que este estado es el alcanzado cuando una cierta condición es satisfecha para el sistema
FRPR ³WRGR´ OD HQHUJtD SRWHQFLDO KD GH KDEHU DOFDQ]DGR XQ PtQLPR \ OD HQWURStD XQ
máximo.
La idea central del configuracionismo gestaltista es la de totalidad. Ya en 1890,
Ehrenfels había demostrado la existencia de percepciones relativas a las cualidades de
conjunto o de forma (Gestaltqualitát) de los objetos complejos, tales como una melodía o
una fisonomía; efectivamente, si se traspone la melodía de un tono a otro, todos los sonidos
particulares pueden encontrarse cambiados, aunque, no obstante, se pueda reconocer la
misma melodía. En este sentido, la configuración depende de las características y
particularidades de los eventos, situaciones y acontecimientos, y a sus relaciones
inmanentes. De ahí que, si la interrelación es el significado de la configuración, deberá
entonces depender de dichas características y particularidades. El aprendizaje, el
conocimiento, y la conducta humana configuran el sentido y significado de la
configuración.

94
Como se aprecia, los psicólogos Gestalt, liderados por Max Wertheimer y Wolfgang
Köhler, veían la existencia de todos irreductibles como un aspecto clave de la percepción.
Para ellos los organismos vivos perciben no en términos de elementos aislados, sino de pa-
trones perceptuales integrados, conjuntos organizados dotados de sentido y significado, que
exhiben cualidades ausentes en sus procesos inmanentes.
Según Capra (2010), durante la república de Weimar de la Alemania de los años
veinte, tanto la biología organicista como la psicología Gestalt formaron parte de una
corriente intelectual mayor que se veía a sí misma como un movimiento de protesta contra
la creciente fragmentación y alienación de la naturaleza humana. Toda la cultura Weimar se
caracterizaba por su aspecto antimecanicista, por su «hambre de totalidad». En criterio de
Capra (2010), la «trama de la vida» es una antigua idea que ha sido utilizada por poetas,
filósofos y místicos a lo largo de la historia de la humanidad para comunicar su percepción
del entretejido y la interdependencia de todos los fenómenos. En otras palabras, la trama de
la vida está configurada por redes dentro de redes que están dentro de otras redes. Las redes
de una red emergen como redes más pequeñas dentro de otras redes. Tendemos a organizar
estos sistemas configurativos dentro de sistemas mayores, en un esquema lineal jerárquico
situando los mayores por encima de los menores a modo de pirámide invertida desde una
PLUDGDYHUWLFDOORFXDOHVXQDSUR\HFFLyQKXPDQD³(QODQDWXUDOHza no hay un «arriba» ni
XQ©DEDMRªQLVHGDQMHUDUTXtDV6yORKD\UHGHVGHQWURGHUHGHV´ &DSUDS 
Como ya he manifestado, considero a Köhler el padre de la Psicología de la Gestalt, y
su formulación de la ley del isomorfismo le otorga el pleno derecho a esa consideración
excepcional. Para Ehrenfels, las nuevas características, en sí, constituían objetos
sumamente interesantes. No reconoció el significado, mucho más general, de la
organización, o bien el hecho de que son los productos de la organización los que, en su
mayor parte, proporcionan sus mejores ejemplos de gestaltqualitaten como atributos. Ahora
bien, en el idioma alemán, al menos desde los tiempos de Goethe, el sustantivo Gestalt
posee dos significados: aparte de designar la forma, como atributo de cosas, tiene el
significado de una entidad concreta per se, que posee o puede poseer una forma como una
de sus características. La forma experimentada va unida a la organización de las totalidades
y subtotalidades correspondientes, la forma es un atributo visual (Köhler, 1967).
Una frase que se asociaba frecuentemente con las propiedades únicas de los conjuntos
organizados, y que los psicólogos de la forma no empleaban, les creó muchas dificultades:
el todo es más que la suma de las partes. Muchos psicólogos americanos se inclinaban a
considerar esta afirmación como el tema principal de la psicología de la forma, y
procedieron a atacarla con fuerza. Köhler (1967) sin embargo dijo que lo que él había dicho
realmente era que el todo es diferente de la suma de las partes.
Pascal había formulado ya el imperativo de unión que conviene introducir en la
actualidad en la ciencia, fundamentalmente en las ciencias humanas y sociales: dado que
todas las cosas son causadas y causantes, ayudadas y ayudantes, mediatas e inmediatas, y
todas se entretejen por un lazo natural e insensible que une las más alejadas y las más
diferentes, considero imposible conocer las partes sin conocer el todo, igual que conocer el
todo sin conocer las partes. Como se aprecia, Pascal nos exhortaba de algún modo a un
conocimiento dinámico, flexible y oscilántico, en movimiento, a un conocimiento que
95
avanza en espiral, que progresa moviéndose del todo a las partes, de las partes al todo y del
todo a las partes nuevamente, lo cual configura la esencia del círculo hermenéutico
propuesto por Schleiermacher (1768-1834) y Droysen (1808-1884), desarrollado por
Dilthey (1951) y consolidado por Gadamer (1973).
3RUHMHPSORFXDQGRVHWRFDQDODYH]ODVGRVQRWDV³GR´\³VRO´SURGXFHQXQVRQLGR
TXH HQ P~VLFD VH OODPD XQD TXLQWD (VWD FXDOLGDG QR HVWi QL HQ HO ³GR´ QL HO ³VRO´ QL
depende de esas notas concretas. Dos notas cualesquiera con la relación 2/3 se reconocerán
inmediatamente como una quinta, cualquiera que sea la parte de la escala en que se toquen.
La quinta es una Gestalt que difiere de cualquiera de sus partes, y ni el mayor conocimiento
de sus partes separadas nos dará nunca la más remota idea de lo que es la quinta. Köhler
con frecuencia insistía que tanto los datos introspectivos como los de la conducta son
hechos fenoménicos y que establecer diferencia entre ellos es o como un acertijo metafísico
sin solución o una diferencia bizantina.
En cualquier rama de las ciencias, los datos fenomenológicos son puntos de partida,
los primeros pasos para configurar una configuración conceptual dentro de la cual encaja
los datos. Ellos en sí mismos no tienen ni interés ni significación especial. Son importantes
en la medida en que sirven para probar una hipótesis, dar validez a una teoría o ayudar a
ulteriores especulaciones.
Los hechos en sí mismos son importantes solamente por el papel que juegan en la
configuración de hipótesis científicas, por lo tanto, cualquier discusión sobre qué hechos
son materia para una u otra ciencia, y cuáles no lo son, es completamente irrelevante.
Cualquier cosa que ayude a configurar una hipótesis es de utilidad y puede tomarse en
cuenta.
Köhler formula el principio básico de la psicología de la forma: la experiencia
fenomenológica, sea cual sea su procedencia, está compuesta primero y principalmente de
Gestalten, y las cualidades terciarias de la Gestalten existen, tanto en las impresiones
visuales y auditivas como en aquellas que provienen del interior de nuestro cuerpo.
No existen migraciones de unas vivencias a otras. Por ejemplo, un ritmo auditivo es
auditivo, de eso no cabe dudas, pero el mismo ritmo -una Gestalt- puede ser también visual
o táctil y la graciosa cadencia del ritmo de un vals, en tanto cualidad terciaria, estará
presente en las tres modalidades. Las Gestalten y sus cualidades terciarias revelan
innumerables relaciones icónicas, o relativas a una imagen, y analogías a través de las
modalidades.
Como se aprecia, la Psicología de la Gestalt, desde fines del siglo XIX, establece de
nuevo un viaducto ontológico y epistemológico con Aristóteles y se instituye como una
teoría epistemológica de la configuración. Una Gestalt es eso, un todo configurado
compuesto de diferentes procesos que derivan sus propiedades de la posición, movimiento
y función que tienen con respecto a la totalidad configurada.
En una configuración, es decir, en una totalidad organizada, lo que ocurre en el todo
no se deduce de los procesos individuales inmanentes, sino al revés, lo que ocurre en un
proceso inherente a este todo lo determinan las leyes internas de la configuración de ese

96
mismo todo; es decir, el todo no se explica por los procesos que lo configuran, sino que son
los procesos los que, por su inserción en el todo, reciben significado y explicación. Por otro
lado, en la introducción a su Tratado de electricidad y magnetismo, Maxwell comparaba los
métodos de Faraday con los que entonces estaban en boga en la Física matemática. Los
métodos de Faraday, decía Maxwell (1873, p. X-XI), recuerda aquellos en que uno empieza
FRQXQ³WRGR´GDGR\VyORGHVSXpVOOHJDDODVSDUWHVSRUDQiOLVLVPLHQWUDVTXHORVPpWRGRV
corrientes se basan en el principio de empezar por las partes y configurar el todo, por
síntesis (Citado por Köhler, 1972). Maxwell dejó claro que él prefería el sistema de
Faraday, es decir, partir del todo y de ahí transitar hacia sus procesos inmanentes
configurantes.
Los primeros psicólogos de la forma, en aquel tiempo no familiarizados aún con estas
notables afirmaciones de los grandes científicos, trabajaron de un modo casi ingenuo, más
no ilusorio, en una dirección que estaba completamente de acuerdo con las tendencias que
habían aparecido ya en las Ciencias Naturales.
Una de las tareas que encomienda Köhler fue encontrar la estructura de los procesos
ItVLFRV TXH RFXUUHQ HQ HO FHUHEUR $ YHFHV HO WpUPLQR ³HVWUXFWXUD´ HV HPSOHDGR HQ XQ
sentido puramente geométrico, sobre todo en la vieja teoría de sistemas. Pero cuando
.|KOHU XVD HO YRFDEOR HQ VX FRQH[LyQ SUHVHQWH VH UHILHUH D ³XQ DVSHFWR IXQFLRQDO GH ORV
procesos, a la distribución de tales procesos, una distribución que ellos asumen (y pueden
mantener también) como una consecuencia de las interrelaciones dinámicas o interacciones
HQWUH VXV SDUWHV´ .|KOHU  S  (V HYLGHQWH TXH .|KOHU VH HVWi UHILULHQGR D XQD
configuración. Aquí recuerdo la afirmación de Max Planck: La naturaleza de los procesos
irreversibles, puede entenderse solamente cuando consideramos las situaciones físicas
FRPR³WRGRV´\QRFRPRODVXPDGHVXVSDUWHVORFDOHV7LHQHTXHKDEHUHQODRSLQLyQGH
Maxwell, de Planck, de Köhler, y en la mía propia, conjuntos o todos, funcionales,
HVWUXFWXUDGRV GLQiPLFRV \ UHODFLRQDOHV \D TXH ³HV OD DUWLFXODción, en el sentido de
organización, no en el número y tamaño de las similitudes individuales de la serie, de la que
depende el efecto de aislamiento5´ .|KOHU  S   (Q HIHFWR WLHQHQ TXH H[LVWLU
configuraciones físico-químicas, biogenéticas, neuropsicológicas, socioculturales, que
permitan caracterizar a nuestro universo, al ser humano como sistema biológico, psíquico y
cultural, y a los sistemas sociales.
La configuración designa un conjunto de procesos solidarios entre sí, cuyos
subprocesos son funciones y significados unos de otros. Los procesos de una configuración
están interrelacionados, cada proceso o subproceso está relacionado con los demás y con la
totalidad. Una configuración está compuesta de miembros procesales, no de partes; la
configuración es un todo dinámico, no es una suma de partes, elementos, factores o
componentes. Los miembros de un todo de esta índole están enlazados entre sí de tal forma
que puede hablarse de no independencia relativas de unos con otros, y de compenetración
mutua. En la configuración hay enlace y función, no hay adición y fusión. Es por ello que

5
Esta afirmación se refiere a los experimentos que dirigió Köhler, pero que aún no había preparado para su publicación

97
en la descripción de una configuración salen a relucir vocablos tales como articulación,
compenetración funcional y solidaridad.
Mientras en psicología la estructura es una configuración, en Dilthey (1951) aparece
como una conexión significativa. Tal conexión es propia de los complexos psíquicos, de los
objetos culturales y hasta del sistema completo del espíritu objetivo. En esta idea de la
conexión significativa desempeña un papel fundamental el elemento temporal e histórico,
configuracionales subjetivamente, las totalidades estructurales aparecen como vivencias,
objetivamente, aparecen como formas del espíritu. Las configuraciones, como conexiones
significativas no se pueden explicar, en vez de explicación hay descripción, comprensión e
interpretación. La configuración es una función de los sistemas complejos relacionales, la
configuración común de dos o más de estos sistemas equivale a la referencia de cada uno de
los procesos inmanentes al sistema y de cada uno de los de otro u otros.
A pesar de lo expresado anteriormente, he apreciado que en las investigaciones de
postgrado, en múltiples ocasiones, en el plano metodológico, se asume una orientación
cualitativa, sistémica y desde la complejidad, definida más por la esencia y naturaleza del
objeto de estudio (lo ontológico), que por una reflexión de carácter epistemológico (el rol
del sujeto en la configuración del conocimiento científico).
Como ya he señalado, en mi caso particular, las reflexiones epistemológicas más
influyentes fueron las de Köhler (1967, 1972), Bateson (2010, 2011), Morín (1994),
González (1997), Capra (2007, 2008, 2009, 2010), Maturana (2002, 2003, 2008) y
Martínez (2008, 2011, 2012), así como la aguda crítica a las limitaciones del positivismo
dentro de la investigación socio-humana. Sin embargo, estas reflexiones respondían más a
su genio teórico, que a la realización de investigaciones empíricas concretas en esta esfera,
por lo cual, no incluían una proposición metodológica explícita para el trabajo con la
investigación en las ciencias humanas y sociales.
En los últimos años se ha producido una explosión en la utilización de métodos
cualitativos en ciencias humanas; sin embargo, su uso no implica necesariamente una
modificación en las formas y los procesos de configuración del conocimiento, los que
siguen anclados en los principios esenciales del paradigma positivista.
Entre los postulados que considero dentro de la reorientación epistemológica que
propongo, está considerar las expresiones del sujeto investigado como configuraciones más
que como respuestas, lo cual supone que lo estudiado aparece sólo de forma parcial, y con
gran frecuencia sólo de una forma indirecta en lo expresado por el sujeto que se investiga.
Las reflexiones que intento presentar de una forma relativamente organizada en este libro,
han sido expresión de una compleja, difícil y contradictoria trayectoria científica, a través
de la cual me fui desprendiendo de las trabas positivistas para la configuración teórica, sin
lo cual es muy difícil avanzar en el desarrollo de una teoría configurativa, cuya
configuración teórica exige independizarse del dato inmediato y fragmentado, así como con
las dicotomías y contradicciones que tradicionalmente han dominado el escenario de la
configuración científica socio-humana. Como se aprecia, tanto la teoría holística, como la
teoría de la complejidad, las metodologías cualitativas y las nuevas teorías de sistemas
configuran fundamentos básicos de la epistemología configuracional.

98
Si bien es cierto que la epistemología configuracional tiene un fuerte basamento
cualitativo y antipositivista, se diferencia notablemente de otras propuestas también
llamadas cualitativas, por cuanto ninguna de ellas ratifica dicha condición en el sentido de
que sus propuestas no diferencian el proceso de configuración del conocimiento científico
desde una perspectiva configuracional.
La epistemología configuracional tiene carácter socio-histórico, implica de forma
simultánea los procesos de afirmación e interrogación, los cuales son complementarios y
garantizan la continuidad a través de cada nuevo momento de configuración del
conocimiento. Todo nuevo momento del conocimiento representa una afirmación, que
simultáneamente genera nuevas interrogantes que están en la base de su continuidad.
6.2-Ontología decolonial de la epistemología configurativa
$ SDUWLU GH OD FRQVLGHUDFLyQ GH XWLOL]DU OD QRFLyQ GH ³FRQILJXUDFLyQ´ HQ QXHVWUD
propuesta epistemológica, resulta necesario establecer la diferencia con las nociones de
VLVWHPDFRPSOHMLGDGKRORV\VREUHWRGRFRQODQRFLyQGHµVLQWDJPD¶XWLOL]DGDSRU%DUUHUD
(2008) en el desarrollo de su Teoría Holística, y hacer una breve referencia a la misma por
su importancia gnoseológica, ontológica, teleológica, epistemológica, teórica y
metodológica.
Sintagma, en su etimología griega significa coincidencia (de sin) y forma, manera
(tagma), es decir, coincidencia en alguna forma o manera. Sin embargo, según el
Diccionario Océano (1999), la configuración es: Disposición de las partes o elementos que
componen un cuerpo u objeto y le dan su peculiar figura.
En el Diccionario de Psicología, de Friedrich Dorsch (1985) se define la
configuración como: forma, Gestalt, ordenación espacial. También la trama de relación en
el contenido de una percepción. El propio diccionario hace referencia a la configuración del
curso de la acción y significa que: En el carácter y la personalidad no deben considerarse
solamente el tipo y la estructura, sino también su dinámica. El cómo del desarrollo de la
existencia puede considerarse como configuración del curso, característica de la
personalidad en su conjunto. Como se aprecia, una configuración no es lo mismo que un
sintagma.
Para argumentar aún más las diferencias entre configuración y sintagma, resulta útil
referir las consideraciones de la psicología de la Gestalt, de donde se ha traducido el
término configuración. Según el Diccionario Enciclopédico Quillet (1971), Gestalt es una
palabra alemana que en español, a pesar de ser de uso corriente, suele traducirse por
estructura, forma, configuración, figura. Designa una totalidad psíquica integrada por
elementos o miembros solidarios entre sí, interdependientes, y cuyo sentido está dado por el
de la totalidad que integran. La Gestalt es un todo organizado y no una suma de partes.
Aplicada en psicología, configura una corriente psicoterapéutica de amplia aceptación.
Según Runes (1994) la psicología de la Gestalt fue una reacción contra los elementos
psíquicos de la psicología analítica o asociacionista y los substituyó por el concepto de
Gestalt o todo organizado, por cuanto las partes no son anteriores al todo, si no que derivan
su carácter de la estructura del todo. El concepto de Gestalt se aplica tanto a lo físico como

99
a lo fisiológico, como a los niveles psicológicos, y, en psicología, tanto para la organización
sensible originaria como para los procesos superiores intelectuales y asociativos de la
mente.
En el diccionario Manual de Psicología, de Horace B. English (s/f) se define: Una
Gestalt es un todo indivisible, articulado, que no puede configurarse con una mera adición
de elementos independientes, y se reconoce que cada parte no es un elemento
independiente, sino un miembro de un todo, cuya naturaleza misma depende de su carácter
de miembro del todo.
6HJ~Q +HJHO   ³HO LQGLYLGXR SDUWLFXODU HV HO HVStULWX LQFRPSOHWR XQD
configuración concreta en cuya existencia entera domina una determinación, y en la cual
están presentes las demás sólo con rasgoVERUURVRV´ S 
La categoría configuración, González (1997) la ha utilizado para expresar la
constitución subjetiva de los distintos tipos de relaciones y actividades que caracterizan la
YLGD VRFLDO GHO VHU KXPDQR ³/DV FRQILJXUDFLRQHV VRQ FDWHJRUtDV Fomplejas,
pluridimensionales, que representan la unidad dinámica sobre la que se definen los
diferentes sentidos subjetivos de los eventos sociales vividos por el hombre. (p.92). A estos
HOHPHQWRV WHyULFRV HO SURSLR *RQ]iOH]   DGLFLRQD ³/DV FRQILJXUDciones son
relaciones entre estados dinámicos diversos y contradictorios entre sí, la que se produce en
el curso de las actividades y relaciones sociales del sujeto a través de las diferentes
HPRFLRQHVSURGXFLGDVHQGLFKDVDFWLYLGDGHV´ S 
Por otro lado, para Fuentes, Álvarez y Matos (2004) las configuraciones constituyen
³XQUHIOHMRVXEMHWLYRGHODUHDOLGDGREMHWLYDFX\RIXQGDPHQWR HQ~OWLPDLQVWDQFLDHVWiHQ
las propias regularidades objetivas de esa realidad estudiada, que al ser reflejada en el
sujeto y ser empleada conscientemente por éste, permite la comprensión y transformación
GH HVD UHDOLGDG´ S  &LQFR DxRV GHVSXpV )XHQWHV   DILUPD TXH FRQ OD FDWHJRUtD
configuración se identifican aquellas expresiones dinámicas del objeto, de naturaleza
objetivo - subjetiva, que, al relacionarse e interactuar dialécticamente, se integran en torno a
los sentidos que el proceso va adquiriendo para el sujeto, conforme a lo cual se va
configurando un proceso de investigación que asciende a niveles cualitativamente
superiores de organización y desarrollo.
Como se aprecia, la categoría configuración se ha utilizado para dar cuenta del
carácter dinámico, complejo, dialéctico, sistémico, individual, irregular y contradictorio que
tiene la organización de los procesos humanos y sociales. La configuración está formada
por agrupaciones, mutualidades o asociaciones, de un extraordinario alto nivel de
complejidad, que se relacionan de manera dialéctica y están configuradas por sistemas de
sistemas, cuyas funciones y dinámica son muy difíciles de describir, interpretar,
comprender, explicar y predecir. Denomino configuración a la comprensión e
interpretación holística de estos sistemas de sistemas y las relaciones dialécticas y
dinámicas entres sus procesos, funciones, regularidades, significados, rasgos
caracterológicos, y entre ellos mismos. Ahora bien, a pesar de que la configuración está
integrada por sistemas, en ella no aparecen componentes, ni elementos, ni estructuras. La
configuración es una organización dinámica de procesos relacionales y funcionales que le

100
dan sentido y significado, que se despliega en una totalidad organizada y multidimensional
de relaciones e interacciones, dando cuenta así de su complejidad.
No es lo mismo una configuración que un sistema. Aunque ambos están relacionados.
En este sentido, todo sistema es una configuración estática pero toda configuración es un
sistema dinámico. Es por ello que podemos identificar configuraciones vivas,
configuraciones psicológicas y configuraciones sociales. El ser humano es una
configuración sistémica y compleja de configuraciones, que auto-configura las
configuraciones vivas, las psicológicas y las sociales. El ser humano, en su devenir
histórico, muestra sus configuraciones biogenéticas, neuropsicológicas, psicosociales y
socioculturales. El ser humano es una configuración biopsicocultural.
Una configuración es una totalidad organizada, integrada por procesos dinámicos,
funcionales y relacionados, internamente y externamente, con otras configuraciones
contextuales de un mismo o diferente orden de complejidad, que tienen sentido y
significado para ella misma y para otras configuraciones relacionadas o no con ella.
Inherente al carácter configuracional del proceso está lo dinámico, lo configurativo, lo
procesal, de manera que las configuraciones no existen como un hecho estático, no son un
componente, ni un elemento, sino que se configuran en su dinámica a través de las
relaciones que en éste se establecen. De ahí que la configuración sólo puede ser reconocida
si está organizada holísticamente, como un todo, incluyendo al proceso y al entorno
configurante. De esta manera, el proceso y el entorno configurante están inextricablemente
articulados y armonizados. Denomino entorno configurante a aquellos procesos con
potencialidades configuradoras.
Las potencialidades configuradoras son las posibilidades, perspectivas y solvencias
que tiene una configuración de configurarse con otras configuraciones y dar lugar así a
configuraciones de orden superior, de complejidades extraordinarias. En este sentido, el
entorno configurante es también una configuración que, cuando se configura con otras
configuraciones, forman configuraciones extraordinarias, de orden superior, más complejas.
Los sistemas, procesos, contextos, relaciones, regularidades y rasgos caracterológicos
de las configuraciones están conectados y articulados, compenetrados mutuamente,
armonizados, son solidarios entre sí y mantienen relaciones armónicas y coherentes de
interdependencia, en el sentido de que cada uno de ellos configura y simboliza funciones y
significados de otros. Son atributos y cualidades inmanentes de la configuración y
configuran su complejidad inmanente como cualidad que la caracteriza.
En una conferencia titulada Patologías de la epistemología, desarrollada en el año
1969, Bateson (2010) afirma que las premisas erróneas, de hecho, funcionan bien. Pero,
desde otro punto de vista, las premisas dan buenos resultados sólo hasta cierto límite; y en
cierta etapa, y bajo ciertas circunstancias, si usted arrastra errores epistemológicos serios se
encontrará con que los supuestos ya no funcionan. Y en ese momento uno descubre con
horror que es excesivamente difícil liberarse del error, que es pegajoso. Es como si
tocáramos miel. Al igual que con la miel, la falsificación se extiende, y cada cosa que uno
emplea para despegarla se vuelve pegajosa a su vez, en tanto que las manos siguen
pegoteadas.

101
Bateson (2010) dice que hace mucho tiempo que intelectualmente él sabe que los
demás no lo están viendo, pero nunca se enfrentó realmente con esta verdad hasta que se
sometió a los experimentos de Adelbert Ames y se encontró en circunstancias en las que su
error epistemológico lo llevó a errores en la accióQ ³(Q PL YLGD FRWLGLDQD \R OR YHR D
XVWHGDXQTXHLQWHOHFWXDOPHQWHVHSDTXHQR´ S  Por otro lado, González (1997) hace
un resumen de algunos elementos esenciales de lo que él denominó epistemología
cualitativa. Sin lugar a dudas, estos elementos, integrándolos de forma creativa y
considerándolos en un marco general configurante, pudieran servir de sustento teórico y ser
tenidos en cuenta para la formulación de algunos elementos ontológicos de una
epistemología configuracional.
Estas consideraciones de carácter epistemológico son definitorias de la aproximación
configurativa definida desde este referente configuracional. La configuración de las
implicaciones epistemológicas generales de este referente teórico en el momento
metodológico, se convierte en un factor más en el enriquecimiento de la reflexión
epistemológica, pues las dificultades y contradicciones que se van produciendo de forma
concreta en el proceso de configuración del conocimiento son un apoyo inapreciable para el
desarrollo de una epistemología configuracional que revele toda su potencialidad al nivel de
las disciplinas particulares de las ciencias humanas y sociales.
El enfoque configuracional, tal como lo concibe González (1997), nos permite
representarnos en su integridad las complejas interrelaciones que se producen entre
conflictos y estados subjetivos configurados sobre esferas diferentes de la biopraxis del
sujeto, así como definir su expresión holística en la configuración actual en su
personalidad. A través de la forma en que las interpretaciones se van desarrollando, no sólo
constatamos la presencia o ausencia de un conflicto, sino que podemos llegar al proceso de
explicación sobre su naturaleza psicológica, así como a las diferentes formas que se
expresan en el sujeto.
La epistemología configuracional no tiene pretensiones de generalización fuera de las
ciencias sociales y humanas; la necesidad de su formulación se basa precisamente en el
carácter único, singular e irrepetible del ser humano y la sociedad como objetos de estudio.
Ambos, sujeto y sociedad son objetos dinámicos, no lineales, en constante movimiento y
transformación, sólo que la dirección de su movimiento es afectada en una dimensión
socio-histórica por su propia acción, la cual forma parte esencial tanto de la configuración
de la subjetividad individual como de la subjetividad social.
La incorporación de la dimensión subjetiva en las ciencias sociales exige no sólo de
una modificación metodológica, sino una modificación esencialmente epistemológica
referida a la naturaleza de los propios procesos implicados en la configuración del
conocimiento.

102
VII-EPISTEMOLOGÍA CONFIGURATIVA Y METODOLOGÍA
DECOLONIAL
7.1-Lógica configurativa-decolonial del conocimiento científico
González (1997) desarrolla el concepto de lógica configuracional para dar cuenta de
los complejos procesos de configuración que están en la base de la configuración del
FRQRFLPLHQWRHQHVWHWLSRGHHSLVWHPRORJtD³/DFRQILJXUDFLyQFRPRSURFHVRFRQVWUXFWLYR
es personalizado, dinámico, interpretativo e irregular, lo que nos permite expresar la propia
naturaleza contradictoria, irregular y diferenciada que el proceso de producción del
FRQRFLPLHQWR WLHQH´ S  3UHFLVDPHQWH HO FDUiFWHU FRQILJXUDFLRQDO GHO SURFHVR GH
configuración del conocimiento científico en la epistemología configuracional implica la
posibilidad de configurar en su unicidad y totalidad, el sentido, funciones y significado de
un determinado proceso socio-humano. En este sentido, esta definición epistemológica se
expresa en un planteamiento metodológico hermenéutico-configurativo, dentro del cual el
escenario de la configuración del conocimiento se define por los procesos que tienen lugar
en los marcos del objeto de estudio, del sujeto concreto y de la teoría.
El proceso natural del conocimiento humano es configuracional. El ser humano, en su
proceso y actividad de conocer siempre busca el sentido y el significado de los
acontecimientos, mediante una interacción dialéctica, sistémica y compleja del
pensamiento, en una dinámica del todo a las relaciones y procesos inmanentes y de las
relaciones y procesos al todo. Este proceso se manifiesta a través de una actividad
hermenéutica en forma de espiral, en la que los procesos configurantes del evento
cognoscitivo, aun siendo heterogéneos, establecen una relación dialógica de dependencia
vital identitarias: cada uno se refleja en los demás y depende de éstos, a pesar de ser
contrarios, pero contrarios complementarios que se configuran para proporcionar una
configuración de orden superior, contenida en ellos mismos, pero que no es la suma
mecánica y algebraica de los procesos inmanentes que la conforman.
La configuración del conocimiento científico se produce mediante un impacto,
activación, estimulación o potenciación afectivo-cognitiva del objeto en el sujeto, pero no
un impacto lineal, dogmático y metafísico, en forma de reflejo condicionado, por cuanto
depende de las configuraciones del sujeto para configurar dicho objeto. Las configuraciones
afectivo-cognitivas del sujeto nunca se separan del contacto con el objeto. El conocimiento
científico del investigador no existe al margen del objeto de estudio, que es una vía nada
despreciable de la configuración de las propias configuraciones humanas cuando éstas se
vuelven inestables y se atomizan por su incapacidad para configurar nuevas formas y
configuraciones del objeto.
Es muy difícil mantener como rehén al lenguaje para poner entre paréntesis o
suspender o reducir a cero los supuestos y creencias. En la Configuralogía no hay reducción
fenomenológica sino emersión, no se trata de eliminar las creencias o reducirlas,
suspenderlas y ponerlas entre paréntesis, sino más bien de potenciarlas, hacerlas visibles
para reconfigurarlas. El proceso de configuración del conocimiento científico es
hermenéutico, sistémico, dialectico, complejo y configuracional, pero no es sólo una
relación pasiva sujeto - objeto, sino que es algo más parecido al vuelo de una mariposa:

103
catastrófico, caótico, irregular, circular, en espiral, o sea, oscilántico. Es un proceso
dinámico, no lineal, conflictivo y contradictorio, tanto en el nivel eterno (sujeto - objeto)
como en el nivel interno del propio sujeto.
El conocimiento científico se genera a partir de la configuración sistémica y compleja
de las configuraciones biogenéticas del sujeto, en dialéctica con las configuraciones
neuropsicológicas y las configuraciones socioculturales, de las que emerge un sentido y un
significado holístico y personal extremadamente complejo. Esta postura epistemológica
configuracionista es el resultado de una configuración dialéctica entre la epistemología
genética de Piaget (1972), la bio-epistemología de Maturana (2002) y la epistemología
sociocultural e histórica de Vygotsky (1987), consideradas como opuestas,
complementarias, como tesis y antítesis, cuya síntesis es precisamente la epistemología
configuracional. Precisamente, la configuración es el resultado de un enfrentamiento entre
una propuesta teórica, una contradicción dialéctica y una reconciliación de ambas, es decir,
la tesis versus la antítesis y su solución mediante la síntesis.
Con base en todo lo expuesto, es fácil comprender que el proceso natural del conocer
humano es hermenéutico-dialéctico-configuracional, busca el sentido y significado de los
fenómenos a través de una interacción dialéctica o dinámica del pensamiento que va del
holos a los procesos inmanentes y de éstos al todo. Es más, también el todo sigue este
mismo proceso e interacción con el contexto, pues, como dice Habermas (1999),
³LQWHUSUHWDU VLJQLILFD DQWH WRGR HQWHQGHU D SDUWLU GHO FRQWH[WR´ S <D +HJHO  
KDEtDSUHFLVDGRPX\ELHQ³ODFRQFLHQFLDYXHOYHDUHFRUUHUQHFHVDULDPHQWHHVHFLFORSHUR
DO PLVPR WLHPSRQRORUHFRUUH \DGHO PLVPR PRGR TXHODSULPHUDYH]´ S (VGHFLU
que se va elevando, ascendiendo, pero con momentos de estancamiento y retroceso, y de
nuevo avance, en forma de espiral, hacia una comprensión cada vez más compleja, de
mayor alcance y más completa. En este sentido los procesos relevantes para la
interpretación se configuran dentro del momento integral de configuración en el cual
adquieren sentido y significado, y se define esta configuración no como un producto final
sino como momento de un proceso en evolución.
González (1997) afirma que otro aspecto definitorio del carácter configuracional de
este tipo de investigación es que un conocimiento configurado, que existe en un referencial
categorial relativamente estable, puede adquirir un sentido diferente en el proceso de
obtención de nueva información, pasando a formar parte de una reconfiguración general del
sentido de la teoría.
Por otro lado, una de las ideas centrales en el pensamiento de Bateson (2010) es el
hecho de que la configuración de la naturaleza y la configuración de la mente son reflejos la
una de la otra; que la mente y la naturaleza configuran necesariamente una unidad holística.
'H HVWD PDQHUD OD HSLVWHPRORJtD ³HO HVWXGLR GH FyPR SRGHPRV VDEHU DOJR´ R FRPR
%DWHVRQ D YHFHV OD GHILQtD ³HO PHROOR GH OD FXHVWLyQ´ GHMy GH VHU SDUD pO XQD ILORVRItD
abstracta y se convirtió en una rama de la historia natural.
Uno de los principales objetivos de Bateson (2010), en sus estudios epistemológicos,
consistía en señalar que la lógica era inadecuada para la descripción de pautas biológicas.
La lógica se puede utilizar con mucha elegancia para describir sistemas lineales de causa y

104
efecto, pero cuando las secuencias causales se convierten en circulares, como ocurre en el
mundo viviente, su descripción en términos lógicos genera paradojas.
Según Bateson (2010), la metáfora es el lenguaje de la naturaleza. La metáfora
expresa similitudes configuracionales y de organización. Fuera cual fuese el campo en el
TXH WUDEDMDUD LQWHQWDED HQFRQWUDU ODV PHWiIRUDV GH OD QDWXUDOH]D ³OD SDXWD TXH FRQHFWD´
Por consiguiente, la metáfora es la lógica básica y esencial que caracteriza la totalidad del
mundo vivo. En este sentido, asumo las configuraciones humanas como unidades
configuradas que responden a una condición subjetiva. De ahí que, asumir una concepción
del ser humano como configuración compleja y sistémica, implica no darle sentido a la
división entre la cognición y el afecto, pues éstos configuran una unidad funcional de lo
afectivo y lo cognitivo. No obstante, en el caso concreto de la mente humana, ésta podría
caracterizarse como una configuración de configuraciones, por medio de la configuración
afectiva o emocional, la configuración cognitiva o intelectual y la configuración
instrumental o praxiológica.
Por otro lado, Rogers (1972) repitió muchas veces, especialmente en sus últimos
WLHPSRVTXHHO³GHVHDEDDQWHSRQHU\YDORUDUDODSHUVRQDSRUHQFLPDGHWRGR´ S (O
concepto de persona lo entiende tanto en su singularidad sustancial, con sus características
de unicidad, autonomía, dignidad y responsabilidad, como en su carácter relacional
interpersonal de interacción con otras personas, pues toda persona nace, vive, se desarrolla
y muere estando en relación con otros seres humanos, de los cuales depende
continuamente.
Ahora bien, el movimiento, lo dinámico y lo fluctuante son inmanentes al carácter
configuracional de un proceso determinado, de manera que las configuraciones no existen
como un hecho estático, no son un componente, son un proceso, y se configuran en su
dinámica a través de las relaciones de modificación, cambio y transformación que en éste
se establecen. De acuerdo a esta concepción, las configuraciones que permiten caracterizar
externamente un proceso configuran rasgos caracterológicos que especifican el proceso
considerado y lo distinguen de otros procesos. Un ejemplo de ello pueden ser
configuraciones como: cognición, afectividad, pensamiento, inteligencia, emoción,
sentimiento, habilidad, destreza, creatividad, valor, actitud, competencia, convivencia,
identidad, entre otras, que configuran rasgos caracterológicos de la personalidad de un
sujeto. Asimismo, cada una de estas configuraciones puede ser comprendida si la
analizamos y caracterizamos mediante sus rasgos caracterológicos inherentes, es decir, a
través de sus configuraciones inmanentes.
Es preciso comprender que la configuración de una configuración es posible si se da
la recurrencia de interacciones cooperativas definida por Maturana. Es decir, si hay
recurrencia de interacciones cooperativas entre dos o más procesos o entre un proceso y un
entorno configurante, el resultado podría ser una configuración, siempre que la recurrencia
de interacciones cooperativas se convierta en un mecanismo mediante el cual dichos
procesos y contexto realicen su autopoiesis.
La recurrencia de interacciones cooperativas siempre es expresión del movimiento y
dinámica de los procesos presentes en una configuración, en el que emergen sus relaciones

105
preferenciales. En efecto, la configuración de relaciones preferenciales denota la identidad
configuracional. Estas relaciones preferenciales pueden darse entre procesos o al interior de
un proceso determinado, dando lugar a configuraciones con diversos grados de
complejidad.
Según Bateson (2010), existe la jerarquía de diferencias que los biólogos llaman
"niveles". Se refiere a diferencias como las que median entre una célula y un tejido, entre
un tejido y un órgano, un órgano y un organismo, un organismo y la sociedad. Son éstas las
jerarquías de unidades o de Gestalten, en las cuales cada subunidad es una parte de la
unidad superior de extensión más vasta. Y, como siempre sucede en la biología, esta
diferencia o relación que Bateson (2010) denomina "parte de" es tal, que ciertas diferencias
en la parte tienen efecto informacional sobre la unidad más extensa, y viceversa. En efecto,
existen diferentes niveles de complejidad de los contextos, procesos y sistemas socio-
humanos, configurando en cada nivel otros contextos, procesos y sistemas complejos y
dinámicos. En cada nivel sistémico de complejidad en orden ascendente se manifiestan y
revelan regularidades e interconexiones diferentes que no se aprecian en complejidades
inferiores. No es lo mismo una conversación con uno mismo, que entre dos personas, o
entre varios sujetos en un grupo.
No es lo mismo las interrelaciones humanas del sujeto individual, que un matrimonio,
una familia, los ciudadanos de una región, o la sociedad en general. En la medida en que
aumenten los niveles de complejidad en las relaciones, en esa misma medida aparecen otras
relaciones, interconexiones y regularidades que no estaban en las configuraciones de orden
inferior.
Todos estos niveles de complejidad configurativa comprenden una serie de
relaciones, conexiones, interacciones e interconexiones que influyen en la configuración
holística como totalidad organizada y tienen como resultado un amplio número de
variaciones de la configuración inicial en todas las manifestaciones de su complejidad. El
ser humano se manifiesta en su dimensión holística y sistémica bio-psico-social, de ahí que
su estudio no debe realizarse sólo desde las ciencias naturales y exactas. Las ciencias
sociales, humanas, o socio humanas tienen la palabra al respecto.
Es preciso destacar que las configuraciones socio-humanas no están formadas por
redes estructurales de componentes o elementos, sino por procesos dinámicos relacionados
entre sí y con el entorno configurante. La función de cada proceso de esa red consiste en
transformar a los demás, de modo que toda la red se genera a sí misma de manera continua.
Esta es la clave de la definición sistémica de la mente humana: los procesos psíquicos se
crean a sí mismos constantemente, mediante la transformación de sus relaciones
inmanentes. De este modo experimentan constantes transformaciones configuracionales al
mismo tiempo que mantienen sus relaciones organizativas en forma de red. Configuración,
por lo tanto, sugiere contexto, proceso, evento, relación, complejidad, realidades objeto de
estudio, signadas por la imbricación, la interconexión e interdependencia, armonía y
coherencia. La configuración, como totalidad, no se manifiesta plenamente, hay que
insistir, pues ésta se reconoce a través de los detalles, de las evidencias y referencias. Son
los eventos, los procesos, los acontecimientos y las situaciones las que revelan el sentido
trascendente, relacional, sistémico, complejo e integrativo de la configuración.
106
En el caso de la relación sujeto-sociedad, esta configuración es dialéctica, compleja y
configuracional, por cuanto cada sistema autorreferente, tanto el vivo como el psíquico y el
social son, a la vez, sistema y entorno. De ahí que, cuando un investigador configura una
configuración compleja en su biopraxis científica, configura una entidad en la cual la
configuración de relaciones entre los procesos inmanentes que configuran su organización
es un subproceso de todas las relaciones reales que tienen lugar entre sus procesos al
realizar éstos su configuración y configurarla como una totalidad en el dominio de
existencia en el cual se produjeron. De esta forma, la configuración de una configuración
compleja no agota las relaciones y las interacciones en las cuales los procesos que la
realizan pueden participar en su dominio de existencia. El resultado de esto es que la
realización configuracional de una configuración compleja y sus procesos, pueden
participar, a través de otras propiedades que no sean aquellas que las impliquen en la
realización de su configuración, en la realización de la configuración de otras muchas
configuraciones complejas que, por tanto, se intersectan de manera configuracional con
ella. Es más, cuando los procesos de una configuración compleja son en sí mismos
configuraciones complejas, aquélla puede participar en las intersecciones configuracionales
que tienen lugar a través de los procesos de sus procesos. En cualquier caso, cuando un
investigador diferencia dos o más configuraciones complejas que se intersectan
configuracionalmente, el investigador diferencia dos o más configuraciones complejas
distintas llevadas a cabo a través del mismo proceso configurativo.
Según Laszlo (2009), necesitamos alcanzar una comprensión más profunda de la
dirección de la evolución a través de los macro-cambios. Los conceptos procedentes de la
teoría de sistemas pueden proporcionamos el entendimiento necesario. Empecemos con el
concepto de "supra sistema". La formación de sistemas de nivel más elevado a través de la
interconexión de sistemas anteriormente más autónomos (que pasan a ser subsistemas del
sistema emergente) es una noción familiar en la teoría general de sistemas y evolutiva. Los
supra sistemas emergen a través de la creación de "hiperciclos" en los que los subsistemas
están vinculados mediante ciclos que los catalizan mutuamente entre sí. El resultado es que
los subsistemas se tornan cada vez más interdependientes, y el supra sistema constituido
conjuntamente por ellos adquiere estructura y autonomía.
Las fuentes de luz normales, según Laszlo (2009), son coherentes en unos cuantos
metros; láseres, microondas y otras fuentes lumínicas tecnológicas son coherentes a lo largo
de distancias bastante superiores. Pero el tipo de coherencia que está apareciendo en varias
ramas de las ciencias empíricas es más compleja e importante. Indica una conexión casi
instantánea entre las partes o elementos de una cosa, tanto si esa cosa es un cuanto, un
átomo, un organismo o una galaxia. Este tipo de coherencia aparece en campos tan diversos
como la física cuántica, la biología, la cosmología y la investigación cerebral y de la
conciencia. En este sentido, los acontecimientos que tienen lugar en el sistema nervioso y
que van acompañados por experiencias, configuran sólo subprocesos inmanentes a procesos
dinámicos y funcionales más amplios, de ahí que dependan de situaciones a las que no tiene
acceso directo lo empírico.
Para comprender los procesos humanos y sociales no debemos ver solamente la
totalidad separada del micro-proceso inmanente, pero tampoco debemos ver sólo las

107
especificidades y particularidades. La comprensión macro exige el análisis micro, y la
comprensión micro demanda de un análisis macro. Son inseparables. Están interconectados.
La macro-configuración y micro-configuración en los seres humanos, en sus relaciones y
en la sociedad, configuran dos caras de una misma moneda. Son dos momentos de un
mismo filme. Condición, sentido y significado a la vez.
Las configuraciones humanas no parten de la nada, y si toda configuración es el
resultado de una génesis, debemos admitir que una génesis configura siempre la
transformación de una configuración más simple a una configuración más compleja, y ello
según una regresión infinita. Existen, pues, unos puntos de partida que debemos asignar a la
configuración de las configuraciones. Piaget (1980) designa estos datos de partida con el
término global de «coordinación general de las acciones», entendiendo con ello los lazos
comunes a todas las coordinaciones sensorio-motrices, sin entrar en el análisis de los
niveles que empiezan con los movimientos espontáneos del organismo y los reflejos que sin
duda son sus diferenciaciones estabilizadas, o incluso con los complejos de reflejos y de
programación instintiva, como la mamada del recién nacido, y que a través de las
costumbres adquiridas conducen hasta el umbral de la inteligencia sensorio-motriz o de las
conductas instrumentales.
En el caso de la configuración de las configuraciones cognitivas, afectivas e
instrumentales, es evidente que lo «vivido» no juega un papel significativo, ya que tales
configuraciones no se encuentran en la conciencia de los sujetos, sino en su
comportamiento operatorio-instrumental, en su cotidianidad, en su biopraxis, y jamás han
tomado conciencia de ellas en cuanto a configuraciones holísticas. Es evidente, en este
caso, que si hay que acudir a las actividades del sujeto para dar cuenta de las
configuraciones precedentes, se trata de un sujeto epistémico, configurado conceptualmente
por el investigador, es decir, de los mecanismos comunes a todos los sujetos individuales
del mismo nivel; dicho de otro modo, de un sujeto universal. La propia formalización de las
configuraciones es una configuración que en lo teórico conduce a una genealogía de las
configuraciones, mientras que en lo práxico, su progresiva nivelación engendra las
filiaciones psicogenéticas.
La función esencial que conduce a la formación de las configuraciones es la de la
«configuración», por la que hemos sustituido la de «asociación», propia de los esquemas
atomísticos de las teorías no estructuralistas, y la de «asimilación», propia de la teoría
constructivista, esencia y paradigma del estructuralismo de Piaget. Efectivamente, la
configuración es generadora de configuraciones. Desde el punto de vista biológico, en cada
una de sus interacciones con los cuerpos o energías del medio, el organismo configura a
éstos con sus propias configuraciones, al mismo tiempo que se configura a las situaciones,
siendo pues la configuración el factor de permanencia y de continuidad de las formas del
organismo.
En el campo del comportamiento humano tiende a repetirse una acción
(configuración generativa u operación reproductora), y de ahí una configuración que tiende
a integrarse los objetos conocidos o nuevos de los que su ejercicio tiene necesidad
(configuraciones recognoscitiva y generalizadora). De esta manera, la configuración es
fuente de procesos relacionales e interconexiones, y en correspondencia, de
108
«configuraciones», y en el plano conceptual confluye en estos sistemas complejos y
dinámicos que son las configuraciones. Pero la configuración como proceso generativo no
es una configuración; en el sentido conceptual o concreto no es más que un aspecto
funcional de las formaciones configuracionales, que interviene en cada caso particular pero
que, tarde o temprano, conduce a las configuraciones recíprocas, es decir, a las
interconexiones más esenciales y profundas que articulan a las configuraciones unas con
otras.
Köhler (1967) precisa que los grupos consistentes en miembros separados poseen un
especial interés desde el punto de vista teórico, ya que demuestran que una determinada
unidad pueda estar segregada y, sin embargo, pertenecer al mismo tiempo a una unidad
mayor. Pero no es que haya nada peculiar en tal subordinación por las unidades, dice
Köhler (1967), y ejemplifica que en física, una molécula configura una totalidad funcional
más amplia, que contiene diversos átomos como totalidades subordinadas. Funcionalmente,
los átomos corresponden a la molécula unidad, pero en esta unidad no pierden, sin
embargo, su individualidad propia. En efecto, existen configuraciones dinámicas de
interacciones intra-procesales y configuraciones dinámicas de interacciones inter-
procesales. De cualquier manera, el proceso es también una configuración, conformada por
subprocesos (procesos de orden inferior), que configuran configuraciones de menor
complejidad o micro-configuraciones.
La configuración de varios procesos y/o contextos configurantes, o sea, de varias
configuraciones, da origen o genera una macro-configuración o configuración de mayor
complejidad, un macro-proceso o proceso de orden superior. Las macro-configuraciones
forman complejidades de muchos niveles configurativos: configuraciones de
configuraciones. El cuerpo humano contiene sistemas de órganos compuestos de varios
órganos y cada órgano está formado por tejidos y cada tejido está compuesto por células.
Todos estos ejemplos configuran configuraciones que evidencian niveles superiores e
inferiores de complejidad que forman parte de totalidades más amplias. Dichos niveles son
esencialmente niveles de complejidad, que no están separados, sino interconectados
interdependientes.
Lo que los físicos llaman espacio de configuración es lo que yo llamo macro, meso y
micro-configuración, que son más bien niveles diferentes de complejidad configuracional.
Ahora bien, si establecemos un nivel intermedio que sirva de eje articulador, puente,
cigüeñal o viaducto entre el micro-proceso y el macro-proceso, es decir, entre micro-
configuración y macro-configuración, podríamos hablar de meso-proceso o meso-
configuración.
Una configuración de orden superior o de mayor complejidad, o sea, una macro-
configuración surge al configurar otras configuraciones de orden inferior o de menor
complejidad, es decir, meso-configuraciones o micro-configuraciones, lo cual podría
generar cambios, modificaciones y transformaciones en las configuraciones de orden
inferior y viceversa. La micro-configuración expresa el movimiento y transformación del
proceso (macro-configuración) y como resultado de éstos, en el mismo se configuran
cualidades. Las transformaciones se expresan mediante meso-configuraciones y el resultado
de las transformaciones por las macro-configuraciones.
109
Las macro-configuraciones se expresan mediante la relación entre configuraciones,
en tanto rasgos que en su relación dialéctica dan significación y sentido al proceso, pero
igualmente, diferentes configuraciones que expresan movimientos coexistentes, se
relacionan dialécticamente y con ello se revela la existencia de nuevas transformaciones,
con lo que se va configurando un conocimiento cada vez más esencial del proceso. Esta
consideración permite comprender cómo la Configuralogía es consecuente con el carácter
infinito de la configuración del conocimiento sobre la realidad objetiva-subjetiva y el
autodesarrollo de la conciencia de los sujetos en ese mismo proceso. Por ejemplo, el
matrimonio como configuración tiene un orden superior a la personalidad individual de los
sujetos implicados en el mismo, dada su mayor complejidad, y la personalidad de éstos
sujetos implicados en el matrimonio configuran configuraciones de orden inferior respecto
a éste, que podría generar, a partir de su dinámica, cambios, modificaciones y
transformaciones en la personalidad de dichos sujetos. Ahora bien, la personalidad de cada
sujeto implicado configura una configuración de orden superior o mayor complejidad en
relación con otras configuraciones humanas de orden inferior o menor complejidad que
configuran la personalidad individual, como por ejemplo la configuración cognitiva, o la
configuración afectiva.
En el ejemplo anterior, el matrimonio es una macro-configuración respecto a la
configuración cognitiva y a la configuración afectiva, que configuran micro-
configuraciones. La personalidad de cada sujeto puede caracterizarse como meso-
configuración. Sin embargo, la personalidad de cada sujeto puede caracterizarse como
macro-configuración respecto a las emociones, afectos, sentimientos, valores o actitudes
humanas, cada uno de los cuales podría analizarse como micro-configuración. La
afectividad humana, en este caso se manifiesta como una meso-configuración. Esta es la
dialéctica hermenéutica configuracional de las macro, meso y micro-configuraciones,
ejemplificadas en los procesos humanos y sociales.
Si hacemos este mismo análisis pero enmarcado en el sujeto individual y partimos de
la teoría de los seres vivos (Maturana, 2002b), podemos comprender y caracterizar la
dinámica configuracional, a partir de un análisis minucioso y detallado de sus interacciones
con el entorno configurante. Este proceso más o menos se desarrolla de la siguiente
manera:
a) Las interacciones del sujeto con el entorno configurante activan en sus
configuraciones psicológicas (micro) cambios procesales que devienen en modificaciones
en la dinámica configuracional del pensamiento, sentimientos y demás configuraciones
psicológicas, que él configura como configuraciones psicológicas.
b) Las modificaciones en la dinámica configuracional, como sistema complejo
cerrado de configuraciones, devienen en cambios en sus configuraciones (meso)
configuradas, que configuran procesos dinámicos e interactivos.
c) Los cambios en dichas configuraciones (meso) como sistema configuracional
cerrado devienen en cambios en su dinámica configuracional y, por lo tanto, en las
correlaciones configuracionales (procesales) que configuran las interacciones del sujeto con
el entorno configurante.

110
d) El cambio en las correlaciones procesales del sujeto genera cambios en la
configuración de interacciones del sujeto con el entorno configurante, con lo que se
modifica la configuración de cambios configuracionales activados en éstas y su función
como procesos dinámicos e interactivos del sujeto como sistema configuracional,
emergiendo así configuraciones más complejas.
En esta dinámica circular en forma de espiral se regresa al proceso a) pero en un nivel
superior de complejidad, desarrollo y configuración, incluso emergen y articulan nuevas
configuraciones, formando un sistema complejo de procesos recursivos, autónomos,
originales y creativos.
Según Maturana (2002b), al cambiar las correlaciones senso-efectoras del organismo
cambia la configuración de encuentros de los sensores del organismo con el medio, con lo
que cambia la configuración de cambios configuracionales gatillados en éstos y su
participación como procesos neuronales del sistema nervioso. Es decir, la biopraxis de un
ser humano configura el operar del sistema nervioso al configurar su dinámica
configuracional, y el operar del sistema nervioso configura la biopraxis del sujeto al
configurar el curso de sus interacciones al configurar sus correlaciones senso-efectoras.
Lo anterior significa que los seres humanos, como organismos vivos, somos sistemas
cerrados determinados por nuestra configuración, y nada externo al ser humano puede
determinar su configuración interna, aunque sí perturbarla. Precisamente las
configuraciones psicológicas del ser humano, no están localizadas en su interior, no
configuran un ente físico que podemos encontrar en el cerebro, en el sistema nervioso o en
alguna otra parte de nuestro cuerpo, más bien configuran un espacio relacional, una
FRQILJXUDFLyQ LQWHUVXEMHWLYD  ³/RV HQWHV SVtTXLFRV R PHQWDOHV DVt FRPR los procesos
espirituales y las vivencias que a ellos se asocian, son dinámicas relacionales del ser vivo
que no son tratables como entes materiales o localizables en procesos orgánicos precisa-
PHQWHSRUTXHVRQHQWHVUHODFLRQDOHV´ 0DWXUDQDES 
³(V GHELGR DO FDUiFWHU UHODFLRQDO GH ORV HQWHV \ SURFHVRV SVtTXLFRV TXH QXHVWURV
vivires humano y fisiológico se entrelazan en una continua modulación recíproca, y nuestra
FRUSRUDOLGDG IOX\H SRU FDXFHV TXH VH FRQILJXUDQ HQ \ FRQ VX SDUWLFLSDFLyQ´ 0DWXUDna,
2002b, p.211). Siguiendo a Maturana (2002b), podemos decir que nosotros, los seres huma-
nos, comenzamos a configurar el espacio psíquico humano desde el momento en que
nuestra madre nos abre el camino a la existencia humana en el momento del embarazo en
que nos acepta y desea. Somos, como humanos, el espacio psíquico que vivimos, y éste lo
llevamos en nuestra corporalidad, no como una cosa, sino como un modo de ser. Es decir,
adquirimos nuestra vida mental, psíquica, y espiritual como modos relacionales del vivir
que configuran la dinámica de estados de nuestro sistema nervioso. Y nuestro sistema
nervioso se configura desde el útero de nuestra madre en un sistema que da origen a la vida
psíquica, espiritual o mental como dominio relacional en el que su dinámica de estados
tiene sentido. Pero sucede algo más, la dinámica configuracional del sistema nervioso y,
por lo tanto, su dinámica de estados, no es configurada por los objetos o situaciones que un
observador ve en el ambiente, sino por las configuraciones sensoriales que configura el ser
humano en cada instante como perturbaciones según la configuración en ese instante de sus
sensores y sistema nervioso.
111
Como seres humanos somos lo que somos en el conversar, pero en la reflexión
podemos cambiar nuestrRFRQYHUVDU \QXHVWURVHU$OGHFLUGH0DWXUDQD E ³HVDHV
QXHVWUDOLEHUWDG\QXHVWUDOLEHUWDGSHUWHQHFHDQXHVWURVHUSVtTXLFR\HVSLULWXDO´ S (Q
este sentido, la dinámica configuracional conlleva a que las configuraciones psicológicas
inmanentes al sujeto cambian de manera contingente a la evolución de las interacciones del
sujeto con el entorno configurante, de manera tal que la propia dinámica configuracional
como sistema cerrado de cambios de relaciones configuracionales permanece generando
correlaciones configurativas en el sujeto, que dan sentido a su existencia como sujeto
psicológico en su relación interactiva con el medio que le rodea y los demás sujetos.
Como ya hemos expresado, a lo largo de los últimos 40 años, Chew, con la ayuda de
VXVFRODERUDGRUHVKDXWLOL]DGRHOHQIRTXH³ERRWVWUDS´SDUDGHVDUUROODUXQDWHRUtDJOREDOGH
las partículas subatómicas, junto con una filosofía más general de la naturaleza. Esta
ILORVRItD ³ERRWVWUDS´ QR VyOR DEDQGRQD OD LGHD GH ORV EORTXHV IXQGDPHQWDOHs de materia,
sino que no acepta ninguna entidad fundamental en absoluto: ninguna constante, ley, ni
ecuación fundamental. El universo físico se ve como una red dinámica de sucesos
LQWHUUHODFLRQDGRV ³1LQJXQD  GH ODV SURSLHGDGHV GH FXDOTXLHU SDUWH GH GLFKD red es
fundamental; todas se desprenden de propiedades de otras partes y la consistencia global de
VXV LQWHUUHODFLRQHV GHWHUPLQD OD HVWUXFWXUD GH OD WRWDOLGDG GH OD UHG´ &DSUD  S 
Esta concepción de redes de relaciones es muy parecida a la concepción configuracional
que anima este libro. No aspiro a un descubrimiento decisivo que demuestre de una vez por
todas mi teoría, sino que para mí el reto consiste en configurar, con paciencia y lentitud,
una configuración de nociones y conceptos, ninguno de los cuales es más fundamental que
cualquiera de los demás.
Conforme progresa la teoría configuracional, las interconexiones de esta
configuración adquieren cada vez una mayor precisión, y el conjunto de la configuración
está cada vez mejor enfocado y configurado. En este proceso, la teoría configuracional se
hace también cada vez más emocionante a medida que la configuración incluye un mayor
número de nociones y conceptos; es decir, conforme éstos se explican mediante la
autoconciencia global de la configuración conceptual. El problema de la
complementariedad como síntesis de integración de lo individual y de lo colectivo, de la
HVFDOD PLFUR \ OD HVFDOD PDFUR IXH DERUGDGR SRU 6LPPHO   ³/D H[LVWHQFLD GHO
hombre no es, en parte social y, en parte, individual sino que se haya bajo la categoría
fundamental, irrepetible, de una unidad que sólo podemos expresar mediante la síntesis o
simultaneidad de las dos determinaciones opuestas: el ser a la vez parte y todo, producto de
la sociedad y elemento de la VRFLHGDG´ S  1DGLHSXHGHVHUVXMHWRLQGLYLGXDO VL QRHV
como parte de un sujeto colectivo, nadie puede ser sujeto autónomo si no es como
configuración que se relaciona en su entorno configurante.
Los seres humanos (como sistemas psíquicos, es decir, procesos y configuraciones),
tienen su identidad propia al mismo tiempo que participan de la identidad del todo, si bien
la identidad del todo no puede entenderse sino como alteridad (reconocimiento de la
presencia de otros sujetos, de otras culturas, de otras formas de ser y estar). La identidad del
individuo se conforma, pues, en referencia a los otros individuos; identidad y autonomía no
pueden entenderse sin la alteridad que les deja participar del juego de la comunicación

112
relacional. Precisamente la clave de la complementariedad se encuentra aquí, en la
apertura-actividad sistémica con suficiente tolerancia, en la aptitud sistémica para proyectar
la diversidad en unidad, sin anular la diversidad, es decir en proyectar la unidad en
diversidad, sin anular la individualidad, lo cual tiene significativas implicaciones
metodológicas para la epistemología configuracional.
De forma congruente con las consideraciones anteriores, defino la metodología
configuracional como un proceso permanente de identificación por los sujetos implicados
en la investigación, de las principales configuraciones que caracterizan el objeto estudiado,
con el fin de ir produciendo el proceso de configuración del conocimiento científico,
precisamente desde la caracterización de aquellas configuraciones conceptuales más
representativas de la esencia y naturaleza de dicho objeto de estudio.
El planteamiento sobre la integración del sujeto y la personalidad desarrollado en la
obra de González (1997) tiene un conjunto de consecuencias epistemológicas ineludibles en
un plano metodológico configuracional.
La concepción metodológica configuracionista que he planteado como expresión
concreta de la epistemología configuracional en las ciencias humanas y sociales, se basa en
la epistemología cualitativa formulada por González (1997) para la Psicología. Son
significativos en este caso, a manera de ejemplo, los estudios desarrollados por Salcedo
(2012) en su intento por aportar una teoría del pensamiento configuracional infantil, basado
en la actividad lúdica libre, mediada por problemas matemáticos.
7.2-Procedimiento metodológico para la argumentación y la comprensión
decoloniales en las ciencias humanas y sociales
Según Maturana (1999), las explicaciones científicas son una clase particular de
explicaciones que consisten en una reformulación del proceso a explicar, que satisface
cuatro condiciones que, en el caso concreto de las ciencias humanas y sociales, podríamos
expresar mediante el siguiente procedimiento metodológico:
a) Proceso a argumentar;
b) Supuesto hermenéutico;
c) Identificación de otros procesos a partir de b) indicando sus condiciones de
observación, y
d) Ejecución de c).
Para aplicar este procedimiento metodológico de validación de las argumentaciones
científicas socio-humanas tiene que haber, por supuesto, un proceso a argumentar. Es más,
según Maturana (1999) la identificación del proceso a argumentar debe tener la forma de
una descripción de lo que un observador debe hacer en su campo de experiencias, en su
biopraxis, para ser testigo de dicho proceso. Tal descripción debe equivaler a decir: si usted
ejecuta esta y esta otra acción, usted será testigo de dicho proceso en su biopraxis, en el
dominio de experiencias.
En una argumentación científica socio-humana lo que uno tiene que hacer es mostrar
cómo se genera el proceso que se quiere argumentar científicamente, para lo cual uno debe
113
tener una descripción completa de dicho proceso en términos de lo que el observador tiene
que hacer para ser testigo del proceso y saber cuándo la proposición hermenéutica lo genera
en su campo de experiencia. Según Maturana (1999) el observador es la persona que dice:
«este es el fenómeno que yo quiero explicar», diciendo lo que hay que hacer para ser
testigo de ese proceso, y se lo dice a otra persona que tiene que ser capaz de llevar a cabo
esa descripción para ser también testigo del proceso en su propio campo de experiencia.
Podríamos ejemplificar lo anterior identificando como proceso a argumentar el
surgimiento del pensamiento configuracional infantil6. Después que se identifica el proceso
a argumentar es necesario ofrecer un supuesto hermenéutico de un proceso que genere el
proceso a argumentar. El supuesto hermenéutico no es más que la descripción de un
proceso que genera el proceso a argumentar, es decir, un proceso generativo de otro
proceso. La pregunta «¿cómo se genera el pensamiento configuracional infantil?7», apunta
al proceso a argumentar. La respuesta: «es generado por la biopraxis humana» apunta al
proceso que hace aparecer el pensamiento configuracional infantil. El supuesto
hermenéutico es: «la biopraxis humana genera el pensamiento configuracional infantil»
El supuesto hermenéutico es un proceso que en su operar genera el proceso a
argumentar y no lo contiene previamente. En una argumentación científica socio-humana,
la supuesto hermenéutico tiene que generar el proceso a explicar como resultado de su
accionar; es decir, la biopraxis humana, como resultado de su operar mediante
configuraciones de experiencias, genera el pensamiento cRQILJXUDFLRQDO LQIDQWLO ³(VWR
suena a apología del vivir, y es una apología del vivir porque es lo único que tenemos. En el
vivir nos transformamos continuamente de una manera que no es trivial, porque siempre es
contingente a nuestra historia de interaccLRQHV´ 0DWXUDQD  S  $KRUD ELHQ
¿cómo se configura el supuesto hermenéutico?, este supuesto sobre la argumentación
científica del surgimiento del proceso socio-humano se configura a partir del campo de
experiencias del observador, quien la configura siguiendo sus configuraciones de
H[SHULHQFLDVHQVXELRSUD[LVDSDUWLU³GHVXKLVWRULDSHUVRQDOGHVXVSUHRFXSDFLRQHVGHODV
FRVDVTXHKDOHtGRGHVXH[SHULHQFLDFRQODVFRVDVTXHKDKHFKRDQWHV´ 0DWXUDQD
p.83).
Tanto el supuesto hermenéutico como el proceso a argumentar surgen del campo de
experiencias del observador-investigador, de su biopraxis. Como proceso interpretativo que
genera el proceso a argumentar, la hipótesis pertenece a un dominio diferente a este
proceso. El proceso a argumentar es el resultado del operar del proceso interpretativo, el
pensamiento configuracional infantil es el resultado de la biopraxis humana. El proceso
interpretativo (biopraxis humana) genera el proceso a argumentar (pensamiento
configuracional infantil), pero no lo sustituye. Es por ello que, aunque el proceso a
argumentar y el proceso interpretativo ocurren en el dominio de las experiencias del
observador, pertenecen a campos experienciales distintos: uno genera al otro.

6
(VWHHMHPSORKDVLGRWRPDGRGHOD7HVLV'RFWRUDO³7HRUtDGHO3HQVDPLHQWR&RQILJXUDFLRQDO,QIDQWLOEDVDGDHQODDFWLYLGDG
lúdica libre mHGLDGDSRUSUREOHPDVPDWHPiWLFRV´ 0LOHLG\6DOFHGR%DUUDJiQ , de la cual fui su asesor.
7
Nótese que se ha cambiado la pregunta tradicional ¿Qué es el pensamiento configuracional infantil? por la pregunta
sistémica ¿Cómo se genera el pensamiento configuracional infantil?

114
Como ya expresamos, en la argumentación científica tiene que satisfacerse también
RWUD FRQGLFLyQ ³OD GHGXFFLyQ GH RWURV IHQyPHQRV D SDUWLU GHO RSHUDU GH OD KLSyWHVLV
H[SOLFDWLYD \ OD GHVFULSFLyQ GH OR TXH HO REVHUYDGRU GHEH KDFHU SDUD VHU WHVWLJR GH HOORV´
(Maturana, 1999, p.83), en su biopraxis, en su campo de experiencias. Es decir, si es cierto
que la biopraxis humana genera el pensamiento configuracional infantil, debiera haber,
entonces, otros procesos en relación con la biopraxis humana y con el pensamiento
configuracional infantil. Entre otras cosas, uno debería, si analiza diversas experiencias de
la biopraxis humana, identificar procesos generativos de ésta. En este caso la deducción de
otro proceso y la identificación de las condiciones de su observación se expresaría de la
manera siguiente: hay un proceso que genera el pensamiento configuracional infantil que es
la biopraxis humana; por lo tanto, al analizar la biopraxis humana debemos implicar a otros
procesos en dónde se generan las experiencias de la biopraxis humana. Estos son los
procesos neurales, que a su vez son activados por otras biopraxis que los influyen pero no
los especifican ni los determinan, sino que los perturban, en palabras de Maturana, a partir
de gatillar en el infante, una acción generadora de dichos procesos.
3RU~OWLPR³GHEHGHKHFKRUHDOL]DUVHODREVHUYDFLyQGHRWURVIHQyPHQRVGHGXFLGRV
GHODKLSyWHVLVH[SOLFDWLYD´ 0DWXUDQDS 'HEHPRVREVHUYDUQRVyORODELRSUD[LV
humana e identificar las experiencias diversas de los infantes, con el fin de observar otros
procesos en interacción con éstas, es decir, debemos analizar además el operar de los
procesos neurales del cerebro.
Sólo a partir de lo anterior el proceso generativo propuesto para el surgimiento del
pensamiento configuracional infantil será aceptable como una argumentación científica, y
lo será porque estará inmerso en la satisfacción de estas cuatro condiciones. En resumen,
solamente si se satisfacen las cuatro condiciones que configuran el criterio de validación de
las argumentacLRQHVFLHQWtILFDVSRGUHPRVFRQILJXUDU³XQDH[SOLFDFLyQFLHQWtILFDFRPRXQD
explicación válida en el dominio de los observadores que en sus ámbitos de experiencias
SXHGHQUHDOL]DUHVWDVGRVFRVDV\DFHSWDQHVWHFULWHULRGHYDOLGDFLyQGHVXVDILUPDFLRQHV´
(Maturana, 1999, p.83).
Para yo poder hacer investigación sobre cualquier proceso humano o social tengo que
identificar y distinguir las configuraciones objeto de estudio y ser consciente que, como
observador, los procesos humanos y sociales que observo al interior de una comunidad son
descripciones que yo hago desde mi posición epistemológica, desde mi concepción
epistémica y mi configuración cognitiva-intelectual, por lo tanto jamás voy a reflejar o
expresar lo que el otro piensa y siente. Sólo estoy en condiciones de revelar lo que yo
pienso, siento y comprendo de lo que él me dice que piensa, siente y comprende, son
comprensiones diferentes, la comprensión es un proceso psíquico individual, no existen dos
comprensiones iguales, y lo que comprende el investigador es la argumentación que él
mismo hace de la comprensión del otro más no la comprensión del otro en sí misma. Sin
embargo, con mucha frecuencia se utiliza el verbo comprender en el objetivo general y/o en
los objetivos específicos de una investigación que se sustenta en el enfoque histórico-
hermenéutico. Esto no es correcto desde lo epistémico, porque el investigador debe dar
cuenta del cumplimiento del objetivo general. Comprender es la intención de la
investigación, más no el objetivo general. Para comprender debo identificar, describir,

115
comparar, relacionar, diferenciar, caracterizar, etc., y como resultado de estos procesos se
llega a la comprensión.
La comprensión es un proceso superior y complejo del pensamiento. Para demostrar
que hay comprensión es preciso configurar el objeto de estudio, como paso previo decisivo
de la comprensión. La intención comprensiva se logra cuando, de manera hermenéutica,
logras describir y/o caracterizar creencias, sentimientos, sentidos, significados de los
sujetos implicados. En este proceso, la subjetividad de la comprensión es clave. El sesgo es
un reto. La objetividad se convierte en controversia. El problema no es cómo comprendo al
otro, sino cómo es configurado el otro por mí, por mi mente y mi conciencia dotada de
subjetividad.
La intención comprensiva se logra cuando lo que escribe el investigador proyecta no
sólo la fotografía del fenómeno sin distorsionar esa realidad, sino el video de esa realidad,
las dinámicas internas de sus interacciones y configuraciones. Este tipo de estudio
prolongado requiere de múltiples interacciones del investigador en el escenario que
propicia la investigación. Ser parte de esa ecología, que te sientan como un miembro más
de esa comunidad. Que los sujetos implicados en el estudio vean y sientan que lo que ha
descrito el investigador, lo que ha caracterizado, configurado y comprendido, es lo que
ellos sienten. Su aval es decisivo y definitorio para validar la configuración científica.
Ahora bien, caracterizar no es suficiente para llegar a la comprensión, pues ponerse en el
lugar de otros requiere además otros tipos de lectura. Es importante trascender las fronteras
de la descripción y la caracterización y entrar en los planos de la configuración. La
comprensión exige configurar. No hay comprensión sin configuración del objeto de
estudio.
Para comprender debo previamente identificar, comparar, describir, relacionar,
diferenciar, caracterizar, etc. El objetivo general de una investigación con estas
características puede ser configurar, y la intención científica es comprender. Pero
epistémicamente es incorrecto utilizar el verbo comprender como objetivo general. La
intencionalidad del proceso científico sí es comprender, pero el objetivo no.
El investigador debe dar cuenta de su comprensión. Y lo hace mediante un producto
científico tangible. Los científicos sociales demuestran que comprendieron mediante la
ejecución de otras acciones investigativas. Cuestionamos con fuerza argumental la
formulación laxa de objetivos que evidencian la tendencia del investigador a no
comprometerse con resultados concretos de la investigación. Aclaro que lo cuestionado no
es la comprensión en sí como intencionalidad epistemológica, sino el verbo comprender
utilizado para la formulación de objetivos en las investigaciones hermenéuticas. Es decir, el
uso del verbo comprender en los objetivos de las investigaciones comprensivas constituye
un reduccionismo epistémico.
Para llegar a la comprensión deben desarrollarse otros procesos subyacentes en los
objetivos generales y específicos. Yo no digo que el investigador no comprende. ¡Claro que
comprende! Pero cuando el investigador socializa su comprensión, ya sea oral o escrita, lo
que externaliza es una configuración o una caracterización, por cuanto la comprensión es
interna, y se hace externa cuando el investigador revela la esencia y naturaleza del objeto de

116
estudio. El hecho de que el objetivo general no diga comprender no significa que no haya
comprensión. Precisamente hay comprensión cuando establezco, caracterizo o configuro
algún proceso o modelo. El proceso es emergente. Fluye en espiral. Es oscilántico. No
puede todo estar previsto.
El objetivo general de una investigación científica debe ser concreto, cumplible,
evaluable. Y la acción comprender no reúne esos requisitos. Estamos asistiendo a un
cambio paradigmático. Estamos asumiendo metodologías emergentes. Sin embargo,
seguimos utilizando categorías y estructuras clásicas y tradicionalistas de los proyectos de
investigación, hijas del paradigma positivista.
Mi discusión es epistémica, no es teórica, ni metodológica. Mi discusión se enmarca
en el campo de la lógica, que es la base de la ciencia. En este sentido propongo
configuraciones diferentes para los proyectos de investigación. No podemos adelantar un
cambio de paradigma y seguir con la misma configuración de los proyectos. Es por ello que
propongo introducir una nueva categoría como componente del proyecto de investigación:
la intencionalidad. De ahí que un proyecto científico bajo esta mirada no tendría objetivo
general ni objetivos específicos, sino que tendría intencionalidad y distinciones de
investigación, asociándolas a las distinciones del observador que nos habla Maturana.
Etimológicamente objetivo alude a objeto y a objetividad. En cambio intencionalidad alude
a intención, deseo, aspiración, emoción, preferencia, sentimiento, sujeto. Desde esta nueva
mirada, analizar y comprender no son objetivos de investigación sino intencionalidades
científicas. La intencionalidad se cumple mediante distinciones científicas. La
intencionalidad podría ser analizar y comprender, y las distinciones podrían ser identificar,
describir, relacionar, diferenciar, caracterizar, configurar. De esta manera la intencionalidad
se valora mediante las distinciones o acciones investigativas.
No cuestionemos entonces la categoría comprender y analizar. Cuestionemos la
categoría objetivo general y objetivos específicos. Los objetivos específicos configuran
objetivización. La categoría intencionalidad da cuenta de mi subjetividad, la subjetividad
inmanente al ser humano. Sin embargo con la categoría objetivo se pretende la objetividad.
Y la objetividad en las ciencias humanas y sociales es sólo una ilusión, una quimera. No
existe objetividad en las ciencias humanas, existe intersubjetividad. La intencionalidad se
cumple en la intersubjetividad, a través de las distinciones que hace el observador-
investigador, que las nombra mediante el lenguaje, en el proceso de conversar y reflexionar
HQ VX ELRSUD[LV FLHQWtILFD \ ODV WUDH D OD ³UHDOLGDG´ HQ IRUPD GH configuraciones
conceptuales comprensivas.
La categoría objetivo como categoría del proceso científico es un rezago del
paradigma explicativo positivista. La palabra sola en sí no dice nada, es la intención de la
palabra la que define su significado. El significado de la palabra es una configuración de su
intención y uso en un contexto determinado. En los proyectos de investigación deberíamos
utilizar la categoría Intencionalidad epistemológica, configurada por una finalidad científica
y varias intenciones investigativas.

117
EMERGENCIAS
CREENCIAS, FALACIAS Y OBSTÁCULOS EPISTEMOLÓGICOS SOBRE LA
INVESTIGACIÓN EN LA CIENCIAS SOCIALES Y HUMANAS

1. Para desarrollar una investigación debemos diseñar primero un proyecto.

No necesariamente. El desarrollo de la investigación científica no debe comenzar


diseñando un proyecto de investigación. Ese es el modelo de investigación propio de las
ciencias fácticas y naturales. ¿De qué manera puedo modelar los resultados a obtener en
una investigación socio-humana? ¿Cómo puedo controlar la contingencia humana? Es
imposible. Los componentes de la investigación en las ciencias sociales y humanas se
diseñan de manera emergente y simultánea al propio proceso investigativo.

2. Investigar consiste en resolver problemas.

No necesariamente. El origen de una investigación está dado en la necesidad de


satisfacer una duda, para configurar una creencia y poder vivir en sosiego. El ser humano
no puede vivir sin creencias, y éstas surgen cuando se satisfacen las dudas. Por lo tanto,
investigar es dudar. Toda investigación comienza con una duda doxática, no con un
problema. Cuando las dudas se satisfacen, surgen las creencias y culmina la investigación.
Estas creencias pueden ser cuestionadas y convertirse en dudas, así surgen nuevas
investigaciones.

3. En toda investigación se deben formular preguntas científicas y objetivo


(general y específico).

No necesariamente. La tradición investigativa universitaria nos dice que en un


proyecto de investigación siempre se debe formular una pregunta problema, preguntas
científicas y objetivos, sin embargo, aunque las preguntas de investigación dan cuenta del
carácter heurístico del proceso y los objetivos dan cuenta de su naturaleza teleológica,
ambas categorías están orientadas a lo mismo: satisfacer la duda. Por lo tanto, tiene poco
sentido formular preguntas de investigación y también objetivos. Se deben formular
preguntas u objetivos. Formular ambos es una tautología: problema y objetivo son lo
mismo.

4. Toda investigación debe especificar un Marco Teórico.

118
No necesariamente. Lo que tradicionalmente llamamos marco teórico de la
investigación ni es un marco ni es teórico. No es un marco porque la investigación socio-
humana no debe enmarcarse, encuadrarse ni encasillarse, más bien es un referente. No es
teórico porque la investigación social y humana también tiene dimensiones empíricas,
legales, geográficas, contextuales, históricas. Tendría más sentido configurar los Referentes
Epistémicos.

5. Toda investigación debe explicitar un capítulo de Antecedentes Investigativos.

No necesariamente. Los antecedentes investigativos y aportes de las investigaciones


precedentes van diluidos en todo el discurso interpretativo-comprensivo de la investigación
que se está desarrollando. El estado del arte debe permear todo el constructo heurístico,
teleológico, epistémico y metodológico de la investigación.

6. Existen dos paradigmas, enfoques, metodologías y tipos de investigación:


cuantitativo y cualitativo.

Esta afirmación no tiene sustento epistemológico. Hay una ruptura o punto de


inflexión en la historia de la ciencia y de la epistemología, que introduce estas taxonomías
sin sustrato epistemológico. Lo único que es cuantitativo o cualitativo en una investigación
son los datos y la información. El ser humano observa y percibe cualidades. Lo cualitativo
y lo cuantitativo son inseparables. Lo cuantitativo es inmanente a lo cualitativo. Por lo
tanto, no existen ni paradigmas, ni enfoques, ni metodologías, ni tipos de investigación que
podamos nombrar cualitativos o cuantitativos. Esta clasificación es una falacia.

7. El investigador debe transformar la sociedad. Toda investigación debe estar


orientada a la transformación de la sociedad.

Otra falacia. El investigador no transforma la sociedad (aunque nos duela y nos


cueste creerlo). Lo más que puede hacer un investigador es describirla, caracterizarla y
comprenderla. El investigador sí puede y debe autotransformarse. Pero son los actores
sociales quienes transforman la sociedad (aplicando los aportes del investigador).
Metafóricamente: los resultados de una investigación son un mensaje que escribimos en un
papel y lo ubicamos dentro de una botella cerrada que lanzamos al mar. Quien encuentre la
botella, lea el mensaje y lo aplique, será quien transforme la sociedad: su entorno social
más cercano.

119
8. Existen procesos humanos o psíquicos internos y procesos sociales y culturales
externos.

Este es un dualismo metafísico muy nocivo para la investigación social y humana. No


existen acontecimientos o procesos internos y externos al ser humano. Solo existe un
mundo y una realidad lingüísticamente configurada. Aparentemente vemos, sentimos y
experimentamos que hay un mundo interno y un mundo o realidad externa. En definitiva,
todos los días vemos que el Sol se mueve alrededor de la tierra. Y el ser humano vivió
cientos de años con esta creencia, hasta que algún día se convirtió en duda. Gracias a Da
Vinci, Copérnico y Galileo hoy tenemos otra creencia. ¿Será que esta es otra falacia y
debemos también cuestionarla?

9. El investigador es un sujeto y debe delimitar y acotar su objeto de estudio.

Otro dualismo metafísico nocivo para la investigación social y humana. No existe un


sujeto de investigación ni un objeto externo y ajeno al investigador. El sujeto es inmanente
al objeto. De ahí que sujeto y objeto son lo mismo. Debemos abandonar las nociones de
sujeto y objeto en la investigación social. El investigador en ciencias sociales es un
observador que hace distinciones y establece diferencias. Y éstas son sus propias
configuraciones conceptuales comprensivas.

10. La investigación científica es objetiva.

No existe objetividad pura en la ciencia. La objetividad se exige para obligar. Es una


postura dominante, colonizadora y anti-emancipatoria. La verdad científica, si es que
existe, es comunitaria y social. Toda actividad científica es subjetiva. No subscribo el
subjetivismo, pero sí la subjetividad, porque es la esencia y naturaleza humana.

11. Toda investigación debe aplicar un método establecido por la tradición


científica.

No necesariamente. Desde una mirada universal y general podemos constatar que, en


efecto, a lo largo de la historia y el devenir de la ciencia, han proliferado modelos
epistémicos, paradigmas epistemológicos, enfoques científicos y métodos de investigación.
Pero desde una mirada singular y particular, cuando estudiamos el proceder de los
científicos, vemos que existen tantos métodos de investigación como investigadores.

120
12. Los investigadores son teóricos y los profesores son prácticos.

Otro dualismo nocivo. No es posible desarrollar una actividad práctica sin teoría. Por
otro lado, la validez de una teoría está dada en su relación con la práctica. Teoría y práctica
son dos caras de una misma moneda: la vida. Una teoría sin práctica es muda, no me dice
nada. Pero una práctica sin teoría es ciega, no sé a dónde me dirijo.

13. La investigación científica es racional. Debo controlar mis emociones para no


contaminar el estudio con mi subjetividad.

¿Y cómo se logra eso? El ser humano está dotado de subjetividad. No somos un


objeto. No podemos vivir sin subjetividad y sin emociones. El ser humano subvalora lo
HPRFLRQDOSDUDMXVWLILFDU³UDFLRQDOPHQWH´VXVDFFLRQHV\GHFLVLRQHVTXHWLHQHQXQVXVWHQWR
emocional. La ciencia no es ajena a esta concepción. La investigación científica no es
racional, es emocional. Lo racional y lo emocional no pueden separarse en la actividad
investigativa. Todo argumento lógico y racional lo es porque es estético y tiene un
fundamento afectivo y emocional. Investigamos lo que nos gusta. Leemos sobre temas que
nos gustan. Pensamos sobre lo que nos atrae afectivamente. Escribimos sobre lo que nos
gusta y nos motiva. Publicamos aquello que nos gusta. El deseo y las emociones movilizan
la investigación científica y la llevan a feliz término.

14. En la investigación psicosocial debo medir el conocimiento y el aprendizaje.


Debo hacer un experimento para argumentar la validez de mis hallazgos.

Un sofisma. Los procesos humanos, psíquicos y sociales no se pueden medir, son


inconmensurables, fluyen, son devenir. El único experimento epistemológicamente válido
es la biopraxis, es decir, la experiencia vital, la praxis de la vida cotidiana.

15. Toda investigación debe tener confiabilidad, validez y una muestra


representativa.

La confiabilidad, la validez y la muestra representativa son una ilusión y una quimera


en la investigación socio-humana. En la investigación educativa nada es confiable, ni válido
ni representativo, porque bastaría un resultado contrario en actores no muestreados para
falsar los hallazgos. Y eso es perfectamente posible, dado el carácter contingente de las
acciones y el pensamiento humano.

121
16. La investigación debe configurar un conocimiento científico objetivo.

Todo pensamiento y todo conocimiento es una configuración conceptual, no podemos


pensar sin configuraciones sígnicas. El ser humano es una configuración sígnica, un signo,
y la investigación también. Todo lo que el investigador dice, se lo dice a otra persona o a sí
mismo. La descripción no es lo mismo que lo que se describe. El mapa no es el territorio.
1RSRGHPRVFRQRFHU³ODFRVDHQVt´6RORFRQRFHPRVODVGHVFULSFLRQHV6RORFRQRFHPRV
los mapas. La ciencia tiene un límite que es puesto por el lenguaje. Somos cautivos del
significado.

17. La investigación debe analizarse de manera separada de la vida humana


cotidiana.

La vida es inicio (primeridad), la investigación es fin (segundidad), y el pensamiento


o reflexión es el mediador (terceridad) entre la vida y la investigación. Vivir, pensar e
investigar, son lo mismo. Constituyen una configuración tríadica.

Condiciones o requisitos para comprender el paradigma científico emergente:

x Asumir una actitud fenomenológica.


x Poner entre paréntesis nuestras creencias.
x Dar un salto conceptual, epistémico y epistemológico.

122
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131
APÉNDICES

1. Configuración entre Ciencia, Arte y Filosofía


+DFH DOJXQRV GtDV ³QDYHJDQGR´ SRU ODV LQWULQFDGDV UHGHV YLUWXDOHV GH OD ZZZ
encontré un texto titulado Los relatos de la razón. El meme afirmaba que la Filosofía es
como estar en un cuarto oscuro buscando un gato negro. La Metafísica es como estar en un
cuarto oscuro buscando un gato negro que no está ahí. La Teología es como estar en un
cuarto oscuro buscando un gato negro que no está ahí, y además gritar: ¡lo encontré!, para
convencer a los demás. La Ciencia es encender la luz para ver qué demonios hay en el
cuarto.
A partir de la lectura de dicho escrito comencé a reflexionar: La Filosofía es la
búsqueda de lo existente que se nos oculta, es un ejercicio de develamiento (aletéhia). La
Metafísica es la búsqueda de lo que no está presente pero cuya existencia es una exigencia
de la razón. Es una aventura racionalista. La ciencia es la satisfacción de las dudas para
configurar nuevas creencias que nos permitan vivir en sosiego. Es encender la luz para ver
qué encontramos en la oscuridad. El arte es la experiencia de una vida armónica.
En la actividad científica el investigador busca, explora, indaga, descubre, encuentra.
Metafóricamente: El investigador siempre anda buscando gatos con una linterna de luz led.
A veces se esconde, casi lo atrapas, sin embargo, suelen crecer otros gaticos. Y cuando
atrapas a los gaticos ya habrán crecido otros. La ciencia es como un globo en expansión,
mientras más conocemos, más crece su superficie de contacto. En la ciencia proliferan los
gatos y gaticos.
Lo que llamamos ciencia es un invento del ser humano para asignarle mayor
categoría al conocimiento configurado a partir de sus intereses, deseos y subjetividad. En la
historia de la humanidad se ha hecho más filosofía que ciencia, y hemos enmascarado con
el nombre de ciencia, el conocimiento obtenido en el acto de filosofar.
En filosofía y ciencia cada conquista es un acto de procreación de nuevos problemas,
gatos y más gatos. Incluso gatos productos de la imaginación humana, que no tienen vida,
son simulaciones, simulacros, o gatos de juguete, o dibujos de gatos, o gatos hechos de
madera, metal, plástico, barro, pero gatos sin vida.
La ciencia bien podría considerarse como una etapa madura de la filosofía. Ambas
son formas del conocimiento humano. En esto comparto el punto de vista de Comte (2008).
No podemos olvidar que la ciencia ha querido destruir a la filosofía, aludiendo que ha
muerto. Sin embargo, vemos que se sustenta en ella para hacer sus aportes. Hoy los
científicos, incluso los máximos representantes de las mal llamadas ciencias duras, hacen
más filosofía que ciencia. Pero esto es sólo un intento de "científicos" insensatos, que los
hay. Los ecuánimes de ambas disciplinas tienen claro que ellas no se excluyen; se oponen
creativamente. Los principales filósofos hoy están dedicados al análisis de las ciencias y se
han formado en disciplinas científicas. Para un pensador configuracional, entre ciencia y
filosofía no hay dicotomía, constituyen un sólido matrimonio. Tanto los llamados

132
filosóficos como los científicos son seres humanos, son personas; entonces ambas son
configuraciones humanas, no dicotómicas, sino complementarias. Aunque hayan existido
momentos de desvarío en los que se afirmó dicha dicotomía.
Stephen Hawking, uno de los más grandes científicos, vivo, incluso comparado con
Einstein y con Newton, afirmó en la página 5 de su magna obra El gran diseño que "la
filosofía ha muerto", y asume una Epistemología que él denomina Realismo dependiente
del Modelo. Pero cuando uno lee sus obras se percata que ese modelo orientador de la
realidad, es precisamente su filosofía. Y queda atrapado en una autocontradicción.
La única ciencia original y autónoma que existe es la filosofía. Todas las demás
disciplinas que pretenden erigirse en ciencia, en el fondo son filosofías, pero adoptan el
calificativo de ciencias para ubicarse en un mayor nivel jerárquico, ya que el ser humano
cree que solo lo científico es verdadero y por eso se subvaloran otras formas legítimas de
conocer. Tal es así que la gente al hablar sobre algo, para darle peso epistémico y demostrar
VX YHUDFLGDG GLFHQ ³HVR HVWi FRPSUREDGR FLHQWtILFDPHQWH´ LQVLQXDQGR TXH HO DGMHWLYR
científico es una garantía de veracidad, validez y certeza. Vale la pena preguntarse si la
relación espacio-tiempo en la obra de Hawking es o no objeto de reflexión filosófica. No
nos la presenta precisamente en forma de una mera ecuación.
Hawking (2010) afirma que la filosofía ha muerto, pero su propuesta de comprensión
del origen del universo y su evolución, es precisamente el resultado de su reflexión
filosófica. Y para darle el rango de "científico" declara que su epistemología es realismo
dependiente del modelo. Hawking crea un modelo derivado de su reflexión filosófica.
Todos los errores de Hawking se encuentran precisamente en sus reflexiones
metafísicas. En La historia del tiempo (1988), supuso un origen primero de la historia del
tiempo, en Breve historia del tiempo (2005) lo quitó. Está por verse si es capaz de unir
todas las fuerzas del universo en una, que es su búsqueda científica, deberá demostrarlo
matemáticamente. Ya Einstein lo hizo, y aunque no se comprometió demasiado con la
epistemología, sociológicamente planteó grandes preguntas y reflexiones aceptadas por la
humanidad.
A veces siento nostalgia de la antigua Grecia, de los avatares de Sócrates y de la
academia de Platón. No extraño tanto a Aristóteles. ¿Por qué no invitar a Platón a la fiesta
científica del siglo XXI?
Adhiero a la teoría de la filosofía como ciencia primera y las demás ciencias como
filosofías segundas, y aunque esta posición ha evolucionado, mantiene un principio de
verdad. Soy más filósofo que científico. Leyendo hallazgos "científicos" y estudiando los
avances de la "ciencia" percibo que los científicos, para dar cuenta de sus hallazgos, han
tenido que acudir a la filosofía. No hay verdadera ciencia sin filosofía. Por eso es inevitable
convenir que lo que el hombre busca es interpretar la realidad, comprenderla. A ese intento
lo podemos llamar ciencia o filosofía, qué más da. Históricamente la filosofía hizo posible
la ciencia y ese principio sigue vigente.
Pero a veces ambas, ciencia y filosofía, avanzan en paralelo, y esto es nocivo para la
comprensión de qué tipo de seres vivos somos, qué clase de mundo vivimos, que hacemos

133
aquí, y cuál es nuestro origen y destino, si es que existe alguna teleología en nuestra vida.
Es preciso develar el punto donde se cruzan los caminos de ambas. Tiene que existir la
perpendicularidad en las líneas que marcan el camino por donde transcurren la ciencia y la
filosofía. ¿Será que solo existe una ciencia filosófica y es cierto que la filosofía ha muerto?
¿Será que solo existe una filosofía científica y es la ciencia la que ha muerto? ¿Será que ya
no existen ni la ciencia ni la filosofía? ¿Existen ambas? Si existen ambas, ¿entonces cuál es
el rol de cada una y cuáles son sus límites? Con nuestro pensamiento filosófico y científico
debemos desenredar esta madeja que nos atrapa en nuestra cotidianidad académica y no nos
deja avanzar en la configuración del conocimiento epistémico.
Entre ciencia y filosofía hay una oposición y al mismo tiempo una interrelación. En
palabras de +HJHO   ³GLIHUHQWHV HQ VX LGHQWLGDG H LGpQWLFDV HQ VX GLIHUHQFLDFLyQ´
Quien honestamente se ocupa de la filosofía, habrá de respetar, aunque contradiga lo que
los científicos postulan y viceversa. Actualmente, ninguna es madre de la otra, son
hermanas, y ambas están persiguiendo gatos. Los asuntos de los que se ocupan los
científicos hoy día son tan específicos que más vale darles tratamiento empírico, lo demás
debe asumirlo la filosofía. La solución probable entonces es la configuración tríadica entre
ciencia, filosofía y arte. Es el escenario perfecto: rigor científico, reflexión filosófica crítica
y comprensiva, y sensibilidad estética.
Siguiendo la epistemología tríadica de Charles Sanders Peirce (2012), el arte sería la
categoría primera, primeridad, la ciencia la segundidad, y la filosofía la terceridad. La
filosofía es la mediadora entre el arte y la ciencia. La filosofía es inevitable incluso para los
artistas y científicos, ambos inexorablemente filosofan. Incluso, nuestros antepasados
combinaban no sólo la tríada de Sanders, se confundían con el mundo natural, de su
ambiente circundante y natural que estaban creando. Sentían, eran parte de todo ello,
apenas se estaban estrenando en el descubrimiento de las cosas, pero eran más sensoriales
que racionales. En efecto, la racionalidad es una conquista relativamente reciente del ser
humano. Algunos piensan que sólo fue lograda con la filosofía.
La filosofía, o más bien el filosofar, es más emocional que racional. Detrás de cada
pensamiento hay un sentimiento. No hay cognición sin afectos. Lo racional es el resultado
de lo emocional. La razón es el punto más alto de la escalera de la emoción. Cuando
filosofamos y reflexionamos, activamos nuestras configuraciones axiológicas. El pensar se
deriva de los deseos humanos. La actividad racional se orienta por nuestros intereses,
aspiraciones, anhelos y expectativas. En todo caso muy por encima de lo sensorial.
Los seres humanos utilizamos la razón para subvalorar la emoción, porque creemos
que lo racional nos eleva a lo más alto en la escalera de los seres vivos, pero en realidad no
hay razón sin emoción. Toda decisión racional tiene un sustento emocional. Decidimos
basados en nuestros intereses, ideales y convicciones. Nos mueven nuestros deseos y
motivaciones. La emoción determina la acción racional.
La aspiración del Racionalismo Moderno fue ubicar a la razón por encima de la
experiencia y al mando de las emociones. Sin embargo, Pascal (2010) tuvo que reconocer
que las emociones escapan al dominio de la razón. "El corazón tiene razones que la razón
no entiende". Es una lástima que las meditaciones pascalianas están olvidadas. El Idealismo

134
Alemán logró opacar el pensamiento europeo precedente. Comenzando por Hegel. Y Kant.
Baruch Spinoza la tenía clara. Y Heráclito ya lo sabía. En efecto, fue el resultado de la
estatura intelectual de Kant y Hegel. Pero se impuso la autoridad de estos pensadores sobre
la ecuanimidad de Spinoza y la genialidad de Heráclito. No es el primer caso en la historia
del pensamiento en el cuál la autoridad prima sobre una interpretación más coherente de la
realidad. Sucedió con Aristarco frente a Aristóteles. Y sucede en la actualidad en nuestra
cotidianidad académica e investigativa.
Precisamente hace algunos días sostuve un debate con un colega sobre la génesis del
falsacionismo. Hacía una aclaración histórica: quien creó esa concepción epistemológica no
fue Popper sino el fundador del pragmatismo norteamericano Charles Sanders Peirce, en
1887. Popper aún no había nacido. El propio Popper cita a Peirce en su obra La lógica de la
investigación científica, y reconoce la paternidad de Peirce sobre dicha concepción. Sin
embargo, en Wikipedia aparece Popper como el padre del Falsacionismo.
No podemos creer mucho en lo que publica Wikipedia. En esta página cualquier
persona escribe lo que desea. No es confiable. No es episteme lo que allí se publica. Ni tan
siquiera doxa. Hay muchas falacias. Hay que ir a las fuentes originales. En este caso dos: el
libro La lógica de la investigación científica (Popper, 2011) y la obra filosófica reunida
(Peirce, 2012)
Ya no se puede creer ni en los artículos publicados en revistas de alto impacto
indexadas en Scopus. Debemos sumergirnos en la tradición, usar fuentes originales.
Aunque sea preciso visitar a los presocráticos.
No existe una verdad absoluta, universal y general. La verdad siempre es singular y
particular, contextual, social e íntersubjetiva. Pero más útil que Wikipedia es un libro del
propio autor, original, fuente primaria. Wikipedia es una fuente terciaria, poco confiable.
Hay que hacer la crítica científica. Porque mucha gente toman las falacias de internet
creyendo que son verdades. Y eso causa mucho daño a la academia y a la propia
configuración epistémica de la ciencia.
En varias investigaciones que he desarrollado develé muchísimas falacias. Tenemos
muchas creencias nocivas para la configuración del saber. Mi supuesto hermenéutico es que
esto se debe a que leemos fuentes terciarias que tergiversan lo planteado por el autor
originario. Por eso insisto en la importancia y necesidad de leer al fundador del movimiento
o concepción epistemológica.
Finalmente: el harakiri. Si es cierto que no existe una verdad absoluta, entonces esta
proposición tampoco es cierta. Lo cual indica, desde la lógica semiótica, que sí podría
existir una verdad absoluta. La proposición se vuelve tautológica. Es autocontradictoria. Es
como si yo afirmara: todos los cubanos somos mentirosos. Si lo que digo es cierto, entonces
la proposición es falsa. Y si lo que digo es falso, entonces la proposición es cierta.
¡¡¡Pluff!!!

135
2. Las configuraciones en las ciencias humanas y sociales
Los seres humanos percibimos el mundo, y aunque somos inmanencia de éste, no lo
percibimos así, percibimos el mundo como si éste fuese una entidad separada de nosotros.
Tal es así que hablamos del entorno circundante, de lo externo, o del mundo que nos rodea.
Si seguimos la terminología de Popper (1963, 1967, 1977) podemos percibir tres mundos:
mundo 1, mundo 2 y mundo 3. El mundo 1 es el mundo natural, el mundo 2 es el mundo
subjetivo o psicológico, y el mundo 3 es el mundo de las creaciones humanas (arte, música,
poesía, ciencia, religión, innovación, construcción). Pero incluso desde esta mirada, el ser
humano forma parte de los tres mundos.
Haciendo una reducción fenomenológica podemos darnos cuenta que los seres
humanos percibimos cosas que nos rodean, casas, carros, edificios, construcciones diversas,
y también percibimos personas, animales, plantas, carreteras, nubes, estrellas, el Sol, la
luna. En nuestro hogar percibimos mesas, sillas, televisores, lapiceros, libros, ropa, zapatos,
etc. Percibimos además eventos, fenómenos, situaciones, procesos, acontecimientos. En fin,
los seres humanos percibimos objetos, sujetos y sus relaciones: las relaciones sujeto-objeto
y las relaciones sujeto-sujeto. En la terminología de Luhmann (1996, 1997, 1998a, 1998b),
percibimos sistemas vivos, sistemas psíquicos y sistemas sociales, y la diferencia de estos
sistemas con el entorno.
Los seres humanos, para referirnos a estas cosas, personas, animales, eventos, etc.,
utilizamos palabras, sustantivos. Y al referirnos a ellas damos a luz al mundo en que
vivimos. El lenguaje nos permite crear nuestro mundo. Sin lenguaje no hay mundo. El
mundo no es externo al ser humano, es creado por éste. Eso no quiere decir que las cosas u
objetos (carreteras, arboles, mesas, animales) no existan, lo que eso quiere decir es que el
mundo no es sólo eso, y quiere decir además que al nombrarlas les damos vida, las
materializamos, pasan a formar parte de nuestra realidad, las traemos a nuestro mundo, a
nuestro espacio vital, psíquico y social. Vemos el mundo a través de los conceptos que
creamos.
Para nombrar los objetos y sujetos, los seres humanos no sólo debemos percibirlos
sino además identificarlos, etiquetarlos y hacer una distinción, por cuanto es imposible que
el ser humano distinga todo el mundo, distinguimos sólo un fragmento de éste, el segmento
que decidamos distinguir. Por ejemplo, observamos un árbol y en éste hay una paloma.
Podemos decidir distinguir el árbol o la paloma. Si distinguimos el árbol excluimos la
paloma y si distinguimos la paloma excluimos el árbol.
Para Luhmann (1998b) existen los sistemas, y existen porque son distinciones que
hace el ser humano entre el sistema y el entorno. Lo que distinguimos es el sistema y lo que
excluimos es el entorno. En la distinción árbol/paloma, si distinguimos el árbol, éste es el
sistema, y la paloma es el entorno; pero si distinguimos la paloma, ésta es el sistema, y el
árbol es el entorno. Un sistema puede ser entorno de otro sistema distinguido como tal, y un
entorno puede ser sistema (si lo distinguimos así) de otro entorno. Lo importante es la
distinción. Sin embargo, cuando hacemos la distinción entre una y otra cosa (evento,
persona, animal, fenómeno, proceso, situación), ya antes hemos hecho una distinción previa
de lo que vamos a distinguir. En realidad hacemos una distinción de la distinción. En el

136
ejemplo anterior, antes de hacer la distinción entre árbol o paloma, ya distinguimos el árbol
y la paloma como dos unidades o entidades independientes, y eso lo hacemos con nuestro
lenguaje, con sustantivos, con palabras: árbol, paloma.
Los sustantivos nos permiten crear el mundo y crearnos a nosotros mismos. Por
HMHPSOR FXDQGR GHFLPRV ³<R´ HV XQD SDODEUD HV XQ VXVWDQWLYR TXH nos permite
alumbrarnos a nosotros mismos, venir al mundo, y esto es posible solo mediante el
lenguaje. Un bebé que está por nacer, cuando lo haga no sabrá que ha nacido, porque aún
no vive en el lenguaje, no sabrá que existe, aunque exista. Sólo existirá para él cuando sea
FDSD] GH GHFLU ³<R´ SRUTXH DO GHFLUOR VH HVWDUi FUHDQGR D Vt PLVPR \ FRQ VX OHQJXDMH
creará su propio mundo. Aunque sí existirá desde que su mamá lo vea nacer y lo nombre:
mi hijo, mi bebé. Parafraseando a Wittgenstein (2006, 2010, 2012), los límites del lenguaje
son los límites de mi mundo.
De manera que sin percepción no hay distinción, y sin distinción no hay mundo. El
observador percibe y crea su mundo haciendo distinciones. Podemos distinguir cosas,
objetos, personas, es decir, unidades, entidades únicas fácticas, o podemos distinguir las
relaciones entre ellas, podemos distinguir la unidad o la diferencia. Bateson (2010, 2011)
solía decir que la epistemología es un asunto de relaciones. Los psicólogos y epistemólogos
de la Gestalt (Wertheimer, 1945; Köhler, 1967, 1972; Shedrovitsky, 1972, De la Garza,
1992a, 1992b), demostraron que en nuestro vivir cotidiano distinguimos tramas,
entrelazamientos, entretejidos, interconexiones, redes de relaciones. Estas redes de
relaciones remiten a un sustantivo novedoso, polémico y resbaladizo: configuración.
Recientemente, Maturana comienza a utilizar con más frecuencia y profundidad la
noción de configuración. Su discípulo también la emplea en los últimos trabajos
publicados. Varela (2002, 2013) argumenta que la emergencia de patrones o
configuraciones globales en sistemas de elementos interactuantes no es una rareza de casos
aislados ni es exclusiva de los sistemas neuronales. De hecho, todas las unidades holísticas
conformadas por subunidades interconectadas generan otras unidades holísticas que
emergen de dicha relación. Es por ello que la teoría de las configuraciones (Ortiz, 2013,
2015) tiene un carácter general y universal y, por tanto, es aplicable tanto a fenómenos
naturales como a fenómenos psíquicos, humanos y sociales.
Durante el proceso investigativo de una de las tesis doctorales que asesoré en el año
2015, la profesora Mileidy Salcedo Barragán (hoy Doctora en Ciencias de la Educación)
elaboró una teoría del pensamiento configuracional. Según Ortiz (2013, 2015), la
configuración es una totalidad organizada que articula relaciones teóricas inmanentes. Es
una unidad holística entrelazada por una red de redes conceptuales de la que emergen
nociones y conceptos característicos.
En su tesis doctoral, Salcedo (2015) utiliza la noción de configuración desde cinco
ámbitos diferentes. La utiliza como intencionalidad epistemológica (Configurar una teoría),
es el propósito principal de la investigación, expresado con el verbo configurar, que indica
la acción teleológica que despliega la investigadora. La utiliza como condición y esencia de
la teoría, por cuanto ésta es una configuración de nociones y conceptos entrelazados. La
utiliza como cualidad del ser humano, como proceso psicológico y como subproceso (el

137
pensamiento es una configuración neuro-psico-social, es un proceso, y a su vez está
integrado por otras configuraciones o subprocesos). La utiliza como adjetivo (Pensamiento
Configuracional), es decir, como atributo que modifica al sustantivo Pensamiento, que ya
no es visto como un pensamiento general sino un pensamiento configuracional, un
pensamiento diferente, emergente. Y por último la utiliza como totalidad y componente, el
todo y sus partes (la tesis doctoral es una configuración, pero cada capítulo, epígrafe, parte
o componente de la tesis también es una configuración. Es por ello que podemos afirmar
que la tesis doctoral es una configuración de configuraciones, un macroconstructo teórico
conformado por múltiples constructos conceptuales).
Dada esta diversidad y multiplicidad en el uso de la noción de configuración, en
ocasiones el discurso se vuelve tautológico o cacofónico, lo cual no es negativo ni positivo,
es simplemente nuestra condición biológica como seres vivos, es nuestra ontología
FRQVWLWXWLYDGHELGRDODFXDO³ORVVHUHVKXPDQRVH[LVWLPRVHQ XQFRVPRVTXHDOVXUJLUGH
QXHVWUDVGLVWLQFLRQHVVXUJHFRPRXQDFRQILJXUDFLyQGHFRQILJXUDFLRQHV´ 0DWXUDQD
p. 1). De igual modo, la noción de configuración evoca un conjunto de relaciones
entrelazadas que distinguen a su vez configuraciones de menor orden, por ello al hablar de
configuración de configuraciones no hacemos redundancia, pues esta distinción permite
evocar relaciones y articulaciones de macro y micro procesos eslabonados en un todo.
Según Maturana (2013) la palabra configuración es interesante porque no es
descriptora sino evocativa. La noción de configuración evoca una disposición relacional, es
decir, una forma, y esta forma puede ser entendida como una unidad o entidad que distingo,
o como una entidad que excluyo, o como una entidad que entrelaza la forma distinguida y
la forma excluida. La forma distinguida es una configuración: la paloma, pero la forma
excluida también es una configuración: el árbol, el entorno configurante. Además, entre la
paloma y el árbol también se generan operaciones relacionales, hay entrelazamientos,
entretejidos e interconexiones. Esos eventos y acontecimientos relacionales que emergen de
las interacciones entre la paloma y el árbol, son también configuraciones (interpenetración
diría Luhmann, acoplamiento estructural diría Maturana).
De manera que desde esta mirada podemos distinguir tres tipos de configuraciones
muy diferentes entre sí: la configuración como unidad distinguida, el entorno configurante
como unidad excluida, y la configuración relacional, que no es más que el entrelazamiento
entre ambas unidades holísticas. Ahora bien, es evidente que el árbol no es el único entorno
configurante para la paloma, y ésta no es el único entorno configurante para el árbol. Cada
unidad distinguida como configuración holística tiene múltiples entornos configurantes. Si
el ser humano distingue dicho entorno entonces podría nombrarlo utilizando su lenguaje,
mediante un sustantivo: árbol, paloma; pero si no lo distingue entonces todo lo que excluye
al distinguir y nombrar la configuración, formará parte del entorno configurante. Esto
indica que el ser humano percibe una configuración de configuraciones, pero para reducir la
complejidad del mundo que él mismo crea (su propio mundo), se basa en distinciones que
le permiten simplificar la realidad creada: la distinción de la configuración como unidad
holística, la distinción del entorno configurante (que también puede ser considerado una
configuración holística si así lo distinguimos), y la distinción de la configuración relacional
que articula la configuración holística y el entorno configurante.

138
Por otro lado, cuando nos percibimos a nosotros mismos no lo entendemos como si
estuviésemos percibiendo un fragmento del mundo. Para percibirnos a nosotros mismos
debemos hacer una abstracción, una observación de segundo orden, una observación de
observaciones, porque debemos distinguirnos como observadores que observamos a un ser
humano que observa. Y si nos distinguimos a nosotros mismos como una configuración
holística entonces somos una configuración que observa a otra configuración que es ella
misma.
La configuración es la disposición de los procesos en las relaciones simultáneas, es
una entidad autónoma de relaciones internas. En realidad existe sólo una configuración que
es el universo, pero el ser humano como observador-investigador puede hacer y hace
distinciones sobre el mundo donde vive. Y esa distinción es una configuración. Y lo que
excluye es el entorno configurante que es también una configuración.
Los seres humanos, en nuestras biopraxis cotidianas, no sólo configuramos por medio
de palabras la objetividad de nuestra subjetividad, sino que esta objetividad está también en
la génesis de la configuración lingüística. Las palabras, los conceptos que expresamos y las
nociones, son emergencias de una configuración interhumana en la que el sentido y el
significado son inmanencia. Pero las palabras también se convierten en herramientas por
medio de las cuales los seres humanos seguimos entretejiendo configuraciones lingüísticas,
en un proceso circular del que emergen la autopoiesis y la autorreferencialidad, como
cualidades inmanentes a las propias palabras y a las conversaciones y reflexiones que
caracterizan las biopraxis humanas. Es decir, las palabras que expresamos reproducen
nuevas palabras que a su vez generan otras, configurando así las biopraxis lingüísticas.
Una cualidad es un atributo o particularidad que una persona le atribuye a otra, o
nosotros mismos nos la atribuimos. Una cualidad es un dato sensorial, un dato perceptivo,
un fragmento de conciencia humana. Solo los humanos observamos cualidades. Un animal
no humano no observa cualidades.
Las configuraciones lingüísticas entrelazadas emergen como procesos o entornos
configurantes, por cuanto no sólo activa sino que configura nuevos sentidos y significados
en un proceso ad infinitum, fertilizando las biopraxis interhumanas como biopraxis
culturales. Si una conversación o red de redes de conversaciones se cultiva y consolida,
entonces esta red de conversaciones se configura, se mantiene o establece y se conserva en
las biopraxis humanas, formando así lo que llamamos cultura.

139
3. Realidad, mundo y conocimiento humano
Nunca nos conoceremos a nosotros mismos. Eso es imposible. Porque la esencia de
nuestro ser esta mediada por el lenguaje. No es lo mismo la cosa en sí que la palabra que la
nombra. El territorio no se representa en el mapa tal como es. Los humanos nunca
conocemos el territorio, sólo conocemos mapas, configuraciones conceptuales
comprensivas.
Lo que llamamos realidad es la configuración conceptual comprensiva que hemos
configurado a través del lenguaje. Sin palabras no tendríamos la posibilidad de nombrar esa
realidad. Por eso afirmo que somos un signo. Y por eso afirmo que no podemos conocer
nunca la cosa en sí ni a nosotros mismos, porque estamos condenados al lenguaje y al
significado. Refiguramos la realidad cada vez que hablamos.
Los seres humanos sordos hablan, se comunican, mediante un lenguaje diferente al
nuestro. Claro que para ellos también hay realidad. Ellos la configuran, al igual que
nosotros. La realidad es una configuración sígnica. Configuramos el mundo en el que
vivimos mediante signos. Por eso somos un signo. No hay otra forma de representar lo que
llamamos realidad: el signo. No hay otra forma de decir y expresar lo que sentimos,
pensamos y hacemos: los signos.
Los humanos configuramos nuestra realidad y nuestro mundo por medio de signos.
Existen tantos mundos y realidades como personas. Cada ser humano configura su propio
mundo. La realidad y el mundo no tienen una existencia ontológica sino sígnica. No
podemos reificar y cosificar el mundo y la realidad. Le damos vida al mundo y a nuestra
realidad por medio de signos. Tú y yo somos un signo.
Para los animales no humanos y para las plantas no hay ni realidad ni mundo, ellos
simplemente viven en una deriva natural, en un automovimiento perpetuo. Realidad y
mundo son configuraciones conceptuales creadas por los seres humanos para comprender
VXYLGDVXH[LVWHQFLD\DOJRTXHOODPD³ORH[WHUQR´VLQVHUOR9LYHQFLDPRVODUHDOLGDG\HO
mundo mediante nuestros sentidos, y nos referimos a ella mediante signos. Somos, estamos
y existimos en una configuración sígnica.
No todo lo tengo configurado. Estoy configurando a partir de responder mis
preguntas. Y cada vez que me pregunto sigo configurando. Reflexiono. El signo fluye y en
esa afluencia se reconfigura y deviene en un signo diferente que incluye el anterior.
Heráclito (2011) ya lo sabía. Y Pearce lo confirmó. Somos un signo que se reconfigura en
cada palabra, en cada mirada, en cada melodía, en cada sentir, en cada emocionar. Somos
un signo que se resignifica en nuestras biopraxis cotidianas, nos reconfiguramos
sígnicamente en cada momento, en cada instante, en cada suspiro, y en esa afluencia
sígnica existimos y somos. Vivimos sígnicamente.
Suena un tanto estructuralista el signo, pero no lo es. Suele ser dotado de sentido,
configurado, tejido, destruido y reconfigurado. Suele ser un movimiento complejo, deja de
ser la cosa en sí misma, para constituirse en una configuración, una elaboración
necesariamente humana con contexto. El signo es local y situado.

140
El signo, a mi juicio, debería alejarse de ser la estructura, "la partícula elemental", la
unidad que hace posible el todo; es más una posibilidad de emergencia del significado,
emergencia del pensamiento, emergencia de la realidad. En suma su naturaleza constitutiva
hace parte de la posibilidad de mundos a configurar.
La pregunta es la apertura, en tal sentido, la pregunta por el signo es la configuración
deseada. La configuración es la representación del signo como poiesis, me alejo de su
comprensión como totalidad. Así, la configuración como devenir humano, sugiere ser
incompleta, inacabada. Es el deseo desde el origen de la palabra "configuración" lo que la
constituye como proyecto del devenir sobre el devenir. El signo, bajo la aurora de la
"configuración" necesariamente se aleja de la plenitud, del principio; es más un
movimiento que origina posibilidades de sentido. El signo no es ontología, es devenir
configurativo.
Signo es todo aquello que indica algo, incluyendo lo que sientes y vivencias cuando
estás, cuando meditas, cuando existes, cuando eres, y cuando vives.
Es evidente que en la actualidad está emergiendo un paradigma configuracional
(Ortiz, 2013, 2015, 2016). Estoy plenamente convencido de que la Configuralogía es el
paradigma del siglo XXI, el modelo epistémico del tercer milenio. Y no solo eso, es una
forma de pensar. Es más, la Configuralogía es una forma de vida. Pero no solo en la post
modernidad. Lo ha sido siempre, desde la aparición de la vida.
Los seres humanos no representamos la sociedad, más bien la configuramos. La
realidad social es una configuración lingüística, un signo, no una representación. La mente
humana no es un espejo, no refleja, ni representa, ni capta nada, más bien configura. El
cerebro humano configura la realidad social por medio del lenguaje. Los humanos, al
percibir, hacemos distinciones de configuraciones. Y esas configuraciones las podemos
abordar de manera científica como si fuesen entidades holísticas independientes. Las
configuraciones no describen, más bien evocan una forma, una disposición de relaciones,
una trama, un entrelazamiento, un entretejido, una urdimbre, un entramado, en fin, una red
de redes.
Actuamos según pensamos. Es imposible actuar diferente a como pensamos, porque
actuar es vivir, vivir es pensar, y pensar es actuar. Pensar y actuar, es lo mismo.
El dualismo mente/conducta es nocivo para la ciencia. Los humanos no podemos
actuar diferente a como pensamos, en un estado armónico y coherente de nuestra
personalidad. Lo que sucede es que a veces actuamos de una manera y creemos que es
diferente a como pensamos. Pero eso es imposible, porque cada vez que actuamos lo
hacemos porque estamos pensando. Ser y pensar, es lo mismo. Las biopraxis humanas
constituyen configuraciones tríadicas: sentir-pensar-actuar. El ser humano actúa como
piensa y piensa como siente. Actuamos como pensamos y sentimos. No hay acción sin
emoción. Toda actuación, toda decisión y toda razón, es emocional. Pero el proceso no es
linealidad, es configuración tríadica: sentir-pensar-actuar-pensar-sentir-pensar-actuar. Pero
no de manera secuencial sino configurativa, incluso oscilantica, como el vuelo de las
mariposas.

141
Esta concepción es contraria a la establecida por la tradición clásica en las
universidades colombianas. Cuando los docentes universitarios nos implicamos en procesos
de formación de postgrado, desaprendemos, resignificamos, reconfiguramos y
reaprendemos muchas cosas que hasta ese momento pensamos que son de una manera, pero
en realidad son de otra. Por ejemplo, en la investigación no todo puede estar planeado
anticipadamente, de lo contrario no es investigación.
Nosotros en ocasiones presentamos proyectos de investigación, y por la forma en que
los estructuramos parecen proyectos productivos, pero no son lo mismo. Lo primero que
debemos aprender en Colombia es a conceptualizar la investigación. ¿Qué es investigar?
De ahí parte todo. Investigar no es hacer y cumplir un plan previamente fijado. Investigar
es buscar, indagar, develar, desentrañar. Y para lograr eso lo importante es tener preguntas,
buenas preguntas.
Lo primero que hay que cambiar en Colombia para mejorar la calidad de la educación
superior y de la investigación, son los formatos que exigen las instituciones para planear la
investigación. Son una camisa de fuerza, un corsé.
Las universidades de talla mundial no investigan así. Cuando leemos cómo ellos
hacen ciencia o cuando desarrollamos movilidad internacional, aprendemos mucho de los
grandes talentos. Incluso un proyecto doctoral tiene mayor alcance que nuestros proyectos,
y no tiene esa rigidez en los formatos.
Un proyecto de ingeniería no es igual que un proyecto de investigación social y
humana. El proceso investigativo en las ciencias humanas y sociales es hermenéutico, no
es positivista, y por eso no todas las acciones investigativas tienen que estar previamente
determinadas, porque son emergentes, surgen en el propio proceso de investigación. Ahora
comprendo a un colega de la universidad cuando crítica a los administradores de la
investigación. Esos formatos no los diseñan los investigadores, sino los administradores, y
con eso entorpecen la dinámica de la investigación. Los profesores obedecemos y
FXPSOLPRV ODV RULHQWDFLRQHV ³GH DUULED´ SHUR ORV DIHFWDGRV VRPRV QRVRWURV ORV
LQYHVWLJDGRUHV³ORVGHDEDMR´
Hay actividades que se deciden en el proceso, emergen según la necesidad, no se
planean previamente. Todo depende del método de investigación utilizado. No existe un
solo método científico. Existen decenas de enfoques y métodos de investigación. Y cada
método tiene una dinámica diferente, flexibilidad, sin dogmatismo ni rigidez. Ya no
estamos en la época de Galileo Galilei, que se practicaba solo un método científico,
estableciéndose como universal para todas las ciencias y áreas del saber, sin tener en cuenta
la realidad ontológica de cada una de ellas.
Nos han enseñado que en toda investigación se deben formular preguntas científicas y
objetivos (general y específico), pero no es así. No necesariamente. La tradición
investigativa universitaria nos dice que en un proyecto de investigación siempre se debe
formular una pregunta problema, preguntas científicas y objetivos, sin embargo, aunque las
preguntas de investigación dan cuenta del carácter heurístico del proceso y los objetivos
dan cuenta de su naturaleza teleológica, ambas categorías están orientadas a lo mismo:
satisfacer la duda. Por lo tanto, tiene poco sentido formular preguntas de investigación y
142
también objetivos. Se deben formular preguntas u objetivos. Formular ambos es una
tautología: problema y objetivo son lo mismo.
También nos exigen que en nuestras investigaciones debemos especificar un Marco
Teórico. No necesariamente. Lo que tradicionalmente llamamos marco teórico de la
investigación ni es un marco ni es teórico. No es un marco porque la investigación social y
humana no debe enmarcarse, encuadrarse ni encasillarse, más bien es un referente. No es
teórico porque la investigación social y humana también tiene dimensiones empíricas,
legales, geográficas, contextuales, históricas. Tendría más sentido configurar los Referentes
Epistémicos.
Por otro lado, no necesariamente en toda investigación se debe explicitar un capítulo
de Antecedentes Investigativos. Los aportes de las investigaciones precedentes y
antecedentes investigativos van diluidos en todo el discurso interpretativo-comprensivo de
la investigación que se está desarrollando. El estado del arte debe permear todo el
constructo heurístico, teleológico, epistémico y metodológico de la investigación.
Asimismo, siempre nos han dicho que existen dos paradigmas, enfoques,
metodologías y tipos de investigación: cuantitativo y cualitativo. Pero esta afirmación no
tiene sustento epistemológico. Hay una ruptura o punto de inflexión en la historia de la
ciencia y de la epistemología, que introduce estas taxonomías sin sustrato epistemológico.
Lo único que es cuantitativo o cualitativo en una investigación son los datos y la
información. El ser humano observa y percibe cualidades. Lo cualitativo y lo cuantitativo
son inseparables. Lo cuantitativo es inmanente a lo cualitativo. Por lo tanto, no existen ni
paradigmas, ni enfoques, ni metodologías, ni tipos de investigación que podamos nombrar
cualitativos o cuantitativos. Esta clasificación es una falacia.
Nos dicen que el investigador debe transformar la sociedad, que toda investigación
debe estar orientada a la transformación de la sociedad. Otra falacia. El investigador no
transforma la sociedad (aunque nos duela y nos cueste creerlo). Lo más que puede hacer un
investigador es describirla, caracterizarla y comprenderla. El investigador sí puede y debe
autotransformarse. Pero son los actores sociales quienes transforman la sociedad (aplicando
los aportes del investigador). Metafóricamente: los resultados de una investigación son un
mensaje que escribimos en un papel y lo ubicamos dentro de una botella cerrada que
lanzamos al mar. Quien encuentre la botella, lea el mensaje y lo aplique, será quien
transforme la sociedad: su entorno social más cercano.
La psicología nos ha enseñado que existen procesos humanos o psíquicos internos y
procesos sociales y culturales externos. Este es un dualismo metafísico muy nocivo para la
investigación social y humana. No existen acontecimientos o procesos internos y externos
al ser humano. Solo existe un mundo y una realidad lingüísticamente configurada.
Aparentemente vemos, sentimos y experimentamos que hay un mundo interno y un mundo
o realidad externa. En definitiva, todos los días vemos que el Sol se mueve alrededor de la
tierra. Y el ser humano vivió cientos de años con esta creencia, hasta que algún día se
convirtió en duda. Gracias a Da Vinci, Copérnico y Galileo hoy tenemos otra creencia.
¿Será que esta es otra falacia y debemos también cuestionarla?

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Las metodologías clásicas de investigación nos enseñan que el investigador es un
sujeto, que debe delimitar y acotar su objeto de estudio. Otro dualismo metafísico nocivo
para la investigación social y humana. No existe un sujeto de investigación ni un objeto
externo y ajeno al investigador. El sujeto es inmanente al objeto. De ahí que sujeto y objeto
son lo mismo. Debemos abandonar las nociones de sujeto y objeto en la investigación
social y humana. El investigador en ciencias humanas y sociales es un observador que
hace distinciones y establece diferencias. Y éstas son sus propias configuraciones
conceptuales comprensivas.
Nos dicen además que la investigación científica es objetiva. A esta afirmación
podemos contraponerle la idea de que no existe objetividad pura en la ciencia. La
objetividad se exige para obligar. Es una postura dominante, colonizadora y anti-
emancipatoria. La verdad científica, si es que existe, es comunitaria y social. Toda
actividad científica es subjetiva. No subscribo el subjetivismo, pero sí la subjetividad,
porque es la esencia y naturaleza humana.
Nos exigen en la academia que toda investigación debe aplicar un método establecido
por la tradición científica. No necesariamente. Desde una mirada universal y general
podemos constatar que, en efecto, a lo largo de la historia y el devenir de la ciencia, han
proliferado modelos epistémicos, paradigmas epistemológicos, enfoques científicos y
métodos de investigación. Pero desde una mirada singular y particular, cuando estudiamos
el proceder de los científicos, vemos que existen tantos métodos de investigación como
investigadores.
Es muy común la idea de que los investigadores son teóricos y los profesores son
prácticos. Otro dualismo nocivo. No es posible desarrollar una actividad práctica sin teoría.
Por otro lado, la validez de una teoría está dada en su relación con la práctica. Teoría y
práctica son dos caras de una misma moneda: la vida. Una teoría sin práctica es muda, no
me dice nada. Pero una práctica sin teoría es ciega, no sé a dónde me dirijo.
¿La investigación científica es racional? Siempre nos dicen que debemos controlar
nuestras emociones para no contaminar el estudio con mi subjetividad. ¿Y cómo se logra
eso? El ser humano está dotado de subjetividad. No somos un objeto. No podemos vivir sin
subjetividad y sin emociones. El ser humano subvalora lo emocional para justificar
³UDFLRQDOPHQWH´VXVDFFLRQHV\GHFLVLones, que tienen un sustento emocional. La ciencia no
es ajena a esta concepción. La investigación científica no es racional, es emocional. Lo
racional y lo emocional no pueden separarse en la actividad investigativa. Todo argumento
lógico y racional lo es porque es estético y tiene un fundamento afectivo y emocional.
Investigamos lo que nos gusta. Leemos sobre temas que nos gustan. Pensamos sobre lo que
nos atrae afectivamente. Escribimos sobre lo que nos gusta y nos motiva. Publicamos
aquello que nos gusta. El deseo y las emociones movilizan la investigación científica y la
llevan a feliz término.
Nos han dicho también que en la investigación social y humana debo hacer un
experimento para argumentar la validez de mis hallazgos. Esto es un sofisma. Los procesos
humanos, psíquicos y sociales no se pueden medir, son inconmensurables, fluyen, son

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devenir. El único experimento epistemológicamente válido es la biopraxis, es decir, la
experiencia vital, la praxis de la vida cotidiana.
¿Toda investigación debe tener confiabilidad, validez y una muestra representativa?
No. La confiabilidad, la validez y la muestra representativa son una ilusión y una quimera
en la investigación social y humana. En las ciencias humanas y sociales nada es confiable,
ni válido ni representativo, porque bastaría un resultado contrario en actores no
muestreados para falsar los hallazgos. Y eso es perfectamente posible, dado el carácter
contingente de las acciones y el pensamiento humano.
La investigación social y humana no debe configurar un conocimiento científico
objetivo. Todo pensamiento y todo conocimiento es una configuración conceptual, no
podemos pensar sin configuraciones sígnicas. El ser humano es una configuración sígnica,
un signo, y la investigación también. Todo lo que el investigador dice, se lo dice a otra
persona o a sí mismo. La descripción no es lo mismo que lo que se describe. El mapa no es
HOWHUULWRULR1RSRGHPRVFRQRFHU³ODFRVDHQVt´6RORFRQRFHPRVODVGHVFULSFLRQHV6ROR
conocemos los mapas. La ciencia tiene un límite que es puesto por el lenguaje. Somos
cautivos del significado.
La investigación social y humana no debe analizarse de manera separada de la vida
humana cotidiana. La vida es inicio (primeridad), la investigación es fin (segundidad), y el
pensamiento o reflexión es el mediador (terceridad) entre la vida y la investigación. Vivir,
pensar e investigar, es lo mismo. Constituyen una configuración tríadica.
Finalmente, es preciso detallar las condiciones o requisitos para comprender el
paradigma científico emergente: asumir una actitud fenomenológica, poner entre paréntesis
nuestras creencias, y dar un salto conceptual, epistémico y epistemológico.

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