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México, DF, a 5 de agosto de 2010.

Señor Antonio Medina


Coordinador General
Agencia Notiese
PRESENTE.

Señor coordinador:

En relación con la nota, “Puertas a reformas anti matrimonio homosexual pueden ser
abiertas por la Corte, alerta Ombudsgay”, publicada ayer por Notiese, me permito
hacer las siguientes precisiones:

Se afirma en el texto que “si la Suprema Corte de Justicia de la Nación aprueba la


constitucionalidad del matrimonio universal en el DF con el enfoque de ʻgarantías
institucionalesʼ, se corre el riesgo de que el máximo tribunal del país le abra la puerta
a contrarreformas en los demás estados de la República”. Lo que yo señalé es que el
enfoque que debe prevalecer en la discusión de este asunto es el de los derechos
fundamentales (es decir, el de la igualdad y la no discriminación ante la ley y en el
acceso a las instituciones) y no el de las garantías institucionales (a saber, si se
encuentra o no garantizado y materializado mediante un diseño legal el derecho a la
formación y deber de protección de las familias). En todo caso, negar el acceso a
cualquier institución como consecuencia de los supuestos de discriminación
enunciados en el artículo 1º de la Constitución, párrafo tres, como es el caso de las
preferencias sexuales, resulta inconstitucional.

Así mismo, jamás dije que “de los siete ministros que hasta el momento respaldan el
matrimonio entre personas del mismo sexo, tres, incluido el ponente Sergio Valls,
fijaron su postura en pro de los ʻderechos fundamentalesʼ, y cuatro sostienen la tesis
de que el debate debe girar en torno a las ʻgarantías institucionalesʼ”. Mucho menos
que era “grave” ni que “dejaría la decisión final de la Corte sin efectos legales [los
matrimonios efectuados en el DF] en los 31 estados de la federación”. Lo que sí dije
es que abordar el tema desde el enfoque de las garantías institucionales por encima
del de los derechos fundamentales, era marchar por un camino diferente a lo que la
Procuraduría General de la República presentó como motivaciones de su acción de
inconstitucionalidad. Además, podría no evidenciar el carácter discriminatorio y, por
ende, inconstitucional, en el acceso a la institución civil del matrimonio y, de hecho,
generar reacciones en el resto de los estados de la República, tendientes a ʻblindarʼ la
institución del matrimonio para hacerla exclusiva a las parejas heterosexuales,
definiéndola como ʻla unión de un hombre y una mujerʼ en los textos constitucionales
locales. Esto, a su vez, haría imposible la procedencia de los recursos legales
disponibles en aras de lograr el reconocimiento de los matrimonios celebrados en el
Distrito Federal y sus efectos, en el resto de los estados.
 
Por otra parte, al expresarme sobre el matrimonio como derecho potestativo, jamás
hice referencia al diccionario de la Real Academia de la Lengua Española y tampoco
hablé de “categoría sospechosa de la orientación sexual”. Lo que dije es que restringir
el ejercicio de derechos con base en la raza, religión, identidad de género y
preferencias sexuales es constitutivo de lo que se conoce jurídicamente como
“categoría sospechosa”.

Hice efectivamente un llamado a los ministros y ministras a privilegiar el enfoque de


derechos humanos en este debate y a los activistas de derechos humanos a impedir
que se trunque el avance del colectivo LGBT con base en criterios legaloides,
bastante discutibles, mismo que reitero en esta réplica.

Aprovecho también para transmitir el comunicado que al respecto emitió el programa


Ombudsgay de i(dh)eas, Litigio Estratégico en Derechos Humanos, A.C.

Agradeceré la publicación de la presente.

Atentamente.

Alejandro Juárez Zepeda


Coordinador del Programa

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