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Quiero ahora referirme a esa ltima frase: Particip en la ltima semana en las
asambleas provinciales de Colombia (julio 21 al 23) y Brasil (julio 25 al 27). Fueron
eventos muy diferentes: el primero menor en nmero de participantes y con una
representacin ms variada y rica (muchos laicos: hombres y mujeres) de los
diferentes miembros del cuerpo apostlico que caminan en esa esquina norte del
continente; el otro con una participacin maciza de jesuitas (347) en la casa de Itaic,
cerca de Sao Paulo. Fueron dos momentos breves, pero profundos y ricos en el
encuentro de hermanos y hermanas, todos colaboradores de la nica misin que
tenemos: la reconciliacin en la justicia de evangelio.
Aquello que ms me impresion en estos dos eventos fue el cario con que nos
encontramos unos con otros. Fue grato y consolador ver los amigos y amigas, sentir los
abrazos, escuchar las risas, ser testimonio de un ambiente de alegra, de entusiasmo;
no slo de camaradera, sino de verdadera fraternidad entre nosotros. Por supuesto
que hay algunas personas a las que les cuesta ms manifestar ese cario o dejarse
querer; pero eso no significa que no hayan disfrutado el encuentro. Hay otras que
tienen en su historia relaciones difciles con colegas, o que sienten que posiciones
ideolgicas y opciones vitales les distancias de tal o cual compaero; pero se sienten
profundamente unidos al cuerpo. Algunos pocos se sentan incmodos con la
presencia de tantos laicos (hombres y mujeres) en un ambiente que tradicionalmente
era reservado para los jesuitas. Estoy convencido, sin embargo, que todas las personas
que all estbamos terminamos experimentando esos encuentros como expresin
privilegiada del CUERPO APOSTLICO que somos, y sintiendo, ms que nunca, que
juntos somos y podemos ms, que nos necesitamos; que la figura magnfica del cuerpo
que siendo uno tiene muchos miembros con funciones distintas se aplica tambin a
esta mnima Compaa de Jess, as compuesta.
Toda otra actividad nuestra en el servicio a los dems, por ms sacrificada, generosa y
cualificada que sea, perder todo su verdadero brillo y valor si estas dos premisas no
estn presentes en nuestra vida.