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las estatuas retricas o de la masa que aclama. El
proletario real de la URSS en los aos treinta tiene
bien poco que ver con las dos figuras de Mukhina,
pero debe verse como ellas, pues tal es su decreta
do sentido. El herosmo ficticio encubre una vida
penosa, legitimada, precisamente, en ese herosmo
que la desatiende y que, adems, es falso, pues el
proletario slo marca el paso de la historia, no la
hace. El ciudadano alemn se entrega a la fanfarria
de un pasado de pureza racial que le conduce a la
mayor catstrofe en la historia de Alemania y pro
clama la degeneracin de todo aquello que no est Francisco Goya, Esto es peor (Desastre nm. 37), h. 1810-20,
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hace con un costo elevado, pues ya nada verdade
ro o falso poda decirse del mundo. El libre juego
de las facultades en el que Kant centr el placer
esttico pona fuera de lugar cualquier atisbo de
conocimiento: el juicio de gusto era desinteresa
do, nada deca de la naturaleza del objeto.
Sin embargo, ya desde los primeros momentos
de la modernidad se resisti el arte a este silencio,
por gozoso que fuere, y habl de los motivos
representados, incluso pretendi decir su verdad.
Tambin ejerce aqu la irona sus derechos y nos
hace ver la distancia entre el objeto y su imagen a
la vez que la condicin (esttica, artstica, lings
tica ... ) de esa distancia: el mundo representado en
imgenes no es sino una propuesta sobre el
mundo, y no su verdad. Recupera la irona el
requisito sobre el que se haba fundado la autono
ma, pero no lo hace como un simple volver atrs,
pues en esto que ahora contempla no niega la cer
teza, la pone en duda, sustituye verdad por verosi
militud. Verdad y certeza, autenticidad, no son
sino las posibilidades de lo que se propone, posi
bilidades que no pueden verificarse en su propio
terreno, el del arte, y que, por ello mismo, no pue
den ser sino eso, propuestas.
Si las estatuas de Mukhina no nos dicen que el
proletariado es as, si nicamente se plantean
como una propuesta sobre la condicin del prole
tariado, entonces podemos verlas con ojos bien Francisco Goya, Perro 5emihundido, h. 1819-1823,
distintos de aquel que se entrega (a su verdad) y Madrid, Prado.
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