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JEAN STAROBINSKI LA RELACION CRITICA (Psicoandlisis y literatura) taurus CUADERNOS P4## DIALOGO “S a3q I A. JALONES PARA UNA HISTORIA DEL CONCEPTO DE IMAGINACION La imaginacién literaria no es sino el desarrollo par- ticular de una facultad mucho mas general, inseparable de la actividad misma de la conciencia. El problema co- rresponde por derecho a fildsofos y psicdélogos: la teoria literaria, como en otros muchos casos, recurre a una no- cién nacida del dominio propio de Ia literatura, y cuyo valor’ desborda el campo de la creacién literaria. Si el término carece de especificidad y exige ser mas precisado, tiene al menos la ventaja de describir aquello que rela- ciona el acto de escribir con los datos fundamentales de la condicién humana: contribuye a establecer un vinculo necesario entre la teoria mas general de la conciencia y la teoria de la literatura. La imaginaci6n, insinuada en la misma percepcion', mezclada con las operaciones de la memoria’, abriendo en torno nuestro el horizonte de lo posible, acompafiando el proyecto, la esperanza, el miedo, las conjeturas, —la imaginacién es mucho mas que una facultad de evocar imagenes que dupliquen el mundo de nuestras percepcio- nes directas: es un poder de diveregncia gracias al cual nos representamos las cosas distantes y nos distanciamos de ' Kant. La imaginacién es un notwendiger Ingrediens de la percep- cién misma. «En Ja percepcién mds rigurosa esta presente siempre la imaginacién; se muestra a cada instante y a cada instante es eliminada por una investigacién inmediatan (Atatn, Eléments de philosophie, 19 ed., 1941, p. 54). 2 wie Umjormung der Bilder und bildlichen Zusammenhinge, wie sie in dem Erinnern stattfindet, ist indes nur der einfach ste und darum am meisten unterrichtende Fall der Bildungsprozesse, welche die Phantasie charakterisierenn (W. Durex, Das Erlebnis und die Dich- tung, 5 ed., 1961, p. 183. 137 las realidades presentes. De ali esa aibigiiedial que contramos siempre: la imaginacién, como anticipn y pre viene, sirve a Ja accion, esboza ante nosotros la conf lau racion de lo realizable, antes de que sea realizado, En est: primer sentido la imaginacién coopera con la «funcién dc realidad», ya que nuestra adaptacién al mundo cxige que salgamos del instante presente, que sobrepasemos los da tos del mundo inmediato, para alcanzar mentalmente un futuro antes indistinto. Pero, la conciencia imaginante, al volver la espalda al universo evidente que el presente acu- mula en torno nuestro, puede también tomar sus distan- cias y proyectar sus fabulaciones en una direccidén en la que no tiene por qué tener en cuenta la posibilidad de una coincidencia con el acontecimiento: en este segundo sen- tido, es ficcién, juego, o suefio, error mds o menos volun- tario, fascinacién pura. Lejos de contribuir a la «funcién de realidad», alivia nuestra existencia arrastrandola a la regién de los «fantasmas». As{, contribuye sucesivamente a ampliar nuestra dominacién practica sobre Jo real, o a romper los vinculos que a él nos ligan. Y, lo que viene a complicar atin mas las cosas, nada garantiza e) éxito de la imaginacién anticipadora: corre siempre el riesgo de no recibir la confirmacion que espera, y de no haber pro- vocado sino una vana imagen de nuestra esperanza. En contraposicién, hay que reconocer que la imaginacién mas delicada conserva siempre una realidad propia, a la que pueden recurrir todas las actividades psiquicas. Es un dato entre otros datos. Si en toda vida practica, exis- te necesariamente una imaginacién de lo real, vemos cémo también subsiste, en el mayor desorden de image- nes, una realidad de lo imaginario* Vemos claramente que es posible aducir toda la lite- ratura como ejemplo de actividad imaginaria‘. En una acepcion tan amplia, la idea de imaginacién sdéJo tendra valor general, definiendo la apelacién al signo verbal (au- * Ver las observaciones de Kart Jaspers sobre la Phantasie, en Philo- sophie, t. IT, ed. 1956, pp. 282-284: «Phantasie ist die positive Bedingung filr die Verwirklichung der Ezistenz.. Durch die Gefahr der unver- bindlichen Isolierung ist Phantasie als absolutes Bewusstsein zwideutio; sie kann tiefste Offenbarung und zunichtmachende Tatischung sein». Es muy ttil consultar la obra de Hans Kunz, Die anthropologische Bedeutung der Phantasie, 2 vols. (=Studia Philosophica, supplemen- tum 3), Basilea, 1946. « J.P. SanrRe, L'Imaginaire, p. 242: «El objeto estético se ve constitui- do y aprehendido por una conciencia imaginante que lo afirma como irrealy. 138 TT ditivo o visual) y ala representacion mental, utilizados. sin referencia inmediata a la realidad empirica, con vis- tas a la consecucién de placer estético. Sin embargo, ya se han realizado algunas subdivisio- nes restrictivas: ha quedado excluida la imaginacién «pasiva», la imaginacion «reproductiva»; el libro ya no cs imaginacién «esbozada», sino que esta de Heno en el reino de la imaginacién creadora, de la «imaginacién dete- nida»’ (Ribot). Todavia no es suficiente, Para que el térmi- no alcance un valor operativo en Ja critica literaria, es pre- ciso que intervengan nuevas distinciones, delimitando acepciones mds restringidas, orientaciones especificas de la actividad imaginante. En la actualidad vemos aparecer trabajos consagrados a la descripcion de la fantasia. del «universo imaginario» o de la «imaginacién material» de los escritores *; estos trabajos, segtin declaran sus auto- res, pretenden iluminar un aspecto limitado de las obra: una zona particular de la creacién literaria; son empefios parciales, que se proponen aislar su objeto entre los ele- mentos constitutivos de la obra. Para estos criticos la imaginacién se expande en un dominio determinado: la imagen, el simbolo, el mito, el suefio o la ensofiacion, las combinaciones inestables del deseo y la sensacion. Explo- ran lo imaginario como gedlogos prospectando un mine- ral precioso desigualmente extendido por el subsuelo —es- caso aqui, abundante aculla. Para ellos lo imaginaria no es coextensivo al movimiento de la obra: es sélo un com- ponente. Esta deteccién de lo imaginario sdlo es posible cuando se considera la imaginacién en una acepcién es- tricta, diferente del sentido amplio, donde no es otra co- sa que la facultad de representaciédn cuyo ejercicio es condicién necesaria (pero no suficiente) de toda produc- cién y de todo placer estético. La idea de imaginacion, en su riqueza y extensibilidad, abre un campo tan amplio que el ojo mas entrenado no deja de mirar sin vértigo: pues no es posible proceder a Jas clasificaciones habituales que distinguen sentidos in- compatibles. La imaginacién en sentido amplio y la ima- ginacién en sentido estricto no se oponen: forman una 5 Tufovute Riwot, Essai sur l'imagination créatrice, Paris, 1900. * Entre los trabajos més recientes nos remitimos a los de J, B. Ba- rrére, J.P. Richard, G. Poulet, F. Germain, etc. (entre los autores en francés). 7 Jean-Paut Sartre, L'Imaginaire, Paris, 1940. 139 continuidad. Las investigaciones que abordan cl problema de la imaginacién limitandose a uno u otro de sus aspec- tos extremos, presuponen siempre prolongaciones impli- citas. Cuando Sartre’ estudia lo imaginario, se dedica a describir el poder muy general que tiene la conciencia de irrealizarse en la actividad imaginante; pero la teoria de Sartre no deja de tener consecuencias para la com- prension de la literatura y del simbole. Cuando Gaston Bachelard * se interesa por la imaginacién, se vuelve ha- cia los momentos privilegiados de la invencién poética: de esta manera, elabora una teoria de la relacién con el mundo, donde el reino de Ja poesia se extiende mucho mas alla de las fronteras de la «literatura». eComo han Hegado hasta nosotros tales problemas? Es el momento de esbozar a grandes rasgos la historia de la idea de imaginacion, en sus relaciones con la litera- tura. La palabra gwvasia (y su equivalente latino imagina tio), que alude en Platon a una combinacién de sensa- cién y opinion, en Aristdteles el movimiento interior con- secutivo a la sensacion, en los estoicos a la sensacién mis ma, designa una actividad preocupada por la apariencia de las cosas. La imaginacion, facultad intermedia entre el sentir y el pensar, no posee (segtin la teorfa cldsica co- mun) ni la evidencia de Ja sensacién directa, ni la cohe- rencia ldégica del razonamiento abstracto. Su dominio es el parecer y no el ser. Su situacién intermedia hace que no sea ni un punto de Ilegada efectivo, ni un punto de des- tino legitimo: secundaria y derivada en relacién a la sen- sacion, es preliminar en relacién a la actividad de la in- teligencia, que debe volverla a someter a control. Lo ima- ginado no tiene la consistencia ontoldgica del objeto per- cibido ni la de la esencia ideal: para el hombre que quiere ejercer la plena latitud de los poderes humanos, la imagi- nacion es un momento, una operacion transitoria. Si el arte, como afirma Platdén, es imitacién de una apariencia (nipyars gaveaspacng) es, por tanto, productor de una se- gunda apariencia, de una imagen de la imagen. Sin em- * Gaston Bacuretarp, La Psychanalyse du feu, 1938; L'Eau et les Réves, 1942; L'Air et les Songes, 1943; La Terre et les Réveries du repos, 1948; La Terre et les Réveries de la volonté, 1948; La Poétique de l'espace, 1957; La Poétique de la Réverie, 1960. 140 bargo, hay imagenes de imagenes que se apoderan de la conviccién de! que las contempla: son consideradas ve- rosimiles. Gracias a la quycxsia, la actividad mimética —bajo el control del juicio que decide sobre lo verosi- mil— puede crear la imagen semejante (6j0!mya)*. gHay que recordarlo? El principal debate versa sobre las con- diciones de éxito de la pipyss, sobre su valor ético, sobre su sentido entre las actividades humanas. Las no- ciones de gavtasia, de gdvzuspa o dviwya permanecen sub- yacentes, ya que no hay mimesis sino por y para la ima- ginacién ". Y en raz6n de esta alianza forzosa el arte in- curre en una condena que le reduce a no ser mas que una seduccion perniciosa 0, en el mejor de los casos, un jue: go sin consecuencias. La debilidad ontoldgica de lo ima- ginario compromete al arte y lo apresa en la region del no-ser y de la mentira. =Debemos concluir que Ja tradicion filoséfica nos in- vita sin reservas a desconfiar de la yayzasia? El problema es mas complejo, y las observaciones siguientes nos ayu- daran a comprenderlo. a. La apelacion a lo imaginario —es decir, a la ima- gen o a una apariencia de accidn real o verosimil— es la condicién necesaria de la catharsis. Pues lo imaginario conserva, por una parte, el poder que tiene la realidad de provocar nuestras pasiones, de resonar en las profundi- dades de nuestros cuerpos; por otra parte, no siendo real el acontecimiento representado, la emocién que suscita se podra gastar puramente: (en «pura» pérdida): de ahi, el efecto de purgacién, de catharsis "'. La nocién de imagi- 7S, H. Burcu, Aristotle's Theory of Poetry and Fine Art, 4+ ed., 1907. * Para una aproximacién mas detallada de estos problemas no po- demos dejar de remitir al muy completo estudio de M. W. Bonpy, The Theory oj Imagination in classical and mediaeval Thought, Univ of Illinois, Studies in Language and Literature, vol. XII, mayo-agosto de 1927, nums. 23. “Cf. Burcusr, op. cit., p. 127: «Art does not attempt to embody the objective reality of things, but only their sensible appearances. Indeed, by the very principle of Aristotle's philosophy, it can present no more than a semblance: for it impress the artistic form upon a matter which is not proper to that form. Thus is severs itself from material reality and the corresponding wants. Herein lies the secret of its emancipating power. The real emotions, the positive needs of life, have always in them some elements of disquiet. By the union of a form with a matter which in the world of experience is alien to it, a magical effect is wrought. ‘The pressure of everyday reality is remo ed, and the aesthetic emotion is released as an independent reality». 141 nario nos conduce pues a la de «liberacién» —por inter- medio del gasto pasional suscitado por la ilusion. A lo que se afiade el hecho de que un destino representado, es de- cir, desarrollado en la sustancia de la palabra y de lo ima- ginario, es un destino dominado. 6. La imaginacién, aunque tributaria de la vida del cuerpo, no dispone (seguin los antiguos) de sus imagenes en completa libertad. La imagen, especialmente en el sue- fio, se nos impone con una especie de espontaneidad, de autonomia, como alumbrada por una luz que le es propia, y que no somos duefios de rechazar. Si, como dice Aristé- teles, la imaginacién es un movimiento engendrado por la sensacion en acto (De Anima, III, 3), este movimiento se impone desde el exterior de nuestro intelecto, tiene una especie de objetividad degradada. Y Aristételes, por me- dio de la etimologia, nos explica que la imaginacién esta también habitada por Ja luz que ilumina los objetos ex- teriores. «

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