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JEAN ALLOUCH EL PSICOANALISIS éES UN EJERCICIO ESPIRITUAL? RESPUESTA A MICHEL FOUCAULT élcvenco de teorfa y ensayo Ediciongs litgralgs ENVIO La acci6n de Michel Foucault apuntaba mis alla del “pensa- miento”. Cualquiera fuese el terreno, sus intervenciones eran in- disociablemente teéricas y politicas. Tal observacién, que entre muchos otros también hiciera Gilles Deleuze, hoy parece senci- Ilamente banal. Pero sobre todo esas intervenciones, como una cuestién de estilo, estaban al tanto de sus propios limites y por ello se acercaban a las intervenciones del psicoanalista: no se trataba, por ejemplo, de hablar en nombre de quienes estaban en prision, ni tampoco de indicarles cémo actuar; si en cambio era posible suscitar su accion. En 1978, Foucault lo explica: Si no digo lo que hay que hacer, no es porque crea que no hay nada que hacer. Todo lo contrario, pienso que hay mil cosas que hacer, que inventar, que forjar por parte de aquellos que reconocen las relaciones de poder en las cua- les estan implicados y han decidido resistirse a ellas 0 es- capar de ellas. Desde ese punto de vista, toda mi investi- gacién se basa en un postulado de un optimismo absoluto. No realizo mis andlisis para decir: las cosas son asi, uste- des estan atrapados. No digo esas cosas sino en la medida en que considero que eso permite transformarlas.’ ' Declaraciéna D. Trombadori (Dits et écrits, t. IV, Paris, Gallimard, 1994, p. 93). ELL PSICOANALISIS, ZES UN EJERCICIO ESPIRITUAL? RESPUESTA 4 MICHEL FOUCAULT Esa discreta, sutil y activa abstenci6n se percibié muy clara- mente. No hace falta como prueba de ello mas que una extrafia declaracién de amor que nos asaltaba los dias 2 y 3 de octubre de 2004 al recorrer las salas del Palais de Tokyo durante las llamadas “24 horas Foucault”, una declaracién modulada en diversas figu- ras que aqui se reproducen en la tapa. EI psicondlisis también le interesaba a Foucault. Particular- mente Lacan, con el que se cruza en varias ocasiones.’ El 22 de febrero de 1969, Lacan asistié a la conferencia “;Qué es un au- tor?” dictada en la Sociedad francesa de filosofia. Allf el psicoa- nalisis era designado y situado como “discurso”. En la siguiente sesién de su seminario, Lacan proseguia lo que habfa escuchado produciendo su doctrina de los cuatro discursos. Foucault no le habia dicho lo que habfa que hacer, pero él actuaba a partir de lo que Foucault habfa dicho (algo que Foucault, reticente ante toda formalizacién de los discursos, no iba a avalar). ¢Se ha sefialado lo inaudito de ese juego de ping-pong en aquel momento? Al res- ponder asf, Lacan aceptaba, ratificaba y hasta constituia (es posible llegar a eso) el hecho de que el psicoandlisis pudiera recibir su estatuto de alguien que no pertenecia al serrallo. , Algo nunca visto, desde lo inmemorial para un psicoanalista! Lacan reaccionaba ante las afir- maciones de Foucault como uno de los numerosos prisioneros que se sublevaron ante el llamado del Grupo de intervencién en las prisiones (GIP). Lo de prisionero, ademis, le queda bien. ; Aca- Ver Mayette Viltard, “Foucault-Lacan: la legon des Ménines”,L'Unebévue, n° 12, Paris, EPEL, primavera de 1999 [en espafiol en Litoral, n° 28, Cérdoba, Edelp, Octubre de 1999]. Michel Foucault, “Qu’est-ce qu'un auteur?”. Primero publicada en el Bulletin de la Société francaise de philosophie (aio 63, n° 3, julio-septiembre de 1969), esta con- ferencia fue reeditada en Littoral, n° 9, Toulouse, Erés, junio de 1983 [en espaiiol en Litoral n° 25/26, Edelp, Cérdoba, Mayo de 1988}, luego en Dits et écrits, t. 1, Parts, Gallimard, 1994, p. 789-821, [en esp., Obras esenciales, V.1, Espafia, Paidés, p. 329- 360). ENvIO so no basé su concepcién del “tiempo légico” en la situacién colec- tiva de tres prisioneros? El 6 de enero de 1982, una nueva y no menos ambiciosa in- tervencién de Foucault referida al psicoandlisis. Lacan ha muerto hace cuatro meses y Foucault ha sido inducido a expresar su opini6n sobre Lacan luego de su fallecimiento (de lo cual habla- remos mds adelante). ¢De qué se trata esta vez? Como en 1969, del estatuto mismo del psicoanilisis. Pero la problematica es di- ferente. Esa nueva intervencién parte de una constataci6n, por otra parte la misma que habfa hecho Lacan hacia poco: el psicoanilisis No es una ciencia, sino una “forma del saber” (un delirio, segtin Lacan en aquella época). Una ciencia, para ser accesible, no exige ninguna conversi6n del sujeto, ni promete la menor iluminacién al final. Un concepto como el de “subjetivaci6n”, esencial en Lacan y ultimamente en Foucault, no tiene lugar alli, ni desempefia nin- gun papel. Noes posible, prosigue Foucault, intentar asimilar a la estructura de la ciencia esa “falsa ciencia” que es el psicoanilisis. Pero esto no quiere decir que se halle en una posici6n atépica ~aunque yo agregarfa que para el psicoanalista sigue siendo gran- de la tentacién de llevar el cardcter efectivamente inédito de la invencién freudiana hasta lo que quisiera ser una radical atopfa. No, la forma de saber que fue llamada “psicoanalisis” no es abso- lutamente nueva, como lo comprueba el hecho de que sea posible realizar una genealogia de ella. Por lo tanto, no es ciencia, pero tampoco religién. Asimilar el psicoandlisis a una religién es un error y “no aporta nada”. El terreno entonces ya est4 despejado. En cambio, muchos elemen- tos presentes en el psicoanilisis, y mas claramente en Lacan que en ningwn otro, le parecen a Foucault otras tantas recuperaciones de exigencias que correspondieron a la espiritualidad o, mAs pre- EL PSICOANALISIS, ZFS UN FJERCICIO ESPIRITUAL? RESPUESTA A MICHEL FOUCAULT cisamente y también mds certeramente, a la espiritualidad de las escuelas filos6ficas antiguas que describiré en el curso sobre “la hermenéutica del sujeto”. ;Es fundada esta comparacién? Estu- diando una por una dichas exigencias, intentaremos responder a esta pregunta. Por el momento, Foucault menciona la cuestién bifronte, si es que no unilateral como una banda de Moebius, del ser del sujeto: equé debe ser para acceder a la verdad? ¢¥ qué transformacién produce en el sujeto su acceso a la verdad? Destaca entonces la presencia de esta cuestién, “absolutamente tipica de la espirituali- dad”, en el psicoan4lisis y en el marxismo. Al evocar en ese caso al psicoanilisis, Foucault tiene en mente a Lacan, y no se advierte cémo se podria refutar su observacién desde el lado de Lacan. Observacién que aclara asi: Quiero decir que encontrardn en esas formas de saber las cuestiones, los interrogantes, las exigencias que, me pa- rece ~asumiendo una perspectiva histérica de unos mile- nios, al menos uno o dos-, son las mas antiguas, las mas fundamentales cuestiones de la epimeleia heautou y por lo tanto, de la espiritualidad como condicién de acceso a la verdad. Lo que ha sucedido, por supuesto, es que ninguna de estas dos formas de saber, de manera clara y audaz, ha considerado muy explicitamente ese punto de vista. Se han procurado ocultar las condiciones de espiritualidad pro- pias de esas formas de saber dentro de un determinado numero de formas sociales.* ‘Michel Foucault, L’Hermenéutique du sujet, cours au Collége de France. 1981-1982, Paris, “Hautes études”, Gallimard, Seuil, 2001, p. 30-31. Edicién establecida bajo la direccién de Francois Ewald y Alessandro Fontana por Frédéric Gros. (En espaiiol: La Hermenéutica del sujeto, México, EC.E.,2002, p. 43. En adelante HS} 10 ENVIO, Pero sobre todo agrega esta otra proposicién que por otro lado puede ser tomada como una retractacién: “No digo en absoluto que sean formas de espiritualidad.” Una agudeza de Foucault: en 1982, sabe que no le corresponde exponer que el psicoanilisis es un movimiento espiritual, como tampoco le correspondia en 1969 descontar la existencia de un “discurso psicoanalitico” aun cuan- do le daba al psicoanilisis el alcance de un régimen discursivo. No obstante, en el seno mismo de esa abstencién y gracias a ella, hace un llamado al analista sugiriéndole que considere su posicién, explicitamente y como nunca antes se habfa hecho, desde el punto de vista de la espiritualidad. Una mascara puede caer. jChécala! Aquf también nos rendiremos (rendirse... como quien depo- ne las armas)* ante la convocatoria de Michel Foucault. * Elverboen francés es.e rendre, usadoen el sentido de “acudir; aceptar”, pero que también significa “rendirse; entregarse; capitular”, de ahiel juego de palabras en el original que en la traducci6n se intenta mantener [T.]. Carfruto I iChoécala! Piensen solamente, mds alld de nuestro punto de vista actual, en las consecuencias del paso que dariamos nada mds que aceptando esta suposicién [de que hay transferencia de pensamiento: es gibt Gedankentibertragung). Lo que el cus- todio de San Dionisio tenia la costumbre de ahadir al relato del martirio del santo sigue siendo cierto. Después que le cor- taron la cabeza, San Dionisio la habria recogido y se habria marchado llevindola bajo el brazo. Y el custodio agregaba: “En casos semejantes, s6lo cuesta dar el primer paso. Después, todo funciona solo.” SIGMUND FREUD, “Psicoanilisis y telepatia”. De modo que la vida espiritual se habria retirado comple- tamente de los cielos [se trata de Proust] y de los mundos del mds alld: su campo de fuerza es la pobreza de este mundo, la calle, la alcoba, el salén, GEORGES BATAILLE, “Marcel Proust”. Antes bien deberiamos buscar nuestros modelos en lo que permanece incomprendido y sin embargo tan vivo dentro de lo que la tradicién nos ha legado fragmentariamente como ejer- cictos del escepticismo, en tanto que no son simplemente jue- gos brillantes entre doctrinas opuestas, sino por el contrario verdaderos ejercicios espirituales, que seguramente correspon- dian a una praxis ética, que le da su verdadera densidad a lo tebrico que nos ha quedado con ese titulo y bajo esa rubrica. JACQUES LACAN, La légica del fantasma. UN PASO AL COSTADO Un titulo como La hermenéutica del sujeto, ;no era capaz de zumbarles en el ofdo a los psicoanalistas, en primer lugar a los lacanianos? A la distancia, actualmente no se puede asumir que ese curso de Michel Foucault, publicado en 2001, haya tenido importancia para ellos. Tal vez se sospechd, si es que se lo leyé*, que tenerloen cuenta implicarfa demasiados trastornos dentro de la teoria asi como dentro de la practica psicoanaliticas. Sea como sea y mds radicalmente, ;serfa posible que las trans- formaciones a las cuales Foucault invita al psicoandlisis (pronto diré cuales) sean precisamente las que le convienen en adelante? Pero qué pasé entonces para que se impusiera ese gesto de redo- blara Lacan por parte de Foucault? Tomemos El poder psiquidtrico’, No hay una sola referencia a La hermenéutica del sujeto en las diversas contribuciones reunidasen Le Bloc-notes de la psychanalyse, n° 19 (Ginebra, Georg Editeur, 2004-2005), aun cuado se titula “Espiritualidad”. Tampoco se menciona en la revista Topique, n° 85 (Paris, L'Esprit du temps, 2004), que se titula “Las espiritualidades”. Ningunode los colaboradores de esas dos revistas, conocidos como psicoanalistas, se pregunta sicl psicoandlisisa su vez seria una figura de Ia espiritualidad, Se abocan o bien a comentar a Freud, o bien a considerar la espiritualidad como uno de los posibles objetos de los que tratarfa el psicoanslisis. Solamente un fildsofo, Claude Raphaél Samama, en Le Bloc-notes de la psychanalyse, califica a Freud de “profeta” y se aventura masallé. Michel Foucault, Le Pouvoir psychiatrique, cours au Callage de France 1973-1974, Paris, “Hautes études”, Gallimard, Ed. du Seuil, 2003, Edicién establecida bajo la direccién de Francois Ewald y Alessandro Fontana por Jacques Lagrange [en esp., El poder psiquidtrico, curso en el Collage de France 73-74, FCE, Argentina, 2005, en adelante PP]. EL PSICOANALISIS, ZES UN EJERCICIO ESPIRITUAL? RESPUESTA A MICHEL FOUCAULT Los anormates’ y La hermenéutica del sujeto. Salta a |a vista al leer esos textos, especialmente el tiltimo, que se trata nada menos que de la genealogfa del psicoandlisis. Segtin Foucault: “Genealogia quiere decir que realizo el andlisis a partir de una cuestién pre- sente”.® Dicha cuesti6n, de la que me apropio por la sencilla razon de que pareciera ser actualmente una cuestidn para cualquiera, es la siguiente: -] cuando actualmente vemos la significacién, o mas bien la casi total ausencia de significacién, que les damosa expresiones sin embargo muy usuales y que no dejan de aparecer en nuestro discurso como: volver en si, liberarse, ser uno mismo, ser auténtico, etc., cuando vemos la ausen- cia de significacién y de pensamiento que hay en cada una de esas expresiones usadas hoy, creo que no hay que estar muy orgullosos de los esfuerzos que hacemos ahora para reconstituir una ética de sf. [...] dentro del movimiento que ahora nos hace a la vez referirnos incesantemente a esa ética de sf sin darle nunca un contenido, pienso que cabe sospechar algo que serfa una imposibilidad de constituir hoy una ética de sf, cuando tal vez sea una tarea urgente, fundamental, polfticamente indispensable constituir una ética de si, si después de todo es cierto que no hay otro punto, primero y ultimo, de resistencia al poder polftico mis que en la relacién de si consigo mismo.’ 7M. Foucault, Les Anormaus, cours au College de France 1974-1975, Paris, “Hautes études”, Gallimard, Ed. du Scuil, 1999. Edicién establecida bajo la direccién de Frangois Ewald y Alessandro Fontana por Valerio Marchetti y Antonella Salomoni [enesp., Losanormales, México, FCE, 2004, en adelante LA). * M. Foucault, “Le souci de la vérité” (mayo de 1984), en Dits et écrits,. IV, n° 350, [en esp.,"El cuidado dela verdad”, Obras esenciales, t. II, Barcelona, Paidés, p. 369-380]. ° -M. Foucault, HS, p. 246 (curso del 17 de febrero de 1982). UN PASO AL COSTADO. Pero también, dentro de La hermenéutica del sujeto, esta el tex- to de Frédéric Gros titulado “Situacién del curso”, que tiene su importancia. Frédéric Gros no fue el nico que se planteé la cues- tién del giro realizado por Foucaulta fines de los aftos 1970. Exce- lentes trabajos se dedican a ello, en particular los de Judith Revel y Mathieu Potte-Bonneville."” Un acervo al que cabe agregar el de- bate de Arnold Davidson con Pierre Hador, inspirador y después critico de Foucault." Para indicar aquello que vuelve tan indispensable, por el lado de Lacan, recurrir actualmente a una genealogia del psicoanilisis, expondré lo siguiente: después de mas de un siglo, a fuerza de ha- berse devanado los sesos en todos los sentidos, el psicoandlisis ha legado a no saber ya en dénde est4, adénde pertenece ni tampoco qué es. Algo que, aun teniendo efectos positivos, particularmente efectos criticos, sin embargo tiene consecuencias molestas en varios planos. Quizds no tanto en la practica misma (prctica que de algu- na manera es sostenida por el dispositivo freudiano, aunque haga falta examinarla més en detalle, pues a veces se descubre que ese dispositivo se coloca del lado del discurso del amo), sino mAs bien, por una parte, en lo que podemos llamar la posicién del psicoandli- sis dentro de la episteme y, por otra parte, en la manera en que el psicoanilisis tiene que presentarse en lo social a fin de poder subsis- tir, aunque fuera al modo de un pardsito. gCémoelegirfa una polf- tica de la cual apropiarse, si ya no sabe ni quién es ni lo que es? No tomaré mas que un solo indicio de la actual desorienta- cidn: el combate que se llevé a cabo en Francia contra la evalua- "© Judith Revel, Michel Foucault, Expériences de la pensée, Parts, Bordas, 2005; Mathieu Potte-Bonneville, Michel Foucault, Uinguiétude de U histoire, Paris, PUF, 2004. Pierre Hadot, “Réflexions sur la notion de ‘culture de soi”, en Michel Foucault philosophe, Paris, Eid. du Seuil, 1989. Arnold Davidson, “Ethics and Ascetics: Foucault, the History of Ethics in Ancient Thought”, en Jan Goldstein (ed.), Foucault and the Writing of History, Oxford, Basil Blackwell, 1994, p. 63-80. EL PSICOANALISIS, ZES UN EJERCICIO ESPIRITUAL? RESPUESTA A MICHEL FOUCAULT ci6n y las terapias comportamentales cortas. gCémo se reaccioné politicamente a nivel institucional? Conformando una especie de frente “psi” y devolviéndole consistencia al mismo tiempo al hu- manismo, que vuelve tan trascendente al sujeto que por principio deberia escapar de toda evaluacién. Se cae ademas en plena con- tradiccién, porque quienes vociferaron con raz6n en contra de la evaluaci6n nose privan, como atestiguan sus escritos, de evaluar con toda la fuerza, en particular usando el diagnéstico larga manu. Ese sujeto que escaparfa de toda evaluacién, el sujeto “humanis- ta”, noes el de Lacan. Por cierto, el recurso a ¢se sujeto pretende ser un arma con- tra la desastrosa y poderosa tentativa actual de reabsorcién del sujeto en el individuo, El individuo, el indivis, es el sujeto esta- distico, vale decir, disuelto dentro de la estadistica” (la estadisti- ca supone que el mismo individuo responde a la pregunta 3 y a la pregunta 12 del formulario que hay que Ilenar,a cada una ya todas las preguntas; eliminen esa suposicién, y ya no es posible ningtin cdlculo). ;Pero acaso se advirtié en ese combate justo que as{ se estaba reviviendo lo que Foucault distingufa en 1973- Sin duda que no. Por otro 1974 denominandola “funcién psi” lado, que yo sepa ningtin foucaultiano participé ni fue asociado con ese combate donde sin embargo tomaron parte Philippe Sollers, Jean-Claude Milner, Bernard Henry Lévy y muchos otros, que no eran “psi”, El aval que de ese modo se otorgé a los psis de cualquier indole tiene que pagarse con algtin costo para el psicoanilisis. Al conformar semejante comunidad psi, insertandose a su vez enella, por cierto que se olvidaban abiertamente un determina- do numero de indicaciones valiosas de Lacan, por ejemplo la de aude Milner, Le Juifde savoir, Paris, Grasset, 2006, p. 214-217. 20 UN PASO AL COSTADO que no valfa la pena “psicoterapiar” el psiquismo —la misma palabra es tan fea que en efecto no vale la pena. Pero también se reforzaba la idea del psicoandlisis como una pastoral, como casi naturalmente al servicio del bien puiblico de nuestras sociedades —lo que se lee claramente ademas en algunos autores que identi- fican el combate psicoanalitico con el de la democracia. Segiin ellos, el psicoandlisis necesita de la democracia (y la experiencia latinoamericana deberia pues pronunciarse de manera sin du- das matizada, aunque también la de los gringos, cuyo estilo de democracia hizo afiicos el psicoandlisis, que se supone le sumi- nistra ciudadanos adaptados, y atin mAs con la actual busqueda desenfrenada de consenso).'’ Sin embargo, no podriamos dedu- cir la recfproca sin mas: que el psicoanilisis necesite de la demo- cracia (aceptémoslo por un momento) no implica que la demo- cracia necesite del psicoandlisis. Tomémoslo como una defini- cid! al vez no haya verdadera democracia sino alli donde la modalidad situada en el poder tolera en su seno otros funciona- mientos de esa misma modalidad (un problema que se enfoca en las Ilamadas sectas) y otras modalidades que no convergen nece- sariamente con ella. Seguin esta exigente definicién, como ve- mos, y sin evocar siquiera la esclavitud, la Atenas que maté a Sécrates no merece ser llamada una democracia. Se terminé admitiendo, junto a Lacan, que el psicoanilisis no era una ciencia. Lacan tapa entonces como puede el agujero que él mismo abriera. Lo llama “un delirio del cual se espera que traiga una ciencia”. Tal definicién era cierta en aquella época, al menos para él, pues estaba enredado en el delirio del borromeoa la espe- rade su cientificidad. No obstante, usar una categoria psiquidtri- ca, el delirio, para darle su estatuto al psicoandlisis parecfa, mas 8 Gf. Pierre-Henri Castel, “Dissidence et consensus: unité dela psychanalyse vue de New York", Quid pro quo, Parfs, EPEL, 2006. 21 EL PSICOANALISIS, ZES UN EJERCICIO ESPIRITUAL? RESPUESTA A MICHEL FOUCAULT que extrafio, inconveniente. En primer lugar, si hay delirio, son miiltiples y estan lejos de ser compartidos (como en el caso del borromeo). Ademis, se permanece asf bajo la ensefia de la “fun- cién psi”, y al hacerlo, uno se engafia y engafia a su mundo. Tal vez no sea tan malo que uno engafie a su mundo. Pero, acaso hoy tiene el psicoanilisis la fuerza para usar la funcién psi como una apariencia? ;Para servirse de ella sin servirle a ella? :E incluso, porque tal vez sea posible llegar hasta allf, para servirse de ella sirviéndole? La funci6n psi actualmente se ha vuelto tan potente en Occidente que nada parece mas lejano. Por cierto, hay algunos que han asumido la funcié6n psi y llevan adelante dentro de las instituciones “psi” un verdadero combate contra las decisiones erréneas, alienantes que aquélla suscita. Son personas discretas, no gritan lo que hacen por encima de los techos. No obstante, ocasionalmente expresan hasta qué punto su posicién y su accién se vuelven cada dia mas dificiles. Lo atestigua su combate incluso en contra de la institucién que les paga; no son la regla, sino la excepcién. Hay connivencia e incluso confluencia entre la promoci6n de la funcién psi y la medicalizacién del psicoandlisis. Sencillamente porque, histéricamente, aquélla tomé el camino de ésta tltima. éY qué ha pasado después de la muerte de Lacan? Un retorno masivo entre los lacanianos del saber ubicado en posicién de agente de la acci6n terapéutica (retorno que es posible observar en los grupos lacanianos numéricamente mas importantes, pero tam- bién en otros, donde Lacan es tomado como uno mas). ;Qué decir al respecto? Que Lacan, después de Freud al que también le suce- dié la misma desventura, fracasé en desprender el andlisis de esa psicomedicina para cuyo ejercicio no hay ninguna necesidad de ser médico. La obra de Arnold Davidson traducida recientemen- te al francés, en mi opinién, constituye un punto definitivo al 22 UN PASO AL COSTADO respecto": a los psiquiatras del siglo XIX no les habr4 hecho falta nada menos que inventar la sexualidad, y aquello que la acompa- fia, la funcién psi, para llegar a imitar mas o menos el movimiento an4tomo-clinico que en la misma época, con Bichat, daba las prue- bas mas evidentes de sus conquistas. Salvo que esa laboriosa imita- cién no habrd engajiado sino a quienes hayan tenidoa bien dejar- se embaucar. Foucault nombra la funcién psi exactamente el 9 de enero de 1974; para cartografiar enseguida su despliegue (véase El poder psiquidtrico). Todo parte de la demostracién previa segtin la cual el psiquiatra es alguien que dirige; habria logrado pues, en una medida bastante amplia, que se pusiera a su cargo socialmente la “direccién de conciencia” (mas adelante discutiremos las reservas que pueden mantenerse sobre este juicio). Pero a Foucault le pa- rece notable y en este caso importa /a manera en que el psiquiatra dirige. Al enfrentarse con el poder extremadamente coercitivo del delirio en el alienado —coercitivo para el alienado, pero tam- bién para su entorno-, el psiquiatra se dedicar4 a dirigir al aliena- do dandole a /a realidad misma un poder coercitivo. Es lo que Foucault llama la tautologia asilar: “Por lo tanto, darle poder ala realidad, y fundar el poder en la realidad, es la tautologia asilar.”"* ¢Qué pasa con esa realidad? Foucault, como Lacan, no la conside- ra como un dato en bruto, sino como voluntad del otro, es decir, del psiquiatra. Por supuesto, todo esto tiene mil resonancias en el psicoanilisis, pues basarse en la parte sana del yo equivale a la recuperacién de una de las tacticas del tratamiento moral. Pero Foucault lleva mds lejos su investigacién y se pregunta acerca de los alienados: :por qué la medicina? ;Por qué la me- “ LEmergence de la sexualité, Paris, Albin Michel, 2005, {en esp.,La aparicién de la serualidad, Barcelona, Alpha Decay, 2004]. SM. Foucault, PP, p. 202. 23 EL PSICOANALISIS, 2S UN FJERCICIO ESPIRITUAL? RESPUESTA A MICHEL FOUCAULT dicina cuando la disciplina impuesta en los asilos no se distin- gue de la que se ejerce en los cuarteles, las escuelas, los orfanatos, las cdrceles? Con este nuevo giro, nos espera una sorpresa. Se- fala en efecto que no es el saber médico lo que constituye la dife- rencia entre el médico y un administrador cualquiera que de- tenta el poder, porque agrega que no hay conexi6n, ni siquiera laxa, entre el saber y la practica de los alienistas; ambos, el saber y la practica, sigue su camino por su lado (y sigue siendo asf, la psicofarmacologia no lo ha modificado). En cambio, para con- seguir que el alienado admita la realidad que se le contrapone y que se pretende que sea mds coercitiva que su delirio, se apela nada menos que al cuerpo mismo del médico: un cuerpo impo- nente, un cuerpo que se impone (puede verse ya en la primera lecci6n del curso), un cuerpo que adquiere, como muestra Foucault, las dimensiones del mismo asilo. Pero también en este punto Foucault no cede a la facilidad; una vez mas, se pregunta acerca de ese cuerpo: “Por qué no un director administrativo, por qué un médico?” Respuesta: porque el médico sabe. Pero, se objetard, gacaso el mismo Foucault no observé que el saber del médico precisamente no interviene en su practica? Si, por cierto. Sin embargo lo que importa no es que el médico detente un saber titil para el tratamiento, sino que lleve /as marcas de un saber supuesto, supuesto por la misma inscripcién de esas marcas. Dichas marcas, dirfamos con Lacan, lo convierten en un ser su- puesto saber. Y Foucault describird las astucias de los médicos para que cobre consistencia frente a todos, estudiantes, enfer- meros, administradores y, por supuesto, enfermos, esa impre- sionante figura de un doctor que sabria mejor que el enfermo lo que corresponde al enfermo y a su enfermedad. La mas ostensible y la mas repugnante de esas astucias es la presenta- cién de enfermo, y noes un buen signo que atin hoy siga sien- 24 UN PASO AL COSTADO do ampliamente practicada en algunos sitios lacanianos. Foucault precisa: Son esas marcas del saber, y no el contenido de una ciencia, las que le permitirdn al alienista funcionar como médico en el interior del asilo. Son esas marcas del saber las que le permitir4n ejercer en el interior del asilo un “super-poder” absoluto, e identificarse finalmente con el cuerpoasilar.'® Dentro de lo que Foucault llama “proto-psiquiatria” se tra- ta pues del poder (del delirante) contra el poder (del alienista) —identificado a su vez como “super-poder” o bien como “intensi- ficacién de la realidad”. La funcién psi, escribe entonces, se en- cuentra “en todas partes donde sea necesario hacer que funcione la realidad como poder”.”’ jSuntuosa definici6n! Mas atin en la medida en que afiadirle a esa super-realidad la realidad del in- consciente parece, desde esa perspectiva, un simple matiz, mas exactamente un suplemento de super-realidad que en el fondo no cambia nada. Como seguimos constatando cada dia mas, la fun- cidn psi luego ha proliferado, empezando por la escuela, donde hace su ingreso por el sesgo del nifio idiota. “© M.Foucault, PP, p. 221-222. M. Foucault, PP, p. 225. Qué sucede con el psicoanalista en este punto? Su posicién se caracteriza por el hecho de que no dispone de ningunode los medios por los cuales el psiquiatra,en los limites de su accién, ejerce su super-poder: ni los brazos fornidos delos enfermeros, ni camisa de fuerza quimica, ni pieza de aislamiento, ni amena- zasochantajes son admisibles. :Y entonces? Precisamente, despojado, su interven- cién podré emplear su debilidad real como una palanca. Foucaultianamente ha- blando, se trata de un sub-poder, que remitea la regla del juego lacaniano segiin la cual el psicoanalista dispone de un poder, a veces otorgado por el analizante, pero un poder que precisamente no ¢jerce. 25 EL PSICOANALISIS, Z£5 UN FIERCICIO ESPIRITUAL? RESPUESTA 4 MICHEL FOUCAULT Y esa partir de esa forma mixta, entre la psiquiatria y la pedagogfa, a partir de esta psiquiatrizacién del anormal, el débil, el deficiente, etc., que se produjo, segtin creo, todo el sistema de diseminacién que le permitié al psicélogo con- vertirse en esa especie de redoblamiento perpetuo de todo funcionamiento institucional."* Ahf tenemos pues la funcién psi, ala que actualmente parece- mos suscribir con las mejores intenciones. 3Es ése el lugar del analista? Habfa crefdo comprender que estaba por el contrario all donde se rechaz6, muy tempranamente, esa intensificacién de la realidad, esa realidad elevada por Freud a la dignidad de un principio (el llamado “principio de realidad”). Antes bien, sno estaba determinado ese lugar por la resistencia freudiana a ese forzamiento cuya naturaleza se revelara con el fiasco pablico de Charcot en la Salpétriere (Charcot ridiculizado por las histéricas que simulan, sin que él lo sospeche, su pretendido saber)? Foucault revisa lo que pasé en la Salpétriere en la época de Charcot. Recor- demos que Charcot no quiere saber nada acerca de la lubricidad que sin embargo tiene ante los ojos (Charcot es una mirada). Freud entonces tomé partido por las histéricas, sigui6 sus indicaciones, y no desatendié la lubricidad. ;No se apartaba de ese modo de la funcién psi? jPero aqui estamos, ciento treinta afios después, de vuelta en la zanja! Actualmente, no veo otra politica posible para el psicoandlisis que la siguiente: cuanto mAs extendida, imponente y dominante se revele la funcién psi, mds se hace preciso apartarse de ella. Des- casi indi- de hace tiempo, un discreto sintoma sefialaba el peligr ferentemente, en las declaraciones y en los escritos psicoanal{ticos [bid., p.226. 26 UN PASO AL COSTADO se usan las palabras “andlisis” y “psicoandlisis”. {Qué hace enton- ces aqui ese “psi” que en el uso no tiene ningtin valor semantico? Es un puro significante que, como tal, equivale a un sintoma. Recientemente publicada en francés, la Correspondencia com- pleta Freud-Abraham manifiesta hasta qué punto la vaguedad sobre el nombre mismo de “psicoanilisis” va mucho mis alld de lo que acabamos de sefialar y continda el primer cambio que hace pasar a Freud de “anili (1894) a “psycho-analyse” (en francés, 1896), y luego a Psychoanaly- 's psiquico” o bien “andlisis psicolégico” se (en alemAn) traducido al francés como “psychanalyse”. Fernard Cambon, traductor de esa Correspondencia, observa que mien- tras Freud abrevia la palabra mediante YA, Abraham por su parte escribe Va. Y agrega: “Tal biparticién no tiene excepcio- nes.”!” La precisin literal de su trabajo torna sorprendente el caracter parcial de esta observacién (hallamos en efecto varias veces Pa.escrito por Freud en forma de adjetivo). Ademas, lee- mos por el lado de Freud “‘W-analiticos” y, por el lado de Abraham, “ps’anal.” o bien, levemente diferente, “ps-anal.”, “ps’andlisis”, “ps’analista”, “psicoanalit.”, etc. Por medio de Wa Abraham es- cribe Psychoanalyse que, como todos los sustantivos alemanes, va con maytscula. El ‘PA de Freud también respeta esa maytiscula, pero le afiade la maytiscula de Analyse, es decir que considera Analyse como si también fuera un sustantivo: sigue estando su- brayada la separacién entre Psycho y Analyse. Freud conserva asf la separaci6n/unién de su primera escritura francesa: psycho- analyse. Una vez advertidas estas vacilaciones de escritura, uno se pregunta: jestin esos dos talmudistas ubicados bajo la misma en- sefia? "Sigmund Freud, Karl Abraham, Correspondance compléte, Paris, Gallimard, 2006, p.22 [en esp., Correspondencia, Barcelona, Gedisa, 1979. Coleccién dirigida por O. Masotta, traduccién de R. Alcalde}. 27 EL PSICOANALISIS, ZE5 UN EJERCICIO ESPIRITUAL? RESPUESTA A MICHEL FOUCAULT Por lo tanto, ese embarazoso “psi” es un sintoma, que remitea otro rasgo sintomAtico no menos extrafio: la denominacién mis- ma de “psiquiatria”. En medicina, tenemos la neurologfa, la pneu- mologia, la cardiologia, etc., términos todos donde el uso de logos (raz6n) como sufijo esta justificado por el hecho de que en cada caso nos enfrentamosa un objeto bien constituido, a un “aparato”: el sistema nervioso, el sistema respiratorio, sanguineo, etc. En cam- bio, se usa zatros (médico) cuando el objeto no esta bien delimitado, cuando no se trata de un aparato. No resulta obvio, médicamente hablando, que existan una geriatria, una pediatria, tampoco una psiquiatrfa. Con iatreia, se pone el acento en la practica médica y no en un objeto distinto de otros objetos aislados por la ciencia médica. En el momento de rebautizar alos médicos alienistas en los albores del siglo XIX, ;por qué no se usé la palabra “psicélo- go”? Habrfan debido hacerlo si hubiesen estado seguros de que la funcién psi iba a permitirles localizar un “aparato psfquico”. Pero precisamente se trata de una funci6n, no de un aparato. El andlisis de Foucault da cuenta de que se pone el acento en el arte del médico, a falta de un objeto. El psiquiatra inventard pues su simil- objeto, o sea la funcién psi, no sin alguna vaguedad puesto que la practica “idtrica”, segtin las indicaciones de Fil6n de Alejandrfa (muerto en 41 d. C.) retomadas por Foucault, nose refiere al alma sino al cuerpo. Filén habla del grupo de los Terapeutas: Y por qué, pregunta Fil6n, se llaman terapeutas? Bue- no, dice, porque cuidan el alma como los médicos cuidan el cuerpo. Su practica es therapeutiké, dice, como la practi- ca de los médicos es iatriké. Fil6n, como algunos autores griegos, aunque no todos, realiza una distincién entre la terapéutica y la idtrica, siendo la terapéutica justamente una forma de actividad de cuidados mas amplia, mds espi- 28 UN PASO AL COSTADO ritual [...] Y, dice, se llaman Terapeutas porque pretenden cuidar el alma como los médicos cuidan el cuerpo, y tam- bién porque practican el culto del Ser (to on: therapeuousi to on). Cuidan el Ser y cuidan su alma. Y es por hacer las dos cosas a la vez, por la correlaci6n entre el cuidado del Ser y el cuidado del alma que pueden denominarse “los Terapeutas”.”” Cotejado con la sensibilidad lingtifstica de Filén de Alejandria y de los Terapeutas, el nombre de “psiquiatria” parecerfa terato- légico. No se elige “psicoterapeuta”, tampoco “psicdlogo”, a falta de una psicologia médica que hubiese obtenido los mismos resul- tados que la neurologfa, por ejemplo. Pero si iatreia designa el cuidado del cuerpo, “psiquiatra” no resulta mas adecuado, ya que vincula éatreia (medicina del cuerpo) no con el cuerpo sino con el alma. Asimismo, como lo mostré Jacques Postel”', en la historia de esa disciplina se ha visto que el papel del psiquiatra no deja de desdoblarse: Pinel y su célebre enfermero no son mas que una de las numerosas manifestaciones de ese insistente desdoblamiento. A Pinel, el cuidado del cuerpo, a Jean-Baptiste Pussin, el del alma. E] anilisis no es una psicologia. Tampoco es un arte ni el psi- coanalista es un artista, algo que se dice y a veces incluso se reivin- dica. No hay duda de que noes una religién, también a pesar de algunas inclinaciones hacia ese lado; y menos todavia una magia, aun cuando ocasionalmente sea “magico”. Est4 pues como flotan- do en el aire. Ni ciencia, ni delirio, ni religién, ni magia: :qué es entonces el psicoanilisis? 2» -M, Foucault, HS, p. III. 2! Léase su intervencién en Tours, publicada en Psypropos, julio de 1993. Lacomento més ampliamente en “Intolérable “Tues ceci™, L'Unebéewe, n° 89, Paris, EPEL, pri- mavera-verano de 1997, p. 127-129, [en esp., “Intolerable "Tu eres esto”, Litoral 25/ 25, Cérdoba, Edelp, 1998]. SPYCANALISIS Pues bien, debido a que Foucault ha cartografiado la genealo- gia del psicoanilisis, es posible una respuesta, un término, uno solo, que puede designar su estatuto y que voy a proponer aqui. No sin dedicarme primeroa sostenerlo. Partamos del hecho de que iniciar un andlisis es tener cuidado de si mismo, del propio ser, como a su manera lo hacian los Tera- peutas. Solicitar un andlisis, comprometerse en él, llevarlo a su término, es haber percibido, por la insoportable gracia del sinto- ma, que la manera en que uno cuidaba de sf mismo hasta entonces era calamitosa. Sigmund Freud, amoldandose a la histérica, ha- bria inventado una manera inédita de cuidar de sf. Y noes porque al hacerlo ignorase que retomaba cierta veta que sus seguidores, por su parte, se vieron forzados a ignorar. En efecto, otros lo habian precedido; otros se plantearon muy seriamente la misma cuestién del epimeleia heautou (latin: cura sui) que, segin observa Foucault, [ cultura griega [.. tuvo una vida de muy larga duracién en toda la j2 Noes simplemente como condicién de acceso a la vida filos6fica, en el sentido estricto y pleno del término, que 2M. Foucault, HS, op. cit., p.17. 31 EL PSICOANALISIS, ES UN EJERCICIO ESPIRITUAL? RESPUESTA A MICHEL FOUCAULT hay que cuidarse a sf mismo. [...] La incitacién a ocuparse de uno mismo, en el curso del largo apogeo del pensa- miento helenjstico y romano, adquirié una extensién tan grande que se convirtid, segtin creo, en un verdadero fe- némeno cultural de conjunto.* El perfodo histérico al que se dedica Foucault para darle toda su amplitud a la cuestién del cuidado de sf resulta particular en muchos aspectos. Se trata del Imperio romano antes de que el cristianismo se impusiera, poniéndole fin asf al politefsmo abierto donde, sin mayo- res problemas, era posible acoger nuevos dioses (un politefsmo sin un pante6n estructurado). Sobre ese perfodo, Marguerite Yourcenar decfa que era el tinico breve momento verdaderamente ateo en Occidente. Imaginemos una Francia colonial que sdlo hubiera tenido ojos para el Africa negra, superlativamente percibida como modelode unarte de vivir considerado excelso, el mas deseable y que por lo tanto se debfa imitar. |Impensable! Asfera sin embargola relaci6n de Roma con Grecia: una colonia, lo que por cierto Grecia era, pero también el nec plus ultra de un feliz modo de vida y la referencia constante, dentro de la clase culta, para todo pensamiento y toda acci6n. Nos interesa particularmente un rasgo, sacado a la luz por Georges Canguilhem en su articulo “;Qué es la psicologia?”™, un 3 [bid., p.25-26. * Georges Canguilhem, “Qu’est-ce que la psychologie?”, conferencia pronunciada el 18de diciembre de 1958 en el College de philosophic en Paris y publicada en la Revue de métaphysique et de morale, n° 1, Paris, 1958. El articulo puede bajarse de http// www.psychanalyse.lwarticles/CanguilhemPsychologie.htm. Fue reeditado en 1966 enel niimerode los Cahiers pour analyse que se titula a su vez, citandoa Canguilhem, “Qu’est-ce que la psychologic?” Por su parte, Canguilhem volveria sobre el tema, con la misma virulencia, mas de veinte afios después: véase “Le cerveau et la pensée”, texto dactilografiado, curso ptiblico del MURS del 20 de febrero de 1980, recogido en Prospective et santé, 14, 1980. “El cerebro y el pensamiento”, Revista colombiana de psicologia, N° 5/6, U.N. de Bogota y en httpY/wwwoficinavirtual l.com.ar/bibliote- ca/eerebroypensamiento.htm.] Al citar a Canguilhem, Lacan participard en esa gres- ca: véase “La ciencia y la verdad”, Ecritos 2," México, Siglo XXI, p. 839. 32 SPYCANALISIS articulo que dirfa, junto a Lacan, que funda una posici6n, inclu- so para el psicoanalista. En la medida en que el alma, sefiala Canguilhem, es considerada como un ser natural, y precisamente por eso, no se trata en absoluto en la Antigiiedad de una ciencia del alma, de una “psicologia”. El Del alma de Aristételes, subraya, es “un tratado de biologia general, uno de los escritos consagrados ala fisica”. Y es a esa ubicaci6n del alma fuera del campo de una psicologia que por entonces no existfa, es a esa concepcién del alma pensada fisicamente “como forma del cuerpo vivo y no como sustancia separada de la materia” a lo que Canguilhem vincula la invencién freudiana, que habria tomado de alli su verdadero pun- to de partida. Al respecto, la frase decisiva de Canguilhem es la siguiente: A esa concepcién antigua se remonta sin ruptura [su- brayado mio] un aspecto de la psicologia moderna: la psi- co-fisiologfa —considerada por mucho tiempo como psi- co-neurologia exclusivamente (pero actualmente, ademas, como psico-endocrinologia)— y la psico-patologia como disciplina médica. La psicopatologia (no la que se ensefia actualmente, como se habr4 entendido) empez6 positivamente con Galeno, quien esta- blecié experimentalmente que el cerebro, y no el corazén, es la sede del alma; y desembocé en el Freud neurdélogo y no psicdlogo, tan decisivamente destacado por Lacan, en el Freud de la Neuro- tica, en el Freud anterior ala invencién... gde qué? De una reali- dad psiquica que encontrar su sede en la fantasma. Era posible entonces cuidar de sf mismo, algo que tan sdloen determinadas escuelas querfa decir “de su alma”, fuera de toda psicologia. Y es precisamente lo que resalta La hermenéutica del 33 EL PSICOANALISIS, 25 UN EJERCICIO ESPIRITUAL? RESPUESTA 4 MICHEL FOUCAULT sujeto al referirse —sin duda que no por casualidad— al mismo perfodo indicado por Canguilhem. Pero entonces, gde qué manera no psicolégica tener cuidado de s{? La respuesta pasa por una experiencia de lectura, la de La hermenéutica del sujeto. Un psicoanalista no podria menos que sentirse afectado por la extrema cercanfa del ejercicio psicoanalf- tico con esas practicas antiguas del cuidado de sf presentadas por Foucault. Salteamos alegremente el cristianismo”, salteamos no menos felizmente la psicologfa como “ciencia del sentido inter- no” (0 de la conciencia de si, 0 incluso del yo), desarrollada en el siglo XVIII por Wolff* y, sorpresivamente, volvemos a estar... (si puedo decirlo asf) en casa*. Lo que en suma no resultara sor- prendente cuando se trata de una genealogia del psicoanilisis. Sefialemos pues algunos de los rasgos mds notorios de ese estar “en casa”. Aunque no dejamos de sefialar el notable trabajo de Louis Beirnaert que se advierte particularmente en la obra Aux fronticres de Vacte analytique. La Bible, saint Ignace et Lacan (Paris, Ed. du Seuil, 1987). Los ejercicios espirituales elaborados por San Ignacio de Loyola, cuya /égica despliega Beirnaert, no apuntan a confortar una ¢s- piritualidad que pudiera suponerse etérea sino mas bien, en consonancia con la experiencia fundadora de Ignacio de Loyola, “la decisién referida a lo que hay que hacer y alo que se hard” (p. 203); vale decir que ponen en juegoel sujeto de la certeza. Se podr confrontar, con una gran felicidad de lectura, el andlisis del texto latino de la regla ignaciana del obrar (p. 219-227). Como sintoma de una época en que no estaba clara la relacién del psicoanilisis con la espiritualidad, la obra fue publicada por el editor de los Excritos de Lacan, en el formato de los Eicritos y con una tapa que también se le asemeja, pero no cn la coleccién “El campo freudiano”, dirigida por Jacques Lacan, aun cuando su autor era miembro de la Escuela freudiana. Psychologia empirica (1732), Psychologia rationalis (1734). Un apasionante y erudito reciente rectifica el prejuicio histérico ligado al nombre de Wolff: si bien se institucionaliza més tarde, en el siglo XIX, fuc sin embargo ya en cl siglo XVI cuan- do nacié la psicologia (Paul Mengal, La Naiscance de la psychologic, Paris, L'Harmattan, 2005). © Encloriginal, chez soi (“en casa”, con el sentido general que algo barbaramente se expresaria como “en lo de uno”), donde también resuena le souci de soi, frase foucaultiana que se ha traducido como “el cuidado de si” y que aqui en ocasiones, para no forzar tanto el espafiol hacia el galicismo, traducimos como “cuidado de uno mismo” o “cuidado de si mismo” [T.]. 34 SPYCANALISIS {Qué indicardn esos rasgos? Se presentan en forma de red, una red configurada de modo diferente segtin las diferentes es- cuelas, casi como las mismas piezas del juego de ajedrez pueden dar lugar a diversas partidas. Foucault puede hablar en términos generales del cuidado de si porque se trata en verdad, exceptuan- do algunas variantes, de las mismas piezas dentro de las diferentes escuelas filos6ficas, aunque también terapéuticas. Se mostraré asi que el psicoandlisis es otra de esas partidas, otra configuracion, otra puesta en juego de los mismos elementos. Ciertamente, los psicoanalistas, incluyendo a Lacan, se dedicaron a poner el acento en lo radicalmente nuevo que tenfa la invencién del psicoanilisis, lo cual no era falso. Pero tal novedad aparecera atin mejor, ganara incluso en precisi6n y por lo tanto en pertinencia, si se inscribe el psicoanilisis dentro de su propia genealogfa. I, DINERO Nada mejor que un chiste para ubicar de entrada este humus comin, que le recuerda a Foucault la relacién cémica de Woody Allen con el psicoandlisis. La ocurrencia es relatada por Luciano (fines del siglo II): 2Y hace cuanto tiempo que frecuentas a tu maestro? le pregunta Lycinus a Hermétimo, quien responde:—Hace ya veinte afios que voy.—;Cémo? ;Desde hace veinte aiios le das tanto dinero? —Claro que sf. Le doy mucho dinero. —¢Pero acaso no va a terminar pronto el aprendizaje de la filosofia, del arte de vivir, de la felicidad? -jOh, responde Hermétimo, por supuesto que sf, no vaa tardar! Pienso que habré terminado dentro de unos veinte afios.” 2M. Foucault, HS, p. 102. 35

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